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Comparecencia en la Comisión de Justicia del Senado sobre matrimonios homosexuales y adopción. Josetxu Linaza (Universidad Autónoma de Madrid). 20 junio 2005 EL PAPEL DE LOS ADULTOS EN LA SUPERVIVIENCIA Y EN LA CRIANZA DE LOS SERES HUMANOS. Hablar de adopción supone plantearse el complejo problema de la crianza y la educación de los niños, un fenómeno que se extiende a lo largo de muchos años y que significa la construcción y adaptación continua de una relación enormemente asimétrica en sus inicios y cuyo objetivo es lograr la autonomía del miembro más joven para que pueda incorporarse como miembro de pleno derecho en la sociedad. La paradoja de esa enorme dependencia es, precisamente, proporcionar las condiciones para una progresiva independencia. Nacemos con una gran INMADUREZ, somos mucho menos capaces de valernos por nosotros mismos que ninguna otra especie. También tenemos una prolongadísima infancia, mayor que la de ninguna otra especie, antes de poder incorporarnos como miembros activos de nuestras sociedades. El significado de esta inmadurez es una mayor flexibilidad para adaptarnos a medios muy distintos y cambiantes. Otras especies disponen de mecanismos biológicos, de preadaptaciones, que garantizan su interacción con su medio natural. Los osos pandas, por ejemplo. Están tan bien adaptados a los bosques de bambú que, cuando estos desaparecen, corren peligro de extinción). Nuestro medio es siempre un medio cultural y en permanente transformación. Debido a esta profunda inmadurez, que no nos permite siquiera el control de la temperatura corporal, SOLO SOMOS VIABLES BIOLÓGICAMENTE SI ALGÚN ADULTO NOS ALIMENTA, PROTEGE, E INTERACTUA CON NOSOTROS DE MODOS MUY COMPLEJOS, REGULARES Y ESPECIFICOS. Para desarrollarnos con normalidad (quizá podíamos decir que para poder vivir) los humanos necesitamos que nos quieran. Aunque sea muy complicado estudiar científicamente un fenómeno tan complejo como el amor, la condición para que podamos nacer tan incompletos es que alguien asuma nuestro cuidado. IMPORTANCIA Y LAS LIMITACIONES DEL CONOCIMIENTO CIENTIFICO. El conocimiento científico es uno de los productos más admirables de nuestra civilización occidental. Históricamente es muy reciente (el Renacimiento) y en nuestras vidas individuales no desarrollamos la capacidad intelectual para poder elaborarlo hasta la adolescencia (pensamiento formal piagetiano). Sería absurdo pensar que otros modos de conocimiento ( a lo largo de la historia y en nuestras vidas individuales) no ocupan lugar. Por el contrario el conocimiento científico se construye a partir de conocimientos previos, social e individualmente. Con frecuencia surge de otros más prácticos, implícitos, antes de poder ser formulados con mayor rigor y sistematicidad. Dos ejemplos pueden ilustrarlo. La Armada británica comenzó a utilizar limones y naranjas para combatir el ESCORBUTO siglos antes de que se elaborara el el conocimiento sobre la vitamina C. Miles de granjeros, y de niños, conocían la capacidad de patos y pollos para seguir un objeto en movimiento. Pero el troquelado sólo se convierte en hecho científico significativo cuando Lorenz lo identifica como mecanismo adaptativo de las aves. Está predispuesto pero sólo se pone en funcionamiento con experiencias concretas. Lo probable es que sea la pata o la gallina el primer objeto que vean y, al troquelarse a ellas, pollos y patos tienen mayores probabilidades de sobrevivir al ataque de un gato, un ave rapaz o ser atropellados por un coche. Pero es un mecanismo poco
flexible pues, si en lugar de la madre lo que ven es un globo o una máquina de tren eléctrico, los seguirán como si les fuera en ello la vida, piando y manteniendo el contacto con estímulos tan poco relevantes biológicamente. Con frecuencia los científicos simplificamos y fragmentamos los fenómenos que pretendemos estudiar para hacerlos más manejables y utilizamos metáforas o analogías para darles sentido. En la psicología hay metáforas distintas, que han sido útiles, (modelos mecánicos, modelos biológicos de especies inferiores, modelos de procesamiento de información ode ordenadores, etc..) pero es fundamental no olvidar que NO SOMOS ni ratas, ni palomas, ni ordenadores. Contexto