HIV y deporte (algunas evidencias, algunas propuestas)

HIV y deporte (algunas evidencias, algunas propuestas) 87 HIV y deporte (algunas evidencias, algunas propuestas) Luis Parrilla* Resumen De acuerdo a

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HIV y deporte (algunas evidencias, algunas propuestas) Luis Parrilla* Resumen De acuerdo a gran cantidad de trabajos científicos publicados hasta nuestros días, se ha podido establecer de manera inequívoca que la realización de actividad física otorga una serie de importantes beneficios en el organismo de todo aquel individuo que la practique en forma habitual. Para abordar los puntos más salientes de la problemática del HIV y su relación con la práctica de deportes, deberemos considerar los efectos que el ejercicio genera en el organismo del paciente que convive con el virus, definir cuáles son las indicaciones y contraindicaciones para la práctica deportiva, establecer cuáles son los riesgos de transmisión del virus durante su realización, cuestionar la validez de testeos serológicos obligatorios como requisito para autorizar la participación en cualquier tipo de evento deportivo y resaltar la necesidad de generar adecuadas campañas de educación dirigidas a la comunidad que participa en los distintos ámbitos de desarrollo del deporte, con el propósito de colaborar en el adecuado aprendizaje para el manejo de accidentes que se originen en todo tipo de actividad deportiva y evitar conductas y acciones discriminatorias que impidan obtener al paciente que convive con HIV una gran cantidad de beneficios en el área física y psíquica que ayuden a mejorar su calidad de vida. Palabras clave: HIV, sistema inmune, actividad física, beneficios, riesgos de transmisión, discriminación, educación.

*1. Jefe de Trabajos Prácticos de la Carrera de Médico Especialista en Medicina del Deporte de la UBA. 2. Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (C.E.N.A.R.D.). Correspondencia a: [email protected].

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Introducción Para abordar los puntos más salientes de la problemática del HIV y su relación con la práctica de deportes, deberemos considerar los efectos de la actividad física sobre el organismo del paciente que convive con el virus, definir cuáles son las indicaciones y contraindicaciones para la práctica deportiva, establecer los riesgos de transmisión del virus durante su realización, cuestionar la validez de testeos serológicos obligatorios como requisito para autorizar la participación en cualquier tipo de evento deportivo y resaltar la necesidad de generar adecuadas campañas de educación dirigidas a la población que participa en los distintos ámbitos de desarrollo del deporte.

Desarrollo De acuerdo a una gran cantidad de trabajos científicos publicados hasta nuestros días, se ha podido establecer de manera inequívoca que la realización de actividad física otorga una serie importante de beneficios en todo aquel individuo que las practique (1, 2, 3, 4). Esto es extensivo a sus distintas formas de realización, sea en forma recreativa o competitiva, amateur o profesional, individual o en conjunto, no existiendo límite de edad, género, estado físico o condición de salud, debiéndose realizar un pormenorizado análisis de estas variables, a efectos de indicar la actividad más adecuada a cada caso en particular. ¿Qué ocurre con un individuo que convive con el virus HIV? ¿Representa el ejercicio un peligro para la evolución de su patología? ¿Obtendrá algún beneficio producto de su realización? En principio no existen contraindicaciones para la práctica de actividad física, en tanto y en cuanto la misma se adecue a la condición clínica del paciente. Cumplido este requisito podremos considerar al ejercicio aeróbico como una valiosa herramienta que colabore en el objetivo de obtener una mejor calidad de vida del paciente, dado que si es prescripto correctamente permitirá la mejoría de la capacidad y aptitud cardiorrespiratoria, aumenta la sensibilidad de los receptores periféricos a la insulina generando el descenso en los índices glucémicos, aumenta los valores de colesterol HDL, mejora la

