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LA MENTIRA Y LA LUZ HAY UNA MENTIRA ESCONDIDA EN EL CORAZÓN DEL HOMBRE
J ASON H ENDERSON
© 2008 por Jason Henderson Akron, Ohio Traducido por Grace Montero y Elizabeth Montero San José, Costa Rica
Í NDICE
P R Ó LOG O
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I.
C R EA D O P AR A U N P ROPÓSITO
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II.
E L T ESTIMONIO
16
III.
L A C AÍDA
H OMBR E
H OMBR E
DEL
P R O P ÓSITO
EN UN
DEL
21
D IO S
DE
IV.
¿Q UE E S L A M ENTIR A ?
V.
P ON I ÉNDOLE N OMBR E
VI.
L O R OYO Y L O A ZUL
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VII.
I NT R ODUCCIÓN
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VIII. E L J UICIO
DE
A
A
27 L A C REA C I Ó N
L A L UZ
A DÁN
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IX.
C AM INAND O E N L A L UZ
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X.
P ER M ANECIEND O
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XI.
L A L UZ D EFINE T ODA S L AS C OS A S
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XII.
L A L UZ T RANS FORM A E L A LMA
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EN
C RISTO
Prólogo
En el primer capítulo de su carta a los Romanos, Pablo describe un enorme y trágico intercambio. Hablando en términos generales del hombre adámico dice: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios...ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira” (1:21-22; 25). ¿Qué es esta mentira? Como cristianos a menudo observamos sus ramas y reconocemos sus frutos extendiéndose a lo largo de nuestras vidas, nuestras relaciones y nuestras sociedades, pero con mucha frecuencia no vemos o entendemos su origen. Nunca hemos identificado la mentira misma. El objetivo de este libro es hacer exactamente eso, con la intención de que la mentira sea
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desalojada de nuestros corazones con la llegada de la Luz. Hay una significativa cantidad de citas de las Escrituras a lo largo del libro. Parte de la motivación que está detrás de esto, es mi deseo de que el lector al menos reconozca, que estas realidades son profundamente bíblicas. Las verdades presentadas aquí no son nada nuevas; la Biblia siempre ha expuesto la Mentira y proclamado la Luz. Lo que sí es nuevo siempre, es la manera en que somos golpeados con la realidad espiritual, conforme el Espíritu de Dios abre los ojos de nuestro corazón. La razón principal de tal abundancia de Escrituras, tiene que ver con la manera en que la palabra escrita funciona como una ventana a través de la cual vemos al Señor. Cuando yo era más joven, mi familia hizo varios viajes para visitar algunos parques nacionales y ver los famosos paisajes de Norteamérica. Nuestros viajes nos llevaban frecuentemente por miradores, y en lo alto de las montañas podíamos bajarnos de la camioneta y ver por millas. A menudo, cuando nos acercábamos a un mirador, había una señal al lado del camino que describía la vista de más adelante, tal vez su nombre y algo de su historia, y sin excepción, mi padre llevaba la camioneta al lado del camino, saltaba con su cámara y le tomaba una foto a la señal. Él necesitaba la foto para la diapositiva, a fin de no olvidar nunca el lugar exacto donde había disfrutado de una vista particular.
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Para mí, las Escrituras son muy parecidas a estas señales. Yo no abro mi Biblia para aprender las Escrituras; yo leo la Biblia porque sus palabras son las señales que marcan muchos miradores en donde Cristo puede ser visto. Las palabras en sí mismas no son la vista; las palabras describen una vista que el Espíritu de Dios mostrará si estamos dispuestos a intercambiarla por nuestra imaginación. Mi esperanza es que este libro sea leído lentamente y con expectativa, para detenernos con frecuencia y disfrutar el panorama que el Espíritu da, de la Verdad conforme está en Cristo. Quisiera extender un especial agradecimiento a Grace y Elizabeth Montero por su compromiso fiel e incansable trabajo en la traducción, no sólo de La mentira y la Luz, sino también de incontables publicaciones y enseñanzas que ellas han puesto a disposición en español. Estoy muy agradecido de que ustedes están “abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”.
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Capítulo I Creado Para Un Propósito
Génesis 3:4–5 “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” Hay una mentira escondida en el corazón del hombre. Está ahí cuando pensamos acerca de la vida, cuando contemplamos un propósito y cuando buscamos lo que es real. Ella nos motiva cuando planeamos, cuando aprendemos, cuando amamos, e incluso, cuando buscamos a Dios. Es un virus mortal que ha infectado el cuerpo y el alma. Esta mentira no es algo que el hombre cree, es el lente a través del cual el hombre cree todas las cosas. El objetivo de este libro es exponer la Mentira por lo que es, con la esperanza de que salga de nuestro corazón con la llegada de la Luz. 9
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Comenzaremos enfocándonos en el propósito de Dios para la creación y en el efecto que la Mentira tuvo en dicho propósito; veremos que el efecto fue colosal. Luego miraremos más de cerca la Mentira y descubriremos qué es, cómo opera y por qué es tan mortal. Finalmente, intentaremos describir que la gran solución de Dios a la Mentira es la Luz, y explicaremos cómo y por qué la Mentira encuentra su final sólo en la “...iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:6). Para eso debemos comenzar con un vistazo al plan y propósito eterno de Dios.
El Eterno Propósito de Dios ¿Por qué creó Dios? Lo llamamos el Creador, y es cierto porque Él creó; pero, ¿por qué creó Dios? ¿Alguna vez ha pensado usted en el hecho de que Dios no tenía que crear? Esa fue una decisión de Su parte. Él no se tropezó con la tierra y decidió intervenir; hizo la tierra de acuerdo a un deseo en Su corazón. Él creó todas las cosas con algo en mente, con una intención, un propósito. No había nada que Dios necesitara, pero sí había algo que Él deseaba. Mucho podría ser dicho en el intento de describir este propósito, pero como ese no es el objetivo de este 10
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libro, unas pocas frases serán suficientes para encausarnos en la dirección correcta. Dios creó con el fin de glorificarse a Sí mismo al amar una creación, y amó esta creación al impartirles la vida de Su Hijo a aquellos que creerían. Él dio al Hijo, a Quien propuso que fuera recibido, formado y expresado a través de lo que había hecho. Juan dice: “En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él” (1 Juan 4:9; BLA). Nosotros somos los beneficiarios eternos de dicho propósito, pero Él es el centro. Nosotros somos los recipientes inmerecedores de “...su gran amor” (Efesios 2:4), pero de Él es el plan, el propósito y la gloria. Dios, a través de un pueblo corporativo, desea el incremento de Cristo para Su gloria eterna. Este es el corazón y el centro del plan de Dios. Entonces, ¿qué fue lo que hizo Dios? Creó con este propósito en mente. Todo lo que Él creó lo hizo con miras a este fin; ni una sola cosa fue creada por alguna otra razón. Ni una sola cosa fue creada sólo para que fuera hermosa, interesante o entretenida; nada fue creado como un experimento. Todo en el ámbito natural fue creado con un único propósito en mente: Fue hecho para llevar testimonio, y darle expresión, este propósito eterno. Soy consciente de que el hombre ha quedado lejos de dicho propósito, no sólo es incapaz de mirar la creación natural y ver el propósito de Dios en el que ha sido hecha, sino que ha creado propósitos para ella por 11
