IMAGINACIÓN Y LENGUAJE JUVENIL: CLAVES PARA EL ÉXITO DE LA COMPETENCIA NEOLÓGICA *

CAPÍTULO 18 IMAGINACIÓN Y LENGUAJE JUVENIL: CLAVES PARA EL ÉXITO DE LA COMPETENCIA NEOLÓGICA* Raquel Pinilla Gómez 1. INTRODUCCIÓN Mientras prepará

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CAPÍTULO 18

IMAGINACIÓN Y LENGUAJE JUVENIL: CLAVES PARA EL ÉXITO DE LA COMPETENCIA NEOLÓGICA*

Raquel Pinilla Gómez

1. INTRODUCCIÓN Mientras preparábamos este trabajo, no dejábamos de preguntarnos con qué tipo de imaginación lingüística comenzaríamos: la del niño que llama *taxero al conductor del taxi o aventura que en inglés comida se dice *comideit; la del estudiante que osa escribir en un examen que en el vulgarismo fonético *poblema –en lugar de problema– se produce un fenómeno de diálisis –en lugar de disimilación–, o la del periodista y buen comunicador que con habilidad metalingüística llama al presidente Zapatero “esdrujulísimo”1, por su “témeridad”, su “sólidaridad” y su “résponsabilidad”. Al final, nos decantamos por empezar con una sencilla pregunta que mi hijo Daniel, de seis años, me planteó un día, no hace mucho tiempo: “Mamá, ¿qué son las pesetas? Se lo he oído a la abuela”. Yo le contesté: “¿Las pesetas? Eran unas princesas rubias que vivían en España el siglo pasado y que fueron destronadas por un rey moderno y atrevido llamado euro”. ¡Qué imaginación!, ¿no? La de la historieta, claro; la pregunta de Daniel es una prueba más de la indisoluble conexión entre la lengua y el contexto sociocultural en el que se desarrolla y se usa.

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Este artículo se publicó por primera vez en Pinilla Gómez (2008).

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El neologismo “esdrujulísimo”, en alusión al cambio de sílaba tónica que suele realizar el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en los sustantivos formados con el sufijo -dad, es obra del periodista Carlos Herrera, que presenta y dirige el programa radiofónico “Herrera en la Onda”, en la emisora Onda Cero.

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2. LOS

NEOLOGISMOS EN EL LENGUAJE JUVENIL

En este trabajo vamos a hablar de la creación neológica y de la sociedad de la imaginación; a los protagonistas de los ejemplos que acabo de poner no les falta ni competencia de creación neológica ni imaginación; así que entre niños, jóvenes y periodistas, elegimos analizar los procesos de creación de neologismos de nuestra juventud, sabíamos que material no nos iba a faltar. El mundo en el que ha nacido Daniel y en el que viven los jóvenes de hoy en día (el de los euros –o los pavos, como ellos los llaman–), los estudiantes que se forman en nuestras aulas, es una aldea global, un paraíso digital, que va dejando atrás, a pasos de gigante, la cultura analógica que los ha acunado. El copyleft2 intenta imponerse al copyright (el neologismo inglés copyleft se ha acuñado sobre la base de la forma copyright, mediante un juego de palabras: right, “derecho”, frente a left, “izquierdo”, que también tiene el sentido de “dejado o abandonado”; el juego lingüístico se completa, además, con una paronomasia en inglés: el copyright corresponde a “todos los derechos reservados”, all rights reserved, frente al copyleft, “todos los derechos invertidos”, all rights reversed, con la letra c invertida en el símbolo habitual de copyright: ©. La palabra copyleft denomina el movimiento que defiende la desaparición de los derechos de autor y la reproducción y distribución libre de los contenidos almacenados en soportes digitales), los libros digitales y el hipertexto avanzan ante la mirada atónita de los libros impresos y el texto, mientras que una gran parte de la población mundial analiza cómo superar la brecha digital. Los soportes materiales que manejan los jóvenes actuales, en cualquier ámbito de su experiencia vital, han estado siempre asociados a una pantalla; primero, a la de la televisión; cuando han ido creciendo, a la del videojuego de moda, y ahora no se separan de las del ordenador y el móvil, a través del cual se realizan las convocatorias masivas mediante mensajes de texto (SMS): manifestaciones, botellones y movidas callejeras de todo tipo. A cada paso que dan, cruzan el umbral de las sociedades que nosotros hemos creado y que ellos han visto desarrollarse: la de la información, la del conocimiento y el último eslabón de la cadena, la sociedad de la imaginación. En el manifiesto inicial de esta sociedad de la imaginación, promovido por el Gabinete de Iniciativa Joven, de la Junta de Extremadura3, leemos:

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Se puede completar la información sobre el origen y el sentido del término copyleft en la entrada léxica de Wikipedia, de donde se han extraído los datos que aquí figuran.

