LA BRUJA Y LA ARMADURA CON ALMA

LA BRUJA Y LA ARMADURA CON ALMA Stalextrick era uno de los primeros steamers que surgieron a la superficie, poco después de que ocurriera la invasió

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La Armadura de Dios La Armadura de Dios La Armadura de Dios Las ilustraciones hechas por Ian Coate. El texto escrito por Nancy Cunningham. Este lib

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LA BRUJA Y LA ARMADURA CON ALMA

Stalextrick era uno de los primeros steamers que surgieron a la superficie, poco después de que ocurriera la invasión de los steamers que eran prototipos. Al igual que el resto de su clase, él deseaba conseguir la forma física de la Stasis, La Stasili, para sobrevivir, y para que su armadura continuara funcionando. Mientras hacía esto, intentaba buscar un lugar donde vivir, ya que vivir a la intemperie era algo muy muy arriesgado. Sin embargo, en todos los sitios por los que pasaba, no lo quería nadie, ya por el aspecto que tenía, porque le confundían con un Steamer defectuoso, o porque sencillamente no les inspiraba mucha confianza. Su armadura era muy dura, pero no era el caso de su alma, ya que todos los rechazos e insultos que recibía se le clavaban más en su alama que una raícela de un yopuka hambriento en un jalató. Después de una larga búsqueda, llegó al Bosquecillo Túkulo, el único lugar que le quedaba por ver si se podía cobijar. Fue vagando entre los inmensos árboles del bosque, en busca de un poblado o algo por el estilo, sin embargo se acabo encontrando una Sadida que pedía ayuda a gritos: -“Socorro, ¡ayuda! ¡Quien sea, por favor!” Stalesxtrick escuchó la voz y enseguida vio a la Sadida: era una chica alta, con la piel marrón y el pelo castaño claro. Estaba viendo como una pequeña bandada de milubos intentaba pillar a su hermana pequeña, que era igual que ella peor más bajita y con el pelo ligeramente amarillo. Estaba subida a un árbol, sujetándose a una rama de este. Los mi lubos pegaban cabezazos contra el árbol, sin duda para que la pobre niña callera y luego la devorasen viva. Un mi lubo, que tenía una cicatriz en el ojo , sin duda el jefe, pego un fuerte cabezazo contra el árbol, haciendo que por fin callera la niña. Se disponía a abrir la boca para devorarla cuando, de repente, el milubo recibió un potente puñetazo en la cara que lo apartó de inmediato de la caída de la niña y lo mandó voland o.; era Stalextrick, el cual había cogido con su otra mano a la niña. Los otros milubos se pusieron a gruñir y se abalanzaron hacia él. -Quédate aquí, pequeña- dijo Stalextrick dejándola en el suelo. La pequeña, confundida, le hizo caso. Fue corriendo hasta la bandada de los milubos, y ellos hacía el. Entonces, cuando ya estaban casi al lado y los milubos se disponían a saltarle encima, Stalextrick gritó: -¡Explosis! Entonces nada más decirlo, empezó a generar una gran nube morada, la cual envolvió a los milubos y a él. Ambas Sadidas y el milubo con la cicatriz en el ojo miraron impresionados la nube, esperando a ver que había pasado dentro de ella. Cuando se disipó la nube, se veía a Stalextrick de pie sin un solo rasguño, y a los milubos, muertos por el s uelo. Asustado, el milubo de la cicatriz en el ojo, se fue corriendo. -¿Estáis bien?-preguntó Stalextrick. -S…si- dijo la Sadida grande, desconcertada. -¡Gracias señor de metal!-dijo la Sadida pequeña, la cual se fue corriendo hasta Stalextrick y luego le abrazó la pierna. -Que… ¿Qué eres?-le preguntó la Sadia grande, confusa. -¿No sabeis lo que soy?-dijo Stalextrick igual de confundido.

