LA MANCHA EN EL DOCUMENTAL CINEMATOGRÁFICO ESPAÑOL

LA MANCHA EN EL DOCUMENTAL CINEMATOGRÁFICO ESPAÑOL LUCIO BLANCO MALLADA Universidad SEK de Segovia La mayor parte del cine documental que se conserva

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LA MANCHA EN EL DOCUMENTAL CINEMATOGRÁFICO ESPAÑOL LUCIO BLANCO MALLADA Universidad SEK de Segovia La mayor parte del cine documental que se conserva sobre La Mancha trata de mostrar esta tierra como la ruta por la que anduvo el ingenioso hidalgo y la vinculación del caballero con su paisaje, con el espacio manchego. La filmografía conservada no es mucha ni, en líneas generales, de especial calidad. Si resulta en su conjunto digna de estudio es precisamente por su insistencia en dotar a la tierra del espíritu del Quijote y tratar de dotar a este espíritu de un sentido telúrico. Los documentales siguen generalmente un modelo basado en mostrar el itinerario que siguieron el Caballero de la Triste Figura y su incondicional escudero. Los pueblos, caminos y otros escenarios de la novela son filmados hasta la extenuación con la voz de un narrador como fondo sonoro y la dramatización de algunos diálogos entre Quijote y Sancho. El punto de partida de este modelo lo marca Ramón Biadiu con La ruta de D. Quijote en 1934. Su capacidad para fundir el universo de la novela con el presente de la región manchega es el objetivo que siguen los documentales posteriores sin llegar ninguno a igualar esta obra. Claro que el cambio en esta comarca no había sido mucho en 1934, seguía siendo una región agrícola, una tierra seca y pobre y no era muy difícil devolver al espectador a la frescura de un tiempo perdido que en realidad no estaba muy en el pasado. La Mancha agrícola, las gentes del lugar, su trabajo y costumbres son filmados con singular sentido estético. Para González1, “Tan pronto busca entre los campesinos aquellos que pudieran parecerse a Sancho

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L. González, “Cervantes en el cortometraje español”, Cervantes en imágenes, Madrid, Festival de Cine de Alcalá de Henares, 1998, p. 88.

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como adopta, a través de bellísimos encadenados la mirada subjetiva y visionaria del Quijote”. El texto fílmico emplea el punto de vista bajo, a la altura de la visión del campesino como Berger2 nos enseña a ver en su ensayo sobre el pintor Millet y sus obras sobre el campesinado. La cercanía de la tierra hace brotar de ésta la imagen del desierto y con ello los espejismos. Así se explica mediante la voz en off que a D. Quijote “todo lo que pensaba, veía o imaginaba la perecía ser hecho” contrastando la evidencia de lo real, (campo, campesinos, labores, secano [...]) con la irrealidad de la visión de D. Quijote subrayada con una música con connotaciones de alucinación, de irreal tanto por su timbre como por su construcción melódica y armónica. Este discurso llega al máximo en el segmento dedicado a rememorar la aventura de los molinos de viento. En él la música es la irrealidad y la imagen la realidad y algo de irrealidad: contrapicados, nadir, el tiempo de la batalla representado con solo las aspas, la vuelta a la realidad con la visión de los molinos completos y punto de vista normal. Las voces de Sancho para volver a su señor a la realidad dan paso a rostros de labriegos, Sanchos del ahora, a las faenas del campo sin maquinaria agrícola. Nada se separa de la Mancha de D. Quijote a lo que retorna la voz narradora mencionando la visión que Cervantes tendría de estos campos por sus viajes como recaudador de impuestos. El narrador hace referencia a las formas caprichosas que los ilustradores han dado a los molinos que nada tienen que ver con la sencillez y la robustez de los verdaderos capaces de dar por tierra con caballo y caballero. También es de destacar la dialéctica que brota del choque de las imágenes de cabreros ordeñando, conduciendo el ganado con la fantasía de las palabras de D. Quijote en off. Una visualización de la particular visión de la realidad de D. Quijote es el fundido de una venta y un castillo, mezcla y confusión que podría ser la representación de la alucinación propia del espacio, del espejismo que se mezcla y se confunde con la alucinación propia del personaje, con su particular espejismo. Las referencias a gestos y rasgos, usos y costumbres, permanencia del pasado son constantes: artesanía, caserones, oficios, métodos de trabajo [...], y ciertamente, la Mancha en 1934 no era muy otra que la de Cervantes. En la cueva de Montesinos Biadiu se puede permitir mostrar todo el paisaje, mientras en los documentales más recientes solo se muestra la entrada, lo demás está muy cambiado. La referencia al desierto llama también la atención. En otras obras es una sugerencia, aquí es explícita. Ello nos remite a Camus3, para quien “los desiertos tienen algo implacable sobre ellos”, afirmando que en ese espacio es imposible no pensar en uno mismo. El mayor cambio de la Mancha se muestra en las Lagunas de Ruidera en las que ahora vemos que existe un paleoturismo con bañistas y barcas. Allí retorna de nue2 3