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www.iniciativajoven.org/manifiesto.php.

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La imaginación puede ser el ingrediente básico de un nuevo modelo de desarrollo social, cultural y económico para la sociedad del siglo XXI […]. Hay que contar con la imaginación y con la innovación radical como instrumentos para construir las iniciativas que van a poblar escenarios de futuro. El futuro es de los jóvenes y de la imaginación de los jóvenes.

La imaginación, no lo olvidemos, es una forma de pensar y “el lenguaje no es sólo un medio de comunicación, sino una herramienta a través de la cual pensamos. Así, mientras más completa sea nuestra habla más fácil podremos entender la información que recibimos, expresar lo que queremos decir y resolver situaciones diversas”4. Los jóvenes deben entender que saber cómo funciona la lengua y desarrollar habilidades lingüísticas, mediante su estudio pormenorizado y la realización de prácticas comunicativas dirigidas, es una condición indispensable no sólo para comunicarse de forma eficaz, sino para desenvolverse satisfactoriamente tanto en el ámbito académico como en el profesional, en todos aquellos contextos en los que resulta necesario demostrar un manejo certero de la lengua. El lenguaje juvenil existe, sin duda, o más bien habría que referirse a los lenguajes juveniles, porque hay muchas variantes (nivel social, educativo, procedencia regional, entorno rural o urbano, etc.) que, obviamente, no todos los jóvenes comparten. El lenguaje juvenil siempre ha existido y siempre existirá porque es un rasgo inherente a la juventud el tener conciencia de pertenencia a un grupo, y la lengua es un factor más que configura esa identidad juvenil. Hoy en día, un término como “joven global”5, utilizado en ensayos y trabajos de corte sociológico, abarca los distintos datos identificativos que caracterizan a esta franja generacional de la juventud –entre la adolescencia y la edad adulta–: sus modas, su música, sus actividades de ocio y tiempo libre y, en definitiva, su manera de comunicarse consigo mismos, entre ellos y con los demás. Si bien es cierto que, en general, sus formas de comunicación no son las más adecuadas para desarrollar su lenguaje de manera satisfactoria (el uso frecuentísimo del chat, los mensajes de móvil, la exposición a modelos de lengua cuando menos descuidados y poco apropiados, el escaso hábito de lectura, etc.), también lo es el hecho innegable de su activa y fecunda capacidad de creación léxica, de su imaginación desbordada para acuñar términos y expresiones nuevas. Los jóvenes crean formas de expresión, extienden su uso, las ponen de moda y consiguen agotarlas en un tiempo cada vez más corto, dejándolas anticuadas. Así, por ejemplo, el término “talegos” (un talego eran 1.000 pesetas),

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Cita extraída de www.colombiaaprende.edu.co/html/familia/1597/fo-article-71012.pdf.

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Adaptado por analogía del término adolescente global, en Solé Blanch (2006).

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para referirse al dinero, va cayendo en desuso frente a “pavos”, que parece haberse impuesto con la llegada del euro; “pelas”, a pesar de ser una deformación de pesetas, se mantiene, aunque disminuye su frecuencia de uso.

