Historia y Psicoanálisis. Interferencias histórico-culturales en la constitución de lo inconciente y de la subjetividad. David Léo Levisky 1

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Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006

Historia y Psicoanálisis

Interferencias histórico-culturales en la constitución de lo inconciente y de la subjetividad. David Léo Levisky1

La vida pulsional está moldada por la expresividad de varios lenguajes inconcientes que se estructuran dentro de un proceso histórico y dinámico, provenientes de las relaciones entre el individuo y las culturas en la constitución del sujeto psíquico, en la medida en que unen el presente al pasado en la construcción del futuro. Esos lenguajes son parte integrante de la construcción de marcos internos, referencias que se construyen con la edificación de la identidad. Se trata de procesos de incorporación, transformación y mutación que participan en la construcción de la subjetividad individual y colectiva, influidos por aspectos internos, por la constitución psíquica, fantasías inconcientes, relaciones de objeto, mecanismos defensivos prevalentes, y otros externos, tales como la cultura, los eventos históricos, migraciones, guerras, cambios tecnológicos. Unos son factores que intervienen de manera imprevisible y otros son imponderables pues afectan a la memoria, al yo y al superyó. La memoria puede ser hiperestimulada, reprimida, suprimida, modificada o aniquilada por medio de acciones inconcientes que afectan a los eslabones de ligazón histórica que hay entre el presente y el pasado, no sólo individual como también sociocultural, son capaces de provocar conflictos de vivencias oriundos de imagos que no se comunican. Siendo contradictorias o no esas imagos accionan sobre el Yo e interfieren en las características de las relaciones de objeto y en la prevalencia de los mecanismos de defensa, como también interfieren en los procesos de investiduras, en la dinámica y en la economía del aparato psíquico. A su vez, el superyó sufre la volatilidad de los valores incorporados, directores de la expresividad pulsional, transformaciones que ocurren en 1

Psicoanalista con función didáctica de la Sociedade Brasileira de Psicanálise de São Paulo. Obtuvo el título de Doctor en Historia Social en la Universidad de São Paulo. Trabajo a ser presentado en el XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis, en la ciudad de Lima, octubre de 2006.

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varias velocidades y en diferentes niveles de la estructura que sufre las interferencias de las culturas que han sido incorporadas durante el proceso de identificación. El Yo, en la tarea mediadora entre la vida pulsional y la realidad exterior, sufre consciente e inconcientemente las presiones provenientes de las instancias psíquicas y del medio exterior en función de los procesos histórico-culturales y tecnológicos. Durante el proceso psicoanalítico emergen, de manera espontánea y a veces lúdica, algunos resquicios de recuerdos y de lagunas, debido al proceso de libre asociación de ideas, dentro de la relación transferencia – contratransferencia. En ese momento se da la oportunidad de recordarlos y volver a elaborarlos cuando retornan a la conciencia, fruto de la disminución de los fenómenos defensivos y del trabajo dual hecho por la interpretación. Ese complejo conjunto de fenómenos justifica la búsqueda de interfaces existentes entre la Historia y el Psicoanálisis, entre el sujeto y lo cultural. Son interfaces que ayudan a comprender mejor las reciprocidades que ocurren en la construcción del sujeto y de la colectividad. Esas áreas del conocimiento humano investigan la vida privada, situaciones traumatizantes, series complementarias individuales y colectivas, dentro de un contexto cultural que recibe las proyecciones temporales y las transformaciones históricas que accionan recíprocamente en el sujeto, en las subjetividades y en las mentalidades. Al buscar esas interfaces se amplía no sólo la percepción de la naturaleza humana, en sus aspectos inconcientes, como también de la interpretación de los hechos históricos que dependen de la propia naturaleza conciente e inconciente del sujeto psíquico. La existencia de controles sociales, que están presentes en cada cultura, sugiere que hay factores constantes y variables que intervienen en la constitución del aparato psíquico, en el significado simbólico de los deseos, en la ética, en el trato de la realidad interna y externa, y en la búsqueda de la homeostasis psíquica. Es dable imaginar que la arquitectura anímica y la calidad de las relaciones vinculares, en el transcurso del proceso evolutivo y de desarrollo del individuo, el Complejo de Edipo descrito por Sófocles y reeditado por Freud, todos ellos, hayan sido un fenómeno que se estructuró y se transformó en un componente inconciente de la memoria humana, en el largo y lento tiempo de la historia desarrollista de la civilización. Primero lo fue como un hecho histórico y después como una leyenda, hasta que se ha transformado en un mito que configura modelos y sistemas psicosociales que

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están presentes en la cultura del hombre civilizado y que, mediante el poder de transmisión genético-histórico-cultural, preserva residuos de la vida animal y tribal, previas a la vida aculturada. La constitución y la construcción del sujeto psíquico, subjetividad, mentalidad, imaginario e identidad son procesos que siempre estuvieron presentes en la historia del hombre simbólico, cuya evolución cortical y civilización crearon procesos concientes e inconcientes que revelan la presencia de registros mnemónicos que se transmiten mediante procesos que hasta ahora no son totalmente conocidos. Esos procesos se pueden identificar en los desarrollos histórico-culturales individuales y colectivos. Las transformaciones del conocimiento han permitido que se diferencien, se denominen y se creen conceptos que alimentan, amplían y modifican a las nuevas percepciones que el hombre tiene de sí mismo y del mundo que lo rodea. Se trata de un mundo del cual él es un miembro integrante, que sufre influencias y que al mismo tiempo él mismo lo modifica a partir de las capacidades de relacionarse, de creatividad y tecnológicas. Mientras la historia estudia el pasado para tener una mejor comprensión del presente, el Psicoanálisis busca en el pasado las bases que le permitan, además de la comprensión, las condiciones relativas de transformación de la mente y de la integración del sujeto consigo mismo en su medio. El hombre social es movilizado por una necesidad básica e inconciente de lograr una identidad y una inserción en un determinado ambiente mediante el proceso de identificación, “conocido en psicoanálisis como la manifestación más precoz de una relación afectiva con otra persona, y que desempeña un importante papel en la prehistoria del Complejo de Edipo” 2. Es un proceso psicológico mediante el cual un sujeto asimila un aspecto, una propiedad, un atributo de otro y se transforma, total o parcialmente, por medio de ese modelo. El sujeto psíquico se constituye y se diferencia por una serie de identificaciones3. Si tomamos, como modelo, la construcción de la identidad vemos que ella sufre la influencia de factores internos y externos. Los aspectos constituyentes sufren una relativa acción del medio ambiente y del contexto histórico, filosófico, educacional, religioso, 2

