PROPUESTA DE ELABORACIÓN DE UN DICCIONARIO BÁSICO BILINGÜE ESPAÑOL-JAPONÉS / JAPONÉS-ESPAÑOL PARA PRINCIPIANTES NORIKO HAMAMATSU Universidad de Salamanca
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1. INTRODUCCIÓN Dentro de la lingüística aplicada los estudios lexicográficos relacionados con la enseñanza y al aprendizaje de LE han ido adquiriendo un papel relevante a lo largo de los últimos años, tanto en la planificación curricular como en la elaboración de materiales didácticos, principalmente manuales y diccionarios. En esta comunicación presentaremos parte de nuestro trabajo de investigación encaminado a la elaboración de un diccionario básico bilingüe español-japonés / japonés-español, dirigido tanto a usuarios japoneses aprendices de español como lengua extranjera (ELE) como a usuarios españoles aprendices de japonés como lengua extranjera (JLE). Nuestra doble experiencia académica, primero como estudiante y, posteriormente, como profesora, nos ha dado la oportunidad de conocer las dificultades y los problemas a los que se enfrentan los estudiantes japoneses de ELE y los españoles de JLE, de manera especial en cuanto al aprendizaje del vocabulario básico en el nivel inicial1. El motivo que nos ha llevado a elegir el tema de la lexicografía práctica bilingüe español-japonés / japonés-español ha sido doble: en primer lugar, ofrecer a los estudiantes japoneses de ELE y a los españoles de JLE, así como a las personas interesadas en este tema, un material lexicográfico que pueda ayudarles en los primeros pasos del aprendizaje del léxico de ELE y de JLE y, en segundo lugar, contribuir modestamente al desarrollo de los estudios lingüísticos contrastivos español-japonés en el campo de la lexicografía. 2. SELECCIÓN DE UN VOCABULARIO BÁSICO EN ESPAÑOL Y EN JAPONÉS Como el objetivo final de nuestro trabajo de investigación es la elaboración de un diccionario básico bilingüe español-japonés / japonés-español, en primer lugar debemos realizar una selección de los vocabularios básicos de ambas lenguas de, aproximadamente, dos mil unidades léxicas cada uno. Coincidimos con P. Benítez Pérez (1994: 9) en que los implicados en el proceso de enseñanza y aprendizaje de lenguas extranjeras (profesores, estudiantes, autores de manuales y materiales, y editores) debemos interesarnos en enseñar y aprender vocabulario. Parece lógico que en las etapas iniciales de ese proceso los estudiantes aprendan el vocabulario básico de la lengua extranjera objeto de estudio2. Ahora bien, ¿cuántos vocablos deben componerlo y adónde acudir para conseguir los más apropiados? Si tenemos en cuenta que los hablantes nativos no necesitan un número muy alto de vocablos para expresarse con claridad y precisión en las diferentes situaciones comunicativas de la vida cotidiana, 1 A este respecto el profesor Hideo Hotta, de la Universidad Provincial de Aichi (Japón), hablando de la importancia que el estudio del vocabulario tiene en la enseñanza/aprendizaje de un idioma extranjero, afirma: “Pero por la escasez de horas u ocasión de contacto con el español, muchos de los alumnos no pueden adquirir suficiente número de palabras o modismos. Lo digo limitándome al ambiente de mi labor, que es la enseñanza de español a estudiantes universitarios en Japón. El idioma materno de los estudiantes, es decir, el japonés, no dispone de palabras cognadas. No podemos aprovechar la cognación como pueden hacer los alumnos hablantes de lenguas románicas o europeas, excepto por algunos préstamos de los idiomas occidentales. Los estudiantes tampoco tienen mucho contacto con el idioma-objeto del aprendizaje fuera del aula” (H. Hotta, 2002: 881). 2 La asociación de maestros Rosa Sensat en una publicación titulada Vocabulario Básico Infantil afirma: “el Vocabulario Básico es el que se establece partiendo de una tabla de frecuencias. Se trata, pues, del que tiene un uso más general en todos los medios y, por lo tanto, el más necesario. Es el vocabulario que decimos corrientemente. (En todas las lenguas del mundo, las personas no necesitan más allá de dos mil palabras para expresarse en cualquier situación de la vida cotidiana).” Más adelante, al referirse a las finalidades didácticas de un vocabulario básico, menciona: “Hasta ahora parecía que la primera finalidad, y utilidad, era la enseñanza de un idioma a las personas que no lo tienen como propio. […] El que aprende una lengua para relacionarse debe olvidar en los primeros pasos todo fuego de artificio léxico, porque corre el peligro de dispersión de fuerzas si aprende listas interminables de vocablos que sólo utilizará en un tanto por ciento muy reducido. Los franceses e ingleses han sido pioneros en este aspecto, y pueden hablar con suficiente conocimiento de causa de los óptimos resultados que han obtenido sirviéndose de un vocabulario básico en la enseñanza de su idioma a extranjeros” (1984: 5 y 7).
