La Educación medieval

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Fatima Santolalla

La Educación Medieval Fatima Santolalla Azaragh Teoría e Historia de la Institución Escolar y la Escolarización. Dr. D. Juan Antonio Vera Casares ÍNDICE:

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1. PEDAGOGÍA MONÁSTICA Y EVANGÉLICA. 

Origen y desarrollo de las órdenes monásticas.



Los monasterios y su importancia en la Alta Edad Media. Características organizativas de las escuelas monásticas.

2.- PEDAGOGÍA CORTESANA Y PALATINA. 

Alcuino, gran difusor de la cultura de la corte carolingia.



Rabano Mauro, “preceptor de Alemania”. Las siete artes liberales.



J. Escoto Erígena y el optimismo sobre la naturaleza y destino del hombre.



Gerberto, filósofo y restaurador de los estudios matemáticos.

3.- PEDAGOGÍA PASTORAL Y ECLESIAL. 

Una insuperable síntesis científica.



Empeño enciclopedista de San Beda.



Hugo de San Víctor, teórico de la educación.



R. Lulio: confianza en las posibilidades de la educación.

4.- PEDAGOGÍA ESCOLÁSTICA. 

Preliminares de la formación escolástica.



Impulso a la experimentación de la naturaleza.



Enfrentamiento reflexivo con el problema pedagógico.



Carácter enciclopédico del “Speculum Majus”.

5.- EL NACIMIENTO DE LAS UNIVERSIDADES. 

Las escuelas catedráticas y el origen de las Universidades.



Las universidades españolas y Alfonso X el Sabio.



Organización de la enseñanza universitaria.



El sistema didáctico: métodos y contenidos.

6.- LA VIDA DE LOS ESTUDIANTES EN LA EDAD MEDIA 7.- BIBLIOGRAFÍA

1. Pedagogía monástica y evangélica. 2

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Si el rasgo dominante de la educación medieval es la concepción de la vida como imitación de Cristo, ideal de perfección cristiana, el régimen monástico representa el exponente más claro de tendencia a la realización de ese ideal. 

Origen y desarrollo de las órdenes monásticas.

En los primeros siglos de la Iglesia, y una vez pasada la tormenta de las persecuciones, el ideal cristiano, cuyo centro de gravedad es la persona de Cristo, se concibe como defensa de las asechanzas del mundo, rígida práctica de la penitencia como medio de luchar contra la concupiscencia y el orgullo, y el consiguiente severo ejercicio de ayunos y abstinencias, junto al apartamiento de la vida social. El contacto con los paganos degenerados constituía para los cristianos un peligro constante de contaminación. Estos, seguros del valor de la vida de ultratumba y convencidos de lo caduco y finito de la existencia terrena, consideraron necesarios el retiro y la soledad para dedicarse sin traba alguna a la salvación del alma. Así nació en Oriente el anacoretismo y eremitismo, conceptos que por igual nos remiten a ese género de vida solidaria en que el creyente, entregado a la adoración o contemplación y a la penitencia, busca la vida perfecta en apartados yermos. Pronto, muchos anacoretas solitarios, sin lazo alguno jurídico o religioso que los relacione entre sí, se ven precisados a buscar dirección y consejo en los más experimentados y virtuosos; esto ocurre, sobre todo, a los centenares de jóvenes que siguen las huellas de los pioneros. Esta necesidad de guía, de compañía, de ayuda, origina el agrupamiento en comunidades. Destaquemos a San Pacomio (276-349) como fundador de este nuevo género de vida, que se difundió rápidamente, pues San Pacomio debió multiplicar los monasterios, dándoles un jefe, y una Regla. Él fue quien promovió en Asia Menos y el Horizonte bizantino el nuevo ideal educativo del monaquismo, centrado en la cultura del alma y entendido no en el sentido individual de los eremitas orientales, sino de acuerdo con la naturaleza social del hombre y según el verdadero ideal evangélico que no es pura contemplación de la ley sino práctica de la misma, por la humildad, la paciencia y el ejercicio de la caridad en la vida común.



Los monasterios y su importancia en la Alta Edad Media.

