La Contrainteligencia previa al

Historia de la Inteligencia Militar Argentina La Contrainteligencia previa al Combate de San Lorenzo n Por Dr Jorge Gabriel Olarte para el Manual de

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Historia de la Inteligencia Militar Argentina

La Contrainteligencia previa al Combate de San Lorenzo n Por Dr Jorge Gabriel Olarte para el Manual de Informaciones enviado a Santa Fe con doce artilleros y armas requeridas oportunamente: dos cañones montados, 75 fusiles y dos carretas con municiones.

La marcha montada más rápida de la historia universal El celo con el que el Coronel1 José de San Martín preparó al Regimiento de Granaderos a Caballo, se vio ampliamente recompensado en su bautismo de fuego en el verano de 1813. El martes 26 de enero llegó a Buenos Aires una inquietante nota del comandante de San Nicolás de los Arroyos: una escuadrilla formada por “...diez buques enemigos compuestos de una zumaca

en cruz, una goleta pequeña y otros barcos menores”2 , remontaba el río Paraná. Al otro día, el Capitán Mariano de Larrazabal fue

1

El 7 de diciembre de 1812 fue nombrado Coronel del Regimiento de Granaderos.

2

Dicha escuadrilla era comandada por el corsario Rafael Ruiz y Ruiz.

El jueves 28 de enero el Coronel San Martín se aprestaba a poner en ejecución las instrucciones recibidas 3, consistentes en operar sobre esa fuerza naval 4, en busca de provisiones para las fuerzas realistas sitiadas en Montevideo, cuya situación luego de la derrota del Cerrito5, era muy difícil por la escasez de alimentos.

3

“Instrucciones que deberá observar el Coronel don José de San Martín para los movimientos de la fuerza que debe marchar por la costa del Paraná”. 4

Desde el 25 de Mayo de 1810 los realistas tuvieron una significativa ventaja en el dominio de las aguas; el pedido efectuado por el General Manuel Belgrano para que se le enviasen refuerzos al Paraguay, decidió a la denominada Junta Grande a crear una escuadra patriota, encomendándole dicha tarea al diputado salteño Francisco de Gurruchaga, quien puso su fortuna personal al servicio de esa empresa. La premura para realizar la tarea – comprar buques mercantes anclados en las balizas de Buenos Aires - no existía el puerto -, el contratar tripulación extranjera, permitió al servicio de espionaje realista tomar conocimiento de estos preparativos e informar a las autoridades españolas de Montevideo que nuestra primera escuadrilla se encontraba anclada frente a San Nicolás de los Arroyos, en la creencia que de ese modo, no sería detectada por los realistas hasta que, convenientemente armada, pudiera salir a navegar. Sin embargo, como los españoles conocían en detalle los planes patriotas, decidieron destruirla y así fue que el sábado 2 de marzo de 1811, siete naves realistas comandadas por el Capitán de Fragata Jacinto Romarate atacaron a la pequeña escuadra nacional, que estaba formada por la goleta “Invencible” comandada por Juan Bautista Azopardo, el bergantín “25 de Mayo”, que se encontraba bajo las órdenes de Hipólito Bouchard y la balandra “América” cuyo capitán era Angel Hubac. El combate duró más de dos horas, pese al valor desplegado frente a la gran diferencia numérica de naves y poder de fuego, los argentinos fueron derrotados, logrando los realistas apoderarse de las tres naves y de varios prisioneros, entre ellos el aguerrido Azopardo, quien fue enviado a España, no recuperando su libertad hasta 1820.

5 El general español Gaspar Vigodet hizo una salida de la ciudad con el intento de destruir al ejército patriota, pero fue vencido por un contraataque conducido por el Coronel José Rondeau en la zona del Cerrito, debiendo retirarse nuevamente a la seguridad de las murallas de Montevideo.

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Las “Instrucciones” dejaban a su decisión proceder a reforzar a la guarnición de Santa Fe o bien a la batería de Punta Gorda, en caso de ataque realista; si bien no se le ordenó adoptar una postura ofensiva, se le remarcó que debía mantener el honor de las armas de la Patria.

