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LA HUMANIZACION DEL HOMBRE El primer paso para implantar un modo de verse a Sí Mismo * 'vocatus atque non vocalus. Deus aderit". * Inscripción latina que figura en el frontispicio de la casa de campo de Jung: Se le nombre o no se le nombre, Dios está presente". (Jung, 1955, p. 17). Lic. MYLENE E. RIVAS R Profesora contratada FACES Estudiante de la Maestría en Educación, Mención Orientación del Arca de Post-Grado, U. C. A lo largo de toda su existencia el Hombre medita la sempiterna pregunta: ¿Qué soy? ó ¿Quite soy? ó ¿Qué hago en este mundo? Sólo hay que ver pasar a las personas en la acera de una calle; para observar que cada una va produciendo su propia vida, quizás con metas definidas ó quizás no; tal vez arguyendo sus propias alegrías o tristezas ó, en el peor de los casos, recordando tiempos pasados; el hombre asemeja la savia ardiente y circulante de esto que llamamos mundo o sociedad. Por todo ello, una vida completa no bastaría para responder a esas preguntas. No obstante, en este trabajo se hará un somero intento de vislumbrar los matices de la imposibilidad de una respuesta inmediata. La sociedad mecanicista en la que vivimos, continuamente nos reduce a la rentabilidad como motivo de nuestra existencia -y no hablamos de lo productivo que pueda ser el hecho de que estemos en este mundo- sino del provecho material que algunos puedan sacar a la misma. Así pues, podemos decir que vivimos en una sociedad donde impera una contracultura de la humanización. Esto lo planteaba Erich Frommn en su aseveración de que el hombre es incapaz de amar la vida, por lo tanto es un necrófilo - destructor- activo (Fromm, 1986; p. 38). Con base a esto, podemos decir que el hombre está -cada vez más- contra humanizado. La sobrevaloración y estimulación del logos (masculino) -hablamos de estudiar al hombre como objeto- y la consecuente polarización de lo racional cognitivo consciente, subestimando lo irracional relacional o emocional inconsciente; hace imposible, en esta sociedad tecnocrática, que el eros (femenino) se despliegue, asfixiando la esencia vital del Hombre: desarrollarse o auto realizarse como Ser Humano. En muchas investigaciones de corte humanista o existencialista se ha tratado de alertar sobre esta problemática, sin embargo las mismas -en la mayoría de las oportunidades- se han dejado a un lado por calificarlas de poco científicas, siendo así contraatacadas por lo mismo que cuestionan. Fromm estableció que la esperanza es un elemento vital en el espíritu del hombre (Fromm, 1980; p. 24) y que esa esperanza de vida debe dirigirse hacia "...el amor y el trabajo compartido y emplear su libertad para construir una sociedad mejor" (Fromm citado por Hall y Lindzey, 1975; p. 25). En esta comunión se puede lograr una nueva sociedad ya que la actual no satisface las necesidades del mismo. Esta nueva sociedad planteada por Fromm y que se manifiesta como ideal, él mismo la define como: "Una sociedad en cuyo ámbito el hombre se une amistosamente al hombre; en la que consolide su arraigo mediante vínculos fraternos y solidarios... una sociedad que le ofrezca la posibilidad de trascender su naturaleza a través de la creación, no de la destrucción; en cuya esfera cada individuo adquiera la noción de sí mismo sintiéndose regido por sus propios poderes antes de por
