La Iglesia Bíblica. Capítulo 10

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La Iglesia Bíblica Capítulo 10 ¿Cuáles son los requisitos mínimos para que una iglesia sea bíblica? En este libro ya antes se argumentó que las prácticas transmitidas por los apóstoles tienen la fuerza del mandato bíblico, y esto es verdad ya que ellos eran personas trabajadoras y no ociosas que proveían para sí mismos, se argumentó también la manera en la cual funcionaban las iglesias (como por ejemplo lo que hacían cuando se reunían). Partiendo del Nuevo Testamento como un todo podemos tener un cuadro claro de lo que era esta práctica de la iglesia comandada apostólicamente. Por consiguiente enumeraré lo siguiente: • Los creyentes se reunían como iglesias el primer día de la semana. (Es instructivo notar en este punto que ésta es la única práctica apostólica que los padres de la iglesia primitiva no se molestaron en cambiar. La razón de ello, no tocaba de manera alguna la verdadera naturaleza de lo que es una iglesia y como consecuencia no afectaba las enseñanzas erradas ni los cambios que ellos, de alguna u otra forma, introdujeron en la práctica de la iglesia. Por consiguiente este factor no cambió y permaneció tal como los apóstoles lo habían establecido originalmente.) • Cuando las iglesias se reunían lo hacían en las casas. • Cuando se reunían en sus casas, su adoración colectiva y su comunión eran completamente abiertos y espontáneos (1 Cor. 14:26 describe el procedimiento como, “cada uno de vosotros tiene”), sin nadie que dirigiera desde el frente. Los primeros creyentes no tenían nada que siquiera se aproximara a lo que es un culto de iglesia. • Como parte de estos procedimientos comían la Cena del Señor como una comida completa, de hecho como su comida principal del día, por lo general refiriéndose a ella como la fiestaágape. • Ellos veían la iglesia como su familia política (la idea de las iglesias como instituciones u organizaciones les hubiera sido completamente extraña), y practicaron un liderazgo masculino no-jerárquico que había levantado de entre la iglesia a aquellos ancianos que posteriormente liderarían. Este liderazgo autóctono (que en el Nuevo Testamento vendría a ser anciano, pastor, obispo, supervisor) buscaba liderar de manera consensual y se entendía que era puramente funcional, y para nada posicional. Esa es la manera como la Biblia claramente revela que los apóstoles, quienes fueron los receptores de la completa revelación y enseñanza de Jesús, establecieron las iglesias para que operen y funcionen. Pero la pregunta que tenemos por delante es: ¿Cuánto de sus planes podían ser cambiados dejando una iglesia que permaneciera fundamentalmente bíblica en su naturaleza y funcionamiento (uso esta frase porque naturaleza y funcionamiento están totalmente relacionados, siendo de hecho, diferentes caras de la misma moneda. Como en el resto de la vida, la forma sigue a la función – ¡así es como son las cosas! Por ejemplo, los padres e hijos funcionan juntos de forma diferente a los colegas en el centro de trabajo, y es la diferencia en naturaleza lo que hace que la diferencia en función sea tan importante. Un ejemplo de familia anormal es cuando los padres e hijos se

