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La arquitectura de la vivienda tradicional en La Ribagorza JOSÉ MANUEL LÓPEZ GÓMEZ
La Ribagorza es una amplia comarca que se extiende desde las altas cumbres del Pirineo hasta los somontanos de las sierras prepirenaicas. Su diversidad orográfica, climática, geológica e incluso cultural, motivada por la facilidad o dificultad de establecer vías de comunicación, influirán decisivamente a la hora de marcar tres grandes grupos constructivos en su arquitectura popular. Al norte, entre la frontera francesa y las sierras exteriores de Cotiella, Turbón y Bonansa, se desarrolla una arquitectura pirenaica muy afín a la del vecino Alto Sobrarbe. En los valles medios del Ésera, Isábena y Noguera Ribagorzana se realizará una arquitectura de transición que mantiene elementos propios de la arquitectura pirenaica e introduce soluciones constructivas propias del somontano oscense. Finalmente, al sur de las sierras de Turón, del Castillo de Laguarres y de Mongay, encontraremos una arquitectura vinculada a los somontanos de Barbastro y La Litera. La arquitectura popular pirenaica de La Ribargorza presenta dos tipologías, la casa bloque y la casa patio. La casa bloque, denominada así por incluir en un solo edificio los servicios agrícolas y de vivienda, tiene su origen en la borda. Al igual que en este modelo constructivo, se distinguirán dos espacios claramente diferenciados, el inferior destinado al ganado y animales de tiro, y el superior a vivienda y almacenamiento de forraje. La casa, más evolucionada, tendrá tres o cuatro plantas. La inferior ordena sus dependencias en torno a un zaguán. Por aquí entran personas y animales. Su suelo suele estar empedrado con canto de río dispuesto verticalmente para evitar que las reses y las caballerías resbalaran. La rotura de la pata de un animal era considerada como una gran desgracia, pudiendo significar un importante desembolso económico o la dificultad para la realización de las labores agrícolas que son el sustento de la familia. Al zaguán dan las puertas de la cuadra, el almacén para los aperos, la bodega y, en ocasiones, la pocilga. La escalera, con estructura de madera u obra, conduce a la segunda planta presidida por la cocina.
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Este espacio es el más importante de la casa. Es el punto donde se genera calor, donde la familia se reúne para comer, conversar o realizar tareas domésticas. En la cocina se toman las principales decisiones que afectan a la familia y sus miembros se distribuyen en ella de acuerdo a su estructura jerárquica. El abuelo y el hijo primogénito, normalmente ya propietario por donación, ocupan los lugares más relevantes, los más cálidos y resguardados de las corrientes de aire; el resto de los miembros se disponen alrededor del fuego, quedando la parte más exterior destinada a las mujeres, que tendrán que levantarse más a menudo para azuzar el fuego, servir la comida y retirar los platos. El hogar es bajo, situado en el centro de la habitación o adosado a uno de los muros. La campana de la chimeArquitectura popular pirenaica en Anciles (Benasque) nea es cuadrada o rectangular, formada por vigas de madera trabadas en ángulo, si bien la chimenea de tipo francés, de campana adosada al muro, ha ido sustituyendo mayoritariamente a la más tradicional de fuego central. En estos las paredes de la chimenea eran de piedra tosca, de origen detrítico, ligera pero resistente. El mobiliario de la cocina es escueto, limitándose a bancos o cadieras, junto al fuego, aparador para la vajilla y cubertería, y cantarero. Las casas más pudientes disponen de sala, una habitación que se emplea como comedor para las principales celebraciones familiares o locales, o como recibidor de las visitas de cierta importancia. En esta planta se disponen las principales habitaciones dormitorio, muchas de ellas en forma de alcoba. La principal, la de los propietarios, se sitúa próxima a la cocina para aprovechar su calor. Si hay cuatro plantas, la tercera también será zona de dormitorios. La última planta o falsa se destina a yerbero (alimento para el ganado) o como trastero. El material constructivo para los muros es la piedra. El tipo de piedra es el propio de las zonas de alta montaña, granito arrastrado por los glaciares desde los grandes afloramientos de los batolitos del norte, o piedras metamórficas, de tonos rojizos por la presencia en su composición de hierro. En las localidades situadas a los pies de las sierras interiores, más al sur, la piedra utilizada es de origen calizo. Se apareja en forma de mampostería o de sillarejo, reservando las piezas mejor escuadradas para las esquinas y los recuadros de los vanos. Página derecha: Castejón de Sos. Casa Castel