San Martín ordenó alistar a los siguientes efectivos: Capitán Justo Germán Bermúdez, tenientes Hipólito Andrés Bouchard, Manuel Díaz Vélez, Mariano Necochea, Manuel de Escalada, Alféreces José Fernández de Castro y Mariano de Escalada, Portaestandarte Angel Pacheco, tres sargentos, diez cabos y noventa y seis granaderos6, quedando el resto de los efectivos del regimiento para patrullar la ciudad. La orden fue que los efectivos que quedaron en Buenos Aires siguieran su rutina como si nada hubiera pasado, mientras que los granaderos que lo acompañaron, salieron en su gran mayoría sin conocer

modo con que había pensado evitar la repetición de la falencia:

Le fueron subordinadas cien efectivos del Regimiento Nro. 2 de Infantería, los que marcharían montados en caballos de posta, bajo el mando del Teniente Coronel Juan Bautista Morón.

“Excmo. Sor: Anoche con motivo de habernos extraviado el guía llegamos a las doce de la noche a esta posta, por meta señalada en el “Itinerario” que me pasó el Jefe del Estado Mayor y mi sorpresa ha sido la mayor cuando el Maestro de Postas me ha asegurado no haber recibido aviso alguno para tener pronta la caballada necesaria tanto para la tropa del Regimiento de mi cargo como para la del Nro. 2, y así es que son las ocho de la mañana y aún no he podido emprender mi marcha.

El Secretario Interino de Guerra, General Tomás Guido, ordenó a los comandantes militares de las localidades de San Pedro, Baradero y Zárate, que apoyaran la marcha con caballada de refresco y víveres. Cerca de las nueve de la noche del jueves 28 de enero de 1813, el Coronel José de San Martín salió del cuartel de Retiro con el mayor sigilo, en busca de la primera de las postas en la que esperaba obtener caballada de refresco para seguir marchando, sin cansar a los caballos de combate, que adiestrados a tal efecto, eran llevados a tiro. Marchar de noche no era cosa sencilla, el guía perdió el rumbo y por esa razón les demandó tres horas llegar a la Posta de Santos Lugares, donde no encontró los caballos de refresco esperados, razón por la que debieron hacer noche en ese lugar. Molesto por dicho inconveniente, escribió al gobierno dicha novedad e informando el

He hecho adelantar un oficial avisando a las Postas tengan la caballada necesaria lo más pronto que sea posible a fin de que si no han circulado los avisos por el Administrador de Correos, no encuentre tanta detención. 7

Nuestro Señor guarde a VE muchos años. Santos Lugares, 29 de enero de 1813. Excmo. Sor. José de San Martín Excmo Superior Gobierno de las Provs. del Río de la Plata”8

6

Pertenecían sesenta y cuatro al primer escuadrón, veintiocho al segundo y cuatro del tercero, que estaba en formación, ya que se había decidido su creación el sábado 12 de diciembre de 1812. 7

Era el portaestandarte Angel Pacheco.

8

AGN X-4-2-3.

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El Regimiento de Granaderos a caballo estaba compuesto por ese entonces por dos escuadrones y un tercero en formación, se le había asignado desde diciembre de 1812 la misión de patrullar Buenos Aires y la defensa del norte de la capital, por lo que se había destacado un destacamento de granaderos en San Fernando de la Buena Vista.

el objeto de su misión, ambas excelentes medidas de contrainteligencia.

Habiendo obtenido los caballos de refresco, en la noche del 30 de enero San Martín llegó al río Areco9, cubriendo de ese modo 26 leguas (130 kilómetros) en esa jornada. Casi con seguridad el domingo 31 de enero de 1813 se

encontrarían en San Pedro, es decir que en esa tercera etapa desde el río Areco habrían recorrido unas 20 leguas o 100 kilómetros. Al otro día, San Martín se adelantó en compañía del por-

taestandarte Angel Pacheco, disfrazado de paisano y “...reconoció la escuadra enemiga fondeada enfrente del convento de San Lorenzo (en realidad San Carlos)...”.10 ¡Esto, como se puede apreciar, fue una operación de inteligencia de primera fuente!11 Es sumamente probable que hayan llegado ese día a Capilla del Rosario, es decir que habrían recorrido desde San Pedro unas 29 leguas (145 kilómetros), en esa cuarta y agotadora etapa.

