JORNADAS DE EDUCACIÓN INFANTIL EN LA SIERRA DE CÁDIZ: EL BOSQUE PONENCIA SOBRE LA HIPERACTIVIDAD INFANTIL: 2 CASOS PRÁCTICOS

JORNADAS DE EDUCACIÓN INFANTIL EN LA SIERRA DE CÁDIZ: EL BOSQUE PONENCIA SOBRE LA HIPERACTIVIDAD INFANTIL: 2 CASOS PRÁCTICOS Magdalena Prieto Aguil

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JORNADAS DE EDUCACIÓN INFANTIL EN LA SIERRA DE CÁDIZ: EL BOSQUE

PONENCIA SOBRE LA HIPERACTIVIDAD INFANTIL: 2 CASOS PRÁCTICOS

Magdalena Prieto Aguilera Mª Dolores Sánchez Pérez CEIP “Pinar Hondo” Puerto de Santa Mª Cádiz HIPERACTIVIDAD EN EL AULA

Buenas tardes, somos dos maestras de un Colegio Público del Puerto de Santa María, en la provincia de Cádiz. Deseamos aportar nuestras experiencias en un tema tan sonado como es la hiperactividad infantil ya que ambas lo estamos experimentando este año en nuestras aulas. Mi nombre es Mariló y soy tutora del curso de 4 años de Educación Infantil. En esta breve comunicación, dejaré a un lado la parte teórica que todos conocemos y podemos consultar, cuando estimemos oportuno o la situación lo requiera y, me centraré en una experiencia real que vengo experimentando en el presente curso. Al comienzo del mismo, este tema me “sonaba” pero lo desconocía profundamente. En vez de dedicarme a documentarme sobre el mismo, me dejé llevar por el día a día en la escuela. Cuando conocí a mi alumna y, a medida que fueron pasando las semanas pude notar que la situación me desbordaba. De modo que, tras analizar todos los movimientos de la niña, día tras día, observé que carecía de la fluidez verbal propia de su edad pero no por timidez, sino por el trastorno en el habla que la acompañaba, no era capaz de articular los sonidos, apenas podía entenderla. Respecto a su conducta, ¡madre mía!, eso si que me sacaba de mis casillas, se desnudaba constantemente, siempre estaba ensuciándose, nunca estaba sentada en su sitio, se dedicaba a desordenar todo el material, romperlo, y mandar por encima de sus compañeros; en el momento que algo no ocurría como deseaba, se desencadenaba en ella un comportamiento hostil y agresivo; me refiero a agresiones físicas y verbales. No soportaba perder el control de alguna situación. Yo, ante mi desconocimiento al respecto y la experiencia innovadora en la que me estaba viendo involucrada, me dedicaba a reñirle, castigarla, enfadarme y finalizar la jornada muy sofocada. Mi actitud no sólo no servía de nada, sino que empeoraba la situación, no se quedaba en el lugar donde la había castigado, me contestaba, me insultaba y me agredía. Lo que más me llamaba la atención era la profundidad del sentimiento que experimentaba, su llanto cargado de soledad y sentimientos de incomprensión que se transformaban velozmente en un estado de alegría en cuanto le hacía alguna caricia. Esta observación fue la que me llevó a usar la metodología que comentaré a continuación.