S. FREUD, “Psicología de las masas y análisis del yo”, Obras Completas, vol. III, pp. 2585-2588. L. GRINBERG, Teoría de la identificación, Buenos Aires, Paidós, 1976, p. 7. J. LAPLANCHE e J. B. PONTALIS, Vocabulaire de la psychanalyse, Paris, PUF, 1973, pp. 187-189.

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social, económico, y político. Se trata de fenómenos que interfieren en la construcción conciente e inconciente del sujeto, y de los diferentes niveles de subjetividad. El texto y el contexto dependen de los procesos históricos cuya base está en la capacidad de transmisión de las memorias individuales y colectivas, por medios biológicos, vínculos afectivos, iconos totémicos y valores que constituyen las culturas4. Esos procesos sufren la acción de diferentes velocidades de transformación que varían desde los cambios rápidos, tales como la moda, hasta otros muy lentos que configuran las mentalidades, perceptibles solamente en un largo tiempo. A veces esos procesos son tan largos que se convierten en aparentemente atemporales, como si fueran constantes e inherentes a la constitución del sujeto psíquico, tal como el caso de la presencia del Complejo de Edipo en las diferentes formas de elaboración. El aparato psíquico – capacidad humana de transmitir y transformar energías diferenciadas en sistemas múltiples – utiliza varias capacidades tales como la elaboración, la actividad simbólica, el juego de las investiduras y desinvestiduras, dentro de principios propios cuya producción trasciende a modelos sociales e históricos. La producción de la subjetividad, parte integrante del aparato psíquico en contacto con el mundo exterior, es observada en el larguísimo tiempo de la historia de la civilización en diferentes niveles y ella depende de aspectos que pertenecen a la constitución social individual y colectiva en términos de la producción y reproducción ideológica, de articulación con las variables sociales que la inscriben en un tiempo y espacio específicos del punto de vista de la historia política.5 Se trata de un fenómeno que origina la formación del sujeto psíquico en su totalidad histórica e individualizada –yoica- que resulta de la relación afectiva y efectiva con el mundo exterior. 6 Freud ya nos había sugerido que, dentro de un determinado grupo social, hay una cierta manera de percibir, sentir y accionar: “intensas potencias sentimentales oscuras, tanto más poderosas cuanto más difíciles de ser expresadas en palabras; la clara conciencia de

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M. FOUCAULT, A orden do discurso, São Paulo, Loyola, 1998. S. BLEICHMAR, “Entre la producción de subjetividad y la constitución del psiquismo”, Revista del Ateneo Psicoanalítico, 1999, no. 2, p. 59. 6 S FREUD, “ Los instintos y sus destinos”, Obras Completas, vol. II, pp. 2039-2052. 5

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una íntima identidad, la secreta familiaridad de poseer una misma arquitectura anímica”. 7 Es una condición que nos lleva a indagar sobre lo que es permanente, estable, lentamente mutable y rápidamente variable en el tiempo perceptible –como la moda- en una determinada arquitectura anímica individual y colectiva. Hay un concepto paralelo y complementario al de arquitectura anímica y es el de mentalidad, que contiene un elemento temporal. Franco Júnior dice que la mentalidad “indica el primado de lo psicológico en sus aspectos más profundos y permanentes, pero siempre manifestados históricamente dentro y en función de un determinado contexto social, que a su vez pasa a accionar en un largo plazo sobre el conjunto de elementos psíquicos colectivos. [...] Los significantes (palabras, símbolos, representaciones) que el imaginario utiliza alteran los significados (contenidos esenciales) de la mentalidad, resultando de eso la dinámica que ella posee”. Hay cuatro vértices básicos en la constitución de la mentalidad: 1- la intersección entre lo biológico y lo social; 2- la relación entre las emociones primitivas y una forma específica de racionalidad, como son ciertos estados mentales que están presentes en sociedades como la medieval, con predominio del pensamiento analógico; 3- la predominancia de los factores bio-psíquicos en la mentalidad, lo que hace de ella “el nivel más estable, más estático de las sociedades”, revelando su papel de “inercia, fuerza histórica capital”; 4 – El poder de abarcar, ya que constituye el conjunto de los automatismos, de los comportamientos espontáneos, de las herencias culturales profundamente enraizadas, de sentimientos y formas de pensamiento comunes a todos los individuos, independientemente de las condiciones sociales, políticas, económicas y culturales; la mentalidad es la instancia que abarca a la totalidad humana. Realza la imposibilidad de que el estudioso tenga acceso a la psicología colectiva profunda de un determinado periodo, debido a que las transformaciones son de larguísima duración, con su ritmo casi inerte. Lo que de ella se puede detectar son los fragmentos que se expresan de manera cultural, mediante los imaginarios que revelan cómo cada situación de la mentalidad es vivida y pensada. 8

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________, “Discurso a los miembros de la sociedad B’nei Brit”, Obras Completas, vol. III, p.3229. H. FRANCO JÚNIOR, A Idade Média – nascimento do Ocidente, pp. 149-150. Idem, “ O fogo de Prometeu e o escudo de Perseu. Reflexões sobre mentalidade e imaginário”, Revista Signum da Associação Brasileira de Estudos Medievais, no. 5, 2003, pp. 73-116. 8