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pensamos que el caudal léxico que un aprendiz de LE debería llegar a conocer y utilizar con naturalidad, en las primeras etapas de aprendizaje, no ha de ser muy alto. Benítez Pérez (1994: 10) nos dice que algunos autores, como León Verlée (1963: V), establecen en no más de dos mil el número de palabras diferentes que el hombre de la calle utiliza normalmente, y manifiestan que con ellas puede comunicarse en los ámbitos de la vida cotidiana (familiar, social y laboral). El mismo autor añade que según los estudiosos de frecuencias léxicas, las primeras 1000 palabras más usadas del español abarcan cerca del 85% del contenido léxico de cualquier texto no especializado3.
Diferentes investigaciones sobre frecuencia léxica confirman que el léxico básico se sitúa en torno a los dos mil vocablos4. Luego, parece que ese vocabulario básico debe limitarse numéricamente. Así lo corrobora el Consejo de Europa (2001) en el Marco común europeo de referencia para las lenguas: aprendizaje, enseñanza, evaluación, para las lenguas europeas. Al referirse al vocabulario (p. 168), dentro del desarrollo de las competencias lingüísticas, señala que la cantidad, el alcance y el control del mismo son parámetros de importancia capital en la adquisición de una lengua y, por lo tanto, también de la evaluación del dominio que se tiene de ella, así como de la planificación del aprendizaje y la enseñanza de lenguas. Por eso, los usuarios del Marco de referencia deberán determinar: - La riqueza del vocabulario, es decir, el número tanto de palabras como de frases hechas que se les exigirá a los candidatos de un examen. - El alcance de vocabulario, es decir, los ámbitos, temas, situaciones, etc. en que ese vocabulario se organiza y en los cuales, por lo tanto, se les deberá exigir a los candidatos. - El control que necesitará ejercer el alumno sobre el vocabulario, estableciendo el método y las exigencias al respecto. - La distinción que se establece entre dominar un vocabulario para ser capaz de reconocerlo y comprenderlo dentro de un contexto, y dominar un vocabulario para ser capaz de hacer uso expresivo de él. Es decir, se deberá distinguir entre vocabulario activo y vocabulario pasivo. Tanta importancia concede el Marco al tratamiento de este componente que afirma con rotundidad: “Quienes elaboran materiales de exámenes y manuales están obligados a hacer una selección léxica” (pág. 168). Y, a continuación, señala los caminos por los que poder llegar al establecimiento de los repertorios de vocabulario: a) Mediante la selección de palabras y las frases hechas relacionadas con los distintos ámbitos, áreas temáticas y elementos culturales presentes en el dominio de la lengua. b) Mediante principios léxico-estadísticos de selección de las palabras más frecuentes en diccionarios y recuentos generales. c) La selección basada en el aprovechamiento de textos auténticos. En cuanto al japonés, The Japan Foundation y Association of International Education of Japan establecen cuatro niveles en su examen oficial The Japanese-Language Proficiency Test5, asignando a cada nivel unos contenidos mínimos de exigencia respecto del número de kanji y vocabulario, determinando también el número de horas lectivas necesario para adquirir esos contenidos6. Superar los 3
