Informalidad y Pobreza en Argentina. Luis A. Beccaria, Universidad Nacional de General Sarmiento

Informalidad y Pobreza en Argentina Luis A. Beccaria, Universidad Nacional de General Sarmiento INTRODUCCION Argentina experimentó a lo largo de los

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Informalidad y Pobreza en Argentina Luis A. Beccaria, Universidad Nacional de General Sarmiento

INTRODUCCION Argentina experimentó a lo largo de los años noventa y durante el inicio de la década siguiente un persistente deterioro de la situación laboral y un empeoramiento del panorama distributivo, siendo el marcado aumento de la pobreza uno de los rasgos distintivos. La relación entre ambos desarrollos es muy estrecha y los mecanismos a través de los cuales la dinámica del mercado de trabajo afectó la desigualdad han sido ya analizados desde diferentes perspectivas.1 Aspectos tales como las crecientes brechas entre las remuneraciones de trabajadores más o menos calificados o los cambios en la estructura ocupacional – caracterizada, entre otros aspectos, por un aumento de puestos precarios– aparecen como factores relevantes. El presente documento se ubica dentro de esta temática y focaliza la atención en el estudio de la asociación entre informalidad y pobreza. Es conocido que quienes trabajan en puestos o empresas informales suelen tener una propensión, mayor que otros ocupados, a obtener ingresos bajos, lo cual llevaría a que sea más elevada la probabilidad que los hogares a los cuales ellos pertenecen acumulen un ingreso inferior a la línea de pobreza. Esta perspectiva estática es también válida para un análisis dinámico –como estaba sugerido en el párrafo anterior– en tanto un aumento en la informalidad podría se una de las fuentes del crecimiento de la pobreza. Más específicamente, el objetivo del documento es analizar información cuantitativa que aporte evidencias acerca de la intensidad del efecto de la informalidad sobre la pobreza y respecto de los mecanismos a través de los cuales se verifica tal influencia. La relación entre ambos fenómenos se estudiará en detalle para un período reciente (el segundo semestre de 2005), pero también se realizará una evaluación dinámica, considerando el período 19932005. El primero de esos años marca el inicio de una fase de sostenido e importante crecimiento de la incidencia de la pobreza que se extiende hasta 2002 mientras que a partir de ese año se advierte un descenso.

1

Véase, por ejemplo, Altimir, O. y L. Beccaria (1999) Efectos de los cambios macroeconómicos y de las reformas sobre la pobreza urbana en la Argentina San Miguel: Universidad Nacional de General Sarmiento; Gasparini, L., M. Marchionni y W. Sosa Escudero (2002) “Characterization of inequality changes through microeconometric decompositions. The case of Greater Buenos Aires”, Bourguignon, François; Francisco Ferreyra y Nora Lustig (eds.) The microeconomics of income distribution dynamics, Nueva York: World Bank y Oxford University Press; 1

La discusión de la relación entre pobreza e informalidad se efectuará recurriendo a las dos perspectivas con las que suele abordarse el análisis de esta última dimensión y que han quedado establecidas en las últimas recomendaciones de la Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo.2 1. ASPECTOS METODOLOGICOS En esta sección se describirán algunos aspectos de la metodología a utilizar en el análisis de la información estadística que permitirá analizar la relación entre informalidad y pobreza. Cuestiones de detalle sobre ciertas técnicas de análisis empleados serán indicadas en las secciones en las cuales se discuten los resultados de las mismas. 1.1. La fuente de información a emplear La información a utilizar surge de procesamientos propios de las bases de datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de INDEC. En 2003 se produjo un cambio importante en las características de este relevamiento ya que pasó de ser un operativo puntual (con dos ondas anuales, en mayo y octubre) a otro de tipo continuo, que permite realizar estimaciones trimestrales para algunas variables, y semestrales para otras (entre ellas, la incidencia de la pobreza). Adicionalmente, se introdujeron cambios al formulario que limitaron la comparabilidad de los datos referentes a ciertas categorías entre ambos subperíodos (1993 – 2003 y 2003 – 2005). Resulta posible, sin embargo, analizar las variaciones en el tiempo entre estos subperíodos debido a que existe un período común –o que puede considerarse razonablemente “común”– a ambos: el segundo trimestre de 2003. Efectivamente, en mayo se realizó la última onda de la encuesta puntual mientras que se cuenta con la base correspondiente, precisamente, al segundo trimestre de ese año de la continua. Las estimaciones realizadas para los períodos cubiertos por la encuesta puntual – octubre de 1993, 1998 y 2001 y mayo de 2003– abarcan 14 aglomerados3 de un total de 28 relevados a lo largo de esos años. Ello obedece a que para la primera de esas observaciones sólo se dispuso de las bases de microdatos de ese subconjunto de áreas. Para los períodos

2

Véase, por ejemplo, Hussmanns, R. (2004) Measuring the informal economy: from employment in the informal sector to informal employment, OIT, Documento de Trabajo N°53

3

Los aglomerados son: Comodoro Rivadavia – Rada Tilly, Córdoba, Gran Buenos Aires, Jujuy, La Plata, Mendoza, Neuquén, Paraná, Rosario, Salta, San Luis, Santa Rosa, Tucumán y Ushuaia / Río Grande. 2

posteriores, las estimaciones realizadas con la información de la encuesta continua (segundo trimestre y segundo semestre de 2003 y segundo semestre de 2005) cubren los 28 aglomerados relevados por ese relevamiento. La desagregación geográfica de la información se efectuará teniendo en cuenta las seis regiones que define INDEC. 1.2. La medición de la informalidad Como se mencionó más arriba, se tendrán en cuenta los dos enfoques de informalidad usualmente considerados: aquel que atiende a las características del establecimiento y el que se basa en las correspondientes al puesto de trabajo. De acuerdo a la primera perspectiva, se identificaría como “empleo en el sector informal” (ESI) a quienes están ocupados en unidades productivas pequeñas, no registradas legalmente como empresas, propiedad de individuos u hogares y cuyos ingresos o patrimonio no es posible diferenciarlos de los correspondientes a los de sus dueños. A su vez, algunos ocupados trabajan en un “empleo informal” (EI) en tanto la relación laboral no cumpla con las normas del trabajo establecidas en el país. Estrictamente, las recomendaciones internacionales sólo plantean diferencias entre ambos enfoques para los asalariados ya que la condición del puesto laboral de los empleadores, trabajadores por cuenta propia y miembros de cooperativas de productores se deriva de la característica de la firma en la cual trabajo: constituyen empleos informales aquellos que detentan los ocupados de estas categorías que trabajan en una empresa del sector informal. Por su parte, todos los trabajadores familiares auxiliares detentan puestos informales. En cambio puede haber ocupados informales en empresas formales y ocupados formales en empresas informales cuando se trata de asalariados. Por lo tanto, la siguiente clasificación de la ocupación toma en cuenta ambos criterios: No asalariados 1

Formales

2

Informales Asalariados del Sector formal

3

Empleo formal

4

Empleo Informal Asalariados del sector informal

5

Empleo formal

6

Empleo Informal

7

Servicio doméstico y trabajadores familiares auxiliares

3

El agregado del ESI sería la suma de las categorías dos, cinco y seis. Por su parte, el del EI surgiría de sumar las categorías dos, cuatro, seis y siete. A este último debería también incorporarse a los beneficiarios de planes de empleo que realizan la contraprestación laboral. Para ciertos análisis, sin embargo, se trabajará con agregados que excluyan algunos componentes, como por ejemplo, los ocupados en planes de empleo. También se identificarán y analizarán por separado los agregados de asalariados registrados y asalariados no registrados. Los relevamientos a hogares suelen tener limitaciones para indagar diferentes variables relativas a las características de los establecimientos o empresas en los cuales trabajan los asalariados. Resulta, en cambio un instrumento más adecuado para relevar los rasgos del puesto de trabajo. Esa limitación –más la que impone los objetivos propios de la EPH– hacen que ella no investigue dimensiones que permitan clasificar a los establecimientos entre aquellos formales e informales de acuerdo a lo planteado por las recomendaciones de la 15° CIES. Por lo tanto, se recurrirá –siguiendo un criterio que cuenta con una larga tradición en América Latina– al tamaño del establecimiento como criterio básico para distinguir ambos grupos, considerando como formales a todos aquellos en los que trabajan más de cinco personas. También se incluye en este conjunto a las unidades del sector público –no sólo de la administración pública sino todas las dependencias de los estados nacional, provinciales o municipales–. Asimismo, los cuenta propia y patrones profesionales fueron considerados parte del sector de no asalariados del sector formal. Esta última decisión no reflejaría estrictamente la recomendación internacional en tanto no tendría porqué haber un tratamiento diferente respecto de este grupo en lo que respecto a los criterios para decidir su inclusión en el sector formal o el informal. Sin embargo, se consideró convenientes su diferenciación teniendo en cuenta el propósito de esta investigación, que es el de relacionar la informalidad con la pobreza. Dado que la EPH tiene como un objetivo central el estudio de la situación de empleo, permite caracterizar el grado de cumplimiento de la legislación sobre seguridad social. Un empleo asalariado, corresponda a empresas formales o informales, se considerará informal si al trabajador no se le efectúan descuentos para el sistema de seguridad social. El cambio que experimentó la EPH en 2003 no afecta esta definición ya que las variables necesarias para implementar la clasificación se relevaban antes de 2003 y se lo continúa haciendo en el operativo actual. La distinción entre empresas y empleos formales sólo podrá hacerse para la ocupación principal debido a que la encuesta no caracteriza los empleos secundarios. 4

1.3. La medición de la pobreza El cálculo oficial de la incidencia de la pobreza e indigencia –que se efectúa con los datos de la EPH– abarca a todos los aglomerados relevados por la encuesta desde 2001, previamente se refería exclusivamente al Gran Buenos Aires. La razón que explica esta situación es que sólo se contaba con un cálculo de la línea de pobreza e indigencia para el Área Metropolitana. En ese año se realizó un cálculo de las diferencias regionales del costo de la canasta las que, aplicadas al valor de la línea del GBA, permitió estimar las de cada una de las seis regiones identificadas por INDEC. Estas relaciones se mantuvieron fijas para los años posteriores, incluso luego del cambio que experimentó la encuesta. En este documento, se efectuarán estimaciones de la incidencia de la pobreza para períodos anteriores a 2001 no sólo para GBA sino para los otros 13 aglomerados para los cuales se cuenta con las bases de microdatos. Para ello, se utilizó el mismo método que emplea el INDEC a partir de ese año, esto es, mantener las diferencias estimada para 2001 entre los valores de la línea correspondiente al GBA y las de cada región. Los valores de incidencia de pobreza para los segundos semestres de 2003 y 2005 que se emplearán en este trabajo difieren levemente de las oficiales ya que se utilizó el ponderador correspondiente a individuos, que no es el que emplea INDEC en las estimaciones oficiales de pobreza y distribución del ingreso.4 La existencia de dos ponderados hace que tenga que elegirse uno u otro al momento de construir tablas que tomen en cuenta simultáneamente el ingreso por un lado, y otros atributos del hogar o del individuo, por el otro. Se prefirió, en este trabajo, replicar la estructura de empleo que estima INDEC a costa de no hacerlo con la incidencia de la pobreza. De cualquier manera, las diferencias son de menor relevancia y no alteran los análisis a realizar. Como se señaló más arriba, resulta conveniente contar con información producida con la versión continua de la EPH para el mismo período (o para uno similar) al de la última onda de la versión puntual. Por lo tanto, se efectuarán estimaciones recurriendo a la base del segundo trimestre de ese año. Como ésta no identifica a los hogares pobres fue necesario proceder a determinar la condición de pobreza de cada uno. Ello se efectuó de manera aproximada a través de la comparación del valor de las líneas de pobreza promedio del trimestre con el ingreso de cada hogar. Tuvo que recurrirse a este procedimiento al no contarse con la información acerca del mes en qué se realizó cada entrevista.

