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Debes nacer de nuevo
“En el corazón de todo hombre existe un vacío que tiene la forma de Dios. Este vacío no puede ser llenado por ninguna cosa creada, sino solo por Dios, el Creador, dado a conocer por medio de Jesús.” Blaise Pascal (1623 – 1662)
La verdad de estas palabras se puede ver en la cantidad de religiones en el mundo hoy en día. Un estudio reciente muestra que hay 20 religiones mayoritarias en el mundo, 270 grandes grupos religiosos, e innumerables grupos religiosos pequeños y tribus con sus propias creencias. Esto no incluye a aquellos individuos que claman pertenecer a un grupo no religioso pero cogen y escogen lo que ellos van a creer acerca de lo divino. Todo esto es el esfuerzo humano para llegar a Dios y la confirmación del “vacío que tiene la forma de Dios” de Pascal. En el capítulo 3 de Juan, un hombre viene a Jesús por la noche. Su nombre es Nicodemo y ha estado intentando estar cerca de Dios toda su vida. Las Escrituras nos dicen que era un fariseo. Estas personas se habían comprometido a dedicar sus vidas y energías a obedecer las leyes de Dios. Durante los años entre el antiguo y nuevo testamento hubo momentos en los que estaba prohibido practicar la religión judía. Los fariseos fueron los que continuaron alabando a Dios incluso cuando eso supondría persecución y muerte. En los días de Jesús los fariseos habían cambiado. Lo que había empezado siglos anteriores como pureza hacia Dios se convirtió en orgullo espiritual, legalismo y criticismo hacia los demás. Sus comportamientos parecían honestos, pero sus motivos eran egoístas y pecaminosos. Se preocupaban más por la aprobación de las personas que de la aprobación de Dios. Gradualmente fueron convirtiéndose de héroes en hipócritas. Jesús en una ocasión hizo referencia a muchos de los fariseos, en Mateo 23:27 con las siguientes palabras: “¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que sois como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre.” Juan 3 nos dice también que Nicodemo forma parte del consejo principal. Este consejo se conocía como Sanedrín. Era una corte suprema que tenía autoridad sobre todos los judíos de todo el mundo. Eran sus líderes espirituales. También eran responsables de guardar a la gente de falsos maestros y mesías. Nicodemo era un hombre poderoso. Era un fariseo que era miembro del Sanedrín, y aun así vino a ver a Jesús, el hijo de un carpintero. Nicodemo se acercó a Jesús de noche. Puede que tuviera miedo de lo que los otros fariseos pensarían. También podría significar que Nicodemo quería mantener una conversación a solas con Jesús y ese era el único momento en que Él no estaba rodeado de multitudes. Cualquiera
que fuera la razón, podemos ver que Nicodemo se dirige a Jesús como Rabí (maestro) y admite que Jesús viene de parte de Dios por todos los milagros y señales que hace. Jesús responde: “De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios”. La frase “nacer de nuevo” podría traducirse como “nacer desde arriba”. Con cualquiera de estos significados Jesús hablaba sobre una verdad espiritual, pero Nicodemo parece no haberlo entendido. Lo sabemos por su respuesta: “¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo? —preguntó Nicodemo—. ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer?” Para entender mejor la expresión “nacer de nuevo” nos debemos fijar en la cultura judía de ese tiempo. La frase “nacer de nuevo” se usaba cuando un pagano o un gentil quería convertirse en judío. En sus mentes este cambio era radical, tanto que podría describirse como “nacer de nuevo”. Era para la gente apartada de Dios que querían convertirse en sus hijos. Así que, ¿cómo pudo Jesús utilizar esta frase con Nicodemo? ¿No era esta una de las personas más santas? Era un judío, un hijo de Abraham, un integrante del pacto con Dios. Era un fariseo y miembro del Sanedrín. Entregó su vida y energía para hacer las cosas correctas. ¿Acaso no era eso lo que había que hacer para estar cerca de Dios? “—Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—. Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu. No te sorprendas de que te haya dicho: “Tenéis que „nacer de nuevo.‟” Jesús explica a Nicodemo que todos nosotros hemos nacido en la carne de nuestra madre terrenal, pero también algo más. La salvación y reconciliación con Dios no está determinada por quiénes son nuestros padres o a qué etnia pertenecemos. Ser recto ante Dios solo viene mediante un nacimiento espiritual. Esto es necesario porque estamos separados de Dios y espiritualmente muertos por causa de nuestro pecado. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia habéis sido salvados!” (Efesios 2:4-5) “Antes de recibir esa circuncisión, vosotros estabais muertos en vuestros pecados. Sin embargo, Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal.” (Col. 2:1315) Y Jesús añade: “El viento sopla por donde quiere, y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y a dónde va. Lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu.” (Juan 3:8) Al principio este versículo parece un poco misterioso. ¿De qué exactamente está hablando Jesús? Si buscamos un poco más a fondo nos damos cuenta de que la palabra “viento” en griego significa también “Espíritu Santo”. Jesús hablaba sobre algo más que el viento. Sabemos que el viento existe porque podemos ver los resultados de su trabajo. No podemos explicar plenamente cómo o de dónde vino o dónde va a ir más adelante. Solo sabemos que existe. Podemos testificar por lo que hace. El Espíritu Santo es similar. Viene a nuestras vidas y nos transforma, aunque no podemos explicar exactamente cómo trabaja en nuestras vidas.
Pero sabemos que lo hace porque hemos visto y experimentado un cambio en nuestra vida y su trabajo en nuestro mundo. Es un regalo gratuito de Dios, determinado por Dios. Este concepto pudo haber sido difícil de entender para Nicodemo. Él estaba acostumbrado a una religión que podía manejar y controlar. En su mente, si obedecía, Dios estaba obligado a favorecerle. Para Nicodemo se trataba de la acción del hombre y no de su corazón. Jesús reta su forma de pensar. Su ilustración sobre el viento comunica que Dios no puede ser manejado. El amor no puede ser ganado. El Espíritu no puede ser conjurado a través de algún tipo de obediencia humana. Dios atrae a las personas hacia Él. Dios condena el pecado. Dios perdona. Dios sana. Dios reconcilia al hombre con Él. Los humanos no nos ganamos nada, solo nos sometemos y recibimos. La obediencia no trae salvación. Los buenos actos de una persona son solo una respuesta al amor que Dios nos ha dado. En el versículo 14 Jesús continúa explicando cómo es posible este nuevo nacimiento haciendo referencia a una historia del antiguo testamento: “Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.” Esta historia viene de Números 21. Los israelitas se quejaban de todas las provisiones de Dios, y querían volver a Egipto y a la esclavitud. Por su pecado Dios hizo que una serpiente venenosa los atacara. Muchos murieron y otros cayeron gravemente enfermos. La gente se arrepintió de su pecado hacia Dios. Entonces, Dios dio instrucciones a Moisés para poner una serpiente de bronce en una vara. Y Dios le dijo a Moisés que la gente mirara a la serpiente, y cuando lo hacían se curaban. Jesús eligió una historia con la que Nicodemo estaba familiarizado y la utilizó para explicar qué es lo que de verdad trae la salvación. De alguna forma, fue profético porque Jesús no había muerto en la cruz todavía. Era la verdad de que la salvación es un trabajo de Dios y la fe de las personas. El pueblo de Israel no tenía parte en su propia curación excepto por el arrepentimiento y la fe. Es lo mismo para la salvación a través de Jesucristo. Nos arrepentimos y creemos, y somos salvos. Esta creencia para un judío como Nicodemo iba a ser algo difícil. Los judíos estaban muy familiarizados con un Dios de leyes y de juicio. Por eso Nicodemo intentaba acercarse a Dios siendo tan “bueno”. Pero Jesús está presentando un Dios de gracia que solo puede ser alcanzado por una fe radical y sincera. Un Dios que trae curación, perdón y una vida nueva, simplemente creyendo en Jesucristo. El siguiente versículo de Juan 3 añade más verdad a la escritura: “ Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.” Era una llamada para que Nicodemo repensase su espiritualidad y su búsqueda de Dios. Era una llamada para que pusiese su confianza en Jesús y no en las buenas obras, su posición social o lo que la gente pensara sobre él. Era una llamada para empezar de nuevo, desde cero. Esta llamada se extiende a todos nosotros. Sin Cristo estamos espiritualmente muertos. Pero a través de Él nos convertimos en espiritualmente vivos. La gracia no puede ser ganada. ¿Podemos dejar de lado nuestro orgullo espiritual y nuestros esfuerzos para ser lo
suficientemente buenos, y simplemente creer? Es en esta humilde fe donde Dios va a empezar a hacer de nosotros lo que estábamos destinados a ser.