J. Berger, Mirar, Madrid, Hermann Blume, 1987, p. 72. A. Camus, Summer, New York, Penguin Books, 1995, p. 11.

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vo Sancho en la persona de un campesino que se baña con su asno mientras la voz en off del narrador dice: “se baña Sancho, se baña también su rucio”. Por tierras de D. Quijote” es una producción dirigida por José María Elorrieta en 1946. En ella juega un importante papel la dialéctica entre la ilusión, D. Quijote y la realidad, los campesinos. Así se hace saber mediante la voz en off que “las burlas de los demás convierten en loco a D. Quijote” y que entre los labradores se perfila la figura de un Sancho sensato y honrado, sin sueños locos pero con hondas virtudes. Lo mismo con los cabreros hombres sin ambiciones égloga de la feliz arcadia. Un pastor recorre a caballo la llanura con un palo largo, como una lanza bajo el brazo, asemejándose a la figura del caballero de la Mancha. Lejanía suficiente para crear la imagen del pasado, permanencia, presencia de D. Quijote en la Mancha actual. Sigue siendo esta Mancha de 1946 parecida a la de Cervantes. Las personas mayores conservan aún los rasgos del pasado, incluso su vestuario conserva los elementos tradicionales. Las personas jóvenes ataviadas con trajes regionales dan una imagen cercana a la de sus antepasados. Otras veces se recurre a grabados como en el caso de los molinos o de una venta. El montaje, relacionando grabados e imágenes de la actualidad, une pasado y presente. De Argamasilla se muestran casas solariegas con algún parecido a las del Quijote, de Almagro su humilde tradición de encajes y un baile folklórico. Aparecen también las Lagunas de Ruidera, la Cueva de Montesinos, El Toboso en el aparecen una aguadoras sobre cuya imagen dice la voz en off: “no Aldonza, el espíritu de D. Quijote las ha convertido en Dulcinea” y también hay un recuerdo para aquellas con las que sancho se encontró. El texto en off se llena a veces de la retórica del régimen en esos años: “labradores curtidos que labran las tierras de España” y que son nietos e hijos de aquellos que toparon con D. Quijote allá en sus locuras de caballero andante”. Otra vez realidadilusión. Cae la noche. “Caminos áridos, polvorientos que parecen sin fin” dice la voz en off. Una carreta de bueyes rumbo a un horizonte indeterminable es la carreta en la que D. Quijote vuelve a su aldea molido, quebrantados sus huesos por la derrota de sus ilusiones. Realidad, cotidianidad, visión de D. Quijote y visión de la pura materialidad portadora para siempre del fantasma del desierto, (clara alusión a los versos de León Felipe). Voz en off: “inmortal loco, caballero eterno del ideal”. Como fin del documental, sobre un horizonte indeterminado la voz en off se pregunta a que pueblo llegaremos, con la reflexión de que Cervantes no quiso recordarlo para que todos los pueblos de La Mancha tuvieran la gloria de ser el pueblo. El punto de vista nunca va al azar. Las líneas de fuga son muy marcadas, la perspectiva muy acentuada haciéndose notar más en paisajes y planos generales, haciendo el campo más campo, más campesino. Es la España de la cultura agraria, La Mancha de la pertinaz sequía. “Sequía también de imaginación que necesita de

