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HISTORIA Y GESTIÓN DEL PATRIMONIO ARTÍSTICO Maria Fernández Sánchez
LA GIRALDA DE SEVILLA BREVE HISTORIA DEL EDIFICIO
Originalmente, la Giralda era el minarete de la antigua mezquita Aljama de Sevilla, de época almohade. Sin embargo, tanto la mezquita (actualmente la Catedral de Sevilla), como la Giralda, han sufrido transformaciones a lo largo del tiempo. La torre original fue construida en el siglo XII bajo la dominación almohade de Sevilla y era utilizada por la población musulmana para llamar a los creyentes a la oración y como observatorio. La Giralda, de 97,5 metros de altura (101 metros contando el Giraldillo), está formada por una serie de cuerpos diferenciados que son muestra del paso del tiempo y de su riqueza cultural. Su armonía es destacable, pues en ella se une admirablemente la arquitectura de dos culturas muy diferentes y distanciadas a su vez por cuatro siglos; la renacentista y la almohade. El cuerpo musulmán, por supuesto el más antiguo, se empieza a construir en 1184 por orden del emir al-Mumin Abu Yacub sobre un casamiento de piedra con sillares que procedían de antiguos edificios romanos de Sevilla. La ingeniería estuvo a cargo de Gever, quien en realidad hizo dos torres, una dentro de otra, y el hueco entre ambas fue ocupado por una rampa que sirve para el acceso hasta la terraza superior. Posee la estructura clásica de los alminares almohades: prisma central de base cuadrada rodeado por los cuatro muros externos. Para la decoración exterior se utiliza el ladrillo, con una red de rombos a base de ajimeces con arcos de herradura semicirculares o polilobulados, rodeados por un alfiz e insertados dentro de otro gran arco lobulado y apuntado, obra de Aben Baso y de su sobrino Alí de Gomara. El cambio en la ciudad de Sevilla, y como consecuencia, en todos los elementos que la conforman, se produce a comienzos del siglo XIII. En 1248, Fernando III “el Santo” conquista la ciudad y la religión predominante pasa a ser la cristiana, lo que convertirá la Giralda en el campanario de la nueva catedral de Sevilla.
AÑADIDOS, MODIFICACIONES Y RESTAURACIONES DE LA TORRE DE LA GIRALDA Y EL GIRALDILLO
Un rito habitual en las ciudades recién conquistadas consistía en la colocació n de campanas en los alminares de las mezquitas y la sustitución del yamur por una cruz y una veleta. Sin embargo, el alminar sevillano se respetó, conservando el primitivo remate hasta que por efectos del terremoto del 24 de agosto de 1356 se rompió la espiga de hierro, cayendo al suelo las esferas de bronce. En 1555 se solicitó a Diego de Vergara, Maestro Mayor de la catedral de Málaga, que informase de qué modo se podía coronar la torre. El proyecto que ideó Diego de Vergara no fue aprobado, de hecho, si hubiera sido aprobado la torre hubiera tenido una fisionomía medieval. Posteriormente, en el siglo XVI, se añadió el cuerpo de campanas, obra del arquitecto cordobés Hernán Ruiz, que empezó su renovación en 1558. En 1562 se produjo la colocación de piedras “tablas” grandes para las esquinas de la torre. Probablemente se trate de los dinteles que sustentan los pilares de ladrillo del Cuerpo de Campanas, que se hallan bajo los óculos. Entonces las únicas almenas que se conservarían serían las del segundo prisma almohade, por lo que en este año y el siguiente se construyeron los cuerpos superiores. Por encima del cuerpo de campanas se sitúa el cuerpo de azucenas que tiene
en sus esquinas cuatro jarras de azucenas de bronce, restauradas por el artista Fernando Marmolejo. Encima existen cuerpos de arquitectura renacentista denominados cuerpos de carambolas, cuerpos de estrellas, cúpula y cupulín, y sobre éste la estatua de la Fe caracterizada como una mujer ataviada con vestiduras clásicas y que porta en una de sus manos un escudo y en la otra una palma. Gira según la dirección del viento y simboliza la victoria de la fe cristiana. La figura fue, según algunos autores, diseñada por Luis de Vargas, modelada por Juan Bautista Vázquez el Viejo, y fundida en bronce por Bartolomé Morel, quedando finalmente instalada en 1568. El año 1565 fue decisivo para la decoración de la Giralda y para las obras de infraestructura para la colocación de la veleta, lo que