LA HETEROGENEIDAD ESPACIAL DEL COMPORTAMIENTO ELECTORAL Y LA SOLIDEZ DE LAS ESPECIFICADADES DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS EN LA ESPAÑA MULTINIVEL
Pablo Oñate Universidad de Valencia
[email protected]
En F. Pallarés (ed.), Elecciones, comportamiento político y gobierno en la España multinivel, Valencia, Tirant lo Blanch, 2009
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1. Introducción Los sistemas de partidos han sido objeto de atención sistemática desde hace aproximadamente medio siglo, al ser considerados fundamentales como variable para la conformación de mayorías parlamentarias y gobiernos. Dada la estructura institucional multinivel adoptada en España, los sistemas de partidos pueden ser estudiados en cada uno de los niveles en los que se articula la representación popular: europeo, estatal, autonómico y municipal. En cada uno de estos niveles se constituyen instituciones representativas y de gobierno que dependen de la configuración del respectivo sistema o subsistema de partidos resultante de los comicios celebrados en cada nivel electoral. Distinguiendo las convocatorias electorales entre elecciones de primer y de segundo orden (Reif y Schmitt, 1980; Marsh, 1998; Schmitt, 2005), habría que considerar entre las primeras a las elecciones generales, mientras que se ubicarían en el segundo grupo las europeas (para las que el modelo fue concebido), autonómicas y generales. Según este modelo, los ciudadanos otorgan menos importancia a las elecciones que serán calificadas de segundo orden, al entender que en sus resultados hay menos en juego; la política se define más en el ámbito estatal-nacional: así, suele ocurrir que la tasa de participación es menor en las elecciones de segundo orden, puesto que los electores están menos interesados en este tipo de elección; los partidos en el gobierno (en el nivel de las de primer orden) obtienen peores resultados o pierden la elección en las de segundo, ya que los ciudadanos utilizan (por el “bajo coste”) las elecciones de este tipo para manifestar su disconformidad con la línea política que desarrolla el partido gobernante en la escena estatalnacional; y las pequeñas formaciones consiguen más votos en las de segundo orden que en las del primero, ya que al otorgarse menos importancia a estas elecciones por “haber menos en juego”, los ciudadanos votan más “con el corazón” que “con la cabeza”. Aunque este modelo fue inicialmente concebido para comparar el comportamiento electoral de las elecciones de nivel estatal y europeo, puede ser utilizado también para comparar el ámbito estatal con el autonómico, como Schmitt (2005) ha afirmado recientemente, al encontrar ejemplos de elecciones de segundo orden tanto en el nivel supra-estatal (supra-nacional) como en el sub-estatal (sub-nacional o de las Landtagswahlen). Desde estas premisas, las elecciones de segundo orden (en estas páginas, autonómicas y europeas) deberían dar lugar a unos sistemas y subsistemas de partidos con características definitorias considerablemente distintas de las registradas en el sistema de partidos de las elecciones de primer orden (aquí, las del Congreso de los Diputados). En la misma línea apuntarían los diferentes sistemas electorales utilizados: siendo ambos de representación proporcional, en las elecciones para el Congreso de los Diputados (de primer orden) el menor tamaño de distrito utilizado suele generar efectos considerablemente más desproporcionales que los sistemas utilizados para el ámbito autonómico o europeo. De las muchas formas en las que los sistemas de partidos pueden analizarse, aquí nos interesaremos por su morfología, es decir, por las formas que adoptan en función de una serie de dimensiones que los caracterizan y distinguen. Estas dimensiones del sistema de partidos son un conjunto de características que definen su configuración y sus dinámicas de competición y funcionamiento. De esta manera, un sistema de partidos quedará
2 suficientemente caracterizado si conocemos los valores que en él alcanzan la fragmentación o el número efectivo de partidos, la concentración, la competitividad, la polarización, la volatilidad y el regionalismo. La estructura política institucional española, organizada –al menos- en cuatro niveles (europeo, estatal, autonómico y municipal), con sus respectivas instituciones representativas y de gobierno, recomienda adoptar una perspectiva multinivel al estudiar su sistema de partidos, dado el peculiar pluralismo que le caracteriza y convierte casi en un modelo excepcional. La expresión sistema de partidos adopta en España un carácter plural muy poco común en otros sistemas políticos. En nuestro país, esa adjetivación se utiliza tanto en un sentido diacrónico o longitudinal, como en uno sincrónico o espacial. A lo largo del tiempo (los 27 años de convocatorias electorales celebradas hasta la fecha desde la reinstauración democrática) –como sí ocurre en otros países- se han sucedido sistemas de partidos de diversos formatos, con características, pautas y perfiles propios y diferenciados. Atendiendo a esta variable temporal, se pueden señalar varios ciclos o períodos electorales, en los que se agrupan los sistemas de partidos resultantes de las elecciones celebradas hasta la fecha1. En el ámbito estatal dos grandes partidos de centro-izquierda y centro-derecha (no siempre los mismos, ni con igual suerte) han protagonizado la vida política del país, viéndose acompañados en sus respectivos extremos de uno o dos partidos mucho más pequeños. Además, un número considerable de pequeños partidos de ámbito no estatal –no tan pequeños en su respectivo ámbito- se han hecho presentes de forma sistemática en el sistema de partidos, influyendo -a veces considerablemente- en la vida política: entre 7 y 9 partidos de estas características han tenido representación en el Congreso de los Diputados desde las elecciones fundacionales de 1977. Esta presencia de partidos de ámbito no estatal que generalmente concentran sus apoyos en el ámbito una comunidad autónoma obliga a hablar de pluralidad de sistemas de partidos también en un sentido espacial, lo que no resulta tan habitual en otros sistemas políticos: en esas arenas electorales excéntricas los partidos de ámbito no estatal compiten con éxito con los de carácter estatal, desplazándoles en muchas ocasiones de los primeros puestos de la competición, configurando simultáneos sistemas y subsistemas de partidos plurales, con protagonistas, características, pautas de competición y dinámicas de funcionamiento muy diferentes de las registradas en el sistema de partidos de ámbito estatal o común. Todos ellos configuran lo que Vallès (1991) denominó las Españas electorales. Esta pluralidad supone una excepción al proceso homogeneizador del comportamiento político que ha carácterizado a otros sistemas europeos a medida que sus sistemas de alineamientos políticos (y, así, de partidos) se nacionalizaba. Caramani (2004: 269 y 270) ubica a España, junto con Gran Bretaña, entre los viejos Estados culturalmente heterogéneos (por la persistencia de su pluralismo 1
Si atendemos al nivel estatal, se pueden sintetizar esos períodos de la siguiente manera: primer período electoral: 1977, 1979; segundo período electoral: 1982, 1986, 1989; tercer período electoral: 1993, 1996, 2004, quedando el sistema de partidos de las elecciones de 2000 entre paréntesis en el tercer período electoral. Si se atiende a otro nivel de gobierno (o nivel electoral, que equipararemos al de gobierno) los sistemas de partidos resultantes de los respectivos comicios quedarían igualmente agrupados en ciclos o períodos similares. Nos hemos ocupado de esta cuestión con más detalle en Oñate y Ocaña (1999 y 2005) y Ocaña y Oñate (2006).