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un ser como D Quijote verdaderamente capaz de imaginar”. Es el final del texto escrito para la voz en off que remata el camino iniciado en el arranque de esta obra, D. Quijote y la Mancha se hacen mutuamente. La imagen de La Mancha hace que la imaginación de D. Quijote la convierta en otra imagen que es la misma con mucha metafísica. Lugares del Quijote de Pérez Tabernero, 1949, comienza con una indagación sobre cual pudo ser el lugar que Cervantes no quiso recordar. Entre los lugares que alegan razones para serlo Argamasilla de Alba es el que parece más probable a juicio del autor de este documental. Las razones: dos años antes de la publicación del Quijote Cervantes estuvo en Argamasilla como cobrador de los diezmos del Priorato o como administrador de la fabricación de pólvora, según se conoce por las tradiciones orales. Así la presenta el texto en off: “Argamasilla, el tiempo ha detenido sus mudanzas y el espacio ha cristalizado sus formas para que pueda seguir pensando que es cuna de quien no tuvo existencia y esperando su regreso”. Ya al principio se establece la necesidad de D. Quijote, nota común a la mayoría de los documentales que son objeto de estudio en este texto. Se informa de que por aquella época vivió en aquellos lugares un tal Rodrigo Pacheco que padeció del cerebro y que pudo sugerir a Cervantes la figura de D. Quijote. Allí la casa de Medrano, allí la prisión que luego fue imprenta, en el siglo XIX, porque se pensaba que allí se había engendrado El Quijote, allí la casa de un auténtico bachiller Carrasco, contemporáneo de Cervantes que pudo ser el antecedente real de Sansón Carrasco. Este film emplea también un montaje de imágenes actuales y grabados con un comentario acerca de cómo Cervantes no describe interiores y apenas fija exteriores dedicando mucha más atención a la acción y a los diálogos. Del Toboso se nos dice que allí conoció Cervantes a una rica hacendada que fue el antecedente de Aldonza. Se muestran imágenes de la casa que fue de Dulcinea, (casa de la hacendada), se muestran imágenes de la calle en la D. Quijote exclamó: “con la iglesia hemos topado, Sancho”. Se trata de una calle con una iglesia al fondo, el escenario más verosímil de ese episodio. Sigue Puerto Lápice, parada obligatoria en la ruta La Mancha-Andalucía, y que, por ello, se convirtió en un pueblo de relativa importancia, pero el trazado de la carretera ocasionó la ruina de la antigua venta y su antigua estructura ha desaparecido quedando solo unos restos del antiguo patio que aun subsiste. Luego la posada de tembleque en la que podrían ambientarse varios pasajes de la novela, las Lagunas de Ruidera que ya nada tienen que ver con aquel tiempo, las ruinas de los batanes, la cueva de Montesinos de la nada ha cambiado y de la que los campesinos hacen descripciones tan fantásticas como las del Quijote, el probable arroyo, pues no hay muchos, en el que fue sorprendida Dorotea peinando sus cabellos segura de no ser vista, la posible ermita, entonces románica que encontraron a su paso, otra venta, en la carretera general, cuya autenticidad parece confirmada por las visitas de hombres de letras venidos de la Corte y una corona en el pozo, otra posición