histórico del problema de la crianza. Desde finales del S.XIX Freud plantea la relevancia de las primeras experiencias infantiles en el comportamiento adulto. Hacia mitad del siglo pasado los etólogos (Lorenz, Timbergen, Sluckin, etc..) estudian el fenómeno del troquelado en las aves. Bowlby sintetiza ambos planteamientos y resalta la importancia del apego a una figura adulta para el desarrollo humano. Lo descubre investigando la infancia de adolescentes delincuentes en Londres, huérfanos o abandonados como consecuencia de la postguerra. Harlow estudia con macacos la relevancia del AMOR (así lo llama él) en el desarrollo de los monos. Aunque las madres-maniquíes de alambre proporcionen la alimentación, las crías de macaco NECESITAN el contacto ventro-ventral con las de felpa. Estas figuras maternas son imprescindibles, como base segura, para poder explorar el ambiente. Sin poder acceder a ella caen en una depresión profunda y muestran conductas de autoestimulación y gran pasividad. Spitz observa conductas parecidas en bebes humanos criados en instituciones (hospitales, orfanatos, etc..) y define el síndrome de hospitalismo. Las preguntas que nos hacemos los científicos no surgen de la nada, están relacionadas con conocimientos previos no científicos y con los contextos históricos y sociales concretos en los que vivimos. Todas las culturas se plantean preguntas sobre el origen del mundo, de los seres humanos, sobre la muerte, et… y todas las culturas elaboran explicaciones más o menos elaboradas a estas grandes preguntas. Un papel esencial de la ciencia es convertir en problemático, en preguntarse, por lo que parece evidente. Presuposiciones “evidentes” Hace no muchos años, ante la separación de una pareja por adulterio, era “evidente” que el padre adúltero no podía proporcionar un entorno aceptable para la educación de sus hijos. Hoy, sin embargo, pensamos que la fidelidad conyugal no determina la capacidad o competencia de un progenitor para educar y criar a sus hijos. También se daba por supuesto que, en los casos de padres separados, las dificultades escolares o los problemas de conducta de los hijos, estaban directamente relacionados con esa situación. Hoy sabemos que uno de los factores que más incide en este tipo de dificultades son precisamente los conflictos entre los padres, aunque no haya separación ni divorcio. Los ser humanos tenemos una tendencia a generalizar a partir de casos concretos. Forma parte del proceso de conocimiento y es cognitivamente económico porque nos permite anticipar cómo es el mundo o como son otros seres humanos. Pero con frecuencia nos
conduce a conclusiones erróneas. Así sucede en el caso de los prejuicios. Y esta tendencia es fácil de observar cuando generalizamos a partir de acontecimientos que llaman poderosamente la atención: suicidios, crímenes, muertes por sobredosis de drogas, videojuegos con contenidos agresivos o sexuales, etc… Tendemos a describir una realidad compleja y heterogénea a partir de pocos y muy llamativos casos. Por eso los estudios científicos son importantes, para situar esos acontecimientos concretos en un marco mucho más general. Para ello es importante tener el mayor número de casos posibles (datos empíricos), ser sistemáticos en el modo de recogerlos, utilizar procedimientos adecuados, controlar las posibles contaminaciones de unos factores en otros, etc… Esta información sin duda puede ser de gran utilidad a quienes tienen que tomar decisiones sobre individuos concretos (padres, educadores, profesionales, jueces, legisladores, etc..). Pero los científicos no tienen respuestas concretas para los casos concretos. Limitaciones del conocimiento científico. Para empezar hay buenas y malas investigaciones. No todo lo que se investiga y publica tiene la misma calidad. Nuestros conocimientos son siempre relativos, limitados por los instrumentos que utilizamos, la población estudiada, las teorías disponibles, el contexto social e histórico concreto, etc.. Cometemos errores y, en ocasiones, tenemos que rectificar ante la evidencia de datos e interpretaciones proporcionados por otros investigadores. Luego me referiré a algún caso concreto, relacionado con el tema que nos ocupa, en el que los propios investigadores terminaron reconociendo el error de su