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LA LENGUA GRIEGA Y EL LENGUAJE CIENTfFICO DE HOY
La formación del lenguaje técnico es en todos los idiomas sumamente lenta y está en sus principios sujeta a multitud de vacilaciones e imprecisiones. No sólo, en efecto, debe el hombre de ciencia poner en orden sus ideas y conocimientos, a partir, por lo regular, de medios muy rudimentarios, sino también recurrir a la lengua usual, única que posee, para buscar en ella, por métodos directos o metafóricos, la expresión de los descubrimientos que quiere comunicar. Así ya en los primeros escritores griegos que pudiéramos calificar de científicos. Los fragmentos de los presocráticos nos han sido transmitidos muy imperfectamente, a través de otras fuentes, y así casi nunca sabemos de cierto si la terminología es de ellos mismos o de sus transmisores. Nadie ignora, en efecto, que los primeros filósofos jónicos fueron llamados físicos, meteorólogos, fisiólogos o cosmólogos: todas estas expresiones son posteriores o se refieren a su interés primordial hacia la ~ ~ U LOS , naturaieza, el cosmos o .rd p-r¿opa, los fenómenos meteorológicos, del aire o del cielo. Es probable que Anaximandro acudiera a la lengua popular para tomar de ella dpxq como principio vital, lo y tal vez fue también él mismo quien utilizara ~6 &&LPOV, ilimitado, como término técnico; pero el denominar o . r o ~ ~ & i ~ , elementos, a los cuatro tradicionales, tierra, agua, aire y fuego, fue ya cosa, mucho más tarde, de Platón. En Anaxímenes constituyó una innovación el hablar de &jp como principio vivificante y no sólo como aire: no otra cosa es el alma, qmxfi (en SU origen, aliento o algo similar), que nos mantiene unidos, ouy~pcrcsi,y del mismo modo (con aparición del positivo concepto del hombre como microcosmos o pequeño organismo) otro soplo, nv&ijpa(lo
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MANUEL FERNÁNDEZ-GALIANO
que luego se llamaría espíritu), el propio aire, guarda también la cohesión del universo. Es dudoso que fuera ya del propio pensador la idea del ~Óopoqcomo combinación ordenada y bella: en todo caso, este fragmento (B 2 D.) nos muestra ya un intento de terminología filosófica a partir de palabras vulgares. Más difícil es conocer los auténticos términos de las enseñanzas pitagóricas, y ello por su mismo carácter hermético. Sabemos, con todo, que el fundador de la escuela fue el primero que se llamó a sí mismo q~hóooqoq,no sabio, sino amante de la sabiduría o ooqía: había, pues, una diferencia de matiz entre este vocablo y ooqóq o también ooq~o.rfiq,que designaba al parecer un tipo de conocimiento más dogmático y menos conexo con la investigación; con el tiempo, esta palabra tomó matiz peyorativo al denominar a individuos del talante que hoy llamamos sofístico. Otro vocablo clave de la secta pudo ser &ppv[a, no solamente empleado en el sentido musical; de otros términos más concretamente matemáticos (la propia palabra p & q p , enseñanza, se especializó en un tipo de ciencia muy cultivado por los pitagóricos) no sabemos gran cosa: es probable que ellos llamaran ya .ra.rpa~.r&al número diez, cifra perfecta, suma de los cuatro primeros; y seguro que Pitágoras mismo no llamó todavía teorema ni, en el aspecto filosófico-religioso, metempsicosis (pero sí quizá palingenesia) a lo que hoy recibe tales nombres. Mucha importancia tiene, en el desarrollo del vocabulario científico, la antigua Medicina, a partir ya de Alcmeón de Crotón, un pitagórico que cifraba la salud en la armonía de los elementos corporales, una toovo@ o igualdad que evite el excesivo dominio o monarquía de uno de ellos. Posteriormente, la terminología de la escuela hipocrática se difundió mucho en otros campos: historiadores como Tucídides y poetas como Sófocles y Eurípides hacen uso, con frecuencia metafóricamente, de muchos de sus vocablos. Los fragmentos de Heráclito y Parménides nos han llegado transmitidos, según parece, en forma más exacta, lo cual nos permite inferir, respecto al segundo, el empleo existencial del verbo y la aplicación ontológica, no sólo física, del adjetivo &~[vq.coq,inmóvil, que tanta importancia iba a adquirir en la Filosofía posterior. En cuanto al oscuro filósofo de Éfeso, de él es ya el uso técnico de qúo~q,naturaleza (que los sofistas iban a oponer a v ó p q o ley convencional); fjeoq, carácter o temperamento; p&Qqo~q, aprendizaje; y una serie de palabras de tres
raíces que, a lo largo de todo el pensamiento griego, designarían casi indistintamente los procesos mentales: $povfo y su grupo (