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campestre que recuerda el episodio de “las bodas de Camacho” pues en el siglo XVI perteneció a hacendado Juan Canuto a cuyas bodas asistió Cervantes. Y La Mancha, el campo, el desierto, aldeas de las que esperamos ver salir procesiones de disciplinantes, castillos transformados en ventas, como en el film fundacional de Berdiú, picotas, pueblos dormidos al sol. En cambio los ambientes ricos y ostentosos fueron en su mayoría imaginarios. Cervantes se inspiró en villas italianas y palacios que en España iba alzando el renacimiento. Los ilustradores se inspiraron en modelos de la época: el patio gótico de la Diputación de Barcelona que es el palacio de los Duques, el templete de Carlos V del Alcázar de Sevilla, la fachada de San Gregorio de Valladolid [...]. Vuelta a La Mancha, Campo de Criptana, Mota del Cuervo, molinos “en cierto modo monumento nacional, unos solitarios, otros desplegados en guerrillas, sus aspas parecen las manecillas de un reloj que acelera o retrasa el tiempo”. Como fin este documental insiste en la espera que hay en La Mancha de la vuelta de D. Quijote. Los caminos de D. Quijote fue dirigido por Luciano G. Egido en 1961 y el paso de más de una década entre ésta y la anterior producción se hace notar. Aunque la banda sonora incluya una música del siglo XVII La Mancha, ya en los años sesenta, presenta características muy distintas a la de los años cuarenta. Para el autor de este documental la razón para visitar La Mancha es “sentir el sol que él sintió y pisar el polvo que el pisó”, naturalmente refiriéndose a D. Quijote, y conocer las gentes que le prestaron sus gestos cotidianos y las palabras vivas que habrían de componer su figura. Frente a estas palabras ropas y caras, casas y tierras nuevas de campesinos actuales que poco tienen que ver con los que se muestran en las anteriores producciones. En la voluntad del autor cuenta no solo el mostrar el trayecto que recorrieran Caballero y escudero sino que su voluntad es la de mostrar la trayectoria en el trayecto. Por ello habla de la personalidad, de la caracterización de D. Quijote en relación a aquellas tierras. Por ello no se afana en buscar los supuestos lugares que inspiraran al autor, sino lugares en los que podrían haber ocurrido semejantes episodios. Aunque también aparecen algunos de los lugares inevitables como referencia: Argamasilla al que supone el lugar cuyo nombre no se quiso recordar al escribir la novela, Puerto Lápice, Almagro, Lagunas de Ruidera, cueva. Todos ellos sustancialmente cambiados. El mayor cambio lo ha tenido El Campo de Criptana, el escenario al que más tiempo le dedica el documental. Los molinos aparecen rodeados de viviendas a diferencia de lo que se ve en los grabados y los mismos molinos en los documentales de los años cuarenta. Molinos que según la voz narradora siguen ahí resistiendo al tiempo, cierto, pero, también mostrando como el recuerdo de D. Quijote está prendido a estas gentes como una lección de ganas de luchar y de vivir. Lo cual es nuevo en el discurso del documental sobre La Mancha que hasta