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composición corporal a través de un aumento de masa muscular y una disminución de masa grasa, mejora la fuerza muscular, aumenta los niveles de recuento de linfocitos CD4 e interleukinas, produce una mayor liberación de endorfinas, permite la posibilidad de integración a distintos grupos a través de la participación en diversas actividades y mejora la autoestima.. El resultado final de estos cambios permitirá muy probablemente retardar la evolución de la enfermedad, sobre todo en sus etapas más tempranas y colaborar en la reducción de algunos de los efectos adversos de la terapia antirretroviral (5, 6, 7, 8, 9, 10). Es importante volver a resaltar que el tipo de actividad a prescribir deberá valorarse cuidadosamente para cada caso en particular, de acuerdo a variables tales como edad, condición física previa, patología preexistente independiente del HIV (cardiopatías, enfermedades traumatológicas, metabólicas, etc.), estadío de la infección por HIV y condición inmune. Estas y otras variables permitirán definir el ejercicio más adecuado para el paciente en términos de características energéticas, volumen, intensidad y periodicidad del trabajo a realizar. No debemos olvidar que el ejercicio genera en quien lo practica un stress para su organismo y por lo tanto origina una serie de respuestas adaptativas del mismo, incluyendo al sistema inmune. En efecto, estos cambios generan una cierta labilidad en la homeostasis de dicho sistema tal como lo plantea la teoría del open window (11) y pueden aumentar la predisposición a adquirir ciertas infecciones, en especial del tracto respiratorio superior, en la medida que no se controlen otros factores que generan stress en el organismo cuando se realiza actividad física frecuente, como por ejemplo una mala alimentación, ingesta calórica insuficiente, descanso inadecuado, ejercicio demasiado extenuante e indumentaria no apta para el ejercicio en clima riguroso (Figura 1). Tan importante como conocer lo precedente, es tener en claro que muchas veces el principal impedimento para la realización de actividad deportiva en la persona que convive con el virus HIV estará dado por la probable estigmatización y discriminación que puedan padecer los mismos, por parte del ambiente social en donde se desempeñen y es en ese punto donde debemos

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Afortunadamente Johnson decidió al poco tiempo rever su posición y volvió a competir, integró el famoso dream team que obtuvo la medalla de oro de básquet en las olimpíadas de 1992, prueba fehaciente que su condición serológica respecto al HIV no le impedía realizar deporte aun en el más alto nivel, ni ponía en riesgo su salud ni la de aquellos que compartían su actividad.

Fig. 1. Ejercicio y función inmune

poner énfasis para educar a todas aquellas personas que puedan caer en estas conductas tan perjudiciales para el portador de la infección. Se suele suponer que un paciente HIV no debería realizar deportes debido a la posibilidad de exposición a que se verían sometidos quienes compartan la actividad, fundamentalmente en deportes de contacto frecuente y ante el eventual riesgo de colisiones que pudieran generar heridas sangrantes potencialmente infectantes. La opinión pública mundial se conmovió ante la confesión de su condición de portador del virus HIV que realizó el célebre basquetbolista Earvin Magic Johnson en 1991, luego de conocer el resultado de los análisis de rutina a que fuera sometido todo el plantel de Los Angeles Lakers, en los que se incluía el test de HIV. Al poco tiempo Magic anunciaba su retiro de la práctica deportiva, por entender que su «enfermedad» le impedía realizar una actividad que no tenía limitación alguna hasta conocer el resultado de dichos estudios. Llamativamente nadie contradijo su pensamiento, que se reforzaba en el recelo no siempre encubierto que tenían sus colegas a partir de conocer la noticia, en cuanto a compartir un campo de juego con Johnson y a los riesgos de contagio a que podrían estar expuestos en estas circunstancias. En definitiva Magic se retiró fundamentalmente por el desconocimiento propio y ajeno de la influencia que podía tener su condición de portador de HIV en relación con la práctica del deporte que además en su caso era su medio de vida.