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su propia cuenta. No sólo fallamos al no entender la intención de Dios, sino que hemos hallado maneras de usar esta creación para nuestras propias intenciones. Somos tan ciegos y perversos, que muchas personas pasan su vida creyendo y enseñando que esta perfecta obra de arte no tiene propósito ni creador, y que de algún modo se creó a sí misma. Actuamos como si tal idea fuera perfectamente racional. Peor aún, les enseñamos esto a nuestros niños: “La nada creó una gran explosión y la explosión creó un planeta perfectamente adaptado y con un aparato de calefacción incluido. Contrario a toda ciencia, el planeta inanimado se las ingenió para generar vida, la vida cambió de la forma de limo a oso hormiguero, luego a pie grande, y por último, a ser humano. De ahí es de donde vienen un atardecer, los glóbulos rojos, las familias y los ecosistemas perfectos”. La profundidad de la depravación en la mente del hombre es, sencillamente, pasmosa. Albert Einstein dijo una vez: “La diferencia entre el genio y la estupidez, es que el genio tiene sus límites”. Haciendo caso omiso de nuestra ceguera, persiste el hecho de que todo fue creado para llevar testimonio y darle expresión al propósito eterno de Dios. Yo no puedo decirle con exactitud cómo todo lo creado hace esto, lo que sí puedo decirle es lo que he llegado a comprender; pero, independientemente de la profundidad de nuestro entendimiento, cuando contemplemos este ámbito debemos mantener siempre en mente la intención de Dios. Más allá de meramente ser la residencia temporal 12
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del ser humano, la creación natural con todo y su intrincado diseño, fue hecha para ser un testimonio específico y calculado, una declaración o reflexión del propósito eterno de Dios en Cristo. Este ámbito, además de ser el ámbito del cual Dios redime al hombre para traerlo a Sí, fue creado para mantener un asombroso y complejo testimonio vivo del objetivo final de Dios. En dicha creación captamos una vislumbre de todo lo que Dios ha previsto y predestinado en Cristo. En ella vemos los temas de redención, transformación, crecimiento, tinieblas y luz, muerte y vida, amor, incremento, poder y sabiduría. ¡Y esta creación es solamente natural! Esta creación es sólo sombra, “...pero la sustancia pertenece a Cristo” (Colosenses 2:17). La sustancia es consumada en la nueva creación en Cristo Jesús. Cuando hago referencia a la nueva creación en Cristo, usted no debe imaginarse una versión mejorada de la tierra. No piense en árboles más grandes, en agua más azul o en un sol más brillante; la nueva creación no es una versión mejorada de la natural, es enteramente espiritual. No es un universo natural, sino el universo de Cristo; la creación donde Él es el Agua de Vida, la Luz, el Vino y el Pan. Todo lo de este testimonio natural habla en voz alta de algún aspecto de Él, de la realidad de un pueblo muerto, vivificado y sentado con Él, y de encontrar todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad en Él. Todas las cosas creadas testifican sobre este objetivo supremo en el corazón de Dios. 13
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Cuando Cristo caminó sobre la tierra, mucha de Su enseñanza consistía en mostrarles que ese testimonio natural tendría cumplimiento y consumación en Él. Las muchas cosas “buenas” de la creación natural, junto con lo “bueno” que Dios mandó en la ley mosaica, fueron hechas y establecidas para un único propósito: “...ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39). “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:27). Tanto la antigua creación como el antiguo pacto, fueron diseñados por Dios para prefigurar lo nuevo, lo cual ha venido en Cristo. La primera creación con su agua, pan, luz, fruto y cosecha, y el antiguo pacto con sus días de reposo, sumo sacerdote, ofrendas, lavamientos, fiestas, leyes y reino; en todo esto lo mucho testifica en voz alta de Uno. De nuevo, todo lo que existe fue creado no sólo para ser simplemente el ámbito del cual Dios se lleva al hombre cuando sus cuerpos se envejecen y mueren; el universo natural “... cuenta la gloria de Dios” (Salmo 19:1). En él tenemos una colección de incontables flechas que apuntan al único Hijo; por esa misma razón, cuando Dios creó la tierra dijo que todo era “bueno”. La creación natural no es intrínsecamente buena. En otras palabras, Dios no dijo: “Es buena”, porque notó la belleza del paisaje o la inmensidad del mar. Esta creación fue declarada “buena”, porque reflejaba y daba expresión al plan que estaba escondido en el corazón de Dios desde antes de la fundación del mundo. 14
Creado Para Un Propósito
Esta creación es para Cristo, lo que la luna es para el sol. Lo “bueno” de la luna como luz, está ligado a la medida en que refleja al sol. Ella no tiene luz en sí misma, es útil para ver únicamente en el grado que refleja la verdadera luz. De esta misma manera, la creación natural pone al eterno Hijo de Dios en exhibición. Todo lo que Dios hizo funcionar, y continúa funcionando, es un perfecto testimonio natural del propósito eterno y espiritual, salvo por el hombre y lo que el hombre ha pervertido por sí mismo.
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Capítulo II El Testimonio En Un Hombre
Hace mucho tiempo Adán fue parte del testimonio creado por Dios; fue la corona de todos los tipos y sombras naturales. En él usted podía ver el mayor cuadro y más clara profecía y promesa del propósito de Dios en Cristo. Al igual que la tierra, Adán no era inherentemente bueno; debemos sacar eso de nuestra mente porque es parte de la Mentira. “...nadie es bueno, sino sólo uno, Dios” (Lucas 18:19; BLA). El hombre era el mayor tipo y sombra del propósito de Dios, porque en este primer hombre Dios había creado el más claro testimonio, la más distinta y significativa declaración de Aquél que era propiamente lo bueno: “...el segundo hombre” (1 Corintios 15:47). El “primero” fue creado a “imagen y semejanza” (Génesis 1:26) del “Segundo”, para llevar el testimonio de “...Aquel que estaba por venir” (Romanos 5:14). El hombre funcionó 16
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perfectamente en ese papel hasta la Mentira. Pudieron haber sido tres minutos, tres días o tres meses, el tiempo es irrelevante. Lo importante aquí es que entendamos cómo funcionaba él como “tipo” del que vendría (Romanos 5:14)1. Antes que el hombre viera y valorara todas las cosas a través del lente de la obsesión por sí mismo, vio este ámbito como fue planeado que lo viera. Primeramente vio, entendió y operó de acuerdo a la consciencia que Dios le había dado. Su mente y sus sentidos eran perfectos con respecto a esta creación, aunque no tenía vida eterna, porque la vida eterna no es una cosa, la Vida Eterna es Cristo. Es la Vida de Dios en el alma del hombre y no “la facultad de vivir para siempre”, como a menudo hemos escuchado. Adán no tenía vida eterna; fue “hecho alma viviente” (1 Corintios 15:45) y siempre ha necesitado “nacer del Espíritu” (Juan 3:5). No obstante, era perfecto en el siguiente sentido: Tenía una perspectiva perfecta, Dios le había dado una percepción perfecta de la creación sobre la cual había sido hecho señor. Adán entendía la realidad natural de acuerdo a la verdad; estaba plenamente consciente de su entorno. No sé con exactitud cómo funcionaba esto. Algunos han especulado sobre lo que la mente de Adán y Eva, o la mente pre-caída del hombre, era capaz de saber, ver o hacer. Algunos hacen mención de cómo nosotros, 1
“Tipo” es cualquier persona, lugar, cosa o institución, cuya función designada por Dios es, tipificar o exponer alguna realidad espiritual en Cristo.