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ahora solo tomaba la referencia del Quijote manteniéndose al margen de las dificultades de esa región para sobrevivir en la nueva sociedad de la industrialización. La música del siglo XVII, a la que ya nos hemos referido, pone un interesante contrapunto a la imagen de La Mancha actual y no deja de crear un eco emocional en el espectador, convirtiendo así el espacio de La Mancha en un espacio mítico que, para Barañano4, es lo que queda de los espacios sagrados una vez que éstos hayan desaparecido. Rutas del Quijote fue dirigido por Julián de la Flor en 1962, es decir, solo un año más tarde de la obra de Luciano G. Egido. Es importante señalar este dato pues entre ambos hay notables diferencias. En primer lugar es éste el primer documental que cuenta con el color. Acostumbrados al blanco y negro el color resulta algo sorprendente. El blanco y negro no es solo característico de los documentales sobre la Mancha anteriores a esta producción, sino también a la gran mayoría de films de largometraje y de ficción dedicados a la novela de Cervantes. Así pues, todo el imaginario del Quijote resulta mucho más verosímil visto de este modo. El film de Julián de la Flor choca en sus primeros minutos con el imaginario-verosímil creado por la tradición fílmica en especial y, en general, por toda la iconografía existente sobre el tema. Pero, una vez pasados esos primeros minutos, ese color de tonos ocres se torna en un discurso que recompone el verosímil fílmico y el propio verosímil de la novela de Cervantes. Un color de tierra seca, casi no existe el verde, ni ningún otro color. Solo el ocre de la tierra y el azul del cielo, un azul que sume a la tierra aun más en la falta de alicientes y en la dificultad para ser habitada. El desierto como espacio simbólico es más visible aun con el color. Y dentro de este desierto, espacio de paranoia, se entiende mejor la afirmación lacaniana de que la realidad es paranoica. Y dentro de este verosímil de la paranoia llega la propuesta de este film. En este espacio se crea un estilo de vida, una fórmula vital. “El hombre se siente propenso a lo maravilloso, a lo increíble, a la superación” como nos hace saber la voz en off. De este modo El Toboso resulta ser amor, el motor de todo quijote, meditación, recogimiento, (idealización). Argamasilla, diminutivo de argamasa, mezcla de cal, arena y agua. Cal y arena de la vulgaridad agua viva del espíritu, y así es la vida de D. Quijote que mezcla una con otro. En opinión del autor del documental jamás se vio una ciudad tan preparada espiritualmente para ser la cuna de tan singular caballero. No duda Julián de la Flor en afirmar que en el Quijote hay la mayor riqueza espiritual después de La Biblia. La narración que hace la voz en off en este documental se aleja mucho de las de los anteriores. No busca tener una función informativa sino poética y, desde luego no parece muy preocupado por manejar un código que lo haga llegar al gran públi4 K. Barañano, “El concepto de la plástica en la filosofía y en la historia del siglo XX”, Kobie (Serie Bellas artes) Nº1. Bilbao, Diputación Foral de Vizcaya, 1983, p. 154.

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co sino a un público que pueda compartir la sensibilidad de esa poética. Así sobre los molinos recoge este texto de un poeta cuyo nombre no cita: “tan noble simbolismo se le advierte que gira con la suerte de un paladín atormentado y ciego. Halcón que nunca alcanza la paloma y rumia su venganza con una pesadumbre de perfumada harina. Parecen escribir en el aire con las plumas de sus aspas una de la más grandiosas historias de todos los tiempos”. Nos hemos referido ya al color parduzco, (rumor sonoro según Kandinski) que reenvía a La Mancha de Cervantes. Allí según el autor D. Quijote busca en la soledad el reencuentro consigo mismo. Toda la tormenta espiritual del caballero encuentra un adecuado paisaje en esta tierra. Entre los pastores busca oyentes, entre el silencio meditación. Cueva de Montesinos, todo está igual que entonces. Al atardecer cruzan La Mancha los rebaños que D. Quijote tomó por descomunales ejércitos y, con un poco de fantasía, en este solar manchego, solar natural de caballeros, cuando el sol se siente mágico surge el eterno, dulce, noble, bueno y loco D. Quijote. La Mancha, que dirigió Claudio Guerín en 1967 es un documental en el que se aprecian notables diferencias. No es que no haya referencias al Quijote, pero desde luego, éste deja de ser el referente. El marco pasa de ser La Mancha de Cervantes a ser La Mancha actual la cual no busca la permanencia de la otra Mancha. En todo caso busca su referente en La Mancha de todo el tiempo conocido. Empieza con los molinos, símbolo insalvable pero no sigue rememorando episodios de la novela ni sigue la senda de los lugares que fueron escenarios en las aventuras de D. Quijote y Sancho. Su interés se centra en descubrir lo que es la Mancha de siempre lo que hubo y hay en ella. Lo que fue para sus habitantes en la antigüedad y lo que es para sus habitantes de la actualidad. Informa de que La Mancha viene del árabe, de una voz que significa “tierra seca”. En esta tierra todo está claro y con estas palabras el punto de vista se eleva consiguiendo una visión en que efectivamente todo está a la vista, nada queda oculto, con lo cual texto y discurso se refuerzan mutuamente. Allí emboscada y traición son imposibles. Es un camino hacia algo: calzadas romanas, cañadas trashumantes de la mesta, ruta de órdenes militares. Llama la atención la referencia al mar. “Tierra que sueña el mar, gentes que navegando fueron a otra parte”. Esta referencia al mar es completamente nueva en los documentales sobre La Mancha y tampoco resulta conocida en textos escritos, ni es conocida la tradición de haber habido navegantes manchegos, al menos que hayan dejado sus nombres en la historia, pero por este documental nos enteramos de que existe un museo naval en Mota del Marqués. Siguiendo con la idea del camino dice ser La Mancha campos de batalla que nadie se ocupa de sembrar, sobre los que avanzan y se repliegan los ejércitos, haciendo una referencia histórica a la batalla de Montiel.

