LA INFLUENCIA DE LA PRIMARIA EN LOS NIÑOS élder David B. Haight del Consejo de los Doce

Conferencia General Abril 1978 LA INFLUENCIA DE LA PRIMARIA EN LOS NIÑOS élder David B. Haight del Consejo de los Doce El Salvador, utilizando toda

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Conferencia General Abril 1978

LA INFLUENCIA DE LA PRIMARIA EN LOS NIÑOS élder David B. Haight del Consejo de los Doce

El Salvador, utilizando toda preciosa oportunidad para enseñar a sus seguidores, respondió a una sugestiva pregunta de sus discípulos quienes deseaban saber su jerarquía junto a El. Uno le preguntó: "¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?" (Mat. 18:1). El Señor probablemente extendiera Su mano a uno de los niños pequeños que se hallarían entre el grupo que lo rodeaba y lo atrajera hacia sí, cuando dijo: `...si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos". Luego agregó: "Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos" (Mat. 18:3-4). En este incidente, el Salvador requirió que los adultos de nuevo encuentren el estado de su infancia, que abandonen sus debilidades y maldad. Esa fe que se tiene de niño, debe ser adquirida nuevamente. "Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe." (Mat. 18:5.) Quizás aún mantuviera al niño junto a El cuando dijo: "Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar." (Mat. 18:6.) Un terrible precio es el que colocó a la pureza de un niño pequeño; su derecho a la verdad y al amor es un derecho inalienable, no obstante lo que le pueda suceder más tarde en la vida. En el mes de octubre pasado, la Primaria de la Estaca de Bountiful, Utah, exhortó a cada niño a que ganara dinero suficiente para comprar un Libro de Mormón, pagándolo con el fruto de su trabajo. Cada niño colocó su foto y su testimonio escrito en la cubierta, y se enviaron a las misiones seiscientos veinte Libros de Mormón con fotos y testimonios de los niños. Hace unos días uno de estos niños recibió esta carta de una señora que vive en Tucson, Estado de Arizona: "Querida Sara: Muchísimas gracias por enviarnos el Libro de Mormón con tu foto dentro del libro. Eres una niña muy bonita y amable. Atesoraré el libro, tu foto y tu testimonio para siempre. Acabo de terminar de leerlo y yo también creo que es verdadero. Me gustó muchísimo y voy a leerlo muchas veces más. Gracias de nuevo, y que Dios te bendiga."

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La Primaria ¿Cómo surgió? ¿Acaso el Señor no prometió a los santos en Kirtland que si eran pacientes y fieles todo resultaría en su beneficio y, a medida que el evangelio avanzara se les enseñaría línea por línea, y precepto por precepto? Hace 100 años, Aurelia Rogers, de Farmington, Utah, recibió la inspiración para formar una clase de niños. Era necesario enseñar a los niños en un lenguaje simple, los principios del evangelio junto con buenos modales y normas de vestir. En 1878 Farmington era una comunidad culta, donde vivían más de mil doscientas personas y donde se había construido una hermosa capilla de piedra. Tenía Sociedad de Socorro, una Asociación literaria para hombres jóvenes y una Asociación de Mejoramiento Mutuo para señoritas; también tenía una banda de música. Pero a pesar de su influencia espiritual y cultural, Farmington, al igual que otras comunidades, tenía sus problemas juveniles: los niños andaban por las calles hasta avanzadas horas de la noche: la oscuridad y las travesuras habían transformado a los muchachos en una amenaza. El obispo John W. Hess, un veterano del Batallón Mormón, convocó a los padres a una reunión y los exhortó a que cuidaran a sus hijos. Estas condiciones también preocupaban a Aurelia Rogers, quien por medio de la oración buscaba maneras de resolver el problema. En marzo de 1878, Eliza R. Snow y otras hermanas asistieron a una conferencia de la Sociedad de Socorro en Farmington. Aurelia Rogers escribió más tarde: "Después de la reunión, en su camino hacia la estación, estas hermanas se detuvieron en mi casa. El tema de la conversación fue el problema de los jóvenes, y la manera grosera y descuidada en que muchos de ellos se comportaban... Yo pregunté: ¿Qué van a hacer nuestras jóvenes para encontrar buenos esposos si esta situación continúa? ¿No podría haber una organización para varones, que los prepare para ser hombres mejores?" Eliza Snow pareció profundamente impresionada con esta pregunta e indicó que hablaría con las Autoridades de la Iglesia. Brigham Young había fallecido hacía unos meses, y los Doce Apóstoles, con John Taylor como Presidente del Consejo, presidían en la Iglesia. Poco después se le autorizó al obispo Hess a que formara una nueva organización para niños. Este le preguntó a Aurelia Rogers si estaría dispuesta a presidir sobre dicha organización, y ella aceptó. Aurelia escribió que al contemplar la posibilidad de una organización para los niños "un fuego parecía arder dentro de mí... ¿por qué no podía ser una organización en la que se les enseñara a los varones todo lo bueno y las reglas de comportamiento?"