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Ballabriga (Veracruz)
Las cubiertas son de estructura de madera sobre la que se asienta la pizarra, clavada sobre la tabla inferior, o de laja de piedra asentada sobre barro. En las edificaciones agrícolas se empleó la cubierta vegetal de haces de paja de centeno. Hoy está en práctica desaparición. La tipología de casa patio recibe este nombre por ordenarse en torno a un patio abierto central. Un gran portalón, que permite el paso de carros, abierto en la tapia da paso a un patio en el que se disponen diversas construcciones de uso agropecuario y de vivienda. A diferencia de la casa bloque hay una individualización de las construcciones según su funcionalidad. Aquí encontraremos las cuadras, separadas según las especies animales, un porche cubierto donde se guarda el utillaje y la leña, el pajar y el edificio de vivienda. La vivienda, liberada ya del espacio para la custodia de los animales, puede dedicar su planta baja a bodega y almacén de alimentos, masadería y horno. En la planta alta estarán las habitaciones dormitorio, la sala-comedor y la cocina. Este tipo de vivienda pertenece a familias de cierta prosperidad económica. Constructivamente responde a los mismos patrones que las casas bloque, si bien su condición de «casa rica» se manifiesta en un mejor tratamiento de los paramentos murales, la presencia de elementos decorativos labrados en los dinteles de puertas y ventanas, o en la presencia de torreones defensivos. La vivienda tradicional edificada al sur de las sierras pirenaicas interiores y en las cuencas medias de los ríos Ésera, Isábena y Noguera Ribagorzana, mantiene esquemas constructivos y espaciales propios de la Alta Ribagorza e introduce novedades, más acusadas cuanto más nos dirigimos hacia el sur, propias de la arquitectura del somontano oscense. Estamos, por lo tanto, ante una arquitectura de transición. Estructuralmente se repiten los modelos de casa bloque y casa patio, así como el sistema de distribución y uso de interiores, si bien van ganando espacios destinados al almacenamiento de productos agrícolas frente a los meramente ganaderos, puesto que la climatología, menor altitud y la presencia de planicies fluviales permiten cultivos cerealistas y de huerta. El cambio de las condiciones físicas, como la pluviometría, innivación y composición geológica del terreno, y las mejores posibilidades de comunicación con las comarcas del sur, favorecen el uso de materiales constructivos distintos a los de los altos valles. Así las cubiertas tendrán menos pendiente, y si bien algunas con-
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servan la losa de piedra, la mayoría se realizarán en teja árabe, asentada sobre entramados vegetales, y ya empezamos a encontrar los cañizos, o en teja vana, apoyando directamente sobre los rollizos perpendiculares a la fachada. Los muros exteriores y maestros seguirán siendo de piedra, pero ahora se utilizará la de origen calizo y las areniscas. El aparejo predominante sigue siendo el de mampostería unida con mortero de cal y arena, si bien se constata una tendencia a enlucir y encalar la totalidad de las fachadas. En la parte superior de dichos muros, y frecuentemente como consecuencia de ampliaciones posteriores, Calle de Arén ya se puede observar el uso del adobe y del tapial. En los forjados de separación de pisos sigue empleándose el rollizo o la viga de madera, sustituyéndose el suelo de losa de piedra o de tabla por los revoltones de yeso con cascotes de teja. Respecto a las fachadas más tradicionales siguen predominando los pequeños vanos de ventanas, con dintel de madera o recuadrados con piedra sillar, aunque se constata, cada vez con más frecuencia, la apertura de balcones, ante la posibilidad de