LA BIBLIA Y LOS INTERROGANTES DEL HOMBRE ACTUAL

Antonio 8entué B. Prof. Facultad de Teología LA BIBLIA Y LOS INTERROGANTES E L tema propuesto puede ser tomado en dos sentidos distintos. Uno es:

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Antonio 8entué B. Prof. Facultad de Teología

LA BIBLIA Y LOS INTERROGANTES

E

L tema propuesto

puede ser tomado en dos sentidos distintos. Uno es: ¿de

qué forma la Biblia responde a los interrogantes ¿cuáles son los desafíos planteados De hecho, ambos más la validez

acento en la valídez .

DEL HOMBRE ACTUAL

ambas perspectivas:

no son excluyentes.

de los supuestos bíblicos,

de

En la presente

planteamientos

1015

interrogantes

exposición

la Palabra

para que ello sea realmente

posible,

señalar

fundado,

de que ello pueda

que "crea" nosotros".

(1)

12 )

Dei Verbum

en las Sagradas

la paciencia

denomina del Vaticano

letras poro

Así, pues, la Iglesia no cumpliría revelada,

contemporáneo.

revelada

no pretende

estó escrito fue escrito

y la consolación

de las

(Rm 15,4).

Es en este sentido que la patrística

sora de la Palabra

"atrevi-

lo que se le di::e. No. La Biblia

"Todo cuanto

la verdad

salvadora" (veritas -salutaris) (1). Y esta misma concepción

.

corvstituirun

de la Biblia y el hombre

a fin de que por

Escrituras, tengamos esperanza"

que 'se consignara

pero,

divina al margen del hombre o quizá incluso contra

dicha "para

gistralmente la constitución

coincidir

actual;

el hombre de nuestros días debe p'lantear sus

a cara"

el hombre, del cual sólo se exigiría para nuestra enseñanza,

de hacer

al hombre

por el hecho de que la Palabra

ser una especie de manifestación constituye una Palabra

llegar

de Dios.

Considero que este "cara estó teológicamente

acentúa

a la Bibli'a.

la necesidad

debe poder

problemas tal como son, sin el prejuicio miento" frente a la Palabra

El primero

mientras que el segundo pone el

contemporáneos

querría bíblica

del hombre actual?; el otro:

a la Biblia por el hombre actual?

la recoge ma-

11: "La verdad

nuestro salvación"

adecuadamente

si obstaculizara

de la Biblia, "verdad

teológica

de Dios quiso

(2).

con su müsi6n de transmi-

que el hombre

concreto

captase

la

Cf. por ejemplo San Agusffn, De peccalo, merllo el remlsslone, 11, 36, 59; Sto. Tomás expresa también 10 mismo: "Sacra Seriptura ad hoc divinilus esl ordi~ata ut per eam nobís veritas manifesletur neeessaria ad selutem"(Quod. A, VII, 14 e.L y llega a decir que "omnl. verltas .alutarl. vel in Scriptura est, vel ab ea emanat vel ad eam reducitur" (Sermo 1, In circurci.ione Dominl, IX). Del Verbum, n. 11.

30

ANTONIO

BENTUE B.

relevancia del mensaje bíblico para é! hoy, por no tomar en serio sus interrogantes y sus dudas frente a su Palabra. Precj¡samenteporque la Palabra es dicha por Dios pairo salvar 0'\ hombre, este hombre tiene el derecho de que los interrogantes que pueden cerrarle la

atención

honesta al mensaje bíbl'ico sean realmente atendidos. De esta manera la Palabra podrá realmente ser salvadora para él y descubrirle así también 6'1 deber que tíene de responder a ella. Trataré, pues, aqur de exponer algunos de los desa,fíos planteados a la Biblia por el hombre actual.

y, en la medida de lo posible, sef\alaré también cómo me parece que la Palabra revelada responde a esos interrogantes. Para ordenar estas reflexiones referidas a un campo tan vasto y del'icado centraré en tres puntqs algunos problemas que me parecen hoy

día más significa-

tivos frente a la BibHa:

1.

Interrogantes a la Biblia desde las cienda,s positivas.

2.

Interrogantes a la Biblia desde otras tradiciones

religiosos de

lo hu-

manidad. 3.

Interrogantes a la Biblia desde la perspectiva de inquietud

lociopolítica

actua'l.

1.

