Honrando la casa de Dios

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Honrando la casa de Dios Pastora GISELLE ROGER CARTES Este es un tiempo de gloria para la iglesia, para el mundo es tiempo de aflicción, pero para la iglesia es tiempo de gloria, para el mundo puede ser tiempo de oscuridad, para la iglesia es tiempo de luz, porque así lo dice la palabra de Dios que mientras que el mundo se cubrirá de tinieblas sobre nosotros amanecerá el sol de justicia, la gloria de Jehová. Necesitamos aprender como iglesia, si queremos ver la gloria de Dios, a mirar el reino como nuestra forma de vida. A veces, nosotros tenemos ideas antojadizas, y nos enojamos por algunas cosas que nos dicen, porque tenemos ignorancia de ellas, nos falta cultura respecto al reino para dejar de andar en la carne en áreas de nuestra vida. Entonces entender que lo que Dios ha establecido nos hará vivir diferente a lo que la gente que está en tinieblas vive hoy. Colosenses 1:27-28 “A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre”. Tenemos esperanza de gloria porque tenemos a Jesucristo y, este misterio, el Padre lo dio a conocer a nosotros, los que no éramos del pueblo de Israel, los gentiles, Dios nos ha puesto en medio de su voluntad, de su pacto. Dios quiso darnos a conocer este misterio, y Pablo dice aquí: “a quien anunciamos”, es el evangelio de Jesucristo, pero no es solamente que anunciamos: “Dios te ama, Dios envió al salvador, Jesucristo es el mesías”, sino que se anuncia que el evangelio es un cambio de vida total para el hombre, somos nuevas criaturas, Jesús no vino para ponernos parches, el vino para hacernos completamente nuevos. Entonces Pablo escribe: “amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría”, porque la labor del ministro que predica la palabra es enseñarnos, amonestarnos si es necesario, corregirnos cuando amerite, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre. Cuando se nos predica la palabra estamos siendo perfeccionados para ser presentados delante del Señor un día, esa es la labor de un ministro, esa es la labor de un pastor, es enseñar esta cultura, que tal vez aún no hemos aprendido, pero que, cuando entramos por la puerta del reino de los cielos estaba lista para ser enseñada a nuestra vida para empezar a vivir la vida de victoria que Jesucristo derramó en la cruz del Calvario, porque la vida de Dios es una vida verdadera. Pablo decía que él estaba dispuesto a dejarlo todo por Cristo, todo lo estimó como basura dice Filipenses 3, para ganar la excelencia del conocimiento de Jesucristo, o sea, que hay cosas que a medida que nos vamos despojando de ellas, Dios va añadiendo algo más del conocimiento de la vida de Cristo en nuestro corazón, se va manifestando la gloria que ya está dentro de nosotros, porque

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Cristo en nosotros es la esperanza de gloria. Cuando nosotros comenzamos a ver la palabra de Dios como algo que va a traer a nuestra vida la plena voluntad del Padre, nosotros nos gozaremos siempre con la palabra, porque Dios nos está enseñando. Sabemos, que aun cuando Dios nos está corrigiendo con esa palabra, nos está amonestando, a través de lo que ella demanda sobre nuestras vidas, nos alegramos porque un día vamos a estar delante del Señor y él va a decir: “me quedó perfecto”. Estamos siendo moldeados por Dios, por su palabra. Salmo 26:8 “Jehová, la habitación de tu casa he amado, Y el lugar de la morada de tu gloria”. Este versículo me despertó una mañana y encontré tan profundo lo que David escribió, él tenía tanta pasión por la presencia de Dios que él no caminaba con la casa de Dios fuera de su corazón, él tenía la casa de Dios dentro de su corazón, él amaba la casa de Dios, él amaba el lugar donde la gloria de Dios se manifestaba. Era tan importante para él porque David fue un adorador, fue alguien que tenía hambre y sed de Dios. Salmo 63:1 “Dios, Dios mío eres tú, de madrugada te buscaré, Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas”. Él quería buscarle de madrugada porque tenía hambre y sed de la presencia de Dios, entonces mientras David estuvo en el gobierno de Israel, Israel fue un pueblo próspero, un pueblo en victoria cada vez que enfrentaban a sus enemigos. David hizo también algo muy importante, el traspasó esta pasión a su hijo, David diseñó el templo que Salomón construyó, sólo un adorador puede transmitir algo porque lo tiene metido dentro del corazón, el