Juana de Ibarbourou

Escritoras hispanoamericanas contemporáneas. Poesía uruguaya siglos XIX y XX. Biografía. Relación con Galicia

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• INTRODUCCIÓN Juana de Ibarbourou es una de las más destacadas escritoras hispanoamericanas. Era uruguaya pero de padre gallego. Ahondar en estas raíces gallegas es, pues, el objetivo de este pequeño trabajo. Éste se encuentra dividido en cuatro puntos: en el primero, hablaremos algo sobre el padre de la poetisa y su emigración a Uruguay. En el segundo, haremos un breve recorrido por la vida y obra de la autora. En el tercero, podremos examinar la presencia, explícita, de Galicia en su obra, mientras que en el último podremos examinar la posible relación de la escritora con algún escritor gallego. Aclaradas estas pautas iniciales, pasaremos ya a los contenidos principales del trabajo. • RAÍCES GALLEGAS DE JUANA DE IBARBOUROU Hay que señalar que la raíz gallega más importante de la poetisa uruguaya es la que le viene por vía paterna, es decir, su padre era gallego. Se llamaba Vicente Fernández. Había nacido en un día de agosto de 1851 en Vilanova de Lourenzá, una pequeña población situada en la provincia de Lugo, a medio camino entre Foz y Mondoñedo. Pertenecía a una acomodada familia de molineros que querían que se dedicase a la carrera eclesiástica, cosa que él no deseaba, por lo que el joven Vicente se embarca como polizón rumbo al Plata. Se establece durante un tiempo en la capital uruguaya, Montevideo, pero pronto se dirige hacia el Departamento fronterizo de Cerro Largo. Son tiempos difíciles en el Uruguay de la época, ya que en aquellos momentos se encontraba en pleno alzamiento revolucionario que enfrentaba a los llamados blancos y colorados. El joven Vicente se une a uno de los bandos en lucha y en 1870 acompaña la insurrección blanca acaudillada por el general Timoteo Aparicio. Desde entonces, lo gana la pasión partidaria y a ella ha de rendir sus esfuerzos en las horas de combate y en las horas de paz, durante las cuales ejerce la autoridad civil como comisario en Melo. En 1880, Vicente Fernández se casa con Valentina Morales, dama oriental de ascendencia hispana, nacida en la vieja estancia familiar de Los Paraísos, sobre el río Tacuarí, en Cerro Largo. Así, de esta unión nacería, en 1892, Juana Fernández Morales, una niña muy hermosa, de cabellos negros y ojos oscuros. Va a ser su padre el que le inculque muchos de los valores que más la van a acercar al sentir gallego. Juana siente como su padre la atracción del campo, una extraña vinculación telúrica que está en el origen mismo de la saudade. Ese sentimiento de melancolía va a estar presente en muchos de los escritos de la poetisa, así como la expresión que hace de sus sentimientos a través de la naturaleza, aspecto que la une a otros grandes autores de la lírica gallega, entre ellos Rosalía, a la que Juana admira profundamente. Vista la estrecha relación de la poetisa con Galicia, ya no sólo por sus antepasados galaicos, sino también por las diversas manifestaciones de la personalidad propia del gallego que aparecen en su obra, podemos ya pasar al siguiente punto, en el cual haremos un breve recorrido por la vida y la obra de Juana de Ibarbourou. • VIDA Y OBRA DE JUANA DE IBARBOUROU