INTERROGANTES A LA BIBLIA DESDE LAS CIENOAS POSITIVAS

Los interrogantes que en el sig'lo XIV pl'anteara Galileo a la Biblia, si bien puede parecer que fueron superados progresivamente por el avance de la exégesi¡s, s'iguen en el fondo siendo del mismo orden que los hoy planteados por las ciencias positivas. Y quizá se han radicalizado todaví'a más. Galileo suscitó un delicado problema, como es la relación entre la verdad cientifica sobre la naturalez-a, y la verdad a que se re.fiere la Biblia. Pero para Galileo, como para el mundo de su tiempo, Dios era obviamente necesario, incluso como hipótesis científica para poder entender los fenómenos naturales. Después de Galileo, las ciencias positivas fueron desarrollándose vertiginosamente. La naturaleza

fue comprendiéndose

cada vez mós como un mundo cerrado

en si mismo¡ fruto de un proceso de causas-efectos perfectamente determinable a medida que se encontraban los mecanismqs adecuados para detectarlo. Dios iba así pasando

a ser una hipótesis superflua.

De ahí que la filosofía

que se elaboró para integrar los diversos resultados de I'as ciencias positivas (el "positivismo")

rechazó como precientf.fico el recurso a Dios. ,El mundo, en todos sus

procesos (físicos, astronómicos, sociales y sicológicos), se entendía sin necesidad de recurrir como explicación necesaria a Dios. Dios ya no era una ¡deo "funcional" la nueva cultura. La nueva cultura era más coherente sin Dios, que con 51.

a

LA BIBLIA

Y LOS INTERROGANTES

DEL HOMBRE

31

ACTUAL

Este juicio ateo por parte del positivismo reduccionista pareCió, por lo demás, ser confirmado

por la historia de la teología y la exégesis bíbHca. Desde Galileo,

los creyentes ilustrados o científicos tuvieron grandes problemas para hacer I/concordarl/ la Biblia con los resultados de lascienciC\s (Alfred Loisy, TeHhard de Chardin, Lagrange, serí'an algunos hombres de este siglo que podrían citarse como ilustración de ello). En el campo católico, puede decirse que la situación siguió conflictiva con la misma intensidad o aún mayor hasta 1943, con la publicación de 1'0 Encídica Divino Afflante Spiritu, de Pío XII. A partir de ese momento, el debate entre ciencias positivas y mensaje bíblico pudo desarrollarse a otro nivel. Quedó ya claro que la Biblia no pretendía enseñar física, astronomía ni tan sólo historia, a no ser que ciertos datos positivos estuvieran directamente implicados en el mensaje de salvación que ahí se 'anunciaba. Sobre esta base, sin embargo, no están todavía resueltos los ,problemas que hoy explícita o implícitamente plantean las ciencias positivas a la fe bíblica. Resumiría esa problemática

a)

en dos aspectos:

a)

La causalidad de Dios.

b)

La objetivida,d del lenguaje sobre Dios.

Causalidad

de Dios

La imagen de un mundo regido por Dios como causa inmediata

quedó en

principio superada por la revolución cultural de Santo Tomás en el siglo XI\'I (3). El mundo estaba determinado por las causas segundas

Q

y a Dios se recurría simplemente como explicación

causal última o causa prtmera.

autónomas del mismo mundo,

No obstante, parece que esta nueva visión no había sido todavía a'?imilada por los teólogos contemporáneos a Galileo, Ahora bien, el interrogante

un sigl.a más tarde. que parecen plantear

hoy día las ciencias posi-

tivas es que Dios no es tampoco quizá calusa prilmera. Para los científicC\Scon opción atea esta afirmación lleva consigo, como vimos, la simple negación de Dios. El mundo es un proceso de causas-efectos que las cienciqs pueden y deben remontar. Y en el tope de esa escala causal nunca se encuentra a Dios ni podrá nunca encontrarse. El mundo es auto-causa y auto-efecto. La incapacidad

de considerar posible

esta afirmación

había

llevado

a la

Biblia 'a postu'lar un Dios creador para un mundo que obviamente había empezado a existir. Pero, ¿qué pasa si la materia nunca ha tenido comienzo, sino que es un flujo indefinido de mutaciones? La perspectiva cientHica atea consideraba que esta conclusión científica implicaba necesariamente la negación de Dios, simplemente por

( 3)

Esa revoluci6n comienza de hecho ya en el siglo XII con los planteamientos de. la llamada Escuela de Ghartres; d. sobre todo sus más insignes representantes: Guillermo de Conches, Phllosophla Mundl (P, L. 175), y Honorio d'Autum, Oe Sacramentls (P. L. 176),

32

ANTONIO

superfluo. Mientras

la perspectiva

esa conclusión científica

científica de los creyent~s no considera posible

por contradecir

Un desafío parecido

BENTUE B,

la idea dogm6tica

puede mostrarse a partir

de Dios creador (4).