trabajo. No hay estudios perfectos (todos son limitados y mejorables) pero, cuando se van acumulando datos congruentes en contextos distintos y con sujetos diferentes, la “objetividad” aumenta. Muchos estudios tratan de responder a preguntas muy específicas, en contextos históricos y políticos concretos. Su elaboración es lenta. Con frecuencia investigaciones posteriores matizan y sitúan en perspectivas distintas los hallazgos logrados. Por ejemplo, cuando en un estudio se plantea la influencia de “madres solteras” en el desarrollo infantil, en muchos casos esos primeros estudios la condición de “soltera” enmascaraba factores socioeconómicos, actitud del grupo social más amplio hacia la madre, etc.. Hoy una muestra de “madres solteras” hace referencia a un grupo muy heterogéneo de mujeres, muchas de las cuales han optado de modo consciente por una forma de maternidad diferente a la más convencional de parejas. Incluir en un mismo grupo de “solteras” a madres cuyas condiciones personales y sociales son muy distintas contaminará los resultados y nos impedirá entender la dinámica de esos modos de crianza. No todos los métodos son igualmente válidos. Los datos se pueden lograr por observaciones directas, cuestionarios, diarios, etc.. Y pueden responder a una sola toma de un conjunto de sujetos de diferentes familias, edades, etc.. (métodos transversales), o pueden seguir el proceso de desarrollo y crianza de un conjunto de sujetos a lo largo del tiempo (métodos longitudinales). Estos últimos son los de mayor valor científico pero son también los más costosos en tiempo y dinero. Finalmente hay preguntas que no pueden tener respuesta directa mediante estudios empíricos. Podemos valorar el efecto que produce, por ejemplo, el conocimiento de los padres biológicos en niños adoptados. Pero el “derecho” a conocer la identidad de sus progenitores se enmarca en una perspectiva claramente diferente de las investigaciones
“empíricas”. De hecho los sistemas jurídicos no son insensibles a estos cambios de perspectivas históricas, sociales. Un mismo “hecho” no se valora igual en un sistema jurídico en el que está aceptada la posibilidad de ser “propietario” de otro ser humano (la esclavitud), o de poder disponer de la vida del presunto culpable (pena de muerte). Estudios de fenómenos relacionados con la adopción. Muy brevemente me voy a referir a un conjunto de fenómenos estudiados desde mediados del siglo pasado y relacionados con la adopción. Dos conclusiones claras de los mismos es que los seres humanos, aunque tengamos una serie de capacidades previas para interactuar con niños pequeños, aprendemos a ser padres mientras llevamos a cabo nuestras tareas de progenitores, tanto las mujeres como los varones. Segundo, la crianza en instituciones, sin adultos de referencia que nos proporcionen atención y cariño en interacciones regulares y bien estructuradas, tiene unos efectos muy negativos sobre una gran proporción de niños. Ante la disyuntiva de adopción o institucionalización, siempre es aconsejable la primera (Shaffer, 1990,1994). 1. Se ha puesto remanifiesto la relevancia de estos primeros vínculos para el desarrollo humano. 2. Normalmente estas relaciones tan significativas se establecen en torno a los 7, 8 meses 3. Pueden también establecerse más tarde pero se incrementa la probabilidad (nunca la determinación, como señala por ejemplo Boris Cyrulnik en “Los patitos feos”) del síndrome del “carácter sin afecto” de Bowlby. De los importantes estudios de B.Tizard sobre el tema, la conclusión más relevante para nosotros es que el factor que mejor predice el buen desarrollo de los hijos adoptados es EL COMPROMISO SIN RESERVA DE LOS PADRES. Comparando grupos de niños adoptados a edades diferentes, o con hijos que se criaban con sus madres biológicas solteras, el mejor desarrollo de los adoptados venía determinado por el mayor tiempo, afecto y energía de los padres adoptivos, las actividades conjuntas que realizaban con sus hijos. Eran padressuper, o super-padres, porque la paternidad ocupaba un lugar muy destacado en su vida diaria. Debe resaltarse el grado con el que los padres adoptivos DISFRUTABAN el ejercicio de dicha paternidad. 