Posiblemente, se refiera a lo expuesto por A. Juilland y E. Chand Rodríguez (1964), que en su diccionario de frecuencias del español establecen que las primeras diez palabras representan el 36,5% de la frecuencia total, las cien primeras el 66,2%, y las mil primeras el 85,5% del total. 4 Además de los datos ofrecidos por L. Verleé (1963), W. S. Dodd (1994) y F. Moreno Fernández (2000) coinciden al afirmar que, de manera general, se acepta que con el millar de palabras más frecuentes cubre aproximadamente el 90% del texto de un libro normal (Dodd añade “en inglés”), que el segundo millar cubre entre un 5% y un 6% más, y el tercer millar, cerca de un 2% más. Por otra parte, W. Patterson y H. Urrutibéheity (1975) afirman que las cien palabras más frecuentes del español constituyen más del 30% del material léxico de cualquier texto; con las mil se alcanza el 50% de todo texto, y con las cinco mil más abundantes se sobrepasa el 90%. 5 The Japan Foundation and Association of International Education, Japanese Language Proficiency Test: Test content specifications. Tokyo, Bonjinsha, 2002 (Revised edition). Se trata del examen oficial de japonés como lengua extranjera equivalente al DELE ofertado por el Instituto Cervantes. 6 Level 1. The examinee has mastered grammar to a high level, konws around 2,000 kanji and 10,000 words, and has an integrated command of the language sufficient for life in Japanese society. This level is normally reached after studying Japanese for around 900 hours. Level 2. The examinee has mastered grammar to a relatively high level, knows around 1,000 kanji and 6,000 words, and has the ability to converse, read, and write about matters of a general nature. This level is normally reached after studying Japanese for around 600 hours and after completion of an intermedeate course. Level 3. The examinee has mastered grammar to a limited level, knows around 300 kanji and 1,500 words, has the ability to take part in everyday conversation and read and write simple sentences. This level is normally reached after studying Japanese for around 300 hours and after completion of an elementary course. Level 4. The examinee has mastered the basic elements of grammar, knows around 100 kanji and 800 words, has the ability to engage in simple conversation and read and write short, simple sentences. This level is normally reached after studying Japanese for around 150 hours and after completion of the first half of an elementary course. (www.jees.or.jp/jlpt/pdf/result_2005_2.pdf, 24.07.2006).
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Level 3 y Level 4 del mencionado The Japansese-Language Proficiency Test significa alcanzar un nivel de dominio del japonés como lengua extranjera equiparable al nivel B1 (Nivel Umbral) del Marco de referencia europeo para el aprendizaje, la enseñanza y la evaluación de lenguas del Consejo de Europa. 2.1. Los corpus del vocabulario básico en español y en japonés En el desarrollo de nuestro trabajo de investigación, y con el fin de realizar la selección de los vocabularios básicos de las dos lenguas objeto de nuestro estudio, hemos elaborado dos corpus7, uno en español y otro en japonés, para poder abarcar las dos direcciones del diccionario propuesto. De acuerdo con los principios teóricos analizados, y de manera especial con lo que mencionan, por un lado, el Marco común europeo de referencia para las lenguas: aprendizaje, enseñanza, evaluación respecto del español y, por otro, The Japan Foundation y The Association of International Education of Japan respecto del japonés, en cuanto al establecimiento de repertorios de vocabulario, hemos decidido recurrir a diferentes fuentes metalingüísticas de carácter lexicográfico para la elaboración de los dos corpus. En la elaboración de ambos corpus hemos tomado como punto de partida las respectivas listas de vocabulario que recogen los elementos léxicos exigidos en las pruebas oficiales del Diploma de Español como Lengua Extranjera (DELE). Certificado Inicial de Español (CIE) (1992: 64-113)8, para el español, y