4

Desde 2003 los cálculos oficiales de incidencia de pobreza emplean un ponderador que contempla la no respuesta de ingresos. 5

2.

LA IMPORTANCIA ACTUAL DE LA INFORMALIDAD Y DE LA POBREZA Y SU EVOLUCION RECIENTE En esta sección se analizarán, por separado, los niveles y algunas características de la

incidencia de la informalidad y la pobreza por ingresos en la Argentina en 2005. Asimismo, se examinará su evolución, especialmente desde principios de los noventa aunque también se ubicará este desarrollo en un contexto temporal más amplio como es el del período de persistente deterioro de la situación social que se inicia a mediados de los setenta. 2.1. La informalidad en la estructura del empleo urbano (a) La situación a fines de 2005 Más de la mitad del empleo urbano argentino de la segunda mitad de 2005 puede caracterizarse como informal, correspondiendo 42% a la suma de los asalariados no registrados (excluido servicio doméstico, familiares y planes de empleo) y los no asalariados de pequeños establecimientos. El resto corresponde al servicio doméstico y a los planes de empleo. Desde la perspectiva del sector informal, su ocupación significa el 38% (Cuadro 1).

CUADRO 1 La informalidad en la estructura del empleo. Conjunto de las áreas urbanas del país (%) Oct93 No asalariados formales No asalariados informales Asalariados sector formal registrados Asalariados sector formal no registrados Asalariados sector informal registrados Asalariados sector in formal no registrados Servicio Doméstico Trabajadores familiares Planes de empleo Total Con planes EI ESI Asal no reg + serv dom+planes Asal no reg + planes de empleo Asal no reg

Oct98

Oct01

May03

II trim 2003

II sem 03

II sem 05

4,5 23,4 38,7 8,3 5,7

4,5 19,4 39,1 11,2 5,5

4,3 21,2 37,9 9,4 5,2

4,4 20,7 34,2 9,7 5,0

4,2 20,8 30,1 7,7 6,3

4,7 19,6 30,9 8,7 5,8

5,4 18,4 34,1 9,5 5,9

10,3 7,9 1,3 0,0 100,0

11,8 7,3 1,3 0,0 100,0

12,1 7,6 0,8 1,4 100,0

11,2 6,8 1,0 7,0 100,0

14,5 7,8 1,6 7,0 100,0

14,4 7,5 1,7 6,7 100,0

14,0 7,7 1,2 3,7 100,0

51,1 39,4 26,5 18,6 18,6

50,9 36,7 30,2 23,0 23,0

52,5 38,6 30,5 22,9 21,5

56,4 36,9 34,7 27,9 20,9

59,4 41,6 37,0 29,2 22,1

58,6 39,7 37,4 29,9 23,1

54,6 38,4 34,9 27,2 23,6

Sin planes

6

EI ESI Asal no reg + serv dom Asal no reg

51,1 39,4 26,5 18,6

50,9 36,7 30,2 23,0

51,8 39,1 29,5 21,8

53,1 39,7 29,8 22,5

56,3 44,7 32,2 23,8

55,6 42,6 32,8 24,8

52,8 39,8 32,4 24,5

Nota: Ver Cuadro 4

Fuente: Estimaciones propias sobre la base de la EPH del INDEC

Otros rasgos de interés de la estructura ocupacional que toma en cuenta el criterio de informal es que sólo el 40% del empleo está compuesto de asalariados registrados o que el 37% del conjunto de los asalariados (excluido servicio doméstico, familiares y planes de empleo) no tiene cobertura de la seguridad social. Si bien la mayor parte del empleo informal se concentra en unidades pequeñas, más de un quinto de los obreros y empleados de empresas formales (con más de cinco ocupados) son no registrados, y en esas firmas trabaja el 41% del total de los asalariados informales. Dos regiones mostraban una mayor participación de los empleos informales en sus estructuras ocupacionales (véase Gráfico siguiente): noroeste (NOA) y noreste (NEA) –donde alcanza 64% y algo menos de 63% respectivamente que se compara con valores 10 puntos inferiores del promedio del país–. Esa diferencia está explicada en gran parte por la mayor presencia de planes de empleo pero también de no asalariados informales. De cualquier manera, no se advierte que resulte más elevada la proporción del ESI –agregado que exhibe mayor similitud entre regiones– ya que existen relativamente menos asalariados del SI. Ello sugiere que el sector informal de las áreas urbanas del norte es aún menos estructurado que en las ciudades del resto del país y está conformada, en mayor medida, por muy pequeñas unidades y trabajadores por cuenta propia. La región más disímil respecto tanto al promedio como a cada una de las restantes, es la Patagónica, con bajos porcentajes de empleos informales y ESI. La relativamente elevada importancia de las ocupaciones formales que allí se registra obedece a la que tiene el empleo público en las ciudades del sur que releva la EPH.

7

La informalidad en el empleo de las diferentes regiones. Segundo semestre de 2005 70

EI

63,9

62,5

ESI

60

57,6

Asal no reg + serv dom+planes

54,8

53,1

Asal no reg + planes de empleo Asal no reg

(% del empleo total)

50

42,1 40

41,6

40,4

38,9

38,6

37,6 34,7

27,0 24,3

37,0

34,1

30,4

30,4 30

38,1

33,7

30,2

26,7

26,6

24,7

23,3

24,2

22,5

21,6

20

17,5 15,2

10

0

II2003 Area Metropolitana

Pampeana

NOA

NEA

Cuyo

Patagonia

La relevancia de la informalidad también varía de acuerdo a la rama de actividad (véase gráfico siguiente), encontrándose el patrón esperado. Construcción, Comercio y Transporte tienen las mayores concentraciones tanto del empleo informal como del ESI, lo cual refleja la elevada presencia de trabajadores no asalariados y asalariados no registrados, de pequeños establecimientos. La no-registración es también importante en la industria. La informalidad en el empleo de diferentes sectores. Excluido planes de empleo. 2° semestre 2005 100 90

EI ESI Asal no reg

85,8

80

76,0 70,7

70

65,6 57,9

60 (%)

51,0 50 40

45,6

45,2

38,3

38,0 31,8

40,3 37,1

36,6

36,0 34,9

29,3

30

25,8

27,1 28,1 24,3

20 10 0 Industria

Construccion

Comercio

Transporte

Servicios Sociales

Finanzas y servicios a las empresas

Otros

8

(b) La evolución de la informalidad en el marco de la dinámica del mercado de trabajo Las dificultades laborales de los noventa, y la larga recesión que se extendió entre 1998 y 2002, produjeron un crecimiento de magnitud de la participación del empleo informal entre 1993 y 2003, período durante el cual ganó cinco puntos porcentuales (Cuadro 1). Sin embargo, ello se explica en buena medida por la aparición de los Planes de Jefes de Hogar (PJH) ya que cuando se excluye a los beneficiarios de los programas de empleo, el aumento en la participación del EI se reduce a menos de la mitad. La evolución de este agregado estuvo acompañada de cambios importantes en su estructura ya que los asalariados no registrados y los planes de empleo expandieron su presencia mientras que se advierte una disminución de la correspondiente a los no asalariados informales. La dinámica del EI agregado y de sus componentes difiere entre las fases que se han identificado a lo largo del período 1993-2003. Su importancia en el empleo total no se alteró entre el primero de esos años y hasta 1998, cuando la economía atravesó un período expansivo (interrumpido momentáneamente por la recesión del Tequila, en 1995). Sin embargo, durante este período se registró el aumento más significativo de la participación de los asalariados no registrados, el que fue compensado por una fuerte disminución de la correspondiente a no asalariados informales. En cambio, entre 1998-2003 –lapso que comprende casi por entero a la larga recesión iniciada en 1998 y que concluyó a mediados de 2002– se incrementó la importancia del conjunto del EI, explicado por la aparición de los PJH y el aumento de la presencia de los no asalariados. El aumento relativo exhibido por el este agregado entre 1993 y 2003 se revierte plenamente durante los años posteriores, por lo que las cifras de 2005 parecen ser sólo levemente superiores a las de 1993 aun considerando a los puestos generados por el plan jefes. La disminución experimentada durante la recuperación obedeció a la declinación de la participación de los no asalariados informales y los planes de empleo. La importancia relativa del conjunto de los asalariados no registrados en el empleo total se mantuvo sin grandes cambios, aunque vino reduciéndose durante 2004 y, especialmente, 2005; en términos de su participación en el conjunto de los asalariados, la tendencia declinante se inició en el segundo semestre de 2003. La dinámica exhibida por el mercado laboral desde principios de los noventa tampoco da cuenta del tamaño relativo del ESI de 2005. Este habría sido incluso bastante menor que el registrado en 1993 producto del descenso de la participación de los no asalariados informales –la mencionada reducción entre 1993 y 1998 fue de una magnitud mayor que el aumento posterior– y de la estabilidad de la correspondiente al empleo asalariado de establecimientos pequeños. Precisamente, la dinámica del ESI –y, en particular, de los trabajadores por cuenta propia– durante los noventa resulta un aspecto destacado del panorama laboral del período ya que, a diferencia de otros países de la región, no operó como alternativa al desempleo, mostrando un leve comportamiento contracíclico sólo entre 1998 y 2001.