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El martes 2 de febrero de 1813, a las diez de la noche aproximadamente, los granaderos comandados por el Coronel José de San Martín llegaron al convento de San Carlos, en San Lorenzo12 , cubriendo en esa última etapa las 9 leguas (45 kilómetros) finales, recorriendo de ese modo 420 kilómetros en cinco días, es decir, un promedio de 84 kilómetros por día, marcha a caballo que fue la más rápida de la historia universal. El Regimiento de Infantería Nro. 2 se retrasó, seguramente por falta de caballada, llegando recién el día miércoles 3 de 9

Se sabe con certeza esto, por una carta enviada por el sacerdote Gregorio José Gómez el viernes 13 de agosto de 1813 a sus superiores. (AGN X - 37-4-6.) “Por haberme dislocado el pie derecho, en la noche del 30 de enero último, al salir de vuelta del monte en el Ombú, cuya distancia de esta feligresía es de doce cuadras. Llegué allí con la consigna de cumplir con mis servicios al pueblo en armas por la libertad, llevando al lugar como ya lo habíamos convenido con el Alcalde Don Manuel Vicenter, más de cien caballos, que entregué al Oficial Díaz Vélez, para que se mudasen las caballadas de los cansados que convenían de los escuadrones de mi estimado amigo el Coronel José de San Martín, cuyo triunfo el 3 de febrero me llenó de júbilo. En esos momentos a causa del tropel de la caballada asustada y el ruido de las armas, los caballos de mi coche chocaron con el tronco de un nogal. La Divina Providencia acudió en mi socorro en la persona del Capitán (Justo Germán) Bermúdez que los detiene y el Coronel San Martín que corre en mi ayuda, librándome de la situación enconosa en que me encontraba ”,

10

“San Martín, su correspondencia 1823-1850”, Edición 1911, p. 115.

11

El domingo 5 de abril de 1818, en el momento que el sol salía de atrás de los Andes e iluminaba los llanos de Maipú, el General José de San Martín repetiría ese ardid y disfrazado de paisano chileno se acercó a unos cuatrocientos metros del Ejército Realista que se estaba tomando las posiciones previas al combate que decidió la suerte de la revolución sudamericana, obteniendo valiosa información de inteligencia que le permitió afirmar que la victoria les correspondería y que el sol sería testigo de ello. 12

PARISH ROBERTSON, Juan y Guillermo, viajeros y cronistas, “La Argentina en la época de la Revolución”, Buenos Aires, 1918, T. I, p. 157.

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febrero de 1813, día del combate, al Arroyo del Medio. • El sigilo con que habían marchado los granaderos impidió que pudieran ser observados por los realistas, quienes fueron sorprendidos totalmente al desembarcar en San Lorenzo.

• Parte del miércoles 3 de febrero de 1813 “Excmo. Señor: Tengo el honor de decir á V.E. que en el día tres de Febrero los Granaderos de mi mando en su primer ensayo han agregado un nuevo triunfo a las Armas de la Patria. Los enemigos en número de 250 hombres desembarcaron á las cinco y media de la mañana en el Puerto de San Lorenzo, y se dirigieron sin oposición al Convento de San Carlos. Conforme al plan que tenía meditado en dos divisiones