Las calamidades que sobrevivieron a la caída del imperio de Occidente ofrecen en lo cultural un panorama altamente desolador. Las invasiones 3

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bárbaras, con su saqueo e incendio de ciudades y su secuela de sangre y ruinas, amenazaban de muerte todo cuanto significaba cultura. Pero allí estaba la Iglesia y sus monasterios para salvar del cataclismo y de la dureza de los tiempos las obras maestras de la antigüedad y para emprender la ardua labor de la reconstrucción. El mérito de los monasterios no fue precisamente la creación de un proyecto de estudios o de normas educativas, que, por otra parte, hubieran resultado estériles en aquellos tiempos azarosos, sino el haber ido dominando con la piedad, el estudio y el trabajo, la fiereza del ambiente. Por otra parte la labor abnegada y meritísta de los monjes en la conversación de la cultura antigua, mediante la paciencia copia de manuscritos, facilitó el posterior apogeo de la Escolástica y su culminación esplendorosa en el Renacimiento. 

Características organizativas de las escuelas monásticas.

Aunque el movimiento monástico comienza con San Pacomio, es indudable que la cultura literaria no floreció en los monasterios hasta que hizo su aparición la Orden Benedictina. Siempre existió alguna esperanza especialmente para los que, sin instrucción de ninguna clase, pretendían ingresar en el monacato. Así surgieron las escuelas monásticas internas destinadas especialmente a los obstáculos, novicios y religiosos. Como las constantes guerras, la agitación, la inquietud y el perpetuo desorden de los tiempos medievales casi imposibilitaba a las gentes dedicarse a la instrucción y mucho menos a crear y dirigir escuelas, los padres, que sentían interés por la educación de sus hijos acudían a los monjes que aceptaban gustosos el encargo. Así fueron multiplicándose las escuelas monacales externas, destinadas a laicos o seglares no llamados a la vocación eclesiástica, y donde se admitía a alumnos de todas las clases sociales. Los métodos de enseñanza eran memorísticos y la disciplina era severa. “Ora et labora”: lema de la Regla Magna Benedictina. El mismo año que Justiniano abolía las escuelas paganas (el 529) San Benito fundaba la Orden Benedictina, que pronto se extendería por la Galia, Inglaterra, Alemania y países del Norte. San Benito fue el fundador y gran maestro del monacato occidental. La Regla de San Benito es la expresión perfecta del genio monástico, según el cardenal Newman, y evidencia un profundo conocimiento del alma humana por su sentido de la libertad individual dentro de la vida común rigurosamente mantenida. Presidida por un luminoso espíritu de equilibrio y moderación, de sano optimismo constructivo y de humana comprensión, hace 4

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gala de una inteligente organización, de acuerdo con las exigencias de la vida individual y colectiva. Otros factores educativos utilizados por la Regla benedictina destacaremos la vida en comunidad, la oración litúrgica hecha en común y la penitencia. La actividad cotidiana de los monjes se halla minuciosamente disciplinada. El orden es el elemento educativo de especial relieve, porque el riguroso reparto del tiempo entre los salmos y quehacer es un medio encaminado directamente a disciplinar la intimidad del hombre de una manera práctica. Referente a las escuelas, la Regla benedictina no contiene disposición alguna. Si deja claro que los religiosos deberán dedicar varias horas diarias al estudio. De ahí que en cada monasterio no pueda faltar la biblioteca.

Otros fundadores de escuelas monásticas. - Fe y ciencia: frutos del apostolado de San Patricio de Irlanda. San Patricio (412-493), de origen francés, estudió en la abadía de Marmontiers, en Auxerre, en Lerins y en el colegio de Letrán (Roma). Enviado por el papa Celestino a evangelizar Irlanda, fundó por doquier escuelas y templos. Tan célebres llegaron a ser las escuelas por él establecidas que muchos extranjeros acudían a sus aulas, no sólo en vida del fundador, sino por especio de varios siglos después. Los discípulos de San Patricio, tras la muerte de su maestro, crearon nuevos centros educativos donde el amor al estudio incluso creció todavía más. Las dos antorchas que el santo fundador había encendido en tierras irlandesas, fe y ciencia, fueron propagadas por sus monjes. - San Columbano, promotor de los estudios literarios y teológicos de las Galias y norte de Italia. San Columbano, educado en Irlanda en las artes y en Gramática fue un gran promotor de los estudios literarios y teológicos. En Luxeuil se enseñaban las artes liberales, elocuencia y teología; de ahí que a su escuela concurriesen numerosos alumnos. En Francia, Suiza, Alemania e Italia se dejó sentir por varios siglos la influencia educativa de San Columbano. - La obra educadora del “Apóstol de Alemania”. San Bonifacio (675-755) nació en Inglaterra y fue educado en dos de los monasterios más célebres de ese país, sobresaliendo en las artes liberales y en la poesía, además de en las ciencias sagradas. Con tres monjes más