del Japanese Language Proficiency Test: Test content specifications (2002: 52-115), para el japonés. La selección del resto de las fuentes la hemos realizado de forma aleatoria, teniendo en cuenta un único criterio, que todas se refieran al nivel básico. Hemos recurrido a repertorios léxicos, vocabularios, pequeños diccionarios –monolingües y bilingües– y glosarios de manuales para la enseñanza tanto de español para extranjeros como de japonés para extranjeros publicados o elaborados en España o en Japón. Una vez elaborados los dos corpus, hemos seleccionado las unidades léxicas más frecuentes de cada uno de ellos. Posteriormente, con esas unidades léxicas hemos elaborado dos listas de vocabulario básico, las cuales constituirán las entradas del diccionario básico bilingüe, por una parte, en la dirección españoljaponés y, por otra, japonés-español. 2.1.1. El corpus en español. Método de elaboración y análisis Para la elaboración del corpus en español hemos utilizado treinta fuentes léxicas9. Como ya hemos mencionado, nuestro primer objetivo es elaborar una tabla de frecuencias de aparición de las unidades léxicas de estas treinta fuentes. Para ello hemos asignado a las entradas de cada fuente léxica un número (del 0 al 9), una letra minúscula (de la a a la j) o una letra mayúscula (de la A a la J). Hemos tomado como punto de partida la lista del Vocabulario nuclear y vocabulario complementario del Certificado Inicial de Español, cuyas entradas las hemos identificado con el número 1. A las demás fuentes les hemos asignado, de manera aleatoria, un número o una letra. Posteriormente hemos diseñado en el ordenador un documento de texto con dos columnas: en la de la izquierda hemos registrado las entradas léxicas y en la de la derecha los números y letras –minúsculas y mayúsculas– correspondientes a las listas. En ese documento, que va a constituir nuestro corpus en español, hemos ido registrando todas las unidades léxicas de cada lista. Cuando nos hemos encontrado con una unidad léxica ya registrada en el Vocabulario nuclear y vocabulario complementario, hemos añadido a dicha entrada el número o letra correspondiente en la columna de la derecha. Si, por el contrario, nos hemos encontrado con una unidad léxica nueva, la hemos registrado como entrada en la columna de la izquierda y le hemos asignado el número o la letra correspondiente en la columna de la derecha. Tras registrar todas las unidades léxicas con sus números y letras correspondientes, hemos computarizado todos los datos para clasificar dichas unidades léxicas de acuerdo con su frecuencia absoluta de aparición en la lista del corpus10. El número total de entradas recogidas ha sido de 42.450, de las cuales 8.188 son unidades léxicas –univerbales y pluriverbales– diferentes. En la siguiente tabla de frecuencias aparecen reflejados estos datos
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Debido a su amplitud no podemos incluirlos en esta comunicación. En la actualidad se denomina Diploma Básico de Español. Nivel Inicial. 9 Los datos correspondientes a estas treinta fuentes léxicas aparecen en las referencias bibliográficas. 10 El programa informático utilizado para realizar la computarización de los datos ha sido diseñado y aplicado por Juan Felipe García Catalán, del Centro de Proceso de Datos de la Universidad de Salamanca. 8
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Frecuencia absoluta 30 29 28 27 26 25 24 23 22 21 20 19 18 17 16 15
Unidades léxicas Unidades léxicas diferentes registradas 0 0 1 29 19 532 20 540 36 936 40 1.000 41 984 47 1.081 62 1.364 75 1.575 69 1.380 74 1.406 91 1.638 85 1.445 88 1.408 118 1.770
