La Dieta Óptima para el cerebro

La Dieta Óptima para el cerebro. 7 Factores vitales: 1º. ALIMENTOS CRUDOS En mi libro “Que tus Alimentos sean tu Medicina” ya dediqué todo un capítulo

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La Dieta Óptima para el cerebro. 7 Factores vitales: 1º. ALIMENTOS CRUDOS En mi libro “Que tus Alimentos sean tu Medicina” ya dediqué todo un capítulo a explicar los inconvenientes del cocinado con relación a los alimentos crudos, tal como los ofrece la naturaleza (F. Hernández, 2003; J. Seignalet, 2004). Aunque tengo que reconocer que una dieta totalmente crudívora hoy en día es casi un mito. Algunas verduras y todas las legumbres son duras y resultan mucho más fáciles de ingerir una vez cocidas. El tomar la carne o el pescado crudo también presenta sus inconvenientes, la presencia de bacterias y parásitos especialmente. Por otro lado, el cocinar los alimentos implica de un modo u otro alterar sus características nutritivas y generar moléculas nocivas, en mayor o menor medida, dependiendo de la temperatura alcanzada en el proceso. Recomiendo en cualquier caso que, cuando se decida cocinar un alimento, se utilice un método que no eleve la temperatura más de 100 – 110ºC, es decir, cocción al vapor, o a fuego lento en estofado o escalfado. Por encima de los 110ºC, y especialmente de los 200ºC, se generan numerosas moléculas mutágenas, moléculas de Maillard e isómeros nocivos, por lo que conviene evitar los hornos a altas temperaturas y especialmente las parrilladas y las frituras, que alcanzan temperaturas de 300 – 700ºC (F. Hernández, 2003; J. Seignalet, 2004) La mayoría de los pueblos longevos que raramente presentaban enfermedad alguna, incluidas las mentales, eran aquellos que permanecían incomunicados en lugares remotos y, por la misma razón, ajenos a nuestra alimentación industrializada y manipulada, donde casi un 50% de su dieta eran alimentos crudos y el resto muy poco cocinados, nunca sometidos a altas temperaturas (Alpes, Cárpatos, Balcanes, Caucaso, Himalaya –Hunzas-, etc). Efectivamente, además de estar libres de contaminación, no padecían estrés, pero indudablemente, un factor vital fue su alimentación basada en vegetales, frutas y frutos, cereales y fermentos, tomados crudos o mediante procedimientos que no implicaban altas temperaturas. En la práctica veremos que la carne de ave hay que cocinarla más que el pescado, que solo requiere una ligera cocción. Muchos vegetales, como las zanahorias, los nabos o rábanos, el apio, las endibias, escarolas, lechugas, tomate, incluso las coles y el brócoli (todos con excelentes propiedades salutíferas) pueden ser tomados crudos tipo ensalada. Los cereales pueden ser tomados crudos, aunque no hay inconveniente a, con menos frecuencia, una cocción que no los someta a altas temperaturas. Los frutos secos, especialmente útiles para mantener la salud mental, ya que poseen proteínas de calidad y ácidos grasos indispensables (ver los apartados correspondientes) siempre deben ser tomados crudos. A mis pacientes con trastornos de la psique les recomiendo que junto con los cereales del desayuno incluyan almendras o nueces crudas, de esta manera además de ingerir una proteína completa (cereales + frutos secos) y ácidos grasos poliinsaturados, me aseguro un buen aporte de triptófano, aminoácido fundamental (ver capítulo 6) , como materia prima para la conversión de serotonina, neurotransmisor vital para mantener un buen estado del humor. Durante el día, los vegetales crudos, en forma de ensaladas, deben de estar presentes, si es posible en la comida del medio día y la de la noche. Cuantos más vegetales incluyamos y variemos más nos beneficiaremos de sus virtudes. Recomiendo que siempre esté presente algún vegetal de la familia de las crucíferas (rábanos, col, brócoli...) por sus propiedades detoxificantes y antioxidantes.