9

En resumen, en el contexto de una situación ocupacional de una gravedad no registrada en el país al menos desde la posguerra, con niveles de desempleo que pasaron del 9.3% en 1993 al 15.6% en 20035, el ESI no modificó su presencia en el empleo total. Se produjo, en cambio, un avance marcado en la correspondiente a los asalariados no registrados que explica enteramente la expansión –también modesta con relación a las dificultades laborales– de la participación del EI. El rasgo principal que exhibió la estructura ocupacional del período fue, entonces, el importante avance de los asalariados precarios (excluido el servicio doméstico y los planes de empleo), que pasaron de representar el 29% del conjunto de puestos asalariados en 1993 al 41% diez años después. Lo acontecido con el sector informal sugiere que las reformas estructurales también afectaron negativamente las posibilidades de crecimiento de algunas de las actividades que lo conforman y sólo durante la recesión iniciada en 1998 parece haberse comportado como en otros países de la región. El difícil marco laboral, en cambio, habría sido un entorno propicio para la precarización del empleo asalariado, proceso que fue más intenso en las empresas formales. Durante la fase de crecimiento iniciada a fines de 2002 se redujo tanto la participación del ESI como del EI en el empleo total, movimiento asociado fundamentalmente a la disminución de los no asalariados; a su vez, se registró una caída, leve, de la presencia de no registrados en el conjunto de los asalariados. A juzgar por las cifras del GBA, el comportamiento declinante del ESI observado desde 1993 habría comenzado algunos años antes, pero significó una modificación de aquel que caracterizó al período de estancamiento e inestabilidad macroeconómica que se extendió desde mediados de los años setenta hasta principios de los noventa (véase Cuadro 2). La participación en la ocupación total de ese agregado correspondiente a 1991 superaba en más de nueve puntos a la de 1974 en la principal área metropolitana del país. Ella vino creciendo tanto por el aumento de la presencia de no asalariados informales, pero especialmente de los asalariados informales, especialmente no registrados. Fue un período, entonces, donde la escasa creación de puestos de trabajo asalariados cubiertos por la seguridad social en empresas formales estuvo asociada a un crecimiento de la informalidad; el desempleo, en cambio, creció sólo moderadamente y recién hacia fines de los ochenta. Resulta este, por tanto, un comportamiento diferente del analizado para los años noventa. CUADRO 2. La informalidad en la estructura del empleo del Gran Buenos Aires Oct-74

No asalariados formales

5

4,0

Oct-80

4,9

Oct-86

4,0

Oct-91

Oct-93

4,2

4,4

Si se llegase a considerar como desocupados a los beneficiarios ocupados en el amplio programa de Jefes y Jefas de Hogar, la tasa sería superior a 21%. 10

No asalariados informales Asalariados sector formal registrados Asalariados sector formal no registrados Asalariados sector informal registrados Asalariados sector in formal no registrados Servicio Doméstico Trabajadores familiares Planes de empleo Total Con planes EI ESI Asal no reg + serv dom+planes Asal no reg + planes de empleo Asal no reg

20,1 52,5 6,5 5,4 5,4 5,1 1,0 0,0 100,0

21,5 49,2 5,0 6,9 6,2 5,4 1,0 0,0 100,0

21,9 46,8 5,8 5,5 7,5 7,2 1,2 0,0 100,0

22,8 39,0 7,6 6,3 11,4 8,0 0,8 0,0 100,0

23,1 39,9 8,5 5,4 10,2 7,1 1,2 0,0 100,0

38,1 31,0 17,0 11,9 11,9

39,1 34,6 16,5 11,1 11,1

43,7 34,9 20,6 13,3 13,3

50,5 40,4 27,0 19,0 19,0

50,3 38,8 25,9 18,8 18,8

Fuente: Estimaciones propias sobre la base de la EPH del INDEC

Como consecuencia –fundamentalmente– del aumento del tamaño relativo del ESI, también se produjo el crecimiento de la participación de los trabajadores no registrados, la que pasó del 11.9% en 1974 al 19% en 1991; de los 7.1 puntos adicionales que surge de comparar las últimas dos cifras, seis corresponden a la mayor expansión de los no registrados de empresas pequeñas (hasta cinco ocupados). También aumento la presencia del servicio doméstico. Dado este crecimiento proporcional del empleo no cubierto por la seguridad social, y del más leve exhibido por la de los no asalariados informales, el EI aumentó su participación en 12.4 puntos entre esos años. Se deduce inmediatamente de esta descripción una importante reducción de la presencia de trabajadores registrados –del 57.9% en 1974 al 45.3% en 1991–. 2.2. Breve apunte sobre la incidencia de la pobreza urbana En el segundo semestre de 2005, un tercio de la población urbana vivía en hogares cuyos ingresos eran inferiores al valor de la línea de pobreza, mientras que 12% eran indigentes –esto es, los ingresos familiares resultaban insuficientes para adquirir una canasta normativa de alimentos–. La incidencia variaba marcadamente entre regiones, alcanzando –para el caso de la correspondiente a pobreza– niveles extremos del 54% y 48% en el Noreste y Noroeste, respectivamente y del 25% en la Patagonia. Si bien no cabe aquí profundizar en el tema, los hogares pobres –y sus miembros– muestran el perfil socio-demográfico usualmente asociado a situaciones de bajos ingresos: por ejemplo, y comparados con los no pobres entre ellos se encuentran sobre-representados los niños, los jefes y cónyuges son más jóvenes, y la cantidad de miembros por hogar es elevada.6

6

Véase, por ejemplo, Altimir y Beccaria, op.cit. 11

Ese registro de la incidencia de pobreza alcanzado en 2005 se encuentra casi 20 puntos por debajo del exhibido a mediados de 2003, que expresaba las dificultades acumuladas a lo largo de la fase recesiva (iniciada cuatro años antes) pero, fundamentalmente, la reducción de los ingresos reales que acompañó al abandono de la convertibilidad (Cuadro 3).7 Desde 2003 se advierte, entonces, un proceso sostenido e intenso de disminución de la proporción de personas pobres –y también indigentes– asociado al de recuperación económica. CUADRO 3. Estimaciones de la incidencia de pobreza (% de personas) Estimaciones oficiales Total Areas Urbanas

Resultado del procesamiento propio

4,4 8,3 15,5 28,9 16,8 24,3 35,4 51,7

38,6 54,7

18,8*/ 28,5*/ 37,2*/ 53,9*/

52,3

54,0

46,2 30,9

47,8 33,8

Gran Buenos Aires

Encuesta Puntual Oct-74 Oct-80 Oct-86 Oct-91 Oct-93 Oct-98 Oct-01 May-03 Encuesta continua 1° semestre 03 II trimestre 03 2° semestre 03 2° semestre 05

57,3**/ 51,1**/ 36,9**/

*/ Como se indica en la Sección 1, abarca 14 aglomerados **/ Abarcan 28 aglomerados pero se recurrió a un factor de expansión diferente al empleado en las estimaciones oficiales. Ver Sección 1 Las estimaciones de 1974, 1986 y 1986 fueron tomadas de Altimir, O. y L. Beccaria Efectos de los cambios macroeconómicos y de las reformas sobre la pobreza urbana en la Argentina, San Miguel: Universidad Nacional de General Sarmiento

Fuente: INDEC y estimaciones propias sobre la base de la EPH de INDEC

Considerando una perspectiva temporal más amplia, el Cuadro 3 también da cuenta de una clara tendencia creciente que prevalece desde mediados de los setenta (a partir de cuando se disponen de estimaciones), más allá de recuperaciones temporales. Precisamente, 4% de los habitantes del Gran Buenos Aires eran pobres hacia ese momento, proporción que se duplicó en 1980 y volvió a hacerlo en los siguientes seis años. En aquellos de alta inflación de fines de ese decenio y principios del siguiente los valores superaron el 30%, alcanzando incluso registros del 42% y 47%. Luego de un drástico descenso asociado a la estabilización, la tendencia alcista volvió a manifestarse.

7

El pico de la serie corresponde al mes de octubre de 2002, con una incidencia de 57.5% para el conjunto de los 28 aglomerados relevados. 12

Por tanto, si se deja de lado lo acontecido entre 2001-2004, se advierte que los niveles de la incidencia de pobreza de 2005 sólo fueron superados durante los episodios de alta inflación de 1988 y los hiperinflacionarios de los dos años siguientes. 3. RELACION ENTRE POBREZA E INFORMALIDAD La influencia de la situación laboral sobre la pobreza es un tema de frecuente discusión en la literatura en tanto una parte de ésta podría ser una de las consecuencias de la imposibilidad que muchas personas tienen de obtener un empleo, o del hecho que sólo logran trabajos que reportan muy bajos salarios. En los países en desarrollo se enfatiza precisamente la elevada desigualdad de la distribución de las remuneraciones como factor preponderante ya que el desempleo no resulta un fenómeno muy extendido, al menos en proporción a la escasa demanda de trabajo formal que ellos registran vis a vis la población activa. En parte al menos, las amplias brechas que exhiben los ingresos del trabajo resultaría del hecho que en sus estructuras ocupacionales cobra importancia la presencia de un sector de actividades por cuenta propia, o desarrolladas en muy pequeñas unidades no estructuradas –la economía o sector informal–, que opera como una suerte de alternativa a la desocupación. Quienes allí trabajan obtienen usualmente ingresos bajos y, por tanto, sus hogares son más proclives a contar con recursos insuficientes para satisfacer sus necesidades básicas. Igualmente, y debido a esa misma escasa capacidad de generar empleo, en estos países suele ser extendido el incumplimiento de la legislación laboral, que deja a muchos trabajadores –en una gran proporción, los que se desempeñan en ese sector no estructurado o informal– sin ningún tipo de cobertura y recibiendo remuneraciones más bajas que las que obtendría en un puesto registrado. Resulta, por tanto, relevante indagar en qué medida las remuneraciones insuficientes explican la pobreza y, a su vez, la relevancia que tiene el hecho de ocupar puestos informales o del sector informal para dar cuenta de los ingresos insuficientes. Esta indagación para el caso argentino será el objetivo del resto de la sección. De la misma manera que los bajos ingresos no obedecen exclusivamente a la característica de informalidad del establecimiento o de la ocupación, también cabe enfatizar lo señalado al inicio de este apartado respecto a que los bajos ingresos del trabajo no constituyen la única causa de la pobreza. La desocupación resulta una razón que lleva a que algunos hogares sólo alcancen recursos reducidos, como también lo son la insuficiente protección a los adultos mayores retirados de la vida activa, o las dificultades que algunos miembros enfrentan para poder volcarse al mercado de trabajo. Precisamente, la tasa de desempleo de los miembros de hogares pobres en el segundo semestre de 2005 era de aproximadamente 20% (para el conjunto de los hogares, alcanzó al 10.6%) en las áreas urbanas de Argentina. Este

13

factor, junto con el mayor tamaño de los hogares pobres sugería una tasa de dependencia (relación entre miembros totales y miembros con ingresos) más elevada entre ellos. Desempleo y tamaño del hogar según condición de pobreza, 2° semestre 2005 Indigente Tasa de desempleo (%) Tamaño medio del hogar (personas)

Pobre no indigente Total pobres

No pobre

Total

26,8

16,1

19,8

7,1

10,6

5,23

4,45

4,74

2,88

3,40

3.1. La informalidad y la pobreza en el 2005

En el Cuadro 4 se observa que, efectivamente, casi el 85% de los miembros ocupados de los hogares pobres son informales. Los asalariados no registrados constituyen su principal componente –34%– mientras que cerca de un cuarto corresponden a situaciones similares – servicio doméstico y ocupados en planes de empleo– y otro cuarto a los no asalariados informales. Menor es la presencia de los ocupados del sector informal, aunque resulta sustancialmente mayor que entre los pertenecientes a hogares no pobres. Por lo tanto, aún cuando el 60% del EI, y más de las dos terceras partes del ESI, son miembros de hogares no pobres, estos ocupados viven en hogares pobres en mayor proporción que los formales, lo cual refuerza la conveniencia de examinar con detalle la relación entre pobreza, ingresos e informalidad en Argentina. Estas cifras de la participación de la informalidad en la estructura ocupacional de los hogares pobres resultan muy similares en todas las regiones, excepto la patagónica. Una evidencia acerca de la importancia de la informalidad en la determinación del ingreso familiar de los hogares pobres la brinda el dato de que hacia fines de 2005 más de la mitad de sus trabajadores informales eran jefes de hogar, usualmente el principal proveedor de recursos. Más significativo aún, el 65% de todos los hogares pobres con jefes ocupados tenían a un ocupado informal como jefe, proporción que ascendía el 36% entre los no pobres. Por su parte, en el 45% de esos hogares pobres con jefes informales había otro trabajador informal, lo cual significaría que el jefe y otro miembro eran informales en cerca del 30% de los hogares pobres con jefes ocupados. La proporción de jefes entre el ESI es algo superior que entre el EI (alcanza casi el 60%) pero su menor incidencia entre los pobres explica que en aproximadamente el 40% de los hogares pobres con jefe ocupado éste lo estaba en el SI. El 13% de estos hogares, a su vez, contaba con el jefe y otro miembro que formaba parte del ESI.