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desembarcó en Frisia con afanes misioneros. Poco después empezaba su apostolado en Turingia. Este apóstol y civilizador de Alemania sembró todo el país germano de iglesias y de escuelas. Su obra logró transformar paulatinamente a aquel pueblo inculto, feroz y de costumbres bárbaras en civilizado y suaves costumbres inspiradas en sentimientos humanitarios. En 744, por iniciativa de San Bonifacio, se celebró un concilio en Alemania que promulgó varios decretos referentes a la educación del clero y pueblo. La obra educadora de San Bonifacio en Alemania tuvo una repercusión y alcance insospechados. En ella deben buscarse los cimientos de la Alemania cristiana del medievo y del posterior resurgir renacentista de este país sajón.

Casiodoro y el primer programa de estudios monásticos. Las “Instituciones literarias”. Casiodoro (hacia 480 y 575-580) fue contemporáneo de San Benito y monje de su Orden. Después de ser ministro de cuatro reyes godos, se retiró de la política y fundó en sus dominios de Vivarium (Magna Grecia) el monasterio de este nombre a imitación del de Montecassino que llegó a ser foco principal de las actividades literarias del siglo VI. Prescindiendo de sus numerosas obras históricas y exegénicas, sus instrucciones literarias divinas y humanas son particularmente interesantes para la Historia de la educación, así como su tratado De Anima. Las instrucciones literarias vienen a ser una introducción al estudio de las Sagradas Escrituras; el primero de sus dos volúmenes trata especialmente de la Biblia y de la historia de los cristianos; el segundo, de las siete artes liberales, según la división de Marciano Capella.

2.- Pedagogía cortesana y palatina. La época de tranquilidad que gozaron los pueblos europeos en tiempos de Carlomagno repercutió en la educación. El propio Carlomagno, que no era precisamente un hombre instruido hizo encomiables esfuerzos para favorecer el desarrollo de la cultura recurriendo a la Iglesia para que se encargase de la enseñanza en sus Estados. El llamado Renacimiento carolingio fue obra de esa red de escuelas salpicadas por todo el Imperio y a las que marcaba la pauta la Schola palatina. Ellas consiguieron hacer de los toscos guerreros que rodeaban a Carlomagno personas instruidas y amantes de la cultura.

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Alcuino, gran difusor de la cultura de la corte carolingia.

Alcuino de York (735-804) fue el consejero de Carlomagno y el más resuelto restaurador de las escuelas entre los francos, además de figura clave del renacimiento carolingio. La cultura anglosajona, henchida de conocimientos escriturísticos y profanos, fue llevada a Francia por Alcuino, hombre de “ciencia tan extensa que abrazaba las cosas divinas y humanas”. Estableció los estudios sobre la base de las siete artes liberales, destacando en lugar preeminente la Gramática y la Filosofía. En su obra Disputatio nos declara el sistema de enseñanza seguido en su escuela palatina y que adopta la forma de enseñanza dialogada. 

Rabano Mauro, “preceptor de Alemania”. Las siete artes liberales.

Rabano Mauro ( 776?- 856) fue discípulo de Alcuino y más tarde abad del monasterio benedictino de Fulda y arzobispo de Maguncia. Considerado el primer pedagogo de Alemania, las siete artes liberales son su objeto de estudio por su valor propedéutico para una formación completa. Las siete artes liberales se consideraron necesarias no sólo como básicas para toda la cultura, sino como auxiliares para profundizar en el comentario de las Escrituras. 