Entre horas es el momento ideal para seguir tomando crudos, generalmente frutas frescas y, dependiendo de la actividad física, frutas secas y frutos secos. Insisto, siempre crudos. Además, es recomendable que antes del desayuno propiamente dicho, se tome un licuado de vegetales crudos con propiedades depurativas (apio, endibia, pomelo...) o reconstituyentes (zanahoria, brócoli, rábanos...). Evidentemente, teniendo en cuenta lo susodicho, los platos cocinados quedan restringidos al segundo de la comida y de la cena, donde escoger y variar entre cereales (arroz integral, trigo sarraceno, quinoa, amaranto...), legumbres (lentejas, soja, azuquis...), pescado y con menos frecuencia carne de calidad (F. Hernández, 2003). ¿Qué lugar desempeñan los vegetales cocinados?. Por un lado, pueden ser interesantes añadidos a los segundos platos, junto con cereales o legumbre o pescado o carne, mejorando incluso su digestibilidad. Además, hay personas que inicialmente soportan mal los crudos, dado su aparato gastrointestinal debilitado por una alimentación inadecuada durante décadas o, por algunos trastornos de salud también gastrointestinales, que pueden reaccionar mejor ante la ingesta de vegetales cocidos. De cualquier manera, el comenzar siempre la comidas con un alimento crudo evita la leucocitosis transitoria que se produce al hacerlo con algo cocinado, señal inequívoca de que “por naturaleza” nuestro organismo prefiere el crudo (F. Hernández, 2003; J. Seignalet, 2004). La realidad, apreciado lector, es que si estás acostumbrado a “picotear” cualquier cosa, generalmente fuera de casa, te encontrarás con que son seudoalimentos, y siempre elaborados a altas temperaturas, con ingredientes de baja calidad. 2º. ALIMENTOS NO MANIPULADOS Existe un dicho común, casi un refrán, que reza así: “Todo lo que el hombre toca lo corrompe”. Generalmente este dicho se aplica a objetos o actividades que en su principio son “buenas o sanas” pero que el control humano, en muchos casos, lo desvirtúa: la naturaleza, el ecosistema, la espiritualidad, la justicia, el poder, el amor, etc. No obstante, pocas aplicaciones tan tristemente literales puede tener este dicho como la manipulación del hombre sobre los alimentos. La alimentación actual y la de hace siglos es diferente, pero no hay que viajar tanto en el tiempo, es totalmente diferente de la de hace solo unas escasas décadas. No es necesario pensar más que en, simplemente, el sector de los aditivos alimentarios. El hombre a lo largo de los siglos ha utilizado conservantes naturales (salazón, salmueras, fermentos, especias, ahumados, etc), pero en estos momentos la industria agroalimentaria puede utilizar más de 2.500 aditivos, generalmente artificiales. Es cierto que se siguen controles por parte de organismos oficiales para catalogar o prohibir los aditivos que claramente son dañinos, pero la información para el consumidor suele ser escasa y, generalmente, condicionada por intereses económicos. En mi libro “Que tus Alimentos sean tu medicina” ya dedique todo un capítulo a tratar este asunto. Desde entonces he recibido cartas y e-mails, de consumidores escandalizados por la información allí presentada y lo poco conocida que es esta “realidad”. Puedo comprender que se utilicen Conservantes, aunque sería preferible limitarse a los que claramente son inocuos (Sorbato de Potasio E-202, Diacetato de Sodio E-260, Ácido Láctico E-270, Propionato de Sodio E-281, Propionato de Potasio E-283, Sorbato de Sodio E-201, Sorbato de Calcio E-203, Nisina E-234, etc). Esto también es aplicable a los antioxidantes, pero me resulta incomprensible el uso de Colorantes, que son un ejemplo perfecto de aditivo inútil. Claro, inútil y perjudicial, en muchos casos, para el consumidor, pero no para el fabricante que quiere conquistar al pobre usuario “por los ojos”. Entre estos la víctima ideal de “ojos grandes” son los niños, víctimas también del uso de edulcorantes claramente perjudiciales o sospechosos de