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Sigue después una muestra de lo que es la Mancha actual: colegiatas, oración, religión que dan paso al folclore musical que se mezcla con vinos, cerámica, caza, gastronomía, albergues y alojamientos. No hay que olvidar que este documental se enmarca dentro de una serie de documentales que Claudio Guerín hizo sobre regiones de España para NO-DO. Uno de ellos sobre la región manchega fue el origen de este que rodó más tarde, ya no para NO-DO, sino para la productora “X Films” lo que le permitió desprenderse de la retórica oficialista que toda obra de NO-DO tenía en mayor o menor medida y poner en práctica un discurso más personal con una visión más profunda de La Mancha, ahondando en esa visión por debajo de la superficie de la tierra y elevándose por encima del horizonte de los campos. Quizá el mejor ejemplo de esa hondura del discurso fílmico sea la secuencia en que sobre la llanura marcha una comitiva fúnebre y sobre esta imagen se superpone el tañido de unas campanas tocando a muerte. Segundos después la voz en off dice: “La Mancha es una forma de morir” siendo ahora imágenes de sepulturas las que completan el montaje “sequedad, falta de motivación para vivir”. En este punto la mente se va a D. Quijote, al cual el texto no alude pero hace comprender su necesidad de aventura, de camino, de algo con lo que llenar la vida. En el texto que lee la voz narradora en off si hay un buen número de referencias al Quijote. Hay también varios diálogos entre personajes de la novela creados para este documental. El texto es de Antonio Gala. Todo él es muy poético y lo es más en algunos momentos. Esos momentos en que la visión trasciende el punto de vista literal y es el punto de vista conceptual el que se alza en busca de una esencia manchega que va incluso más allá de la obra de Cervantes. Démonos cuenta de que así como los anteriores documentales hacían todos ellos referencia a D. Quijote en su título éste se llama simplemente La Mancha. Pero ésta, después de la novela de Cervantes, ya es para siempre el lugar por el que anduvo D. Quijote y así en el final del film de Guerín el caballero aparece en una escultura. Sobre un plano corto de esa escultura dice la voz en off: “La Mancha es un camino, alguien pasa, algo queda”. Esta claro el mensaje. Aun sin hacer referencia explícita a esa mutua pertenencia de la tierra y el personaje y aunque ya el paso del tiempo haya cambiado la faz de esa tierra, siempre quedará el espíritu de D. Quijote como una seña de identidad, algo que el tiempo no podrá llevarse fácilmente. La Mancha: ruta de D. Quijote, fue dirigido por José López Clemente para NOen 1971. Retoma la estructura ya conocida de mostrar los lugares que fueron escenarios de la novela. De nuevo Argamasilla, La Cueva de Medrano, Puerto Lápice […] y de modo similar a lo ya visto se considera La Mancha como “tierra de espejismos donde los sueños pueden verse hechos realidad”. Se recurre de nuevo a la recreación del pasado con vestuario de época y se recurre al folclore musical en busca de lo atávico. Cabe destacar el segmento dedicado a los molinos en el D. Quijote, en sobreimpresión, asciende hacia el cielo y Sancho desciende del cielo a la tierra, simbolismo