3 etnolingüístico). Caramani (2004: 296 y 297) considera el caso español una excepción en su tipología, al entender que no tratándose de un sistema de partidos nacionalizado, tampoco lo es ni territorializado (cuando no hay partidos de ámbito no estatal aunque haya heterogeneidad electoral en su territorio –como es el caso de Suiza-), ni regionalizado (cuando hay heterogeneidad electoral existiendo partidos de ámbito no estatal –como ocurre en Bélgica), ni segmentado (cuando hay un sistema de partidos homogéneo excepto en un área concreta con pautas de comportamiento y de sistema de partidos diferenciadas, como en Alemania o Italia desde los años noventa). El caso español constituye un cuarto tipo, específico, de países regionalizados, “por la existencia de partidos de ámbito no estatal de muy pequeña entidad”. Esta apreciación adopta la perspectiva estatal, del conjunto del territorio del Estado, ya que esos partidos que concentran todos sus apoyos en unas pocas circunscripciones electorales compiten con éxito con los de ámbito estatal en su respectivo territorio, desplazándoles en ellos en bastantes ocasiones de los puestos de los más votados, y haciéndose con la mayoría y el gobierno de las instituciones autonómicas. En las siguientes páginas nos proponemos analizar las características de los plurales sistemas de partidos existentes en España, tratando de dilucidar si las peculiaridades que los distinguen (conformando esa pluralidad simultánea de variados modelos de sistemas de partidos) se mantienen en los distintos niveles electorales o de gobierno respondiendo a coyunturas, ciclos o períodos electorales; o si, por el contrario, las peculiaridades de cada sistema o subsistema varían, según se atienda a uno u otro tipo de convocatoria electoral (de nivel electoral o de gobierno), como el modelo de elecciones de primer y de segundo orden tendería a pensar. Trataremos, así, de dar respuesta a las siguientes preguntas ¿Afecta el carácter multinivel del sistema político español a los sistemas de partidos que se configuran en su seno o éstos mantienen – básicamente- sus características al margen de la estructura multinivel –y, así, de los plurales niveles de convocatorias electorales? ¿Es España, por tanto, una excepción al modelo de las elecciones de segundo orden? ¿Se mantiene la pluralidad espacial –simultánea- de variados sistemas de partidos en los diversos niveles de gobierno? Y, en tal caso, ¿los sistemas excéntricos son los mismos? ¿Siguen los plurales sistemas y subsistemas de partidos las mismas pautas y tendencias en las variadas convocatorias? En definitiva, ¿afecta la estructura multinivel a los sistemas de partidos o éstos mantienen básicamente sus características en los distintos niveles de gobierno? Para alcanzar nuestro objetivo, adoptaremos la comunidad autónoma como ámbito electoral relevante, atendiendo a las dimensiones del sistema de partidos registradas en su seno en los variados tipos de convocatorias: europeas, generales, autonómicas2. Obviamente, una de las variables a tener en cuenta habrá de ser la de carácter temporal, pues las elecciones de cada nivel se celebran en distinta fecha y, así, quizá en diferente coyuntura política: si el análisis de prolonga longitudinalmente y se mantienen (relativamente) constantes los resultados observados quizá podría considerarse atenuada la incidencia de esta variable. También deberá considerarse el distinto sistema electoral utilizado en cada nivel de gobierno, menos proporcional –a veces mayoritario- para las elecciones generales (Congreso de los Diputados) y más proporcional para las europeas (Parlamento Europeo) y autonómicas (Parlamento Autonómico). Para tratar de atenuar los sesgos de esta variable, 2
No incluimos en nuestro estudio los sistemas de partidos resultantes de las elecciones municipales.
4 se atenderá a los valores “electorales” de los índices, esto es, los que tienen en cuenta el porcentaje de voto logrado por cada formación política en el respectivo ámbito, no el porcentaje de escaños finalmente alcanzado3.