conformidad alguna; en la cual, sin necesidad de que el hombre distorsione la realidad ni rinda culto a ídolos, exista un sistema, de orientación y devoción". (Fromm citado por Hall y Lindzey, 1975; p. 29). Fromm ha planteado -incluso- un hombre para esta sociedad socialista - humanista- comunitario; en ella todos los individuos dispondrían de iguales oportunidades para realizarse y no existiría soledad, ni aislamiento, ni desesperación; el Hombre encontraría un nuevo hogar, apto para la situación humana. (Fromm citado por Hall y Lindzey, 1975; p. 29). Así difundiríamos el esquema de ese ideal, al detallar como puede ser humanizada nuestra sociedad tecnocrática actual. Cabe resaltar que Fromm está influenciado por el marco histórico social de la Alemania de Postguerra, esto enfatiza su criterio humanista-social. La sociedad según él lo veía- debería cambiar de necrófila-tecnocrática- a biáfila-humanista. Ahora cabría preguntamos: ¿qué es necrofilia? y ¿por qué es necrófila la sociedad actual? Fromm mismo lo explica de la manera siguiente: "La persona necrófila es movida por el deseo de convertir lo orgánico en inorgánico, de mirar la vida mecánicamente, como si todas las personas vivientes fuesen cosas... tener, y no ser, es lo que cuenta... Ama el control, y el acto de controlar mata la vida". (Fromm, 1986; p. 40). En consecuencia la sociedad a la cual pertenece este tipo de hombre es por ende necrófila en esencia. Ahora bien, ¿de dónde surge esa necrofilia? Fromm plantea como parte del hombre, el problema de su propia existencia: "el hombre ha salido de la naturaleza, por decirlo así, y aún está en ella es en parte divino y en parte animal, en parte infinito y en parte finito" (Fromm, 1976; p. 28). Es en esa contradicción que subyace toda la problemática ya que la misma situación humana está implícita en las condiciones donde se desarrolla la existencia del hombre. Así establece que: "La necesidad de encontrar soluciones siempre nuevas para las contradicciones de su existencia, de encontrar formas cada vez más elevadas de unidad con la naturaleza, con sus prójimos y consigo mismo, es la fuente de todas las fuerzas psíquicas que mueven al hombre, de todas sus pasiones, afectos y ansiedades". (Fromm, 1976; p. 28). Luego, la mera satisfacción de las necesidades básicas del hombre-comer, dormir, beber, sexo, etc.- no son suficientes para que éste se sienta plenamente humano, sus metas van más allá de lo posible; es aquí donde surge la imagen de la divinidad en lo primitivo simbólico ó en la naturaleza como el poder mágico que se despliega y que logra todo lo que desea, aunque este logro se alcance sólo con la muerte. Cabe decir que el hombre está en una búsqueda permanente del sentido de su existencia, la cual en muchas oportunidades se ve fracturada por la cantidad de obstáculos que se presentan en la vida diaria y que son producto de la misma sociedad en que habitan, así se podría aseverar que: "...el hombre no puede seguir siendo considerado como un ser cuya preocupación básica es la de satisfacer impulsos y gratificar instintos, o bien reconciliar al ello, al yo y al superyó; ni la realidad humana puede comprenderse meramente como el resultado de procesos condicionantes o de reflejos condicionados. En dicha dimensión, el hombre se revela como un ente en busca de sentido; una búsqueda que, realizada en vano, es origen de muchos males de nuestra época". (Frankl, 1984 p. 16) Ahora sólo faltaría responder a la pregunta ¿por qué la sociedad actual es necrófila?, esto se vislumbra un poco a través de la Teoría Psicoanalítica Freudiana, aunque quedan algunas lagunas que la teoría junguiana puede aclarar. El Psicoanálisis de Freud plantea que el hombre tiene una necesidad irracional de satisfacer deseos y éstos a su vez son inconscientes; lo cual limita su posible actividad social.