4. Apego maternal o instinto de madre. La posible existencia de un “instinto maternal” (muy presente en las creencias populares) lo plantearon Klaus y Kennell. Una especie de mecanismo biológico de los adultos complementario del que genera el apego en los bebés. Para su desencadenamiento era fundamental el primer contacto físico entre madre e hijo nada más parir. Estudios posteriores mostraron que no hay ningún dato empírico que valide este instinto maternal. El matrimonio Sluckin advertía hace muchos años sobre la utilización ideológica de ese supuesto “instinto materno” para justificar políticas sociales que dificultaran el acceso de las mujeres al trabajo. Varios años después los propios Klaus y Kennell reconocieron su error. Sin embargo, durante años, su propuesta provocó peculiares prácticas médicas y sociales atribuyendo a esta falta de contacto todo tipo de problemas ulteriores de los niños. 5. Diferencias entre la crianza por padres biológicos o adoptivos. Relacionado con el problema de la adopción por parejas homosexuales está la cuestión de si pueden establecerse, a edades más tardías, estos vínculos afectivos con otros adultos que no son los padres biológicos. Los estudios muestran que sí,
que los padres adoptivos son perfectamente capaces de criar bien a sus hijos adoptivos e, incluso, mejor que sus madres biológicas cuando éstas se encuentran en las circunstancias que dan lugar a plantearse la adopción. Como vimos en estudios como el de B.Tizard, lo fundamental es el compromiso con los hijos, la historia concreta de las interacciones con ellos. 6. Participación del varón en la crianza. El modelo de padre y madre como norma es limitado. En otras culturas existen modos diferentes de crianza. En Africa hoy muchos niños son criados por sus hermanos mayores, como hemos tenido ocasión de comprobar personalmente en Madagascar. Además, la división de roles MASCULINO/FEMENINO está atravesando también transformaciones profundas en nuestra sociedad. Hay, al menos, tres factores que contribuyen a cambios profundos en la crianza: a) la incorporación de la mujer, de modo permanente, al trabajo b) la mayor autonomía e independencia de la mujer, su lucha contra la sumisión que era norma en la sociedad machista. c) Profundos cambios tecnológicos que permiten, fomentan y facilitan la participación del varón en la crianza (leche artificial, pañales, chupetes, etc..) y en el trabajo doméstico (lavadoras, aspiradores, microondas, etc..). La participación exclusiva de la madre en la crianza será cada vez un fenómeno menos frecuente. En los casos de divorcio cada vez es mayor el número de padres varones que solicita la custodia. Es una consecuencia lógica de su mayor implicación en la crianza. Varios estudios muestran que, al comparar padres y madres en su competencia para criar a sus hijos, el factor fundamental que les diferencia es si su tarea es primaria o secundaria, si son ellos quienes se responsabilizan prioritariamente o si su tarea es solo de apoyo al progenitor primario. Cuando se comparan progenitores primarios, no hay diferencias entre hombres y mujeres. Sí las hay cuando se hace entre primarios y secundarios (sean varones o mujeres). 7. ¿Necesitan los hijos una figura de padre y otra de madre? Es una creencia muy extendida. Es evidente que muchos niños se crían en contextos familiares muy diferentes al supuestamente NORMAL (Y QUE SE CONVIERTE EN NORMA). Siempre ha habido otros contextos: p,ej. Madres y padres viudos, separados, madres solteras, etc.. La creencia se pretende apoyar en la necesidad de ambas figuras para que niños y niñas puedan adquirir su rol sexual que, en esta perspectiva tradicional significaba ACTIVO, SEGURO Y COMPETITIVO, para los varones, y COOPERATIVA, SUMISA Y SENTIMENTAL, para las niñas. Los estudios sobre padres separados muestran que esta dicotomía de roles se modifica como resultado de la separación y de las tareas nuevas que asume cada cónyuge. Madres y padres puntúan simultáneamente más alto en rasgos masculinos y femeninos. Y los hijos de esos matrimonios separados también muestran una mayor androginia. Probablemente estos estudios ponen de manifiesto una tendencia de la propia sociedad, como consecuencia de las profundas transformaciones que ha provocado la incorporación de la mujer al trabajo, a reducir la dicotomía tradicional masculino/femenino. Las mujeres necesitan desarrollar características antes sólo atribuidas a los varones (activas, seguras, competitivas) y éstos necesitan desarrollar las atribuidas a las mujeres para poder participar con eficacia en la crianza de sus