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Por lo tanto, la mentalidad es el conjunto estable de elementos psíquicos inconcientes y concientes que caracterizan al sentir, pensar, y el accionar que expresan los imaginarios presentes en las culturas. Las manifestaciones de una determinada mentalidad pueden ser captadas por medio de los tipos de razonamiento, manejo y conceptos de palabras, de los signos, de significados de las relaciones temporales y espaciales, que se preservan –algunos- en el largo tiempo de la historia; mientras que otros sufren lentas y progresivas transformaciones en el poder de transmitirse. Las rápidas transformaciones son fácilmente identificables en los cambios en la moda, en los manierismos, en los argots o jergas, por ejemplo, de los adolescentes de hoy. Esos movimientos, de corta, larga y larguísima duración, son resultante de las acciones recíprocas que se dan entre la constitución biológica, el sujeto psíquico, el grupo social, la cultura y la sociedad. Son procesos estructurales, económicos y dinámicos del aparato psíquico que, en su interacción con la realidad externa y objetiva, configuran a los eventos y las memorias históricas que componen la actividad pulsional, al tiempo que están presentes en los deseos y las fantasías que movilizan al conciente y al inconciente en las luchas entre el placer, la realidad y constancia para buscar el equilibrio psíquico. La Historia, tan antigua como el hombre, recién ahora está incluyendo la percepción que ofrece el instrumental psicoanalítico para interpretar la historia de las acciones humanas. Desde otro punto de vista, hay corrientes psicoanalíticas que progresivamente han considerado la importancia de la lectura de los fenómenos históricos para la configuración de los lenguajes inconcientes que constituirán al sujeto psíquico. Hay una tendencia, en una y otra área del conocimiento humano, a funcionar como sistemas cerrados y excluyentes entre sí. La Historia y el Psicoanálisis tienen interfaces. Ambas áreas se basan en la observación, en la información e interpretación de algo que el observador presenta como una hipótesis cuya interpretación será confirmada, o no, por el paciente del psicoanálisis o por las correlaciones de hechos y documentos que componen la interpretación del evento histórico. ¿Cuál es la narrativa que instruye, que ilustra, que documenta y refleja la verdad? ¿Cuál es el papel del observador en la percepción de los hechos históricos y psíquicos, o

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también en los psicohistóricos? ¿Hay una neutralidad en el investigador del área de Historia y de Psicoanálisis? ¿Qué es lo comprobado, intuido, supuesto o lo interpretado? ¿Qué es lo real y lo imaginario? ¿Cuál debe ser la preparación del investigador? ¿Será si el Psicoanálisis puede ayudar para el desarrollo del proceso de investigación histórica? Y la Historia, ¿puede colaborar en el proceso de investigación psicoanalítica? ¿Qué es constante e invariable en la constitución de la mente, de la subjetividad y de la mentalidad humanas? ¿Cómo las transformaciones históricas se transmiten e influyen en el psiquismo humano? Y por último, ¿cómo las transformaciones psicológicas interfieren en la estructuración de los hechos históricos? Todo eso es un conjunto de cuestiones que no pretendemos desarrollar en este preciso momento, pero que están presentes en la observación realizada por Vernant al subrayar que a él le era fácil interpretar los documentos de la Grecia Antigua –como por ejemplo, una estatua o una inscripción – porque “el mundo del cual nos hablan es el mismo de donde vinimos, porque somos sus herederos” 9 Esta observación permite que se discurra sobre la dialéctica de lo distante y lo cercano, de los cambios en la noción acerca del tiempo y del espacio, de lo público y lo privado, de las memorias, de las formas de razonamiento, de los mecanismos de defensa, de los cambios que suceden en lo imaginario, en las mentalidades y en la imaginación. Las motivaciones que aparecen de las profundidades de lo inconciente se expresan de distintas maneras, dependiendo de las culturas, y nos muestran que, a pesar de las enormes diferencias, permanecen las similitudes. La Historiografía griega ejemplificada mediante las metodologías que han usado Herodoto y Tucídides deja bien claro que muchos de los cuestionamientos que se han expuesto desde aquella época, todavía hoy hacen parte de las discusiones entre los historiadores y los psicoanalistas. Eso se da porque ambos estudian los aspectos de la naturaleza humana que conforman la Historia; y ésta, a su vez, es el resultado de la expresión simbólica y dinámica de la naturaleza humana. Febvre sustenta que no “habrá Historia posible” si los historiadores no se acercan a los conocimientos que detenta la Psicología.10 Marc Bloch afirma que “los hechos

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J. P.VERNANT, “Os Gregos inventaram tudo”, Jornal Folha de São Paulo, Caderno Mais, 3/10/1999, p.5. L. FEBVRE, Combats pour l’ histoire, Paris, Colin, 1953, p.235