serlo, utilizados en más de 10.000 productos de tipo alimentario o “golosinas”. No olvidemos que en la Hiperactividad Infantil los aditivos alimentarios han sido señalados reiteradamente como parte de los factores desencadenantes (ver capítulo 9). Aunque el campo de los aditivos alimentarios es un ejemplo perfecto de manipulación no deseable, no deja de ser uno entre muchos: el refinamiento de los cereales, quitándoles “lo mejor del grano”; la comida “basura”, cuyos fabricantes pueden ser tildados de “parásitos”, ya que nos roban los nutrientes de calidad y presentan un producto final agradable al paladar y la vista pero carente de todo interés nutritivo; alimentos precocinados, ideales para “los vagos”, aquellos que quieren creer los anuncios que les dicen que en 5 minutos de microondas tendrá “un plato sano y nutritivo” (a veces se atreven a decir que “según la Dieta Mediterránea”); los concentrados de zumos, que si bien pueden ser tomados en ocasiones jamás pueden sustituir la ingesta de fruta en su estado natural, infinitamente más nutritiva; y un largo etcétera de manipulaciones. En estos dieciocho años he conocido a muchos pacientes aquejados de depresión que tomaban durante el día bebidas de Cola, repostería industrial, muchos dulces o edulcorantes y alimentos manipulados y de poco valor nutritivo. Aunque, como ya dejé claro en el inicio de esta obra, no se puede culpar al componente alimentario de ser el único factor en la etiología de las enfermedades psíquicas, de lo que si estoy totalmente seguro es de que una alimentación como la que acabo de describir puede, como mínimo, hacer muy difícil la recuperación del afectado, y en muchas ocasiones ser también un factor primordial en el estatus nutricional que ha desencadenado el proceso. 3º. PROTEÍNA DE CALIDAD Todos necesitamos la ingesta diaria de proteína de calidad, de ella depende la reparación de nuestro organismo, la producción de hormonas y enzimas y la calidad de nuestros huesos, cartílagos y tejidos en general. Es sabido que la proteína se compone de 22 aminoácidos y de estos 8 esenciales (dos más para los niños). Esenciales no quiere decir que el resto de ellos no sean imprescindibles, sino que los esenciales son los que no se pueden sintetizar de otras fuentes, por lo que deben ser suministrados con la alimentación cotidiana. Si preguntamos a un nutricionista convencional, seguramente diría que la proteína de calidad se encuentra en la carne, el pescado, los huevos y la leche y la de peor calidad en las legumbres, cereales y otros vegetales. Pero esta definición no es correcta. Es preferible utilizar la expresión “completa”, ya que, efectivamente, las fuentes animales presentan todos los aminoácidos esenciales y las vegetales necesitan ser combinadas. Ahora bien, si tenemos en cuenta la valoración de toxinas, residuos y ácidos resultantes de su metabolismo, y su consecuente efecto sobre la homeostasis o equilibrio metabólico, dependiendo de su procedencia, entendemos fácilmente el porque “la calidad” puede decantarse hacia el grupo vegetal. Sirva como ejemplo recordar que para que nuestro organismo pueda compensar la acidosis metabólica, provocada por una dieta donde se consume proteína animal con frecuencia, necesita sales (minerales) básicas, como parte del llamado Sistema Tampón de regulación, como son el Calcio o el Magnesio, ambos fundamentales en la salud del Sistema Nervioso y la respuesta frente al estrés. Es decir,... Ingesta habitual de proteína animal Acidosis Metabólica (baja ligeramente el pH) Sistemas Tampón actúan para equilibrar (sales básicas son utilizadas)

Situación permanente Agotamiento de sales básicas (Calcio, Magnesio,...) Osteoporosis, trastornos renales, del Sistema Nervioso... (Para una explicación más detallada sobre los efectos de la Acidosis Metabólica y los métodos para neutralizarla ver el cap. 4d del libro “Que tus Alimentos sean tu Medicina” del mismo autor)

Como nos interesa que la proteína sea “completa” podemos utilizar una combinación de cereales+legumbres o cereales+frutos secos o cereales+algas y alternar con la proteína animal de mejor “calidad”. Yo recomiendo el uso de huevos escalfados a baja temperatura y de calidad (no más de 3 ó 4 a la semana) ya que presentan el aminograma más completo que existe (equilibrio y presencia de aminoácidos), así como pescado de calidad (vapor o cocido o plancha ligera) o carne de ave de calidad (criado al aire libre) o, excepcionalmente carne roja de calidad. La mayor parte de los segundo platos deben ser compuestos por cereales + (legumbre, frutos secos, algas), unas 3 ó 4 veces a la semana, y el resto pescado y, en menor cantidad carne de ave. En todos los casos, pero especialmente en personas con problemas emocionales o de insomnio es imprescindible que la cena sea: verduras crudas o cocidas ligeramente + cereales integrales (no cenar proteína animal). Las razones de esta última recomendación las explique en el capítulo 6. Obviamente estas son sugerencias generales, que el profesional de la salud individualizará dependiendo de cada caso. El ingesta diaria de proteína de calidad es un factor vital en el equilibrio emocional ya que como veremos en el próximo capítulo muchos de los aminoácidos que la componen actúan como neurotransmisores o son precursores de estos. Si bien es cierto que en la Terapia Ortomolecular para la salud mental se recomienda complementar con ciertos aminoácidos dependiendo del problema concreto, este adicionar no debe sustituir jamás la recomendación dietética especializada rica en proteína de calidad. He observado que muchos autores, incluidos algunos a quienes considero pioneros en la Terapia Ortomolecular para la Depresión, como el Dr. Harvey M. Ross, dado que le conceden un rol primordial a la Hipoglucemia Reaccional (o a la Candidiasis) en la génesis de la depresión, recomiendan de manera generalizada una dieta alta en proteína, pero mi punto de vista es más coincidente con el expresado en los últimos años por Abraham Hoffer, quien había observado que pacientes que seguían una dieta alta en proteína (animal+vegetal) tipo Ross, para la Hipoglucemia “desarrollaban una alergia a la proteína”, por lo que ahora le concede más importancia a la calidad de los alimentos y no tanto a incrementar la ingesta de proteína. Pienso que lo que Hoffer denomina “alergia a la proteína” no es otra cosa que el resultado de una sobrecarga emuntorial (órganos de eliminación) con desequilibrio homeostásico (explicado anteriormente) y alteración de la capacidad enzimática de detoxificación del Hígado, tanto en su Fase de Activación (Citocromo P450) como en la de Conjugación. Creo que algunos pacientes aquejados de Depresión Nerviosa o Trastorno de Ansiedad Generalizado son constitucionalmente débiles a nivel hepático y no toleran bien una alimentación abundante en proteína, especialmente de origen animal. Este tipo de personas, en muchas ocasiones, ven mejorado claramente su trastorno emocional “aliviando” sus sistemas de detoxificación, especialmente el Hígado, mediante curas de drenaje, que explicaré al analizar el séptimo de estos Factores Vitales (H.M. Ross, 1996; H. Hoffer, 1998; F. Hernández, 2003).