de las ciencias positivas hu-

manas, tales como la sociología o la :sicología. Estas disciplinas pretenden llegar a explicar el fenómeno humano en sus mecanismos sico-sociales autónomos, hastaagotar completamente

la explicación

del comportamiento

individual

y colectivo. En este

proyecto excluyen a priori que haya nada en el hombre cuya causa explicativa esté en sus propios mecanismos. De esta manera, resulta pertinente

no

la observación

que hace un eminente sociólogo cristiano cuando dice: "Para ,la sociología naciente, la teología aparece como una ilusión, una mistificación o, al menos, como una lectura deformada y deformante de la realidad. Mientras que, para el teólogo, la sociología se presenta como un tipo de ateísmo" (5). Para e'l hombre creyente iJ.ustrado o científico actual el problema planteado en estos diversos interrogantes parece ser el siguiente: ¿Dios debe seguir siendo considerado como un Dios-causo, tal como ,lo supone la Biblia? O bien, ¿la respuesta dada al problema planteado

por Galileo implicar6 en el fondo ir des-causalizando

la idea de Dios? Este interrogante

nos lleva al segundo aspecto antes señalado, 'el referente

a la objetividad

del lenguaje sobre Dios.

b)

del lengua¡e sobre Dios

Objetividad

Las ciencias positivas analizan

lo empíricamente verificable,

es decir, todo lo

reducible a objeto, e infieren que todo lo que es objetivo es, por lo mismo, reducible a lengua¡e objetivo. De ahí el empirista inglés Bertrand Russell, por ejemplo, concluye que a partir del lenguaje podemos conocer la realidad En consecuencia, pretende hablar

afirma

que

el lenguaje

objetiva,

lo que es y lo que no es.

de Dios es autocontradictorio,

de lo inefable, es decir, de lo irreductible

porque

a objeto de descripción

lingüística (6). En esta observación aparece daro

lo siguiente: las cosas son en la medida

que son finalmente reductibles a objetos emprricomente verificables. Tal constatación Heva a los positivistas ateos a negar a Dios, porque no es algo objetivable; por su parte, a los creyentes a objetivar

y Heva,

a Dios para que pueda ser afirmado

o

descrito. No hay duda de que la Biblia describe a Dios actuando,

pero también es

cierto que las dos prohibiciones m6s rotundas de la Biblia son las de: p~onunciar el

( 4)

( 5) ( 6)

ef. a este respecto el notable análisis de Robert Havemann, en Dialéctica sin Dogma, Barcelona 1966, particularmente la lecci6n 5. "FinItud e infinitud del tiempo", p. B5-97. Christian lalived'Epinay, en Rellgl6n e Ideologla, conferencia pronunciada en el Seminario Evangélico de Puerto Rico, 1969. Bertrand Russell, An Inqulry Into meanlng and lhruth, london P. B, 1962, p. 322 ss.

lA BIBLIAY lOS INTERROGANTESDEL HOMBRE ACTUAL

33

nombrede Yahvé, y la de imaginar a Dios pl6sticamente.

De ahí la lucha profética

contra la idolatría en toda la Biblia. En esta aparente contradicción estó quizó la clave hermenéutica del 'lenguaje bíblico. El lenguaje sobre Dios es descriptivo partir de ese lenguaje

u objetivo y, sin embargo, cuando a

descriptivo quiere objetivar'se a Dios podemos reducirlo

a

unaparte de nuestro mundo. Y ya no es Di'os. El Dios-causa, aunque sea primera causa, es por ello mismo parte del mundo. Pero el no ubicar a Dios en el proceso mundano de causas-efectos, no necesariamente es negara

Dios. Es sólo negar elcarócter

objetivable

de Dios. El len-

guaje sobre Dios es necesariamente objetivo, porque es necesariamente un lenguaje humano. Pero su interpretación,

su referencia a Dios mismo, no puede ser objetiva

sin caer en una forma de iddlatría (7). En consecuencia, creo que la adecuada hermenéutica aplicada

al lenguaje bl-

blico deberó ir tanto mós a fondo cuanto mós r'adical sea el d~safío planteado

0·1

Dios-causapor parte de las ciencias positivas (8). Pero aquí hay un problema central que no puede ni debe soslayarse: Dios seobjetiv6en Jesucristo. En Jesucristo, Dios parece .irrumpir objetivamente, y no hoy hermenéutica que pueda permitirnos negar esto, sin negar algo esencial del Cristianismo. Querría, sin embargo,

retomar este problema

en el contexto

del segundo

tipo de interrogantes.