2. Los sistemas de partidos en España En otros lugares (Oñate y Ocaña, 2005; Ocaña y Oñate, 2004)4 hemos analizado detenidamente los sistemas de partidos en España en distintas convocatorias, tomando como unidad de análisis el ámbito de cada una de las 17 comunidades autónomas. En esos análisis hemos confirmado la pluralidad de sistemas de partidos en España, además de en un sentido temporal, en un sentido espacial: se dan simultáneamente diversos modelos de sistemas de partidos en los que hay protagonistas, pautas de competición y dimensiones del voto considerablemente distintas. En esos estudios hemos confirmado que esas peculiaridades se han mantenido básicamente estables de una a otra convocatoria, por mucho que variaran sus valores debido a factores coyunturales o de ciclo. Analizando los sistemas y subsistemas de partidos resultantes de las elecciones para el Congreso de los Diputados se pueden distinguir un modelo común o general y varios excéntricos, en el País Vasco y Cataluña y, en menor medida, en Canarias y Navarra. En ocasiones, en Galicia y, últimamente, en Aragón se registran algunas pautas de excentricidad, si bien sus sistemas de partidos parecen estar más cerca del modelo común. Estudiando los valores que alcanzan en todos ellos las dimensiones del voto (esas características que describen el la morfología del sistema de partidos), se aprecian diferencias sistemáticas: estos sistemas de partidos excéntricos registran una fragmentación y, así, un número efectivo de partidos considerablemente mayores que las observadas en los de tipo común. En su seno, partidos políticos de ámbito no estatal compiten con éxito con los estatales, desplazándoles de las primeras posiciones y logrando, así, buena parte de los escaños en liza en su respectivo territorio. Su presencia en el Congreso de los Diputados ha sido una constante desde las elecciones fundacionales. El número efectivo de partidos registrado en el País Vasco y Cataluña duplica el registrado en las comunidades autónomas de tipo común. Los de Navarra y Canarias están entre unos y otros, acercándose más a los de carácter excéntrico en muchas ocasiones. Consistentemente con esos datos, en los sistemas de partidos excéntricos la concentración electoral en las dos primeras fuerzas es sensiblemente más reducida que la generalmente elevada del resto del territorio del Estado (que suele oscilar entre el 70 y el 80%). En el País Vasco y Cataluña suele estar en torno al 55 ó 60%. Tampoco en Navarra ni Canarias llega al 70%. También la competitividad suele ser más elevada en el País Vasco y Cataluña que en otras comunidades, si bien puede ser también elevada en otros subsistemas de partidos y varía considerablemente de uno a 3
Por supuesto, ello no anula por completo el sesgo que el sistema electoral puede suponer, pero sí lo atenúa considerablemente. 4 El lector interesado podrá encontrar en esas obras datos precisos de los respectivos valores, que aquí no podemos sino citar someramente, acudiendo -en la mayor parte de las ocasionesa promedios para todo el período desde 1977. Si se analiza cada proceso electoral detenidamente, la riqueza de matices aumenta, si bien no cambia la fotografía general.
5 otro ciclo electoral. También en cuanto a la polarización (polarización ponderada) se distinguen los sistemas de partidos excéntricos del País Vasco, Cataluña y Canarias: su polarización ponderada se ubicaba en las pasadas elecciones generales por debajo del 2,5, cuando los de los demás sistemas y subsistemas de partidos lo hacían en torno al 3,55. En cuanto a la volatilidad, al tratarse de la dimensión que da cuenta del cambio en la distribución del voto entre dos elecciones consecutivas, no se suelen registrar peculiaridades estables en los sistemas de partidos excéntricos respecto de los que responden al modelo común: ni en cuanto a la volatilidad total, ni en cuanto a cuánto de ella se debe a volatilidad entre bloques. Algo muy distinto ocurre con los índices que dan cuenta del regionalismo: voto regionalista (que mide cuánto voto reciben en cada sistema de partidos las formaciones de ámbito no estatal) y voto regional diferenciado (que nos informa acerca de cuánto se diferencia del promedio estatal un sistema de partidos dado en cuanto a la distribución del voto). Lógicamente es ésta la dimensión en la que más se pone de manifiesto el carácter excéntrico de los sistemas de partidos del País Vasco, Cataluña, Navarra y Canarias. En las elecciones generales al Congreso de los Diputados el voto que reciben las formaciones de ámbito no estatal en el País Vasco es del 50% como promedio (del período 1977-2004). En Cataluña es algo menor, al acercarse al 40%. En los sistemas de partidos de Navarra y Canarias las formaciones de ámbito no estatal suman, en ese período, el 20% del voto. En Galicia y Aragón superan escasamente el 10%, mientras que en el resto de sistemas de partidos no llega al 5% -en la mayor parte de ellos, ni siquiera al 3%. Esta característica incide decisivamente en los sistemas excéntricos, alterando por completo las pautas y protagonistas de la competición electoral (e institucional)6. Y lo mismo cabe afirmar respecto del voto regional diferenciado, que tiene en cuenta –ademásel voto a las formaciones de ámbito estatal. También en cuanto a este índice se diferencian, claramente, los sistemas del partidos del País Vasco y Cataluña (y también, aunque en menor medida, los de Canarias y Navarra7) de los que adoptan el modelo común. Estas características se acentúan, normalmente, en las convocatorias autonómicas, dado el carácter específicamente territorial de la competición electoral en esas convocatorias, aunque con peculiaridades que hemos estudiado en Ocaña y Oñate (2004). En los modelos excéntricos de sistemas de partidos suele haber uno o dos partidos de ámbito no estatal entre los tres más votados, ocupando en muchas ocasiones responsabilidades de gobierno en el respectivo ejecutivo autonómico. La competición electoral es, como hemos visto, considerablemente distinta en ellos a la que se registra en los sistemas del modelo común.
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Debe tenerse en cuenta, no obstante, que en esta convocatoria no concurrió HB, EH o Batasuna. En el período 1977-2004 el valor medio de este índice para los sistemas excéntricos ha estado más cerca del 3, mientras que en los sistemas comunes ha estado cerca del 4. 6 Las cifras son algo mayores en las elecciones autonómicas, ámbito específico para la competición centrada en la política de ese ámbito, en las que los partidos regionalistas o nacionalistas obtienen mejores resultados. 7 El sistema de partidos gallego también se aproxima al modelo excéntrico en cuanto a esta dimensión, tanto por el porcentaje que obtienen las formaciones de ámbito no estatal, como por las diferencias en la distribución del voto entre todos los partidos.