J. Escoto Erígena y el optimismo sobre la naturaleza y destino del hombre.

La época de Carlomagno marca el reflorecimiento de la cultura en Europa occidental. En Francia y Alemania ya quedó constancia en páginas anteriores de la labor de promoción del estudio a cargo de Alcuino y Rabano Mauro, respectivamente. Los sabios formados en este período continuaron más tarde propagando las artes y ciencias aunque, con distintas tendencias. Es destacable la figura de Juan Escoto Erígena (810- 877) el más grande intelectualmente y filósofo de su tiempo, que llamado por Carlos el Calvo para dirigir la Academia Palatina, estimuló a Lotario I a crear escuelas en Italia y Francia. En Juan Escoto Erígena encontramos un sentido del valor superior y casi divino del hombre. Erígena afirma, incluso, que la naturaleza humana es, en cierto modo, superior a la angélica, por cuanto ésta, al estar desprovista de cuerpo, carece de sensibilidad y movimiento vital. En cuanto al destino del 7

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hombre es igualmente optimista: la muerte como el hombre no es tal, sino la vuelta al primitivo estado que perdió al pecar. 

Gerberto, filósofo y restaurador de los estudios matemáticos.

Gerberto de Aurillac (945?- 1003), ingreso en el monasterio de su ciudad natal. Ávido de cultura, vino a España para perfeccionar sus estudios en matemáticas en la entonces famosa escuela catedralicia de Vich. Cultivó todas las ciencias, pero sobre todo la semántica y la matemática, sin menospreciar la música y la astronomía. Por sus trabajos en el campo de la enseñanza de las matemáticas merece un lugar en la historia de la Pedagogía. Se le considera restaurador de los estudios matemáticos en su tiempo. Como filósofo, escribió numerosos comentarios a las obras lógicas de Aristóteles y Boecio.

3.- Pedagogía pastoral y eclesial. 

Una insuperable síntesis científica.

A causa de la vocación apostólica que los mueve, resalta en las obras de los autores que vamos a tratar a continuación un afán compilador que tiene posiblemente su razón de ser, aparte la tendencia de la época, en la necesidad de presentar una pauta de saber universal acorde con la doctrina de Jesucristo. San Isidro (570-636), descendiente de familia noble. Fue obispo de Sevilla. Su influencia en toda Europa fue enorme y sus escritos fueron muy apreciados en los monasterios de Francia, Italia, Alemania, Inglaterra, Irlanda, etc. San Isidro fue autor de muchos e importantes libros de entre los que sobresalen: Reglas para los monjes de la Bética, tratados de moral, etc. Considera San Isidro muy conveniente que todos los monasterios tengan una persona en quien recaiga la responsabilidad de la educación de los niños. Esta persona, el pedagogo, deberá poseer una gran cultura y preferentemente será de edad avanzada. Su cometido ha de ser el de la enseñanza de las letras a la vez que la enseñanza de las virtudes. Referente al método pedagógico empleado se sabe que la lectura la aprendían los niños simultáneamente con la escritura por medio de unas tablitas donde estaban las letras escritas.

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Empeño enciclopedista de San Beda.

Entre esos doctos hombres que cultivaron casi todas las ramas de la cultura conocida y supieron luego propagarlas en dura lucha con las dificultades inevitables de la dura edad del hierro de los tiempos medios, queremos aludir aquí a San Beda el Venerable, el insigne maestro anglosajón. San Beda (674-735) estuvo en posesión de una extensa y profunda cultura. Cumple en Inglaterra la labor que realizó en Italia Casiodoro y en España San Isidro, es decir, la recopilación de las ciencias y las artes conocidas entonces. Todas sus obras son un modelo de calidad y precisión. Por su obra Historia eclesiástica genis anglorum, es considerado el padre de la historia inglesa. 

Hugo de San Víctor, teórico de la educación.