"En condiciones normales nada nos parece tan seguro y establecido como la sensación de nuestra mismidad, de nuestro propio yo. Este yo se nos presenta como algo independiente, unitario, bien demarcado frente a todo lo demás. Sólo la investigación psicoanalítica, que por otra parte, aún tiene mucho que decirnos sobre la relación entre el yo y el ello nos ha enseñado que esa apariencia es engañosa; que por el contrario, el yo se continúa hacia adentro, sin límites precisos con una entidad psíquica inconsciente que denominamos ello y a la cual viene a servir como fachada ". (Freud, 1987; p. 9) En este continuo disfrazar el ello corremos el peligro de perder nuestra propia identidad, de esta manera se acorta nuestra necesidad de relacionarnos para sentirnos individuos plenos. Aquí cabe preguntar: ¿por qué disfrazamos nuestro ello con un yo mimético?, la respuesta podría ser que nuestras experiencias en las relaciones interpersonales nos llevan a actuar de una manera que sea aceptada por los demás; nos convertimos en aceptados o no aceptados contra aceptantes, cabría mencionar aquí que la idea de juzgar lo bueno y lo malo lleva al hombre a actuar de esa manera aparente que debe ser aceptada por la sociedad; así se pueden tomar las palabras de Fritz Perls acerca de este punto: "Pensar en términos de `bueno ' y `malo', avalúo, ética, moral, o como quiera que se llame a estas evaluaciones, desempeña un papel importante en la mente humana y no se explica ni por el fenómeno fondo-figura ni por el holismo, aunque existe cierta relación entre 'sentir lo bueno o lo malo' y totalidades completas e incompletas. En nombre del 'bien' y del 'mal' se lucha, la gente ha castigado o educado, se han formado o roto amistades. Las obras dramáticas de ordinario contienen una persona-el héroe-al que se pinta de blanco, con alas invisibles y su contrapartida, el villano de negro, con cuernos. Cielo e infierno. Elevados honores y prisión. Premios y castigos. Alabanza y condenación. Virtud y vicio. Bien y mal... este 'bien y mal', como el interminable traqueteo de un tren, nunca cesa de permear los pensamientos y acciones humanas " (Perls, 1989 p. 66). Esta manera de verlas cosas hace del individuo un frustrado y lo desanima hacia su propio futuro. Las premisas mencionadas son bien explícitas al intentar describir la base de los conflictos existenciales del hombre, éste ha sido descrito a través de la teoría psicoanalítica como dependiente de los procesos del inconsciente; por ello se han utilizado las ideas de Perls discípulo de Freud y fundador de la Terapia Gestaltica-; sin embargo es Carl Jung; quien, con su Psicología Analítica, puntualiza lo que se ha denominado la contra humanización del hombre en la sociedad actual. Jung a pesar de ser discípulo de Freud -en un tiempo considerado como si heredero en el trono del psicoanálisis-tiene diferencias fundamentales con su maestro; éstas se refieren "al rechazo de Jung de la sexualidad como el principal determinante de la conducta, su convicción de que la vida está dirigida, en su mayor parte, por las metas positiva y los objetivos que cada uno se establece y no sólo por factores intelectuales reprimidos y su énfasis en el crecimiento y el cambio a lo largo de la vida, en contraste con la creencia de Freud de que la personalidad quedaba inalterablemente establecida ya en la infancia" (Papaba y Wendkos, 1990; p. 516). Las raíces junguianas, además de alimentarse con la savia freudiana; también tiene sus bases en Keyserling, Dilthey y en la figura universal de Goethe; así entonces concluye con la negación de a libido sexuales de Freud auspiciando su libido nutritiva como la energía activadora de todos los procesos mentales.