evidencia que la obra de fábrica se hallaba finalizada. La gran torre, cuya base cuadrada tiene 13,61 metros de lado y alcanza hoy la altura de 94,70 metros parece unitaria pero, sin embargo, es el resultado de la superposición de dos obras muy distantes en el tiempo y en las formas, pero integradas visualmente gracias a los artificios compositivos del arquitecto cordobés Hernán Ruiz Jiménez. La primera obra, la almohade, coincide con el gigantesco paralelípedo de ladrillo que nace del suelo y que forma casi la mitad de la altura del edificio; sus colosales dimensiones, la constancia de su antigüedad y su aparente perennidad han propiciado la idea de la solidez de sus cimientos, pero, nada más lejos de la realidad. El edificio arranca de un zócalo de sillería que tiene enterrados sólo 3,30 metros, siendo este breve tramo subterráneo casi toda la cimentación que posee la torre; otros tres metros de sillería emergen de la acera, empezando con una serie de aras y pedestales romanos de mármol, formando las esquinas y que marcan la separación entre el cimiento y este zócalo. El conjunto de sillares enterrados, muchos de ellos almohadillados y algunos signados, apenas si aumentan la superficie de apoyo de la torre mediante unos escasos relejes, descansando sobre una gruesa capa de argamasa, algo irregular, y ésta a su vez sobre una simple mejora del terreno, en el que quedaron incluidos los restos de casas musulmanas anteriores.
A partir de éste zócalo vemos el gran prisma de ladrillo de gran calidad y regularidad que apareja todo el espesor del muro sin relleno de otros materiales; la fábrica está bien trazada y nivelada, aunque la torre, quizás por efecto de los asientos diferenciales del terreno y el fraguado irregular de los morteros, muestra leves deformaciones y pérdidas de verticalidad. El cuerpo superior tambié n es de ladrillo, aunque, como en otras muchas torres musulmanas, existen encadenados de madera. El cuerpo principal alberga una rampa, y existe una cámara abovedada, alojada en la parte interior de la Torre, cuyo único acceso es un arco de herradura al q ue en el siglo XIX colocaron unas hojas de madera. A la altura de la rampa número treinta y cuatro encontramos, bajo una bóveda antigua, una escalera moderna, muy pendiente, que reproduce la musulmana original, y que desembarca en el lado sur de la galería del campanario, espacio panorámico situado donde existió en época antigua la azotea desde la que el almuédano llamaba a la oración; del edificio medieval aún resta otra parte, pues la galería de campanas rodea un núcleo central en que se apoyan sus bóved as y que, con leves variaciones, es el que, desde el siglo XII, constituyó el cuerpo superior del edificio, que la obra renacentista englobó y recreció. Ahora se entra a él por una cancela situada en el lado de poniente, ascendiendo por su interior gracias a otra escalera de mármol, construida en 1886; hasta entonces, aunque evidentemente modificada, se conserva la original almohade, situada en el lado norte, cuya entrada se conserva hoy en el interior de un templete que se construyó en 1565, justo donde, hasta el año 1356, había existido una cúpula coronada por el remate metálico que se colocó en 1198. En cuanto a la decoración, se conserva en el archivo de la Catedral trece facturas, fechadas entre el 6 de marzo de 1564 y el 17 de noviembre del año siguie nte, que dan cuenta de la adquisición de dos mil sesenta y seis piezas de azulejos, más que suficientes para la decoración del cuerpo renacentista y para extenderlos a la parte almohade. En las obras de 1886 se destruyeron unas interesantes yeserías que enmarcaban los arcos de las bíforas de la torre almohade, y de las que se conservan algunas
fotografías, aunque se ignora si eran musulmanes o posteriores.
El último elemento que las investigaciones han añadido al panorama de la gran aljama almohade ha sido su mida'a, que se descubrió a principios de octubre de 1994 y cuya publicación no pasó de ser el cumplimiento de un trámite administrativo, y que fue enterrada de nuevo como tributo a la aparente unidad actual del conjunto catedralicio. En 1965, Chueca Goitia publicó una restitución del alzado de la torre, otra de la mezquita y un detalle del alzado existente.