adorador siempre va a transmitir la presencia de Dios que el mismo experimenta. Cada mañana el adorador se levanta con la expectativa de beber de las aguas de su presencia, porque en su presencia nosotros encontramos todo el suplir de Dios, en su presencia encontramos paz , gozo, delicias a su diestra, encontramos la fortaleza, el refugio que nosotros necesitamos, la victoria que anhelamos, todo lo encontramos en su presencia, entonces un adorador va a estar tan envuelto de esa pasión por buscarle a él, que ni el cansancio, ni el trabajo, ni las excusas, nada lo va a poder detener en buscar ese deleite en Dios. No hay excusas para el que tiene la casa de Dios metida en el corazón, no hay excusas para aquel que tiene la pasión por la presencia metida en el corazón, siempre estará anhelando estar en ese lugar de encuentro divino, y esa tiene que ser nuestra actitud frente a la presencia de Dios, estar con Él hasta quedar con los huesos impregnados de fuego por Dios, tiene que haber pasión por su presencia en medio de nosotros que somos la casa de Dios. El problema ha sido que hemos pensado que la casa de Dios es sólo para hacer los cultos, las reuniones , las actividades, no , estamos equivocados hay algo que Dios quiere hacer en este tiempo, y la palabra dice que Él levantará a su iglesia en medio de las naciones, que mientras más oscuridad

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halla en el mundo, su iglesia brillará con su gloria, porque la iglesia es la respuesta de Dios para este mundo, fue dejada aquí por Jesucristo para que el mundo vea que existe un Dios que es real, que Él es verdadero, que hay una palabra que sacará de la muerte a la gente, eso es la iglesia. Pablo decía: “para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” estaba diciendo: “si vivo, es para Cristo, si muero es para Cristo, de todas formas, de todas maneras, Cristo es glorificado en mi vida”, y esto es lo más grande que podemos llegar a tener en nuestras vidas, poder decir: “yo vivo para Cristo y, si vivo para él, todas las cosas en mi vida van a estar suplidas”. El gozo de la iglesia no está en las bendiciones que Dios nos da, está en tener a alguien superior, a alguien que esta reinando, alguien que está gobernando sobre nuestras cabezas, es tener la autoridad de Dios viviendo en nuestro corazón , la gloria de la iglesia no es lo material que tiene. Es por eso que el exitismo muchas veces sea metido en medio de la iglesia, y pensamos que la multitud es éxito, que el dinero es éxito, que todo lo externo es éxito, pero éxito no es eso porque nuestra meta es Cristo, y si nosotros caminamos a la meta, si nosotros cada día decidimos caminar una vida de fe, nos vamos a dar cuenta que aunque tuviéramos todo el oro del mundo nada se compara con tenerlo a Él. Salmo 27:4 “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo”. Demandar es exigir, una cosa le voy a exigir a Dios dice David, una cosa le pido al Señor, una sola cosa. Entonces cuando estamos listos para hacer una petición en estos términos, tenemos que estar claros lo que hablaremos delante del Trono del Dios Todopoderoso. Tal vez si se estuviera escribiendo nuestra historia, nuestro salmo diría: “una cosa le he demandado al Señor, Señor ayúdame con mis problemas, con mis hijos, te exijo Señor que tú me mandes el mejor sueldo este mes”, pero lo que decía David era que esa sola cosa, esa única cosa que le pedía a su Señor, lo único que perseguía era :habitar en la casa del Señor todos los días de su vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearse en su templo. ¿Venimos nosotros a recrearnos en su templo? Claro que nuestra respuesta debería ser: Si. Porque cuando viene la palabra, cuando viene la enseñanza es tiempo de gozarse, porque venimos a la casa de Dios a tener una palabra que direccione nuestra vida y que moldee nuestro corazón, los cristianos se llenan de alegría por el privilegio de que esa palabra es revelada por el Espíritu Santo y nos bendice. Gozarse en la casa de Dios no es solamente saltar con las alabanzas, gozarse es contemplar su hermosura, poder ver que es bello el Señor, que hermoso es el Señor que cada día nos enseña algo que va a traer su gloria sobre nosotros. Una cosa dijo David que le había pedido a Dios, ni siquiera le pidió victoria todos los días de su vida, las mejores comidas todos los días de su vida, los mejores guerreros todos los días de su vida, no, dijo: “una cosa es demandado a Jehová y ésta voy a perseguir, ésta voy a buscar, que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida para contemplar la hermosura de Jehová”. Es hermoso nuestro Dios, es tan grande que nunca lo terminamos de conocer, y nosotros sus hijos jamás