Hugo de San Víctor (1096- 1141), francés, Canónigo Regular de S. Agustín, intentó realizar una síntesis del saber medieval combinando las exigencias místicas que en él predominaban con las de marcado carácter racionalista. Opinaba que las ciencias se reducían a cuatro: - Ciencias teórica o especulativa. - Ciencia práctica. - Mecánica. - Lógica. Como sabemos, el procedimiento corriente de enseñanza en la primera mitad de la Edad Media es la lectio. Consiste en la lectura y comentario de un texto cualquiera. Se debe a San agustín la introducción de este procedimiento en la Edad Media. Hugo de San Víctor, siguiendo a San Agustín, habla de tres géneros de lectura, “pues decimos: leo un libro a otro, leo un libro escuchándolo de otro y leo un libro para mí”  R. Lulio: confianza en las posibilidades de la educación. Una historia de la educación no puede tampoco omitir una interesantísima figura española que brilló durante el último tercio del siglo XIII. Nos estamos refiriendo a Raimundo Lulio, filósofo, teólogo, literato, místico y pedagogo, nacido en 1235 en Palma de Mallorca. En las de Lulio se aprecia una clara influencia de Vicente de Beauvais; sin duda, manejó algunas obras del dominico francés. También se nota mucho el influjo de R. Bacon en su diseño pedagógico. Es cuanto al aspecto finalista de la educación lutiana, el balear tiende evidentemente hacia las obras de Santo Tomás.

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La ordenación de las actividades docentes es un proyecto que entra dentro de su gran concepción de reorganización de la cristiandad. El esfuerzo de Lulio es muy ambicioso, ciertamente de carácter universal. En la esfera del individuo, aspira a llegar a formar íntegramente al profesional, en la esfera social, quiere interesar a toda la humanidad en este esfuerzo educativo. Lulio confía plenamente en las posibilidades de la educación. Las limitaciones que padece la cristiandad proceden de la abundante ignorancia. Frecuentemente exalta la labor del maestro. Deberá éste dominar completamente la materia que enseña. Al alumno exige vocación (afición más aptitud).

4.- Pedagogía escolástica. 

Preliminares de la formación escolástica.

En el siglo XII parece haberse logrado una relativa bonanza y orden en la vida política y social de Europa después de los infortunios que ocasionaron las invasiones. Los fundamentos culturales y educativos clásicos conservados cuidadosamente en los monasterios vuelven a salir a la calle. Surgen numerosas escuelas municipales y gremiales preludiando la aparición de la Universidad, la gran obra de la Edad Media, nacida como una necesidad ante la insuficiencia de las Escuelas catedralicias. La labor docente y educadora se encuentra por aquellos años muy supeditada a la aparición y difusión de la Escolástica. Gracias a esta aportación, la enseñanza de la ciencia y de la teología, experimentan un cambio radical durante la segunda mitad de la Edad Media. Como iniciadores sistemáticos de este movimiento intelectual que estamos tratando merecen cita especial San Anselmo de Canterbury y Pedro Abelardo. El primero nació en Aosta (Piamonte), fue monje, abad y más tarde obispo. Es considerado padre de la Escolástica e iniciador de algunos de sus métodos. Pedro Abelardo (1079-1142), clérigo, filósofo, teólogo francés es figura destacada en Filosofía en los primeros tiempos de apogeo escolástico. 

Impulso a la experimentación de la naturaleza.

El punto máximo de la evolución científica de la Edad Media, lo mismo que del auge escolástico, se encuentra en el siglo XIII. Habían aportado sus teorías, filosóficas o de otra índole, sobre todo Aristóteles, Platón, los neoplatónicos, los estoicos, los árabes y los judíos. Se purificaron todos estos fundamentos y, habiéndose conformado sus principios con los de la doctrina cristiana, se formó una teoría filosófica que había de dominar largos años el pensamiento occidental.

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Esta trascendental teoría filosófica debe su gestación a las grandes figuras de la Escolástica, entre las que destacan San Alberto Magno, San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino. San Alberto Magno destaca por haber introducido toda la especulación aristotélica en la Filosofía escolástica. También se distingue por haber cultivado como pocos en su tiempo libre las ciencias físicas y naturales. Otro mérito de San Alberto: el impulso dado a la experimentación de la naturaleza y del alma humana. Sólo nos queda por mencionar el honor que le cupo de ser el maestro de Santo Tomás de Aquino, la mente suprema de la Escolástica y de toda la Edad Media. 