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Hasta esa oportunidad no se había mencionado nada sobre las niñas, pero la hermana Rogers pensó que la clase no estaría completa sin ellas. Se sugirió el nombre de "Primaria" como "lo primordial" o "lo primero". El 11 de agosto de 1878, Aurelia Rogers fue apartada por el obispo Hess para ser presidenta de la primera Asociación Primaria. A sugerencias del obispo ella y sus nuevas consejeras, Luisa Haight y Helen Miller, visitaron todas las casas del lugar para obtener los nombres de los niños y asegurarse de que sus padres estaban dispuestos a enviarlos a la Primaria. Después de esta cuidadosa preparación, 115 varones y 100 niñas asistieron a la primera reunión que tuvo lugar en la capilla de piedra el 25 de agosto de 1878. Las personas que pasaban por la capilla en ese importante día, escucharon las voces de los niños que cantaban: En el pueblo de Sión, Donde todos Santos son, Hay gran huestes De chiquitos por doquier; Ellos todos puros son, Y merecen salvación, Y procuran siempre con la Ley cumplir. Escuchad su dulce canto. Dulce canto de amor; Cuando todos en unión, Cual los ángeles que son, Cantan dulces alabanzas al Señor, (Himnos de Sión, No. 167.) Hoy en día la Iglesia honra a una distinguida y fiel mujer pionera: Aurelia Rogers; hija de la adversidad y la probación, cuya determinación y amor edificaron su fe paso a paso, aceptando todos los desafíos. ¿Cuáles fueron sus orígenes? Orson Spencer y sus seis hijos huérfanos de madre, cruzaron el río Missouri y apresuradamente se establecieron en una cabaña de troncos sin terminar, en Winter Quarters. La madre de estos niños había fallecido poco después que habían abandonado Nauvoo. El padre había sido llamado por el presidente Brigham Young para publicar un periódico de la Iglesia en Inglaterra, y la familia tenía que establecerse antes de que él se fuera. Orson Spencer había preparado a Ellen, que apenas tenía catorce años de edad y a Aurelia, de sólo doce, para que fueran padre y madre de los cuatro niños pequeños. Había comprado ocho vacas a fin de que hubiera bastante leche para beber y para vender, y también tenían un caballo que podía venderse si fuera necesario para comprar provisiones. Ese invierno fue largo, frío y desolado. Mucha gente murió en Winter Quarters. Aurelia escribió en su diario:

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"Pasamos bastante bien la primera parte del invierno..." Luego: "Nuestro caballo y con excepción de una, todas las vacas murieron. No teníamos leche ni mantequilla. Nuestras provisiones estaban casi agotadas. El hambre nos hacía sufrir mucho. A veces, no teníamos nada para comer excepto harina de maíz que mezclábamos con agua, y cocíamos en el fogón. Muchas veces me acosté sin haber cenado, pues esperaba hasta no poder soportar el hambre, antes de comer nuestra escasa ración." Un día, el presidente Brigham Young visitó la cabaña de los Spencer y la encontró bien arreglada y a los niños bien aseados. El padre había estado ausente un año, y los santos comenzaban a hacer preparativos para ponerse en viaje al Oeste. Los niños le contaron al presidente Young que su padre les escribía a menudo sugiriéndoles lo que debían vestir, cómo peinarse, qué hacer en caso de enfermedad y cómo cuidarse los unos a los otros. Después que el presidente Young hubo leído la última carta del hermano Spencer, les dijo que tenía algo muy importante para decirles y que debían pensar en ello. Luego les preguntó: "¿Qué diríais si vuestro padre se quedara en Inglaterra por lo menos un año más? Lo necesitamos allí”. Los niños se miraron unos a otros y esperaron hasta que Ellen diera la respuesta, puesto que ella era la mayor. "Si es lo mejor", dijo la joven serenamente. "que así sea, porque deseamos hacer lo que sea mejor." Sus hermanos estuvieron de acuerdo. Todos recordaban lo que su padre una vez les había escrito: "Aunque enfrentemos a la muerte debemos confiar en El, y todo saldrá bien". Tenían fe en su padre, en el consejo que él les daba y en su Padre Celestial. En la primavera de 1848, los niños de Spencer, con determinación y con el corazón agradecido, se dirigieron con los demás santos hacia cl Oeste. Durante los dos años de ausencia de su padre, los seis niños pasaron por muchas tribulaciones: cruzaron las praderas hacia el Valle del Lago Salado, vivieron en el viejo fuerte y luego se mudaron a una casa de adobe de un solo cuarto. Parientes y amigos los cuidaron, pero la responsabilidad recayó en las dos jóvenes mayores, Ellen y Aurelia. Por fin, Orson Spencer regresó a su hogar y fue recibido entre gritos, abrazos y besos de alegría provenientes de su heroica familia. Después fue nombrado Canciller de la nueva Universidad de Deseret. Su hija Aurelia fue una de sus alumnas aunque por un corto tiempo pues mientras cruzaban las praderas había conocido a Tomas Rogers, un joven conductor de carretas, y se había enamorado de él. Los jóvenes se casaron y se establecieron en una cabaña de troncos en Farmington. Allí, al pie de las montañas Wasatch y con la vista del Gran Lago Salado hacia el Oeste, Aurelia Spencer Rogers pasó el resto de su vida; dio a luz doce hijos de los cuales cinco murieron en la infancia. A medida que sus otros hijos crecían, ella comenzó a preocuparse más y más a causa de la falta de actividades constructivas que tenían los niños durante la semana. Esto dio nacimiento a la Primaria.

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Aurelia Rogers fue hija del fuego purificador. La admonición de Mosíah de que "no se debe permitir que los hijos sufran hambre, o carezcan de vestiduras, o que transgredan las leyes de Dios, sino que se les enseñe a caminar por las vías de la verdad` amarse el uno al otro. y servirse el uno al otro", formaba parte de su vida. (Mosíah 4:14-15.) De estos humildes comienzos en un pequeño pueblo mormón surgió una preocupación de envergadura mundial por la situación de los niños. Cada fase y aspecto de nuestro programa de la Primaria está en armonía con las enseñanzas de Cristo. Integridad, virtud, cultura, amor y servicio al prójimo, son cualidades que dan fortaleza y propósito a la Primaria que honramos al concluir sus primero; cien años de trabajo. Cuando la Primaria comenzó, no había libros de lecciones ni bosquejos para éstos. A los niños se les enseñaba la obediencia, la fe en Dios, la oración, la puntualidad, las buenas maneras y la Palabra de Sabiduría. Aurelia debe haberse fortalecido al leer: "Por tanto no os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una obra grande. Y de las cosas pequeñas nacen las grandes." (D. y C. 64:33.) La Primaria continuará alcanzando la meta de influir para el bien en la vida de los niños -bendiciéndolos no sólo en forma individual sino también a sus familiares y amigos. Cada niño necesita saber que tiene un Padre Celestial que lo ama, desarrollar la fe en Jesucristo, y el deseo de vivir su Evangelio a fin de hacer frente a las presiones y problemas del mundo actual. La Primaria pertenece a los niños. Aurelia escribió: "Por qué se habría de permitir que algo se interponga ante el deber más sagrado de los padres, el de cuidar el bienestar de sus hijos:' Esa pregunta se convirtió en una obsesión para mí." La responsabilidad de la Primaria es tremenda; pero mucho más lo es la de los padres. Además de los programas nocivos de la televisión, están los problemas de las drogas, los malos tratos, la aceptación de actos violentos y la pornografía que incluye a niños. Se han hecho estudios que indican que los niños en Estados Unidos miran televisión durante la mitad de las horas que permanecen despiertos: cuando alcanzan los doce años de edad, habrán visto la destrucción de 18.000 seres humanos, habrán pasado 10.720 horas frente al televisor y sólo 352 horas en la Primaria, si es que han tenido una asistencia perfecta. Hoy no sólo honramos a Aurelia Rogers, sino también a todas las líderes y maestras de la Primaria que nos han preparado durante los primeros cien años de vida de esta organización. Que Dios nos bendiga para que como padres y líderes espirituales, comprendamos lo que el Maestro nos enseñó cuando dijo: "...si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos." (Mat. 18: 3. )

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En el nombre de Jesucristo. Amén.

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