relacionan más como compañeros de trabajo que como familiares de sangre, esta es una familia disfuncional. De la misma manera, las iglesias que funcionan como instituciones u organizaciones en lugar de familiares dentro del pueblo de Dios, son ejemplos de iglesias disfuncionales y no de iglesias normales, bíblicamente hablando.) Así que ahora vamos a responder con seriedad a nuestra pregunta, y veremos que partes del plan apostólico, si es que existen, no son esenciales para mantener tanto la naturaleza como el funcionamiento de una iglesia bíblica. Empezaremos con el problema referente a cuál es el día en que se deben reunir las iglesias. En efecto, en cuanto a naturaleza y función se refiere es completamente neutral; y cuando los padres de la iglesia primitiva se dieron cuenta de ello vieron que no había necesidad de hacer cambios. Ellos vieron que se podría alterar el funcionamiento y la naturaleza de la iglesia sin hacer referencia al día en el cual se reunían y es así que en ese sentido, dejaron las cosas como la posición apostólica lo establecía. Por el contrario, una iglesia bíblica podría cambiar el día en el cual se reúne dejando todo lo demás tal y como estaba, y de la misma forma continuar practicando y funcionando en todos los demás aspectos. Yo sería el primero en decir que ser (naturaleza) y hacer (función) una iglesia bíblica es más importante que el día en el cual te reúnes para ser y hacer; y preferiría ser parte de una iglesia que fuera bíblica en práctica y función y que se reuniera, digamos, los jueves o martes, que de una que se reúne los domingos pero que no es bíblica de acuerdo con nuestra definición previa. Pero aquí está mi pregunta: ¿Cuándo los mismos padres de la iglesia primitiva escogieron no cambiar el día de reunión de los creyentes, con que fundamento y por qué posible razón lo haríamos nosotros? Aunque nuevamente afirmo, y acepto sin reserva alguna, que una reunión de iglesia que se reúne un día de la semana diferente al domingo puede ser, por el contrario, completamente bíblica. Más aún, si alguna vez reunirse los domingos se tornase ilegal pero no así los jueves, entonces probablemente bajo esas circunstancias, me haría más que feliz hacer los cambios necesarios. Pero fuera de tales circunstancias atenuantes (más adelante volveré a tocar ese punto), ¿por qué cambiar el día en el cual la iglesia primitiva se reunía bajo la guía y cuidado de los apóstoles? Y permítanme añadir en este punto, el hecho completamente legítimo de que en el mundo del Nuevo Testamento los judíos empezaban un nuevo día al atardecer, y esto significa que para ellos el primer día de la semana comenzaba los sábados al atardecer. Por consiguiente, si alguna iglesia se reúne los sábados por la noche, específicamente por esa razón, entonces aceptaría que es algo bíblico. Sin embargo, aún debemos añadir que esto será ilógico en países donde se considera que cada día empieza en la mañana. Para la mayoría de nosotros el primer día de la semana es el momento en el cual nos levantamos el domingo por la mañana hasta que nos vamos nuevamente a la cama, así que yo mantendría aquella reunión porque en lo que a nosotros se refiere, la norma bíblica continúa siendo que las iglesias se reúnan los domingos. Ahora vamos a pasar a la pregunta acerca de las reuniones en las casas. Nadie con una onza de conocimiento bíblico negaría el hecho de que la iglesia primitiva se reunía en casas, y la naturaleza y el funcionamiento de las reuniones que tenían cuando se reunían juntos como iglesia, sencillamente significa que nunca hubo necesidad alguna de hacer lo contrario. Por definición, los números en cada iglesia debían ser supuestamente pequeños, y las reuniones interactivas con nadie dirigiendo y con una espléndida comida,

son perfectos para el ambiente de una casa. Después de todo, ¿qué mejor lugar podría haber? Y una vez más vemos la forma que sigue a la función, como siempre sucede en el Nuevo Testamento. (El cambio final de casas a edificios religiosos santificados de manera especial, se dio así como los demás cambios que estamos considerando, debido a los padres de la iglesia primitiva. También es interesante notar que este fue el cambio final que ellos hicieron del plan apostólico, y que en realidad, en lo establecido originalmente por los apóstoles, las reuniones en casas fueron las que sobrevivieron por más tiempo a su reinvención de la iglesia cristiana.) Ahora vamos a considerar la difícil situación de veinte esquimales que acaban de convertirse al cristianismo en una aldea de un lugar cercano al Polo Norte, y quieren ser iglesia, pero el iglú más grande que tienen solo puede acoger a 8 personas. Ahora, si ellos decidieran alquilar un iglú un poco más grande con el propósito principal de usarlo para sus reuniones como iglesia, asumiendo que continúan reuniéndose como la Biblia describe y por consiguiente no cambian la naturaleza de lo que se supone deben ser sus reuniones, entonces yo no vería problema alguno. De hecho, yo preferiría ser parte de una iglesia bíblica que se reúne fuera de sus casas para su reunión principal (asumiendo que todas las demás prácticas bíblicas estuvieran en orden), que parte de una iglesia que se reúne en casas pero que es anti-bíblica en los demás aspectos. Si realmente tienes que hacerlo, puedes mantener la naturaleza y el funcionamiento de una iglesia, en tanto que te reúnes en algún otro lugar distinto a una casa. De hecho, la iglesia de la cual soy parte, algunas veces suele alquilar un salón para realizar nuestras reuniones que incluyen canciones, esto por amor a los vecinos que se quejan por la bulla. Pero nos sentamos en círculo, tal como lo haríamos en una casa, y lo que hacemos en aquel salón sigue siendo completamente abierto para que todos se sientan libres de formar parte de manera espontánea, y sin alguien que lidere desde el frente. Y cuando hemos terminado con este tiempo, regresamos a una de las casas para la fiesta-ágape. Pero déjenme subrayar ahora lo que ya he dicho, si realmente tienes que hacerlo; porque debemos asegurarnos de que no nos estamos desviando de la norma bíblica y únicamente somos permisibles debido a las circunstancias atenuantes, las cuales no se convierten en norma. Permítanme ilustrar lo que quiero decir con esto usando lo que la Biblia enseña con respecto al bautismo. El bautismo bíblico, así como la tradición apostólica por la manera como funciona una iglesia, es un mandato del Señor. Y aunque su forma real no está comandada en ningún lugar de las páginas de las Escrituras, sabemos por la manera como lo hacía la iglesia primitiva (nuevamente hablamos de la tradición apostólica) que se daba inmediatamente después de la conversión, sin un periodo de tiempo, y en el agua. (Queda claro que la parte de la inmersión la obtenemos del simple hecho que la verdadera palabra bautismo en español, es una transliteración de la palabra griega baptizo que literalmente significa zambullir, mojar o sumergir.) Y muchos de nosotros estaríamos considerablemente preocupados frente a cualquier idea que diga que somos libres de hacer cambios, ya sea con respecto a quien es bautizado, al modo de su bautismo, o a su tiempo, y permanecemos dolorosamente conscientes de cómo la iglesia ha masacrado grandemente cada una de estas formas. Por tanto nuestra posición sería, que una persona debe ser bautizada tan pronto como fuera posible, a fin de cumplir con la enseñanza de la Palabra de Dios, inmediatamente después de haber hecho su profesión de fe en Jesús, y sumergiéndola por completo en el agua. Pero ahora hablemos del ejemplo de alguien que llega al Señor pero que está postrado en cama debido a una enfermedad. El bautismo comandado bíblicamente y ejemplificado en el Nuevo Testamento, está claramente fuera de discusión en lo que respecta a aquella persona,