4º. GLÚCIDOS DE CALIDAD Hasta hace no mucho tiempo existía la creencia generalizada de que todos los Glúcidos (Hidratos de Carbono) son iguales o que los azúcares son idénticos, dado que todo ellos finalmente se desdoblan en azúcares simples, como glucosa y fructosa. Pero esto es totalmente falso, ya que desprecia el volumen de la ingesta, la presencia de otros nutrientes que interactúan, el índice de descarga de azúcar a nivel digestivo o su tasa de absorción en sangre. Hoy, afortunadamente, cualquier nutricionista que se precie sabe las diferencias notables entre la absorción y metabolismo de la sacarosa (azúcar de mesa) y los glúcidos complejos. El hecho de que la glucosa sea el azúcar esencial, dado que todas las células, incluidas las cerebrales, dependen de ella, no quiere decir que deba ser ingerida en su estado puro, ya que el organismo la fabrica dividiendo los hidratos de carbono en sus unidades básicas. Tal como es un hecho que la glucosa es el combustible fundamental de la energía (ATP), igual de cierto es que la sacarosa (azúcar refinado de mesa) no es de ningún modo necesario para nuestra salud, todo lo contrario, su ingesta habitual está claramente asociada a diversas enfermedades físicas (diabetes, hipoglucemia, descalcificación, obesidad, cáncer, etc) y psíquicas (depresión, ansiedad, etc). Podemos obtener la glucosa que necesitamos de las frutas (fructosa), vegetales y cereales o granos integrales. La sacarosa es hidrolizada rápidamente, absorbida y trasformada por el hígado en triglicéridos, que pasarán al torrente sanguíneo y se depositarán en los adipositos. Como dice Hoffer “no es apta para el consumo humano, va envenenando el organismo y se infiltra en el corazón y la mente de las personas. Al menos debería ser obligatorio que los paquetes de azúcar llevaran la siguiente etiqueta: „El consumo de este producto puede ser muy perjudicial para la salud‟ (...). La única diferencia entre la adicción al azúcar y la adicción a la heroína, es que la primera no precisa jeringuilla, es fácil de adquirir y no se considera antisocial, pero el poder de adicción del azúcar es similar al de la heroína”. Estoy totalmente de acuerdo con esta afirmación. Creo que todos los profesionales de la salud hemos conocido a muchos jóvenes que están totalmente “enganchados” a los dulces y refrescos edulcorados (más aun si llevan cafeína) mostrando un carácter crispado bajo su efecto, o depresivo si no lo pueden ingerir (el “mono” esta servido). En el otro lado de la “balanza de la salud” encontramos los carbohidratos complejos, que nos proporcionan glucosa y energía de forma racional, junto con vitaminas, minerales, fibra y agua. Se metabolizan de forma lenta, alimentando poco a poco la sangre de glucosa, proveyendo así un flujo de energía constante, sin que el Sistema Nervioso se vea hiperestimulado. La glucosa que se obtiene de estos glúcidos de calidad es trascendental para el buen funcionamiento del cerebro, que llega a utilizar hasta un 25% de la glucosa total. (Para una explicación más detallada sobre los inconveniente del azúcar ver el cap. 8 del libro Alimentos sean tu Medicina” del mismo autor)

“Que tus

5º. LÍPIDOS DE CALIDAD Existen dos grupos de lípidos o grasas: Las grasas saturadas: Su función es suministrar energía (9 cal/gr). No forman parte de las estructuras celulares. Se acumulan cuando hay un exceso en el tejido adiposo, en forma de obesidad o celulitis. Sus fuentes son fundamentalmente animales (lácteos, carnes...) y también vegetales “trans” o hidrogenadas (margarinas y otros aceites vegetales a los cuales se les ha añadido artificialmente hidrógeno a los átomos de