14

CUADRO 4. La informalidad en la estructura del empleo de los ocupados según condición de pobreza 1993 Pobre

no asal formal_univcomp_ no asal informal asal sector formal reg asal sector formal noreg asal sector informal reg asal sector informal noreg Servicio Doméstico familiares Plan empleo TOTAL EI ESI Asal no reg + serv dom+planes Asal no reg + planes de empleo Asal no reg

No pobre

2001 Total

Pobre

No pobre

m 2003 Total

Pobre

No pobre

2° 2003 Total

Total pobre

no pobre

2° 2005 Total

Pobre

No pobre

Total

0,2 26,5 29,1 10,6 4,8 14,9 11,7 2,3 0,0 100,0

5,0 23,1 39,7 8,1 5,8 9,8 7,5 1,2 0,0 100,0

4,5 23,4 38,7 8,3 5,7 10,3 7,9 1,3 0,0 100,0

0,5 29,8 18,7 10,5 3,8 18,7 13,3 1,4 3,2 100,0

5,6 18,5 44,1 9,0 5,7 10,0 5,8 0,6 0,8 100,0

4,3 21,2 37,9 9,4 5,2 12,1 7,6 0,8 1,4 100,0

0,5 24,6 19,9 10,1 3,2 14,8 9,6 1,5 15,7 100,0

7,0 18,1 43,9 9,4 6,3 8,8 4,9 0,7 1,0 100,0

4,4 20,7 34,2 9,7 5,0 11,2 6,8 1,0 7,0 100,0

1,2 24,2 13,8 8,9 3,8 20,1 11,1 2,2 14,7 100,0

7,0 16,7 41,7 8,6 7,0 10,7 5,2 1,3 1,7 100,0

4,7 19,6 30,9 8,7 5,8 14,4 7,5 1,7 6,7 100,0

1,2 25,2 11,3 10,5 3,0 23,6 12,8 2,1 10,4 100,0

7,0 16,0 42,3 9,2 7,0 10,6 5,8 0,9 1,3 100,0

5,4 18,4 34,1 9,5 5,9 14,0 7,7 1,2 3,7 100,0

65,9 46,1

49,5 38,6

51,1 39,4

77,0 52,3

44,6 34,1

52,5 38,6

76,3 42,6

42,8 33,1

56,4 36,9

81,2 48,1

44,2 34,4

58,6 39,7

84,6 51,8

43,8 33,5

54,6 38,4

37,2

25,3

26,5

45,8

25,5

30,5

50,2

24,1

34,7

54,8

26,2

37,4

57,3

26,9

34,9

25,5

17,8

18,6

32,5

19,8

22,9

40,6

19,2

27,9

43,8

21,0

29,9

44,5

21,0

27,2

25,5

17,8

18,6

29,3

19,0

21,5

24,9

18,2

20,9

29,1

19,3

23,1

34,1

19,8

23,6

Nota: Los casos de no respuesta de tamaño de establecimiento fueron distribuidos proporcional dentro de cada categoría (asalariados registrados, asalariados no registrados y no asalariados) y simultáneamente también se distribuyó proporcionalmente los casos de no respuesta de ingresos familiar.

Fuente: Estimaciones propias sobre la base de la EPH del INDEC

15

Más directamente, se puede apreciar a continuación que cerca de las dos terceras partes de los ingresos de los hogares pobres de derivan de EI, y que la mitad proviene de ESI. Distribución de hogares según proporción del ingreso familiar proveniente del SI o del ESI (%)

Indigente Proveniente del Sector informal 100% 55,8 75 a 99 % 1,0 50 a 74 % 7,8 menos de 50% 35,4 total 100,0 Proveniente de Empleos Informales 37,8 199300% 75 a 99 % 2,1 50 a 74 % 9,1 menos de 50% 51,1 total 100,0

Pobre no indigente

Total pobres

No pobre

Total

51,9 3,0 5,8 39,2 100,0

53,1 2,4 6,4 38,0 100,0

26,0 1,6 4,7 67,8 100,0

33,4 1,8 5,1 59,7 100,0

33,1 3,8 6,7 56,4 100,0

34,6 3,3 7,5 54,7 100,0

19,0 2,3 5,5 73,3 100,0

23,2 2,5 5,9 68,3 100,0

(a) Sobre las menores remuneraciones asociadas a la informalidad Las evidencias hasta aquí analizadas indican, entonces, que las remuneraciones provenientes de los EI y de los ESI son fuentes importantes de los ingresos familiares de los hogares pobres. Si bien ello sugiere que los niveles de pobreza que se registran en Argentina a mediados de la presente década obedecerían a los bajos ingresos ligados a la informalidad, no pueden considerarse concluyentes. Precisamente, debería evaluarse si, y en qué medida, quienes trabajan en el EI o el ESI obtienen ingresos más bajos que los que recibirían en un empleo, o en el sector, formal. Expresado de otra manera, para indagar acerca de la relación entre pobreza e informalidad es necesario analizar la influencia de ésta última sobre los niveles de remuneraciones. En efecto, la informalidad no sería la causa de la pobreza si los ingresos de trabajadores formales (o del SF) e informales (o del SI) fuesen similares. En este sentido, el Cuadro 5 muestra que las remuneraciones promedios de los primeros son más elevadas que los de los segundos. Pero ello no permite todavía confirmar que la dimensión informal / formal es relevante ya que tal diferencia entre los ingresos medio podría obedecer enteramente a las distintas composiciones del EI y del EF –o del ESI y el ESF– en términos de los atributos asociados a los niveles de ingresos, como el nivel educativo o la edad. Si para simplificar el análisis se focaliza la atención, por el momento, en el grado de escolaridad –la variable que suele explicar en mayor medida la variancia de los ingresos– podría acontecer que la brecha entre las remuneraciones medias de formales e informales obedeciese enteramente a la más elevada presencia de trabajadores menos calificados entre estos últimos. En caso que tal fuese la situación, los bajos ingresos familiares responderían al hecho que los ocupados de los 16

hogares pobres obtienen remuneraciones reducidas por contar con un bajo nivel educativo y no por trabajar en la informalidad. Efectivamente, en el Gráfico siguiente se advierte el mayor nivel de escolarización media de los ocupados formales y del sector formal así como el hecho que aquellos con baja escolarización conforman la mayor parte del conjunto de los ocupados de hogares pobres.

CUADRO 5. Ingresos y horas trabajadas . Segundo semestre de 2005 1/

hta sec inc hta sup inc sup comp Promedio

Ingreso Ingreso horario mensual ($) ($) Empleo sector informal 42,0 486,8 3,3 42,5 711,8 4,5 38,8 936,1 6,1 42,1 582,1 3,8

hta sec inc hta sup inc sup comp Promedio

Empleo informal 38,1 417,8 39,3 626,6 36,1 1092,2 38,4 510,6

Horas

hta sec inc hta sup inc sup comp Promedio

3,2 4,4 10,3 3,8

Asalariados no registrados 43,1 432,1 2,6 38,0 531,3 3,8 36,7 1155,1 10,9 40,8 530,8 3,8

Ingreso Ingreso horario mensual ($) ($) Empleo sector formal 47,7 776,2 4,1 43,1 1047,8 6,2 37,8 1566,9 11,3 42,9 1128,2 7,2

Horas

Empleo formal 897,1 1112,4 1567,4 1205,6

4,7 6,3 10,9 7,4

Asalariados registrados 48,3 881,9 44,5 1070,7 36,8 1435,8 43,7 1104,8

4,6 6,1 9,6 6,5

48,4 44,7 38,1 43,5

1/ Excluye Planes de Empleo

Fuente: Estimaciones propias sobre la base de la EPH del INDEC

Sin embargo, las más bajas remuneraciones asociadas a la informalidad no pueden ser explicadas enteramente ni por las características de los puestos informales –o por el carácter no estructurado de las unidades productivas– ni por la baja escolarización de los ocupados. Si bien los informales y los pobres tienen menor escolarización, también se advierte (Cuadro 5) que, para un dado nivel educativo, las remuneraciones del EI y del SI son menores que las de los formales. Por ejemplo, entre los dos grupos de escolarización más bajos, el ingreso medio horario de los ocupados informales es inferior en más de un 30% a la de los formales. Esta proporción supera en algo el 20% cuando la comparación se realiza entre las remuneraciones medias de los ESI y los ESF. Restringiendo el análisis a los

17

asalariados, tal relación asciende al 40%. Cabe aclarar que en estas comparaciones no se toman en cuenta a los planes de empleo8 y que en la última tampoco se considera al servicio doméstico en tanto no constituye, como se indicó más arriba, parte del SI pero tampoco del SF. ESTRUCTURA DEL EMPLEO SEGUN ESCOLARIDAD 100

0,7

3,4

4,1

90 31,9

33,7 80

5,4

17,3

31,2

35,6 40,9

70

(%)

60 50

36,7

38,4

82,0

40 30

64,7

61,0 53,7

20 31,4

27,9 10 0 EI

EF

ESI Hasta sec inc

Sec. Compl. Y terc.incompl

ESF

Pobres

No pobres

Terciaria comp

Sin embargo, estas proporciones son sugerentes pero tampoco cabe considerarlas como prueba definitoria del efecto independiente de la informalidad ya que parte de ellas pueden atribuirse a diferencias que existen entre los ocupados formales e informales respecto de otros atributos (por ejemplo, edad, género). Por lo tanto, para cuantificar de manera más adecuada el diferencial de remuneraciones que se pueda atribuir específicamente a la informalidad se estimaron –como es usual para analizar este tema– modelos estadísticos de los determinantes del ingreso individual – funciones de ingreso tipo Mincer– a partir de los cuales sea posible controlar el efecto de la educación y de otras variables que influyen sobre las remuneraciones. Una de las aproximaciones que suelen emplearse consiste en computar funciones de ingreso por separado, para el conjunto de los trabajadores informales por un lado, y para el de los formales por el otro. A partir de estos modelos se pueden estimar las diferencias medias de las remuneraciones de ocupados que tienen las mismas características pero que difieren en el sector donde trabajan o la relación laboral que tienen. Más específicamente, se recurrirá aquí al conocido procedimiento

