La Influenza Equina (IE) Antecedentes generales Es una enfermedad que afecta naturalmente a equinos, mulas y burros, distribuida mundialmente, exceptuando Islandia y Nueva Zelanda. Esta patología se caracteriza por ser altamente contagiosa, capaz de causar brotes explosivos. La enfermedad se caracteriza por fiebre, tos y descarga nasal; es de carácter auto limitante, es decir, tiene un ciclo y la mayoría de los equinos se recupera completamente, sin embargo este periodo de recuperación puede llevar desde semanas a meses si no es tratado adecuadamente. La morbilidad de la IE , susceptibilidad de enfermar, varia entre el 90% y 100%, pero tiene una baja mortalidad que en los potrillos alcanza un 0,1%, lo cual puede variar dependiendo del estado general del equino o las características del brote. El virus de la influenza equina pertenece a la familia de los Orthomyxovirus y se clasifica como un virus influenza tipo A, que tiene predilección por el tejido del tracto respiratorio. Tiene forma esférica y está envuelto en una capa lipídica desde la cual se proyectan dos glucoproteínas de superficie, las hemaglutininas (HA) y las neuraminidasas (NA). Estas glucoproteínas determinan la variación antigénica de los virus de la influenza y la inmunidad del huésped, siendo la variabilidad de las hemaglutininas la que causa la constante evolución de nuevas cepas que resultan en epidemias, sirviendo para identificar a cada virus. El virus fue aislado por primera vez de una población de equinos en la ex Checoslovaquia durante un brote ocurrido en 1956, éste se identificó como el prototipo del subtipo H7N7 y fue denominado A/equi-1/Praga 56. El virus del subtipo H3N8 fue aislado en Estados Unidos en 1963 y se denominó A/equi2/Miami 63, desde entonces ha continuado causando brotes en Europa y Norteamérica. Los dos subtipos existentes, H7N7 y H3N8, no presentan reacción antigénica cruzada, es decir los anticuerpos generados contra los antígenos de un subtipo, por ejemplo H7N7, no protegen contra los antígenos creados por otro (H8N8), explicando esta situación el por qué las vacunas deben ser específicas para cada uno. Características clínicas Al ingresar el virus al organismo, afecta primero al sistema respiratorio superior infectando las mucosas de las vías aéreas altas, donde comienza su periodo de incubación de 1 a 5 días, siendo 3 días lo más habitual. Durante este periodo los equinos infectados comienzan a excretar el virus al medio ambiente y continúan haciéndolo por 5 a 6 días después de que se observan los signos clínicos. También es posible que un caballo infectado continúe liberando virus por hasta 7 a 10 días después de que los signos clínicos (fiebre, tos y descarga nasal) han desaparecido. La infección puede causar la descamación de células epiteliales en grandes áreas del tracto respiratorio en tan sólo 4 a 6 días, comprometiendo la eliminación mucociliar y por lo tanto la tasa de eliminación traqueal también puede estar disminuida por hasta 32 días
después de la infección. Así, la composición del mucus se ve alterada, existiendo producción excesiva de mucus viscoso y elástico, el cual impedirá la eficiencia del sistema mucociliar, pudiendo derivar en una bronquitis o bronquiolitis seguido por neumonía intersticial con congestión, edema e infiltración de neutrófilos. En la mayoría de las infecciones las respuestas inmunes e inflamatorias tempranas son cruciales para la eliminación al ambiente del agente patógeno y la severidad de los signos clínicos. Las infecciones causadas por subtipos H3N8 suelen ser mas severas que las causadas por los H7N7, debido a que las primeras (H3N8) tienen mayor afinidad por las células del sistema respiratorio y además han sido asociadas a miocarditis. El virus de la influenza se transmite principalmente por la vía aerógena en forma de aerosoles presentes en tos y estornudos, aún así, se han descrito excepciones entre equinos pura sangre donde casos individuales de influenza ocurren sin diseminación a otros ejemplares. No tiene vectores conocidos y generalmente ingresa a los establecimientos a través de equinos infectados o fomites como frazadas y equipos de monta. Puede sobrevivir varias horas en el medio ambiente y alcanzar distancias de hasta 32 metros. Signos Clínicos Los signos clínicos son simples de reconocer y se caracterizan por la instalación repentina del cuadro. Generalmente el primer signo en aparecer es la fiebre, que puede ir desde los 38.5º C hasta los 41º C. La fiebre es generalmente bifásica y puede durar entre 4 a 5 días, entre los cuales se estima que durante las primeras 24 a 28 horas ocurre el momento de máxima liberación de virus al medio ambiente. Se considera que la primera fase febril es debido a la replicación viral en las células epiteliales del tracto