La actividad del Calero: un trabajo desaparecido en la Redonda

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Industrias tradicionales del Agua

La actividad del Calero: un trabajo desaparecido en la Redonda Hasta la irrupción del cemento, la cal era el producto más utilizado en la construcción como aglomerante. De hecho, en nuestro pueblo las caleras y su hermana el tejar siempre existieron, si bien no se desarrollaron de forma contínua y uniforme en el tiempo, sino que lo hicieron de forma simultánea pero a saltos, con altibajos en el tiempo, coincidiendo la mayor expansión conocida con el esplendor de los grandes espacios constructivos; así en los tiempos más recientes encontramos un gran desarrollo coincidiendo con los períodos en que se realizan las obras del Vapor, de las fábricas de Santiago Marín o Piqueras, etc. En general la cal se obtiene a partir de depósitos sedimentarios de caliche que, conocidos en algunas partes como calicheras, necesitan cocerse en hornos diseñados para ello denominados "caleras". Por lo demás, la piedra caliza es un material sólido de color blanquecino, cuya base es la anhidra (óxido de calcio: CaO), palabra de la que el diccionario de la Real Academia de la Lengua española establece que es un adjetivo que se “dice de los cuerpos en cuya composición no entra el agua, o que han perdido la que tenían”.

Sedimento de caliche en la loma enguerina

Pero la cal no tiene una sola forma de presentación, sino que puede ofrecerse como cal viva, como cal hidratada o apagada y como cal en polvo. Veamos qué es cada una de ellas y cuáles fueron sus principales usos, previamente a describir cómo se obtenían.

Piedras de caliche en “hileras”, a la espera de “armar” el horno

La cal viva se obtiene por calcinación de la piedra caliza en hornos especiales, donde se le somete a temperaturas cercanas a los 1000 grados centígrados, provocando una reacción similar a la siguiente: al calentar la piedra caliza se desprende gas carbónico y aparece la cal viva u óxido de calcio, en lenguaje técnico; proceso que los técnicos escriben así: CaCO3 + calor = CO2 + CaO que se lee: Carbonato de calcio + calor = Anhídrido carbónico + Óxido de calcio

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INDUSTRIA DE LA CAL. José Cerdá

Industrias tradicionales del Agua

El óxido de calcio o cal viva es muy cáustico y tiene una gran afinidad con el agua, a cuyo contacto se transforma en hidróxido, desprendiendo gran cantidad de calor durante el proceso. Precisamente por ello de la cal viva, mezclada con agua, se obtiene la cal apagada (o cal hidratada, que es hidróxido de carbono Ca(OH)2 ); es decir, que si juntamos cal viva y agua nos aparecerá la cal apagada y se desprenderá calor; proceso que los químicos escriben: CaO + H2O = Ca(OH)2 + calor y nosotros leemos: Óxido de calcio + Agua = Hidróxido de carbono + calor Durante este proceso va produciéndose la desintegración rápida de las piedras, que se diluyen en el agua. Posteriormente, dejando secar esta pasta puede obtenerse cal en polvo.

Calera en Coveta Morena

Usos de la cal La cal es un producto natural, cuyo uso ha sido muy importante en el pasado, tanto como lo es en la actualidad, teniendo una gran importancia en nuestra vida cotidiana. El uso más antiguo y extendido ha sido, como dijimos más arriba, la elaboración de mortero o argamasa, empleado en la construcción de edificios, aprovechando la propiedad que la cal tiene de adquirir gran dureza al tomar contacto con el aire.

Calera de Fraga

El proceso en que descansa esta técnica consiste en que la cal apagada, ligeramente soluble en agua, se mezcla con arena y agua para hacer el mortero. Una vez usada en el mortero, la cal recupera anhídrido carbónico, tomándolo del aire, y se transforma otra vez en carbonato cálcico (proceso que se conoce como fraguado), recuperando su dureza original y devolviendo el agua que asimiló en el proceso de apagado. La reacción química que se produce es tal como la siguiente: la cal apagada en contacto con el anhídrido carbónico de la atmósfera precipita en carbonato cálcico, desprendiendo agua, o como escriben los técnicos: -2-

INDUSTRIA DE LA CAL. José Cerdá

Industrias tradicionales del Agua

Ca(OH)2+ CO2 = CO3Ca + H2O Este mismo proceso es el fundamento del uso de la cal para la elaboración de pinturas murales mediante la técnica del fresco. En efecto, la cal mezclada con arena y agua del revoque, que se ha utilizado como base de las pinturas, se va endureciendo progresivamente al contacto con el anhídrido carbónico del aire. Este endurecimiento recupera en parte la caliza originaria, formando carbonato de calcio, con lo cual se consigue fijar los colores del fresco. La cal apagada si es desleída en agua constituye la lechada de cal, que tradicionalmente se ha utilizado para enjalbegar las paredes de las casas, lo que entre nosotros se conoce como blanquinar.