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aparentemente, sólo usamos un porcentaje pequeño de nuestra capacidad cerebral. Otros han señalado que Adán fue capaz de darle nombre a cada criatura viviente y atender un jardín de un tamaño increíble. Ahora bien, sin tomar en cuenta lo particular de sus habilidades naturales, yo sé lo siguiente: El hombre tenía mucho mayor entendimiento, perspectiva y verdad con respecto al ámbito natural, que nosotros hoy. Nosotros tenemos la tecnología, la filosofía y la ciencia, pero el primer hombre tenía la verdad, la sabiduría y la perspectiva que Dios le había dado. La visión que él tenía de las cosas creadas no estaba nublada por el lente oscuro del yo, y con dicha visión vio el mundo, le dio nombre a su creación y gobernó de acuerdo a la verdad de dicho ámbito, aunque fuera por muy poco tiempo. Con la verdad reinando en su alma, Adán funcionaba como las cosas naturales: A imagen de la realidad espiritual, de la cual todas las cosas naturales llevan testimonio. Con sabiduría, entendimiento y conocimiento, él comprendió y habitó plenamente su ámbito. Conoció a los animales mejor que lo que ellos se conocieron a sí mismos, y los vio de acuerdo a su propósito de creación. Es más, le dio nombre a cada uno de ellos según la comprensión que Dios le había dado. Él tenía que reinar, gobernar, conocer plenamente y subyugar esta creación. Tenía que ser fructífero, multiplicarse y llenar esta creación con su género. Todo lo creado tenía que reproducirse “según su género” (Génesis 1:11). Con la verdad operando en su alma, Adán 18
El Testimonio En Un Hombre
pudo permanecer en este estado de existencia, es decir, en perfecta armonía con la mente del Señor. La razón de todo esto, el panorama general y meta detrás de todo esto era, que en la plenitud del tiempo el hombre pudiera hallar este propósito creado, realizado y cumplido en Jesucristo como una nueva creación. El alma renacida del hombre se convertiría algún día, en la creación donde el “Segundo Hombre” reinaría y gobernaría. Cristo conocería plenamente, subyugaría y le daría nombre a Su creación. Seríamos aquéllos en quienes Cristo sería fructífero y se multiplicaría, seríamos el incremento según Su género. Nosotros, como Su habitación viva, un día llevaríamos Su nombre. En otras palabras, la historia de Adán y su creación nos invita a ver algo del corazón de Dios. Es el preámbulo de un acontecimiento por venir. Antes de la Mentira, la relación de Adán con el mundo profetizaba la jugada final de Dios. En Cristo, Dios ha cumplido y perfeccionado todo lo que Adán tenía por objeto retratar. Mucho del Nuevo Testamento nos muestra que nuestra salvación en Cristo es, el cumplimiento y consumación de lo que Adán y su creación apuntaban. Nosotros somos una Nueva Creación: “...si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). La Semilla de Dios tiene su incremento en nosotros: “Pues habéis nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino de una que es incorruptible...” (1 Pedro 1:23). En consecuencia Pablo ora: “Hijitos míos, por quienes 19
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vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” (Gálatas 4:19). Cristo está sometiendo Su Creación: “El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede sujetar a sí mismo todas las cosas” (Filipenses 3:21). Él nos da nombre de acuerdo a Sí mismo: “...escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y [escribiré sobre él] mi nombre nuevo” (Apocalipsis 3:12; BLA). Nosotros nos convertimos en el incremento de Su género: “Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que da el crecimiento... Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios...” (1 Corintios 3:7 - 9). “Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo...” (Romanos 8:29; BLA). Adán fue creado con un propósito, y dicho propósito no se comprende en la muy abreviada historia del pecado y del perdón tan popular en la iglesia. Es mucho más grande de lo que cualquiera de nosotros entiende. En el principio, Dios creó un universo natural que le daba expresión a la gloria y objetivo de Dios a través de Su Hijo. Hace mucho tiempo Adán fue parte de ese testimonio, y luego comió una mentira.
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Capítulo III La Caída del Hombre del Propósito de Dios
Adán cayó. La iglesia habla a menudo de esta infame caída, pero por lo general es mal entendida. El hombre no cayó de una unión con Dios. Dios, en el jardín, caminó con el hombre en una relación no obstaculizada por el pecado, es cierto, pero no residía en él. Dios le decía palabras al hombre, pero no pudo revelar Su Palabra Viva en el alma del hombre. El hombre no cayó de la salvación que Dios nos ofrece ahora en Cristo. Cuando Adán cayó, cayó de un propósito; quedó horriblemente corto de lo que Dios había creado que fuera e hiciera. Perdió toda la capacidad de llevar en sí mismo el testimonio destinado por Dios y de permanecer en su propósito de creación. En otras palabras, fue “destituido de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).
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La Mentira Y La Luz
Dicha caída de la gloria de Dios no fue sólo consecuencia de haber cogido el fruto prohibido, cuando Eva alcanzó el árbol del conocimiento del bien y del mal ya había sucedido algo. La Serpiente no estaba vendiendo manzanas, estaba vendiendo una mentira. Satanás primero engañó a la mujer, y sólo cuando ella creyó la Mentira fue que el fruto tomó una nueva apariencia. Ella primero comió la Mentira y luego comió el fruto, porque de repente le pareció “bueno para comer, agradable a los ojos, y codiciable para alcanzar la sabiduría” (Génesis 3:6). “Ella tomó de su fruto y comió”, pero esto sólo fue el indicativo externo de algo que ya había acontecido en su corazón. Adán y Eva cayeron, no porque tocaran algo con sus manos, sino porque aceptaron algo en sus corazones. El hombre cayó cuando creyó la Mentira. Esto fue mucho peor que caer en un engaño. Eva no sólo confundió dos árboles o fue engañada al hablar con una lagartija; algo mucho más significativo sucedió aquí. Sabemos esto con certeza por la transformación que ocurrió inmediatamente. En ese mismo instante, la percepción de Adán fue permanentemente desfigurada. Algo pasó en su alma y se convirtió en alguien totalmente consciente de sí mismo, absorto en sí mismo y consciente de su vergüenza, culpabilidad y carencias. Adán y Eva no sólo fueron engañados por palabras, se tragaron una Mentira que alteró permanentemente y corrompió por completo, la manera en que se percibían a sí mismos y a su Creador. Cambiaron la perspectiva y el propósito de 22
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Dios por los propios. Ya no pudieron ver la creación de acuerdo a la verdad. De hecho, no veían nada correctamente, pues todas las cosas eran comprendidas ahora a través del oscuro y pervertido lente del yo. En un instante, Adán fue consciente de sí mismo, de sus carencias, de sus necesidades, de su vergüenza; nada es más claro en la historia de este hombre y en la de sus descendientes. Inmediatamente, todas las cosas de la creación natural fueron conocidas, entendidas y experimentadas, no según la perspectiva dada por Dios, sino en relación a sus intereses egoístas. Este fue el efecto de la Mentira, y la resultante corrupción ha sido pasada a cada hijo e hija nacida a “imagen y semejanza de Adán” (Génesis 5:3). El temor entró en este otrora testimonio perfecto, y pronto le siguieron el enojo, el orgullo, la vergüenza y el asesinato. ¿Por qué? Porque la relación del hombre con todo lo creado no se correlacionaba más con la perspectiva e intención de Dios. Adán ya no llevaba el testimonio del objetivo final de Dios en Cristo; había caído del propósito en el que había sido creado. Ahora su relación con todas las cosas tendría su origen y realidad, en la consciencia del yo y en la consumidora obsesión de la auto-preservación. El hombre lo vería todo a través del filtro del beneficio propio. Pablo lo describe en el primer capítulo de la carta a los Romanos: El hombre cambió la gloria de Dios por su propio entendimiento entenebrecido, cambió la verdad de Dios por la Mentira. Consecuentemente, se convirtió 23