3. EL CASO

DE LA PALABRA QUELI

En este punto de nuestro estudio, nos gustaría analizar con detalle el caso de la palabra queli (registrada también gráficamente como keli, kely, kelly y su derivación más actual quelo/kelo). Nos empezó a interesar esta expresión (se trata de un neologismo juvenil del que, en muchos casos, los propios jóvenes que lo usan desconocen su procedencia: una expresión del caló o lengua de los gitanos españoles) cuando en 2006 el Ministerio de Vivienda presentó un portal digital de información sobre viviendas para jóvenes, con la dirección www.kelifinder.com. Pensamos entonces que la palabra keli era del lenguaje de los jóvenes de mediados de los ochenta, de un lenguaje más bien cheli6. Días después, leímos en el periódico 20 minutos7 una noticia encabezada con este titular: “¿Pero alguien dice “keli” a estas alturas?”, y así ratificamos que otras personas consideraban que keli era una palabra desfasada para aparecer como icono de una campaña moderna destinada a los jóvenes. Ante la reaparición de la palabra keli en el horizonte del lenguaje juvenil, decidimos investigar qué opinaban los jóvenes sobre su uso y su actualidad. Éstas son algunas de las principales conclusiones que pudimos extraer de este sondeo de opinión: a) en general, la conocen, pero no la usan mucho –a veces, en tono de broma o aquellos que se quieren hacer los “malotes”–; b) algunos la tienen almacenada en el móvil para referirse a “casa”; c) suelen identificarla con argot, con lenguaje marginal (barriobajero, chabacano –que, por cierto, es el nombre de una lengua hablada en algunas ciudades de Filipinas con un predominio de estructuras gramaticales españolas sobre las tagalas–, macarra, malotilla, heavy, cheli, calorro, pasota, underground, vulgar); y d) algunos señalan que keli la usan más las chicas y kelo los chicos. Entre otras informaciones recogimos también que en la actualidad también se usan los términos house y home, en ambientes más “pijos”; que algunos de estos jóvenes, de entre 18 y 20 años, identifican la palabra como propia del lenguaje de los adolescentes, de chicos en torno a los 15 años, menores que

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La entrada léxica cheli se define en el Diccionario de la Real Academia Española (2001) como “jerga con elementos castizos, marginales y contraculturales”.

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Se puede leer la noticia en: www.20minutos.es/noticia/95509/0/kelifinder/lectores/desactualizados.

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ellos, o que ya han quedado claramente desfasadas expresiones como “la Queli Camp” –para referirse a la Casa de Campo madrileña–. Nos resultó especialmente interesante la opinión de una alumna de primero de Publicidad y Relaciones Públicas: “Es una palabra que puso de moda la generación anterior a la nuestra y no se ha mantenido. Cada generación crea sus propias palabras, por eso ahora se escucha la expresión kelo, en lugar de keli”.

4. ANÁLISIS

DE NEOLOGISMOS SIGNIFICATIVOS

En este trabajo, hemos contado con la inestimable ayuda que nos ha proporcionado la información de los alumnos de primero de Publicidad y Relaciones Públicas y de la titulación conjunta de Administración y Dirección de Empresas (ADE) y Publicidad –unidad docente delegada de comunicación en el campus de Vicálvaro–, así como de los alumnos de la asignatura de Lengua Española de primero de Periodismo online –campus de Fuenlabrada–. A todos les solicitamos que seleccionaran palabras y expresiones consideradas por ellos como propias y representativas de su lenguaje diario, habitual. Nuestro objetivo era analizar las formas de creación de algunas de las más actuales y extraer ciertas conclusiones sobre esos procesos, sobre la competencia neológica que subyace en ellos, teniendo en cuenta, como pudimos comprobar desde un primer momento, que si bien hay un léxico juvenil que podríamos denominar estándar (qué fuerte, qué movida, qué rayada, vaya tela, flipar –y todas sus variantes flipe, flipada, flipante, *flipao8–, mola mazo –y, en general, mazo como un cuantificador aumentativo, equivalente a mucho–, tío, tronco, colega, estar *petao –un lugar abarrotado de gente–, petarse –romperse, bloquearse, el ordenador, por ejemplo–, rayarse/rallarse –en general, no hay conciencia ortográfica de cómo se escribe–, buen/mal rollo, rollito, friqui, pavos –los euros–, pillar, chinarse, estar *chinao, dar la brasa, ser un brasas, se te pira la pinza, entre otros), también son muchas las diferencias que se aprecian entre sus sociolectos –e incluso sus idiolectos, formas individuales de hablar–, tal como hemos señalado en relación con el irregular uso lingüístico de la palabra queli/keli, tan marcado por las diferencias de nivel social, de grupo, de sexo, de zona geográfica y de barrio, entre otras.

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En este trabajo se señala con un asterisco la desaparición de la -d- en los participios en -ado/-ido, que se registra como un fenómeno sistemático en el lenguaje juvenil. Debemos apuntar que este rasgo resulta ya muy frecuente en el lenguaje de los políticos que, descuidando la corrección lingüística, pronuncian a los cuatro vientos frases como: “Hemos *ganao las elecciones” (diremos el pecado, pero no el pecador).