Frecuencia absoluta 14 13 12 11 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1
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Unidades léxicas Unidades léxicas diferentes registradas 94 1.316 119 1.547 119 1.428 140 1.540 151 1.510 184 1.656 224 1.792 231 1.617 271 1.626 382 1.910 502 2.008 646 1.938 1.215 2.430 3.044 3.044
TOTAL 8.188 Cuadro 1. Corpus total en español. Tabla de frecuencias
42.450
Si nos fijamos en los índices de frecuencia y en el número de unidades léxicas correspondientes, lo primero que podemos mencionar es que no hay ninguna unidad léxica con frecuencia 30, es decir, no hay ninguna palabra ni unidad fraseológica que aparezca registrada en las 30 fuentes léxicas. Con frecuencia 29 sólo tenemos registrada una entrada: grande (gran). En el extremo opuesto, con frecuencia 1 aparecen registradas un total de 3.044 unidades léxicas diferentes. El siguiente paso en nuestro trabajo lexicográfico es determinar la cantidad de unidades léxicas diferentes que deben componer nuestra lista de vocabulario básico en español. En una primera selección hemos decidido recoger de nuestro corpus las unidades léxicas diferentes registradas con un índice de frecuencia igual o superior a 7, con lo que obtenemos un vocabulario de 2.128 unidades léxicas diferentes. Creemos que es un corte justificado pues representa el 69, 5% del total de nuestro corpus (porcentaje equivalente a 29.494 unidades léxicas registradas), como podemos ver en el siguiente cuadro: Índice de frecuencia Unidades léxicas diferentes Corpus cubierto (%) 29.494 (69, 5%) Igual o superior a 7 2.128 Inferior a 7 6.060 12.956 (30,5%) TOTAL 8.188 42.450 (100%) Cuadro 2. Relación unidades léxicas diferentes / cantidad de corpus cubierto (%)
Desde un punto de vista cuantitativo, la selección de unidades léxicas que ha resultado parece adecuada al nivel básico, nivel al que pretendemos circunscribir nuestro trabajo lexicográfico. Como ya hemos mencionado, así lo parecen corroborar diferentes investigaciones sobre frecuencia léxica, que confirman que el léxico básico se sitúa en torno a las 2.000 palabras. También consideramos muy oportuna la opinión de H. López Morales (1984: 59) sobre esta cuestión: Sin duda uno de los resultados más provechosos de estas investigaciones de frecuencia léxica es el indicarnos que el dominio que tienen los hablantes del vocabulario de su lengua materna es relativamente limitado, pues en realidad son pocas palabras que alcanzan una frecuencia alta. Estudios realizados en Francia hace ya casi treinta años demuestran que, dejando a un lado los términos de la especialidad de cada cual –los vocabularios de profesiones y oficios– el hombre culto, el intelectual, maneja entre 4.000 y 5.000 vocablos, en contraste con el hombre común, que ronda los 2.000. […] Este descubrimiento plantea dos cuestiones igualmente importantes. De todo el caudal léxico de una lengua, el recogido en los diccionarios, ¿cuáles son esas 4.000 ó 5.000 palabras de uso real entre los hablantes cultos de determinada comunidad lingüística? ¿Cuáles corresponden a las 2.000 manejadas por los niveles socioculturales más modestos? Las respuestas dadas a preguntas tan fundamentales nos llevan directamente al concepto de léxico básico.
Tras realizar esa primera selección, hemos considerado conveniente fijarnos en las unidades léxicas del Vocabulario nuclear y vocabulario complementario del CIE –repertorio léxico elaborado por Cursos Internacionales de la Universidad de Salamanca que hemos tomado como punto de partida para la elaboración del corpus en español– que han quedado eliminadas por estar registradas con un índice de frecuencia igual o inferior a 6. Hemos encontrado una lista de 580 unidades léxicas.
