II SIMPOSIO INTERNACIONAL DE LETRAS NEOLATINAS CULTURAS,DISCURSO,PODER. Universidade Federal do Rio de Janeiro

II SIMPOSIO INTERNACIONAL DE LETRAS NEOLATINAS “CULTURAS,DISCURSO,PODER” Universidade Federal do Rio de Janeiro Prof. María Mercedes Borkosky Universi

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II SIMPOSIO INTERNACIONAL DE LETRAS NEOLATINAS “CULTURAS,DISCURSO,PODER” Universidade Federal do Rio de Janeiro Prof. María Mercedes Borkosky Universidad Nacional de Tucumán- Argentina “Vivir para contarla :canon e innovación”

“ Parece que los poetas son lectores más ávidos y perseverantes. De los novelistas, en cambio, se dice que sólo leen para saber cómo están escritas las novelas de los otros escritores, y descubrir en ellas hasta los tornillos más ocultos del oficio. Algo así como desmontar todas las piezas de un reloj para descubrir cómo está hecho y armarlo de nuevo, de manera que los otros no tengan secretos artesanales que uno no esté en condiciones de aprovechar.1

Como el mismo García Márquez afirma, los procesos de transtextualidad han convertido a los géneros discursivos y a la producción textual en particular en un gran corpus escriturario donde líneas de continuidad y originalidad aparecen y reaparecen, configurando lo que podríamos denominar “redes culturales” que dan cuenta de los innumerables procesos de relectura- y reescritura- que cada comunidad lleva a cabo: no hay un texto primero, fuera de los márgenes de lo sagrado. A cuarenta anos de la aparición de Cien años de soledad, la autobiografía de Gabriel García Márquez se constituye sin dudas como hipertexto de su obra narrativa La escritura autobiográfica representa uno de los hilos de ese tejido que de manera muy general puede encararse desde una perspectiva diacrónica, para evaluar

sus transformaciones en períodos determinados, y sincrónica, para

conectarla con la producción textual de la geografía cultural en la cual se origina.

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García Márquez, Gabriel : “¿Qué libro estás leyendo? Sudamericana, Buenos Aires : 1993, p.440

”, en Notas de Prensa.1980-1984. Ed

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Tomamos estos lineamientos para abordar la escritura autobiográfica de García Márquez 2que, como en la mayoría de los escritores, está muy próxima a sus escritura literaria y comparte con ella rasgos y problemas. Decimos problemas, porque la cuestión de las representaciones de la realidad en la ficción ha sido un tema casi dominante en la crítica que ha estudiado las obras de García Márquez - y de muchos otros, por cierto-.Por una cuestión metodológica, vamos a establecer diferencias entre nuestro análisis y ese tipo de metatextualidad, abocada a establecer paralelismos entre obra literaria y biografía, que a nuestro juicio ha incurrido muchas veces en lo obvio y evidente: en diversos grados, las coordenadas del contexto de la enunciación se hacen presentes en el enunciado; ningún sujeto puede producir un enunciado aislado de la instancia en la cual se genera. Además, este problema nos sirve para incluir en nuestro desarrollo la cuestión de la literaturidad de la escritura autobiográfica; dicho de otro modo, cuál es la distancia que media entre Cien años de soledad, El otoño del patriarca, El coronel no tiene quien le escriba, Crónica de una muerte anunciada, y Vivir para contarla, por ejemplo. En entrevistas y notas periodísticas, García Márquez ha desglosado numerosos episodios de sus novelas, y los remitió a hechos puntuales de su vida, de la historia de su país, del Caribe, y de América Latina: “ Yo nací y crecí en el Caribe. Lo conozco país por país, isla por isla, y tal vez de allí provenga mi frustración de que nunca se me ha ocurrido nada ni he podido hacer nada que sea más asombroso que la realidad. Lo más lejos que he podido llegar es a trasponerla con recursos poéticos, pero no hay una sola línea en ninguno de mis libros que no tenga su origen en un hecho real. Una de esas trasposiciones es el estigma de la cola de cerdo que tanto inquietaba a la estirpe de los Buendía en Cien años de soledad. Yo hubiera podido recurrir a otra imagen cualquiera, pero pensé que el temor al nacimiento de un hijo con cola de cerdo era la que menos probabilidades tenía de coincidir con la realidad. Sin embargo, tan pronto como la novela empezó a ser conocida, surgieron en distintos lugares de las Américas las confesiones de hombres y mujeres que tenían algo semejante a una cola de cerdo3. Es también evidente el paralelismo que hay entre el asunto de la jubilación militar de su abuelo y el protagosnista de El coronel no tiene quien le escriba , por 2

Comprende este campo todas las formas de autodiscurso mediante el cual el escritor se ha expresado formalmente : su autobiografía, notas de prensa, entrevistas, prólogos, epígrafes. 3 García Márquez, Gabriel : “Algo más sobre literatura y realidad”, en Notas de Prensa.19801984 . Ed Sudamericana, Buenos Aires : 1993, pp.120-121.