Las dos negaron con la cabeza -Pues soy un Steamer y vengo desde las profundidades marinas para alojarme aquí, en la superficie, ya que ahí abajo se nos están acabando las provisiones-explicó Stalextrick, utilizando el lenguaje más sencillo posible para que les entendiera, ya que le habían dado a entender que las formas de visa terrestres eran bastante primitivas. -¡Ala, vienes de donde viven los pichis!- dijo la pequeña, fascinada, sin soltar su pierna. -Stalextric, ¿eh? ¡Qué nombre más raro! Mi nombre es Liine y ella es Kuine, mi hermana pequeña-dijo ella sonriéndole y dándole la mano. -Encantado- dijo Stalextrick intentando gesticular una sonrisa y devolviéndole el apretón de manos. -¡Hermanita, este trozo de metal es muy chulo! A demás buscaba casa, ¿no? ¿Por qué no le llevamos a nuestro poblado? -¡No seas mal educada, no le llames así!- dijo Liine estirándole del moflete a su hermana. -¡Ay!-dijo ella acariciándose la mejilla -Pero no te falta razón… Te ha salvado, y bueno, al fin y al cabo también me ha salvado a mi… No sabes tu como se ponen los milubos en Octobrero, sobre todo la última semana. … ¡Está bien!, vente con nosotras al poblado . -¿De verdad?- dijo Stalextrick emocionándose - ¡De verdad! Te debemos la vida, así que ¿Que mejor para compensártelo? Entonces se dirigieron al poblado. Por el camino, Stalextric descubrió que por esa zona no había pasado ningún Steamer antes y por eso no se habían asustado de él ni nada parecido, ya que era el primero que habían visto. Llegaron al poblado, y las reacciones de la gente eran de lo más variadas: “Un trozo de metal que se mueve” “¡Un monstruo!” “¿Qué es eso?” A algunos les producían un poco de rechazo el aspecto de Stalextrick, pero al menos las reacciones era mucho mejores que en otros sitios. Finalmente, sin embargo, fue aceptado en ella después de que Liine les contará su historia. Era un poblado habitado mayoritariamente por Sadidas y Osamodas, con algún que otro Zúrcarak, el cual vivía de los víveres que les proporcionaba el bosque. A Stalextrick le pareció que las herramientas que utilizaban para sus quehaceres eran muy muy primitivas; hachas para talar los árboles, tijeras podadoras para cortar tallos y flores, y machetes para cortar y quitar pieles… ¡Que estaban hechos de piedra! Pero ya lo había decidido, su lugar estaba aquí, entre esta gente que vivía de la tierra, sin grandes máquinas que les ayudasen. Pasaron las semanas de Octobrero a toda prisa, como si el Dios Xelor hubiera acelerado las manecillas de su Reloj Divino. En ese tiempo, Stalextrick encontró su vocación: leñador. Era algo perfecto para él, ya que lo que hacía era impregnar el filo de su hacha en Stasis. De esta forma, el hacha cedía sola prácticamente al cortar un tronco, haciendo que la recolecta de madera fuera mucho más rápida y que la reserva de maderas aumentara, al igual que la opinión que tenía la gente sobre él ; de verlo como una máquina fría sin corazón, pasaron a verle como un gran amigo. Pero eso no fue lo único que creció, la amistad con Liine y con su hermana también, haciendo que sintiera algo por las dos… especialmente por Liine. Finalmente, llego el día 31 de Octobrero.