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históricos son, en esencia, hechos psicológicos” y Friedlander los asocia al Psicoanálisis. 11 Podemos afirmar, plagiando a Febvre, que no habrá Psicoanálisis posible si no se tienen en consideración los hechos históricos del individuo y la forma de inserción en la cultura. Solamente de esa manera nos será posible comprender la subjetividad individual y colectiva que componen los conflictos y los eventos tanto humanos como históricos. La formación de la personalidad, la identidad, el carácter, los mecanismos de defensa, la actividad intelectual y los valores éticos y morales dependen de los procesos que empiezan incluso antes del nacimiento del individuo, o sea, en el niño que está presente en lo imaginario de los padres y la comunidad. Ese conjunto de sistemas simbólicos son determinantes para la configuración del contexto afectivo y cultural, al tiempo que intervienen en la construcción del sujeto, de la subjetividad, de la mentalidad, lo imaginario y de la imaginación. Las relaciones vinculares que se establecen entre el individuo en formación y sus familiares –representantes afectivos de la comunidad- permiten la incorporación de los valores a partir de la relación consigo mismo y con el medio exterior, con la cultura y la sociedad. El resultado es producto de un continuo y dinámico proceso de interacciones organizadoras, desorganizadoras y reorganizadoras. Se trata de fuerzas que interactúan de manera recíproca para constituir la subjetividad individual, grupal e institucional, y se transforman con velocidades diferentes en el transcurso del tiempo. Para Piaget la finalidad del historiador es la de “lograr captar cada proceso concreto en toda su complejidad y, en consecuencia, en la originalidad irreductible.”12 Duby destaca que “la historia de las mentalidades busca la causa profunda de los actos de los personajes y [...] es preciso encontrarla en los deseos y pasiones que ellos tienen”. 13 Para que podamos comprender las actitudes de un personaje es necesario que conozcamos no solamente los hechos que lo rodearon sino también la personalidad, biografía, los valores, conflictos y pasiones, además del humor, o sea, todo eso son aspectos que pueden ser alcanzados con la ayuda del Psicoanálisis. Estas consideraciones nos llevan a pensar que la Historia Social no puede dejar de considerar las motivaciones profundas, las

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S.FRIEDLANDER, Histoire et Psychanalyse, Paris, L’Univers Historique/Seuil, 1975, p.9. J. PIAGET, Épistemologie des sciences de l’homme, Paris, Gallimard, 1970, p. 93, in S. FRIEDLANDER, op. cit., p. 13.

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leyes que rigen al inconciente y al funcionamiento psíquico para comprender los hechos históricos de los personajes que son objeto de una investigación histórica. Claro que, por otra parte, hay un componente histórico en el psicoanálisis de cada individuo, evidenciado por su biografía, por el estudio tanto del pasado lejano como del pasado presente (inmediato), integrante de la mente actual del paciente, en los aspectos que se manifiestan y en los latentes, que aparecen en las vicisitudes de la relación transferencia – contratransferencia, fundamental para el proceso psicoanalítico y, al mismo tiempo, fruto de las proyecciones, de las identificaciones proyectivas y contraproyectivas o cruzadas del paciente sobre la figura del investigador y viceversa. Se pretende que el psicoanalista, en su trabajo investigativo, por haber sido analizado -supuestamente de manera efectiva y suficiente- esté por lo menos un paso al frente, en cuanto a la capacidad de percepción que tiene de sí mismo, en relación con su paciente. Así el profesional podrá observarlo y también aprehender los fenómenos que le ocurren al paciente y que son objeto de estudio. Mediante la libre asociación de ideas del analizante, el psicoanalista participa y contribuye para la reconstrucción afectiva del proceso histórico del individuo, revivido y reestructurado en la relación analítica. Es una relación que abarca lo pasado del presente, lo presente del presente y lo presente del futuro. El psicoanalista, a partir de lo que aprehende, propone las interpretaciones que serán confirmadas o no mediante nuevos enunciados y asociaciones de ideas, recuperadas inconcientemente en la memoria. El Psicoanálisis, como metodología de observación, interpretación y elaboración de paradigmas, permite la re-construcción, por lo menos parcial, de la historia objetiva y subjetiva del sujeto. Son condiciones que se movilizan por lo inconciente reprimido, suprimido o modificado por otros mecanismos de defensa del Yo, que están presentes en las diversas formas de expresión usadas por la mente para dar curso libre a sus necesidades. Para eso, el Yo utiliza a los mecanismos de defensa y, mediante varios procedimientos, él lidia con las ansiedades provocadas por el enfrentamiento entre los diversos sistemas e instancias que componen a la mente, en su objetivo de regular el equilibrio psíquico. La

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G. DUBY, “Histoire des Mentalités”, in C. SAMARAN (DIR), l’Histoire et ses methods, Paris Gallimard, 1961, p 937.

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represión y el proceso de identificación son fundamentales para el desarrollo del aparato psíquico, y las particularidades varían de una cultura a otra. El investigador del área de Historia, al analizar un documento actual o de antiquísima data, puede utilizar los conceptos y metodología psicoanalíticos con la posibilidad de extraer elementos que puedan caracterizar a los aspectos de lo inconciente de una persona dentro de una determinada época y cultura, elementos que motivaron los actos históricos. Cuentos, leyes, preceptos higiénicos, médicos, y el material biográfico pueden transmitir o permitir la inferencia de elementos de la vida inconciente en un determinado contexto psico-histórico-social, como las narrativas, los prospectos médicos, los preceptos pedagógicos o los sermones de la Edad Media, todo eso abre paso para percibir la construcción de las fantasías inconcientes, los mecanismos de defensa que prevalecen, el tipo de razonamiento que predominaba, las formas de interpretación que se tenían del mundo tanto interior como exterior.14 Friedlander resalta que la relación existente entre la Historia y el Psicoanálisis se da con la intención de “examinar en qué medida el historiador puede sobrepasar la descripción de los hechos históricos e intentar una interpretación teórica que sea objetivamente necesaria para la investigación histórica”, alejada de una psicología que se basa solamente en el sentido común y en la intuición. 15 El historiador y el psicoanalista necesitan descifrar los códigos, significados y significantes que están presentes en los diversos lenguajes que conforman el hecho histórico y en la expresividad tanto manifiesta como latente del paciente. Para ello, los investigadores precisan un sistema teórico que les dé la clave del código y que valide el status científico de las proposiciones histórico-psicoanalíticas.16 El Psicoanálisis posee un cuerpo conceptual bien fundamentado, una metodología conceptualmente definida;

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J. BIRMAN, “Os impasses da cientificidade no discurso freudiano”, Psicanálise, ciência e cultura, Rio de Janeiro, Jorge Zahar Editores, 1994, pp.33-34. S. FRIEDLÄNDER Histoire et Psychanalyse, pp. 9-79. R. MEZAN, “Subjetividades contemporâneas” in Interfaces da Psicanálise, São Paulo, Cia. das Letras, 2002, pp. 257-272. M. FOUCAULT, A ordem do discurso, São Paulo, Edições Loyola, 1998. M. DE CERTEAU, Histoire et psychanalyse - entre science et fiction, Paris, Gallimard, 1987. 15 S. FRIEDLANDER, op. cit., p. 10. 16 C. RYCROFT, Psychoanalysis Observed, Londres, Constable, 1966, in S. FRIEDLANDER, Histoire et Psychanalise, Paris Seuil, 1975, p. 34.