carbono) y algunas vegetales en su estado natural, como el aceite de coco y el de palma. Son sólidas a temperatura ambiente. Las grasas saturadas se han vinculado indiscutiblemente a enfermedades cardiovasculares, obesidad y desórdenes metabólicos. Estoy totalmente de acuerdo con Hoffer cuando afirma que “la mezcla de grasas saturadas y azúcar es una de las combinaciones de sustancias artificiales que producen reacciones cerebrales”. Es más, el consumo excesivo de dulces aumenta el deseo de consumir grasas: es un círculo vicioso y la razón obvia por la que muchas personas son adictas a los helados”. También cita una de las combinaciones artificiales más adictivas: los Donuts, hechos de harina blanca, grasa y azúcar refinado, recubierto por una gran cantidad de sustancias artificiales. Hoffer lo denomina “el producto cumbre de la comida basura”, aunque yo añadiría que a estas alturas tras los Donuts le siguen una larga lista de productos similares que presentan las mismas o peores características. Es muy habitual, por no decir siempre, que en la etiqueta de los productos de repostería aparezca como ingrediente “grasa vegetal” o “aceite vegetal”. Esta es una argucia de las empresas fabricantes, que hace años utilizaban grasa animal, pero al observar la inclinación social vieron mejor pasarse al término vegetal, y digo término ya que generalmente son aceites de coco o palma u otros de baja calidad, saturados, además generalmente hidrogenados(*1). (Para una explicación más detallada sobre los efectos nocivos de los aceites hidrogenados ver el cap. 7 del libro “Que tus Alimentos sean tu Medicina” del mismo autor)

Las grasas poliinsaturadas: Desempeñan una función estructural, formando parte de todas las membranas celulares, tanto la exterior como la de los orgánulos internos. Además, son precursores de las prostaglandinas, sustancias que cumplen una función reguladora semejante a la de las hormonas. Sus fuentes son vegetales (semillas y frutos secos oleaginosos, geminados, cereales...) y de pescados. Tanto los AGPI como las prostaglandinas derivadas resultan imprescindibles para el equilibrio celular y la vida. El intercambio nutricional a través de las membranas va a depender del contenido de AGPI de dichas membranas. Una membrana rica en AGPI va a ser fluida y flexible, lo que va a facilitar los intercambios nutricionales. Una membrana pobre en AGPI va a ser rígida y dura, lo que va a dificultar los intercambios nutricionales. Las funciones de relación y de reacción de algunas células va a depender del contenido en AGPI de sus membranas celulares. Esto es particularmente importante en el caso de los macrófagos y de los linfocitos T, que van a presentar una alteración de sus receptores de membrana cuando ésta sea deficitaria en ácido linoléico. Este déficit puede provocar un comportamiento inmunológico incorrecto, lo que puede producir enfermedades de autoagresión inmunitaria. Por otro lado, una carencia en EPA y DHA derivados del ácido alfalinolénico (Omega 3) puede provocar alteraciones neuronales y defectos en la neurotransmisión. Prueba inequívoca de la relación entre estos ácidos grasos poliinsaturados y el funcionamiento cerebral es que los bebes privados de estos presentan retraso en el desarrollo del cerebro. Existen muchos otros ejemplos sobre el papel vital que desempeñan los AGPI en nuestro metabolismo, incluida la bioquímica cerebral. Una interferencia en la estructura o función membranaria interfiere en la capacidad de la célula para controlar su medio interno. El estado óptimo de las membranas celulares del cerebro, incluyendo su fluidez, es vital para la síntesis de los neurotransmisores, para las transmisiones de señales y para la actividad de la serotonina. En conclusión, hay que procurar que nuestra alimentación contenga AGPI de calidad. Los podemos obtener de los aceites vegetales de primera presión en frío y utilizarlos en crudo (girasol, lino, onagra, borraja), de frutos secos crudos (nueces especialmente) y de pescado azules “pequeños” tipo anchoa o sardina, que tienen

menos probabilidades de estar contaminados (ADVERTENCIA: si se fríen o someten a altas temperaturas el aceite del pescado, no solo no será beneficioso, sino resultará perjudicial al peroxidarse). Dada la dificultad de conseguir pescado azul de calidad y que se cocine muy ligeramente, generalmente recomiendo a quienes padecen depresión nerviosa que tomen cápsulas de aceite de pescado de calidad, para garantizar un aporte óptimo de EPA y DHA, fundamentales a nivel nutricional en estos casos. En la otra cara de la moneda encontramos los aceites o grasas ya referidos que se deben evitar, generalmente todo el mundo, pero particularmente quienes quieren mantener una buena salud mental: lácteos, mantequilla, margarina, carne grasa (cerdo, cordero, cabrito, embutido), grasas vegetales hidrogenadas y los aceites vegetales comunes, tan utilizados en la cocina. Una excepción merece el aceite de oliva virgen de primera presión en frío, que afortunadamente el los últimos años se empieza a popularizar. Aunque no se trate de un AGPI, ya que es monosaturado, presenta importantes beneficios para la salud: previene la trombosis, la arterioesclerosis, el cáncer de mama y favorece el buen funcionamiento del hígado. Evidentemente, cuando se toma crudo.

6º “SEUDOALIMENTOS A EVITAR” La siguiente lista no necesita de explicaciones ya que estas se desprenden de los apartados anteriores. Cuando se trate de alguna recomendación no analizada presentaré una breve explicación de la misma.