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en el centro de su propia historia y con un propósito para sí mismo; vería todas las cosas en relación con su beneficio personal. Tan pronto aceptó la Mentira se escondió de Dios e inmediatamente después buscó cubrir su desnudez. Temió la ira de Dios, culpó a otros por su propia culpa, y poco después, asesinó por celos; estos son los frutos de la obsesión por sí mismo. Así fue como la Mentira corrompió el alma del primer hombre, y ahora sería el lente perverso y el espejo torcido a través del cual todas las cosas serían vistas. El propósito se perdió; el testimonio fue rendido. La corona de la creación de Dios no llevaría más la imagen y semejanza “del que había de venir” (Romanos 5:14). El hombre había contraído el virus de la obsesión por sí mismo, se había vuelto una mentira. Con esta Mentira comenzó un nuevo día, en el que el hombre explotaría y manipularía este mundo de acuerdo a sus propios propósitos. No es de extrañar que inmediatamente después de la caída, leamos que el mundo se llenó de violencia y corrupción. Vemos a Dios afligido en Su corazón, dolido por el estado del mundo y preparándose para destruir tanto al hombre como a la tierra con un gran diluvio. Génesis 6:5-7 “Y el SEÑOR vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer siempre el mal. Y le pesó al SEÑOR haber hecho al hombre en la tierra, y sintió 24
La Caída del Hombre del Propósito de Dios
tristeza en su corazón. Y el SEÑOR dijo: Borraré de la faz de la tierra al hombre que he creado, desde el hombre hasta el ganado, los reptiles y las aves del cielo, porque me pesa haberlos hecho”. (BLA) Génesis 6:11-13, “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra”. ¿Por qué tal arrepentimiento e ira en el corazón de Dios? Porque la verdad fue rechazada y la perspectiva perdida. El propósito eterno de Dios había sido entregado. Ahora “el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19), y sus habitantes están bajo el dominio del “Padre de mentiras” (Juan 8:44). En lo sucesivo, la Serpiente sería conocida como “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31), el “príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2), “el dios de este siglo” (2 Corintios 4:4). La tierra había caído juntamente con Adán; distorsionada y desfigurada del propósito. Ahora el mundo era el incremento de Adán, una creación bajo su dominio. Se volvió una caída en exhibición, el gran 25
La Mentira Y La Luz
escenario de Adán, el mundo donde la Serpiente y su género “opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2). Lucas 4:5-7, “Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos”. T. Austin-Sparks escribe: “El mundo en el que estamos viviendo es un mundo falso, es un mundo arrastrado por mentiras. Toda la constitución de este mundo es una mentira, y ella está en la naturaleza misma del hombre, aunque la mayoría no lo sepa y piense que son verdaderos. El hombre está tratando de construir un mundo sobre una falsa suposición”1.
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T. Austin-Sparks, Escuela de Cristo (Impreso por Iglesia Emanuel)
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Capítulo IV ¿Qué Es La Mentira?
La pregunta permanece: ¿Qué es la Mentira? Hemos visto algunos de sus resultados, pero ¿qué creyeron exactamente Adán y Eva? ¿Qué tipo de mentira pudo hacer esto? ¿Cómo pudo una mentira cambiarlo tanto? Una mentira tendrá este efecto, sólo si tiene que ver con las más profundas y fundamentales presuposiciones del corazón humano, sólo si ataca el centro de todo lo que el hombre conoce de Dios y de sí mismo. Una mentira contamina para siempre el alma del hombre natural, sólo si le ofrece una perspectiva de la realidad en la cual encuentra propósito, valor, sabiduría, destino y vida aparte de Dios. Y este es el corazón de la Mentira; esto fue lo que Adán creyó: Que él era alguien o algo independiente de Dios. El objetivo de Satanás fue perpetrado aquel día en el Jardín del Edén, cuando Adán y Eva se alejaron de la Serpiente creyendo que podían 27
La Mentira Y La Luz
“ser como Dios”, “conocer el bien y el mal” y “tener sus ojos abiertos” (Génesis 3:4-5). ¡Se alejaron pensando que sabían más que Dios! Entonces, esta Mentira es mucho más profunda y más poderosa que una creencia. Es una no hablada, y generalmente no reconocida cosmovisión, en la que el hombre es el centro y fuente de todas las cosas. La perspectiva carnal del hombre ha venido a ser el lente a través del cual él ve, mide y valora todas las cosas. Las cosas son relevantes en la medida que es mejorado por ellas. Las cosas son verdaderas en la medida que desea que ellas sean reales. Las cosas son buenas en la medida que se beneficie de ellas. Esta Mentira es el centro de todo lo que naturalmente pensamos, conocemos, deseamos y sentimos. No debemos rehusar oír esto. No hay forma en la que Dios muestre esto de manera “amigable” o “amable” para con Adán. Romanos 8:6-7, “La mente de la carne es muerte, y la mente del Espíritu es vida y paz; porque la mente de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo”. (Traducción literal). La Mentira no es sólo uno de nuestros pensamientos, es la fuente de donde brota todo pensamiento. Está debajo de todo deseo, esperanza e
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¿Qué Es La Mentira?
intención. Es más profunda que una emoción, y mueve y moldea el intelecto. Nosotros vivimos por y de acuerdo a nuestra evaluación de todas las cosas. Todo lo medimos de acuerdo a nuestro conocimiento imaginario del bien y del mal. Creemos que tenemos propósito independientemente de Dios. Esto es como un martillo alegando propósito separado del carpintero; como una jarra profesando valor sin agua; como una bombilla afirmando utilidad sin electricidad. De hecho, es mucho peor que todo esto, es el alma humana corrupta que piensa que tiene o es algo, separada del Espíritu eterno de Dios. La Mentira desecha el objetivo de Dios, e intenta encontrar, en un siempre creciente número de maneras, propósito en una vasija vacía y engañada. Nos creemos valiosos independientemente de la intención creadora de Dios. Nos imaginamos llenos de potencial y capacidad que sólo necesita ser descubierta y desarrollada. Vemos en nosotros tanto que es bueno y útil; si el hombre puede usarlo, Dios puede usarlo. De esta manera traemos la Mentira directamente a la iglesia.
La Mentira En La Iglesia No es difícil reconocer cómo los incrédulos viven de acuerdo a la Mentira; buscan conocer la vida y la verdad separados de Dios. Con “criterios meramente humanos” 29
La Mentira Y La Luz
(1 Corintios 3:3; NVI), encuentran propósito en la tierra, en sus posesiones, relaciones y actividades. Valoran el mundo por sus efectos pasajeros en sus emociones. Todo esto es enteramente apropiado para los que están “muertos en delitos y pecados”, y para los que se comportan según “...los deseos de la carne, hacen la voluntad de la carne y de los pensamientos, y son por naturaleza hijos de ira...” (Efesios 2:1-3). Éstos no intentan ver las cosas de otra manera; en realidad, no “...pueden ver el reino de Dios a menos que hayan nacido de nuevo” (Juan 3:3). Para los que hemos venido a nueva vida en Cristo Jesús, la gran confusión y contradicción está con nosotros. Porque aunque hemos hallado a Cristo, fallamos en reconocer que hemos acumulado una enorme colección de imaginaciones y presuposiciones erradas que yacen debajo de nuestro entendimiento de la salvación. La Mentira le ha dado forma a nuestra manera de verlo todo, y hasta que no sea destruida y desplazada por la Persona de la Luz, permanecerá como el fundamento sobre el cual buscamos entender el cristianismo y obedecer el evangelio. De ahí que, si nuestro cristianismo es algo menos que la vida del Señor Jesucristo siendo formada en el alma, no es nada en absoluto. Si las palabras verdaderas, las doctrinas correctas y las causas nobles se edifican sobre la Mentira, sólo equivalen a religión muerta, ya que nosotros seguimos siendo el centro y la fuente de todo lo que se hace en el nombre de Dios. 30
¿Qué Es La Mentira?