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permite la realización del experimento clínico, y la formulación teórica y hermenéutica.17, 18

Es un conjunto de condiciones que le permite al investigador del proceso histórico y/o

psicoanalítico lo siguiente: proponer hipótesis, construir teorías y realizar las interpretaciones que validen su aplicabilidad. El historiador examinará el material histórico a la luz del Psicoanálisis, teniendo en cuenta que esta área del conocimiento no es una doctrina religiosa sino un método de observación empírico que alimenta la construcción de referencias teóricas que evolucionan y se transforman a partir de la propia experiencia clínica. No se trata de intentar encuadrar a los personajes de la Historia en un determinado modelo fijo, sino de estar atentos a la naturaleza ambigua de la mente humana, a los paradigmas del Psicoanálisis que reflejan los momentos históricos de la naturaleza del sujeto, sus paradojas, aceptadas o no por el self, en ritmos diversos de transformación de las diversas instancias que lo componen. El psicoanalista, al analizar el hecho histórico, no tiene a su paciente vivo como para poder confirmar u oponer sus observaciones y proposiciones, debido a que se basa en el análisis de textos, imágenes, documentos de los que intenta extraerles señales de vida. El historiador de la psicohistoria, a su vez, formula las interpretaciones alejado de las que provienen exclusivamente de la descripción minuciosa de los hechos, de la intuición, del sentido común y de la ficción, al tener en consideración a los aspectos de la subjetividad humana individual, colectiva e institucional. Tanto la Historia como el Psicoanálisis trabajan con leyes generales y específicas de las conductas humanas. Estas áreas del saber constituyen un método que se fundamenta en una investigación sistemática de estructuras coherentes. Algunas de éstas son permanentes y evolutivas, como el desarrollo humano, la evolución y las transformación de la sexualidad y de la capacidad simbólica. Sin embargo, otras estructuras son variables por depender del contexto psico-histórico-social. Eso se puede observar mediante los cambios en la subjetividad, las mentalidades y en las formas de comunicación, lo que le posibilita al

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39a. Congreso Internacional de Psicoanálisis realizado por la International Psychoanalytical Association, San Francisco, 1995. 18 C. L. EIZIRIK, “Pesquisa em Psicanálise: possibilidades, alcances e limitações”, Alter 18(2),1999, pp 297311.

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investigador de la historia y del psicoanálisis el comparar las experiencias tenidas y así poder validar el estudio realizado. El Psicoanálisis, que originariamente se dirigía a la relación dual, puede contribuir para comprender la experiencia colectiva mediante la investigación de las influencias recíprocas entre el comportamiento individual y grupal, para la aprehensión de lo que es intra, inter y transcultural, para el estudio de la capacidad de transmisión de la memoria histórica pasada y reciente, ambas inmersas en la ética, moral, religión, el folclore, los mitos y las utopías que envuelven a los grupos humanos y les dan un colorido típico de cada cultura y sociedad. La tarea del historiador es difícil en la medida en que él busca explicar las causas de los hechos históricos intrínsecamente vinculados a la psicología para comprender un determinado momento del contexto y de la complejidad emocional de los personajes, en relación con la subjetividad individual y colectiva. Peter Gay parte de la concepción freudiana de conflicto, siendo que para el historiador lo que importa es analizar los deseos, las emociones y las fantasías, que son tan importantes como los actos en la experiencia de los hombres. El historiador de nuestros días tiene interés en buscar lo que es único en cada personaje o hecho histórico, y también la necesidad de generalizar, de suponer y de exhibir la realidad de las entidades más amplias para diferenciar los varios elementos comunes como también los que presentan desigualdades. El Psicoanálisis ofrece condiciones para el estudio de la individualidad y de lo colectivo, de la constitución del self (del sí mismo), de las masas y su dinámica, como también sus objetivos; de lo que es común, singular, lo constante y también lo mutable. Eso permite comprender los aspectos del psiquismo humano, cuya naturaleza ofrece un variado y limitado repertorio de deseos, sentimientos, angustias. También le permite al historiador postular hipótesis de cómo los individuos, con sus singularidades y particularidades, están propensos a pensar y a accionar en relación con la colectividad. Gracias al modelo desarrollista del Psicoanálisis, el historiador aprehende cómo el individuo internaliza las costumbres, creencias y prohibiciones sociales. Además puede tomar pose de cómo la cultura ofrece, con su accionar de mediación, los sentidos o direcciones para las pulsiones crudas, los deseos ocultos, y las angustias fluctuantes. Así permite leer la cultura por medio de un individuo, proceso que depende de la exploración histórica cuidadosa del mundo social de los grandes