Otro atleta ganador de una medalla dorada, en este caso en saltos ornamentales, fue Grez Louganis, quien en plena participación en los juegos olímpicos de 1988, golpeó su cabeza con el trampolín, sufrió una herida cortante y cayó al agua. En ese momento nadie puso demasiada atención en el hecho, pero luego de un tiempo Louganis reveló que era portador del virus HIV, lo que generó gran preocupación en los demás atletas que compartieron el natatorio ese día; sin embargo nunca fue reportado un cambio de condición respecto a la serología de HIV por parte de ninguno de ellos. No obstante, cabe la pregunta, ¿existe la posibilidad de transmisión del virus HIV durante la realización de actividades deportivas? En verdad el riesgo de contraer el HIV durante la práctica deportiva no es igual a cero pero es altamente improbable. En los deportes de conjunto en donde el contacto físico es frecuente se estima que es del orden de 1/ 85.000.000 en cada contacto de juego (12) valor muy inferior al de la probabilidad de incluso morir realizando la misma actividad por alguna otra causa (traumatismo craneoencefálico, muerte súbita por afecciones cardiovasculares, etc.) y no por ello se prohíben las diferentes disciplinas deportivas (12, 13, 14, 15, 16). Debe destacarse que en presencia de extensas heridas con profuso sangrado en las que otra persona con una importante solución de continuidad tome contacto con dicho fluido (como puede ocurrir en deportes como el boxeo, artes marciales, lucha, etc.) la probabilidad de transmisión puede aumentar, pero cabe aquí la pregunta ¿se debería permitir a un deportista que sangra profusamente de una extensa herida el continuar con su actividad en tales condiciones, independientemente de su serología respecto al HIV? Como un dato agregado podemos puntualizar que por ejemplo desde el inicio de la práctica del volumen 13 . número 49 . setiembre 2005

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boxeo han perdido la vida 500 deportistas a consecuencia de traumatismos sufridos en un combate y que no hay documentada ninguna seroconversión de HIV a consecuencia de una exposición al practicar dicho deporte y en la literatura mundial, abarcando todos los deportes, sólo existe un caso informado de presunta seroconversión para HIV en un futbolista amateur italiano luego de colisionar con otro futbolista y sufrir ambos una herida cortante, no existiendo prueba fehacientemente documentada de la relación entre la causa y la eventual consecuencia (17). A pesar de ello, es fundamental remarcar la necesidad de profundizar el estudio y utilización de elementos de protección personal más adecuados (cascos, antiparras, canilleras, etc.) de acuerdo al tipo de deporte que se practique, con el propósito de disminuir los riesgos que originen heridas contuso-cortantes en la transmisión de enfermedades por vía sanguínea (hepatitis viral, HIV, etc.). Resulta habitual en el ámbito del deporte que la toma de decisiones en temas de salud esté a cargo de dirigentes que desconocen muchas de estas consideraciones y es indudable que los profesionales del arte de curar que se desempeñen en dicho ambiente deberían informarse convenientemente respecto a los riesgos reales de infección durante la práctica deportiva para no caer en certezas erróneas que impidan a un individuo la realización de una actividad altamente beneficiosa para el mismo. Es necesario que médicos, psicólogos y demás profesionales de la salud estén capacitados y puedan instruir a dirigentes, técnicos, entrenadores y deportistas para despejar mitos y tabúes respecto a la infección por HIV y brinden una correcta información respecto a sus vías de transmisión que como en cualquier otro ámbito estarán más vinculadas a la práctica de relaciones sexuales no protegidas y/o uso de drogas por vía intravenosa en la gran mayoría de los casos y no a la práctica deportiva. De lo expuesto se desprende que no existen razones valederas para realizar un testeo serológico de HIV para autorizar la realización de una actividad deportiva y debería considerarse a dicho ámbito como un excelente medio para ejercer firmes acciones educativas en temas de salud tales como la información que genere la adopción de una conducta sexual responsable y