La Mentira es el autor silencioso de mucha de nuestra doctrina e instrucción, tanto que retrata la cruz como la manera en que Dios produce una mejor versión de nosotros. En el evangelio que hemos inventado, le permitimos a Adán vivir para Dios; en la salvación que hemos popularizado, Cristo muere para que nosotros podamos alcanzar nuestro potencial, hagamos nuestro mejor esfuerzo para Dios y vivamos nuestras vidas al máximo. Hemos hecho a Dios el autor de nuestras historias adámicas exitosas. Decimos: “Adán vive, pero ¡alabado sea el Señor!...ahora está perdonado”; esto está muy lejos de la verdad. En realidad, nuestra salvación es la muerte del hombre adámico a fin de que Cristo sea “formando en ustedes” (Gálatas 4:19). Es más, nosotros estamos indudablemente perdonados, sólo porque estamos “crucificados con Cristo” (Gálatas 2:20), para que sólo Él pueda ser “el todo y en todos” (Colosenses 3:11). A través de la cruz, somos “bautizados en Su muerte” (Romanos 6:3) y “sepultados con él” (Colosenses 2:12), para que ahora “...no viva yo, mas viva Cristo en mí” (Gálatas 2:20). Con todo, nosotros hemos creado un cristianismo sin cruz, donde la salvación es simplemente “la oración del pecador” junto con la modificación de conducta. ¿Cómo entran estas ideas en la iglesia y crecen con tal popularidad? En realidad es muy simple. Nosotros mismos, en la oscuridad de la mente no renovada, metemos con nosotros en Cristo la perspectiva del mundo que ha sido moldeada por la Mentira. Enseguida 31
La Mentira Y La Luz
buscamos servirle con nuestra sabiduría, agradarle con nuestras habilidades, aprenderle con nuestras mentes y pedirle Su ayuda para nuestras metas. Así es como Dios se convierte en otro de los medios para nuestros objetivos; en una manera por la que llevamos a cabo el sueño egocéntrico de grandeza espiritual. Mi fin no es criticar la iglesia, sino sencillamente exponer la realidad de que la Mentira no se desvanece en el aire cuando nacemos de nuevo. Es más, la Mentira no sale (Efesios 4:25), si no se saca al hombre que es definido por la Mentira. Este es precisamente nuestro problema. Esto es lo que la mayoría de las veces nosotros no entendemos. Usted no puede echar la Mentira si no echa al hombre adámico que es la Mentira. Aunque en la salvación usted ha muerto a Adán y vive para Dios en Cristo, la Mentira aún reina en el entendimiento entenebrecido de la mente no renovada. Como tal, es desecha sólo cuando al llegar la Luz lo que queda del primer hombre es lavado del alma. Alguien podría decir: “Yo solía creer esa Mentira, pero ya no. He aprendido que no soy nada separado de Dios”. No, usted no ha aprendido nada; usted no puede decir eso; no es ese tipo de mentira. No es un engaño intelectual del cual usted decide apartarse. No es falta de información o educación. Usted no puede quitar el poder de la Mentira si no ha quitado la plenitud del hombre que es la Mentira; como tampoco puede decir que ha aprendido la plenitud de la Verdad, más de lo que puede decir que ha crecido en la plenitud de Cristo. Esta 32
¿Qué Es La Mentira?
Mentira no es algo en lo que usted deja de creer, es alguien que debe dejar de vivir. En Juan capítulo 8 Jesús les habló a los fariseos acerca de conocer la verdad y creer la Mentira. Él no insistió en que ellos corrigieran las ideas erróneas o en que reconocieran mejores doctrinas. El problema era mucho más serio que eso. Juan 8:41-47, “Vosotros hacéis las obras de vuestro padre... Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis... El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios”. La situación era mucho peor de lo que ellos entendían. El problema no era algo que ellos pensaban, era algo que ellos eran. “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer”. 33
La Mentira Y La Luz
Por lo tanto, la solución que el Señor presentó era mucho mayor que hechos espirituales. De acuerdo a Jesús, conocer la verdad es un encuentro con el Hijo que lo hace a usted libre de sí mismo. Juan 8:31-36, “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”. Lo que estoy diciendo es que la Mentira es mucho más que una idea o concepto en el cerebro; es la oscuridad de la mente adámica caída que es comida viva por la consciencia de sí misma y de sus propias necesidades. La Mentira no es sólo uno de nuestros pensamientos, es el fundamento de todo nuestro pensamiento, el punto de partida de todo lo que percibimos, el universo en el cual el hombre está en el centro del escenario. Es la cosmovisión donde el hombre tiene propósito, valor, vida, sabiduría y destino 34
¿Qué Es La Mentira?
independiente de Dios; la luz falsa por medio de la cual el hombre es capaz de imaginar una vida y un propósito que nada tienen que ver con la verdad. “...si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande no será la oscuridad!” (Mateo 6:23; BLA). Este engaño no se puede superar sólo por creer que existe tal Mentira, es tratado cuando el hombre que es la Mentira, es quitado por la cruz. La Mentira es derrotada, cuando la naturaleza de tinieblas es confrontada y destruida por la Persona de la Luz. La única esperanza del hombre es obtener otra luz, encontrar otros lentes, ver todas las cosas a partir de otro Hombre; el Hombre que se ha llamado a Sí mismo la Verdad, el Hombre que dijo: “Yo Soy la luz del mundo” (Juan 8:12). El verdadero conocimiento de Cristo es un auténtico viaje de salida de un hombre y entrada en Otro. No es sólo el perdón de ofensas, sino una nueva Vida por medio de la cual vivimos, unos nuevos lentes a través de los cuales vemos, una nueva Luz en la cual caminamos; es la experiencia de la cruz. La cruz existe como el instrumento de Dios para la destrucción de la Mentira. No sólo es el lugar donde Jesús murió por usted, es donde usted es crucificado a la Mentira y la Mentira es crucificada a usted. La cruz es como somos “librados de la potestad de las tinieblas” (Colosenses 1:13) y convertidos en hijos de Luz. “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz” (Efesios 5:8).
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La Mentira Y La Luz
Cada acto del Espíritu de Dios es hacia este fin. La primaria y perpetua ocupación del Espíritu Santo es enseñar la cruz al alma de la humanidad redimida. Lo primero que encaramos bajo Su instrucción y enseñanza, es que nuestro problema no es con la mentira, nuestro problema es que somos la Mentira. Esto es precisamente lo que el Espíritu de Dios trae a la vista cuando Cristo empieza a ser revelado en usted. Usted se da cuenta de que el problema es más que la falta de luz; el problema es que incluso su luz es oscuridad, que su justicia es “trapos de inmundicia” (Isaías 64:6), que sus hechos se quedan cortos de la verdad. Usted no está luchando contra la oscuridad; usted es la oscuridad contra la que pelea. Por naturaleza, nosotros somos la oscuridad dentro de la cual Cristo debe venir y brillar para nuestro desplazamiento. La Luz le muestra que usted es la Mentira y trata con usted por medio de la muerte de la cruz. La cruz de Cristo es el remedio de Dios para la mentira de la Serpiente. Números 21:9, “Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía”. El crecimiento espiritual es nada menos que el desplazamiento de la Mentira al desalojar a ese hombre, y ser “revestidos del nuevo, el cual es renovado conforme a la imagen del que lo creó” (Colosenses 3:10). 36
¿Qué Es La Mentira?