- Leche animal (vaca especialmente) y sus derivados (mantequilla, queso, cuajada nata y helados. Se pueden utilizar “leches” vegetales. - Carne grasa y carne común (vaca, cerdo, conejo, cordero, etc), charcutería común (chorizo, salchichón, mortadela, salami, choped, chicharrones, jamón york, jamón de pavo, etc.). Las excepciones son el pollo criado al aire libre y sin piensos de dudosa calidad y la carne magra (solomillo o chuleta) cuya procedencia sea biológica, alimentados con pastos al aire libre y no en establos. - Aceites comunes comerciales (girasol, maíz, oliva, etc). Se pueden utilizar aceites vírgenes de primera prensada en frío. - Alimentos cocinados por encima de los 110ºC. Evitar los hornos a altas temperaturas, las parrilladas, las frituras y las cocciones muy largas y a fuego vivo. - Harinas y repostería industrial (pan, pastas, sémolas, harinas, pizzas, bollería, repostería, galletas, bizcochos, salvado, conrnflakes, palomitas de maíz, maíz dulce, etc.) El trigo y el maíz se han relacionado con alergias alimentarias que desencadenan depresión nerviosa (Seignalet 2004). Se pueden tomar cereales biológicos, especialmente arroz, quinoa, avena, trigo sarraceno, mijo, espelta y otros, que, por desgracia, no son tan conocidos por el gran público, aunque poseen propiedades nutricionales extraordinarias. - Alimentos elaborados y procesados por la industria. Casi siempre contienen aditivos, conservantes, etc. Hay que tomar los alimentos con la menor manipulación posible.

- Marisco crudo o cocido (salvo excepciones); vísceras animales (hígado, riñones, paté etc) que presentan un alto contenido de grasa saturada y purinas; huevos comunes (se pueden tomar huevos de calidad con moderación y mejor escalfados o “pasados por agua”); Alimentos tostados y ahumados (contienen benzopirenos tóxicos). - Azúcar blanco refinado (dulces en general), chocolate, cafeína y edulcorantes artificiales (tipo aspartamo o sacarina). Todos los “estimulantes” provocan alteraciones suprarrenales y dependencia, y a la larga agotamiento suprarrenal y nervioso. Por otro lado, el aspartamo se ha relacionado con alteraciones neurológicas y sobre la sacarina se sospecha hace años que no es inocua. (Para una explicación exhaustiva sobre alimentación y salud ver el libro “Que tus alimentos sean tu medicina” del mismo autor)

7º LA IMPORTANCIA DE LAS “CURAS DE DETOXIFICACIÓN” A priori, tanto el profano, como el profesional poco informado, pudiera dudar de la relación entre la capacidad de detoxificación individual y la salud mental. Cuando digo “capacidad de detoxificación individual” me refiero a la capacidad de cada persona tiene para detoxificar (neutralizar y eliminar) sustancias no deseables que se encuentran en un momento dado en su organismo. Llevo catorce años dando conferencias para profesionales de la salud, por todo el país, sobre la relación inequívoca entre capacidad de detoxificación y salud. Mi método de trabajo es conocido por miles de profesionales de la salud, muchos que ahora trabajan con el, como un método que optimiza las vías de detoxificación desde cinco vertientes: -

Estimulación Emuntorial

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Detoxificación Hepática

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Higiene Intestinal

-

Neutralizar Radicales Libres

-

Control del pH

Puedo afirmar que este sistema que sirve para tratar con éxito trastornos de salud con un claro componente visceral o incluso otros crónicos y hasta degenerativos, es también efectivo y necesario al tratar los desequilibrios de la psique, que como he explicado suficientemente presentan, generalmente alteraciones bioquímicas. Es decir, antes de cualquier tratamiento específico, como los que he presentado para la Depresión, el TAG, los Trastornos del Apetito (en la Anorexia Nerviosa puede ser diferente) e incluso la Hiperactividad Infantil, es necesario realizar estas curas de detoxificación. Este sistema de cinco pilares permite preparar el organismo para que reaccione de manera positiva al tratamiento específico posterior. Pero, ¿qué relación existe entre la capacidad de detoxificación y la salud mental?... Para contestar esta pregunta tenemos que recordar la gigantesca carga toxémica a la que estamos expuestos, fundamentalmente por cuatro vías: -

Metales pesados (plomo, mercurio, cadmio, aluminio...)

-

Productos químicos tóxicos (disolventes, pesticidas, fármacos, aditivos...)

-

Residuos bacterianos y alimentarios (endotoxinas, exotoxinas, aminas...)

-

Productos de desecho del metabolismo proteico (amoníaco, urea...)

Los metales pesados, procedentes de la industria, pulverizadores, tabaco, amalgamas dentales, pescado contaminado, etc se pueden acumular en los riñones, el sistema inmune y el cerebro, perturbando su funcionamiento. Desarrollaré este aspecto de manera más extensa en el siguiente apartado.