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4.1. Muestras de neologismos de nuestros jóvenes “de 60 años” Hemos de decir que pedimos esta misma colaboración a nuestros alumnos de la Universidad de Mayores de 55 años9, del campus de Móstoles, que realizan el taller Cómo redactar correctamente. Queríamos saber de qué forma los procesos de creación neológica de los jóvenes de ahora podían compararse con los de los jóvenes de entonces que, de manera aproximada, sitúan su época de juventud en torno a los años sesenta10. Son tantos los datos obtenidos por esta vía que resulta imposible analizarlos todos en este trabajo, aunque nos gustaría señalar que, en términos generales, los ámbitos de interés y los contextos vitales en los que se mueven los dos grupos de jóvenes –los de entonces y los de ahora– coinciden y, por tanto, también lo hacen los campos semánticos en los que crean las palabras11. No nos resistimos a señalar algunos interesantes casos, por ejemplo: A) Denominaciones genéricas y coloquiales de chico/chica: mozo/moza, chorvo/chorva, macho, maromo y pollo (sólo masculino), titi (aparece en el Diccionario de la RAE, 2001, con dos acepciones: 1. Persona, especialmente mujer joven; 2. coloq. Como apelativo, especialmente entre los jóvenes) y gachí (sólo femenino, lenguaje castizo, muy popular; el término gachí –del caló– fue desbancado en los ochenta por tía buena y, en la actualidad, por pivón, entre otros), el/la menda lerenda , etc. B) Calificativos personales con sentido negativo: estar grogui, estar en otra onda, ser un julay –también en el sentido de afeminado–, zamarro, bobalicón, ser un lila o ser un manta (todos ellos equivalentes a despistado, tonto, el que no se entera de nada); zascandil (dos acepciones del

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Se trata de un programa de estudios universitarios dirigido a las personas mayores de 55 años, que, abiertas a nuevas experiencias educativas, conservan su afán por adquirir nuevos conocimientos. En la Universidad Rey Juan Carlos, este programa se desarrolla en los campus de Vicálvaro y Móstoles. El taller “Cómo redactar correctamente” es de 3 créditos (30 horas lectivas) y se imparte en el segundo cuatrimestre del curso.

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En este sentido, se puede consultar el Diccionario del español actual, elaborado por Seco et al. (1999), que recoge un extensísimo corpus de palabras desde 1950 hasta 1999, año de su publicación.

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Resulta muy interesante la consulta del capítulo “Diccionario de palabras moribundas” (Grijelmo, 2004), en el que se hace un análisis de palabras y expresiones que “en algún momento parecían imprescindibles, pero luego fueron desapareciendo. ¿Por qué? Por las modas, por los inventos que mejoraban a los anteriores y, sobre todo, por una morfología o una razón de ser que no casaba con el genio de nuestra lengua” (pág. 255). Entre estas expresiones se encuentran términos como anorak, ambigú, elepé, grises, picnic o tebeo.

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Diccionario de la RAE, 2001, se relacionan con este sentido del término: 1. coloq. Hombre despreciable, ligero y enredador; 2. desus. Hombre astuto, engañador, por lo común estafador), pollo/niño pera (pijo, chico elegante); pendón (de vida licenciosa, especialmente usado para mujeres cuyo comportamiento es considerado descarado e impúdico “pendón desorejado”); sarasa o bujarra (para referirse a homosexual); carca (retrógrado), etc. El término canica se señala también para referirse a las personas mayores ya que “basta con darles un empujoncito para que caigan al hoyo”. C) Expresiones relacionadas con el dinero: pelas, guita, viruta, estar tieso o estar a dos velas (sin dinero), estar de bóbilis (gratis; en el Diccionario de la RAE, 2001, esta expresión se define como sin trabajo ni esfuerzo; por ejemplo, vivir de bóbilis), etc. D) Verbos que nombran acciones en torno al ocio y las actividades habituales de la juventud: pirarse, darse el piro, abrirse o darse el queo (marcharse; darse el queo aparece, por ejemplo, repetidamente en La taberna fantástica (1966), de Alfonso Sastre, junto con otros coloquialismos como najarse o darse el zuri, que también equivalen a marcharse –los más mayores del grupo indicaban también el modismo tomar las de Villadiego–, hacer novillos o hacer pellas (faltar a clase), hacer una reunión (como sinónimo de guateque), chatear (ir de chatos, de vinos), de gañote (equivalente a de gorra, el que no paga nunca en un grupo), manducar (comer), trincar (coger), meter la gamba (equivocarse), dar la vara (molestar, dar la lata, el actual dar la brasa), pegarse la fiesta, darse el lote o pegarse el filete (literalmente definidos por uno de nuestros alumnos como “darse un calentón arrimándose en el baile”), ser un yeyé12 (que sigue la moda), etc. 4.2. Muestras de neologismos de los jóvenes de hoy en día Presentamos a continuación una selección de palabras y expresiones, en los mismos campos semánticos en los que acabamos de mostrar el lenguaje juvenil de las personas mayores de 55 años, representativas de diferentes tipos de creación neológica llevada a cabo por los jóvenes de hoy en día, nuestros jóvenes del siglo XXI. A) Denominaciones genéricas y coloquiales de chico/chica: en este campo semántico, no hay muchas variaciones con respecto a los términos utili-

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Aunque quizás nos parezca extraño, el término yeyé resulta desconocido para muchos de los jóvenes que colaboraron con nosotros en este trabajo.