Enfrentamiento reflexivo con el problema pedagógico.

En la Edad Media no se prodigaron los tratadistas de temas relativos a la educación. Abundaron los maestros, pero faltaron los pedagogos. Santo Tomás, de la familia de los condes de Aquino (1225-1274), nació en Roccaseca (Campania). Se educó en el Monasterio benedictino del Monte Casino y más tarde, en Nápoles, se unió a los dominicos muy a pesar de sus padres que preferían que hubiese seguido con los benedictinos. Paris era por aquellos años el principal foco cultural de Europa y allí fue enviado Santo Tomás, enseñando a los 27 años en la universidad. El joven pensador logró en la capital francesa aumentar el prestigio que ya poseía la Orden de predicadores. El debatido problema de la relación entre verdades naturales y verdades sobrenaturales es objeto de detenido estudio por parte de Tomás de Aquino. La base principal de su filosofía se halla en Aristóteles, pero se aprecian también claras influencias agustinianas, neoplatónicas y árabes. Uno de los méritos de la aportación pedagógica de Santo Tomás estriba en el cambio que su doctrina supuso en el planteamiento de cuestiones filosóficas, que vino a parar necesariamente a los estamentos educativos. Acerca de si el maestro puede o no puede causar la educación en el discípulo Santo Tomás repasa todas las respuestas de los que se plantearon la cuestión. Y la postura que más le convence en la de Aristóteles. Repararemos en el fin que Santo Tomás atribuye a la educación, el estado de virtud, que no es otra cosa que el estado de las posibilidades operativas del ser. 

Carácter enciclopédico del “Speculum Majus”. 11

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El último escritor al que nombraremos perteneciente al movimiento escolástico es Vicente de Beauvais, autor de la obra Speculum Majus. Su grandiosa obra se divide en: Speculum Naturale, Speculum Historiale y Speculum Doctrinale. La última parte es el reflejo del ambiente cultural superior existente. Se divide en multitud de capítulos repartidos en siete libros. De especial interés son los capítulos dedicados al valor de la ciencia moral, dominio de los bajos instintos, derechos y deberes de los padres, la ciencia política y la ciencia social y las disciplinas físicas, matemáticas, mecánicas y médicas.

5.- El nacimiento de las universidades. 

Las escuelas catedráticas y el origen de las Universidades.

A lo largo de toda la alta Edad Media la Iglesia venía fomentando y sosteniendo, además de las escuelas monacales, las llamadas escuelas parroquiales y las escuelas catedralicias o episcopales. Estas últimas se establecían en los capítulos catedralicios con el fin principal de formar a los aspirantes al sacerdocio. El florecimiento de estas escuelas catedracias en los siglos XII y comienzos del XIII hizo que algunas de ellas alcanzaran gran renombre. Al despertarse en el clero secular un ansia de saber, resultó insuficiente el recinto catedralicio ante la avalancha de estudiantes. Entonces la realidad institucional, con finalidad esencialmente docente a nivel superior, que se llama Universidad en que las enseñanzas dejan de darse en la iglesia y se instalan en edificio propio. Está comenzando en el siglo XIII. Nace, pues, como prolongación de la escuela catedralicia, al organizarse corporativamente maestros y alumnos. Inicialmente la Universidad se llamó Studium generale, haciendo referencia a un plantel general para todos los estudiantes preparados, sin distinción de nacionalidad. Más tarde Studium generale indicaría el conjunto de ciencias, el conjunto general o universal del saber. El término latino universitas, que en el medievo se aplicaba a toda la comunidad organizada con cualquier fin, en el siglo XIV reemplazó a la denominación Studium generale para definir a esas corporaciones que aspiran al universalismo, de una parte por el origen diverso de sus componentes y, de otra, por el saber que persiguen. -

Universidades famosas.

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En 1200 se crea la Universidad de París, primera que existió como estudio general, al fusionarse la escuela catedralicia de Notre-Dame con las escuelas de Santa Genoveva y de San Víctor. Llegó a tener 30.000 alumnos y fue el más famoso centro intelectual de la cristiandad. Se dedicó especialmente al estudio de la Teología. A finales del siglo XV se contaban en Europa más de 75 universidades. 

