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José Guadalupe Posada Gabriela Monserrat Medina Sánchez Ilustraciones: Aníbal Reyes

Arte para niños José Guadalupe Posada

Secretaría de Cultura Lic. Rafael Tovar y de Teresa Secretario Lic. Francisco Cornejo Rodríguez Secretario Ejecutivo Lic. Saúl Juárez Vega Secretario Cultural y Artístico Mtro. Antonio Crestani Director General de Vinculación Cultural Gobierno del Estado de Aguascalientes Ing. Carlos Lozano de la Torre Gobernador Constitucional del Estado de Aguascalientes Lic. Dulce María Rivas Godoy Directora General del Instituto Cultural de Aguascalientes Mtra. Claudia Patricia Guajardo Garza Directora Editorial y de Bibliotecas Públicas del Estado Primera edición: 2015 / d.r. Instituto Cultural de Aguascalientes, Dirección Editorial, Venustiano Carranza 101, Aguascalientes, Ags. 20000, editorial@ aguascalientes.gob.mx / Edición: Patricia Guajardo / Diseño editorial: Patricia Espínola, Araceli Suárez / Texto: Gabriela Monserrat Medina Sánchez / Ilustraciones: Aníbal Reyes / Todos los derechos reservados / 978-6079444-23-5 / Impreso en México.

José Guadalupe Posada Gabriela Monserrat Medina Sánchez Ilustraciones: Aníbal Reyes

Apostaría un helado a que ya conoces a la calavera garbancera; todos la conocen como La Catrina. Sé que la has visto en muchas partes y seguro que si cierras tus ojos puedes imaginarla.

Mi nombre es

Jo sé e p u l a d a Gu d a Po s a

Los elaboré mediante una técnica llamada grabado. ¿Te gustaría conocer este proceso?

arte cómo ic t la p ía r a t s u g y me dos de realicé los graabsay miles de calaver estampas más.

En una hoja en blanco el grabador hace un boceto o un dibujo de lo que le quiere plasmar, pueden ser dibujos, letras, paisajes o incluso una copia de una fotografía; pero te contaré algo: yo tenía tantas ideas y trabajos por encargo que solía brincarme este paso.

¿Sabes qué es un buril? Continuemos, después de este primer paso sobre una superficie llamada plancha se repite el dibujo al negativo con instrumentos, cortantes, punzantes o mediante procesos químicos. Y justo aquí era donde comenzaba mi labor, ya que con el buril (así es como se llama el instrumento para desbastar la plancha) comenzaba la magia; de pronto aparecían frente a mis ojos personajes, historias, animales, letras, paisajes, todo cuanto puedas imaginar.

Finalmente, esta plancha una vez que ha sido desbastada contiene las huellas de la imagen que se quiere plasmar, se entinta y luego será transferida por presión a un papel, con ayuda de una prensa. Esta plancha permite que se puedan realizar varias reproducciones, y es así como obtenemos una estampa, también recibe el nombre de grabado, puesto que se realiza con esta técnica. Ahora ya lo sabes: un grabado o estampa tiene tras de sí un gran y detallado trabajo artesanal.

Ahora que te he contado cómo realicé la mayor parte de mis trabajos, me gustaría platicarte que hice además muchísimas estampas a lo largo de mi vida. Pero vayamos despacio, te platicaré poco a poco cómo ocurrió todo esto. Como si fuéramos juntando piezas de un juego, te enterarás cómo fue que me convertí en uno de los grabadores más importantes de México. En aquel entonces mi trabajo no era considerado artístico, era un simple oficio, tampoco yo era considerado un artista, eso ocurrió algún tiempo después de mi muerte.

Yo nací un jueves 2 de febrero de 1852 en la ciudad de Aguascalientes en el barrio de San Marcos, mi madre se llamaba Petra y mi padre Germán. Mi casa era muy humilde pero en contraparte había riquezas exquisitas, como el dulce olor a pan que inundaba las pocas habitaciones, el cobijo de una madre dedicada enteramente al cuidado de su familia y los interminables juegos de mis hermanos que llenaron de risa nuestra infancia. Crecí en una familia de artesanos: mi padre fue panadero, mi medio hermano, Pablo de la Trinidad, zapatero y mi tío Manuel, alfarero.

El trabajo artesanal es una labor que depende enteramente del uso de las manos, hay que desarrollar una habilidad especial para que de ellas, y de su modelado, surja un producto único y porque en él se manifiestan el tiempo y la historia. Es como si en pequeña medida un objeto tomara algo de vida de ese preciso momento y de la gente que habita ese tiempo y se quedaran en el objeto grabados, plasmados, la entrega y la pasión del

artesano. Esta artesanía es a veces tan efímera y fugaz como una pieza de pan o tan perdurable como una estampa.