6 3. Los sistemas de partidos en España en perspectiva multinivel En el anterior epígrafe hemos resumido sucintamente8 las peculiaridades que se registran en los sistemas de partidos autonómicos resultantes las elecciones generales, peculiaridades que configuran algunas arenas electorales excéntricas diferentes de las que hemos englobado en el “modelo común”. Ahora nos proponemos analizar si esas peculiaridades se dan, más o menos en igual medida, en procesos electorales convocados para la elección de representantes para instituciones en otro nivel: parlamentos autonómicos y parlamento europeo. Se trata de ámbitos institucionales muy distintos, con protagonistas muy diferentes, competencias muy variadas, cuyas políticas no interesan a la población por igual, y cuyas decisiones vemos más lejanas o más cercanas a nuestra vida cotidiana. Esto es, se trata de instituciones de distinto nivel, relacionadas con las estatales, pero con características y peculiaridades muy distintas. No obstante, pese al distinto nivel político de la institución a elegir, parece que los ciudadanos españoles seguimos comportándonos políticamente “igual” en las urnas, ya sean para elegir un parlamento autonómico o uno estatal: esto es, de forma poco homogénea de una comunidad autónoma a otra, al menos desde el punto de vista de las características de los sistemas de partidos resultantes –observados en perspectiva longitudinal. Si se analizan las características de los sistemas de partidos resultantes de las elecciones autonómicas se aprecia que los valores de los distintos índices que dan cuenta del sistema de partidos adquieres niveles similares a los advertidos respecto de las elecciones generales: en los comicios autonómicos vuelven a darse las mismas peculiaridades en cuanto a las dimensiones más importantes en el largo plazo: fragmentación o número efectivo de partidos, concentración, polarización y regionalismo. Los mismos sistemas y subsistemas de partidos ocupan iguales posiciones más y menos elevadas respecto de esos índices, destacando, de nuevo, los del País Vasco, Cataluña, y –en menor medida- los de Navarra y Canarias. Entre estos y los que pueden englobarse en el modelo común, aunque más cerca de los últimos, se encuentran los de Galicia y Aragón. Y algo similar cabe apuntar si se atiende a las elecciones para el Parlamento Europeo. Curiosamente, pese a que esta institución representativa es la que menos interés despierta entre los españoles (comparada con la local, autonómica y estatal), se repiten las características básicas de los sistemas de partidos resultantes que permiten ubicarlos entre los del modelo común o calificarlos como un modelo excéntrico. Tanto los del modelo común como los excéntricos repiten en las elecciones europeas –básicamente- las características registradas en otros tipos de procesos en cuanto a las distintas dimensiones, salvadas algunas diferencias que pueden atribuirse a la diferencia en la fecha de celebración de cada tipo de convocatoria, o al distinto sistema electoral utilizado (y la mayor o menor proporcionalidad resultante para cada formación).
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Remitimos de nuevo al lector interesado a las referencias mencionadas de Oñate y Ocaña donde encontrará un pormenorizado análisis y una exposición sistemática de los datos relativos a las dimensiones de los sistemas de partidos en España, tanto en elecciones generales como en elecciones autonómicas.
7 Si se analizan los promedios obtenidos en cada comunidad autónoma respecto de los comicios de cada tipo de elección, se observa una considerable similitud en las pautas y tendencias de cada dimensión del sistema de partidos. Como se observa en el gráfico 1, los niveles medios de fragmentación correspondientes a cada nivel electoral en el sistema de partidos de cada comunidad autónoma son muy similares, respondiendo en los tres tipos de convocatoria a pautas claramente comunes: más altos en el País Vasco, Navarra, Cataluña y Canarias, alejándolos del modelo común; más bajo, aunque con algunas diferencias, en el resto de comunidades. Gráfico 1. Fragmentación en España multinivel 0,900
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Unas pautas de reiteración muy parecidas se observan si se atiende al índice del número efectivo de partidos (gráfico 2). De nuevo se registran unos valores muy similares para los tres tipos de elección en cada comunidad autónoma, observándose casi una superposición, más que un paralelismo, entre los respectivos valores de cada convocatoria en cada comunidad. Sólo en el sistema de partidos canario se observa una variación entre las cifras de los tres niveles, aunque ello no desdibuja su tendencia a un elevado valor9. De nuevo, destacan por lo elevado de su promedio los sistemas de partidos del País Vasco, Navarra, Cataluña y Canarias. El del resto de comunidades autónomas se ubican en niveles más homogéneos. Llama la atención que el distinto sistema electoral utilizado en cada convocatoria –con su diferente nivel de proporcionalidad- tenga tan poca influencia en la configuración de un número efectivo de partidos tan similar al de las otras.
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Debe recordarse que se trata de promedio de los respectivos valores del índice en las convocatorias de cada tipo de elección. Auque entre ellas se registre algo más de variación, resulta interesante esa práctica superposición de los valores promedios de cada nivel electoral.
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Gráfico 2. Número efectivo de partidos en España multinivel 6,00
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Esa variable tampoco parece influir demasiado en los niveles respectivos de concentración electoral en las dos primeras fuerzas. Igual que ocurría con los anteriores índices, los tres valores correspondientes a la concentración de cada tipo de elección en cada comunidad autónoma prácticamente se superponen, como se observa en el gráfico 3. Casi todos los sistemas de partidos autonómicos coinciden en registrar muy similares valores en cuanto a esta dimensión en las tres distintos tipos de convocatoria. Y de nuevo, destacan los sistemas de partidos del País Vasco, Navarra, Cataluña y Canarias por registrar unos valores promedio considerablemente distintos del resto. En cuanto a la competitividad cabría esperar variaciones mayores entre los 3 valores correspondientes a los distintos tipos de convocatoria en cada sistema de partidos. A fin de cuentas, se trata de una dimensión menos estructural, y más dependiente de la coyuntura específica. En cambio, como se aprecia en el gráfico 4, en casi todos los sistemas de partidos se reitera la coincidencia entre los niveles promedios de competitividad en el nivel estatal, autonómico y europeo. Sólo se observan disparidades notables (con valores distanciados) en el sistema de partidos canario y vasco. En esta dimensión no se aprecian características que permitan hablar de sistemas excéntricos frente al común, dado ese carácter más coyuntural.