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Como ya hemos apuntado en el apartado anterior, Juana Fernández Morales nació en Melo, en el año 1892. Hay que decir que durante toda la vida de la autora, ésta mantuvo que había nacido en 1895, es decir, tres años después. Sólo después de su muerte se supo que, en verdad, había nacido en 1892. La pequeña Juana se crió escuchando a su padre recitar a Espronceda y a Rosalía de Castro, fue así que nació en ella su vocación poética. A los ocho años escribía y publicaba versos reveladores de su talento precoz, en las páginas de El Deber Cívico de su ciudad natal. Como ya hemos señalado, fue a través de su padre como Juana aprendió a amar a Galicia. La llamaban − incluso su esposo − con ternura la galleguita y ella se consideraba así hasta la sangre tanto como uruguaya. Conocía de memoria su historia, su geografía, el idioma y los decires de la tierra de su padre. Era una niña alegre, traviesa y sensible, además de muy orgullosa y coqueta, cualidad ésta que nunca perdería. El 28 de junio de 1915 contrae matrimonio en Melo con el capitán vasco−francés Lucas Ibarbourou. A partir de ese momento usó por algún tiempo el seudónimo de Jeannette d'Ibar ( abreviación del apellido de su esposo). El 23 de agosto de 1917 nació su hijo Julio César Ibarbourou, quien fue para ella su mejor poema, su poema vivo. En 1918, se instala con su familia en Montevideo. Juana nos ha dejado una producción poética rica y variada. Poseía un temperamento poderosamente vital, gozaba la vida, lo que se reflejó en sus poemas de juventud, los cuales eran animados por imágenes vegetales y animales. Es una prosa rica, brillante y armoniosa, llena de alegría. Su estilo es fresco, sencillo y espontáneo. Demuestra su amor por su paisaje natal describiéndolo con versos llenos de colorido y fragancia. La conciencia de su propia belleza hizo que escribiese poemas en la búsqueda de un amor casto y erótico que encontramos en Raíz Salvaje. Le temía a la vejez, que es destructora de la belleza. Entre sus libros principales debemos destacar: • Las lenguas de diamante (1919) • El cántaro fresco (1920) • Raíz salvaje (1922) • La rosa de los vientos (1930) • Estampas de la Biblia (1934) • Loores de Nuestra Señora (1934) • Chico Carlo (1944) • Canciones para Natacha (1945) • Perdida (1950) • Oro y tormenta (1956) La crítica hispanoamericana elogia unánimemente su primer libro Las lenguas de diamante . Utiliza un lenguaje claro y sencillo. Muestra un erotismo sano, alegre, estrechamente unido a una naturaleza idealizada y sensual, el amor pleno cantado libremente a través de la exaltación de la juventud. Es una poesía de elementos reales, cotidianos; aproximación a la realidad, que de alguna manera se desliga de los preceptos estéticos modernistas, aún cuando en algunos pasajes se evidencia su influencia.

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Poco tiempo después de la aparición de su primer libro, el nombre de Juana de Ibarbourou se convierte en uno de los de mayor prestigio de la literatura uruguaya. En el resto del continente, la poesía escrita por mujeres también se hace conocer, por ejemplo Gabriela Mistral en Chile, y en Argentina, Alfonsina Storni. Por esa época se produce en la literatura latinoamericana un proceso de acercamiento a la realidad, a la cual Juana no es ajena. En ella el paisaje no aparece a través del símbolo sino como un conjunto de elementos fácilmente reconocibles. La naturaleza no es una noción abstracta apartada de la experiencia humano sino estrechamente relacionada con ella. Para ello el lenguaje empleado y los elementos elegidos ofrecen la sencillez propia del estilo de Juana, apartándose así de la influencia del modernismo. Ama la naturaleza, y en El cántaro fresco resalta su frescura y la ternura que siente hacia las criaturas del campo, todo cobra vida, incluso lo inanimado. Su lenguaje es más depurado y rico en metáforas en La rosa de los vientos. Son fuente de poesía para Juana las parábolas de la Biblia, en la que cosechó sus más profundas emociones, y que le ayudan a plasmar su sentir católico en libros como Los Loores de Nuestra Señora y Estampas de la Biblia. Regresa al tono de frescura y sencillez de sus primeras obras en Chico Carlo, donde en sus cuentos nos muestra su niñez, recreando la vida de cuando era niña, recordando a su madre, a la criada, a sus amigas,... Su expresión poética es indirecta, austera y misteriosa en su libro . En su libro Oro y Tormenta trae consigo los temas del amor, la soledad, la melancolía que surgen impregnados de pasión, en forma más calma y sosegada que en su juventud. La evolución poética de Juana de Ibarbourou, señala una progresiva persistencia en el perfeccionamiento de la forma, en la profundidad del pensamiento y en la sedimentación del proceso emocional. El 10 de agosto de 1929, en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, recibe el título de Juana de América en un acto solemne presidido por Juan Zorrilla de San Martín, y en el que interviene el escritor mejicano Alfonso Reyes. En su larga trayectoria en el mundo de las letras recibió títulos de universidades, academias, centros culturales, etc. Fue también destinataria de consagraciones oficiales en distintos países. El Estado en 1945 adquiere los derechos de propiedad literaria de sus libros editados en prosa y verso, y además tres inéditos, devolviéndoselos en 1968. Ocupa en 1950 la presidencia de la Asociación Uruguaya de Escritores, que se acababa de fundar. El gobierno de México la nombra en 1951 Huésped de Honor permanente de la ciudad, y le otorga la medalla de oro. La Unión de Mujeres Americanas, residentes en Nueva York, le concede el título de Mujer de las Américas de 1953 por su distinguida labor literaria. Recibe en el año 1959 el Gran Premio Nacional de Literatura del Uruguay.