Y yo estuve ahí en medio de ese proceso artesanal, viví, crecí en medio de él y recuerdo que al menos una vez amasé un pan y decoré una vasija en la alfarería del tío Manuel. Cuando era niño me gustaba acompañar a mi hermano mayor, Cirilo, a sus clases. Él era maestro, con él aprendí a leer y a escribir, pero lo que más me gustaba era dibujar. Lo dibujaba todo: santos, muñecos de baraja, a los niños y maestros de la escuela, dibujos para apoyar las lecciones de mi hermano, todo lo dibujaba, todo. Mi mente era como una pequeña caja para guardar recuerdos. Esos recuerdos intactos en mi mente como imágenes, salían de cuando en cuando y se quedaban plasmados en papeles, pero la mente de cada individuo es como una caja y en la mía aún faltaban muchas cosas por guardar.

De aquellas clases con mi hermano Cirilo guardé un recuerdo muy especial. Yo solía ayudarlo a cuidar a sus alumnos, quizá fue en ese momento que desarrollé mi entusiasmo por hacer partícipes a los demás de algún acontecimiento, en mi caso no fue como maestro, fue como grabador que descubrí el poder comunicativo que tenía una imagen frente a los demás. Cirilo, supo esto muy temprano; me conocía, sabía de mis habilidades para dibujar y quería lo mejor para mí, así que me llevó a la Academia Municipal de Artes y Oficios, y aun cuando mi estancia fue muy corta ahí, recibí algunas lecciones formales de dibujo con los maestros Francisco Semería y Antonio Varela. No se sabe mucho de mi vida, se escribió muy poco sobre ella, es extraño pero de aquella época nada quedó grabado, es curioso ¿no? Porque realicé miles de estampas, miles de grabados, pero de mi vida, quedan apenas unos apuntes, recuerdos de otros, como si con ello corroborara lo que tanto dibujé en mi obra: ¡a todo y a todos nos lleva esa condenada calavera!

Algunas veces las cosas del mundo se concretan, se ponen a tu favor, es como si todo se organizara para entrar en un juego, fue así como siendo aún un adolescente llegué al taller de José Trinidad Pedroza.

Él me enseñó litografía y grabado; la palabra litografía significa piedra y dibujo, así que ya imaginarás que esta técnica se basa en realizar un dibujo sobre una piedra, después se entinta con un rodillo y se pasa por una prensa para obtener una estampa, y como ya te platiqué anteriormente puede obtenerse no una impresión sino muchísimas del mismo dibujo. Debes saber que en aquellos años no existían los medios como ahora para copiar un dibujo tan fácilmente, no había computadoras ni impresoras ni copiadoras, sólo imprentas y grabado, así que fue de esta forma como comenzó mi quehacer en el mundo, desde ese momento y hasta el fin de mis días, mi participación en el juego de la vida fue: estampar, estampar y estampar.

Y te preguntarás: ¿qué estampaba, de qué eran esos dibujos? Pues estampé todo cuanto te puedas imaginar: retratos, programas de mano, hojas volantes, cajetillas, estampas religiosas, caricaturas, ilustraciones de cuentos, noticias, personajes, y muchas cosas más. ¿Recuerdas que te hablaba sobre la mente como si fuera una caja? Para cuando tenía 18 años había ya en mi caja miles de imágenes, muchas palabras, ideas, sentimientos hacia mi entorno y quienes lo gobernaban; se mezclaban unas con otras y entonces ponía manos a la obra, y como resultado de esto aparecían caricaturas muy curiosas que retrataban a personajes de la historia. Pero eso no era todo, estas caricaturas jugaban un poco con las acciones e ideas de estos personajes y yo, de una forma divertida, hacía evidente mediante la caricatura los errores que ellos cometían.

Gracias a esto participé en un periódico llamado El Jicote, ¿sabes qué es un jicote? Pues es el nombre que se le da a una avispa, la cual produce unas heridas muy dolorosas, eso era lo que buscaba transmitir el periódico, mensajes que se quedaran en la mente de los lectores como si fueran un aguijón de avispa.

Debes saber que todo lo que uno hace y dice siempre tiene consecuencias, y eso fue justamente lo que ocurrió conmigo, no todos pensamos igual y casi siempre las ideas de uno y otro se contraponen; era de suponerse que algo como un periódico que llegaba a tantas manos tuviera reacciones, ¿no crees?