Tras solicitar una reunión con la familia, pude comprender y valorar la mediocre situación socio-cultural que experimentaba la pequeña en su hogar. Vive con su madre, abuelos, tíos y primos. En el ámbito afectivo quizás esté demasiado protegida y, por ello comience a ser consciente de que ella es diferente, como me comentó un día. Bajo mi punto de vista, todo influye en el desarrollo y crecimiento de un alumno y, más aún en estas edades tan tempranas pero el centro de la cuestión yo no lo enfocaría desde el punto de vista de la hiperactividad; no al menos en este caso que nos abarca, sino desde las diversas fuentes que alimentan su educación. Por un lado, el carácter autoritario de la madre, la excesiva permisividad de los abuelos, tíos y primos y, por el otro la educación tan liberal y salvaje del seno paterno, con el que contacta varias veces al año. Pienso que todos deberían aunar sus esfuerzos en un tipo de educación para la niña y, a su vez, coordinarse con la tutora y viceversa. Y, por último, preocuparse por algo más que una buena apariencia física, buenos vestidos y demás. En definitiva, dos son las vertientes que la familia ha de llevar a cabo: una educación compartida y coherente y trabajar aspectos educativos en casa. Como conclusión decir que para mí, más que una niña hiperactiva que, por supuesto no debo ignorar esta cuestión, es una niña con falta de atención y coordinación entre la propia familia. He podido comprobar la modificación de su conducta cuando pasa varios días con su padre; entonces es cuando viene hecha una salvaje y perdonarme la expresión. A estas alturas de curso la niña ha cambiado totalmente y, creanme lo mío me ha costado, sin ignorar el gran esfuerzo llevado a cabo por su logopeda. Al principio yo le reñía mucho, la castigaba, me sofocaba e irritaba ante su constante desobediencia y tras analizar y profundizar su situación, cambié de tercio. Comencé a dialogar con ella, y observé que lo que más le agradaba era sentirse escuchada y comprendida pero, yo a cambio le exigía amablemente la misma comprensión hacia mi persona y la de sus compañeros. La hice partícipe de varias actividades que requieren una gran responsabilidad: me acompañaba a hacer fotocopias, a la máquina de café, responsable de la fila, de la mesa, rol de profesora en el reparto de fichas y demás materiales, en las clases de psicomotricidad. Al comprobar que su conducta mejoraba integrándose al grupo, comencé a alabarla cuando hacía algo bien y a recompensarla con pequeños detalles o premios que posteriormente fui otorgándole de forma más esporádica para evitar “el hacer algo a cambio de”, hasta que llegó un día que me senté tranquilamente a evaluar el método que había llevado a cabo con la pequeña y los resultados obtenidos y saqué diversas conclusiones y respuestas: -integración y cordialidad con sus compañeros -respeto en los turnos de palabra y los tiempos de trabajo individual -limpieza y orden de los materiales -vocabulario menos ofensivo hacia los demás -conductas hostiles casi eliminadas -acciones de desnudarse y subirse a los árboles eliminadas

Comprendí entonces que eran importantes los aspectos teóricos acerca del problema pero más aún la realidad del aula y, como bien dice el refrán cada maestrillo tiene su librillo pero, en la mayoría de los casos, hay que recorrer un largo camino para encontrarlo. Y, aún así, las recetas que vamos descubriendo no son generalizables y aplicables a casos similares ya que, cada alumno es un mundo. Por ello, me parece interesante y justo compartir mi experiencia con los demás compañeros porque quizás puedan sacar algo en claro o, simplemente, recordar esta vivencia cuando se encuentren en situaciones similares a la mía y adaptarla al alumno en cuestión. Finalizar diciendo que, a nivel personal ha sido una situación muy dura y, a la vez, gratificante; basada simplemente en el uso de las armas del diálogo, afecto y, sobretodo, mucha paciencia. Aunque os haya parecido un camino árido con un final feliz, he de ser sincera, el problema aún no está solventado, queda mucho camino por recorrer puesto que, aún en la actualidad, nuestra pequeña sigue regalándonos días malos, pero algo hemos avanzado ya que estos son muy esporádicos. Aunque no por ello, hemos de olvidar que el problema sigue ahí, disminuido, pero persiste. ¿Y qué puedo yo hacer cuando ella tiene esos días fatídicos?, pues echarle paciencia, permisividad la justa y necesaria y principalmente mucho cariño que es el mayor alimento que se le puede regalar a un niño en estas edades tan tempranas de crecimiento y educación.