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personajes y del diagnóstico de su estructura de carácter. Nos permite rastrear la cultura del individuo y, también, al individuo en su cultura al explorar los mecanismos de defensa que ayudan al individuo y a la cultura a atravesar la vida. Capta la infancia, la familia y la cultura como un todo; como también está en condiciones de entender los flujos libidinales y agresivos que, en secreto pero de manera irresistible, invaden a la vida social y política. Puede observar las metáforas que le dan colorido al discurso cultural. Analiza los silencios que son reveladores de la sociedad; los odios apasionados, escondidos, que dejan rastros en los juegos y festivales, que van desde la hostilidad burda de los charivaris hasta los mensajes de los ritos de iniciación. Nos alerta en la observación de documentos que, aparentemente, son inútiles, silenciosos y desprovistos de sentido. 19 La aplicación del instrumental psicoanalítico a la Historia con seguridad que despierta fenómenos de resistencia tanto en los psicoanalistas como en los historiadores. Es un fenómeno que Freud ha descrito como inherente a la naturaleza humana, obstáculos espontáneos, actitudes de oposición frente a los descubrimientos que revelan los deseos inconcientes y cuya percepción le inflige al hombre un sufrimiento moral o de otra naturaleza. Son procesos defensivos que sobrepasan a las cuestiones lógicas y racionales cuando se deparan con lo que es nuevo, con la necesidad de desmontar y remontar los esquemas y sistemas internos de funcionamiento mental, en la búsqueda de nuevos paradigmas. Es una resistencia que puede ser observada en la transición de un determinado momento histórico, como el que ha revelado Tassara, al destacar las dificultades vividas por Nicolás Copérnico (1473-1543) en su obra De Revolutionibus Orbitum Coelestium , al tener que posicionarse frente a la realidad de la mecánica del sistema solar en contraste con las concepciones de la Iglesia, y así se abrieron nuevas perspectivas existenciales, sociales y políticas.20 La elección del Psicoanálisis, entre otras corrientes psicológicas, se justifica debido a un largo y arduo proceso de búsqueda personal del encuentro con la interioridad, con las pulsiones, motivaciones profundas, con la construcción de la identidad personal y

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P. GAY, Freud para Historiadores, São Paulo, Paz e Terra, 1989, pp. 11; 142-145. E. T. O. TASSARA, “Globalização, Paradigmas e Utopias: questões de método na pesquisa social contemporânea”, Trabajo presentado en las “Noites Brasileiras” en la Sociedade Brasileira de Psicanálise de São Paulo, el día 7 de junio de 2000, p. 1.

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profesional para cotejar la investigación histórica que, a su vez, colabora para comprender los diferentes lenguajes que se establecen en el sujeto psíquico y su contexto. En el proceso de libre asociación de ideas se puede percibir la presencia, en la memoria inconciente, de vivencias ancestrales, que se transmiten en el transcurso del proceso histórico. Sin ninguna duda, la observación psicoanalítica me parece ser la que, en mayor grado, abarca las cuestiones que afectan y afligen al hombre en su “extraña liviandad del ser”. La comprensión de la subjetividad humana depende de los elementos paradigmáticos que traducen el desarrollo y la organización estructural, dinámica y económica del aparato psíquico, un conjunto teórico complejo y coherente. Es necesario tener en cuenta que, dependiendo del contexto, el sujeto necesita lidiar con la inteligencia, la percepción, evidencia y la imaginación para construir e interpretar los hechos, objeto de la percepción y presentes en la escucha sensible de los afectos que lo movilizan a sentir, pensar y accionar. El psicoanálisis, mediante su metapsicología, posee un conjunto teórico y condiciones de observación de los fenómenos captados por la “escucha” psicoanalítica. 21 Es un complejo conjunto de disponibilidad psíquica el que posibilita la percepción, elaboración de hipótesis interpretativas y funcionales que ayudan a comprender la naturaleza de los fenómenos psíquicos mediante el estudio de las ‘series causales’ sugeridas por Veyne22. Friedlander considera que el psicoanálisis auxilia para captar y evaluar las ‘regularidades observables’ cuyos coeficientes de probabilidad, en variado número, se manifiestan dentro de ciertos contextos socioculturales. Las ‘series causales’ y la evaluación de las ‘regularidades observables’ son condiciones que le permiten al historiador llegar a la explicación parcial de ‘series parciales’ de hechos que contribuyen para la constitución de las leyes en Historia y no a la determinación de leyes de la Historia, eso a partir de posibles generalizaciones, consecuencia de la encuesta histórica. Sin embargo, los psicoanalistas y los historiadores todavía tienen recelo frente a la perspectiva de recíprocas contribuciones para captar los fenómenos históricopsicoanalíticos. A pesar de eso, las motivaciones inconcientes pueden ser profundamente

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Nota: expresión usada de manera incorrecta para caracterizar a la función perceptiva del analista, que es mucho más amplia que la que se hace posible mediante la comunicación verbal del paciente y auditiva del analista. 22 P. VEYNE, Comment on écrit l’histoire, París, Seuil, 1971, in S. FRIEDLANDER, op. cit, p. 12.

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reprimidas o expresadas de diversas maneras, dependiendo de la cultura, como ser las relaciones con los tótemes, con Dios, con la muerte, el dolor y el poder, aunque sean manifestaciones universales de la naturaleza humana. Peter Gay e Thomas resaltan la importancia del estudio de los mecanismos de defensa que el hombre utiliza para defenderse de los deseos irresistibles y de las angustias insoportables, siendo mecanismos flexibles, maleables, menos inmutables. Freud sabía que las mentes humanas se modifican a lo largo del tiempo y que son variables de acuerdo con la clase. La ambivalencia también “varía enormemente entre los individuos, los grupos o las razas”. 23, 24 Los mecanismos de defensa del Yo y las diversas imagos, los lenguajes incorporados en lo inconciente, sufren exacerbación, inhibición, fijación, rigidez, maleabilidad y transformación. Son variaciones que ocurren en función de las necesidades de adaptación frente a las nuevas tecnologías, al desarrollo de la comunicación, de los controles sociales, definidos por la cultura, de la cognición. Los controles sociales tienen el objetivo de adecuar los comportamientos frente a las proyecciones de motivaciones concientes y, principalmente, inconcientes que deben ser reprimidas, suprimidas, sublimadas o actuadas en forma creativa o neurótica para la liberación de las pulsiones. Se trata de procesos mentales dialécticos cuya velocidad de transformación varía y depende de una multiplicidad de factores internos y externos al sujeto, frente a la necesidad de ejercer un determinado dominio sobre el mundo real –frustrante- y la necesidad de liberar a las pulsiones insatisfechas, por el pensamiento, mediante las actividades lúdicas y oníricas, en el paso al acto, por medio de algún proceso simbólico sustitutivo, proyectando afuera o sobre el propio cuerpo, como una tentativa de rescatar el equilibrio del sistema psíquico. Los ejemplos extremos, de esa búsqueda por la homeostasis psíquica, están en los asesinatos, suicidios, en las guerras, en las más variadas formas de violencia que caracterizan a las sociedades, variando el vector de descarga agresiva o de pasión y los temores aterrorizantes, como por ejemplo lo que pasó en determinadas épocas de la Edad Media con las Inquisiciones, o en los varios holocaustos de la historia de la humanidad.