Los productos químicos tóxicos, susodichos, se encuentran por todas partes o son ingeridos como alimentos o fármacos. La exposición continua a estos también puede producir síntomas psicológicos y neurológicos como depresión, dolor de cabeza, confusión mental, hormigueos y otros signos de un Sistema Nervioso alterado. Dado que el órgano fundamental encargado de estas sustancias tóxicas es el hígado no sorprende que muchas personas de manera constitucional presenten dificultad para neutralizar y eliminar estas sustancias, dado que es sabido que entre las vías enzimáticas de detoxificación hepática de una persona y otra puede haber unas diferencias de hasta un 60%. Efectivamente, un grupo de enzimas, llamadas Citocromo P450 vinculadas directamente a la capacidad de detoxificación del hígado, pueden encontrarse disminuías en un importante sector de población. Si a esto sumamos que una mayor exposición a sustancias xenobióticas (ajenas a la vida) pueden deteriorar aun más esa capacidad constitucional, ya disminuída, nos encontramos con la razón de que tantas personas con trastornos aparentemente dispares, entre ellos los emocionales, respondan positivamente a una cura de detoxificación. Los residuos bacterianos y alimentarios, a los que tanta importancia da el Dr. Seignalet en la etiología de la enfermedad, están directamente vinculados al estado del intestino y su permeabilidad. En el capítulo sobre la Depresión Nerviosa ya presente los argumentos de Seignalet sobre alimentación, higiene intestinal y salud mental. Son suficientes razones para incluir en las curas de detoxificación el factor del intestino. Finalmente, cuando abordé el tema de la proteína de calidad explique la manera en que los alimentos de origen animal provocan acidosis metabólica, dados los desechos de su metabolismo, ácidos, que genera. Uno de los resultados de la acidosis metabólica eran las alteraciones del sistema nervioso. No procede realizar ahora un análisis detallado de cómo se realizan las curas de detoxificación, esto ya lo hice en mi obra anterior, pero si quiero, al menos, recordar lo esencial: - Estas curas tienen como objetivo optimizar el funcionamiento de los emuntorios (riñones, pulmones, linfa...) y especialmente del hígado y del intestino, al tiempo que neutralizamos radicales libres, omnipresentes en los trastornos crónicos y regulamos la homeostasis. - Cualquier momento puede ser bueno par realizar una “Cura de Detoxificación”, pero resulta especialmente interesante hacerlo como preludio a un abordaje ortomolecular específico. Aunque en ocasiones, dada la urgencia, puede ser conveniente compaginar la Detoxificación con recomendaciones específicas. Dos momentos ideales para realizar las curas son con la entrada de la primavera y la entrada del otoño. En el otoño de forma particular cuando existe tendencia a los cambios de humor. - Las curas de detoxificación pueden ser prácticas por todo el mundo, no presentan efectos secundarios ya que solo son recomendaciones nutricionales. No obstante, siempre es recomendable consultar a un profesional cualificado, especialmente si está siendo medicado o presenta un proceso degenerativo. - He utilizado este sistema con miles de pacientes y cuando regresan siempre refieren una mejoría, independientemente de su trastorno. No me sorprende que sea así dadas las vías trascendentales sobre las que actúa. - Esta cura puede ser compaginada con cualquier otra terapia, convencional o no, aunque se, por experiencia, que funciona mejor cuantas menos sustancias químicas se ingieren.

La estructura básica de la cura es la siguiente: 

Estimulación emuntorial: Extractos de alcachofa, borraja, grosella, ulmaria, desmodium, oligoelementos, rábanos y col.



Detoxificación hepática: Cápsulas de aminoazufrados (metionina, cisteina, glutatión, taurina) con moléculas vegetales azufradas (ajo, rábano negro), selenio, zinc y cofactores (B6 y B9)



Higiene intestinal: Prebióticos (Fibras, inulina, matricaria, glutamina, citroflavonoides...) y Probióticos (Bifidobacterias)



Neutralizar radicales libres: Vitaminas antioxidantes (A, C, E) + Selenio, Zinc, Cobre, Manganeso (participan en el Sistema Endógeno de protección SOD y GPX) + moléculas vegetales antioxidantes (resveratrol de la uva, sulforafano del brócoli, antocianos del mirtilo y luteína de la caléndula)



Regulación del pH (neutralizar la acidosis metabólica): Citratos y carbonatos de Calcio, Magnesio y Potasio + sus cofactores:B1, B3, B5 y B6.

enzimas,

Esta Cura de Detoxificación puede durar de uno a dos meses. Será el profesional de la salud cualificado el que puntualice la duración. De igual manera hay que determinar si compaginar las recomendaciones específicas para el trastorno o más bien utilizar solo la cura para, en una segunda fase, tratar de forma específica. Es conveniente repetir las curas como mínimo dos veces al año, preferiblemente en los momentos antes indicados.

Para un análisis detallado de por qué y cómo realizar una completa Detoxificación Celular véase “Que tus alimentos sean tu medicina”, del mismo autor, editorial RBA-Integral.