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ejemplo4.Pero esto no es suficiente para concederle un estatuto autobiográfico a sus novelas; más aún, ni siquiera la categoría

de autoficciones, porque la

intencionalidad explícita de García Márquez es la creación estética : sus escritos se publican y circulan como tales;en novelas como Crónica de una muerte anunciada, donde se juega con el término “crónica” y se reproduce su formato, queda muy claro que se trata de la textualización de una mirada crítica a ciertas convenciones

que predominan en las comunidades latinoamericanas,

y

probablemente el placer de su lectura no está regido por una verdad histórica sino por el re-conocimiento e identificación con la realidad allí representada. “Creo que una novela es una representación cifrada de la realidad, una especie de

adivinanza del mundo. La realidad que se maneja en una novela es diferente a la 5 realidad de la vida, aunque se apoye en ella. Como ocurre con los sueños”

Queremos entonces dirigirnos a otro terreno: ¿qué significa para un narrador profesional escribir una autobiografía? ¿Cuándo y porqué lo hace? Vivir para contarla es, como la mayor parte de las autobiografías, una obra de madurez, de balance y reconstrucción del yo : “ la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla” 6. El título de esta obra tiene su referente en la expresión coloquial “ hay que vivir para contarla”, que connota un contexto de riesgo, posiblemente el de la enfermedad ya conocida por García Márquez en el momento de la escritura. Son innumerables los casos de literatos que han escrito su historia personal, al punto de que en la actualidad podemos afirmar que la autobiografía es un género discursivo que erróneamente se ha contextualizado en el marco de la escritura literaria, posiblemente por la identidad de sus creadores: es un problema contextual, no textual. Y García Márquez, como muchos otros, lo sabe bien. Instituida como género, la autobiografía tiene un formato modelado por una tradición escrituraria

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En Vivir para contarla, p. 98 García Márquez, G. : P. Apuleyo Mendoza, El olor de la guayaba.Conversaciones con Gabriel García Márquez. Santafé de Bogotá, Norma, 1998,p.50, citado en : “Editorial” de “Gabriel García Márquez. La vocación de un narrador de los eventos de la cotidianidad.” Anthropos, Nº 187, noviembre-diciembre de 1999.p.24 6 Epígrafe de Vivir para contarla, Cap. I. 5

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que se constituye en evidencia de los procesos de intertextualidad. Sidonie Smith7 habla incluso de un “modelo autobiográfico patriarcal” que presenta motivos ya convencionalizados por el género: la genealogía, la infancia, la familia - padre, madre, abuelos, hermanos, tíos, primos-, el marco social,

el despertar de la

vocación y del amor, el matrimonio, el ejercicio profesional, los viajes y otras experiencias específicas del individuo. Curiosamente, las autobiografías han sido muchas veces los espacios menos creativos de la escritura de destacados novelistas, justamente por esta sujeción al canon: el deseo de informar con exactitud acerca de la verdad de la experiencia personal que expresa J.J. Rousseau en Confesiones, o el propósito de detallar exhaustivamente la historia personal y familiar, como lo hace René de Chateaubriand en Memorias de Ultratumba; o la intención de Georges Sand de configurar una imagen pública en Historia de mi vida, por ejemplo. Estas obras son un claro ejemplo de la escritura autobiográfica canonizada, que está muy lejos de escritos como el de Flora Tristán en Peregrinaciones de una Paria, donde expone su tragedia personal, o la controversial autobiografía epistolar de Gertrudis Gómez de Avellaneda, ejemplo de transgresión temática y formal. La lectura de Vivir para contarla

nos lleva sin dificultad por los temas

canónicos de la autobiografía: la genealogía, que se aborda ya en la primera página, con el retrato de la madre : Tenía cuarenta y cinco años. Sumando sus once partos, había pasado casi diez anos encinta y por lo menos otros tantos amamantando a sus hijos.Había encanecido por completo antes de tiempo, los ojos se le veían más grandes y atónitos detrás de sus primeros lentes bifocales, y guardaba un luto cerrado y serio por la muerte de su madre, pero conservaba todavía la belleza romana de su retrato de bodas, ahora dignificada por un aura otonal8

Continua con la casa de la infancia, desde donde se expande al pueblo natal, la geografía circundante, la figura del abuelo, la abuela, luego la del padre, la infancia idealizada como una etapa de felicidad, la juventud dificultosa, la defensa de su vocación literaria, las lecturas, los primeros escritos, la bohemia de juventud, los personajes de su entorno social y sus historias, muchos de los cuales aparecen en sus novelas.