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Gráfico 3. Concentración electoral en España multinivel 100,0 90,0 80,0 70,0 60,0 Grles Aut Eur
50,0 40,0 30,0 20,0 10,0
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Gráfico 4. Competitividad electoral en España multinivel 25,0
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La polarización en España elevados niveles desde el comienzo del período democrático, tanto si se compara con nuestra historia pasada como con la que se registra en otros sistemas políticos. Si atendemos al índice de polarización ponderada, que tiene el cuenta el peso electoral de cada formación política, se observa que de nuevo hay una enorme homogeneidad entre los valores alcanzados en las convocatorias europeas, estatales y autonómicas (gráfico 5). En la mayor parte de sistemas y subsistemas de partidos se superponen los valores promedio para cada tipo de convocatoria, confirmándose, una vez más, que los sistemas de partidos –en definitiva, el comportamiento de los ciudadanos- son considerablemente “insensibles” a que
10 la convocatoria tenga un carácter europeo, estatal o autonómico. Se observa alguna excepción, en los casos gallego y vasco. No obstante, sí se dan en esta dimensión las peculiaridades de los sistemas excéntricos –en menor medida en el País Vasco y prácticamente nada en Navarra. En los sistemas de partidos de Canarias, Cataluña y el País Vasco se observan unos niveles de polarización – ponderada- considerablemente menores que en el resto de subsistemas. Gráfico 5. Polarización ponderada en España multinivel 6,0
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La dimensión del regionalismo es la que de manera más elocuente pone de manifiesto las peculiaridades de los distintos sistemas y subsistemas de partidos. En casi todos ellos se observa, de nuevo, el paralelismo –en muchos de ellos, la superposición- entre los valores del promedio del índice de voto regionalista para cada tipo de convocatoria, europea, estatal y autonómica (gráfico 6).
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Gráfico 6. Voto regionalista en España multinivel 100 90 80 70 60 50
Grles Aut Eur
40 30 20 10
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Como cabía esperar, los valores promedios para las elecciones autonómicas son más elevados que los de las generales y europeas en aquellos sistemas que registran presencia relevante de partidos de ámbito no estatal (especialmente altos en Navarra, Cataluña y Canarias). No obstante, las diferencias siguen las tendencias de alto regionalismo marcadas en cada sistema por los otros dos valores, evidenciando su carácter excéntrico: País Vasco, Cataluña, Navarra y Canarias. A mitad de camino entre éstos y los del modelo común –en los que el voto a partidos de ámbito no estatal apenas existe- hallamos a los sistemas de Aragón y Galicia, especialmente respecto de los promedios correspondientes a las elecciones autonómicas. El índice de voto regional diferenciado también evidencia las peculiaridades regionales, si bien teniendo en cuenta el voto a todas las formaciones políticas en cada comunidad autónoma y comparándolo con el que obtienen en un ámbito territorial superior (comunidad autónoma y Estado)10. Este índice pone de manifiesto la medida en la que el comportamiento electoral (el sistema de partidos) de una comunidad autónoma se diferencia de promedio de todos los españoles. Una vez más, como evidencia el gráfico 7, los valores promedio para cada tipo de elección –estatal y europea- coinciden en los distintos sistemas y subsistemas de partidos. Sorprendentemente, pese al distinto tipo de convocatoria, a que la proporcionalidad resultante sea muy distinta, y a que los comicios se celebren en fechas diferentes, los valores promedio de uno y otro tipo coinciden –salvo mínimas diferencias- en todos los sistemas de partidos autonómicos. Por otro lado, una vez más se pone de manifiesto la especificidad de los sistemas excéntricos, por su elevada heterogeneidad respecto del promedio estatal: los sistemas de partidos del País Vasco, Cataluña, Canarias, Navarra (y Galicia) destacan por su alejamiento respecto de la distribución del voto registrada, como promedio, en 10
Al no poder compararse con los resultados de un ámbito superior en las elecciones autonómicas –por no celebrarse elecciones en la misma fecha en todas ellas, se omite el valor del índice VRD para este tipo de convocatoria, comparándose en esta ocasión sólo los de los promedios correspondientes a las estatales y las europeas.
12 el conjunto del Estado. Las diferencias con el resto de sistemas de partidos del modelo común son de considerable entidad, especialmente en el caso del País Vasco y Cataluña.