2. INTERROGANTES A LA BIBLIA DESDE OTRAS TRADICIONES RELIGIOSAS DE LA HUMANIDAD El mundo contemporóneo cvlturales de la religión.

ha tomado

conciencia de

los condicionamientos

Sabemos meior que antes de la existencia de religiones

distintasde la bíblica y cristiana. La misma Iglesia, en el Vaticano 11,tomó una actitud de diólogo ecuménico con respecto a otras tradicion~s cristianas y también con respectoa otras tradiciones

religiosas de la thumonidad (9).

Desde esa perspectiva, la pregunta radical que el hombre de hoy se plantea es la siguiente: ¿Qué validez tiene el mensaje religioso de nuestra tradición bíblica-

Cf, a este respecto las profundas observaciones del filósofo y cristiano Pavl Ricoeur: "El ¡dolo es la reificación del horizonte en co.a, la calda del .Igno en un objeto .obrenatural y supranatural ... 'Equívoco inevitable: si el Absolutamente otro se acerca, no puede hacerlo si no es por los signos de lo sagrado; pero el slmbolo no tarda en pasar a ídolo ... Por eso es necesario que muera constantemente el ídolo para que pueda vivir el .Imbolo"'. (De L'lnterprétatlon. E••••¡ .ur Freud, París, 1965, p. 510). ( 8 ) Probablemente en el tope actual de ese desatro están los análisjs estructura listas de tévi-Strauss. (ef. a este respecto mi artículo Estructura y verdad del lenguaje mltlco, en Teología y Vida, n. 1, 1975. p. 23 ss. ( 9) Cf. la Declaración No.tra Aetate del Vaticano 11, sobre las Religiones no cristianas.

( 7)

34

ANTONIO

BENTUE B.

cristiana, que no pueda tenerlo el de otra,s tradiciones religiosas para sus respectivas culturas? La pregunta se ve acentuada por el estudio actual de tipo histórico y fe· nomenológico sobre la religiosidad humana. Las creencias y los comportamientos re· ligiosos parecen tenerestFucturos

antropológicas

comunes (la),

siendo las diferen·

cias explicables también por la diversidad cultural. A este problema se agrega otro proveniente de la sensibilidad [histórica moderna: ¿Hasta qué punto la Biblia y el Cristianismo fueron históricamente determinados por otras corrientes religiosas que explicarian

en gran parte nuestra propia

tradición? Es sabido c6mo los descubrimientos históricos han ido obligando

a la exé·

gesis 'a hacerse cada vez mós crítica. ¿Cu61 es, pues, finalmente la validez absoluta de la Biblia

y del Cristianismo?

Me limitaré aquí a señalar el criterio que me parece fundamental para respon· del' a estos interrogantes. Este e3 el mismo que señalé al comienzo de la exposición: el mensaje religioso en general y el bíblico-cristiano bre y estó en relación intrínseca al problema

en particular, es destinado al hom-

existencial del hombre en el mundo.

Bósicamente ese problema se puede resumir en 1'0 experiencia

de la comLng:enc.ia

mortal. El hombre no -es absoluto y, en cambio, aspira a serlo; por lo mismo, el hom· bre es mortal, pero aspira a la inmortal'idad. Todas las religiones, a esos dos interrogantes:

con diversas variantes culturales,

la contingencia

pudo y puede ilusionarse con solucionar cos; ta'l ilusión es propia

del hombre

pretenden

del 'hombre y su mortalidad. autónoma mente esos problemas

responder El hombre ontológi.

caído, es decir, del hombre que no quiere

asumir su contingencia mortal y pretende "ser como Dios" (Gn 3). Pero el 'hombre no es Dios,

y pretenderlo constituye una "pasión inútil" (11).

El ac,ceso a la trascendencia ha sido intentado por el hombre d-esde que es hombre. Ese es precisamente el .significado fundamental del "rito". bre trata de fundar

lo contingente

Por el rito el hom-

en lo absoluto, lo prof·ano en lo sagmdo (12).