Así que mi maestro José Trinidad Pedroza y yo partimos rumbo a León, Guanajuato, para establecer un taller, imprenta y litográfica. Durante un año trabajé de la mano con él, seguí aprendiéndole cuanto podía, sin embargo él tenía su familia en Aguascalientes y al término de ese periodo decidió regresar.Ese mismo año también murió mi padre, fue un momento doloroso, y quizá de los primeros a partir de los cuales se comenzaría a formar una de esas imágenes que tanto aparecería en mi mente y en esa caja de la que hablamos.

¿Y sabes qué? Tú ya la conoces, ¿puedes imaginar de cuál imagen estoy hablando? Así es, la imagen de la calavera que se repetirá una y otra vez en mis estampas.

Pero volvamos al camino de la vida, ¿recuerdas que para ese entonces vivía yo en la ciudad de León?, pues fue ahí mismo que conocí a la que sería mi esposa y su nombre era María de Jesús, tuvimos únicamente un hijo al cual llamamos Sabino, fueron buenos tiempos. Para aquel entonces adquirí totalmente el taller después de algunas negociaciones con mi maestro Trinidad Pedroza, parecía que las cosas marchaban bien, obtuve algunos premios porque me esforzaba en elaborar una fina caligrafía, y además comencé mi carrera como ilustrador de libros.

Fui además maestro práctico de litografía en la Escuela de Instrucción Secundaria, y realicé, entre otras cosas, un plano y directorio de la ciudad de León. Por aquellos años también hice un retrato de Miguel Hidalgo y Costilla.

Diría que las cosas en definitiva iban tomando cauce pero la naturaleza nos tenía preparada una sorpresa con un cauce mucho mayor que el de las circunstancias, un cauce tan grande como el que llevan los ríos. ¿Alguna vez has visto llover tanto que la ciudad parece quedar bajo el agua poco a poco? Pues ocurrió en el año de 1888 en la ciudad de León, en aquel entonces había llovido por más de dos semanas y la tarde del 18 de junio se desató una tromba que complicó mucho más las cosas, llovía tanto que se desbordaron las presas y aquella noche la ciudad entera parecía un enorme río que en su caudal llevaba muebles, objetos e incluso personas.

Como casi todos aquella noche me quedé, sin objetos personales; perdí mi imprenta, todos mis materiales y muchas de mis estampas. La vida parecía un juego de serpientes y escaleras, y yo acababa, de caer en lo más profundo. ¡Pero momento! ¡Vayamos con calma! Me faltaba avanzar un par de casillas más para que nuevamente estuviera, como en el juego, ascendiendo por una escalera.

Envié en aquel entonces unas colaboraciones para La Patria Ilustrada. El editor de aquella publicación era, y como dicen los adultos:“"mira qué pequeño es el mundo", el abuelo del escritor Octavio Paz, su nombre era Ireneo Paz, quien me recibió como el primer dibujante-caricaturista que tendría México. Así comenzó esta siguiente etapa de mi vida; era como estar nuevamente en una buena casilla del Juego de la oca. Y si pudiéramos darle un número a esta casilla sería el año de 1889, cuando comencé una larga colaboración para la Tipografía y Encuadernación de Antonio Vanegas Arroyo. Él era dueño de una de las editoriales más importantes en México, y yo colaboré para esta editorial por más de veinte años.

Me gustaría mostrarte algunos grabados que realicé, pero hagámoslo divertido: ¿Te gustaría que jugáramos a observar y a adivinar? Y si de pronto un día caminando por la calle encontraras un caracol como éste, ¿no te encantaría montarlo? ¿Qué crees que podrías ver desde esas alturas? ¿Adivinas por qué grabé está imagen? Pues esta estampa representa una epidemia de caracoles que hubo en México y que causó daños a la salud de la población.

¿Qué puedes ver en esta imagen que no encuentres en la calle? Un montón de cosas, ¿verdad? No es común ver dragones, reyes, castillos, simios enormes y mucho menos una niña con ojos que proyectan luz. Así es el mundo fantástico y es también parte de lo que grabé para portadas y dibujos de cuentos infantiles.

¿Te gusta la historia? ¿Podrías identificar qué período de la historia representa esta imagen? ¿Reconoces a alguno de los personajes? Pues así es, se trata de Cristóbal Colón y el descubrimiento de América.

Dibujar caricaturas de personas es siempre divertido; no sólo lo fue para mí, lo es también para cualquiera que las observe, las caricaturas acentúan los rasgos más representativos de las personas, ¿puedes identificar cinco cosas que sobresalen en la representación de este personaje? La caricatura retrata a un hombre que en vida se llamó Justo Sierra y es uno de los personajes más influyentes en la historia de México.