Gráfico 7. Voto regional diferenciado en España multinivel 60,0
50,0
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Grles Eur
20,0
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4. Los sistemas de partidos multinivel en el tiempo Dado que en el epígrafe anterior hemos estado utilizando promedios de las diferentes convocatorias electorales para cada tipo de elección, quizá convenga -para confirmar lo hasta aquí observado- analizar los valores efectivamente registrados en cada convocatoria, en el respectivo nivel. Los promedios suelen esconder variaciones que podrían suponer un alejamiento de las pautas y tendencias apuntadas. Además, las respectivas convocatorias – generales, autonómicas y europeas- se celebraron en fechas distintas, circunstancia no tenida en cuenta por los promedios hasta ahora utilizados. Por ello, en las siguientes páginas, estudiaremos los sistemas de partidos multinivel (en los tres niveles electorales) pero considerando todas las elecciones y ordenándolas cronológicamente, a través de las dimensiones más importantes para nuestros propósitos (la fragmentación –mediante el índice del número efectivo de partidos-, la concentración, la polarización y el voto regionalista –en con sus dos índices). Para no hacer excesivamente larga esta exposición, presento sólo los resultados del análisis de algunos sistemas de partidos: los cuatro excéntricos y uno del modelo común, Castilla-La Mancha. En Castilla-La Mancha, subsistema paradigmático del modelo común, el número efectivo de partidos ha sido considerablemente estable, tanto en las elecciones generales, autonómicas, como europeas. Las oscilaciones que se han producido a lo largo del tiempo han sido menores, como pequeñas han sido, igualmente, las variaciones que se observan entre los valores pertenecientes a cada tipo de elección. No hay, por tanto, diferencias en cuanto
13 a esta dimensión en el comportamiento de los ciudadanos, ni tampoco influencia de la variable sistema electoral: las líneas de los valores de cada tipo de elección no son ni siquiera paralelas, sino superpuestas: coinciden plenamente, por lo que no se aprecia ninguna diferencia en el contexto electoral multinivel. Las elecciones de segundo orden no dejan sentir sus efectos habituales para los pequeños partidos. Gráfico 8. Número efectivo de partidos en Castilla-La Mancha (elecciones generales, autonómicas y europeas) 7 6 5 4
N_e GENERALES N_e AUTONOMICAS
3
N_e EUROPEAS
2 1
2003
2001
1999
1997
1995
1993
1991
1989
1987
1985
1983
1981
1979
1977
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La concentración asume unas pautas coherentes, en un sistema de partidos en el que junto a las dos principales fuerzas políticas se ha ido quedando sola Izquierda Unida, y con un porcentaje de voto progresivamente reducido. La tendencia es prácticamente igual para los tres tipos de elecciones, y todas ellas en valores muy similares, por no decir iguales. Las curvas respectivas prácticamente se solapan. Poca –casi nula- diferencia, por tanto, también en cuanto al porcentaje de voto que suman entre los dos primeros partidos en cada tipo de elección y coincidencia, también en la tendencia. De nuevo se echan de menos los efectos habituales de las elecciones de segundo orden para los distintos tipos de partidos (grandes y pequeños). Gráfico 9. Concentración en Castilla-La Mancha (elecciones generales, autonómicas y europeas)
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100 90 80 70 60 CC-e GENERALES
50
CC-e AUTONOMICAS
40
CC-e EUROPEAS
30 20 10 2003
2001
1999
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Tampoco se observan diferencias relevantes entre los valores que suele asumir la polarización ponderada en cada tipo de elección. Se aprecia una tendencia a la reducción, pero prácticamente igual en las series de los tres casos: las líneas casi se superponen. Gráfico 10. Polarización ponderada en Castilla-La Mancha (elecciones generales, autonómicas y europeas) 10 9 8 7 6 PP-e GENERALES
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0
Los valores del regionalismo son tan pequeños en el caso del sistema de partidos de Castilla-La Mancha que no merece la pena siquiera mostrarlos en una gráfica. El voto a los partidos de ámbito no estatal nunca ha superado el 2%, manteniéndose habitualmente por debajo del 1%. No tiene sentido, por ello, prestarles más atención. Algo distintas son las cosas en los sistemas de partidos excéntricos. En ellos, se registran, como hemos visto, peculiaridades específicas, que los configuran como arenas electorales diferenciadas de las del modelo común. En todo caso, constatada esa pluralidad, al analizar cada uno de ellos, sorprende
15 la poca diferencia que hay entre los sistemas de partidos resultantes de las elecciones de primer y de las de segundo orden, tanto en cuanto a los valores de los respectivos índices en cada dimensión del sistema de partidos analizada, como en la evolución que siguen las curvas respectivas a lo largo del tiempo. Si atendemos a los datos del número efectivo de partidos del País Vasco se observa que los valores respectivos de cada tipo de elección suelen ser próximos, especialmente en los comicios celebrados a partir de los años 1990. Además, las evoluciones que han seguido los valores respectivos han sido coincidentes: también en este caso las curvas casi se superponen. No hay grandes diferencias entre verdaderamente relevantes entre los datos correspondientes a las elecciones de primer y de segundo orden. Las arenas multinivel no registran diferencias significativas. Gráfico 11. Número efectivo de partidos en el País Vasco (elecciones generales, autonómicas y europeas) 7 6 5 4
N_e generales N_e Autonomicas
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Esta coincidencia se refleja con mayor claridad al atender al porcentaje de voto que suman los dos partidos más votados en cada tipo de elección. Los valores de la concentración en elecciones generales, autonómicas y europeas son todavía más coincidentes aún que los del número efectivo de partidos, siguiendo, igualmente, las mismas tendencias. Tampoco respecto de esta dimensión hay diferencias entre las elecciones de primer y de segundo orden. Las arenas electorales se mantienen comparten estas características. Gráfico 12. Concentración en el País Vasco (elecciones generales, autonómicas y europeas)
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100 90 80 70 60 CC-e GENERALES