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Smith, Sidonie: "Hacia una poética de la autobiografía de mujeres", en La autobiografía y sus problemas teóricos. Suplementos Anthropos, Nº 29, diciembre de 1991, Barcelona. 8

Vivir para contarla, p. 9

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Es interesante el punto de partida del relato : un episodio que se sitúa en sus veintitrés años, que puede entenderse como un punto de inflexión en su vida. Es el momento en que la casa se vende, y cuando defiende con voluntad férrea su vocación periodística y literaria que “ahora, con más de setenta y cinco años bien medidos, sé que fue la decisión más importante que tuve que tomar en mi carrera de escritor. Es decir, en mi vida” p.11, reflexiona mientras escribe. Esta elección le posibilita reconstruir el pasado desde una sintaxis donde los segmentos narrativos – y las tribulaciones infantiles nocturnas- se entrecruzan y yuxtaponen, a la manera de Proust, y crean un camino de lectura que aleja al lector del modelo cronológico de la autobiografía tradicional: “ Mi recuerdo más vivo y constante no es el de las personas, sino el de la casa misma de Aracataca donde vivía con mis abuelos.Es un sueño recurrente que aún persiste.Más aún: todos los días de mi vida despierto con la impresión de que he soñado de que estoy en esa casa[…] Sin embargo aún en el sueño persiste el que fue mi sentimiento predominante durante toda aquella época: mi zozobra nocturna” 9

El horizonte de expectativas de un lector de autobiografías, memorias, relatos de viajes, está bastante pautado; posiblemente más que en otros géneros narrativos, sobre todo los de carácter ficcional, donde la imaginación puede crear situaciones verdaderamente sorprendentes y originales.Un tópico de la autobiografía de escritores es el despertar de la vocación literaria y la figura del guía o maestro que acompaña en esa elección : el viejo médico de su pueblo natal, en Gabriel García Márquez (pp 41-42); Charles Schweitzer, el abuelo, en el caso de Jean Paul Sartre. Quedaría entonces preguntarnos cuál es la posibilidad que tiene un conocido escritor de escapar de los motivos canónicos del género. García Márquez apela al desborde retórico que atraviesa su escritura y la caracteriza:

1- la segmentación del relato : hay selección y omisión de figuras y episodios de la vida, fácilmente constatables a partir de su biografía.

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García Márquez, G. : P. Apuleyo Mendoza, El olor de la guayaba.Conversaciones con Gabriel García Márquez. Santafé de Bogotá, Norma, 1998,p.50, citado en : “Editorial” de “Gabriel García Márquez. La vocación de un narrador de los eventos de la cotidianidad.” Anthropos, Nº 187, noviembre-diciembre de 1999.p.23

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2- la cronología alterada por la memoria que selecciona, yuxtapone y elide segmentos temporales.

3- el lenguaje poético, que parece haber desmontado de Las palabras de Sartre, su memorable autobiografía , que también se abre con la genealogía familiar :

En Alsacia, alrededor de 1850, un maestro agobiado por tantos hijos como tenía, decidió hacerse tendero. Pero el exclaustrado quiso una compensación : ya que renunciaba a formar las mentes, uno de sus hijos formaría las almas; habría un pastor en la familia y sería Charles. Charles se escapó, prefirió correr por los caminos detrás de una amazona. Se volvió su retrato de cara a la pared y se prohibió pronunciar su nombre.¿ A quién le tocaba? Auguste se apresuró a imitar el sacrificio paterno: entró en el negocio, que le gustó. Quedaba Louis, que no tenía ninguna predisposición acentuada; el padre se apoderó de este muchacho tranquilo y le hizo pastor en un abrir y cerrar de ojos. 10

Continua con la imagen de su padre : Jean Baptiste ingresó en la Escuela Naval para ver el mar. En 1904, en Cherburgo, siendo ya oficial de marina y teniendo las fiebres de Cochinchina, conoció a Anne-Marie Schweitzer, se apoderó de esta muchachota desamparada, se casó con ella, le hizo un hijo al galope, a mí, y trató de refugiarse en la muerte.11

Paralelamente, configura a su madre : Anne- Marie, sin oficio ni beneficio, decidió volver a vivir con sus padres. Pero la insolente muerte de mi padre había disgustado a los Schweitzer; se parecía demasiado a un repudio. Mi madre, por no haber sabido preverlo ni prevenirlo, fue 12 decretada culpable.