respiratorio y que la segunda, está relacionada con la invasión de bacterias oportunistas en el pulmón debido al daño del sistema mucociliar. Luego de la fase febril inicial, aparece una tos profunda, no productiva, áspera y frecuente. Esta se mantiene por un periodo de 2 a 3 semanas. Estos dos signos (fiebre y tos) están generalmente acompañados por la presencia de epífora (lagrimeo de los ojos) y secreción nasal serosa, la cual se transforma gradualmente en secreción mucopurulenta y el ejemplar evidencia deciamiento. Durante la infección, la mucosa respiratoria se observa congestiva, detectándose en muchas ocasiones presencia de faringitis, laringitis o traqueitis. Otros signos que podrían manifestarse en conjunto con el cuadro respiratorio son inapetencia, presencia de linfonódulos submandibulares aumentados de tamaño y mialgia (dolor muscular). Por último puede existir además algún grado de fotofobia (rechazo a la luz directa), disnea (respiración dificultosa) y en algunos casos es posible observar edema en las extremidades. En la mayoría de los equinos, los signos alcanzan su máximo alrededor del quinto día posterior a la infección, este hecho está relacionado con la cantidad de partículas virales inhaladas, lo cual influye directamente sobre el grado de severidad de los signos clínicos. La continuación de la actividad física del equino junto con factores estresantes como es el transporte, cambios de dieta, etc. pueden precipitar la aparición del cuadro, intensificando los signos clínicos y retrasando la recuperación.
Cuando la fiebre es persistente y la descarga se hace purulenta, es probable que se haya producido una infección bacteriana secundaria, causando infección de los sacos guturales, sinusitis, bronconeumonía, pleuresía, bronquitis crónica y enfermedad pulmonar crónica obstructiva. La neumonía bacteriana secundaria es generalmente producida por el Streptococcus zooepidemicus. La muerte entre animales adultos es generalmente una consecuencia de las infecciones bacterianas secundarias que desarrollan enfermedades más graves como pleuritis o neumonía hemorrágica. Por otra parte los potrillos que no tienen anticuerpos maternos en el momento de la exposición al virus, podrían desarrollar una neumonía viral que conduciría rápidamente a la muerte. Las secuelas de la IE podrían incluir faringitis crónica, bronquiolitis crónica y enfisema alveolar, el cual puede contribuir a enfermedad pulmonar obstructiva crónica, sinusitis e infección de las bolsas guturales. Es importante destacar que alrededor del 20% de los equinos afectados no presentan signos clínicos de la enfermedad, pero aún así se encuentran infecciosos. La recuperación de los animales puede ser muy variable dependiendo de las condiciones en las que se encontraba el equino en el momento de ser infectado por el virus. Los animales adultos previamente sanos se recuperan por completo en 2 a 3 semanas y un equino afectado severamente puede estar en convalecencia durante 1 a 6 meses antes de retornar a sus actividades habituales. La IE debe ser diferenciada de otras patologías que afectan también el tracto respiratorio, tales como la rhinoneumonitis equina, la cual es causada por el herpesvirus 1 y 4 y es endémica en Chile. Además existen cuatro bacterias que afectan al aparato respiratorio del equino con mayor frecuencia, estas son el Streptococcus zooepidemicus, Streptococcus equi, Streptococcus pneumoniae y Rhodococcus equi. Medidas de control Para controlar la IE, es fundamental la intervención inmediata para lograr la contención exitosa de la infección. El primer manejo debe ser el del aislamiento de los afectados y la segregación de éstos, basado en su estado de infección. Como no existen fármacos antivíricos específicos contra la IE, solo es posible aplicar medidas que mantengan a los animales en el mejor estado posible mientras permanecen infectados. Los animales deben tener acceso a agua limpia en todo momento y es necesario considerar una buena ventilación de las pesebreras. Para lograr una buena recuperación, lo más importante es el reposo completo por cada día que permanezca con la temperatura elevada seguido por un regreso gradual a sus actividades. Esto reducirá la severidad de los signos clínicos, el periodo de recuperación y minimizará las secuelas crónicas y además disminuirá la eliminación de virus al medio ambiente reduciendo el riesgo de transmisión a otros equinos. Es importante limitar el movimiento de los equinos y el personal, restringiendo el área de aislamiento a una cantidad mínima de personas. La cuarentena de los enfermos debería durar al menos 4 semanas y los equinos deberían permanecer aislados hasta la remisión total de los signos clínicos e idealmente hasta 5 días posterior a que la temperatura corporal se normalice.