Las universidades españolas y Alfonso X el Sabio.

En Palencia surgió la primera universidad española entre los años 1212 y 1214. Reinaba Alfonso VIII, y la fundó el obispo Tello Téllez Meneses. Seguirían después Salamanca, Valladolid, Alcalá, Valencia y Sevilla. La de Salamanca, fundada por Alfonso IX, adquirió fama Internacional. Debemos a Alfonso el Sabio (1226-1284) la primera legislación en materia de enseñanza. La primacía, al parecer, la constituían los estudiantes de derecho. El dotó dos cátedras para el estudio del derecho civil y tres para el eclesiástico. A los maestros de leyes con antigüedad en la enseñanza se les daba un titulo de nobleza, además del común privilegio a todos los profesores de hijosdalgos.  -

Organización de la enseñanza universitaria.

Caracteres de la enseñanza universitaria medieval. 1. Corporatividad. Se tarta de una corporación de personas dedicadas a los estudios. 2. Autonomía. Cada universidad tenía su régimen autónomo. 3. Universalidad. La procedencia universal de los estudiantes.

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Cartas de fundación. Privilegios.

La mayoría de las universidades originariamente dependieron de la Iglesia como instituciones nacidas del amparo de las escuelas catedralicias. Ahora bien, según la autoridad que las crea o reconoce, o por la forma de constituirse como tales, las universidades se agrupan en: o Universidades con carta de fundación papal. o Universidades con carta de fundación imperial o real. o Universidades con doble cara fundacional: papal e imperial. o Universidades sin carta de fundación. -

Estructura académica: facultades, grados y exámenes.

La universidad se organiza académicamente en facultades. Facultad es la denominación utilizada para el cuerpo de profesores Y de estudiantes 13

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dedicados a la enseñanza de una rama del saber. Gobierna un jefe común, el rector, elegido periódicamente y al que ayudan dos cancilleres que se encargan de la administración de la Universidad. Los grados que existían en las carreras universitarias eran los siguientes: Bachiller, Licentia docendi y Magister. 

El sistema didáctico: métodos y contenidos.

El sistema universitario de enseñanza comprendía los dos procedimientos didácticos siguientes: - La Lectio, que consistía en la lectura de un texto. - La Disputatio, que comenzaba con la quaestio o interrogación sobre problemas nuevos. Tenía lugar una vez por semana y a ella concurrían los profesores y alumnos de la Facultad. Un magister pronunciaba una conferencia. Los demás profesores apoyaban u objetaban los puntos de la ponencia. Entre la lectio y la disputatio tenían efecto las repeticiones o repasos en forma de diálogo entre maestros y alumnos.

6.- LA VIDA DE LOS ESTUDIANTES EN LA EDAD MEDIA Durante la Edad Media, los muchachos acudían a la universidad a partir de los 14-15 años. Antes de esa edad, los adolescentes se formaban con un “maestrescuela” o un profesor particular, generalmente en su localidad natal o un lugar próximo. Luego se trasladaban a alguna ciudad que tuviera universidad –la más prestigiosas eran Oxford y Cambridge en Inglaterra, París y Toulouse en Francia, Bolonia y Padua en Italia, y Salamanca y Coimbra en los reinos hispanos-, aunque algunos también iban a escuelas no gozaban del estatuto universitario. Los jóvenes estudiaban durante aproximadamente seis años en la Facultad de Artes, donde cursaban disciplinas que se dividían en dos grupos: el trivium, que comprendía gramática, retórica y lógica, y el quadrivium, que incluía aritmética, geometría, astronomía y música. Las clases eran impartidas por un profesor que leía en voz alta y comentaba un texto mientras los estudiantes escuchaban y tomaban apuntes, llamados relationes. Las lecciones se basaban en escritos de autores antiguos que habían sido adaptados con fines pedagógicos, y los alumnos debían memorizar los textos para (según la metodología escolástica imperante) poder reproducirlos y discutirlos no con un sentido crítico, sino demostrando tan sólo que los habían comprendido. En los alrededores de las facultades solían encontrarse puestos de libreros y, en mayor medida, talleres de escribanos que reproducían los manuales escritos por los profesores. Estos manuales, llamados pecias, eran pliegos de cuatro folios de piel de carnero, escritos con letra minúscula, sin 14