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debemos dejar de admirar su majestad, no nos podemos hacer profesionales eclesiásticos, tenemos que vivir con esa pasión que nos permite cada día no buscar lo que el mundo nos puede dar, sino que buscar que jamás nos desconectemos en nuestro corazón de Él, jamás, porque si tenemos su presencia no tenemos nada que temer. Por eso es que David decía: “Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado” Salmo 84:1-4,10 (NTV) “Qué bella es tu morada, oh SEÑOR de los Ejércitos Celestiales. Anhelo y hasta desfallezco de deseo por entrar en los atrios del SEÑOR. Con todo mi ser, mi cuerpo y mi alma, gritaré con alegría al Dios viviente. Hasta el gorrión encuentra un hogar y la golondrina construye su nido y cría a sus polluelos cerca de tu altar, ¡oh SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, mi Rey y mi Dios! Qué alegría para los que pueden vivir en tu casa cantando siempre tus alabanzas. Un solo día en tus atrios, ¡es mejor que mil en cualquier otro lugar! Prefiero ser un portero en la casa de mi Dios que vivir la buena vida en la casa de los perversos”. La pasión hace que personas escriban estas clases de textos, donde vemos que no es necesario un reconocimiento especial hacia su persona, ahí en medio de la asamblea, siendo un portero como dice este salmo, pero con tal pasión por su presencia que el Señor va a buscar el corazón de ese adorador cuando le dice: “Vengo buscando tu presencia Señor, que tu llenes mi corazón, mi vida, no vengo buscando que otros me reconozcan, yo vengo buscando que tus ojos se posen sobre mí, porque tengo algo que decirte, vine para amarte Señor, quiero adorarte con todo mi ser, hay pasión por ti en mi ser, no me conformo a la religión en que he vivido hasta hoy, no me conformo a la clase de pensamientos que he tenido hasta hoy, yo vengo por ti, yo vengo por mas y sé que aunque este allá en la puerta, en la puerta Señor me puedes tocar, traer el suplir, traer tu presencia, tu unción, tus ríos sobre mi vida”. Eso es la iglesia, el lugar donde su presencia y poder se quieren manifestar, el lugar más alto de expectativas donde nuestros corazones pueden recibir cosas del cielo, y tenemos que aprender a respetarlo, porque el templo un día quedó sin gloria, sin la presencia del Señor, dice la palabra que vieron como la gloria de Jehová salía del templo, porque metieron en el templo cosas incorrectas, entonces cuando está la presencia de Dios y nosotros no sabemos comportarnos para honrar el lugar donde Dios se mueve, nosotros nos vamos de ese lugar igual como entramos. Debemos aprender a respetar la presencia del Señor en medio de la casa espiritual en donde nosotros estamos, saber que la iglesia no es a la manera del hombre, que muchas de nuestras ideas acerca de lo que se debe hacer en nuestras reuniones no son las ideas que el Espíritu Santo tiene para ese día, no impongamos en la iglesia algo que no sabemos, muchos opinan y dicen: “deberíamos hacerlo de esta manera, deberíamos tener tiempos para hacer esto, deberíamos dar testimonios en esto, deberíamos hacer lo de más acá, el que se sanó esta semana que venga,

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démosle la oportunidad a tal persona para que hable”, no , hay momentos en que no podemos hacer lo que puede parecer correcto cuando el Espíritu Santo comienza a moverse en otra dirección. ¿Queremos ver la soberanía de Dios en medio de la iglesia, el gobierno del Espíritu Santo en medio de su pueblo? Entonces, no va a ser a nuestra manera, va a ser a la manera de Dios, estando conectados con la presencia, valorando todo lo que ganamos allí. A veces, Dios se mueve en nuestras vidas y lo perdemos saliendo de la reunión, porque salimos hablando mal de un hermano, porque salimos enojados con la señora o el marido, porque el niño se portó mal, porque la jovencita no quería ir y la obligaron a venir, entonces terminamos en la misma puerta prácticamente sin nada de lo que vinimos a buscar. Pero nosotros tenemos que aprender a retener maduramente lo que el Señor está derramando sobre nuestras vidas y corazones. ¿Podemos pensar en que vamos a llegar a ser una iglesia madura? Yo creo que sí, porque esa es la voluntad de Señor, pero va a depender de la actitud que nosotros tengamos, dependerá si aprendemos a honrarlo a Él, a honrar lo que Él nos da, lo que nos revela, las palabras de dirección que nos muestran su voluntad, porque eso desarrollará obediencia y es esa capacidad de entrega total es la que manifestará el modelo de la iglesia que Cristo compró con su propia sangre. 