"Esta concepción implica un cambio radical de actitud frente a la neurosis y frente al objeto de estudio más importante de las psicologías del inconsciente; los sueños... Los sueños vuelven a ser mensajeros de lo trascendente, dotados a veces de poder profético... La neurosis, que para el psicoanálisis y la psicología era, respectivamente, sexualidad y voluntad de potencia reprimida, no deja de ser todo esto, pero se convierte también en 'religiosidad reprimida` (Jung, 1955 pp. 23-24). Jung establecía que la personalidad del individuo era originada a través de la historia de la humanidad; "...La concepción del inconsciente colectivo restablece en sus altares los dioses mitológicos. El hombre 'moderno' niega los nombres de los antiguos dioses y demonios, pero no puede negar su realidad psicológica. Los dioses negados se convierte en fobias, obsesiones, delirios. 'Los dioses se han convertido en enfermedades, y Zeus no rige el olimpo, sino el plexus solaris` (Jung, 1955; p. 24). Es por ello que todo su trabajo se basa en sus investigaciones sobre mitología, religión, ritos y toda la simbología de éstos, manifestada en los sueños. A estos dioses Jung los llamó arquetipos. "Los arquetipos son como los 'complejos de la humanidad' que se oponen a los complejos individuales... El inconsciente colectivo viene a ser como un inmenso vestuario cuyos trajes va utilizando el yo a tenor de las circunstancias. Para afrontar las situaciones generales humanas el yo reviste una vestidura arquetípica, es decir, un modo preformado como el instinto de imaginar y actuar, que le ofrece la memoria de la especie " (Jung, 1995; p. 24). Para poder explicar cada uno de los arquetipos de la psique del individuo nos valdremos del cuadro de la página siguiente:
"Jung opinaba que la mente está constituida por el yo ó ego (la mente consciente), el inconsciente personal (material reprimido u olvidado) y el inconsciente colectivo (la parte de la mente derivados de los recuerdos ancestrales). El inconsciente colectivo está formado por arquetipos, ideas emocionalmente cargadas, que unen los conceptos universales a la experiencia individual. Los arquetipos pueden ser descritos como símbolos de temas comunes que se
encuentran a lo largo de generaciones y en todas las partes del mundo. Según Jung, poseemos muchos arquetipos con los que hemos nacido y que influyen en nuestra conducta. Por ejemplo, el arquetipo de la madre lo descubrimos cuando el bebé percibe a su madre, no sólo por el tipo de mujer que es y las experiencias que tiene de ella, sino también por el concepto preformado de madre con el que nace. Otros arquetipos son la persona (la máscara social que adoptamos), el ánima (el arquetipo femenino en el hombre) y el animus (el arquetipo masculino en la mujer) " (Papalia y Wendkos, 1990; p. 516). Luego el arquetipo de la sombra se define como: "el lado oscuro de la personalidad, la cual posee una naturaleza primitiva, cargada de emociones y que se resiste al control moral; es lo que el individuo no quiere ser; siempre nos conecta con oscuridad" (Saz y Villalobos, 1993; p. 25). Y por último, el self ó sí mismo se define como: "...arquetipo central y de totalidad -centro y circunferencia a la vez-, comprende todo lo psíquico, consciente e inconsciente, y es como el verdadero sujeto que representa lo que uno verdaderamente es, en el sentido de lo que puede er, sise auto realiza como algo actual potencial, trasciende el tiempo y el propio sujeto, aunque, paradójicamente, es el germen de su propia `individualidad más íntima'. `Nuestro sí mismo, como resumen de nuestro sistema viviente, no solamente contiene el sedimento y la suma de toda la vida que fue vivida, sino que es también el punto de partida, la matriz preñada de toda la vida futura, cuyo presentimiento (Vorabnung) se halla en el sentimiento interior con la misma claridad que el aspecto histórico'. De ahí la idea de inmortalidad. Representa la dimensión absoluta del hombre, psicológicamente, en cuanto que es símbolo de la divinidad ó `imagen de Dios' interior ó el 'alma" confiriéndole el simbolismo religioso mandálico, el poder integrador sobre la personalidad dividida; Cristo sería, por otra parte, uno de los mejores símbolos de Selbst" (Sanz