Asimismo, los primeros documentos religiosos de la historia se refieren a la búsqueda, por parte del hombre, de la inmortalidad (13). lo cual, por lo demós, es reconocido como imposible en la Epopeya de Guilgamesh, uno de los documentos mósantiguos sobre el problema de la muerte y su intento de superación (14). En las grandes religiones no semíticas se busca de diversas maneras la supe· ración de ese doble problema bósico de 'la existencio humana. Las tradiciones orien-

(10) (11) (12) (13)

(14)

Cf. por ejemplo la obra clásica de Mircea Eliade, Tratado de Historia de las Religiones, Madrid 1954; o bien, G. van der leeuw, Fenomenologla de la Religl6n, México 1964. Cf. J. P. Sartre, El ser y la nada, Buenos Aires, 1966, p. 747. Cf. por ejemplo M. Eliade, Lo Sagrado y loProfano¡ Madrid, 1967. la Epopeya de Gullgamesh, documento mesopotámico del 11 milenio antes de Cristo, tiene ese tema como el central; cf. Anclen Near Eastern Texts (Anet), Princeton, (1955), p. 72 ss.; lo mismo podríamos decir de los primeros documentos egipcios del tercer milenio antes de Cristo que constan en los Textos de las Plr6mldes (S. Mercer, The Pyramld Texts, In translation and commentary, N. Y. 1952). En la tableta 111 de la antigua versión babilónica se dice: "Guilgamesh, ¿a dónde vagas té? la vida, que persigues no hallarás. Cuando los dioses crearon la humanidad, la muerte para l. humanidad destinaron, reteniendo la vida en sus propias manos". (Anet, p. 90).

LA BIBLIA Y LOS INTERROGANTES

DEl

HOMBRE

35

ACTUAL

tales del hinduismo posterior, del budismo y el taoísmo ponen su esperanza en el desopegocon respecto al mundo contingente y mortal, de todas las reencarnaciones

para poder llegar,

nece,smias, a la trascendencia

inmortal

después

del Nirvana

o Tao (15). La búsqueda religiosa de ,la superación de la inmortalidad

por parte de las

diversasculturas desembocó, en el ámbito cu\!tural de Grecia y Roma, sobre todo a partir del siglo VI antes de Cristo y hasta el siglo IV despu'és de cristo, en cultos a personajes míticos, de quienes se celebraba

su muerte y su vuelta a la vida como

dioses. Estos movimientos son conocidos como "religiones Participando

en ese culto, los fi·eles o "müstoi"

suya la inmortalidad

de misterios" (16). aspiraban

a ha'cer también

propia de esos divinidades.

El descubrimiento de este tipo de cultos llevó a ciertos historiadores

de fines

del siglo pasado e inicios del presente a plantearse la influencia posible de las religiones mistéricas en el dogma fundamental

cristiano

de la muerte y resurrección

de Jesús.



Así, pues, la conciencia histórica y de pluralismo

cultural propio del hombre

moderno pretende ensombrecer la va'¡¡dez l1niversal del mensaje bíblico y la. novedad insustituible del mensaje cristiano. Ahora bien, la tradición Dios como absolutamente

bíb'Ji.ca vio siempre la relación

necesaria para :su supervivencia.

del pueblo

con su

Es caract·erística bíbli'ca

el que esa relación se expresara en forma de una historia de Yahvé 01 laielk>de su pueblo. Esta era la manera cómo un pueblo de cultura eminentemente concreta expresara su fe en que la existencia contingente era sl1perada gracias a esa referencia a Dios. Otras culturqs, de mayor capacidad fundamento trascendente, mitología tardíamente

de abstracdón,

elaboraron

su fe en el

a través de mitologías . .la Biblia, en cambio, integra la

('los primeros capítulos del Génesis son tardíos) en su pers-

pectiva histórica (17). Pero la conciencia del problema muerte estaba presente y fue agudizándose

de la contingencia

y de la

a medida qe las esperanzas !'elrrenas,

referidas a las promesas hechas a Abra'ham, fueron experimentándose como falaces. Quizá el libro del Eclesiastés, del siglo 111 a'ntes de Cristo, constituye el exponente más explícito de EIsa conciencia de la inconsistencia radical de la existencia humana, si bien su solución no se insinuará sino más tarde, en las pl1ertas del NT con la fe en la resurrección de los justos. El Antiguo

Testamento habla

constantemente de la presencia de Y,ahvé en

medio de ,su pueblo; de esta manera, Israel se sabe absolutamente fl1ndado a pesar de su contingencia: "Yahvé es mi roca," (Ps. 18, 3, 32). Pero ese Dios-fundamento es, al mismo tiempo, el inaccesible. Y para que realmente el hombre esté fundado, debe

(15)

(16) (17)

Asl reza un texto del Brhadaranyaka Upanishad: "Del no ser, condúceme al ser; de las linieblas, condúceme a la luz; de la muerte, condúceme a la inmortalidad". (IN, 28, en Les L1vres Saer6s de loules les renglons sauf la Blble, Paris, 1958, v. 11, p. 437). Sobre esto cf. la excelente slntesis de Angel Alvarez de Miranda, Las Religiones mistérieas, Madrid, Revista de Occidente, 1961. A este respecto cf. G. van Rad, Theologle de L'Anclen Testament, vol. 1, p. 123 ss.