entonces, ¿no nos correspondería salir con algún otro modo más apropiado? Y la respuesta a esto sería ¡afirmativa! En tales circunstancias estaríamos técnicamente en desacuerdo con la enseñanza de las Escrituras con respecto a la forma de bautismo, sin embargo, estaríamos en completa armonía con su intención y espíritu. Pero aquí está el punto vital: nada de lo que acabo de decir se aplicaría a la conversión de una persona físicamente capaz, y la forma normal tendría que emplearse para que las cosas fueran como el Señor las quiere. Tampoco podría alguien argumentar con respecto al bautismo de alguien que no hubiese respondido a Jesús por fe, porque eso iría en contra de la verdadera naturaleza del bautismo, aún cuando su modo externo estuviera de acuerdo con las Escrituras. Y esto es lo que quise decir cuando dije que no debemos hacer una norma de las desviaciones bíblicamente permitidas, necesarias debido a circunstancias atenuantes. Si la iglesia de la cual soy parte en Inglaterra tuviera acceso al tamaño de las casas que otras iglesias tienen, por ejemplo en Estados Unidos, entonces ni en un millón de años podría siquiera pensar en usar un salón como parte de nuestra reunión. Regresemos por un momento a nuestros supuestos hermanos del Polo Norte, quienes después de todo sí tienen iglúes lo suficientemente grandes como para acoger a un buen número de personas, entonces, ¿qué necesidad tendrían de alquilar un lugar (iglú) más grande para sus reuniones de iglesia? Y es claro que la verdad del asunto es que cualquier proceso de negociar alguno de estos factores que juntos forman parte de una iglesia bíblica, usualmente ayuda a los intentos de contrabandear alternativas a las otras tres cosas que enumeré: • Adoración y comunión abierta sin alguien dirigiendo desde el frente • La Cena del Señor como una comida completa • El liderazgo autóctono masculino, plural y no jerárquico. Déjenme aclarar muy bien que con las tres cosas arriba mencionadas estamos buscando los requisitos básicos, no negociables e irreducibles, que producen lo que se llama una iglesia bíblica. Pero también quiero aclarar que esto no quiere decir que todo va a ocupar su lugar tan pronto como pronunciamos la palabra, se hace, usualmente primero hay una necesidad de instrucción, desarrollo y crecimiento espiritual. Pero estas sí son las cosas a las cuales la iglesia debe apuntar, digamos que es su destino, aún cuando todavía no haya llegado a ese punto. Claro está que la Cena del Señor como comida completa debe ocupar su lugar desde el momento que decimos, se hace, porque no hay una razón aparente para que esto no se de, aunque el liderazgo normativamente se levante después. También se puede dar el caso que alguien lidere inicialmente en las reuniones comunitarias de la semana, hasta que otros aprendan a como desempeñar su parte. No obstante, lo que tenemos que comprender es que debe quedar lo suficientemente claro hacia dónde se está dirigiendo la iglesia con respecto a como funciona y hace las cosas. Y es que el problema aquí es que todo aquello que toca alguna de estas tres cosas, de hecho impacta la naturaleza de lo que es la iglesia. Cambia alguna de estas cosas y causarás que una iglesia no solo funcione de manera distinta a lo que revela el Nuevo Testamento, sino que sea completamente extraña y virtualmente lo opuesto. Volviendo al ejemplo de bautismo debemos decir que aquí tenemos el equivalente de bautizar a un no creyente. La naturaleza misma es cambiada y la intención que tenía el Señor es vaciada, anulada; de hecho, ¡virtualmente desaparecida! Y se reduce a esto: ¿por qué querría alguien que entiende estas tres partes últimas del plan, coquetear con las dos primeras, a menos que se tratasen de las circunstancias más atenuantes que virtualmente los forzaran a aquello? Aún quiero escuchar una mejor manera de expresarlo que la de mi buen amigo Steve Atkerson: “la pregunta no

es tanto ¿por qué debemos hacer las cosas de la misma manera como las hicieron los apóstoles? sino ¿por qué querríamos hacer algo diferente?”

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