y Villalobos, 1993; p. 35). Luego de descritas todas las partes que conforman el cuadro, se tratará de hacer un análisis de cómo interactúan cada una de ellas en la psique del individuo. Se establece entonces que; la idea de adaptación del hombre a las exigencias sociales genera en él la creación de una máscara con la cual presentarse delante de la sociedad; la misma le sirve para atacar o defenderse, esa máscara es lo que Jung denomina Persona, definiéndola de la siguiente manera: "Fundamentalmente la persona no es nada real... un compromiso entre el individuo y la sociedad hasta lo que el hombre debe parecer ser... en relación con la individualidad de la persona en cuestión, es sólo una realidad secundaria.. una apariencia, una realidad bidimensional... una máscara que oculta la individualidad y trata de hacer a otros creer que uno es un individuo, cuando uno simplemente está jugando un papel en donde la que habla es la psiquis colectiva". (Jung, 1977; p. 6). Cabría decir que la persona de la cual el ego forma parte es un disfraz que nos ponemos para representar nuestro papel ante el mundo que nos lo exige; la misma es "una máscara que finge individualidad" (Jung, 1955; p. 101) ante la sociedad, con esa máscara podemos manejar nuestros complejos -contenidos psíquicos emocionalmente cargados- y así defendernos del ambiente que nos rodea, ella es generada por tres vertientes, a saber: el yo ideal que configura cada hombre -lo que deseamos ser-, el yo ideal que configura el ambiente en que vivimos -lo que a sociedad nos pide que seamos- y el yo real limitado por las condiciones psicofísicas de cada ser humano, es aquí donde comienza la problemática. Para explicar un poco esto, puede decirse que todo el comportamiento humano viene del proceso de compensación consciente/inconsciente verbigracia ley de los opuestos- que constantemente tratan de equilibrarse sin embargo este equilibrio -definido por Jung como libido nutritiva o la energía que es equilibrio móvil entre
contrarios, como una entidad "cuya naturaleza más íntima es la tensión entre contrarios" (Jung, 1955; p. 20)-, difícilmente es logrado, ya que las experiencias vividas por el hombre como ampliación de lo conocido puede causar inflación; es decir, se podría constelizar algún arquetipo del inconciente y al convertirse éste en lo preponderante absorbe -por así decirlo- la individualidad del ser humano, polarizándolo de manera tal que deja de ser él mismo para convertirse en el arquetipo que constelizó en un principio. Esa polarización nos podría llevar a constelizar de una manera exagerada la sombra, el anima-animus, el self ó quizás algunos de los arquetipos del inconsciente colectivo, en otras palabras nos llevaría a la neurosis. Pasar ser un poco más explícitos se diría que se ha utilizado "el término inflación para describir a actitud y el estado que acompaña la identificación del ego con el Self es un estado en que algo pequeño (el ego) ha usurpado para sí, las cualidades de algo grande algo grande (el Self) y por lo tanto, está inflado más allá de los límites de su propio tamaño" (Edinger, 1988; p. 5). Tomando en cuenta que el ego es el centro de la persona y que el Self es el centro equidistante entre lo inconsciente y lo consciente, en esa medida, al entrar en inflación el ego, la persona que es su manifestación ante la sociedad estaría en inflación. Es decir lo que debe ser parte del inconsciente traspasa los límites de lo divino al volverse parte de los consciente, trayendo como consecuencia la culpa implícita en el techo - pecado ó inflación- con su consecuente castigo por parte de la divinidad profanada, condenándonos a la soledad. La soledad de no ser ya parte de la humanidad, por ser diferentes, y de no ser parte de la divinidad por no ser dioses; deviniendo en psicopatología o muerte. Un poco, tal vez, lo que ha llamado Fromm necrofilia. Jung, como visionario, da en el clavo al establecer el proceso de individuación como solución a la problemática existencial de la humanidad. Para aclarar un poco más esto se tratará de definir individuación -la cual no es individualismo- en los propios términos junguianos: "... la individuación significa precisamente un cumplimiento mejor y más pleno de lo