23 24

P. GAY, op. cit., p. 121. K. THOMAS, Man and the natural world, apud P. GAY, 1989, op cit., p. 139.

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Rousseau ya había subrayado la importancia que tienen las causas lentas y progresivas en la evaluación de los hechos históricos. Febvre y Duby consideran la existencia de periodos históricos en los que hay predominio de aspectos intelectuales sobre los aspectos afectivos, de los pragmáticos sobre los conceptuales presentes en la vida cultural de una sociedad, como son dables observar en las transformaciones ocurridas en el teocentrismo de la Edad Media o en la Era de las Incertidumbres, de la actualidad.25, 26. Las grandes revoluciones de la mentalidad son las que le dan ritmo a la historia de la humanidad, dice Le Goff, y son movilizadas por profundas manifestaciones individuales o colectivas, lentas o abruptas, reveladoras de que las sociedades no son estáticas. 27 La Historia puso en evidencia a líderes con los más diversos perfiles de la personalidad. Unos depresivos, otros psicóticos o psicópatas, cuyos actos políticos fueron moldeados por las circunstancias factuales y por las características de las personalidades en acción, contando muchas veces con el apoyo silencioso, o hasta ruidoso, de su colectividad. ¿Cuántas veces las sociedades han cerrado los ojos, “haciendo la vista gorda” ante una realidad dolorosa que la propia sociedad se niega a encarar y a lidiar, pero que refleja los deseos inconfesables y latentes guardados históricamente en los laberintos de la memoria inconciente personal y cultural? El Psicoanálisis y la Historia buscan encontrar, por medio del estudio de los mitos, ritos, creencias, imaginarios y de la imaginación, los medios de reunir elementos testimoniales para lograr la comprensión del universo psicológico, intelectual, moral y ético del hombre. Es un proceso de elaboración racional, intuitivo y aleatorio que permite la recomposición de vivencias. También recompone un cierto clima de las “representaciones que se forjaron del mundo, de la vida, de la religión, de política”, de conceptos afectivos que están presentes en una determinada colectividad histórica28. La comprensión por parte del historiador de estos fenómenos mentales, incluyendo el origen de la religión, de la moral, la justicia y de la filosofía, condujeron a Freud a sustentar que “toda la historia de la cultura demuestra apenas los métodos que la humanidad usó para dominar los deseos

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L. FEBVRE, Combats pour l’histoire, Paris, 1953, in G. DUBY, op. cit., p. 951. G. DUBY, op. cit., p. 951. 27 J. LE GOFF, “As Mentalidades-uma história ambígua”, in LE GOFF e P. NORA, História: Novos Objetos, Rio de Janeiro, Livraria Francisco Alves Editora, 1976. 26

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insatisfechos bajo condiciones mutables, [...] modificados por el progreso tecnológico, deseos que algunas veces son admitidos y algunas veces, frustrados por la realidad”.

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La

visión de mundo de carácter teocéntrico, que predominó en la Edad Media, contenía un imaginario poblado por bestias y magias, frente al ideal de la Iglesia de lograr un mundo universalizado y uno, centralizado en las figuras de Cristo, Dios Padre y desde la perspectiva del Juicio Final. El hombre contemporáneo vive otro tipo de bestias y dioses en la Torre de Babel de las incertidumbres del mundo globalizado. Certeau dice que “el Psicoanálisis se articula con un proceso que es el centro del descubrimiento freudiano: el retorno de lo reprimido. Este mecanismo pone en juego una concepción de tiempo y de memoria. Por lo tanto, la conciencia sería, a su vez, la máscara engañadora y la marca efectiva de los hechos que organizan al presente [...] Si el pasado es reprimido, él vuelve pero de manera subrepticia en el presente del que él fue excluido”.

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La evolución y transformación del hombre son determinadas por el pasado, que organiza al presente en la construcción de las bases del futuro. Freud creyó y con justa razón que las pacientes histéricas sufrían de reminiscencias; inconcientemente ellas se refugiaban del presente y quedaban aprisionadas por el pasado que fue reprimido, pesado fardo de su propia historia. Sin embargo, el sufrimiento humano no se limita a un pasado reprimido. El pasado puede haber sido carente de experiencias emocionales estructurantes, puede haber sido marcado por la falta de modelos de identificación o de modelos no incorporados, o incluso, incorporados de manera tal que sufrieron las implicaciones de las vicisitudes provocadas por la propia intensidad de las pulsiones y fantasías. Otro tipo de vivencias están relacionadas con el pasado-presente, y son consecuencia de la dialéctica de los afectos conflictivos entre las diferentes instancias que constituyen al sujeto y en las relaciones que él tiene con el medio exterior. La construcción de los comportamientos humanos tiene, por tras de los aspectos manifiestos, componentes latentes que constituyen parte de su historia de vida y que afectan a la construcción de las expresiones manifiestas de las motivaciones. Dodds declara que “el

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L. FEBVRE, Combats pour l’histoire, París, 1953, in G. DUBY, op. cit., p. 961. S. FREUD, Tótem y Tabú-Algunos aspectos comunes entre la vida mental del hombre primitivo y los neuróticos, Obras Completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1973, T. II, pp. 1745-1850.