Efesios 4:20–25, “Pero vosotros no habéis aprendido a Cristo de esta manera, si en verdad lo oísteis y habéis sido enseñados en El, conforme a la verdad que hay en Jesús, que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente, y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad. Por tanto, dejando a un lado la falsedad, hablad verdad cada cual con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros”. (BLA) Una traducción literal del versículo 25 se lee: “Consecuentemente, despojaos de la mentira”, o “despojaos de lo falso”. Por su contexto, parece que Pablo está haciendo algo más que recordarles a los efesios que se refrenen de “decir falso testimonio”. Este pasaje claramente se refiere a aprender a Cristo y ser “enseñados en él, conforme a la verdad que hay en Jesús”. Por medio de la “renovación del espíritu de la mente”, se les dice a estos creyentes que están despojados de un hombre y revestidos de Otro. Conforme la Luz de la Nueva Vida brilla, van siendo libres de lo viejo y aprendiendo a habitar en lo nuevo, donde son miembros los unos de los otros. Consecuentemente, están “despojándose de la Mentira” y 37
La Mentira Y La Luz
tratándose los unos a los otros de acuerdo a la Verdad. Ellos se están separando de la oscuridad de la obsesión de sí mismos y relacionándose los unos a los otros como miembros de un cuerpo, habiéndoseles dado “a beber de un mismo Espíritu” (1 Corintios 12:13). Están “hablando la verdad en amor” (Efesios 4.15; BLA) y reconocen que “el que se une al Señor, un espíritu es con él” (1 Corintios 6:17). La Mentira sale del corazón junto con el hombre adámico. Para los que están en Cristo, conocer la verdad los hace libres.
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Capítulo V Poniéndole Nombre a La Creación.
Previo a la caída, el hombre le puso nombre a la creación natural de acuerdo a la comprensión que Dios le había dado de lo que veía. Génesis 2:19-20, “Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo...”. El nombre que él puso, correspondía a su entendimiento de lo que allí había y era consistente con el propósito de creación. Dios aprobó sus nombres, pero cuando el hombre creyó la Mentira, perdió la perspectiva 39
La Mentira Y La Luz
y el entendimiento divino. Adán cambió “la verdad de Dios por la mentira...” (Romanos 1:25), no obstante, lamentablemente, nunca ha dejado de poner sus nombres. En otras palabras, aunque la Mentira lo ha privado de una verdadera visión y discernimiento, continúa identificando y evaluando las cosas de acuerdo a su ya caída comprensión. Las nombra según su propia visión, su propia perspectiva. Basado en la observación y en la experiencia, enormemente corruptas por la obsesión de sí mismo, “nombra” las cosas en consonancia al valor que les coloca y de acuerdo a la luz falsa que llama entendimiento. Él no sólo hace esto en el campo de lo natural donde alguna vez tuvo perspectiva, también trata de ponerles nombre a las cosas espirituales, el ámbito donde nunca ha visto en absoluto. Con la mente carnal, que por naturaleza es “enemistad contra Dios” (Romanos 8:7), trata de explicar e identificar un ámbito y una realidad que sólo el Espíritu de Dios puede revelar. Lee términos espirituales y les asigna definiciones adámicas, así, la salvación es mal entendida y abaratada, y el evangelio de la Vida es enseñado sólo como otra religión del hombre. Por ejemplo, le hemos puesto nombre a la justicia; quiero decir, le hemos asignado nuestra definición, le hemos adjuntado nuestra comprensión. Le hemos puesto nombre, la hemos entendido, la hemos reconocido y enseñado de acuerdo a cómo esta palabra se presenta en la luz falsa de la mente adámica. En lugar de conocer la justicia como la vida y naturaleza de Cristo una vez 40
Poniéndole Nombre a La Creación
testificada por la ley mosaica, y que ahora obra por fe en el alma de los redimidos, la hemos reducido a una lista de comportamientos aceptables o inaceptables. Para la mayoría, la justicia involucra una serie de leyes, una colección de reglas, o las cosas “buenas” que nos sentimos obligados a hacer como cristianos. Un hombre dice que es algo que hacemos, otro cree que es algo que usamos, y para otro es algo que no debemos tomar, tocar o decir. El punto es que le damos nuestro nombre; la comprendemos de acuerdo a la Mentira. Le ponemos nombre al “amor”. ¿Qué es amor? ¿Cómo entendemos y enseñamos el amor en la iglesia? Por lo general, el amor se enseña como algo que uno hace o siente que ministra una necesidad. Olvídese de si hay alguna verdad representada en él, o si corresponde con el propósito y mente del Señor. No importa que no tenga nada que ver con lo que el apóstol Juan describe: Un pueblo que mora en Aquel que es el amor y en el que sus miembros se relacionan los unos con los otros en la Luz. Si responde a una necesidad o mueve una emoción, rápidamente lo llamamos amor. Aún, cuando la centralidad del hombre es el elemento común en todos nuestros “nombres”, no estamos unidos. Raramente estamos de acuerdo entre nosotros por mucho tiempo, pues somos rápidos para cambiar nuestras ideas, somos “fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina” (Efesios 4:14). Aun así, nos maravillamos ante la división en el cuerpo de Cristo y nos avergonzamos de las innumerables 41
La Mentira Y La Luz
denominaciones, ya que hay tantos nombres como personas colocándolos. No hay dos mentes carnales que piensen igual, nunca hay acuerdo en la carne; las almas son totalmente independientes y autónomas entre sí, hasta que sean llenas del mismo Espíritu e inundadas de la misma Luz. A los que empiezan a ver lo nuevo en la Luz, no les extraña por qué crecer en la verdad incluye la redefinición de todas las cosas espirituales. No debería sorprendernos que la manera en que comprendemos cada término espiritual, necesite ser redefinido en la “...luz del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:6), porque sea que lo entendamos o no, todo entendimiento natural nació y se bañó en la oscuridad de la Mentira. Le hemos puesto nombre a la comunión, a la iglesia, a la adoración, al ministerio, al amor, a la fe, a la gloria, al pecado, a la salvación, a la gracia, a la redención, y todos esos nombres han sido asignados en la oscuridad. El asunto no es si creemos en estas cosas, sino si las hemos visto en la oscuridad de la Mentira, o en la claridad de “...su luz admirable” (1 Pedro 2:9). En los días de su carne, Jesús sanó a un hombre que había sido ciego desde el vientre de su madre. Este hombre nunca había visto nada, sin embargo, y con toda certeza, había interactuado con su entorno a lo largo de su vida. Él se había encontrado sin ninguna duda, con los árboles, las casas, la lluvia y la luz del sol; había conocido a sus padres, hermanos y amigos. Yo no sé cómo 42
Poniéndole Nombre a La Creación