Stalextrick cogió su hacha como todos los días, dispuesto a irse al bosque para talar árboles. Notaba a la gente diferente hoy, en especial los niños que estaban muy alterados diciendo algo de “haluín” y que “tenían muchas ganas de que llegara la noche”. Stalextrick pensó que era algún juego de niños y lo ignoró. Entonces, cuando ya estaba a punto de salir del poblado, sintió algo corriendo hacia el por su espalda. Luego saltó y le agarró. -¡Buuuuuuuuuuu! –dijo la misteriosa forma. -¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! –saltó Stalextrick, asustado. Giró la cara y vio que era Liine. - Jajajaja ¡Que mono! Tendrías que haber puesto que cara has puesto. Stalextrick no dijo nada. -Eso no te pasaría si fueras más dulce, tontín.-dijo Liine, abrazándole cariñosamente. -Eh… -dijo Stalextrick confuso y ruborizado a la vez. -No entiendes nada, ¿eh? –soltó una risita- Ya lo entenderás esta noche. -¿Esta…noche? -Si –le guiñó un ojo- ya verás que sorpresa. Entonces le soltó.-¡no vuelvas muy tardee! -Va…¡vale! –dijo aun más confuso.-¡Hasta…Hasta ahora! -¡Hasta ahora! –dijo Liine despidiéndose desde lejos, moviendo el brazo ampliamente de lado a lado. (…) Stalextrick estuvo talando árboles toda la tarde, con un ritmo bastante bueno. Mientras lo hacía, se preguntaba si a este paso no destrozaría todo el bosque, pero luego recordó que los Sadidas se encargaban de replantarlos. También pensaba en eso que le había dicho Liine… “¿Sorpresa? ¿Esta noche?” No pudo evitar pensar en cosas “un poco de lugar”, pero luego se concentró en seguir talando, no fuera a ser que perdiera un dedo por no pensar…con la cabeza. Finalmente llegó la noche. Decidió parar ya, porque se estaba haciendo tarde y quería ver que era esa “sorpresa” y lo que decían los niños sobre algo de “haluín”. La vuelta fue tranquila, hasta que de repente, empezó a oír muchísimos aullidos. “¿Milubos? No se querrán vengar de los que maté el otro día, ¿verdad?” Stalextrick continuó su marcha, pero esta vez acelerando sus pasos. Empezó a oír las pisadas de los lubos detrás de él cada vez más rápido también. Continuó acelerando, hasta ponerse a correr…los milubos también lo hicieron. Stalextrick se dio la vuelta y vio con horror muchísimos ojos rojos entre las sombras de los árboles, a la par que empezó a oírles gruñir. Muy asustado, empezó a correr más rápido aún, sintiendo que toda una manada de milubos iba tras él. Cada vez los tenía más y más cerca. Con la tenue luz de la luna, podía distinguir al milubo de la cicatriz en el ojo…pero había algo diferente en el… ¡Caminaba erguido! Es más ¡Toda la manda iba así! Pero lo peor no era eso…

Al lado de él había un milubo mucho más alto, más musculado, y con cuernos. Parecía ser el autentico jefe, y que el milubo con la cicatriz le había avisado de lo ocurrido el otro día; sin duda venían a por venganza. La jauría de milubos ya estaba casi encima de Stalextrick, el cual intentaba huir como podía. Finalmente, Stalextrick no tenía donde huir, ya que había ido a parar a un acantilado en el cual no había salida alguna. El Maxilubo ya estaba prácticamente encima de él, dispuesto a cargárselo de un solo golpe, mientras sonreía con aire triunfante. Con una garra le sujeto el cuerpo para que no se moviera, y con la otra se disponía a aplastarle la cabeza contra el suelo. Entonces, ocurrió algo inesperado. Stalextrick justo en el último momento apartó la cabeza y se salvó del golpe. Esto hizo que el suelo se empezara a agrietar, haciendo que se desprendiera todo lo del borde del barranco, incluido Stalextrick y los lubos. Mientras caían rodando por el barranco, el Maxilubo intentaba pillarle, hasta que al final le volvió a agarrar. Continuaron cayendo los dos juntos, hasta que se empezaban a acercar a bajo del todo del barranco. Desgraciadamente, para los dos, las rocas que habían caído antes, ahora formaban unos afilados pinchos. Stalextrick miraba horrorizado como todos los milubos que cayeron antes que él se empezaron a clavar en esas rocas, muriendo casi todos en el acto, mientras otros se quedaban agonizando. Continuó mirando hacia abajo sabiendo que ellos dos serían los siguientes. Entonces tuvo una idea. Empezó a pelear contra el Maxilubo para lograr que le soltara, clavándole su haca en el brazo. Después de eso, trepó hacia su espalda y luego se quedo agarrado a ella. Entonces cuando estaba a punto de llegar a las rocas, cogió impulso y saltó justo antes de que se clavara las rocas, haciendo que el Maxilubo se empalara. Entonces, luego utilizó su cuerpo de almohada y aterrizó sin ningún rasguño. Luego, prosiguió su marcha. El parecía muy normal por fuera, pero por dentro estaba muy muy afectado; tanto es así, que empezó a imaginarse cosas: árboles con cara, ruidos extraños de donde no veía nada, presencias que le espiaban, entre otras cosas. A demás, la caída había hecho que se le rompiera su brazo izquierdo y que tuviera una pequeña fuga de Stasis. Ya se acerba al poblado, intentando mantenerla calma cuando de repente apareció Ray Ces, preocupado por su aspecto. Sin embargo, Stalextrick al verle se fue corriendo muy asustado por su aspecto. Empezó a enloquecer más y más.