Una ilustración de Juan 3:16 - ¿Podría Dios DVU a la gente? New Tribes Mission nos cuenta de qué manera un grupo de traductores de la Biblia llega a comunicar la inmensidad del amor de Dios a una tribu africana.
En este lenguaje africano, los verbos terminan siempre con una de tres vocales explica Dennis Farthing del Centro de entrenamiento para misioneros NTM. Casi cada verbo termina en i, a o u. Pero la palabra “amor” solo se usaba con las vocales i y a. ¿Por qué no con la u? Dennis dice que el equipo de traducción de la Biblia incluía a los líderes más influyentes de la comunidad local. Para lograr entender completamente el concepto de “amor” en este lenguaje africano, el misionero empezó a hacerles preguntas:
¿Podrías dvi a tu esposa? Sí, contestaron ellos. Eso significaría que la esposa había sido amada, pero que el amor se había ido.
¿Podrías dva a tu esposa? Sí, contestaron ellos. Esa clase de amor depende de las acciones de la mujer. Ella será amada mientras sea leal y cuide de su esposo.
¿Podrías dvu a tu esposa? Todo el mundo en la habitación empezó a reírse.
¡Claro que no! respondieron. Si dijeras eso, tendrías que seguir amando a tu mujer sin importar lo que ella hiciera, incluso aunque nunca te trajera agua o te preparara la comida. Incluso si cometiera adulterio, tú deberías seguir amándola. No, nosotros nunca diríamos dvu. Simplemente, esto no existe. El misionero estuvo sentado en silencio durante un rato pensando en Juan 3:16, y luego les preguntó:
¿Podría Dios dvu a las personas? Se hizo un profundo silencio durante tres o cuatro minutos; entonces las lágrimas empezaron a correr por las curtidas mejillas de los ancianos de la tribu. Entonces respondieron:
¿Sabes lo que eso supondría? Eso supondría que Dios sigue amando una y otra vez, mientras que nosotros no paramos de rechazar su amor. Estaría obligado a amarnos incluso si nosotros hemos pecado más que nadie.
El misionero se dio cuenta de que cambiando una simple vocal cambiaba el significado de ‹‹te quiero basándome en lo que haces y en lo que eres›› a ‹‹te quiero por lo que soy, te quiero por mí y no por ti.›› Dennis concluye: Dios codificó la historia de su amor incondicional dentro de este lenguaje africano. Durante siglos, esta pequeña palabra estuvo allí, sin ser usada pero accesible, gramaticalmente correcta y bastante comprensible. Fuente: "The Question that Made Them Laugh" by Cathy Drobnick, published by New Tribes Mission on usa.ntm.org, 3 de Enero de 2013.
¿Vas a recibir hoy el amor que Dios te está ofreciendo? ¿Vas a dejar de lado tu egoísmo y rebelión y a humillarte delante del Dios que te ama? No bases tu decisión en lo bueno o malo que has sido. Esa no es la cuestión. Hoy, ¿vas a creer en un Dios que ama basándose en lo que Él es y no en lo que nosotros somos?