hijos (cooperativos, sensibles). Creo que la sumisión deja de ser una característica deseable para nadie. Los datos de la última encuesta del CIS muestran este profundo cambio de la estructura familiar en España. La familia normal YA NO ES LA NORMA (45%), mientras que otras familias alternativas (parejas sin hijos 21%; madres solteras 9,5%; padres solteros 2%; ) crecen significativamente. El tipo de hogar más frecuente es el unipersonal (20%). Los datos aportados por la Profesora Mª del Mar González, autora de la primera investigación en España sobre el desarrollo de los hijos de parejas homosexuales, coinciden con los de más de 40 estudios realizados en otros paises: 1) chicos y chicas de familias homoparentales no difieren de los criados con progenitores heterosexuales en ningún área del desarrollo intelectual o de la personalidad (autoestima, ajuste personal, desarrollo moral, etc..). 2) Tampoco difieren en identidad sexual, identidad de género u orientación sexual. 3) Mantienen relaciones normales con sus compañeros y son tan populares entre ellos como los hijos e hijas de padres heterosexuales. 4) Las únicas diferencias encontradas en algunos de estos estudios es que los hijos de familias homoparentales son más flexibles y más dispuestos a aceptar la diversidad entre los seres humanos que los de familias heterosexuales. La Asociación de Psicología Americana tiene disponible en su página web (http://www.apa.org/pi/parent.html) un resumen de los datos procedentes de estos 43 estudios empíricos, así como una reseña de 58 artículos y capítulos de libros sobre el tema. En la misma página web puede encontrarse una excelente síntesis de Charlotte J.Patterson, profesora de la Universidad de Virginia,. La conclusión de todos estos estudios empíricos y análisis de los datos de tantos investigadores es unánime: NO HAY UN SOLO ESTUDIO EMPÍRICO QUE MUESTRE ALGUNA DESVENTAJA EN EL DESARROLLO DE LOS HIJOS DE PAREJAS HOMOSEXUALES. Tras lo expuesto sobre los padres adoptivos y de destacar la importancia que tienen las historias concretas de interacciones con los padres, en las vidas de todos los seres humanos, es lógico pensar que la implicación de éstos en el cuidado y educación de sus hijos sea equivalente a la de las parejas heterosexuales. No hablamos de abstracciones, hablamos de niños que tienen ya la desgracia de no ser criados por sus padres. La opción entre vivir en una institución o ser adoptados por adultos que les quieran no ofrece duda. Sabemos los efectos devastadores que la institución genera en su desarrollo. ¿En función de qué dudas podemos negarles su derecho a crecer en el mejor entorno posible?. La aparente neutralidad de ese “esperar y ver” les condena a no poder disfrutar del cuidado y el cariño de los adultos que desean adoptarles. Esa lógica llevaría a impedir ningún matrimonio, incluidos los heterosexuales, hasta que la sociedad tuviera la seguridad de que esos progenitores están capacitados para serlo, una especie de “permiso de paternidad”. ¿Querrían ser los obispos también quienes realizaran el examen?. Se puede entender el desconcierto de una parte de nuestra sociedad ante los profundos cambios que se están produciendo. En España se encarcelaba a los homosexuales, se ha mantenido durante mucho tiempo la falsa creencia de que se trataba de una enfermedad mental. Algunas personas siguen sin aceptar la libertad de otros seres humanos para elegir orientaciones sexuales diferentes a las suyas. Y
seguro que se escandalizan, con razón, cuando conocen las torturas infligidas a niños y niñas africanos por seguidores de dogmáticas religiones en Londres con la excusa de ahuyentar supuestas posesiones demoníacas. Son prácticas que también ha realizado en otros tiempos la Iglesia Católica. La pretensión de imponer a los demás por la fuerza nuestras creencias y nuestros valores provoca enormes e injustificables sufrimientos en muchísimos seres humanos. En este debate uno tiene la impresión de que algunos encuentran mas inspiración en Herodes que en el Jesucristo al que apelan.