1 Timoteo 3:14-15 “Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad”. Pablo le dice a Timoteo que hay una forma de comportase en la casa de Dios, hay una forma de comportarnos en la iglesia, y el apóstol le decía esto a Timoteo porque sabía que en el lugar donde él estaba hay que respetar los protocolos, así nosotros debemos aprender a comportarnos en la casa de Dios. Cuando nuestros hijos son pequeños nosotros siempre les enseñamos a cómo comportarse en otra casa, le decimos: “no tome nada, quédese calladito, siéntese aquí”, entonces ¿por qué en la casa de Dios nosotros pensamos que cada uno puede andar como quiera? En una casa natural se respeta al dueño de casa, es la autoridad sobre ese lugar, no podemos hacer algo que esa persona que es la dueña de ese hogar no nos autorice a hacer, entonces ¿por qué en la casa de Dios nosotros pensamos que no tenemos que respetar la cabeza, la autoridad que hay en ella? Tenemos que aprender a comportarnos en la casa de Dios, porque Él quiere sacarnos de ser cristianos que solamente vienen a un culto, nos quiere usar en señales y en milagros para sacar de la muerte a la gente que hoy no conoce a Cristo, quiere tocar a nuestras familias, bendecirnos ¿por qué hay que respetar la casa de Dios, la iglesia, columna y baluarte de la verdad? Porque para Dios es importante, porque al Padre le costó la sangre de Jesucristo su hijo, así es que al que se sienta a nuestro lado tiene tanto valor para Dios que cuando alguno viene en una actitud que no honra a Dios y distraemos a nuestro hermano con el enojo, con la murmuración y sembramos división haciendo un mal comentario ¿Qué estamos haciendo? Mostrando que no nos sabemos comportar en el lugar donde estamos, entonces somos dignos de disciplina de parte de Dios, pero cuando tenemos un corazón correcto la enseñanza será suficiente para generar los cambios que necesitamos. Cuando nuestro pastor, líder, diácono, o cualquier hermano en nuestra congragación, porque no necesita tener título para que el Señor nos hable por una persona, nos dice: “hermano, eso que está haciendo A. Varas 1181, Temuco - Chile. / [email protected] / Fono: (56) - 45 - 2403055

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no está bien”, y no recibimos la enseñanza o exhortación, estamos abiertamente irrespetando, no sabemos comportarnos, y la palabra dice que en algún momento eso se convertirá sobre nuestra vida en algo que el Señor va a tener que confrontar. Estamos llamados a vivir como gente espiritual, tenemos que tener entendimiento, tener una visión del lugar donde estamos, que nos pasó aquí. Jesús no vino por casualidad, el Padre tenía una cita con nosotros y nos puso en este lugar, en medio de su casa, nos proveyó de protección, de dirección, de alguien que nos enseñe y nos pastoree, por eso debemos primero valorarlo y luego también honrarlo. Muchas veces, valoramos más las cosas materiales que recibimos que las cosas que son eternas, nos alegramos y saltamos porque nos subieron el sueldo pero no nos alegramos y gozamos porque tenemos una posibilidad para discipularnos, para servir en algo en medio de la casa, nos alegramos más por las cosas personales y la iglesia no tiene que ver con lo personal, es bueno disfrutar de la bendición, eso es parte de la añadidura, pero cuando estamos en la iglesia aprendemos a vivir los unos para los otros, nos ministramos los unos a los otros, nos sometemos los unos a los otros, nos amamos unos a otros, nos levantamos en la debilidad unos a otros, oramos unos por otros, Cristo es el centro, nosotros no somos el centro. Necesitamos caminar en esto, de lo contrario solo estamos jugando a ser iglesia porque no estamos cumpliendo con los parámetros bíblicos que significan ser iglesia. Creemos que los conceptos de ir a buscar a la iglesia paz, gozo, sanidad, es entender que es la iglesia de Jesucristo. Pero eso no es iglesia, la iglesia es columna, baluarte, fundamento de la verdad, la iglesia proclama algo, la iglesia tiene un mensaje, un testimonio firme de Cristo, tiene una fe fundada no en los