Por último, y en cuanto a la restauración del Giraldillo, en julio de 1997 se reunió en el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico la ponencia técnica internacional que el Instituto había convocado, con el objetivo de fijar los criterios que debían aplicarse durante la restauración. Destacan tanto sus valores artísticos (como escultura y obra de arte), como su valor científico, al haber sido creado como un ingenio mecánico ideado para señalar la dirección del viento y los cambios climáticos. Lo que se concluyó en IAPH fue una realización de la acción operativa desde el
máximo respeto y la mínima intervención, para la adecuada transmisión de este legado universal, con todos sus atributos y valores. Despejar, en definitiva, mediante investigaciones y tratamientos, los posibles riesgos potenciales que puedan afectar a la existencia y permanencia del Giraldillo. Al arquitecto Hernán Ruiz se debe el aspecto actual del campanario, y posiblemente la forma y la apariencia de la escultura fueran una aportación
personal. El fundidor del bronce fue el maestro artillero Bartolomé Morel y el escultor Juan Bautista Vázquez, el Viejo, pasó el modelo del pintor Luis de Vargas a tres dimensiones e hizo el modelo para el vaciado. En 1770 se realizó en el Giraldillo la primera gran obra de mantenimiento desde su instalación. La escultura había quedado dañada tras el terremoto de Lisboa de 1755, además, el tiempo había ido mermando su condición de veleta. La intervención fue dirigida por el arquitecto Manuel Núñez y consistió en la sustitución de la primitiva estructura interna. La última restauración del Giraldillo, llevada a cabo en 1997, se puede dividir, desde un punto de vista estructural, en tres etapas: • Análisis del comportamiento mecánico del Giraldillo en su estado de 1997. • Desmontaje de la estructura interna de 1770. • Diseño y construcción de la nueva estructura interna.
El resultado final de todo este trabajo de ingeniería mecánica, ha sido diseñar y construir una estructura de sustentación y giro y un sistema de refuerzo interno que permita devolverlo a su ubicación habitual con plenas garantías para su conservación desde un punto de vista mecánico. Por otra parte, el tratamiento de la escultura se ha enfocado en c uatro fases: limpieza, tratamiento de estabilización, tratamiento de pátinas y protección y presentación estética. Debido a su valor histórico y cultural, la Giralda fue declarada Patrimonio Nacional el 29 de diciembre de 1928 y en 1987 entró a formar parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad. Los criterios para su inclusión como Patrimonio de la Humanidad fueron: Criterio I: en el perímetro del bien, la Giralda constituye un logro artístico único, una obra maestra de la arquitectura Almohade. La gran catedral, que sustituyó a la mezquita, presenta cinco naves siendo el edificio gótico más grande en Europa. El espacio elíptico del Cabildo, creado por Hernán Ruiz,
es uno de los trabajos arquitectónicos más hermosos del Renacimiento. Criterio II: La Giralda influyó en la construcción de numerosas torres en España y, depués de la conquista, en las Américas. Criterio III: La Catedral y el Alcázar de Sevilla son el testimonio excepcional de la civilización Almohade y de la Andalucía cristiana, datándose desde la Reconquista en 1248 al siglo XVI, viéndose impregnada de influencias musulmanas. Criterio VI: La Catedral, el Alcázar y la Lonjaestán asociados con un acontecimiento mundialmente importante: el descubrimiento del Nuevo Mundo por Cristóbal Colón en 1492. Además, la tumba de Cristóbal Colón está en la Catedral. No se puede obviar además, el hecho de que la Giralda se ha convertido en el símbolo mundial de la ciudad de Sevilla.
BIBLIOGRAFÍA FALCÓN MÁRQUEZ, T. La Giralda / Rosa de los vientos. Sevilla: Diputación provincial, 1989. MARTÍNES MONTÁVEZ, P. Sevilla y la Giralda en la literatura árabe contemporánea. Madrid: Cantarabia, 1988. El Giraldillo: junio-julio 1981. Sevilla: Monte de Piedad y Caja de Ahorros, 1981. www.andalunet.com/monumentos/fichas/giralda www.monumentos-sevilla.es www.guiarte.com/sevilla/que-ver/la-giralda.html www.patrimonio-humanidad.com/pagina.php?id=1135