Fachada blanquiná (detalle)

La cal apagada es una base fuerte, que absorbe con intensidad el anhídrido carbónico del aire, recubriéndose de una película blanca de carbonato de cal. Esto es lo que ocurre cuando dejamos secar la cal después de extenderla por la pared. Esta película tiene un marcado color blanco y resulta impermeable al agua, siendo ello el motivo del uso tan extendido de la cal para recubrir tapias y fachadas en nuestros pueblos. En el pasado también ha sido muy extendida su utilización en el campo de la higiene y la medicina: para desinsectar árboles; como desinfectante en enfermedades contagiosas como el cólera y el tifus; para blanquear estancias y fachadas; para secar el aire en espacios cerrados; para prevenir la putrefacción de aguas estancadas; para la prevención de infecciones en el caso de enterramientos de cadáveres en casos de epidemias. Incluso el agua de cal se ha empleado para realizar gargarismos y se ha aplicado por vía interna para curar diarreas y vómitos.

Calera en Toñuna

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INDUSTRIA DE LA CAL. José Cerdá

Industrias tradicionales del Agua

Durante los siglos XIX y el XX, se empleó en procesos industriales tales como: la preparación de crisoles, como fundente, en labores metalúrgicas y de alfarería; en la elaboración de productos como la sosa, la potasa, el azúcar y el amoníaco; en el curtido de pieles; en la obtención de cal sodada empleada en estudios fisiológicos; como materia prima en la fabricación de vidrio; en el tratamiento de aguas y vertidos industriales; etc. En la actualidad la cal se sigue utilizando de forma masiva en multitud de procesos industriales y de su importancia, cualidades y usos dan fe algunos dichos populares, como por ejemplo estos: "De cal y canto", que se emplea cuando se quiere hacer referencia a algo muy seguro, hermético, resistente. "Una de cal y otra de arena", empleada para referirnos a alguien que hace o dice alternativamente cosas distintas y contrarias, contraponiendo con esta frase la bondad de la cal frente a lo deleznable de la arena. "El que quiera cal tiene que hacerla", que hace alusión a la necesidad de usar la cal con cierta inmediatez después de su fabricación por el peligro que tiene de pasarse. Y en este mismo sentido se expresan algunos refranes, tales como: Barro y cal, encubre mucho mal. Entre santa y santo, pared de cal y canto. Una de cal y otra de arena, hacen la mezcla buena. Una de cal y otra de arena, y la obra saldrá buena.

Calera en Norillas

¿Cómo se obtenía la cal? En la actualidad las grandes factorías no sólo la cuecen y la envasan, sino que la distribuyen a mayoristas y redes de distribución donde podemos verla en llamativos palets y aislada mediante fibras de poliuretano aislante. Con todo, aquí nos interesa conocer cómo actuaban nuestros antepasados para obtenerla y ponerla a nuestro alcance de pequeños consumidores que emblanquinaban sus casas, desinfectaban sus pozos o pintaban las zuecas de sus oliveras y demás arboleda. Dejamos dicho anteriormente que la cal viva se obtiene por calcinación de la piedra caliza en hornos especiales, mediante el procedimiento de calentar la piedra caliza que, al desprender gas carbónico, aflora la cal viva. Lo que no dijimos es cómo, para obtener la cal viva a partir de la piedra caliza que previamente ha sido extraída de las canteras o "sacaizos", se realizaba el necesario proceso de calcinación mediante la acción del fuego. Es lo que se denomina y conoce como "cocer" la cal, dado que la cocción se lleva a cabo en la calera.

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INDUSTRIA DE LA CAL. José Cerdá

Industrias tradicionales del Agua

Calera en Albalat

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española dice que "calero/a" es lo “perteneciente o relativo a la cal”, es decir la industria de la cal y, consiguientemente, lo será tanto la cantera que da la piedra para hacer cal como el horno donde se calcina la piedra caliza. En algunas partes la palabra calera significa los dos elementos a la vez, entre otras razones porque ambos elementos, el horno calero y la cantera, solían estar en el mismo espacio con vistas a que la economía de medios redundara en rentabilidad más elevada o, su complementaria, fuera menos costosa. Por lo demás, en una segunda acepción, el diccionario de la Academia lo refiere al hombre que saca la piedra caliza y la calcina en el horno y, en una tercera, lo referencia al vendedor de cal. Nosotros nos vamos a centrar en lo que entendemos como calera en sentido de El horno de cal En los recorridos por la Redonda he podido observar que se han utilizado diversos tipos de hornos. El horno más generalizado se construye excavando un pozo de forma cilíndrica en el suelo. Tiene tres o cuatro metros de profundidad por dos o tres metros de diámetro y una capacidad interior de tres a cuatro metros cúbicos. A veces se encuentra revestido su interior por una pared hecha de piedra granítica. En todo caso y en la parte más baja, el cilindro reduce su diámetro de tal forma que en el interior del pozo a todo su alrededor se forma un poyete, que servirá como base donde apoyar la piedra que se va a cocer.