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Sí se aprecia alguna pequeña diferencia entre los sistemas de partidos resultantes de los tres tipos de convocatoria al atender a la polarización, si bien son poco estables. No hay una tendencia clara en el sentido de que los valores de un tipo de elección sean mayores o menores que los de los otros. Así, no puede hablarse de arenas electorales diferenciadas por el tipo de la elección, de primer o de segundo orden. Probablemente, a la vista de los datos, se debería hablar, más bien, de coincidencia entre ellas, salvadas las pequeñas y variables diferencias en los respectivos valores (quizá algo mayores en los procesos electorales celebrados a partir de 1996 –aunque las tendencias parecen converger de nuevo). Gráfico 13. Polarización ponderada en el País Vasco (elecciones generales, autonómicas y europeas) 10 9 8 7 6 PP_e GENERALES
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1977
0
Las diferencias en los valores respectivos de cada tipo de convocatoria en el sistema de partidos del País Vasco se diferencian algo más –aunque poco- en cuanto al voto regionalista. Ha sido, habitualmente, algo mayor -como
17 cabía esperar- en las elecciones de segundo orden, tanto en las autonómicas como en las europeas. Los valores respectivos convergieron en los procesos electorales de finales de los años 1980 y primeros 1990. No obstante, parece que en los últimos procesos electorales volverían a converger (los datos de las elecciones autonómicas de 2005 –no considerados en la tabla- así lo apuntan [el voto regionalista descendió a 54% de voto regionalista]). La diferencia apreciada a finales de los años 1990 y primeros del 2000 bien podría deberse a factores coyunturales –como la polarización con las que se vivieron las elecciones generales de 2000 y las autonómicas de 2002. Superada esa situación, la tendencia parece ser de nuevo la de la convergencia de los valores de voto regionalista en las diversas convocatorias. Habrá que observar la evolución en los próximos procesos electorales, pero de confirmarse lo apuntado, también en cuanto a esta dimensión se podría predicar la ausencia de diferencias entre elecciones de primer y de segundo orden –al menos, en cuanto a los respectivos sistemas de partidos. No hay arenas electorales distintas en los variados niveles. Gráfico 14. Voto regionalista en el País Vasco (elecciones generales, autonómicas y europeas) VRta-PV 80,0
70,0
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En el sistema de partidos de Cataluña se configuró desde las primeras convocatorias electorales como un sistema excéntrico. Tanto la presencia de partidos de ámbito no estatal que han competido con éxito y desplazado de los primeros puestos a los estatales, como la relevancia de la dimensión centroperiferia y las pautas de competición que todo ello introducía en el sistema, lo han alejado sistemáticamente del modelo común. Y ello se ha reflejado en los valores de las dimensiones del sistema de partidos en los tres tipos de convocatorias, europeas, generales y autonómicas. El número efectivo de partidos alcanza niveles variados de un tipo de elección a otro, si bien en algunas de las convocatorias de las elecciones de segundo orden han dejado de cumplirse sus efectos (en el sentido de que los pequeños partidos logren mejores resultados que en las de primer orden). En las elecciones autonómicas ha solido registrarse un número efectivo de partidos menor. Las diferencias entre los valores de cada tipo de elección se han mantenido bastante estables –evolucionando paralelamente, si bien están convergiendo en las últimas convocatorias, rompiendo la diferencia entre unos tipos de arena y otros.
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Gráfico 15. Número efectivo de partidos en Cataluña (elecciones generales, autonómicas y europeas) 7 6 5 4
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Similares resultados se observan en cuanto a la concentración, en sentido inverso: los valores son más altos ahora en las elecciones autonómicas y más bajos en las europeas (siendo la diferencia de unos 10 puntos). Entre unos y otros estarían los correspondientes a las elecciones generales. También se advierte en los últimos procesos electorales la tendencia a la convergencia de los respectivos valores. Gráfico 16. Concentración en Cataluña (elecciones generales, autonómicas y europeas) 100 90 80 70 60 CC-e GENERALES
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CC-e AUTONOMICAS
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CC-e EUROPEAS
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1999 2001
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1977
0
Los valores de cada tipo de elección en cuanto a la polarización son aún más similares, registrándose pocas y puntuales diferencias. Tampoco en cuanto a esta dimensión las arenas multinivel difieren significativamente en sus respectivos sistemas de partidos.
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Gráfico 17. Polarización ponderada en Cataluña (elecciones generales, autonómicas y europeas) 10 9 8 7 6 PP-e GENERALES
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PP-e AUTONOMICAS
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La dimensión en la que sí se aprecian más diferencias entre los distintos tipos de elecciones es la relativa al regionalismo. Aunque en los últimos procesos electorales parece confirmarse también en esta dimensión la tendencia a la convergencia, los valores registrados en cada tipo de convocatoria han diferido significativamente: el índice del voto regionalista ha sido en torno a 20 puntos porcentuales más alto en las elecciones autonómicas que en las generales, como consecuencia del voto dual que se registra en el sistema de partidos catalán: un número significativo de ciudadanos votan al PSOE en las elecciones generales y a CiU en las autonómicas. No obstante, puede decirse que a partir de los comicios de la segunda mitad de la década de los años 80 la evolución respectiva ha tendido a asimilarlos, siguiendo los respectivos índices tendencias paralelas (convergentes, en las últimas convocatorias). En las otras elecciones de segundo orden, las europeas, se opta menos, en cambio, por partidos de ámbito no estatal, aunque “sus” valores tienen a converger con los de los otros tipos de convocatorias. Evolución, por tanto, hacia la aproximación de los cercanos valores de cada tipo de convocatoria, hacia la homogeneización de los respectivos sistemas de partidos, al margen del carácter multinivel de las convocatorias.