calentar más eficazmente el interior de la vivienda. Las poblaciones de Graus, Benabarre y las situadas al sur de las sierras del Castillo de Laguarres, presentan una arquitectura popular muy afín a la practicada en el somontano. Las precipitaciones se han reducido a 600 mm anuales, los veranos son más prolongados y calurosos, la agricultura se basa en los cultivos de cereal de secano, olivo y vid, y los contactos comerciales con el sur son intensos. Culturalmente hay que destacar la presencia musulmana como línea de frontera durante casi cuatrocientos años, lo que influyó en el trazado urbano de los primitivos asentamientos fortificados y en las técnicas constructivas. Los dos principales núcleos de población, Graus y Benabarre, dada su función administrativa, como cabeceras de la comarca, y comercial por ser el punto de unión de las economías silvo-pastoriles del norte y las agrícolas y manufactureras del sur, presentarán abundantes construcciones de carácter nobiliario y destinadas al uso de talleres artesanos. La disposición de las edificaciones es más ordenada, desde el punto de vista urbanístico, que las de las localidades del norte. Las calles son lineales y las viviendas siguen la línea de fachada sin quiebros ni rupturas. Mención especial merece el peculiar trazado urbano de Benabarre con abundancia de pasos porticados y casas dispuestas en arco sobre las calles. Las edificaciones, que deben aprovechar al máximo el terreno, más caro y escaso al incluirse en recintos fortificados, tienden a ser elevadas, alcanzando las cuatro plantas. En la planta calle está
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el taller, la tienda o la cochera. La entrada a la vivienda se realiza por el zaguán empedrado con canto de río, de allí se accede a la cuadra, al corral abierto de la parte posterior y a la bodega, normalmente subterránea. Dada la abundante presencia del cultivo de la vid y del olivo los espacios para su almacenamiento y para la elaboración del vino ganan importancia (incluso en las bodegas puede haber trujales). En la planta primera encontramos la cocina, de fuego bajo pero de chimenea adosada al muro, de tipo francés, el comedor y los dormitorios, en forma de alcoba, precedidos de una sala o de cuartos. La segunda planta también suele usarse para dormitorios. La tercera y última planta es un espacio ventilado, en el que se abren solanares o amplios ventanales que recorren gran parte de la fachada. Se emplea como granero y secadero de los productos procedentes de la matacía. Por la misma razón podemos encontrar cocinas secundarias para la elaboración del mondongo. Los materiales constructivos han cambiado sustancialmente. La piedra se empleará para los zócalos, mientras que el resto de los muros se realizarán en adoba o en tapial. Los forjados interiores son de rollizo de madera con revoltones de yeso. El yeso también se empleará, junto con la baldosa, para los suelos. El suelo de yeso se endurece y bruñe aplicándole aceite rancio y sangre de animales. Los tejados son totalmente de teja árabe asentada con barro o yeso sobre entrelazados de cañizo o rama. Las fachadas aparecen enlucidas y encaladas, como método de protección de la adoba y el tapial. Por el mismo motivo hay tendencia a realizar prominentes aleros de canetes y tabla de madera. Las fachadas de los edificios de las plazas porticadas adquieren gran plasticidad al presentar los arcos de los pórticos inferiores, los grandes balcones con barandillas de madera o hierro, y las aperturas de las solanas de los graneros. La prolongación de los solaretes de los balcones y de los aleros crean juegos de luces y sombras cambiantes, en un clima donde la insolación ya es intensa. El balcón gana terreno a la ventana y las puertas, salvo en las edificaciones nobiliarias, son adinteladas.
Graus. Plaza Mayor porticada
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Sin duda la mayor peculiaridad de la arquitectura tradicional de La Ribagorza es su gran variedad constructiva y riqueza formal, consecuencia de sus distintas geografías e influencias culturales. El patrimonio arquitectónico confiere a La Ribagorza, sin duda, personalidad e importantes oportunidades de futuro, en el campo del turismo, si somos capaces de protegerlo y conservarlo.