Mi nombre es Magdalena y soy tutora del curso de 3 años de Educación Infantil. Mi experiencia en el aula con niños/as hiperactivos se sitúa en este curso. Mis miedos al principio del curso fueron lógicos puesto que pensaba que un niño con este cuadro y con 3 años de edad iba a ser imposible de controlar. El niño llevaba en tratamiento desde hace un año y aunque si sufre de este trastorno, no esta diagnosticado debido a su edad. En clase el niño no se quedaba quieto ni un momento pero el principal conflicto con el es que necesita tocar al niño que tenga al lado o si no lo busca lo que supone que su actividad no le permite controlar la muestra de cariño por lo tanto ocasiona rasguños y pequeñas heridas a los compañeros. Su respuesta fue y sigue siendo: “ lo siento ya no lo voy a hacer mas” El es consciente de que determinadas actuaciones no están bien y continuamente pide perdón eso conlleva a que yo constantemente este llamando su atención. Es muy cariñoso intento que regañarle siempre sea en un tono sin alzar la voz y algunas veces solamente le indico la silla y va a su sitio; el sabe lo que está bien . Se pone muy nervioso si hay mucho jaleo en la clase o si escucha gritos. Siempre trae un juguete a la clase del cual se desprende al llegar y recoge a la salida, no tiene inconveniente en compartirlo. Cuando captas su atención si es posible trabajar con él aunque sea poco tiempo. La ficha diaria siempre la inicia sin ningún problema cuando es una tarea complicada pide ayuda y en otras ocasiones él la da por terminada. Otro momento en el que permanece quieto es en la hora de relajación que realizo siempre después del recreo, este momento dura unos 5 o 6 minutos ,según la duración de la pieza musical.

Las ocasiones en las cuales no consigo captar su atención su conducta es la siguiente: • • • • • • •

Tirarse al suelo y rodar. Levantarse y tocar a algún compañero haciéndole daño. En la asamblea no permanece en un sitio sino que cambia continuamente de lugar. El desayuno no consigo que lo haga sentado sino que tira un bocado y se tira al suelo. Va constantemente a hacer pipi aunque no siempre tenga ganas. En algunas ocasiones, en el tiempo de recreo se va a la clase solo. La fila de salida nunca la respeta no se engancha del compañero de delante y suele salirse de ella a los pocos minutos de hacerla aunque cerca de mi.

En algunas ocasiones viene mas alterado porque ha dormido mal o ha habido algún problema en casa. Pero me llama la atención como algunos días ha venido muy tranquilo , sin querer separarse de mi he incluso quedándose dormido en la hora de relajación sin ningún motivo aparente. No tiene un amigo con el que compartir juegos, él juega solo corriendo de un lado a otro, se acerca a algún grupo de niños sin molestarlos pero no participa con ellos. El número de alumnos/as no me permite tener una atención individualizada con él. En el colegio no está tratado por el psicólogo ya que no hemos querido cambiarle la rutina y el trabajo que el lleva a cabo todas las semanas con el psicólogo de Puerto Real. El trabajo continuado que llevan a cabo los padres con él ha sido muy positivo ya que le dedican todas las tardes a realizar alguna actividad que aumente su concentración. También influye el nivel socio-cultural de los padres y la aceptación del problema desde los primeros síntomas de su aparición. Es hijo único y toda la atención de los padres está centrada en el. Existe bastante dialogo entre los padres y el niño. El siempre cuenta a su madre lo que ha hecho mal ,incluso cuando pega a algún compañero. Existe total dedicación tanto por parte del padre como de la madre no existiendo gran preferencia del niño por uno ni por otro. En la salida he observado la alegría que muestra tanto cuando lo recoge el padre como cuando lo recoge la madre. Mi disposición en este caso ha sido completa. He tenido una entrevista telefónica con su psicóloga para contrastar las respuestas de los padres y saber realmente su comportamiento en el colegio. En este aspecto los padres ven mas avances que los propios psicólogos los cuales creen que necesita un trabajo mas continuado. Destaco, para terminar, la necesidad del contacto y la comunicación diaria entre los padres y el maestro. Y por supuesto la dedicación y el cariño de los padres.

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