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Finalmente, el 15 de julio de 1979 fallece Juana de Ibarbourou. Después de este breve recorrido por la vida y la obra de la escritora uruguaya, en el siguiente apartado hablaremos de cómo aparece Galicia en su obra. • GALICIA EN LA OBRA DE LA AUTORA Aunque no es muy conocida, es verdad que la poetisa uruguaya mantuvo una estrecha relación con Galicia. En primer lugar, esta influencia se puede ver en algunos de los temas que emplea en su poesía: el amor en comunión con la naturaleza, la melancolía que a veces exhibe en sus textos, el panteísmo, de clara etiología celta, que signó el comienzo de su ejercicio poético,... Como los grandes de la lírica gallega, ella también siente la presencia vitalizadora de todo lo creado y en esa comunidad de sentimiento, aguza la percepción de las manifestaciones inefables de la vida, así que puede hablarse de una capacidad sensitiva original, que la faculta para adentrarse en el ser de las cosas y redescubrirlas para las gentes del común. Además, Juana de Ibarbourou dedicó algún poema a Galicia, en cuyos versos sencillos, humanos, la poetisa habla del ansia de retorno a una tierra en la que nunca estuvo, pero que siente que la lleva en sus venas, y por la que siente un gran amor apasionado. El poema es el siguiente: Patria de mi padre, luminosa y grande, Qué profundamente te quiero también. Me crié soñando con tu maravilla, No quiero morirme sin verte una vez. Cuando a ti yo llegue, has de conocerme Por el gozo trémulo, por la palidez, Por la emoción honda de risa y de llanto, Por el canto puro que te llevaré. Con el niño mío, que también te ama, ¡oh! Galicia mía, hemos de traer, a la tierra india que amparó a mi padre, algo de tu hechizo y tu placidez. En este poema podemos ver esa ansia de la autora por algún día llegar a Galicia, la tierra de su padre, y de empaparse del hechizo y la tranquilidad que irradia Galicia. También escribió otro poema dedicado a Galicia con motivo de la celebración del Día das Letras Galegas del año 1968.