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Como nuestra intención es recoger aquellas palabras que tienen realmente vida común entre los hablantes de una sociedad o comunidad, en este caso, la española, hemos repasado esa lista de 580 unidades léxicas eliminadas y hemos decidido recuperar 328 de ellas, de acuerdo con los criterios que establecen M. de Greve y F. Van Passel (1971)11 para la selección del vocabulario que debe figurar en los manuales de enseñanza de lenguas extranjeras, ya que consideramos que se trata de palabras y expresiones idiomáticas básicas, necesarias para un hablante de nivel inicial. Por ello, finalmente tenemos una lista de vocabulario básico en español de 2.456 unidades léxicas. 2.1.2. El corpus en japonés. Método de elaboración y análisis Para la elaboración del corpus en japonés hemos utilizado trece fuentes léxicas12: Como en el caso del español, nuestro objetivo es elaborar una tabla de frecuencias de aparición de las unidades léxicas de estas trece fuentes léxicas. Para ello hemos asignado a las entradas de cada fuente léxica un número (del 0 al 9) o una letra mayúscula (A, B o C). Hemos tomado como punto de partida la lista del Japanese Language Proficiency Test: Test content specifications, a cuyas entradas les hemos asignado el número 1. El resto de fuentes las hemos identificado, de manera aleatoria, con otro número o una letra. Posteriormente, hemos diseñado en el ordenador un documento de texto con dos columnas: en la de la izquierda hemos registrado las entradas léxicas y en la de la derecha los números y letras correspondientes a las trece listas de vocabulario. En ese documento, que va a constituir nuestro corpus en japonés, hemos ido introduciendo todas las unidades léxicas de cada lista. En primer lugar hemos registrado la lista del Japanese Language Proficiency Test: Test content specifications y, después, hemos ido agregando sucesivamente el resto de glosarios, listas de vocabulario y repertorios léxicos. Cuando nos hemos encontrado con una unidad léxica ya registrada en la lista del Japanese Language Proficiency Test: Test content specifications, hemos añadido a dicha entrada el número o letra correspondiente en la columna de la derecha. Si, por el contrario, nos hemos encontrado con una unidad léxica nueva, la hemos registrado como entrada en la columna de la izquierda y le hemos asignado el número o la letra correspondiente en la columna de la derecha. Tras registrar todas las unidades léxicas con sus números y letras correspondientes en el ordenador, hemos computarizado13 todos los datos para clasificar dichas unidades léxicas de acuerdo con su frecuencia absoluta de aparición en la lista del corpus. El número total de entradas recogidas ha sido de 19.068, de las cuales 5.404 son unidades léxicas diferentes. En el cuadro siguiente damos cuenta de los índices de frecuencia y del número de unidades léxicas correspondientes. Índice de frecuencia 13 12 11 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 TOTAL
Unidades léxicas diferentes 112 165 167 187 160 162 150 167 179 236 431 717 2.571
Unidades léxicas registradas 1.456 1.980 1.837 1.870 1.440 1.296 1.050 1.002 895 944 1.293 1.434 2.571
5.404 19.068 Cuadro 3. Corpus total en japonés. Tabla de frecuencias
11 Estos autores establecen tres métodos de selección del vocabulario: la selección subjetiva, la selección objetiva –que plantea la necesidad de enseñar el vocabulario frecuente, el que va a ser más útil para el aprendiz– y la selección objetiva corregida –según este criterio, además de la frecuencia, es preciso tener en cuenta la eficacia y productividad de las formas léxicas– (M. de Greve y F. Van Passel [1971]: Lingüística y enseñanza de lenguas extranjeras. Madrid, Fragua, págs. 106-124. Citado por P. Benítez Pérez, 1994: págs. 10, 11). 12 Los datos correspondientes a estas trece fuentes léxicas aparecen en las referencias bibliográficas. 13 El programa informático utilizado para realizar la computarización de los datos ha sido diseñado y aplicado por Juan Felipe García Catalán, del Centro de Proceso de Datos de la Universidad de Salamanca.