8

De cualquier manera, las diferencias en los ingresos medios de los menos educados no cambian mucho –le agrega tres o cuatro punto porcentuales-. 18

de Oaxaca – Blinder9 que descompone las diferencias entre los ingresos promedio de los dos grupos de trabajadores en dos efectos. Por un lado, el “composición” o “atributos”, originado en la diferencia que existe en las características de quienes forman parte de cada conjunto (en términos de atributos como los ya mencionados); por el otro lado, el efecto “retribución” que resulta del hecho que los ocupados de uno y otro sector se encuentran retribuidos de diferente manera aún cuando tengan los mismos atributos. En el Anexo A se describe la descomposición. A través de este procedimiento es también posible computar la diferencia media de ingresos atribuibles al efecto retribución. Se analizan las diferencias en el salario horario y en el mensual. Se estimaron, por tanto, modelos para la remuneración horaria y la mensual (los logaritmos de esos ingresos constituyen las variables dependientes) para trabajadores formales e informales, del SI y del SF y para asalariados registrados y no registrados. En ellos se consideran como variables independientes aquellas usualmente incluidas en este tipo de funciones –como el género y la edad (ya mencionadas), la educación o la región–.10 En el caso de aquellas que modelan el ingreso horario también se incluyó a las horas trabajadas dado que en algunos casos, las jornadas parciales suelen tener una remuneración horaria implícita más elevada que las normales o extensas, y que esta variable no tendría el mismo impacto en trabajadores informales (o del SI) y formales (o del SF).11 Los resultados de la descomposición de las diferencias entre los ingresos medios de los ESI y los ESF, entre los de los EI y EF y los de los asalariados no registrados y los registrados se transcriben en el Cuadro 6. Como se señaló más arriba, al computar la brecha entre las remuneraciones del ESI y del ESF no se toman en cuenta al servicio doméstico ni a los planes de empleo y a estos últimos se los excluye al calcular la existente entre EI y EF y entre los asalariados registrados y no registrados. Se observa, en primer lugar, que las diferencias en los ingresos medios estimadas con los modelos son algo mayores que las efectivas que figuran en el Cuadro 5 (excepto para el criterio de SF/SI). Luego, se puede apreciar que la mayor parte de las diferencias entre las remuneraciones medias obedecen específicamente al efecto retribución. Por lo tanto, existen brechas negativas entre los ingresos de quienes trabajan en este ámbito y los que lo hacen en empleos formales más allá de las resultantes de las diferencias en la composición de ambos conjuntos. Específicamente, aún considerando que quienes se desempeñan en el sector informal tuviesen los

9

Por ejemplo, Oaxaca, R. (1972) “Male – female wage differentials in urban labor markets” en International Economic Review, Vol. 14

10

El Cuadro del Anexo se muestran los resultados de las regresiones para el caso de las remuneraciones horarias.

11

Hipótesis que resulta confirmada ya que los parámetros de esta variable resultaron negativos y significativos. 19

mismos atributos (personales, horas trabajadas, rama de actividad, región) que los ocupados en el sector formal, aquellos obtendrían, en promedio, una remuneración horaria 34% inferior a la de estos últimos. Las diferencias son aún mayores cuando la comparación se efectúa entre ocupados informales y formales o entre asalariados registrados y no registrados. Como los informales trabajan en promedio menos horas que los formales, las brechas en términos de remuneración mensual son todavía más amplias. En efecto, cuando se modela el salario mensual, el impacto de la informalidad –o el efecto retribución– incorpora el proveniente de la existencia de brechas entre las horas promedio que trabajan ocupados informales y formales que tienen los mismos atributos.

CUADRO 6. Diferencias entre ingresos y Segundo semestre de 2005 (%)

ESI respecto ESF EI respecto EF Asal. no Reg. respecto Asal. Reg.

su

descomposición

Salario Horario estimado Proporción de la Diferencias Diferencias atribuibles a en los diferencia explicada las ingresos retribuciones por medios retribución -50,2 59,7 34,0 -56,4 79,4 48,3

-55,8

73,2

(Oaxaca

-

Blinder).

Salario Mensual estimado Proporción de la Diferencias Diferencias atribuibles a en los diferencia explicada las ingresos retribuciones por medios retribución -46,7 76,3 38,2 -67,1 83,7 60,6

45,0

-66,2

80,3

58,1

Nota: ver Anexo A

Fuente: Estimaciones propias sobre la base de la EPH del INDEC

De acuerdo a los resultados alcanzados con este ejercicio, entonces, la informalidad es una fuente de bajos ingresos que eleva las probabilidades de caer en la pobreza de los hogares a los que pertenecen quienes tienen estas características. Otro de los enfoques que se utilizan para cuantificar los diferenciales de remuneraciones consiste en la estimación de una única función de ingreso12 para el conjunto de los trabajadores. Se consideran los mismas variables independientes que fueron empleadas al computar la descomposición de Oaxaca – Blinder, pero también se incluye una dummy cuyo valor será igual a uno si el trabajador pertenece al sector

12

Utilizando regresiones por mínimos cuadrados ordinarios en las cuales, como ya se señaló, se considera como variable dependiente al logarítmo del ingreso –horario o mensual–. . 20

informal o es un trabajador informal, y cero en caso de ser miembro del sector formal u ocupado formal. El signo y tamaño del parámetro de esta variable indica el sentido y la magnitud del diferencial que produciría de manera independiente la informalidad – esto es, más allá del efecto de los otros atributos–; específicamente, la brecha relativa de ingreso es una mera transformación de ella.13 Cabe acotar que la caracterización de “independiente” del efecto de la informalidad es relativa al modelo especificado ya que, en realidad, podría estar incluyendo el que produce otras variables no consideradas en el análisis –incluso, de tipo no observable– que pueden estar interactuando con esa dimensión. En el Cuadro 7 se incluyen estas regresiones –que se identifican como “Modelos A”– para las mismas tres particiones de los ocupados que vienen siendo consideradas; ellas fueron estimadas para la remuneración horaria así como la mensual. Como se aclaró en para el enfoque anterior, en todos los modelos se excluyó a los ocupados en los planes de empleo; en el A.1, que estima el diferencial entre el ESI y el ESF, tampoco se consideró al servicio doméstico mientras que el A.3 se computó exclusivamente entre los asalariados. Los resultados de los modelos (Cuadro 7), y las cifras del Cuadro 8 que los resume en términos de diferencias relativas, vuelven a mostrar la presencia de brechas negativas asociadas a la informalidad, las que resultan similares para el caso de la dimensión ESF / ESI y algo menores para las otras dos. Se reafirma, entonces, que esta condición de informalidad es una fuente de bajos ingresos y que las diferencias son mayores cuando se modela la remuneración mensual.

13

Dado que la variable dependiente se expresa en logaritmo, la diferencia proporcional entre el ingreso de informal y del formal (como porcentaje de este último) resulta igual a: [antilogarítmo del valor del parámetro - 1].

21

CUADRO 7. MODELOS DE INGRESOS Modelo A1 Ln Rem. Ln Rem. horaria mensual 2,664 6,989 0,196 0,253 -0,100 0,039** 0,135 0,326 0,225 0,393 0,177 0,301 -0,387 -0,517

-0,012 0,002** -0,113 -0,113

-0,085 -0,253 -0,025**

Variable dependiente Constante JEFE Hasta 29 años Entre 30 y 45 años Entre 46 y 65 años Varon Empleo informal Hasta secundario incompleto Secundario compl. y terc. Incompleto Horas trabajadas Sector Público Servicios Sociales Transporte

Comercio

-0,249

-0,168

Contrucción

-0,257

Industria S. Financ y a empresas GBA NOA Pampeana NEA Cuyo

Constante JEFE Hasta 29 años Entre 30 y 45 años Entre 46 y 65 años Varon ESI Hasta secundario incompleto Secundario compl. y terc. Incompleto Horas trabajadas Sector Público Servicios Sociales Transporte

Universo

Modelo Ln Rem. horaria 2,561 0,151 -0,101 0,104 0,181 0,211 -0,539

A2 Ln Rem. mensual 6,671 0,213 0,071 0,300 0,355 0,343 -0,731

-0,569

-0,557

-0,249

-0,204

-0,013 0,141 0,064 0,097

0,220 0,115 0,368

Constante JEFE Hasta 29 años Entre 30 y 45 años Entre 46 y 65 años Varon No registrado Hasta secundario incomp Secund compl. y terc. Incompleto Horas trabajadas Sector Público Servicios Sociales Transporte

Comercio

-0,062

0,203

-0,250

Contrucción

-0,041*

-0,183

-0,149

-0,008**

-0,018**

-0,286 -0,710 -0,400 -0,760 -0,559

-0,336 -0,764 -0,444 -0,773 -0,602

Industria S. Financ y a empresas GBA NOA Pampeana NEA Cuyo

-0,645

-0,630

-0,263

-0,216

Ocupados SF y SI (excluye serv. Doméstico y planes)

(Constant) JEFE Hasta 29 años Entre 30 y 45 años Entre 46 y 65 años Varon No asal. SF

Modelo B Ln Rem. Ln Rem. horaria mensual 2,699 6,963 0,158 0,217 -0,077 0,077 0,112 0,298 0,182 0,350 0,169 0,291 0,033** 0,015**

-0,675

-0,668

No asal SI

-0,440

-0,610

-0,362

-0,323

-0,012 0,462 0,348 0,330

0,643 0,530 0,683

Comercio

0,226

0,535

0,172

Contrucción

0,259

0,571

Industria S. Financ y a empresas GBA NOA Pampeana NEA Cuyo

0,010**

0,234

0,150

0,314

-0,223 -0,647 -0,347 -0,706 -0,504

-0,280 -0,668 -0,394 -0,707 -0,542

Total ocupados (excluye planes)

Modelo A3 Ln Rem. Ln Rem. horaria mensual 2,238 6,262 0,137 0,202 -0,089 0,109 0,104 0,323 0,169 0,371 0,208 0,381 -0,443 -0,553

Variable dependiente

Asalariados SI Reg

-0,089

-0,041*

-0,549 -0,339 -0,730 -0,524

-0,686 -0,411 -1,128 -0,761

-0,593

-0,565

-0,285

-0,235

0,331

0,661

Asalariados SI no reg. Asalariados SF no reg. S. Doméstico Planes empleo Hasta secundario incomp Secund compl. y terc. Incompleto Horas trabajadas

0,394

0,670

Sector Público

-0,032**

-0,100

-0,270 -0,656 -0,373 -0,695 -0,506

-0,331 -0,700 -0,446 -0,729 -0,568

Servicios Sociales Transporte Comercio Contrucción Industria S. Financ y a empresas GBA NOA Pampeana NEA Cuyo

-0,127 -0,082 -0,247 -0,216 -0,169 -0,049* -0,239 -0,635 -0,348 -0,679 -0,480

-0,246 0,015** -0,167 -0,174 -0,116 -0,034** -0,293 -0,661 -0,394 -0,686 -0,500

Asalariados (excluye planes y servicio doméstico)

-0,013

Todos los ocupados

Notas: Cuando no se indica, los parámetros son significativos al 1%; *indica significativa al 5% y ** indica no significativa. Las categorías de base son: las personas con edades superiores a 65 años, aquellos con educación terciaria completa y los ocupados en el sector Otras Ramas y la región Patagónica. En el caso del Modelo B, otra de las categorías de base es la de Asalariados del Sector Formal Registrados

Fuente: Estimaciones propias sobre la base de la EPH del INDEC

22

CUADRO 8. Diferencias entre ingresos atribuibles a la condición de informalidad (%)

MODELOS A ESI respecto ESF EI respecto EF Asal. no Reg. respecto Asal. Reg.