-Cuando vuelva a casa, todo volverá a la normalidad…ja…ja-jaja -se decía a sí mismo en voz alta. Sin embargo, cuando volvió al poblado no se encontró a nadie normal, si no que solo veía monstruos por todas partes. Eran, lógicamente, sus vecinos, pero como desconocía la fiesta, no sabía que eran ellos disfrazados.

Desconociendo esto, se abalanzó contra la primera persona que estaba más cerca de él …en este caso, era justamente Kuine, que estaba disfrazada de una muñeca Sadida poseída. Ella le vio acercándose hacia ella, ignorando lo que pasaba. -¡Ala Stalextrick, ya estás aquí! Si que te ha costado. No recibió respuesta. Solo seguía cargando hacia ella con el hacha. -¡Bueno, ya veo que te has disfrazado y todo por el camino! ¡Qué bien esta hecho tu disfraz, cualquiera diría que estás loco e intentas matarme! Continuo acercándose hacia ella sin decir nada. -Oye…ya vale… me empiezas a dar miedo-dijo cambiando su sonrisa por su cara asustada. Entonces, bajo su hacha con fuerza hacia ella. -¡OYE! ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! *Suim….¡Chas!* Le clavó el hacha profundamente, en el hombro. Los niños que estaban al rededor empezaron a chillar y llorar, al igual que algún que otro adulto por ahí. Entonces Stalextrick volvió en sí, dándose cuenta de que había hecho. Después de un corto, pero eterno silencio, la gente empezó a reaccionar, poniéndose a gritar. “¡Mal nacido! ¡Ya sabía yo que no me tendría que haber fiado de ti! ¡Demonio!” y de más cosas. Las aniripsas curanderas del pueblo la atendieron y se la llevaron de inmediato, a ver si podían hacer algo. Entre esa muchedumbre, estaba Liine, la cual le miraba sin creer lo que pasaba del todo. Le devolvió el la misma mirada ella, con el hacha aún en la mano. Sin embargo, antes de que se diera cuenta, ya estaba toda la gente a su alrededor, y luego le empezaron a pegar todos. “¡Como te atreves!” “¡Quemémosle vivo con sus propias maderas!” “¡Buena idea! Así sabrá lo que se siente!” Entonces, entre todos, lo cogieron y luego lo llevaron a un poste de madera al cual luego le ataron. Después pusieron debajo de él toda la madera que había traído. Stalextrick no entendía nada de lo que ocurría y se puso a seguir intercambiar miradas con Liine, la cual se había puesto a llorar, y una amiga suya la estaba consolando. Entonces, empezó a prender la madera, haciendo una enorme hoguera. El continuó mirando a Liine, con una expresión entre miedo y duda. Sin embargo ella ya no le devolvía la mirada…ya no podía hacerlo… no después de lo ocurrido. Sin embargo, de repente, se oyó de fondo una estridente voz . -¡Muahahahahaha, que divertido! La gente miró hacia arriba, incluido Stalextrick. Era una bruja. -Veo que he montando un buen número al jugar con ese leñador tan raro , ¿eh? Pero es que me lo ha puesto a huevo…