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Una vez establecidos los datos, el siguiente paso en nuestro trabajo lexicográfico es determinar la cantidad de unidades léxicas diferentes que deben componer nuestra lista de vocabulario básico en japonés. Hemos decidido seleccionar de nuestro corpus las unidades léxicas diferentes registradas con un índice de frecuencia igual o superior a 3, con lo que obtenemos un vocabulario de 2.116 unidades léxicas diferentes. Creemos que es un corte justificado pues representa el 79 % del total de nuestro corpus (porcentaje equivalente a 15.063 unidades léxicas registradas), como podemos ver en el siguiente cuadro: Índice de frecuencia Unidades léxicas diferentes Corpus cubierto (%) 15.063 (79%) Igual o superior a 3 2.116 Inferior a 3 3.288 4.005 (21%) TOTAL 5.404 19.068 (100%) Cuadro 4. Relación unidades léxicas diferentes / cantidad de corpus cubierto (%)
Desde un punto de vista cuantitativo, la selección de unidades léxicas que ha resultado parece adecuada al nivel básico, nivel al que pretendemos circunscribir nuestro trabajo lexicográfico. 3. CONCLUSIONES En este artículo hemos presentado, dentro del trabajo de investigación que estamos desarrollando, la parte correspondiente a la elaboración de los corpus en español y en japonés, a partir de los cuales hemos realizado la selección de los vocabularios básicos de ambas lenguas. Somos conscientes de que la tarea de realizar una obra lexicográfica bilingüe es ardua y laboriosa, ya que son muchas las cuestiones que debemos afrontar, tanto en el plano macroestructural como en el microestructural. Sin duda, una de las más delicadas es el problema de los equivalentes. Buscar un equivalente en la lengua meta de un vocablo de la lengua de partida supone buscar un significado idéntico para dos significantes pertenecientes a dos sistemas lingüísticos diferentes. Teóricamente una identidad de significados conlleva una identidad de contextos discursivos y de contextos extralingüísticos. Es decir, eso implica la existencia de situaciones idénticas en contextos idénticos. Pero, en realidad, la equivalencia perfecta entre unidades léxicas de dos lenguas aparece muy pocas veces. Para encontrar el equivalente de una unidad léxica de la lengua de partida en la lengua de llegada hay que confrontar dos sistemas lingüísticos distintos, cuyas estructuras léxicas no se corresponden, y tener en cuenta las connotaciones ligadas a los elementos discursivos. Por otra parte, ocurre que, con frecuencia, a una unidad léxica14 de la lengua de partida le corresponde más de un equivalente en la lengua de llegada15. En este caso, para poder identificar los diferentes equivalentes habrá que recurrir a los contextualizadores16 –es decir, “las palabras o sintagmas explicativos” que diferencian los equivalentes enumerados–, los cuales deberían redactarse, por lógica, en la lengua materna de los destinatarios y/o usuarios del diccionario bilingüe, ya que es a ellos a quienes esa información debe ayudarles a establecer cuál es el equivalente más adecuado en una situación y un contexto determinados (G. Arroyo, 2003: 130). Además de los contextualizadores, también podemos recurrir a las marcas lexicográficas para diferenciar los equivalentes. En algunos casos, habrá que utilizar varios términos, como equivalente en la lengua de llegada, para describir el significado de un lema en la lengua de partida –algo semejante a lo que sucede con las definiciones en los diccionarios monolingües. Por lo tanto, esta tarea puede llegar a ser algo verdaderamente complicado cuando se trata de dos lenguas pertenecientes a dos civilizaciones diferentes y distantes, con distintas concepciones del mundo en cuestiones como los modos y costumbres de vida, las relaciones interpersonales, la educación, las relaciones laborales, etc., todo lo cual se manifiesta en la lengua común. Y eso es, precisamente, lo que ocurre con las dos lenguas objeto de nuestro estudio en este trabajo, el español y el japonés.
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Unidad léxica que en el diccionario bilingüe aparece representada por el lema correspondiente. Esre fenómeno lingüístico, conocido como poliequivalencia, está causado por el anisomorfismo de las lenguas. 16 M. Alvar (1993: 131) utiliza el término glosas y menciona que informan, en el interior del artículo lexicográfico, sobre la connotación y que “son utilizadas, con cierta frecuencia, en los diccionarios plurilingües para eliminar la ambigüedad que puedan presentar las voces traducidas para que el usuario sepa en qué circunstancia y momento puede manejar el vocablo en cuestión, o para informar de otros dato de interés, lingüísticos y extralingüísticos. 15
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PROPUESTA DE ELABORACIÓN DE UN DICCIONARIO BÁSICO BILINGÜE ESPAÑOL-JAPONÉS …
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Gracias a la gentileza del autor. Los manuales Ahora sí. Español para o Ensino Médio y Español para todos, aunque han sido publicados en Brasil, han sido elaborados por profesores de la Universidad de Salamanca. 18