Octubre de 1993

Octubre de 2001

Mayo de 2003

2° trimestre 2003

2° semestre 2003

2° semestre 2005

Salario horario

Salario horario

Salario horario

Salario horario

Salario horario

Salario horario

Salario mensual

Salario mensual

Salario mensual

Salario mensual

Salario mensual

Salario mensual

-17,7 -19,9

-23,3 -26,0

-31,0 -36,9

-40,8 -47,7

-27,2 -36,8

-36,7 -47,8

-32,2 -40,5

-43,3 -53,4

-29,4 -38,5

-40,2 -51,1

-32,1 -41,7

-40,4 -51,9

-23,9

-31,2

-34,9

-46,3

-32,5

-39,5

-34,3

-42,4

-36,0

-41,1

-35,8

-42,5

MODELO B * No Asal.Inf / No Asal. Formal ASIR / ASFR ASIR / NASI ASINR / ASIR NASI / ASIR ASFNR / ASFR ASINR / ASFNR ASINR / AFR SD / ASINR SD / ASIR PLANES / ASINR PLANES / ASIR

-37,7 -8,6 42,0 -36,8 -29,6 -28,8 -18,9 -42,2 -16,6 -47,3 2,5 -35,2

-46,5 0,0 76,7 -47,5 -43,4 -33,7 -24,0 -49,6 -35,7 -66,3 -7,2 -51,3

*/ Diferencias entre el nombrado en primer lugar y el nombrado en segundo término como proporción del ingreso del segundo

Fuente: Estimaciones propias sobre la base de la EPH del INDEC 23

Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que cada una de las dimensiones o criterios básicos –el tipo de relación laboral y las características de las unidades productivas– que subyacen en cada una de las categorizaciones puede estar influyendo sobre la otra. Específicamente, la menor remuneración de los empleados del sector informal podría obedecer, en parte, a la más elevada participación de ocupaciones informales en ese grupo. También podría acontecer que una porción de la brecha entre las remuneraciones del EI y el EF obedezca a la mayor presencia de ocupados en unidades no estructuradas que se verifica entre los primeros. Por lo tanto, se estimó el modelo B (véase Cuadro 7) que incorpora variables dummies referidas a la pertenencia a los diferentes grupos de trabajadores que es posible identificar sobre la base de ambos criterios. Ello permite comprobar distintas brechas relevantes, las que se muestran en el Cuadro 8. Se aprecia que la relación laboral es aquella dimensión que aparece como más relevante entre los asalariados ya que las diferencias entre los ingresos horarios de trabajadores registrados y no registrados del SI o en SF es de 37% y 29% respectivamente. Por su parte, las brechas entre los pertenecientes al SI y el SF son del 9 y 19% según se trate de asalariados registrados o no registrados, respectivamente. Por lo tanto, a partir de estos datos es posible ensayar una suerte de descomposición de la diferencia que existe entre la remuneración media de los asalariados del sector formal registrados y la correspondiente a los asalariados del sector informal no registrados –la más amplia, excluyendo la de los beneficiarios de los planes de empleo–; una parte corresponde a la dimensión “tipo de establecimiento” mientras que la otra se deriva del “tipo de empleo”. En este sentido, la diferencia entre la remuneración promedio del primero de esos grupos y la de los asalariados formales no registrados refleja el impacto de la no registración. Por su parte, la brecha que existe entre el promedio de este último grupo y el de los asalariados informales no registrados daría cuenta de la dimensión SF – SI. El primero de esos efectos explica 29 de los 42 puntos porcentuales de la diferencia total (el 70%).14

Categoría Asalariados sector formal registrados Asalariados sector formal no registrados Asalariados sector informal no registrados

14

Ingreso horario relativo 100 71 58

Un resultado cualitativamente similar, aunque no exactamente igual en términos cuantitativos, se obtiene si la descomposición recurre a la comparación de los ingresos medios de los asalariado registrados del sector formal y de los asalariados registrados del sector informal (efecto del tipo de establecimiento) y a la exitente entre este último y los asalariados no registrados del sector informal. 24

Por su parte, los no asalariados informales alcanzan un ingreso horario 10% mayor que los asalariados informales no registrados pero mucho menor que los asalariados informales registrados. El salario horario medio del servicio doméstico resulta 15% inferior al de los asalariados no registrados. La remuneración horaria de quienes tienen planes es incluso levemente mayor que las de los asalariados informales no registrados, pero la relación se invierte cuando se examina el ingreso mensual. En resumen, la condición de informalidad llevaría de manera independiente –esto es, más allá del efecto de las otras variables– a remuneraciones horarias más bajas: quienes allí trabajan obtienen entre 30% y 50% inferiores a las que reciben los ocupados con iguales características que se desempeñan en la formalidad. Parecería constituir, por tanto, un factor nada despreciable de la explicación de la elevada desigualdad que caracteriza a la distribución de los ingresos de los ocupados en Argentina. La brecha se ubicaría más cerca de la primera de estas cifras cuando se considera el tipo de establecimiento (esto es, el criterio de ESF vs ESI) y resultan próximas a la más elevada si se comparan las del EI y el EF. Las distancias que obedecerían a la condición de registración entre los asalariados aparecen como la fuente principal de esas diferencias. Las brechas son aún mayores en el caso de las remuneraciones mensuales debido a las que en el mismo sentido existen en el número de horas trabajadas. Los distancias entre ingresos asociadas a la informalidad que surgen de los modelos hasta aquí analizados son las correspondientes al promedio de los ocupados. Sin embargo, existen evidencias15 acerca de que las brechas no son las mismas a lo largo de la distribución del ingreso. Ello reflejaría que la penalidad por la informalidad difiere entre personas con diverso nivel educativo y/o edad y/o otros atributos. Una forma de apreciar en qué medida esas brechas promedio estimadas encubren diferencias entre conjuntos de trabajadores consiste en volver a estimar los modelos tipo A incorporando interacciones entre la informalidad y otras variables. Considérese, por ejemplo, el siguiente modelo sencillo donde la remuneración depende del nivel educativo y de la diferencia entre estar empleado en el sector formal y el informal. Se consideran tres grupos educativos: educ1 (baja), educ2 (media) y educ3 (alta), como en las regresiones hasta aquí empleadas–; si se deja educ3 como la categoría de base, la regresión interacciones a estimar es la siguiente:

ln yi = a + b(educ1 ) + c(educ2 ) + dSI + e(educ1 * SI ) + f (educ2 * Si ) + e

15

Véase, por ejemplo, Perry, G. et. al (2006) Poverty Reduction and Growth: virtuous and vicious, Washington: The World Bank, pp. 148-149. Tannuri-Pianto y Pianto (2002) Formal-Informal differentials in Brazil. A semi-parametric approach, mimeo, 25

Como ya se analizó, d es negativo y significativo; valores de los parámetros e y f estadísticamente significativos y negativos indican que la brecha asociada a la informalidad es mayor para quienes tienen una educación baja o media respecto de quienes tienen educación alta. Los tamaños relativos de uno y otro señalarán cuál de ellos los aumenta más. Si en cambio son positivos, la situación es la inversa y la penalidad por la informalidad sería mayor entre los más escolarizados. En el Cuadro 9 se muestran los resultados de las estimaciones de regresiones de ingresos que contemplan términos de interacción de la informalidad con la educación, con el tramo de edad y con el género. Se advierte que a medida que aumenta la educación la penalización por informalidad del salario horario desciende en el caso de los trabajadores informales mientras que los asalariados no registrados de educación media y baja también registran diferenciales mayores que los más escolarizados. Entre los empleados del sector informal sería algo mayor la diferencia entre los de menor educación. La interacción con la edad no resulta significativa en la mayoría de los casos, aunque se advierte que la penalización por informalidad es menor entre los ocupados informales y los del sector informal de edad intermedia (30 a 45 años). También las mujeres de estos grupos obtienen ingresos horarios menores que los varones, en cambio, la relación es inversa –aunque pequeña– entre los asalariados no registrados. Las penalizaciones por educación son mayores entre los empleados informales cuando se toma en cuenta la remuneración mensual. En este caso, también entre los asalariados no registrados el coeficiente para la interacción con baja escolarización se torna significativo, pero sigue siendo inferior –en valor absoluto– al del tramo intermedio. Cabría destacar también la mayor penalización de las mujeres empleadas informales. Aun controlando por estas variables, es posible que subsistan diferencias en el grado de penalización por informalidad entre aquellos con más o menos ingresos.16 La eventual presencia de este fenómeno puede identificarse recurriendo a regresiones cuantílicas, las que permiten obtener los valores de los parámetros –en este caso, de las funciones de ingreso tipo Mincer– para distintos cuantiles de la distribución del ingreso condicionada a las variables independientes empleadas. La presencia de

16

Esto podría reflejar el efecto de variables no medidas e, incluso, no medibles.

26

CUADRO 9. Modelos de Ingresos con Interacción. Segundo semestre de 2005

Constante JEFE Hasta 29 años Entre 30 y 45 años Entre 46 y 65 años SEXO Empleo informal Hasta secundario incompleto Secundario compl. y terc. Incompleto EI -Hasta secundario incompleto EI - Secundario compl. y terc. Incompleto EI -Hasta 29 años

Ln remuneración horaria 2,705 0,154 -0,165 -0,005** 0,117* 0,121 -0,532

Ln remuneración mensual 7,273 0,207 -0,358 -0,222 -0,113 0,163 -1,209

-0,478

-0,413

-0,226

-0,172

-0,288

-0,438

-0,187 0,067**

-0,283 0,532

Constante JEFE Hasta 29 años Entre 30 y 45 años Entre 46 y 65 años SEXO ESI Hasta secundario incompleto Secundario compl. y terc. Incompleto ESI -Hasta secundario incompleto ESI - Secundario compl. y terc. Incompleto ESI -Hasta 29 años

Ln remuneración horaria 2,780 0,199 -0,200 0,027** 0,156 0,121 -0,549

Ln remuneración mensual 7,122 0,231 -0,250 -0,022** 0,173 0,362 -0,790

-0,609

-0,802

-0,265

-0,315

-0,082*

-0,028**

-0,013** 0,140*

-0,042** 0,358

Constante JEFE Hasta 29 años Entre 30 y 45 años Entre 46 y 65 años SEXO Asalariado No registrado Hasta secundario incompleto Secundario compl. y terc. Incompleto ANR -Hasta secundario incompleto ANR - Secundario compl. y terc. Incompleto ANR -Hasta 29 años ANR - Entre 30 y 45 años ANR -Entre 46 y 65 años ANR_varon Horas trabajadas Sector Público Servicios Sociales Transporte Comercio Contrucción Industria S. Financ y a empresas GBA NOA Pampeana NEA Cuyo