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zados hace algunos años, así, siguen usándose con mucha frecuencia expresiones como tío, tronco, colega, macho, etc. B) Calificativos personales con sentido negativo: a) Adjetivos de estado que aparecen tras el verbo estar: estar + participio (desaparece sistemáticamente la -d- de los participios de pasado -ado/-ido): estar *chinao (estar enfadado), estoy chinao con ella, se ha chinao conmigo; estar *empanao/*entallao (en las nubes, sin enterarse de nada) –la expresión empanada mental “confusión de ideas” que aparece en la actual edición del Diccionario de la RAE (2001), se suprime ya en el avance de la próxima edición–; estar *grillao (loco) –grillarse aparece en este Diccionario como “chiflarse, perder la energía de las facultades mentales”–; estar *rayao (preocupado, comiéndose la cabeza) –muy frecuente–, estar *flipao (alucinado), etc. b) Expresiones calificativas formadas por el artículo indeterminado un/una seguido de un sustantivo en plural: un brasas (un pesado) –se usa mucho también la expresión dar la brasa–, un notas (alguien a quien le gusta llamar la atención) –la expresión dar la nota aparece en el Diccionario de la RAE (2001) como “desentonar o actuar de manera discordante”; el neologismo cantoso se usa también mucho con este sentido–, un moñas (un aburrido, un ñoño), un costras (un tío raro), un cacas (uno que es malo en alguna habilidad), etc. C) Expresiones relacionadas con el dinero: con el paso de las pesetas a los euros, ha llegado la denominación de pavos para referirse a la moneda. D) Verbos que nombran acciones en torno al ocio y las actividades habituales de la juventud: en este caso, hemos seleccionado el ejemplo más significativo y de uso más frecuente hoy en día entre los jóvenes, el del verbo rayar/rallar. Lo primero que llama la atención es la falta de conciencia gráfica del término y, por tanto, el desconocimiento de si se escribe con y o con ll. En general, los jóvenes creen que se escribe con y ya que argumentan que en el móvil y en el chat lo escriben así –lo cierto es que la razón es ahorrarse un espacio en los mensajes–. En el Diccionario de la RAE (2001) hay dos entradas léxicas distintas: a) rayar se define en su décima acepción como “enloquecer, volverse loco” y se matiza que se usa de forma pronominal –rayarse–, que su uso es coloquial y que se trata de un dialectalismo de Argentina, Chile y Uruguay; b) rallar, en su segunda acepción, significa “molestar, fastidiar con importunidad y pesadez”, es un verbo transitivo y su uso también es coloquial. Al margen de definiciones de diccionario y de cuestiones ortográficas que, al menos en este caso, no interesan demasiado a quienes usan estos términos, los contextos en los que aparecen son del tipo: no te rayes (no te comas la cabeza, no te preocupes, no lo pienses más) o ¡qué rayada!

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(qué pasada o qué marrón). Hay otros ejemplos, como no me ralles, tengo un mal día, en el que cabe la duda de si debe escribirse con y o con ll; parece claro que tiene el sentido de molestar y que es transitivo –sería con ll–, pero puede pensarse también que significara “no me vuelvas loco”, aunque en este caso, si fuera rayar esperaríamos un uso pronominal.