-Tu…¿tu lo has hecho hacer esas cosas?-le pregunto Liine abatida y enfadada a la vez. -¿Y que pasa si he sido yoooo? ¡Muahahahahaha! –le contestó en tono burlón. -¡Maldita!- entonces invoco una zarza que libero a Stalextrick de la hoguera. Por suerte, logró escapar sin ninguna quemadura importante. -La plantita se enfada… -dijo chasqueando los dedos- bien me gustaría ver que hacéis ahora. En tonces de repente se escucharon unos aullidos de fondo. -No serán…-se pregunto Stalextrick a si mismo, asustado. -¡Bingo!-contestó la bruja- pero vienen con un pequeño extra. Entonces, de repente, aparecieron los milubos de antes… sin duda eran los mismos de antes porque tenían agujeros de las rocas de antes. -¡Eres peor que ellos! ¡Utilizas cuerpos de monstruos muertos! La bruja echó una risotada. Estaban rodeando el pueblo. In mediatamente, los Sadidas hicieron barreras de zaras y los Osamodas invocaban todo lo que podían para que no pasaran esos zombis-lubos. -¡Daros prisa!-dijo uno de los Sadidas- ¡haced algo! ¡No aguantaremos mucho más!

Liine y Stalextrick se disponían a enfrentarse a la bruja. Liine utilizo sus zarzas para ganar altura e intentar pillarla y Stalextrick se propulsaba lanzando fuego por las manos para hacer saltos enormes. Intentaban atacarle de lejos también, pero lo bloqueaba todo con un escudo que generaba a su alrededor, o, sencillamente, lo esquivaba. -¿Eso es todo lo que sabéis hacer?-contestó la bruja en tono burló- que decepción. -¡No podremos aguantar mucho más!-dijo otro Sadida Entonces a Liine se le ocurrió una idea. Empezó a crear un montón de zarzas que se empezaron a mover de formas raras alrededor de la bruja. -No está mal el truquito, pero así no me vas a pillar ni lo… Entonces Liine apareció por detrás de ella y la apretó bien fuerte. Luego, se rodeó a si misma con sus propias zarzas, clavándose también los pinchos de estas. -¡Stalextrick aho…! -No tan rápido…-dijo la bruja- le he lanzado un sortilegio a tu amiguita… Si yo muero, ella también morirá…¿Y tú no quieres eso, verdad? Stalextrick no sabía muy bien que hacer… ni la gente tampoco. -¡Maldita sea, no!-dijo un Sadida de las vallas. Los milubos consiguieron pasar. -Stalextrick…-dijo Liine- ¡Atácala, corre!

-Pero… -¡Tu hazlo! ¿Qué es más importante, yo o todo el poblado? Stalextrick miro hacia abajo, al suelo, apretando los puños. -Yo… -¡Hazlo! ¡No alargues más esto! -Está bien… -¡Buejejejeje! ¡Esto va de broma ,verdad?-dijo la bruja empezando a preocuparse. -Liine…-dijo empezando a carga unas bolas de Stasis en sus manos- yo quería que supieras que, aunque nos conociéramos de hace muy poco yo… Las esferas de Stasis se iban haciendo más grandes. -¡A mí me gustabas mucho, maldita sea! -Y tu a mi… -le contestó con una sonrisa serena en el rostro-lo único de lo que me lamento es de no haber estado más tiempo contigo. Las bolas ya estaban cargadas. -Siempre te amaré…-dijo lanzándolas. -Y yo a ti… Entonces la explosión engulló a las dos y a las zarzas. Después de eso, los cuerpos de los milubos desaparecieron, y se convirtieron en estrellitas, que ascendieron hasta el cielo. Stalextrick entonces cayó de rodillas al suelo. -Porque… ¿Por qué ha tenido que ser así?-dijo cogiendo tierra con su puño-yo soy quien tendría que haber muerto… -Porque a ti te queda una larga vida por delante y muchas cosas que descubrir. –le dijo una voz conocida. Mi hermana estará orgullosa de ti. Entonces giró la cabeza y vio a Kuine, con dos enfermeras Aniripsas. -¿¡Pero como…!? -No lo sabemos a ciencia cierta-le contestó una de las aniripsas- es como si la herida que tenía se le hubiera cerrado sola. -Es como si la misma Diosa Aniripsa se hubiera percatado de lo ocurrido y no hubiera querido una muerte tan injusta.-terminó la otra. -Valla, me alegro-dijo Stalextrick - ¿Y que harás ahora? -Quedarme aquí, Kuine, quedarme aquí… este es mi lugar-dijo abrazándola, mientras empezaban a ver el amanecer.

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