que constituyen las determinaciones colectivas del individuo, en cuanto que una consideración suficiente prestada a la singularidad individual permite esperar un rendimiento social más efectivo que si esa singularidad se desatiende o reprime... De modo que la individuación sólo puede significar un proceso de evolución psicológica que realiza las determinaciones individuales dadas, o, en otras palabras constituye al ser humano como ese ente singular que es. No por ello viene a hacerse 'egoísta', sino que simplemente realiza su singularidad, lo cual, como que dicho, está a distancia astronómica del egoísmo o del individualismo... En cambio, la individuación procura precisamente una cooperación vital de todos los factores... el objetivo de la individucación no es otro que liberar el sí-mismo, por una parte de las falsas envolturas de la persona, y por otra de la fuerza sugestiva que ejercen las imágenes del inconsciente" (Jung, 1977; pp. 70-71). De ninguna manera es fácil entender toda esta trama urdida por Jung; en dado caso competiría al sí mismo accesar a los umbrales de ese entendimiento, sin embargo ese es un proceso largo que nos lleva toda la vida. Lo contrario sería que el hombre al presentar continuamente la máscara persona- podría volverse el amante de una afuera que -para su seguridad debe ser inorgánico, manipulable, en otras palabras muerto. Es muy difícil para él ver que solamente aceptándose como se podría cambiar su entorno a una vida humana más activa y compartida y así -por equilibración de opuestos complementarios- lograr la individuación que lo haría realmente un ser humano realizado por ende la sociedad sería más humana también. Así la humanización del hombre o la individuación del hombre sería la evolución armónica del ego en el self; es decir, el
primer paso para poder verse a sí mismo y a su entorno tal cual es, haría una vida plena, tal vez la sociedad ideal en biofilia de Fromm a la que se hizo mención al principio del trabajo. Se concluiría entonces que solamente a través del proceso de individuación se mantendría un equilibrio -libido nutritiva- del ego -como parte del consciente- y del Self-como parte central de la personalidad; en su carácter mandálico, tomando a la mándala como símbolo específico de equilibrio o de organización perfecta en un dinamismo de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro-. Es decir, la humanización del hombre, entendida como el conocimiento y aceptación de sí mismo para poder conocer y aceptar a las demás personas de su entorno y de esta manera vivir en armonía o biofilia en esa sociedad ideal de la que hablaba Erich Fromm. BIBLIOGRAFIA EDINGER, Edward F.: "El ego inflado y el ego alienado", tomado de Ego and Archetype, Capítulos I y U, Penguin Books, N.Y., Traducción: B. Paván, Caracas, enero, 1988, 47 p. FRANKL, Viktor.: Psicoterapia y Humanismo. Fondo de Cultura Económica, 2a edición, México, 1984, 218 p. FREUD, Sigmund.: El malestar en la cultura y otros ensayos. Alianza Editorial, Madrid, 1987, 239 p. FROMM, Erich: El arte de amar, Editorial Paidós, 15a edición, Buenos Aires, 1974, 155 p. Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea, Fondo de Cultura Económica, México, 1976, 305 p. El miedo a la libertad, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1977, 325 p. La revolución de la esperanza, Fondo de Cultura Económica, México, 1980, 157p. La soledad del hombre, MonteAvila Editores, Caracas, 1985, 298 p. El corazón del hombre, Fondo de Cultura Económica, México, 1986, 180 HALL, C.S y G. Lindzey: "Las teorías psicosociales de la personalidad" tomado de Publicaciones de Universidad de Carabobo, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Valencia, 1975, pp. 23-30. JUNG, C.G.: El yo y el inconsciente, Luis Miracle Editor, 3a. edición, Barcelona, 1955, 255 p. Las relaciones entre el yo y el inconsciente, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1977, 235 p. PAPALIA, D y S. Wendkos O.: Psicología, McGraw Hill, México, 1990, pp. 516-517. PERLS, Fritz: Yo, hombre y agresión, Fondo de Cultura Económica, México, 1980, 300 p. SANZ, L. y M. Villalobos: "Apuntes del Curso de psicología Arquetipal y Mitología Griega". Centro de Estudios Junguianos, Valencia, 1993, 50p.