Medidas preventivas La fuente más común de infección es la introducción de un animal nuevo en el grupo, por lo tanto, se recomienda el aislamiento de los equinos recién llegados. Se deberá también mantener aislados los equinos que muestren signos de enfermedad respiratoria por 21 días después de que desaparezca cualquier signo de la enfermedad. Vacunas En Chile hay tres vacunas registradas y autorizadas por el SAG. En aquellos equinos vacunados que cursan la enfermedad, ello se debe a la falta de estandarización de las vacunas a través de la historia, lo cual resulta en productos con potencia inadecuada, a los esquemas de vacunaciones inapropiados en los que generalmente no se cumple la revacunación recomendada; y cepas vacunales fuera de fecha, que se han vuelto ineficaces. Programa de vacunación Las yeguas preñadas deben ser vacunadas en las etapas tardías de la gestación para asegurar la transmisión de anticuerpos al potrillo mediante el calostro. La vacunación de los potrillos nacidos de yeguas no vacunadas se debe realizar al tercer mes de edad con una revacunación 3 a 4 semanas después y por último, una vacunación 6 meses después para seguir con un esquema programado en base anual. Los potrillos nacidos de yeguas vacunadas pueden vacunarse a los 6 meses. Después de la primera etapa de vacunación se recomienda instaurar un esquema anual donde se debe vacunar en intervalos de 4 a 6 meses con vacunas convencionales. Es común que los equinos se vacunen cuando ya ha comenzado un brote de IE, pero esta acción no es muy efectiva si esto no se ha realizado entre 7 a 10 días antes de la exposición al virus.
Síndrome Navicular Por mucho tiempo se le llamó enfermedad del hueso navicular, encasillando el problema solamente al hueso navicular. Hoy el síndrome navicular se refiere a una condición degenerativa dentro del aparato navicular, el cual incluye múltiples estructuras como el hueso navicular, los ligamentos que lo soportan, la bolsa navicular y al tendón flexor digital profundo, el cual cruza detrás del hueso navicular, para insertarse en la tercera falange (Imagen 1). El síndrome navicular es una de las mayores causas de cojeras en los caballos. En la mayoría de los casos afecta a ambos miembros anteriores. Dependiendo del grado de dolor, el caballo puede demostrar diferentes signos:
Presentar una cojera en frío al salir de la pesebrera o al comenzar a entrenar. En reposo el caballo cambia de apoyo de una mano a otra buscando alivio. Al trotar el caballo pierde el ritmo. Empieza a realizar pasos más cortos sobretodo en bajadas ya que aumenta la presión sobre el aparato navicular. El caballo puede negarse a realizar determinados trabajos o ejercicios que antes le gustaban. Al trabajar el caballo puede empezar con movimientos de la cabeza o cola manifestando disconformidad. El jinete siente mayor dificultad para detener al caballo y éste se apoya más contra el bocado. Al trotar en círculo se acentúa la molestia o claudicación.
Los caballos con mayor riesgo son:
Aquellos que han heredado cierta conformación, tal como tener cascos pequeños acorde a la masa corporal, tener cuartillas rectas o caballos de talones angostos, los cuales tienen una pobre amortiguación en el momento de apoyar el casco. Caballos mal aplomados con un eje no paralelo entre la cuartilla y la pared del casco. Cuando el eje está quebrado hacia atrás se amplifica el stress o presión sobre el aparato navicular. Normalmente se debe a caballos bajos de talones o cascos muy largos (a nivel del dedo). Alrededor del 70% de los caballos diagnosticados con síndrome navicular están en esta situación.