ANTONIO

36

BENTUE B.

poder acceder realmente a Dios, identificarse de alguna manera con él. Otras religiones han intentodo esto por la identificación

de las diversas actividades munda-

nas con las divinidades: dioses presentes sacralizando míticamente toda la existencia humana. En la tradición

bíblica quizó la expresión de mayor acercamiento a esa

unidad con la divinidad es la imagen de la alianza matrimonial entre Yahvé e I.srae1. Pero, por otro

lado,

nunca el AT entendió esas expresiones en un sentido de

unión real, sino en un sentido alusivo de pertenencia

y de consiguiente deber de

fidelidad (18). Dios siguió siendo siempre el inaccesible, el "Dios Altísimo". La novedad del cristianismo estriba quizó fundamentalmente ahí: Después de todos los tanteos míticos de las diversas religiones y de los tanteos históricos del AT por superar la contingencia caída, accediendo realmente al único fundamento absoluto, Dios, en Cristo se nos da el puente de acceso históricamente redl, para que Id salvación buscada por e-l hombre pueda ser también una :salva'cl6n reaL Cristo es realmente hombre, y así es realmente accesible

0-1 hombre. Pero es, a la vez, real-

mente Dios; de esta manera, accediendo a la humanidad de Jesús, la única accesi· ble, estamos realmente en su divinidad, por la fe: "Quien me ha visto a Mí (el hombre), ha visto al Padre( el Dios invisible')" (Jn 14, 9·10). Esa misma novedad genial del cristianismo, que constituye el dogma primero de nuestra fe -la

Encarnación-,

está presente en el otro dogma fundamental:

la

Pascua de Cristo, su muerte y resurrección. A diferencia de los protagonistas míticos de las religiones de misterios, Jesús fue un hombre que fue crucificado y murió bajo Poncio Piloto, hacia el año 33 de nuestro era. Sobre esto no hay duda alguna posible hoy día. Pero de ese Jesús que murió, porque era hombre, la fe cristiana asegura que volvió a la vida, porque era Dios. Nunca I-asciencias positivas históricas podrón verificar empíricamente, de forma directa al menos, esa "vuelto a la vida" Y, por supuesto, tampoco padrón verificar

de Jesús, como t·ampoco su divinidad.

lo contrario.

Pero lo más importante es notar lo siguiente: en Cristo hombre-Oibs, muerto· resucitado, está el único acce,so real históricamente ofrecido al hombre para que pueda superar reo'\me'nte y no sólo míticamente su contingencia y su mortalidad. La validez y la contundencia histórica de ese mensaje -en

la medida que

estó comparativamente mejor justificado y que corresponde mejor al problema ontológico del hombre-

hace del mensaje bíblico-cristiano

una Buena Nueva mejor que

las de otras religiones para el hombre de todo tiempo y lugar.

(1B)

Cf. por ejemplo Pierre Grelot, todo p. 39 ss. y 69 ss.

La pareja

humana

en

la

Sagrada

Escritura,

Madrid,

1963,

sobre

LA BIBLIA Y LOS INTERROGANTES

DEL HOMBRE

ACTUAL

37

3; INTERROGANTES A LA 'BIBLIA DESDE LA PERSPECTIVA DE INQUIETUD

SOCIOPOLITICA

Los problemas aquí planteados prometidos en una "praxis"

provienen sobre todo de los hombres com-

que busca un cambio estructural

sociopolítico,

Entre

ellos están, por supuesto, los marxistO'S, pero también muchos cristianos. La pregunta podría plantearse así: ¿la Biblia constituye un punto de referencia que tiende a Clpoyar la denuncia sociopolítica, o más bien tiende a acollarla,

o

simplemente es indiferente a ella? Este interrogante

puede ser resuelto ideológicamente,

como es el caso en la

crítica de Marx a la religión en general, considerándola como alienante con respecto a la praxis revolucionaria. Ahora bien, esta apreciación es ideológica o al menos muy condicionada por cierto concepto de lo que es el mensaje religioso y de lo que ha sido ¡históricamente. Enestesentido, r,esulta ilustrativo citar un texto de un eminente sociólogo actual, que señala lo siguiente:

"Con el clisé de la religión como madre de la resignaclon social (opio del pueblo) podría escribirse toda una historia de las religiones. Sin embargo, no es menos cierto que podda escribirse otra con e'l postul,ado contrario de una religión madre de la denuncia social" (19). La observación parece válida

en concreto pam

la Biblia. Con la Biblia se

puede acallar la denuncia sociopolítica, o bien se puede apoyar

esa denuncia. la

Iglesia, depositaria del mensaje bíblico, ha jugado de hecho, históricamente, ambos roles.Con la Biblia en la mano se han justificado ,situaciones de todo tipo. ¿Cómo se podrfa, pues, pr,ecisar mejor la relación entre la Biblia y nuestra historia? ¿Qué significa la Biblia para nu'estra historia, y los hechos históricos qué significan para la Biblia? Hay dos formos de ubic-arsefrente a)

al problema:

Según la primera, el creyente debe l,eer y orienta,r la hi'storia tomando como único criterio para su fe la Biblia transmitida e interpretada

por la

Tradición de la Igl,esia; desde esta perspectiva, los ocontecimientos históricos no son significativos teológicamente. La historia debería simplemente exteriorizar

las orientaciones de la Biblia, int,erpretada por el magisterio

jerárquico. Y los acontecimientos históricos que ·no correspondan a eso, o son teológicamente indiferentes, o bien son contrarios: "mundo", ajeno u opuesto al Reino de Dios. b)

Henri

del

La segunda forma de situar 'el problema considera que la historia profana extrabíblica

(19)

se trata

Desroche,

Socialismos

puede ~er también una instancia teológica ("lugar teo-

y Soclologla

religiosa,

P.ds,

Ed. Cuj.s;

1969,

p.

359.

ANTONIO

38

lógico")

BENTUE B.

para el creyente, para la Iglesia. Dios es Señor de la Historia

total y está presente en su globalidad.

Esa presencia divina en la histo-

ria, por lo demás, nos viene garantizada

por la revelación bíblica, que

sigue siendo la única revelación ya dada definitivamente

por Dios.

Pero los acontecimientos históricos, en cuanto Dios está presente en la historia total, pueden ser un criterio teológico que nos permita comprender o explicitar

mejor

ciertos contenidos de la revel-ación bíblica. La- historia es, pues, también una instancia teológica que la fe debe tomar seriament-e en cuenta para ser plenamente Hel a la "moción del -Espíritu" que se expresó en la Biblia, pero cuya Palabra puede y debe ser explicitada,

"auscultando"

también su presencia en los acontecimientos

históricos. Esta segunda forma de relacionar la Biblia con la historia es la que el Magisterio solemne más recientemente ha impulsado, con la categoría

teológica

de

"signos de los tiempos" (20). Sobre esta base teológica se explican, en concreto, las posiciones de denuncia frente a determinadas situaciones sociopolíticas, por parte de la mayoría de

105

iglesias latinoameri-canas. Esa posición apareció explícitamente ,en la H Conferencia Episcopal Continental de Med'ellín, y aparece a lo largo de la mayoría de Documentos emanados de las Conferencias Episcopales y de los Comités Permanentes de América Latina, desde Medellín hasta hoy día (21). Los qlfe entienden la relación Biblia-historia, según la primera forma descrita antes, no ven con buenos ojos que las ig'lesias "potencien"

-las inquietudes socio-

políticas del continente con sus orientaciones magisteriales y sus denuncias también magisteriales. Consideran que los Obispos y sus Iglesias se pueden estar metiendo así en "polftica",

y que, en todo caso, la Biblia no dice en ningún momento que la Iglesia

deba orientarse de esa forma en su Magisterio pastoral. Ahora bien, de hecho la Igl'esio en su Magisterio

pastoral siempre tuvo pre-

sente el momento histórico, y los cambios históricos profundos fu-eron asimilados inc1uso en el Magisterio oficial, aun cuando muchas veces con notable retraso con respecto a los acontecimientos mismos (22). Pero lo que caracteriza al Magisterio de los últimos 20 años, es que la Iglesia ha explicitado el criterio teológico de que los acontecimientos históricos son teológicamente significativos, y de que la Igl1esia, por fitle-

Iidad a la Pa-Iabra, está obligada a tomarlos seriamente en cuenta para comprender lo que la Biblia quiere decir y hacia dónde quiere orientar al hombre.