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de la tendencia a la huida de la realidad y de la intención de Sancho de bajarlo a la realidad, a la tierra para sacarlo de su desvarío. Algunos de estos molinos, descubre el documental, son refugio y taller de pintores y artistas enamorados de esta tierra. Las imágenes del interior muestran el estado actual de los molinos convertidos en moradas o talleres. Se muestran trabajos artesanales transmitidos de generación en generación y nuevamente lugares sin especificar la relación con El Quijote. Tembleque, por ejemplo, del cual se nos dice que cuenta con la plaza de toros más antigua de España. Mesones y comensales actuales mientras la voz en off informa sobre los alimentos habituales de D. Quijote con la cita literal de la novela: “una ola de algo más de vaca que carnero [...]” Lagunas de Ruidera muy preparadas para el turismo actual. Insiste en el espacio para la magia: “campos de La mancha espejo del ideal y el agua espejo del cielo”, mostrando unas Lagunas de Ruidera muy preparadas para el turismo actual con bañistas, embarcaciones [...]. La tierra de espejismos da lugar a una interesante visión de ventas transformadas en castillos. Castillos vistos desde la infinidad pasando luego el punto de vista a situarse dentro de ellos. Desde las almenas se ve una inmensa llanura desolada. Los movimientos de cámara con objetivos angulares hacen unos movimientos fantasmagóricos. Finalmente los castillos han sido convertidos en paradores (no olvidemos que se trata de NO-DO). Las figuras de D. Quijote adornan sus muebles y su estatua la entrada a una gasolinera lo que da lugar a la evocación cervantina alternando literatura, canciones y creaciones de la gastronomía popular de la época (actores que representan fragmentos del Quijote, tunas [...]). Termina con un montaje que es llamado técnicamente de imágenes representativas: molinos, rostros de campesinos, tierra, trigo, arbustos, flores del campo, rebaños, el conjunto manchego. Molinos, Quijote, ensueño, aventuras, la mancha real, campesina, seca, D. Quijote y su tierra, el sueño interno y la realidad exterior. Lo más desapasionado la música, como de hilo musical que no tiene nada que ver con el resto del discurso y resulta decepcionante. La Mancha alucinante fue dirigido en 1978 por Alberto Lapeña. Su originalidad, relativa, está en el montaje. De nuevo grabados donde no faltan imágenes antiguas e imágenes actuales en un correlato hasta donde es posible, edificios antiguos-edificios modernos, ovejas-vehículos circulando por carretera-grabado de D. Quijote atacando a las ovejas. No hay texto. El discurso se construye a base de un montaje semidialéctico y la música de la sinfonía Nº 7 de Beethoven que en gran medida impone el ritmo a las imágenes, coincidiendo frecuentemente los cambios de plano con los tiempos fuertes del compás lo cual está expresamente desaconsejado por los principales documentalistas y teóricos de este género. Mucho movimiento de cámara, panorámicas, zoom, movimientos rápidos a tono con el montaje, alguna vez tiende al video-clip