(Foto 1). Los caballos sometidos a deportes donde el impacto de los cascos es grande, por ejemplo, los caballos de salto. Los caballos trabajados normalmente en superficies duras son otro grupo de alto riesgo.
Ciertas razas son más susceptibles que otras, por ejemplo, los caballos Chilenos, Cuartos de Milla, Fina Sangre de Carrera y de tipo Salto. Por otro lado, es raro ver un caballo árabe con síndrome navicular. Este síndrome típicamente aparece en caballos entre 7 a 14 años, pudiendo presentarse antes en caballos sometidos al stress deportivo. Diagnóstico Para el diagnóstico hay que observar la presencia de los signos clínicos antes mencionados. Se pueden realizar diferentes exámenes para aumentar la cojera y evaluar el tipo de ésta. Para localizar el área de dolor se puede bloquear con anestesia local los nervios palmar digital lateral y medial a nivel de cuartilla. Este método es menos específico que al anestesiar directamente dentro de la articulación del casco. Frecuentemente al bloquear la mano de la cual claudica el caballo, éste empieza a claudicar de la otra, ya que como se dijo antes, hay normalmente dolor en ambas manos. El próximo paso es identificar la zona lesionada, que puede ser el hueso navicular, los ligamentos que lo sostienen, la bolsa navicular o el tendón flexor digital profundo que se inserta en la tercera falange. Los exámenes a realizar son radiografía, ecografía y como una muy buena ayuda pero también muy cara, la resonancia nuclear magnética.
Tratamiento El tratamiento general para todos los caballos es despalmar en forma correcta los cascos y mantener el eje de la cuartilla con la pared del casco en forma paralela. De esta forma el tendón flexor profundo no estará presionando a la bolsa navicular ni al hueso navicular. Además, se debe mantener el balance de cada casco, es decir, que la pared medial y lateral tengan la misma altura. El impacto del casco al suelo debe ser simétrico para evitar el exceso de tensión sobre algunos tendones o ligamentos. Se debe incluir dentro del tratamiento el uso de herrajes correctivos si es que fuera necesario. El tratamiento medicamentoso va a ser diferente dependiendo de la zona lesionada y del tipo de lesión. Por ejemplo, en caso de estar afectado el tendón flexor profundo se podría indicar una inyección local con un antiinflamatorio y el caballo queda en reposo. En cambio, en caso de estar afectado el hueso navicular se podría indicar algún medicamento que promueva la circulación a nivel de cascos como Isoxsuprine o Pentoxifilina dados en forma oral. En este caso es importante que realicen ejercicio. Existen diferentes tratamientos médicos con los cuales se puede manejar este síndrome. Por ejemplo, Tildren. Este medicamento inhibe la reabsorción del hueso, disminuye el dolor y ayuda a la remodelación del hueso donde hubo reabsorción. ¿Ven los Caballos en colores? La respuesta es SI. Los caballos ven en colores, pero no perciben los colores igual que los seres humanos. En humanos y otros primates la visión es llamada tricromática, esto significa que la visión está basada en la habilidad para detectar 3 colores: rojo, verde y azul con todas sus intensidades y combinaciones. La visión en los caballos es dicromática, esto significa que la visión está basada para detectar 2 colores, verde y azul con todas sus intensidades y combinaciones. El color rojo lo ven en tono verdoso. ¿Cómo se sabe esto? Para evidenciar la visión en colores se han hecho estudios anatómicos y fisiológicos. El requerimiento básico para ver en colores es poseer las células llamadas conos, las cuales se ubican en la retina. Existen diferentes tipos de conos basados en el tipo de fotopigmento que posean. Los caballos tienen 2 tipos de conos, un tipo con fotopigmento verde y otro azul.
Los caballos, igual que otros animales, deben estar activos y atentos durante el día y la noche, por lo que han desarrollado una muy buena visión dicromática nocturna. Hugo Schmeisser Médico Veterinario FEI
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