Dos cañones, 40 fusiles, 4 bayonetas y una bandera que pongo en mano de V.E. y la arrancó, con la vida á él Abanderado el valiente oficial D. Hipólito Bouchard. De nuestra parte se han perdido 26 hombres, 6 muertos y los demás heridos, de este número son el Capitán D. Justo Bermúdez13 y el Teniente D Manuel Díaz Vélez que avanzándose con energía hasta el borde de la barranca cayó este recomendable oficial en manos del enemigo. El Valor e intrepidez que han manifestado la Oficialidad y Tropa de mi mando los hace acreedores á los respetos de la Patria y atenciones

de V.E., cuento entre estos al esforzado y benemérito Párroco Dr. D. Julián Navarro que se presentó con valor animando con su voz y suministrando los auxilios espirituales en el campo de batalla, igualmente han contraído los oficiales voluntarios D. Vicente Mármol y D. Julián Corbera que á la para que los míos permanecieron con denuedo en todos los peligros. Seguramente el valor é intrepidez de mis Granaderos hubiera terminado en este día de un solo golpe las invasiones en las costas del Paraná si la proximidad de las bajadas, que ellos no desampararon no hubieran protegido su fuga, pero me arrojo á pronosticar sin temor que este escarmiento será un principio para que los enemigos no vuelvan a inquietar estos pacíficos moradores. Dios guarde a V.E. muchos años. Febrero 3 de 1813. José de San Martín Excmo Superior Gobierno de las Provs. del Río de la Plata”.14

13 El Capitán Francisco Bermúdez murió once días más tarde del combate después que el doctor Cosme Argerich le amputara la pierna derecha, a la que un balazo realista le había destruido la rodilla, ya que presa de gran angustia por su estado, se arrancó las vendas del muñón y por tal razón murió luego de una dolorosa agonía. Si bien al librarse el combate no había ningún servicio de sanidad organizado en el regimiento, debemos recordar la gran actuación del cura de Rosario, Doctor Julián Navarro quien en el refectorio del convento de San Carlos habilitó un puesto de socorro y un hospital de sangre; a los pocos días llegaron al lugar los cirujanos José Ribes de San Nicolás, Manuel Rodríguez y Sarmiento de Santa Fe y Cosme Argerich desde Buenos Aires. 14 “Documento del Archivo de San Martín”, Buenos Aires, 1910, T 1, p.143/144. Sobre este parte de guerra, el historiador Urbano J. Núñez en su trabajo “El parte de San Lorenzo”, Buenos Aires. As, 1950, p. 18/20, consideró que la escritura del mismo correspondió al teniente Mariano Necochea, no a San Martín. Es sumamente probable que esto haya sido así, pues al caer al suelo por la muerte de su caballo, sabemos que el coronel José de San Martín golpeó fuertemente su mano derecha con el suelo.

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En los partes escritos sobre el combate, el coronel San Martín efectuó un somero relato de esa acción militar, omitiendo deliberadamente las operaciones de inteligencia efectuadas sobre el enemigo, lo que es fácil de comprobar, si se los lee con la debida atención:

de á 60 hombres cada una, los ataques por derecha é izquierda, hicieron no obstante una esforzada resistencia sostenida por los fuegos de los Buques, pero no capaz de contener el intrépido arrojo con que los Granaderos cargaron sobre ellos sable en mano: al punto se replegaron en fuga á las bajadas, dejando en el campo de batalla 40 muertos, 14 prisioneros de ellos, 12 heridos, sin incluir los que se desplomaron y llevaron consigo que por los regueros de sangre que se ven en las barrancas considero mayor número.

Angel Della Valle. Combate de San Lorenzo, detalle de la carga de Granaderos. Óleo. MHN. Buenos Aires.