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Aparte de los poemas, Juana de Ibarbourou también tiene otros escritos en los que expresa su amor por Galicia. Siguiendo un orden cronológico, debemos señalar una conferencia pronunciada por la escritora en 1925, en el Centro Gallego de Montevideo, sobre la poesía de Rosalía de Castro. En esta conferencia la autora habla de la poetisa gallega diciendo que ésta había enriquecido con su sencillez el panorama literario español. Habla también del gran valor humano de Rosalía de Castro, además de su gran valor literario, como se puede ver reflejado en el momento que dice Rosalía de Castro es Galicia hecha verso. Además, en esta ponencia hace una defensa del idioma gallego, al que considera vehículo de enormes posibilidades creativas y al que describe diciendo que tiene la suavidad y la melancolía del arrullo de sus sombras. Posteriormente, el 7 de diciembre de 1929, en el mismo lugar donde dio la conferencia anterior, vuelve a pronunciar una nueva ponencia, esta vez sobre El Rey Alfonso y las Cantigas de Santa María, en la que vuelve a hacer una defensa apasionada del idioma gallego. Dejando atrás las conferencias pronunciadas por Juana de Ibarbourou, podemos fijarnos en diferentes discursos en los que se hace referencia a sus orígenes gallegos, concretamente dos discursos: uno de ellos, el discurso de ingreso de Juana en la Academia Nacional de Letras, el 7 de noviembre de 1947. En él, hace referencia a su raigambre gallega, y confiesa la fuerte influencia que ha ejercido en ella Rosalía de Castro. El otro de los discursos fue un mensaje enviado a Galicia con motivo de la creación de una biblioteca pública con el nombre de Biblioteca Vicente y Juanita Fernández el 8 de junio de 1963 en la villa natal del padre de la poetisa, Vilanova de Lourenzá (Lugo). Se titula Palabras para mis amigos de Galicia, y en él muestra su orgullo por el hecho de que haya dado su nombre a una biblioteca en la tierra de su padre de la cual ella también se siente parte. Vuelve a reiterar que se siente gallega hasta la sangre. 5. RELACIÓN DE JUANA DE IBARBOUROU CON DIFERENTES ESCRITORES GALLEGOS Juana ha mantenido siempre una renovada vinculación con los escritores y artistas gallegos, entre ellos debemos hablar de los siguientes: Salvador de Madariaga, Julio J. Casal, Dionisio Gamallo Fierro, Julio Prieto Nespereira, José Pereira Rodríguez, Julio Sigüenza,... Podríamos hablar un poco de las vinculaciones de la poetisa con algunos de estos autores. A Salvador de Madariaga le dedica Juana una de las 17 semblanzas de sus Amados recuerdos . Fue un intelectual que hizo de la casa de Juana el ateneo de su tertulia con la intelectualidad uruguaya, una noche de los años 30. Juana de Ibarbourou hizo el prólogo, con palabras traducidas al gallego, del libro de Julio Sigüenza Cantigas e verbas ao ar, y donde nuevamente nuestra poeta hace profesión de amor a su patria. Este libro fue publicado por la editorial Nós, en A Coruña, en el año 1928. Por último, podemos hacer referencia a José Pereira Rodríguez, un coruñés que había emigrado a Uruguay. Cuando ingresó en la Academia de las Letras, fue Juana de Ibarbourou la encargada de recibirlo con un discurso de bienvenida. 6. CONCLUSIÓN Como colofón a este breve trabajo, debemos de decir que Juana de Ibarbourou mantuvo una estrecha relación con Galicia, aunque nunca fuese ésta su faceta más conocida, además hay que tener en cuenta que el amor que profesó por la tierra de su padre no fue producto del compromiso o de cualquier otra circunstancia 5

contingente. Fue un amor profundamente vivido y ejercido, como una forma más de su autenticidad emocional, como se quiso haber intentado demostrar con este pequeño trabajo. Este poema aparece en Zubillaga Barrera, Carlos Alberto, Páginas gallegas de Juana de Ibarbourou, Ediciones Centro Lucense, Montevideo, 1968, página 16 (APÉNDICE) Ibarbourou, Juana de, Rosalía de Castro en Centro Gallego: Órgano de la colectividad gallega, Montevideo, 1925. (APÉNDICE) Ibarbourou, Juana de, El Rey Alfonso y las Cantigas de Santa María en V Curso de Conferencias del Centro Gallego de Montevideo, 1929. (APÉNDICE) 12

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