5. CONCLUSIONES De este estudio podemos extraer algunas conclusiones generales sobre la capacidad de creación neológica de los jóvenes y la imaginación de su lenguaje: • Hay más de un lenguaje juvenil. No podemos hablar propiamente de un único lenguaje juvenil, sino que las diferencias entre los jóvenes (nivel sociocultural, educativo, sexo, procedencia geográfica, etc.) nos hacen pensar en diferentes registros. Esto no significa que no podamos referirnos a unas formas de expresión estándar y a un léxico generalizado en cuanto a su frecuencia de uso. • El lenguaje de los jóvenes es básicamente oral (piénsese en el fenómeno sistemático de eliminación de la -d- en los participios de pasado), no tienen conciencia de la forma gráfica de las palabras (caso de rayar/rallar) y cuando las escriben las simplifican y reducen a través de códigos compartidos en mensajes de móvil y de chat (queli, keli, kely, kelly, quelo, kelo). Esto, lógicamente, aumenta el número y gravedad de sus faltas de ortografía. • El lenguaje juvenil es una de las principales manifestaciones de la imaginación de los jóvenes y en él es posible identificar cualquiera de los procesos habituales de formación de palabras que aparecen en una tipología de neologismos. • Los ámbitos temáticos más productivos, y por tanto los campos semánticos, para la creación neológica en el registro juvenil se repiten de generación en generación, aunque en la actual es innegable el lugar destacado que ocupan las nuevas tecnologías en la vida y en el lenguaje de los jóvenes (en la época de los sesenta, por ejemplo, las preocupaciones de índole sociopolítica tenían una impronta más fuerte en los códigos juveniles que hoy en día).

BIBLIOGRAFÍA GRIJELMO, A. (2000): La seducción de las palabras, Madrid, Santillana. — (2004): La punta de la lengua. Críticas con humor sobre el idioma y el diccionario, Madrid, Aguilar.

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PINILLA GÓMEZ, R. (2008): “Imaginación y lenguaje juvenil: claves para el éxito de la competencia neológica”, en: Vilches Vivancos, F., ed. (2008): Creación neológica y la sociedad de la imaginación, Madrid, Dykinson/Fundación Vodafone/Universidad Rey Juan Carlos, págs. 219-232. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2001): Diccionario de la lengua española, 22.ª ed., Madrid, Espasa-Calpe. En: www.rae.es, fecha de última consulta: 23-11-2009. RODRÍGUEZ, F. (ed.) (2002): Comunicación y cultura juvenil, Barcelona, Ariel. SASTRE, A. (1966): La taberna fantástica, Hondarribia, Argitaletxe Hiru. SECO, M., ANDRÉS, O. y RAMOS, G. (1999): Diccionario del español actual, Madrid, Aguilar. SOLÉ BLANCH, J. (2006): “Microculturas juveniles y nihilismos virtuales”, Textos de la Cibersociedad, 9. En: www.cibersociedad.net, fecha de última consulta: 23-112009. RECURSOS DIGITALES Diccionario de jerga juvenil “para enterarnos qué dicen y cómo nuestros jóvenes”, en: web.educastur.princast.es/proyectos/jimena/pj_ciriacomh/asp1/actividades/foro3bis .asp?page=4, fecha de última consulta: 15-04-2007. Reflexión sobre el lenguaje de los adolescentes, en: www.colombiaaprende.edu.co/html/familia/1597/fo-article-71012.pdf, fecha de última consulta: 15-04-2007.

CAPÍTULO 19

FACILITAR EL APRENDIZAJE DEL LÉXICO: CARACTERÍSTICAS GRAMATICALES DE LAS PALABRAS*

Raquel Pinilla Gómez

1. INTRODUCCIÓN Enseñar una segunda lengua (L2)/lengua extranjera (LE) supone un reto diario para todo aquel profesor que pretenda conseguir un aprendizaje eficaz y rápido por parte de sus alumnos. Los que nos dedicamos a esta apasionante tarea sabemos que no siempre es fácil ya que las características idiosincrásicas de cada situación de enseñanza/aprendizaje precisan métodos y estrategias didácticas diferentes, capaces de adaptarse a las necesidades y a los perfiles particulares de cada grupo de estudiantes. Cuando en la clase de español como lengua extranjera (ELE) distribuimos y secuenciamos la enseñanza de los diferentes contenidos del currículo, procedemos a realizar una planificación que condicionará el progreso y la manera de aprender de nuestros estudiantes. Cuando enseñamos una L2 hacemos explícitos conocimientos que para nosotros, como hablantes nativos, son implícitos –o a los que, en gran parte, hemos llegado por procesos de adquisición y no de aprendizaje– y eso implica una buena organización y una no menos buena disposición de contenidos. Enseñar una lengua es enseñar un sistema formal, con sus diferentes niveles de análisis –fonético/fonológico, morfológico, léxico, sintáctico, pragmático y contextual–, por supuesto, pero con un objetivo primordial: la comunicación. El sistema formal no es el fin en sí mismo, es la herramienta, es el qué puesto al servicio del cómo. Enseñar una lengua es una actividad altamente interdisciplinar,

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Una primera versión de este artículo se publicó por primera vez en Pinilla Gómez (2005).

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