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• Parte del sábado 6 de febrero de 1813 En este segundo parte enviado al gobierno en Buenos Aires, el Coronel San Martín salvó un involuntario olvido cometido en el parte precedentemente trascripto y reconoció públicamente al comandante militar de la Capilla del Rosario, Emeterio Celedonio de Escalada y sus cincuenta milicianos, quienes con su patriótica colaboración, coadyuvaron al logro de la victoria, expresando lo siguiente: “Recomiendo a V.E. la actividad y celo del Comandante Militar del Rosario D. Celedonio Escalada y del Teniente de Milicias D. Felizandro Piñero para prestar cuantos servicios han sido necesarios, y los patriotas voluntarios D. Manuel Isaza y D. Pedro Salces, quienes han acreditado valor y sus deseos por la felicidad del país”.15 • Parte de los realistas del martes 10 de febrero de 1813

Todo lo contrario a la deliberada omisión de San Martín sobre las operaciones de inteligencia efectuadas sobre el enemigo, aconteció con los realistas, ya que éstos en sus comunicaciones con la superioridad en Montevideo, reconocieron haber sido tomados de sorpresa, manifestando que ignoraban que por esos lugares hubiera tropas patriotas. En este sentido, me parece apropiado transcribir parte del informe efectuado a bordo de su nave insignia por el Capitán General Rafael Ruiz y Ruiz, el martes 10 de febrero de 1813, al Gobernador de las Provincias del Río de la Plata, General Gaspar de Vigodet y que fuera publicado por la “Gaceta de Montevideo”,el martes 23 de febrero de 1813.16 “Señor Capitán General: Habiendo llegado el día 30 del mes próximo pasado á la isla frente de S. Lorenzo con los corsarios particula-

res unidos, chalupa “Nuestra Señora del Carmen”, sumaca “Jesús y María”, alias, el “Bombo”, y demás embarcaciones menores de mi inspección y cargo, y después de haber conferenciado con los oficiales de las respectivas tripulaciones resolví con su consentimiento saltara en tierra alguna gente armada para comprar víveres y refrescos necesarios, atendiendo á la salud de varios enfermos que estaban á nuestro bordo. En efecto el día 3 á las 5 de la mañana hice saltar en tierra á 120 hombres armados de fusil y 16 artilleros con 2 carronadas de a 4 al mando del capitán de artillería urbana D. Antonio de Zabala con los oficiales subalternos D. Pedro Marury, D. Domingo Martínez y D. Manuel Olloa, dando orden al primero no traxese de tierra cosa ninguna sin que fuese pagada por su justo precio, á cuyo fin le entregué cuatro onzas, para que se hiciese ver a los pacíficos moradores de aquellas costas que el desembarco no tenía otro obgeto que proveernos de los víveres indispensables a la manutención de nuestros enfermos, sirviendo únicamente de precaución la fuerza armada que llevaba á su cargo para defenderse en el caso de ser atacado por los insurgentes. Aunque ignorábamos que en aquellas cercanías se hallaban tropas del gobierno revolucionario de Buenos Ayres, el Comandante Zabala ordenó su gente en el mejor

15

“La acción de San Lorenzo. 1813 - 3 de febrero 1943”, Instituto Nacional Sanmartiniano, Buenos Aires, 1948.

16

“Gaceta de Montevideo”, número 10, p. 124/127.

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orden, precaución que le sirvió para no ser sorprendido; marchó en formación hacia el convento de San Carlos, y antes de legar a él a distancia de dos quadras vio que por derecha é izquierda del referido monasterio salían dos gruesos trozos de caballería formados en columna, y bien uniformados, que á todo galope sable en mano cargaban sobre él despreciando los fuegos de los cañoncitos, que principiaron á hacer estragos en los enemigos desde el momento que les divisó nuestra gente...”

La versión más conocida del combate de San Lorenzo El Coronel Manuel de Olazábal, hizo una reconstrucción histórica del combate de San Lorenzo basado en información que le suministraron camaradas de armas que participaron del mismo: “El crepúsculo del día tres principiaba a iluminar el horizonte. San Martín, dejando los granaderos de la misma manera que habían pasado la noche, formados pie a tierra en el mayor silencio, y brida en mano, subió al “campanario” con su anteojo, y desde