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VRta-Cat 80,0
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El caso del sistema de partidos de Canarias es igualmente elocuente en cuanto a la proximidad de los valores de las distintas dimensiones en cada tipo de convocatoria, desdibujándose peculiaridad alguna en función de que se trate de elecciones de primer o de segundo orden, o de que queramos hablar de arenas electorales multinivel. Los valores de unas y otras convocatorias en cada dimensión se superponen, evolucionando en el mismo sentido a lo largo del tiempo. Las peculiaridades que convierten a este sistema de partidos en excéntrico se dan en todas las arenas electorales, general, autonómica y europea: el alto número efectivo de partidos, la concentración por debajo del 70%, la baja polarización, o los niveles de voto regionalista. Únicamente en cuanto a esta última dimensión se aprecian diferencias de un tipo a otro de elección: ha sido sistemáticamente más alto en las elecciones autonómicas, si bien las tendencias respectivas han seguido curvas más o menos paralelas. Ésta sí sería una peculiaridad de la competición multinivel, similar a la que se daba en el sistema catalán. Es la única dimensión en la que se aprecia que la arena autonómica tiene ese carácter específico y se opta por partidos de esa naturaleza. Gráfico 19. Número efectivo de partidos en Canarias (elecciones generales, autonómicas y europeas)
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N_e GENEREALES
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Gráfico 20. Concentración en Canarias (elecciones generales, autonómicas y europeas) 100 90 80 70
CC-e GENERALES
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Gráfico 21. Polarización ponderada en Canarias (elecciones generales, autonómicas y europeas)
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10 9 8 7 PP-e GENERALES
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PP-e AUTONOMICAS
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PP-e EUROPEAS
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Gráfico 22. Voto regionalista en Canarias (elecciones generales, autonómicas y europeas) VRta-Canar 100,0
90,0
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70,0
60,0 Gles Aut Eur
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El sistema de partidos de la Comunidad Foral de Navarra se ha ubicado habitualmente más cerca de los sistemas excéntricos que de los del modelo común. Los protagonistas que coexisten en su seno, las pautas que registran en su seno las distintas dimensiones, así como las dinámicas de cada una de ellas lo convierten en una arena electoral con peculiaridades suficientes como para ser calificada de excéntrica. Las gráficas que siguen, relativas a las distintas dimensiones que venimos estudiando, ponen de manifiesto que esas peculiaridades se dan en los tres tipos de elecciones, en niveles similares. En este caso, en cambio, se observa una diferencia de las elecciones autonómicas en relación con las generales y europeas: los valores suelen coincidir para estas dos últimas, pero son diferentes para algunos de las primeras. En las elecciones autonómicas se ha solido registrar mayor número efectivo de partidos, menor concentración y, en algunos casos, menor polarización. Las diferencias no son grandes, y las tendencias de los valores de unos y otros
23 niveles electorales son paralelos; incluso, últimamente, convergentes, apuntando a la reducción de esas diferencias entre arenas electorales de distinto nivel. Sí hay diferencias claras, significativas y constantemente crecientes entre los niveles de voto regionalista en elecciones autonómicas, por un lado, y las generales y europeas por otro. No obstante, esa gran diferencia aparente pierde relevancia cuando se recuerda que en las elecciones autonómicas el Partido Popular no presenta candidaturas propias, sino que lo hace bajo las siglas de Unión del Pueblo Navarro, mientras que en las generales ocurre al revés. Al hacer los cálculos se ha considerado a esta formación como de ámbito no estatal, mientras que el voto al PP en las elecciones generales se considera voto a un partido de ámbito estatal. En estas circunstancias radican buena parte de esas diferencias entre el valor de los índices de esta dimensión en uno y otros tipos de elecciones. No obstante, no toda la diferencia puede atribuirse a esa alternancia, por lo que hay que concluir que también en cuanto a la dimensión del regionalismo el sistema de partidos navarro manifiesta diferencias en cuento a su configuración en las arenas de los distintos niveles, y cumpliéndose, al menos para las elecciones autonómicas (no para las europeas) las pautas de las elecciones de segundo orden. Gráfico 23. Número efectivo de partidos en Navarra (elecciones generales, autonómicas y europeas) 7 6 5 4
N_e GENEREALES
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N_e AUTONOMICAS
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Gráfico 24. Concentración en Navarra (elecciones generales, autonómicas y europeas)
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CC-e GENERALES
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Gráfico 25. Polarización ponderada en Navarra (elecciones generales, autonómicas y europeas) 10 9 8 7 PP-e GENERALES
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PP-e AUTONOMICAS
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PP-e EUROPEAS
2 1 2003
2001
1999
1997
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25 Gráfico 26. Voto regionalista en Navarra (elecciones generales, autonómicas y europeas) VRta-Nav 80,0
70,0
60,0
50,0 Gles Aut Eur
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30,0
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Conclusiones En estas páginas se han comparado los sistemas de partidos del ámbito autonómico en tres tipos distintos de convocatorias electorales, tanto de primer (generales) como de segundo orden (autonómicas y europeas), a lo largo de los últimos 27 años. Se han comparado la configuración de los distintos sistemas y subsistemas de partidos en las dimensiones que los definen y caracterizan. Por un lado se han confirmado las pautas que los ubican en el modelo común y -en los casos del vasco, catalán, navarro y canario- las que los convierten en excéntricos. Se ha constatado que esas características que los ubican en el modelo común o en los modelos excéntricos se registran en todos los tipos de elecciones, por encima de su carácter de elecciones de primer o de segundo orden, sin que la especificidad de cada una de ellas otorgue al sistema de partidos resultante características diferenciadas. Comparando los promedios de los valores que en cada sistema y subsistema de partidos se alcanzó respecto de cada dimensión en las elecciones de cada uno de los tres tipos de convocatorias, se ha observado que existe una gran similitud: los sistemas de partidos resultantes de cada tipo de elección son –en cuanto a su morfología- enormemente parecidos. Y cuando hemos comparado los valores reales en vez de los correspondientes a los promedios, se ha confirmado básicamente esa conclusión: apenas hay diferencias significativas (salvo las excepciones mencionadas) entre las arenas de las elecciones generales, autonómicas y europeas en cada comunidad autónoma. La estructura multinivel de nuestro sistema político, y el consiguiente carácter multinivel de nuestras elecciones no parecen afectar a los sistemas y subsistemas de partidos resultantes, que mantienen sus características básicas, independientemente de que se trate de elecciones de primer o segundo orden, o de nivel estatal, autonómico o europeo, y de que se utilicen para ellas sistemas electorales distintos (menos proporcional en el primer caso y más proporcional en los otros dos), estén precedidas de campañas centradas en temas de diferente ámbito o de que tengan protagonistas diversos. La heterogeneidad de los sistemas de partidos en España es constante –y con muy similares pautas- en los diversos niveles de gobierno y de competición electoral.
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