hombres sino en la palabra, en el poder del Espíritu Santo, no es un club social, es donde amamos a nuestros hermanos, no por lo que tienen o el título que portan, nos amamos porque Cristo nos amó en la cruz, y ese es suficiente valor estar juntos todos los días de nuestra vida. Efesios 5:25-30 “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos”. La iglesia debe tener pasión por Cristo, debe responder a la misma pasión con que Él la amó, hasta la muerte. El problema de la falta de pasión es que nos llega a suceder, como sucede en algunas parejas, que al final se acostumbran a vivir con esa otra persona, pero nada más, viven en la misma casa, duermen en la misma cama, comparten las cuentas, los hijos, pero no hay pasión del uno por el otro. A veces, con Cristo somos igual, venimos al culto, hacemos nuestro trabajo en la iglesia, todo bien, estamos casados con Cristo, estamos bien, “no fumo, no bebo, no voy a la discoteca”, pero no hay pasión por estar con Él, no hay pasión por entrar más profundo en nuestra

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relación con Él, no hay pasión por su presencia. Pero hoy Dios nos está explicando algo muy importante, la iglesia es un lugar que él está preparando para presentárselo a sí mismo, un día Cristo va a ver a su novia venir, y su novia no va a venir con murmuración, ni división, ni falta de pasión y de honra hacia Él, su novia va a venir completamente perfecta, completamente intachable, sin mancha ni arrugas y en los cielos se va a celebrar una boda, las bodas del cordero y de la iglesia. Nosotros tenemos esa expectativas, que nosotros estaremos por la eternidad con Jesucristo, pero hoy día tenemos que encendernos de pasión porque los tiempos finales van a ser tiempos en que aun los escogidos se enfriaran, en que aun los hijos de Dios se enfriaran, en que aun vendrán a una iglesia y caminaran en tibieza y no entenderán que eso es pecado delante de Dios, porque se nos nubla el entendimiento pensado que cumpliendo en la iglesia todo está bien. Si nosotros no tenemos hambre por la presencia de Cristo es porque todavía no hemos tenido un encuentro con él porque no hay nada más maravilloso , no hay nada más grande y que pueda llenar nuestro corazón, que pueda darnos seguridad, no hay nada que nuestra vida no pueda anhelar después que le hemos conocido a Cristo, no se puede comparar, por eso la palabra dice que estamos en el mundo pero no somos del mundo, nosotros no nos debemos al mundo, no somos más por lo que tenemos o por lo que hacemos, somos más cuando hay más de Cristo en nosotros, cuando hay más de Cristo en el corazón. Salmos 122:1 “Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos”. Esa debe ser nuestra alegría, estar con aquellos que tienen su contentamiento en la casa de Dios, los que dicen: “vamos a adorar, vamos a estar con los hermanos, vamos a ofrendar, vamos a servir, vamos a gozarnos, vamos a ver milagros, sanidades, como vienen las familias, como el Señor restaura y levanta, vamos”. Hay expectativas por ir a la casa de Dios, nuestro privilegio es levantarnos hoy y levantar una canción de alabanza delante del Señor, nosotros somos bendecidos porque estamos en la casa del Señor todos los días de la vida, y entonces cuando le enseñamos esto a nuestras generaciones, ellos no se hacen problema cuando el domingo están en la iglesia porque tienen su gozo en la casa de Dios. Si las familias meten en el corazón de la familia la casa de Dios, la van a amar como ningún otro lugar, amaremos a los hermanos, el ambiente, la verdad que en ella se predica, eso es amar la iglesia. La honra que se merece la casa de Dios debe estar por sobre otras motivaciones que quieran atrapar nuestra atención. Debemos cuestionarnos cuando estamos dispuestos a hacer más lo que nos pide el jefe, más que cuando nos pagan por hacer algo, más que ir al estadio, más que ir al cine, más que ir a la peluquería, sí, porque tenemos una cita con Dios cada vez que la iglesia se junta para ser edificada y alcanzar la estatura que como novia de Cristo debemos alcanzar. Tenemos una cita con Dios y no vamos a transar la agenda, nuestro primer compromiso es con Él, dejemos las excusas, amemos la casa de Dios con todo el corazón, vayamos con gozo, con expectativas, porque eso va a subir el nivel de manifestación de gloria en nuestras vidas y veremos las cosas que antes no vimos en medio de ella.

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