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Psicoanálisis puede instruir a cerca del estudio de los imperativos morales dominantes, de las convicciones religiosas difundidas, de los estilos culturales mutables”31. Las estructuras yoicas y superyoicas son las que más reflejan la relación del sujeto con el mundo exterior en el encuentro histórico-cultural a partir de la primera célula social, la familia. La Historia y el Psicoanálisis son procesales, marcados por eventos, estructuras, sistemas dinámicos y económicos cuyos análisis confluyen para una mayor captación del hombre, de su mente y de las capacidades transformadoras. Cada una de estas áreas tiene una metodología para realizar la captación de sus inventarios. Para el Psicoanálisis prevalecen el método de la asociación libre y de la atención parejamente flotante, condiciones que no le impiden al analista que haga su investigación específica sobre los hechos o sobre el momento afectivo que se está viviendo en la relación dual. A su vez, el historiador no deja de hacer asociaciones libres al fomentar las conjeturas, las hipótesis que se re-montan en su mente para un acercamiento hacia la verdad histórica, después de un proceso inventariante del foco de su investigación. Un ejemplo de eso lo tenemos en la investigación de los mitos, que revela otro punto de convergencia entre Historia y Psicoanálisis porque ellos (los mitos) “en el transcurso de este largo camino, tenemos que observar minuciosamente las deformidades, los enriquecimientos, la progresiva esclerosis y tienen que ser colocados en relación con las pulsiones y las resistencias que aparecen de los elementos culturales, sociales y políticos sin que lleguen a ser negligenciadas, a su vez, las influencias que ejercen, sobre esta evolución, tanto las condiciones más materiales de la existencia, de la técnica como de todos los equipamientos que el hombre dispone en la sociedad [...] No obstante eso, las representaciones colectivas mencionadas no pueden ser captadas si no es por medio de imágenes, expresiones que se fijan. A ellas hay que despistar y evidenciar entre los vestigios del pasado”. Duby subraya que los rituales ordenan “las relaciones entre los hombres”. Es una condición que preserva la pulidez, las conveniencias, los ceremoniales por medio de gestos, fórmulas, insignias. Se trata de un conjunto de convenciones expresivas que hace penetrar en las conciencias, hasta

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M. DE CERTEAU, Histoire et Psychanalyse entre Science et Fiction, París, Gallimard, 1987, p.?(ver página) 31 E. R. DODDS, The greeks and the irrational, 1951, in P. GAY, Freud para Historiadores, São Paulo, Paz e Terra, 1989, p. 49.

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en las más estanques, una determinada imagen de la sociedad. Es una sociedad que contiene todo un proceso histórico de las técnicas, de las ciencias, las filosofías, las religiones, todo eso registrado en la memoria histórica, en gran parte archivada en el universo psíquico de lo inconciente. 32 Podemos arribar a la conclusión de que la Historia y el Psicoanálisis mantienen una profunda relación, en un interjuego de fuerzas entre la formación de la subjetividad individual, el medio circundante y las instituciones que ejercen el poder y la influencia en la vida de relación de la sociedad. La Historia investiga, analiza e interpreta lo social, lo político, religioso, económico, la dinámica constituida por los distintos tiempos de transformaciones de las diversas instancias del psiquismo humano en su cultura. El Psicoanálisis capta las varias imagos y lenguajes incorporados y transformados en los tiempos variables del sujeto y de la cultura sobre los cuales se proyecta según la prevalencia de los afectos, significados y significantes, de los vértices privilegiados de observación que los movilizan. Son tiempos que dependen de una multiplicidad y una complejidad de factores que interaccionan y que giran alrededor de ejes policéntricos, mutables, según la observación de Ogden, sin que deje de transportar los aspectos de un funcionamiento mental primitivo de la historia del sujeto y de la especie, en que se inserta la dialéctica del bien y del mal, del placer y del displacer, de la vida y de la muerte. 33 El lenguaje es una fuente riquísima tanto para el historiador como para el psicoanalista. Permite alcanzar la estructura, la dinámica y los aspectos económicos y valorativos de la psicología individual y grupal. Esos aspectos son identificables en las narrativas, en los gestos, expresiones verbales y no verbales, en las sintaxis que expresan las configuraciones de lo imaginario, en las evoluciones semánticas que son reveladoras de las diferencias de las conductas individuales y colectivas, las que se trasforman en el transcurso del corto o del largo tiempo de la historia en la relación con el contexto. El lenguaje crea el campo semántico, campo de aprehensión del significado de un vocablo dependiente del contexto, dentro de un grupo de conceptos utilizados por el grupo para sus formas de comunicación, reveladoras del mundo de lo inconciente. 32

G. DUBY, op. cit., p. 961. T. OGDEN, “El sujeto dialécticamente constituido/descentrado del psicoanálisis”, El sujeto freudiano y las contribuciones de Klein y Winnicott, Libro anual de psicoanálisis, São Paulo, Escuta, 1992, pp.99-122.

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El lenguaje que está presente en los mitos, en los ritos, en las creencias, símbolos y ceremonias ensancha el campo de observación de la historia de las actitudes mentales. Se trata de expresiones que están presentes en diversos niveles de la conciencia y de lo inconciente tanto individual como grupal.

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Las reacciones, emociones y los afectos son

emitidos y recibidos sufriendo desvíos y transformaciones inherentes a cada relación y momento, tanto por parte del emisor como del receptor. Una reflexión semejante puede hacerse en relación con las variaciones del proceso y del hecho histórico. Por más inerte que el hecho histórico haya sido, en cuanto testigo de una época y lugar, la interpretación que se hace de él, como también su simple presencia, moviliza una serie de estímulos, fantasías, conjeturas, mecanismos de defensa, elaboraciones racionales e irracionales en el observador del hecho histórico.

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G. DUBY, “Histoire des Mentalités”, in C. SAMARAN (DIR), L’Histoire et ses methodes, París, Gallimard, 1961, p. 944.

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