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con saltos de ejes y no cumplimiento del salto proporcional. Hay algún punto de vista atrevido e innovador como el acercamiento al agua en las Lagunas de Ruidera, incluso un emplazamiento de la cámara detrás de la pequeña cascada, el agua alegre, jovial, vital saltarina y enfrente la inmensa sequedad y la aridez de la tierra. Al faltar el texto esto adquiere su sentido en lo que Barthes llamaba el tercer sentido, la significancia. El problema del film es que el mérito resulta ser el montaje con lo que lo alucinante no parece ser La Mancha en sí sino el referente fílmico. Cualquier otro espacio con el mismo tratamiento fílmico podría ser igual de alucinante. Por tierras de don Quijote es el último de los documentales españoles sobre La Mancha hasta el momento actual. Su año de producción es 1981 y su autor José Andrés Alcalde. En él hay algunas referencias al espíritu cervantino pero aparecen muy diluidas como referente. Lo que vemos son pueblos modernos y, como novedad, se muestran desde dentro hacia fuera: plazas vistas desde los soportales, columnas en primer término, plaza al fondo, cámara en galerías a la altura de primer o segundo piso [...]. Informa sobre el carácter actual de las ciudades: nudos de comunicaciones (Manzanares), manufactura de hoces (La Solana), preciosas puertas y su inmensa afición a las letras (Tomelloso), Pedro Muñoz donde cada año se celebra el festival de la canción manchega; informa de datos demográficos de pueblos y ciudades. Alguna mención a lo que se conserva de la antigüedad pero, sobre todo, lo que es ahora. No se menciona ningún lugar en relación a la obra de Cervantes aunque si a la presencia del espíritu cervantino. La excepción es Alcázar ya que además de ser el nudo ferroviario más importante de la región y de contar con la mayor inquietud cultural de la provincia allí ha sido hallada una partida de nacimiento de un tal Miguel de Cervantes Saavedra, lo que deja abierta la polémica sobre la cuna de Cervantes. Inevitable la aparición de los Molinos sobre los que se informa de sus nombres extraídos del Quijote: Dulcinea, Rocinante, El Doncel [...]. Las referencias históricas no son solo a la época de Cervantes sino a distintas épocas, es decir, el referente es “un pasado cuajado de historia”. Pero ese pasado no es añoranza, ni quiere ser pasado, La mancha se muestra como mezcla de pasado y presente y, dentro del pasado, la época de Cervantes y la presencia de Don Quijote que se constituye en permanencia. Como ejemplo una estatua de Don Quijote y Sancho sobre la que la cámara se mueve en panorámica para encuadrar a una madre con un niño contemplando la estatua. Presencia en sus términos reales en 1980, quizá poco quijotescos quizá con más vocación de ruptura con un pasado al que es muy difícil no vincular a un régimen.

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CONCLUSIONES

Encontramos entre los documentales estudiados los tres tipos existentes. Al informativo pertenecen Lugares del “Quijote” de Pérez Tabernero, 1949, La Mancha: ruta de D. Quijote, dirigido por José López Clemente para NO-DO en 1971 y Por tierras de Don Quijote de José Andrés Alcalde, 1981. Al documental de ideas se adhieren: Ramón Biadiu con La ruta de D. Quijote, 1934, José María Elorrieta con Por tierras de D. Quijote, 1946, Luciano G. Egido con Los caminos de D. Quijote, 1961 y Claudio Guerín con La Mancha, 1967. El documental imaginativo está representado por La Mancha alucinante de Alberto Lapeña 1978. Ramón Berdiú con La ruta de d. Quijote, marca el camino que siguen J. Mª Elorrieta y Pérez Tabernero. La influencia de este documental se pierde después aunque reaparece con claridad en la obra de Alberto Lapeña. Las posibilidades del turismo en la región se van mostrando crecientemente hasta llegar a la promoción turística explícita en La Mancha: ruta de D. Quijote, de José López Clemente, no hay que olvidar que se trata de una producción de NO-DO. La Mancha cervantina se mantiene casi inalterada en los films de los años 40, menos en los de los sesenta, y en los ochenta solo se conserva en el discurso de la simbólica. Es insistente la relación entre el espíritu de D. Quijote y la espacialidad de La Mancha. Desierto y espejismos justificando la mente visionaria del caballero se repiten a lo largo de los años de la historia del documental sobre La Mancha. BIBLIOGRAFÍA BARAÑANO, K., “El concepto de la plástica en la filosofía y en la historia del siglo XX”, Kobie (Serie Bellas artes) nº 1, Bilbao, Diputación Foral de Vizcaya, 1983. CAMUS, A., Summer, New York, Penguin Books, 1995. BERGER, J., Mirar, Madrid, Hermann Blume, 1987. GONZÁLEZ, L., “Cervantes en el cortometraje español”, Cervantes en imágenes, Madrid, Festival de Cine de Alcalá de Henares, 1998. HEREDERO, C., Don Quijote y el cine, Madrid, Filmoteca española, 2005.

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