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evite el consumo de drogas u otras adicciones. No debe excluirse de esta recomendación al ámbito escolar en donde se desarrollan clases de educación física y en donde chicos portadores de la infección pueden compartir la actividad con otros compañeros sin ningún tipo de inconvenientes y sin necesidad de tener que comunicar su condición en la medida que no sea de manera voluntaria y por cualquier motivo que no sea la de «poner sobreaviso» a los demás para que se tomen recaudos distintos a los que se deben tomar respecto a la atención de cualquier individuo que sufre una herida sangrante y la consecuente aplicación de normas universales de bioseguridad desde la escuela hasta la más multitudinaria de las competencias deportivas. No es infrecuente el observar en medios como la televisión o diarios, a facultativos que brindan el primer auxilio en el campo de juego a un deportista que sufre una herida sangrante sin utilizar guantes o material estéril, generando condiciones para una eventual complicación y brindando una imagen y mensaje inadecuados para todo aquel espectador respecto a como debe ser el manejo de situaciones similares. Si los profesionales de la salud no respetan esas reglas elementales de la práctica médica, será muy difícil el poder generar un adecuado mensaje en los restantes participantes de la actividad deportiva de cualquier ámbito para el cumplimiento de conductas adecuadas en este tipo de emergencias. Finalmente, en base a los datos epidemiológicos de la enfermedad, es de presumir que existan deportistas que sean portadores de la infección, y que tal vez la gran mayoría desconozca tal condición. Si por el contrario tuvieran conocimiento de su condición de portadores, difícilmente pudieran comentarlo por temor a los efectos nocivos que podría generar la habitual falta de información respecto al tema en los demás integrantes de la comunidad en donde se desempeñan y que muy probablemente reaccionen con conductas discriminatorias. No debe tampoco existir razón alguna para violar el secreto médico y la confidencialidad que todo paciente merece, invocando una falsa intención de poner sobreaviso a nadie respecto a medidas de prevención que no deberán ser distintas a las de cualquier situación de emergencia en donde un individuo sufra una herida cortante sea cual sea su condición respecto al virus HIV.

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Conclusiones

otro tipo de riesgos generados en ocasión de su práctica (posibilidad de secuelas o muerte).

La condición de portador del virus HIV no sólo no impide la realización de actividad deportiva sino que, por el contrario, debe ser considerada como una importante herramienta que otorga una serie de beneficios en la esfera física y psíquica del paciente con la consecuente mejora en su calidad de vida.

Es indispensable que los profesionales de la salud adopten las normas de bioseguridad adecuadas para la atención de las emergencias en el campo de juego que no son distintas a las normas de aplicación universal de cualquier acto médico independientemente de la condición respecto al HIV de todo individuo involucrado.

Es prioritario en todo individuo a incluir en un plan de actividad física el determinar en forma previa su aptitud y condición física como así también el estadío de la enfermedad a efectos de prescribir el plan de entrenamiento más adecuado a su caso particular. El riesgo de transmisión de la infección en actividades deportivas es casi nulo y muy inferior a

Es prioritario que se generen mas campañas de educación dirigidas a dirigentes, técnicos, entrenadores y deportistas, desde la escuela y hasta el alto rendimiento deportivo que permitan una correcta interpretación de la problemática y evitarían acciones discriminatorias hacia el individuo que convive con el virus HIV

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Summary According public awareness, the health benefits of regular participation in physical activity are well established. Regular physical exercise is an essential component of a healthy lifestyle. The effects that exercise produce in HIV patient has to be considered to approach the relation between HIV and sport activity. Specific issues need to be taken in account are : the indication and contraindication of sporting performance, the risk of HIV transmission to co-participate in team and contact sports, the control of the HIV serologic test allow the sport practice and the necessity to generate suitable diffusion among the different sector that practice physical recreational activity and competitive sports. The purpose is to contribute with good knowledge about the accidents may happen in sport activity and to avoid discrimination behaviors allowing the HIV patients to have and important physical and physicologics health benefits to improve their lifes.

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