Efectuado éste, subieron a la planicie en dos pequeñas columnas paralelas, bandera y dos piezas de artillería a vanguardia, y se dirigieron hacia el convento. En el acto descendió San Martín de la “torre” y corrió a ponerse a la cabeza de sus soldados, que, por primera vez recibirían el sahumerio de la pólvora, y el estrago de la metralla, para adquirir un “timbre”¨ de gloria para la Patria, y para ellos aquel renombre con que son admirados hasta el Ecuador los Granaderos Caballo. Dió el mando del 1er escuadrón al capitán más antiguo, don Justo Bermúdez, dejando el 2do a sus inmediatas órdenes. En seguida dijo a ese oficial: “Capitán Bermúdez, en el centro de las columnas enemigas nos encontraremos y daré a Ud. órdenes”. Los enemigos se aproximaban al convento, y fue entonces que, saliendo los ganaderos de la posición que los ocultaba, cargaron con una bravura digna de los mejores soldados del mundo. Por un momento, los españoles quedaron absortos con la presencia de los patriotas, pero instantáneamente rompieron los fuegos perfectamente nutridos, y se dispusieron a disputar la victoria vendiendo caras sus vidas. La carga de los granaderos fue simultánea y denoda-

da, el choque hizo retemblar el terreno, el ruido de las armas, el humo y la polvareda obscurecieron por un momento aquellos guerreros que pisaban el dintel de la muerte. Las columnas españolas se desorganizaron un tanto, formando en masa sobre las últimas mitades y poniéndose en retirada hacia el “puerto”, bajo un fuego mortífero. Largo tiempo hacía que ambos combatientes puede decirse estaban luchando “hombre a hombre” a tal extremo que el valiente alférez don Hipólito Bouchard tendió en el suelo de una feroz cuchillada al abanderado “realista”, tomándole la bandera que con el mayor coraje defendió hasta exhalar el último aliento. San Martín, que al frente de su escuadrón llegó a las bocas de los fusiles enemigos, recibió una descarga de fusilería y cañón, que tendió muerto su caballo tomándolo debajo por una pierna. El Comandante Zavala se acercó a él, y notando que era un jefe, le tiró varios sablazos, los que apenas pudo parar no obstante la posición en que estaba tendido en el suelo, pero uno de ellos le hirió en el rostro. En ese momento, un soldado enemigo iba a traspasar a San Martín con la bayoneta, cuando el valiente granadero Baigorria (puntano) lo levantó en la lanza, salvando así a su jefe.

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Como se puede apreciar fácilmente, las medidas de inteligencia implementadas por San Martín desde la sigilosa partida nocturna de Buenos Aires hasta el inicio del combate tuvieron un éxito rotundo, que fue reconocido hidalgamente por los españoles.

allí vió a poco rato el desembarco de los enemigos.

San Martín estaba en inminente peligro de perder su vida.

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Entonces el “ héroe”, incomparable soldado Juan Bautista Cabral (correntino), tirándose en medio de aquella matanza y confusión, corre sable en mano hacia su jefe y tomándolo de la pierna que tenía libre, y defendiéndose al mismo tiempo de los que trataban de ultimarlo, consigue sacarlo de debajo del caballo. Pero, instantáneamente dos balazos recibidos en el pecho, lo tendieron sobre su jefe gritando: ¡“Viva la Patria! ¡Muero contento por haber batido al enemigo!” Así dejó de existir aquel denodado correntino, salvando al guerrero que más tarde fue la admiración de América. San Martín, herido, a pie, y un tanto desorientada su cabeza por el golpe del caballo, ve al alférez don Manuel Escalada, su ayudante en comisión, y le grita: “¡Reúna Ud. el regimiento y vayan a morir!”. Durante esta peripecia, el arrojado Capitán Bermúdez había simultáneamente taladrado con su pequeño escuadrón la columna derecha enemiga para reunirse a su jefe y recibir sus órdenes según le había prevenido al ir él a la carga.