Calera de Bernardico

Este poyete tiene unos setenta centímetros de altura, constituyendo las paredes de la caldera del horno o "caldereta", el lugar donde se quemará la leña que producirá el calor necesario para oxidar la piedra. Por uno de los laterales se excava una rampa, en plano inclinado, que llega desde la superficie hasta la base del pozo. En el encuentro de la rampa con la base del pozo se perfora éste, haciéndose una boca.

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INDUSTRIA DE LA CAL. José Cerdá

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Es la zona que se conoce como "servidor", donde el calero se situará para ir introduciendo la leña que ha de calentar el horno. Esta construcción, dependiendo de la consistencia del terrero, se fortalecerá con ayuda de piedras, allá donde sea necesario.

Armar el horno El calero había pasado varios días picando con el "garrayo" en los "sacaizos" para extraer la piedra. Arrancada la piedra, el calero la había clasificado colocando las piezas en "hileras". El calero y su ayudante, si lo tenía, comenzaban a partir de la piedra clasificada en hileras una tarea, que exigía sabiduría y destreza, cual es la de "armar" el horno, que consistía en llenar el horno de piedras.

Lo que ha quedado de la Calereta del Piquet

Para ello, el calero se colocaba en el fondo del horno y comenzaba a colocar una piedra tras otra, arrancando y sirviéndose como ayuda del poyete circular. El lento y laborioso trabajo del calero hacía que el horno se fuera colmatando de piedras, cuidando que, a medida que éstas iban subiendo, se formara una bóveda que permitiera que las piedras se aguantaran simplemente apoyándose unas sobre otras. Pero no todas las piedras son iguales: hay que colocar primero las "armaoras", después los "trasquilones", seguidos de los "regulares", "gordos" y "cantos". Pero además debía cuidarse, al colocar ordenadamente las piedras –“de menor tamaño para terminar con las de mayor tamaño y en el cierre superior se colocaban las más planas”–, no sólo de fabricar una bóveda resistente, sino de que el calor producido por el fuego en el hogar del horno, se expandiera por igual por toda la masa pétrea que ocupaba la totalidad del horno.

La gran Calera del Tross-alt

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En tal sentido, era clave que entre las piedras se dejaran huecos, por los que pasaran las llamas y además en su conjunto hicieran de chimenea. Todas las piedras debían entrar en contacto con el fuego para oxidarse por incandescencia. “A la altura de setenta y cinco centímetros –prosigue mi informador– se dejaba un ventanuco por donde se alimentaba el fuego, introduciendo la leña. “La colocación era sólo de un muro exterior, ‘como un cuco’, aunque fuera a dos caras, y por dentro estaba rellena de leña, a la que se le iba añadiendo más poco a poco. Las juntas se tapaban con tierra taparenca, más débil.” Una vez lleno el horno, la parte externa de la piedra, la que aparecía al nivel de la superficie del terreno en forma de bóveda, se recubría con cascotes y latones, a modo de tapadera, al objeto de aprovechar óptimamente el calor. La quemá Armado ya el horno, tarea que duraba una o dos largas jornadas de trabajo, el calero se decía: "esta noche voy a quemar", aunque para ello existían más condicionantes que el tener armado el horno. En efecto, era costumbre encender el horno en época de buen tiempo (ya que la lluvia era el gran enemigo) y por la noche si es verano, con el fin de hacer más soportables las altas temperaturas que el calero debía soportar en la boca del horno. Era al atardecer cuando el calero tomaba el camino de su calera. El mismo calero o los "leñeros", en días anteriores, le habían provisto de sarmientos, cepas, jara traída del monte o ramas de olivo, que llamamos “ramuya". Me cuentan que, en la posguerra del treinta y seis, hasta este suministro era difícil pues, según a quien, era frecuente que las autoridades requisaran la carga que traían del monte, dejándole incluso sin los "ataores" con los que poder atar sus haces de leña, aunque fuera furtivamente, para llevar el pan a su casa en los días siguientes. Pero demos por supuesto para continuar que, con más o menos dificultades, el fondo del horno se había llenado ya de leña. Empezó a arder, y una columna de humo negro se elevaba hacia al cielo, indicando de forma inequívoca que allí trabajaba un calero, que allí se estaba "hornando" la cal. Y comenzaba una larga noche para el calero, que ayudado de su "horquilla" iba introduciendo la leña según fuera siendo necesario y avivará el fuego ayudándose de la "hurga". Un rato antes de la hora de la cena, la mujer del calero, acompañada de algún otro familiar emprendió el camino de la calera, portando algo que comer y que beber, entre las que no faltará la gaseosa o los litines, si es verano, que compartirán con el calero, a la vez que le harán compañía y darán conversación para hacerle más llevadera la noche. En las buenas noches del verano los chiquillos también se acercaban a la calera, para "ayudar" al abuelo y corretear por el campo a la luz de la luna. Llegada cierta hora, el calero quedó sólo frente a la boca del horno, vigilando que el fuego mantenga siempre la fuerza que la piedra requiere, pues “la atención era continua, tanto si llovía como si hacía poniente”. Pasadas veinticinco o treinta horas, el calero dejará de alimentar el horno. La piedra ya estaba calcinada, aunque había que dejar pasar un par de días para que la piedra se enfríe, y la cal estará lista para usar. Ubicación de los hornos Ya dejamos dicho que, por lo general, los tejares se ubicaban en las proximidades de los centros constructivos; no ocurría normalmente así con las caleras que solían estar ubicadas donde existía riqueza de los elementos necesarios: piedra caliza y abundancia