Y por supuesto, se posiciona a sí mismo desde la experiencia infantil rescatada por la memoria adulta : “ la muerte de Jean-Baptiste fue el gran acontecimiento de mi vida: hizo que mi madre volviera a sus cadenas y a mí me dio la libertad[...] dejé detrás de mí a un muerto joven que no tuvo el tiempo de ser mi padre y que hoy podría ser mi hijo” 13 El yo autobiográfico suele representarse con frecuencia desde la figura del autorretrato, un rasgo canónico que García Márquez incorpora al inicio de su relato: Acababa de abandonar la facultad de derecho al cabo de seis semestres, dedicados más que nada a leer lo que me cayera en las manos y recitar de 10

Sartre, Jean Paul : Las palabras. Ed Losada S. A., Buenos Aires : 1964. p.11 Ibid, p.14 12 Ibid,p.15 13 Ibid, pp 16,17. 11

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memoria la poesía irrepetible del Siglo de Oro español[…] Iba a cumplir veintitrés años el mes siguiente, era ya infractor del servicio militar y veterano de dos blenorragias, y me fumaba, cada día, sin premoniciones, sesenta cigarrillos de tabaco bárbaro. Alternaba mis ocios entre Barranquilla y Cartagena de indias, en la costa caribe de Colombia, sobreviviendo a cuerpo de rey con lo que me pagaban por mis notas diarias en El Heraldo, que era casi menos que nada, y dormía lo mejor acompañado posible donde me sorprendiera la noche […] Más por escasez que por gusto me anticipé a la moda en veinte años: bigote silvestre, cabellos alborotados, pantalones de vaquero, camisas de flores equívocas y sandalias de peregrino.14

La retórica barroca de la escritura de García Márquez, donde abundan también la prosopopeya , la hipálage, la antítesis, la ironía , la disociación, la antinomia, la paradoja , hacen que Vivir para contarla sea, inequívocamente, una autobiografía contemporánea, originada en el entramado intertextual de su larga trayectoria de lector, donde , además de declarado maestro William Faulkner, habrá un resquicio para Sartre : “En otros escritores, creo, un libro nace de una idea, de un concepto. Yo siempre parto de una imagen”15 Y también

algunas imágenes de Proust, quien

rememoró su vida en la

autoficción En busca del tiempo perdido, y dejó sentadas las bases de una nuevo diseño narrativo. García Márquez lo ha leído, lo conoce bien : parodia, modelo o ironía, la matriz impresionista de Marcel Proust se filtra en su escritura : “Desde que probé la sopa tuve la sensación de que todo un mundo adormecido despertaba en mi memoria. Sabores que habían sido míos en la niñez y que había perdido desde que me fui del pueblo reaparecían intactos con cada cucharada y me apretaban el corazón!16.

Narrar la experiencia personal puede ser una tarea ardua para una figura pública sobre todo en la actualidad- cuando los medios de comunicación facilitan la difusión inmediata y global de la información- por dos razones : la primera, porque el periodismo contemporáneo no deja casi resquicios inexplorados en la vida de los famosos; más aún, la concepción del papparazzi indica la voluntad premeditada de avasallar la vida privada de las personas públicas; de ésta

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Vivir para contarla, Cap I, p 10 García Márquez, G. : P. Apuleyo Mendoza, El olor de la guayaba.Conversaciones con Gabriel García Márquez. Santafé de Bogotá, Norma, 1998,p.50, citado en : “Editorial” de “Gabriel García Ibíd.,p.23 16 Vivir para contarla, Cap I, p 39. 15

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se desprende la segunda : la escasez de secretos con que cuenta el narrador para su relato. Si como afirma García Márquez, los críticos

somos “una especie de

profesionales parasitarios […] que no sólo trataban de decir qué había dicho en Cien años de soledad sino lo que debía seguir diciendo…”,valga la aclaración de que este paralelismo con Jean Paul Sartre (y con Marcel Proust ) es solamente una lectura personal que nos permitió disfrutar de una escritura irreverente, ágil, que desborda la racionalidad maravillosa de la lengua para llevarnos al terreno de múltiples resonancias y evocaciones de nuestra vida latinoamericana.

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