Ln remuneración horaria 2,219 0,133 -0,094 0,104 0,181 0,227 -0,248

Ln remuneración mensual 6,365 0,186 -0,056** 0,281 0,373 0,421 -0,324

-0,660

-0,738

-0,342

-0,333

-0,129

-0,187

-0,160 -0,002**

-0,321 -0,014**

EI - Entre 30 y 45 años 0,151 0,681 ESI - Entre 30 y 45 años 0,161 0,411 -0,002** -0,039** EI -Entre 46 y 65 años 0,070** 0,571 ESI -Entre 46 y 65 años 0,080** 0,270 -0,073** -0,187 EI_varon 0,164 0,311 ESI_varon 0,117 0,046* -0,080 -0,046* Horas trabajadas -0,014 Horas trabajadas -0,012 -0,012 Sector Público 0,092 0,111 Sector Público -0,003** 0,013** 0,458 0,498 Servicios Sociales 0,016** -0,018** Servicios Sociales -0,112 -0,019** 0,340 0,476 Transporte 0,050* 0,276 Transporte -0,115 0,229 0,332 0,682 Comercio -0,097 0,131 Comercio -0,243 0,097 0,223 0,526 Contrucción -0,093 0,071 Contrucción -0,262 -0,090** 0,263 0,558 Industria -0,026** 0,161 Industria -0,176 0,106 0,325 0,625 S. Financ y a empresas 0,107 0,229 S. Financ y a empresas -0,008** 0,207 0,385 0,629 GBA -0,219 -0,280 GBA -0,288 -0,403 -0,269 -0,354 NOA -0,641 -0,649 NOA -0,710 -0,841 -0,654 -0,706 Pampeana -0,343 -0,389 Pampeana -0,401 -0,516 -0,372 -0,464 NEA -0,700 -0,686 NEA -0,761 -0,860 -0,693 -0,739 Cuyo -0,499 -0,502 Cuyo -0,561 -0,667 -0,506 -0,558 Notas: Cuando no se indica, los parámetros son significativos al 1%; *indica significativa al 5% y ** indica no significativa Las categorías de base son: las personas con edades superiores a 65 años, aquellos con educación terciaria completa y los ocupados en el sector Otras Ramas y la región Patagónica

Fuente: Estimaciones propias sobre la base de la EPH del INDEC 27

diferencias entre los valores de los parámetros de la variable dummy de informalidad de los diferentes cuantiles sugeriría que las brechas no son uniformes a lo largo de la distribución condicionada. Como se aprecia a continuación, la penalización por la informalidad va decreciendo a medida que se trata de cuantiles de ingresos mayores: las brechas más amplias entre las remuneraciones horarias de trabajadores formales e informales se verifican para el caso de aquellas más bajas. Regresiones cuantílicas. 2° semestre 2005 Valor de la variable dummy de informalidad Percentil ESI EF Asal. No. Reg. 10 -0,613 -0,875 -0,766 25 -0,462 -0,732 -0,700 50 -0,385 -0,588 -0,624 75 -0,328 -0,468 -0,554 90 -0,249 -0,357 -0,480

(b) Una aproximación cuantitativa al impacto de la informalidad sobre la pobreza Se desprende del apartado anterior que los trabajadores informales o del SI reciben, en promedio, una remuneración menor que aquellos con iguales características –en términos de las variables consideradas– que tienen los EF o quienes se desempeñan en el SF. Pero si bien resulta relevante conocer los valores de esos diferenciales, ellos constituyen sólo uno de los factores que influyen sobre las probabilidades que un hogar tiene de caer en situaciones de pobreza. Esta también dependerá de las características de los ocupados del hogar y de la retribución que recibirían aún si fuesen formales o trabajasen en el sector formal. Por ejemplo, si de cualquier manera las remuneraciones de quienes cuentan con un bajo nivel de escolarización y/o son jóvenes resultan reducidas en términos del valor de la línea de pobreza, el hecho de trabajar en la formalidad reducirá esa probabilidad pero no siempre los eximirá de caer en la pobreza. Un ejercicio que provee evidencias cuantitativas más directas del impacto de la informalidad sobre la pobreza consiste en simular el ingreso de los hogares que resulta de reemplazar la remuneración horaria efectiva de cada trabajador informal por la que le correspondería, de acuerdo a sus características, si fuese un ocupado formal. La simulación se repitió reemplazando las remuneraciones horarias de los ocupados del sector formal por las que se esperaría que tuviese si se desempeñase en el sector informal, y las de los asalariados no registrados por las esperadas de los registrados. Para computar los ingresos contrafácticos se recurrió a las funciones que figuran en el Anexo C y que se emplearon para el ejercicio de descomposición de Oaxaca. Así, por 28

ejemplo, los parámetros de la función de los trabajadores formales fueros aplicados a las características de cada trabajador informal, a partir de la cual se computan su ingreso contrafáctico.17 El resultado de este ejercicio, tal como se advierte a continuación, indicaría que si los trabajadores informales –incluyendo en este caso, a los beneficiarios de planes de empleo– pasasen a recibir las remuneraciones horarias de los formales, la pobreza se reduciría de manera no despreciable: en más de diez puntos. Este resultado deviene tanto de la importancia que tiene este conjunto entre los ocupados pobres –85%– como de la marcada brecha media, que es del 48% (Cuadro 6)18. El impacto de simular el mismo cambio entre los asalariados no registrados no tendría prácticamente efecto alguno mientras que la reducción sería de seis puntos cuando se considera al ESI (grupo que, cabe recordar, excluye planes y servicio doméstico). En cualquiera de los casos, la “formalización” de los ingresos horarios haría desaparecer la indigencia. Pero el ejercicio también indica que las incidencias de pobreza que persistirían “luego de la formalización” son todavía muy elevadas, lo cual sugiere la importancia de otros factores al momento de explicar los bajos ingresos familiares. En este sentido, las reducidas retribuciones a las personas de baja calificación, que son las que conforman la población activa de los hogares pobres, parecen constituir uno de ellos. Además de la significación que tienen los bajos ingresos percibidos por los informales que pertenecen a familias pobres, resulta también relevante la menor cantidad de trabajo que los miembros de estos hogares pobres pueden desplegar – generalmente, por cuestiones de demanda, pero también de limitaciones de oferta–. Una evidencia la brinda el mismo ejercicio de simulación ya que muestra el impacto que tiene la reducida cantidad de horas. En efecto, el reemplazo del ingreso informal mensual por el formal mensual llevaría a reducir la pobreza en una magnitud mayor que cuando se considera al salario por hora. La subutilización horaria y las dificultades para trabajar jornada completa aparece, entonces, como factores preponderantes al momento de explicar los bajos ingresos que hacen caer en la pobreza a muchos hogares.

17

Véase el Anexo B para la descripción del procedimiento empleado.

18

Como acaba de señalarse los ingresos contrafácticos se computaron a partir de las funciones usadas para la descomposición de Oaxaca-Blinder. 29

SIMULACIONES DEL IMPACTO SOBRE LA INCIDENCIA DE LA POBREZA DE "FORMALIZAR" (%) Pobres no Indigentes Total pobres indigentes Incidencia efectiva 14,2 22,7 36,9 Luego de cambiar ingresos horarios Trabajadores informales por los de los formales Trabajadores del sector informal por los del sector formal Asalariados no registrados por los de los registrados

Luego de cambiar ingresos mensuales Trabajadores informales por los de los formales Trabajadores del sector informal por los del sector formal Asalariados no registrados por los de los registrados

1,3

24,0

25,3

1,3

29.1

30.4

1,3

34.6

35.9

0.9

15.4

16.3

1,1

26.0

27.1

1,1

27,8

28,9

Adicionalmente, y como ya fue señalado, esta probabilidad de obtener ingresos insuficientes también depende de la relación entre la cantidad de miembros del hogar y los ocupados. En tanto esta tasa de dependencia sea elevada, aún remuneraciones altas no impedirán que los ingresos familiares resulten menores que el valor de la línea de pobreza; ello puede suceder, por ejemplo, si todos o algunos de los miembros activos se encuentran desocupados y/o la proporción de personas activas es reducida. Debe enfatizarse que esta simulación debe entendérsela estrictamente como un ejercicio que, como se señaló, intenta brindar una expresión cuantitativa a la relevancia de la informalidad sobre la pobreza; no implica suponer que esta situación contrafáctica pueda avizorarse en un futuro cercano. Más aún, una eventual drástica reducción de la informalidad debería ir acompañada de cambios en variables que, como los ingresos reales, las brechas entre los correspondientes a diferentes calificaciones o la tasa de desempleo, también influyen sobre la probabilidad de ser pobre.

3.2. Los cambios en la pobreza entre 1993 y 2005 y la dinámica de la informalidad

La relevancia de la informalidad para explicar la pobreza en 2005 no necesariamente es la misma que tiene su dinámica para dar cuenta del crecimiento que ésta ha registrado entre 1993 y 2003, así como la declinación posterior. En este apartado, se analizará en qué medida efectivamente lo acontecido con la informalidad puedo haber contribuido a la evolución de la incidencia de la pobreza. A lo largo del primero de esos períodos la proporción de hogares pobres se incrementó fuertemente –de 18.8% al 53.9% según las estimaciones aquí realizadas 30

para los aglomerados considerados (Cuadro 3)–. Dado que entre 2001 y 2003 el fuerte crecimiento resultó fundamentalmente de la drástica caída de las remuneraciones reales asociada a la inflación, es en el período 1993 - 2001 sobre el cual conviene focalizar el análisis de la posible influencia de la dinámica de la informalidad sobre el aumento de la incidencia de la pobreza –en este último año esta alcanzó 37.2%–. Durante el mismo, como se recordará, la informalidad creció escasamente en la estructura del empleo total, destacándose un aumento de la participación de los asalariados no registrados que resultó compensado por la disminución de la correspondiente a los no asalariados de pequeños establecimientos. Por lo tanto, la dinámica de la composición del empleo no habría jugado un papel significativo en el importante incremento de la pobreza registrado hasta el 2001. De cualquier manera, al comparar las estructuras ocupacionales de los hogares pobres y no pobres en este tramo se advierte que se elevó la presencia de la informalidad en la de los primeros mientras que decreció en la correspondiente a los segundos; ello sugeriría que los ingresos de los informales se habrían reducido relativamente al resto. Tal comportamiento puede reflejar tanto una mayor diferencia entre las características de los ocupados formales (o del SF) e informales (o del SI) – en términos de los atributos que se vienen considerando– como de un incremento en la penalización por la informalidad. Precisamente, en el Cuadro 8 se advierte ese último fenómeno. Pero también puede obedecer a que los hogares con trabajadores informales o del SI son aquellos con mayores probabilidades de caer en la pobreza debido a que entre ellos es muy elevada la participación de los ocupados menos calificados, cuyas remuneraciones cayeron relativamente a la de los más calificados. Como acaba de señalarse, el aumento en la proporción de personas pobres registrado entre octubre de 2001 y mayo de 2003 –de 37.2% a 53.9%– obedeció fundamentalmente a la erosión de los ingresos reales de cerca del 30%. En cambio, lo acontecido con en el tamaño del ESI o del EI no tuvo influencia: el primero se redujo levemente y si bien el último aumentó de manera relativa, ello obedeció casi por entero a la aparición del Plan Jefes. La participación de estos agregados en la ocupación de los hogares pobres también se redujo, especialmente cuando se excluye a los beneficiarios de los programas de empleo. Esta evolución se explica por la que experimenta los no asalariados; en cambio, se mantiene la contribución de los asalariados no registrados. Las brechas de ingresos se mantuvieron para los ocupados informales y descendieron para los ESI; este último comportamiento puede dar cuenta de la caida de estos ocupados entre los hogares pobres que fue mayor que la registrada para el conjunto de los ocupados.