¿Te gustan las obras de teatro? Pues también llegué a elaborar grabados para anunciar ferias, obras de teatro, programas de toros, y muchos eventos más. Observa la siguiente imagen:Con ella se anunciaba una obra de magia llamada Todo lo vence el amor, ¿qué es lo que encuentras en ella? ¿Quiénes en este grabado parecen felices y quiénes preocupados? ¿Qué representa cada imagen? Y piénsalo bien, ¿dónde crees tú que está la magia?

¿Has pensado alguna vez, que muchos juegos tienen canciones que los acompañan?, por ejemplo: "Doña Blanca", "El patio de mi casa", quizá no los hayas jugado, son juegos viejos pero aún ahora, algunos de éstos se acompañan con ritmos o música que los identifica, la música es parte muy importante de los seres humanos porque nos describe, nos une, nos otorga identidad como pueblo. Pues te cuento que también ilustraba canciones; creo que esto influyó mucho en que la gente conociera mi trabajo. Muchas personas no sabían leer ni escribir en el tiempo en el que me tocó vivir, puedes entonces imaginar que a las canciones, y a los grabados con los cuales yo las ilustraba, las hacían suyas de una forma casi automática, era como si yo pudiera regalarles imágenes de mi caja para su memoria y entonces esas imágenes no eran ya sólo mías, eran de todos porque se identificaban con ellas, se las apropiaban, y de a poco con tanto andar y andar estas imágenes conformaron una identidad nacional.

Te he dicho ya que yo tomaba mis imágenes de todas partes, de todos los lugares, de todos los rincones. Me gustaba caminar por las mismas calles para observar muchas veces las mismas cosas, quizá algo se había escapado a mis ojos y tenía que encontrarlo, para guardarlo, para grabarlo en mi memoria; amante como era del mundo, no podía refugiarme en un lugar secreto, así que monté mi taller con vista a la calle, veía siempre muchas cosas y muchos me vieron grabar ahí en ese lugar un fragmento de lo que en el corazón lleva México.

Aquello en lo que ponemos nuestra fe, también nos identifica, por ello ilustré muchas imágenes religiosas, pues son parte muy importante de nuestras costumbres. Entre mis grabados estaban cuadernillos religiosos y devocionarios.

La vida en su juego me llevó por diversos caminos, es como cuando jugamos a las escondidas, nunca sabes cuál será el sitio donde nadie te descubra, y ahí estaba yo: dibujando, grabando, estampando, ese era mi escondite con vista al mundo, mi labor consistía en recrear lo que mis clientes me pedían; me disfracé de todas las posturas políticas, ideológicas y culturales, de eso se trataba el juego de hacerle creer al otro que estabas donde él creía.

Y así mientras el buscador contaba para darme tiempo de esconderme yo estaba regalando imágenes a mi pueblo, imágenes que eran suyas, porque yo sólo las tomaba prestadas, fue algo que aprendí muy tempranamente. A mí me gustaba dibujar a los que me rodeaban, ¿recuerdas que te conté sobre las clases de mi hermano Cirilo?, pues yo los dibujaba a todos ellos, como dibujé a lo largo de mi vida a todos los mexicanos, a todos los individuos del mundo, estampé sus miedos, sus costumbres, sus creencias, alegrías, triunfos y fracasos, pero no olvides que yo viví acompañado siempre por la única realidad existente, y esa es que tarde o temprano todos seremos calaveras.

Mi vida como en los juegos fue así: azarosa, misteriosa y llena de pérdidas y ganancias, como cuando tiras un dado, algunas veces la puntuación es alta y te permite avanzar, algunas otras apenas un número y parece que te quedarás ahí, casi inmóvil. Yo no sé si al momento de mi muerte el dado cayó a ganar o a perder, lo cierto es que mi muerte fue en extremo solitaria y pobre, la muerte me sorprendió una mañana de enero, en 1913. Me sepultaron en una fosa común dos vecinos y un amigo. Casi podría extraer de aquella caja de recuerdos mi figura como una calavera bailando el último zapateado, rodeado de un montón de compañeros todos como un montón de huesos y quizá eso fue ya ganancia.

O tal vez la ganancia fue que la caja no sólo se quedó abierta, sino que de ella quedaron estampadas todas la imágenes que en ella habitaban, para placer y goce de quienes las observan, para quienes al mirarlas me encuentran y se reencuentran a sí mismos. ¿Y tú? ¿Pudiste encontrarte, identificarte con alguna de ellas?

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