funciona esto en la mente de un ciego, pero él debe haber tenido alguna imagen mental, o concepto, de la apariencia de las cosas en el mundo. Él se formaba impresiones o ideas mentales de las cosas del mundo, basado en lo que sentía, oía, olía y pensaba. Jesús escupió en la tierra, hizo barro y lo aplicó a sus ojos, y por primera vez en su vida, vio las cosas tal como eran. Por primera vez vio en independencia de su propia imaginación. Aquí voy a hacerle una pregunta: ¿Cuántas de sus ideas acerca de la apariencia de las cosas piensa usted que él acertó? ¿Cuántas de sus imágenes mentales, de su madre, de un aguacero, del bosque... cree usted que coincidieron con la realidad? Ni una sola. ¿Por qué? Porque no tenía nada más para trabajar que oscuridad; hasta que sus ojos funcionaran dejando pasar la luz, sólo tenía su imaginación. Incluso la mejor de las conjeturas, sería como un golpe dado en la oscuridad, sería como el error que se levanta al usar el sentido equivocado para entender lo que sólo la luz puede mostrar. Eso es lo que sucede cuando buscamos entender y “nombrar” algo separados de la Luz de Cristo. Si ese algo no lo nombra Él, será parte de la Mentira. Si ese algo no ha sido nombrado en la Luz de Su aparición, ha sido nombrado en las tinieblas de la mente no renovada. Al igual que con el primer hombre en el jardín, todo debe ser traído ante el “Segundo Hombre” para recibir su nombre; y lo primero y más importante que debemos permitirle a Él nombrar es, a nosotros. Él nos debe llamar de acuerdo a la Verdad, incluso antes de que 43
La Mentira Y La Luz
veamos correctamente. Cuando Cristo le pone nombre a usted, primero lo llama “muerto”, “ciego”; debemos contar con eso. Antes de que usted entienda el nombre “hijo”, “redimido”, “novia” o “ciudad”, Él debe mostrarle que usted es “desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo” (Apocalipsis 3:17). Ese es nuestro nombre por naturaleza y Su Luz hará que usted lo reconozca. Dios primero le muestra a usted, lo que Él ve que usted es por naturaleza, porque sólo entonces usted podrá entender, qué es tornarse partícipe de la naturaleza de Él (2 Pedro 1:4). El entendimiento de lo que usted es sin Él, es el fundamento sobre el cual Él empieza a mostrarle lo que usted es en Él. Por tanto, usted aprende el nombre “muerto”, antes de poder entender el nombre “resucitado con Cristo”; aprende el nombre “juzgado”, antes de entender el nombre “acepto en el Amado”. Él lo llama a usted por su naturaleza, antes de que usted pueda comprender lo que es ser nombrado por la de Él. Si Él no le muestra primero la Mentira, usted la llevará a la iglesia como una enfermedad y la mezclará con la verdad. No obstante, Dios nombrará lo que sea que estemos dispuestos a presentarle. Nos mostrará la verdad acerca de cualquier cosa que estemos dispuestos a ver. “...en tu luz veremos la luz” (Salmo 36:9). En Su Luz llegamos a entender lo que la Mentira le ha hecho al alma del hombre. Ella nos ha hecho “por naturaleza hijos de ira” (Efesios 2:3). En nuestra carne “...no mora el bien” (Romanos 7:18). “...separados de mí, nada podéis hacer” 44
Poniéndole Nombre a La Creación
(Juan 15:5). Solamente en Su Luz comprendemos que todas las cosas buenas tienen su origen en Dios. Juan 3:20-21, “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”. En la Luz vemos que Él es la realidad y definición de la justicia, que Él es la sustancia del amor. Estas palabras no le dan definición a Él, Él es el definidor de estas palabras. El hombre no entiende a Dios al leer palabras espirituales, todo lo contrario, el hombre entiende las palabras espirituales al ver a Dios. Él es el que lleva el nombre y define la realidad de la verdad, la vida, la gloria y la salvación. “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1Corintios 1:30). Tal como dijo Watchman Nee: “Cristo es la suma de todas las cosas espirituales”1; y se ofrece a Sí mismo a nosotros, como la Resurrección y la Vida de nuestra alma. Él se da plenamente a nosotros, y al hacerlo, nos ofrece Sus nombres. Él otorga Sus nombres a cambio de los nuestros. Cambiamos “gloria, en lugar de ceniza” (Isaías 61:3), la muerte por la vida, lo viejo por lo nuevo, el hijo de Adán por el Hijo del Dios Vivo. Él nombra lo 1
Watchman Nee, Cristo La Suma de Todas las Cosas Espirituales. (Christian Fellowship Publishers 1973)
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La Mentira Y La Luz
que le presentemos, y sin embargo, le presentamos muy poco. En lugar de presentarle, nos aferramos a la Mentira en todas aquellas áreas en las que estamos encariñados con nuestros nombres. Por ejemplo, estamos tan encariñados con el entendimiento que tenemos de la oración, que estamos seguros de que no necesita ser renombrada en la Luz. Nos decimos a nosotros mismos: “Yo oro desde niño. He leído muchos libros sobre el tema y he visto muchas oraciones contestadas. Si hay algo que entiendo, es la oración”. En consecuencia, nos aferramos fuertemente a nuestro entendimiento, en lugar de presentarlo a Cristo para que le “ponga nombre”. Así es con cada concepto o creencia espiritual. Este podría ser perdón, cielo, ministerio, juicio o cualquier otro. Estamos tan familiarizados con estas palabras que estamos muy lejos de cuestionarnos nuestra comprensión de tales doctrinas fundamentales. Asumimos que sabemos tanto, que rechazamos la Verdad en nombre de los hechos. Estamos tan acostumbrados a las palabras cristianas y manejamos tantas Escrituras que no suponemos que la Mentira sea el fundamento de todo lo que llamamos conocimiento. Es de esta manera que podemos estar “siempre aprendiendo, y nunca llegando al conocimiento de la verdad” (2 Timoteo 3:7). Podemos “diligentemente escudriñar las Escrituras pensando que en ellas hay vida”, y aún así, “no ir a él para encontrar la vida” (Juan 5:40). Profesamos ser sabios, pero permanecemos 46
Poniéndole Nombre a La Creación
necios, porque “estas cosas están escondidas para los sabios, y son enseñadas y reveladas a los niños” (Mateo 11:25). Estamos advertidos por Pablo de que “...si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo” (1 Corintios 8:2). No estoy hablando de una renuencia a ser corregidos teológicamente o a ser educados en doctrina, no es a eso a lo que nos oponemos. Nos resistimos al cambio de la Mentira por la Persona de la Verdad, porque rehusamos dejar ir nuestros nombres. Nos gusta la idea de “caminar en la Luz”, pero no al costo de renunciar a nuestras mentiras favoritas. Queremos vivir libres de la esclavitud, pero no si todo el hombre adámico debe ser circuncidado del alma. Ciegamente, pero desafiantes, nos oponemos a la intención del Espíritu. Estamos empeñados contra la cruz, porque demanda la muerte del primer hombre junto con sus obras, pasiones e ideas religiosas. No podemos aceptar que el costo de conocer la verdad, sean nuestros nombres. Al igual que el hombre que nació ciego, no hay posibilidad de que separados de la Luz hayamos nombrado algo correctamente. Cristo es la Vida nueva y el nuevo Lugar donde vivir, así que debemos comenzar con la nueva Luz. Todo lo que conservemos: definición, valor, entendimiento o perspectiva que no haya sido totalmente renombrada en la Luz de Cristo, o todo lo llamado cristiano: concepto, doctrina o experiencia a lo que nos aferremos, tarde o temprano encontrará su camino al centro de nuestro corazón. Por lo general, 47
La Mentira Y La Luz
estas son las cosas que han sido más familiares e importantes para nosotros en la religión cristiana, son los “Ismaeles” que hemos engendrado y amado al no esperar al hijo de la promesa. Son las torres de Babel que construimos con oración, tiempo y lágrimas, procurándonos un nombre espiritual en la tierra. Cualquier cosa del hombre y de la mente natural que no haya sido completamente lanzado y abandonado, permanecerá ahí esperando reclamar su lealtad y eclipsar su visión de la Verdad de Dios.