(20)

(21) (22)

A partir de la Endciica Pacem In Terrl. del Vaticano 11; asimismo los "Signos de y en las Conclusiones de Medellln. (Cf. en Teologla y Vida, n. 4, 1976). Cf. Antonio 8entué y Manuel De Ferari. n. 3, 1978. El significado de la Revolución Francesa, quizás hasta león XIII (Rerum Novarum) y Mater et Magl.tra). R

de Juan XXIII y, sobre todo con la Gaudium et Sp •• los tiempos" es vna categoría central en las Ponencias para todo esto 8. Villegas, Loo olgno. de 1••• tiempo., Crónica:

De

por ejemplo, y en forma

Medollin no fue explicita

a

Puebla,

en

asimilado por el con Juan XXIII

Teología

y

Vida,

Magisterio ofldal (Paeem In T.r.lo

LA BIBLIA

Y LOS INTERROGANTES

DEL HOMBRE

ACTUAL

Me parece relevante citar, en este sentido, un párrafo de la primera ponencia de Medellín, pronunciada por el entonces segundo vicepresidente del CELAM, Monseñor MacGrath. Dice así: "Es importante aunque su significado

destacar que el hecho de distinguir no sea de por sí novedoso, aporta

y escrutar los signos, algo nuevo. Provoca la

toma de candencia de valores que antes existieron, pero que ahora se perciben con mayor claridad.

Así, por ejemplo, "·el enfoque mundial"

de hoy hace resaltar más

la necesidad de justicia entre las naciones. El valor mismo no es nuevo: pero la toma da conciencia de él sí lo es, y como tal requiere una respuesta nueva y clara de nosotros. -Esasí que los signos de los tiempos nos llevan a decir cosas nuevas del Evangelio, no en cuanto a él mismo, pero sí respecto de sus aplicaciones. Así también diremos cosas nuevas para la pastoral aquí en nvestrosdías, al responder a las situaciones que los signos de hoy en América Latina nos revelan" (23). En esta perspectiva, la inquietud de los pueblos latinoamericanos por salir de su situación estructural de iniusticia social es vista hoy por la Iglesia no como algo oieno a su mensaje ni menos como algo contrario a él, sino que es considerada un signo de que el Espíritu de Dios quiere una forma de convivencia distinta. La Biblia nos dice que todos somos hermanos, hijos de un mismo Padre, y que, por lo tanto, debemos realmente amarnos los unos a los otros. Por su parte, la inquietud social por la justicia es signo de que ese amor de que habla la Biblia, el Espíritu -"que

os guiará a la verdad completa"

quiere que la Iglesia lo explicite en la búsqueda y la implantación

(Jn 13, 13)de estructuras

más equitativas.

y es la fidelidad

al Espíritu, Señor de la Biblia y de su significado final, lo

que determina la nueva orientación

magisterial, de mayor ingerencia sociopolítica,

si así se quiere llamar, que hoy tiene el Magisterio

latinoameridano,

en comunión

con el Papa. Conclusión He aquí algunos de los aspectos que pueden reflexionarse como característicos de los problemas que el creyente de hoy se plantea frente

'0

la Biblia.

En la medida que la Biblia es la Palabra de Dios, puesta por escrito por nuestra salvación, la reflexión teológica debe mostrar honestamente cómo esa Palabra, encarnada en un tiempo y una cultura concreta, constituye la respuesta válida también para el hombre de nuestro tiempo y de nuestra cultura.

(23)

Medeilín, La Iglesia en la actual transformación Bogotá, 196B, p. 77.

cM América latina a 1•• luz cMl Concilio, I Ponenc:la,

SEMINARIO

LATINOAMERICANO

DOCUMENTACION

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Un servicio de material y de reflexión para la Iglesia chilena y latinoamericana. Publica dos series de libros que debe tener todo el que quiere reflexionar su fe desde América Latina:

1. Colección Panorama de la teología latinoamericana (Ed. Sígueme, Salamanca,España). Recoge los mejores artículos aparecidos durante el año en las diversas revistas de teología en América Latina:

- 1 Y 2 dedicados a la teología de la Iiberaci6n (1975) - 3 Religiosidad Popular (1976) -

4 (en preparación) Iglesia y seguridad nacional (1979)

11. Colección La fe de un pueblo (iEd. Mundo, Santiago). Recoge la temática sobre Religiosidad Popular en América Latina:

- 1 Lo sabiduría de un pueblo, de M. Jordó (1975) - 2 Re'ligiosidaá y fe en América Latina. Ponencias y aportes del I Encuentro Latinoamericano de Religiosidad Popular (1975) - 3 El catecismo criollo, de M. Jord6 (1976) - 4 Y 5 El desierto ca,nta a Moría, de Juan van Kessel, 2 tomos (1977) - 6 Historia y Misi6n. Ponencias y aportes del HEncuentro Latinoamericano de Religiosidad Popular (1977)

~ 7 (en preparación) La Religiosidad Ma'P~che (1979).

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