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miniaturas ni ornamentos, que se distribuían a un precio relativamente bajo. Los libros tenían precios poco accesibles, pues en casi todos los casos consistían en ejemplares lujosos, copiados y encuadernados a mano. Los estudiantes también podían consultar los libros en las bibliotecas de las universidades, donde eran custodiados por los bibliotecarios o estacionarios, ayudados por bedeles y vigilantes que los cuidaban, controlaban los préstamos, compraban nuevas obras y ordenaban reproducir otras. Los exámenes tenían lugar cuando el estudiante pretendía conseguir un título. El más básico era el de bachiller, seguido por el de magister que, en teoría, proporcionaba el ius ubique docenci, es decir, el derecho a ser profesor en cualquier universidad de la Cristiandad. Una vez conseguido este grado, el magíster podía continuar estudiando para convertirse en doctor. El doctorado en Artes era el más breve – su duración era de cuatro a seis años- y se vinculaba a la enseñanza. El doctorado en Medicina, que exigía unos diez años, tenía una clara función práctica. Quien elegía Derecho, dedicándose al estudio de las leyes durante 12 ó 13 años, podía después convertirse en burócrata, e incluso acceder a la corte de algún rey a aristócrata. El más complejo de los doctorados era el de Teología, que exigía un mínimo de 15 años de estudios. El estudiante que se examinaba juraba ante el rector, una semana antes, cumplir con los estatutos de la universidad y no sobornar al jurado. El día del examen acudía a misa y luego se presentaba ante los profesores, quienes le entregaban un texto. Tras un tiempo para prepararse, exponía sus comentarios en un acto público y después contestaba a las preguntas de los examinadores. El sistema, conocido como lectio-disputatio, era el mismo para lograr el título de doctor, pero, en ese caso, la lectio consistía en la tesis del candidato. Si el resultado era satisfactorio, el nuevo doctor corría con los gastos de la fiesta que seguía. El tiempo que un estudiante pasaba en la universidad podía prolongarse una década e incluso dos, lo que hizo de los estudiantes un grupo social particular. A manudo pasaban estrecheces económicas pero, al mismo tiempo, gracias a la inmunidad de que las corporaciones universitarias gozaban frente a las autoridades civiles, podían permitirse llevar una vida libre, en la que la pereza, las apuestas, las aventuras amorosas, las juergas, las gamberradas, las riñas callejeras y las borracheras eran frecuentes. Un ejemplo del bullicioso ambiente de los estudiantes medievales se encuentra en las conocidas tunas españolas. Ante la falta de recursos, muchos estudiantes tocaban o cantaban en las tabernas pidiendo a cambio dinero, vino o la “sopa boba”, esto es, las sobras de las comidas. Llevaban consigo guitarras, arpas, salterios, cencerros, gaitas, panderos, vihuelas, flautas y el “ajuar del sopistas”, compuesto por una escudilla y un cucharón de palo para recibir y comer lo que les diesen. Sus canciones solían hacer referencia al hambre del estudiante, al vino y al amor, siempre en tono de burla y sátira. Comenzaban bromeando para atraer la atención del auditorio, después animaban el lugar cantando y bailando, y más tarde recogían los donativos. Tocaban también en fiestas estudiantiles, bodas y otros eventos, y durante las 15

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vacaciones solían desplazarse a las aldeas próximas. Los sopistas, que desde el siglo XVI comenzaron a ser conocidos como “tunos”, tenían fama de pícaros y bribones, pero divertían a las gentes y conseguían bastantes dádivas, aunque muchos les tachasen de holgazanes. 7.- BIBLIOGRAFÍA Delgado Criado, B. (1992), Historia de la Educación en España y América, Madrid, Fundación Santa María/ Ed. Morata-SM, Vol. II y III Historia de la Educación. Revista Interuniversitaria, Salamanca

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