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INDUSTRIA DE LA CAL. José Cerdá

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de material de quema; con todo no eran de despreciar para su ubicación la predominancia de unas u otras corrientes de aires, así como los precios del terreno donde establecerla. Pero la calera no era eterna: cuando la leña o la piedra disminuía, era el momento de levantar la calera a otro sitio donde las piedras calizas abundaran, así como el material incandescente. Era el momento de establecer la campiña en terreno despedregado. A fecha de hoy termino este trabajo con una relación, ciertamente incompleta, de las 16 caleras que he podido localizar, si bien espero poder contar con la colaboración de quienes conozcan algunas otras, a fin de poder establecer, entre todos, el mapa completo de ellas, así como los períodos en que funcionaron. La relación y su ubicación por áreas o partidas es la siguiente: En la Umbría: la Calereta, la de la Peña del Tross-alt y la del Rincón Grande, próximo a Lucena. En Fraga: la del bancal de Juan Ferrandiz, “Polyná”. En Albalat: las de los Macarenos, de la que sólo queda el vaso pequeño, más la que el tío Bernardico hizo en terreno que le cedió el tío Churro que vivía en la calle Chella. En Benali: la cercana a la Casa los Pascualones En Toñuna: 2, una entre el km 5 y el entrador de la finca, pegada a la carretera, y otra en la loma detrás del pozo. En el barranco Coveta Morena: en lo que era del tío Filemón. En la rambla, por Victor Conejo: las de Bernardico, si bien sólo se puede ver la del exterior de la edificación. En Norillas: los Aliagas tenían dos de las que sólo queda la pequeña. Al parecer, anteriormente también fue un yesar. En El Tejar: de un tal Pedro, casado con Graciela, de la calle san Juan. Venta o Distribución Enfriada la piedra, hay que sacarla del horno. El calero lentamente y en la medida en que la piedra calcinada se lo permite, la va apilando en la superficie, fuera del horno. En los días siguientes, los serones que el calero ha colocado sobre sus borricos o, más recientemente, en la bolsa de su carro acarreaban la cal a casa, donde su mujer se ocupará de la venta de cal al por menor entre los vecinos del pueblo. Y días después, bien de madrugada, la reata de borricos, cada uno con su carga de cal, salía de la calera y cogían el camino de cualquier pueblo vecino. El calero se convertía así y ahora en vendedor ambulante. O bien trataba de servir a las industrias específicas, tales como tintes, batanes, curtidor, etc. O, como comenzamos, irá a pie de obra para que los albañiles puedan elaborar el mortero con el que hacer el Vapor o la fábrica de Santiaguín, de Piqueras, la Barrancá o Dios sabe qué obra de qué calle o bancal. * * *

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Restos del horno en El Tejar (detalle)

Pero Enguera dejó de crecer, dejó de necesitar construir nuevas fábricas; dejaron de hacerse nuevas casas para nuevos vecinos y, lógicamente, sin construcción y sin necesidad de cal para los pozos, pues se instalaba el servicio público de agua corriente, la calera no era rentable y el calero dejó de ser una actividad productiva. Las caleras se abandonaron y, lo que es peor, se olvidó su existencia… que este artículo intenta volver a poner en valor Enero del 2.009

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