17

Los enemigos, desconcertados en su mayor parte, se retiraban con precipitación, haciendo la mayor resistencia y protegidos por los fuegos de los buques, hasta llegar al borde de la barranca, en donde el intrépido Teniente don Manuel Díaz Vélez, en la furia de su caballo, en que iba sableando y no pudo contener, cayó herido de bala en la frente, barranca abajo, y fue hecho prisionero. Los realistas se reembarcaron, dejando sesenta muertos y catorce prisioneros, de ellos 12 heridos, y como trofeo la bandera que el bravo Bouchard había arrancado con la vida al esforzado abanderado, 40 fusiles y 4 bayonetas. Los granaderos sufrieron la pérdida de 15 muertos y heridos, de los primeros fueron 2 porteños, 2 correntinos, 3 puntanos, 2 riojanos, 2 cordobeses, 1 oriental, 1 santiagueño, 1 chileno y un francés”.17 Consideraciones finales sobre el Combate de San Lorenzo Los granaderos tomaron catorce prisioneros realistas, mientras que los españoles capturaron al Teniente Manuel Díaz Vélez, quien cargó con tanto arrojo que cayó por la barranca que daba al río Paraná y a tres lancheros paraguayos que circunstancialmente se encontraban en el lugar sin haber tenido nin-

guna participación en el combate, pero que fueron privilegiados testigos del mismo. Al poco tiempo se planteó un intercambio de prisioneros, produciéndose el mismo sin inconvenientes. De estos lancheros, dos se incorporaron voluntariamente al Regimiento de Granaderos, ingresando de ese modo al mismo el paraguayo José Félix Bogado, quien escribiría una de las más gloriosas páginas de esa unidad de combate, ya que desde soldado raso, por su valentía, acciones destacadas y capacidad de mando logró ascender al grado de coronel, teniendo el honor de comandar tan gloriosa unidad en su último combate, el miércoles 8 de diciembre de 1824 en la batalla de Ayacucho. Finalizada en la guerra de la emancipación americana, el Coronel José Félix Bogado, condujo los restos del Regimiento de Granaderos Caballo de regreso al cuartel de Retiro en Buenos Aires, donde nacieron el lunes 16 de marzo de 1812, ingresando al mismo el lunes 13 de febrero de 1826. La gloriosa unidad de combate, que fue la admiración de amigos y enemigos, fue disuelta al poco tiempo, por decisión del presidente Bernardino Rivadavia, quien posiblemente no haya querido que la misma continuara existiendo, por la animadversión que sentía – aún enton-

Olazábal, Manuel de, coronel, “Episodios de la guerra de la independencia”, Instituto Nacional Sanmartiniano, Buenos Aires, 1942, p. 135-138.

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ces – por su glorioso creador. Pero si esa fue su verdadera intención, en realidad no dejó de hacerle un gran favor al general José de San Martín, pues tal como había sido la conducta del Libertador, el Regimiento de Granaderos a Caballo no participó en las guerras civiles que

lamentablemente estallaron en nuestra Patria a poco de finalizada la guerra de la independencia. Setenta y siete años más tarde, por la gestión de un gran patriota y pundoroso militar como fue el General Pablo Riccheri, el 23 de mayo de 1903 el presidente de la

Nación, Teniente General Julio Argentino Roca, firmó un decreto recreándolo y asignándolo como custodia presidencial, función que cumple desde ese entonces.

Dr Jorge Gabriel Olarte Es abogado e historiador. “Miembro de Número” de la Academia Sanmartiniana del Instituto Nacional Sanmartiniano desde el 12 de mayo de 2010. Desde 1999 es Miembro correspondiente del Instituto de Historia Militar Argentina, organismo dependiente del Ejército Argentino. Es Miembro Adherente del Instituto Nacional Browniano. Entre sus obras publicadas se destacan sus libros “Go Home” (2004), “La Inteligencia en el período hispánico de la Patria” (2005), “La Inteligencia Militar en las principales operaciones militares desarrolladas en el Siglo XIX” (2007). En el año 2008 presentó el libro “Historia de la Inteligencia Militar” Tomo 2, del cual es coautor. Ha escrito diversos artículos en diferentes medios académicos y de comunicación. Historia de la I n t e l i g e n c i a M i l i ta r Argentina

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