QUE TIENES QUE COMER PARA… AGUANTAR MEJOR EL STRES -

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Toma PESCADO AZUL de calidad 3 ó 4 veces a la semana. Pero ¡ojo!, no sirve freírlo o asarlo a altas temperaturas. Lo mejor, ligeramente cocido o marinado con aceite de oliva y finas hierbas. Si se eleva la temperatura los ácidos grasos se saturan. Los ácidos grasos EPA y DHA ayudan a soportar mejor las temporadas más exigentes. En mi caso me suplemento habitualmente con perlas de aceite de pescado de alta calidad. Prepárate todas las mañanas un DESAYUNO RICO EN PROTEINA de calidad. Y no me refiero a las alubias, beicon, mantequillas y embutidos, como hacen en algunos países vecinos. Lo mejor: copos de avena y almendras crudas, añadiéndole germen de trigo, levadura de cerveza y polen. Toma abundantes ENSALADAS VERDES con canónigos o rúcula (ricos en folatos) y vegetales de colores rojos y naranjas (ricos en antioxidantes). Todos ellos proporcionan minerales y vitaminas de calidad, tan necesarios cuando estamos sometidos a estrés. EVITA el café, el azúcar, el alcohol y el tabaco

DORMIR MEJOR -

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Lo indicado sobre EL PESCADO AZUL en el apartado anterior es igualmente práctico para mejorar el sueño. Come CASTAÑAS cocidas o asadas o en puré. Contienen melatonina (hormona que induce el sueño) y omega 3. Cuando se asan siempre se pierde parte de sus propiedades. En la ensalada de la noche pon ½ AGUACATE (3/semana), que, además de omega 6, es rico en vitamina B6, ambas necesarias para mejorar el sueño. EVITA el café, el azúcar, el alcohol y el tabaco

MEJORAR TU SEXUALIDAD -

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Incluye en tu ensalada los PALMITOS (muy utilizados en países tropicales y ahora también de venta en nuestro país) siempre que puedas, ya que tradicionalmente mejoran las funciones de la próstata y la sexualidad, y por el mismo motivo “picotea” PIPAS DE CALABAZA crudas. Un desayuno especial para un “despertar especial” puede ser acompañar un zumo natural de FRESAS y/o MARACUYA de unas lonchas de JAMÓN IBÉRICO que son ricas en ácidos grasos poliinsaturados, vitaminas del grupo B y posee un efecto “euforizante”. EVITA el alcohol y la repostería. No te engañes no tienen efecto afrodisíaco.

TENER MENOS RESFRIADOS -

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Toma todas las mañanas un LICUADO DE APIO, POMELO Y MANZANA. Ricos en vitaminas y minerales que refuerzan las defensas. Incluye en las ensaladas diarias un poco de ZANAHORIA rallada o de BRÓCOLI muy ligeramente cocido, junto con un poco de PEREJIL crudo. De esta manera nos aseguramos un buen aporte de betacaroteno, vitamina C y hierro (no hemo). La mezcla antes indicada de germen de trigo, levadura de cerveza y polen, también tiene un efecto preventivo muy interesante. EVITA la comida basura y las muy elaboradas, así como el tabaco (consume una gran cantidad de nutrientes) y la repostería industrial.

MEJORAR TU ENERGÍA -

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Ciertos alimentos ayudan a mejorar la oxigenación de la sangre y la formación de glóbulos rojos. Come BRÓCOLI, LENTEJAS, CANÓNIGOS, ESPINACAS Y COPOS DE AVENA. Acostúmbrate a tomar ALGAS en tu alimentación. NORI, WAKAME, KOMBU y especialmente ESPIRULINA contienen infinidad de nutrientes que te aportarán energía adicional con “0 calorias”. Desde hace años que los deportistas del músculo saben que la PATATA es una excelente fuente de energía, ricas en hidratos de carbono de calidad, vitaminas del grupo B y C. Puedes comerlas cocidas o asadas con poco aceite, a condición de que también realices ejercicio físico.

GANAR MÚSCULO Y PERDER GRASA -

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Nuevamente te recomiendo que tomes ALGAS (a no ser que padezcas hipertiroidismo) ya que activan el metabolismo de forma suave y fisiológica, mejoran el ecosistema intestinal (efecto positivo sobre la “curva de la felicidad”) y aportan aminoácidos necesarios para el músculo. En cuanto a proteína animal, incrementa la de PESCADO, POLLO Y PAVO (de calidad) y clara de huevo, y reduce la de cerdo, cordero, cabrito, embutidos y todas aquellas que contengan altos porcentajes de grasa. NO TE PRIVES DE COMER, PERO INTENTA NO HACERLO DESPUÉS DE LAS 20:00 DE LA NOCHE, a partir de ese momento “todo engorda el doble” EVITA: repostería, harinas blancas, alcohol y grasa saturada.

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