31

Entre fines de 2003 y fines de 2005 se produjo una fuerte disminución de la pobreza –de 51.1% a 36.9% según las estimaciones aquí realizadas–. El tamaño agregado de la informalidad, sin embargo, se redujo escasamente –aún excluyendo a los planes de empleo cuyo número se contrajo– y no parece haber podido jugar un papel significativo. El leve aumento de la penalización por la informalidad no parece poder explicar el también escaso incremento en la participación de los ocupados informales o del SI entre los pobres, aunque este crecimiento fue algo mayor en el caso de los asalariados no registrados (Cuadro 4). La mayor presencia de la informalidad en el empleo de hogares pobres podría indicar que los hogares con ocupados informales tienen menor probabilidad de salir de la pobreza porque sus ingresos se encuentran más alejados de la línea de pobreza y/o se están más afectados por otros factores negativos (por ejemplo, desempleo, subempleo). En resumen, los cambios en la incidencia de la pobreza no parecen haber estado influidos de manera muy importante por la dinámica de la informalidad. Tanto las alteraciones en el tamaño de ésta, como en la penalización que reciben las remuneraciones de quienes allí trabajan, no pudieron haber resultado en cambios en la proporción de personas pobres de las magnitudes que se verificaron en el período bajo análisis. Sólo entre 1993 y 2001, el marcado incremento en la penalización de los ingresos de los informales pudo haber contribuido a elevar la participación d eellos entre los ocupados pobres. 4. CONCLUSIONES

La informalidad, desde los dos ángulos desde las cuales se la analizó aquí, constituye una porción importante del conjunto del empleo –más de la mitad o cerca del 40%–. Por su parte, la condición de informalidad en si misma resulta una fuente de bajos ingresos, explicando entre la mitad y las dos terceras partes de la diferencia entre los ingresos horarios medios de los trabajadores formales e informales. Estos últimos recibirían, por esta condición, entre 30% y 50% menos (según el método de medición) que un ocupado formal con los mismos atributos –edad, educación, género, rama de actividad, región–. Ambas evidencias –la relacionada con el tamaño del sector y la concerniente a sus ingresos– sugieren la existencia de una estrecha relación entre informalidad y pobreza. En la misma dirección apunta el hecho que la gran mayoría de los ocupados de hogares pobres sean informales o que la mitad de ellos trabajen en el SI. Otra pieza de información muestra la relevancia de esta apreciación pero también señala que la relación está lejos de ser muy estrecha: en caso que se

32

“formalizase” a todos los trabajadores informales, la disminución de la incidencia de la pobreza de un tercio, aún cuando prácticamente eliminaría la indigencia. El hecho que esta relación exista pero que no sea tan estrecha no es más que la evidencia de la relevancia de otros factores que contribuyen a la existencia de un amplio sector de hogares con bajos ingresos. La alta tasa de dependencia que se verifica en muchas de estas familias –causada por el desempleo u otros fenómenos– o la menor cantidad de horas que trabajan los informales se encuentran entre ellos. Pero más allá de reconocer la presencia de tales factores ligados a la cantidad de trabajo que los pobres pueden desplegar, los resultados del ejercicio de simulación indican que tanto los trabajadores formales como los informales que conforman los hogares pobres reciben ingresos bajos comparados con la línea de pobreza. Más específicamente, los personas de baja educación y/o jóvenes, que son los que conforman la mayor parte del empleo de los hogares pobres, logran –o lograrían– bajas remuneraciones aún siendo –o si fuesen– trabajadores formales. Esta situación está indicando que subsiste aún una amplia desigualdad en la distribución de las remuneraciones y/o que el promedio de ellas es bajo. Resulta sin dudas analíticamente relevante distinguir entre la retribución a la informalidad y las correspondientes a los otros atributos de los ocupados; es igualmente pertinente analizar la influencia de cada uno de ellos sobre la pobreza así como la que ejercen las variaciones en el tamaño de la ocupación informal o del SI. Ello no significa, sin embargo, que cuando la pobreza aparece estrechamente asociada a la informalidad resulte conveniente aplicar políticas muy diferentes a las que se implementarían si el desempleo o las bajas remuneraciones fuesen aquellos factores más próximamente ligados a los bajos ingresos familiares. En países como Argentina, la amplitud de las brechas de ingresos entre los más y los menos calificados, así como el tamaño del sector o empleo informal y las penalizaciones al ingreso de los que allí se desempeñan, no constituyen variables independientes. Una reducción de la precariedad y de las unidades informales menos estructuradas sólo será sostenida en el marco de un proceso de crecimiento económico y del empleo agregado importante. Este es también el contexto adecuado para una mejora en los ingresos reales. La experiencia de la recuperación reciente es un ejemplo en tal sentido, aún teniendo en cuenta la situación laboral extremadamente complicada existente en 2002. Por lo tanto, cabría esperar que un sendero de expansión económica pueda ir asociado a

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mejoras de la pobreza producida por ingresos reales más elevados y por una declinante importancia de la informalidad. Incluso, la penalización de los ingresos asociada a, al menos, algunas manifestaciones de la informalidad también podrían reducirse. El derrotero que siga la desigualdad de las remuneraciones puede estar asociado menos estrechamente al crecimiento económico y de la ocupación, a juzgar por experiencias nacionales y también internacionales, en las cuales la performance exhibida respecto de estas variables fue significativa pero en las que no se alteró un cuadro distributivo inequitativo. Cabe enfatizar, por lo tanto, la necesidad de encarar políticas públicas de diferentes tipos que apunten a este objetivo. No es este el lugar para abordar tal temática, pero ellas podrían incluir acciones en el campo de las políticas de ingreso (salarios mínimos, incrementos de remuneraciones por suma fija), de seguros generalizados al desempleo y subsidios también generalizados (que reduzcan la presión que experimentan los miembros de los hogares de menores recursos por tener que aceptar un puesto de muy bajos ingresos) o las que influyan sobre la estructura de la demanda de empleo (con impacto, esta última, en el mediano plazo). Aquellas acciones tendientes a controlar la no-registración deberían formar parte de esta batería en tanto tendrían un impacto importante en las remuneraciones más bajas, no sólo de los que venían trabajando en tal condición, sino al elevar el piso de las nuevas contrataciones. Este tipo de esfuerzos de regularización tendrá mayor probabilidad de éxito en períodos de crecimiento del empleo. Para concluir, convendría visualizar a la informalidad no tanto como una causa de la pobreza sino a ambas –informalidad y pobreza– como manifestaciones de un mercado de trabajo que no genera los suficientes puestos de calidad en el contexto de insuficientes políticas que reduzcan la necesidad que muchos individuos tienen de aceptar puestos precarios e informales.

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5. ANEXOS

A. La descomposición de las diferencias de ingresos

Específicamente, se estima la función tipo Mincer ln ŷji = Xji βj + e donde ŷji es la remuneración media (horaria o mensual) estimada para el individuo i, Xi es la matriz de variables explicativas del individuo i y β son los parámetros a estimar, donde j puede ser formal (f) o informal (n). Luego, siguiendo el procedimiento de Oaxaca - Blinder19 es posible computar la diferencia entre los ingresos medios estimados para el promedio de la población ln yˆ f − ln yˆ n = X f β f − X i ni

y descomponerla de la siguiente manera:

X f β f − Xˆ n β n = ( X

f

− X n )β f + X i (β f − β n )

Donde el primer término del miembro de la derecha indica las diferencias atribuibles a las existentes en las características de los trabajadores y el segundo, las derivadas del hecho de pertenecer a diferentes grupos, esto es, las diferencias en los “retornos” a los atributos. Por lo tanto, los antilogarítmos de ambos términos no darían la brecha relativa atribuible a cada efecto.20

B. La simulación del efecto de la informalidad sobre la incidencia de la pobreza en el segundo semestre de 2005

A efectos de computar el ingreso que le correspondería a un trabajador informal (o del sector informal o asalariado no registrado) en caso que pasase a ser formal (o del sector formal o asalariado registrado), se calculó la relación entre los ingresos

19

Véase Oaxaca, op. cit.

20

Los resultados cambiarían en alguna medida si se toma al sector formal como base de la comparación. 35

estimados con la función de trabajadores formales y con la de trabajadores informales y la relación fue aplicada al valor efectivo de la remuneración del trabajador informal. Si ln yˆ ij = X ij β j

es el ingreso estimado para el trabajador i perteneciente al

sector j con los parámetros de las funciones de ingreso, siendo j= formal (f)21, informal (n).22 Entonces el ingreso contrafáctico del individuo i, y*ni perteneciente a la informalidad se calculó de la siguiente manera: y* = i n

exp( X ni β f ) exp( X β n ) i n

yni donde yni es el ingreso efectivo de la persona i

perteneciente al sector informal Para el caso de los ocupados en planes de empleo, se reemplazó el monto de su ingreso (en la mayoría de los casos $150) por exp(Xpiβf), esto es, por el ingreso estimado con los parámetros de los trabajadores formales donde Xpi representan las características del individuo i beneficiario de planes de empleo

21

Estrictamente, ocupado formal, ocupado del sector formal o asalariado registrado.

22

Estrictamente, ocupado informal, ocupado del sector informal o asalariado no registrado.

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C. Modelos de ingreso utilizadas en la descomposición de Oaxaca-Blinder Modelos de ingreso usadas en la descomposición de Oaxaca-Blinder (Variable dependiente: ln remuneración horaria)

Constante JEFE Hasta 29 años Entre 30 y 45 años Entre 46 y 65 años Varon Secund. compl. y terc. Incompleto Terciario completo Horas trabajadas Sector Público Servicios Sociales S. Financ y a empresas Transporte Comercio Contrucción Industria GBA NOA Pampeana NEA Cuyo

Empleo sector formal 2,215 0,182 -0,223 -0,014** 0,150 0,118 0,357 0,633 -0,012 -0,049** -0,192 -0,045** -0,150 -0,247 -0,209 -0,150 -0,281 -0,656 -0,415 -0,689 -0,530

Empleo sector informal 1,497 0,218 -0,043** 0,193 0,236 0,244 0,401 0,643 -0,012 0,283 0,012** 0,069** -0,049** -0,198 -0,242 -0,170 -0,308 -0,777 -0,404 -0,837 -0,607

Empleo Formal 2,526 0,147 -0,185 -0,022** 0,103* 0,109 0,256 0,493 -0,014 -0,185 -0,318 -0,143 -0,158 -0,333 -0,269 -0,214 -0,236 -0,541 -0,366 -0,593 -0,462

Empleo Informal 1,364 0,160 -0,085 0,155 0,191 0,271 0,3332 0,687 -0,012 0,291 0,170 0,192 0,090 -0,051 -0,060 -0,012 -0,198 -0,692 -0,320 -0,757 -0,522

Asalariados no registrados 2,467 0,132 -0,110* 0,043** 0,149 -0,090 0,249 0,524 -0,014 -0,180 -0,314 -0,164 -0,126 -0,320 -0,248 -0,166 -0,248 -0,528 -0,369 -0,56 -0,455

Asalariados registrados 1,290 0,167 -0,042** -0,138* -0,131* 0,158 0,284 0,734 -0,011 0,311 0,176 0,190 -0,006** -0,030** -0,005** -0,026** -0,169 -0,657 -0,303 -0,720 -0,487

Notas: Cuando no se indica, los parámetros son significativos al 1%; *indica significativa al 5% y ** indica no significativa Las categorías de base son: las personas con edades superiores a 65 años, aquellos con educación terciaria completa y los ocupados en el sector Otras Ramas y en la región Patagónica.

Fuente: Estimaciones propias sobre la base de la EPH del INDEC

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