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Capítulo VI Lo Rojo Y Lo Azul
Aunque hemos estado enfocados casi exclusivamente en la Mentira, en última instancia nuestro objetivo es entender y experimentar la realidad de la Luz al desplazar la Mentira. Sin embargo, si comenzamos subestimando el poder y los efectos de la Mentira, sin saberlo, construiremos verdad sobre ella; y los hechos que se establezcan sobre un fundamento falso son carentes de poder. En este sentido, el cristianismo, independientemente de cuán precisas sean nuestras doctrinas, será siempre un encuentro sin sentido de palabras, en lugar de la experiencia del Espíritu de Verdad llenando nuestras almas de Sí mismo. La Verdad es una Persona, no palabras acerca de una Persona, y usted llega a conocer a la Persona que es la Verdad sólo cuando Él inunda con Su Luz admirable la oscuridad de su alma.
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La Mentira Y La Luz
¿Ha necesitado usted alguna vez ver y experimentar el poder de la Verdad? ¿Ha estado usted alguna vez desesperado por conocer algo más real que su dolor, sus circunstancias o incluso su yo? Yo he pasado por algunos momentos difíciles en mi vida, en los cuales luché contra el miedo y la confusión. Recuerdo que muchas de esas veces clamé al Señor con las palabras del Salmo 43: Salmos 43:3, “Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas”. Hubiera querido saber en aquellos momentos de oraciones, ayunos y plegarias, que antes de que la Verdad pudiera siquiera corregir mis emociones y superar mis circunstancias, tenía que mostrarme la mentira que había saturado mi alma. Había una mentira que era incluso más profunda que mi dolor. Dicha mentira había llenado y formado mi percepción, le había puesto un nombre equivocado a mi mundo, y era demasiado familiar como para reconocerla. No podía ver el bosque por los árboles.
Nacido En Un Mundo Rojo Quizás esta analogía sirva para ilustrarlo. Suponga que hay un mundo donde todo es rojo. No hay siete 50
Lo Rojo Y Lo Azul
colores en el arco iris, hay sólo uno. Todo es rojo; hay rojo claro, rojo oscuro, rojo cereza, rojo sangre, rojo rubí, rojo escarlata, etc. Un solo color en todas sus variaciones. En este mundo rojo es imposible que una persona imagine otro color que no sea el rojo, como imposible es para usted y para mí, imaginar un color que no sea parte ya de nuestro espectro conocido. Recuerdo que cuando era niño, traté de descubrir un color totalmente nuevo. Yo creía que con toda seguridad, debían existir una multitud de colores esperando ser descubiertos. No obstante, y a pesar de que lo intenté, mi mente sólo visualizaba formas y combinaciones de lo que yo ya había visto. Tomó un poco de tiempo, pero finalmente decidí que no tenía la habilidad de ver más allá de lo que mi mente ya había observado. El hecho es, que como para la mente es imposible extenderse o crear más allá de lo que sus sentidos perciben, nadie ha descubierto o inventado un color totalmente nuevo. La mente del hombre es muy creativa, pero su creatividad tiene límites. Incluso la criatura más extraña que el hombre pueda soñar en un cuento de hadas, es sólo una mezcla, ampliación o modificación de algo que ya existe: Una araña de veinte patas, una persona diminuta con alas de colibrí, una avestruz con cuatro cabezas y colmillos, etc. Extraño, sí; genuinamente nuevo, no. El hombre simplemente no puede imaginar o crear más allá del ámbito y de la realidad en la que ha nacido.
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La Mentira Y La Luz
Regresemos a nuestra analogía. Una persona que nace en Mundo Rojo, sólo puede conocer, imaginar y entender las cosas como alguna variación del rojo. ¿Qué pasaría, entonces, si alguien se aproxima a un nativo de Mundo Rojo y le empieza a describir el color azul? Digamos que una persona que ya ha visto el azul, se sienta con un nativo de Mundo Rojo y pasa cierta cantidad de horas explicándole y enseñándole este color totalmente nuevo. Incluso, si esta persona fuera capaz de describir perfectamente el azul, escogiera las mejores palabras para describirlo, la analogía más clara y el lenguaje más exacto, el oyente sólo sería capaz de imaginar el azul como una variación del rojo. El rojo es todo lo que tiene la mente para trabajar, así que, necesariamente, el concepto de azul entraría en la imaginación como alguna representación modificada del rojo. El problema no es que él no se esté esforzando lo suficiente en entender, es que no tiene como fundamento la realidad correcta desde la cual comenzar. Si nuestro hombre de Mundo Rojo intentara borrar sus presuposiciones e ignorar todas sus previas experiencias rojas, aún existiría algo más profundo. Existiría el hecho ineludible de que todo lo que ha visto, imaginado, conocido y entendido es rojo. Suponga que después de escuchar por varias horas este detallado reporte del azul, el hombre de Mundo Rojo decide que ya entiende. Así que corre a casa, busca su caja de crayones, varias hojas de papel e intenta bocetar en azul; y sólo en caso de que algunas de sus ideas estén 52
Lo Rojo Y Lo Azul
equivocadas, dibuja ocho o diez diferentes variaciones de lo que ahora entiende que es el azul. Entonces trae sus dibujos al hombre que ya ha visto el color azul, y orgullosamente despliega su trabajo. Como era de esperarse, ninguno de sus dibujos es azul; hasta el último sigue siendo una forma de rojo. Así que, el hombre de Mundo Rojo, deseando desesperadamente lograrlo, le dice al otro hombre: “Amigo, dígame por favor, qué parte de estos dibujos no es azul y yo la arreglo. Señáleme dónde me equivoqué. ¿Cuál de mis bocetos está más cerca de ser azul? ¿Este es suficientemente claro? ...o tal vez este deba ser más oscuro. ¡Tengo una caja completa de crayones y estoy dispuesto a hacer los ajustes necesarios!” Con toda seguridad, usted puede ver el punto que estoy tratando de demostrar. No estoy hablando de colores, estoy hablando de la Mentira. Antes de que hubiera un boceto en papel, ya había un mundo definido por el color rojo. Está con nosotros. La Mentira es el color del crayón; la Mentira es el color del papel. La Mentira es el color en nuestra mente, incluso antes de que nos sentemos a dibujar en azul. El rojo era el punto de partida de cada pensamiento de azul. Así funciona la Mentira en nuestra alma hasta que es rebatida y desplazada por la Luz. La Mentira es el punto de partida de cada pensamiento de vida, propósito, verdad, amor... incluso de Dios. Es el nombre del titular hasta que es derrocada por la Luz.
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La Mentira Y La Luz
Estoy haciendo todo lo que puedo, para pintar el cuadro de un mundo donde todas las cosas son vistas a través de un lente masivamente distorsionado, porque ese es el mundo en que vivimos. Si fallamos en entender el problema, nunca buscaremos la solución correcta. Independientemente de nuestras intenciones, las presuposiciones equivocadas dan a luz conclusiones equivocadas. El problema es mucho más grande de lo que queremos creer, y la Solución es mucho mayor de lo que nosotros mismos creemos necesitar. Nuestra necesidad de Cristo es mucho más grande de lo que suponemos. Por lo tanto, antes de que tratemos de conocerlo a Él como nuestra Vida y nuestra Luz, debemos reconocer que la mente del hombre adámico caído, es el lugar de residencia de la mentira de la Serpiente; así ha sido desde el principio. Pese a cualquier afirmación que lo contradiga, el hombre se tragó la Mentira y juzgó que podía tener vida, propósito, sabiduría, relevancia y destino independiente de Dios. Esa es la Mentira que corre por nuestras venas. Ella llena nuestras mentes con ideas, se mueve con nosotros en cada circunstancia y relación, nos acompaña a los estudios de la Biblia, a los sermones del domingo y a las reuniones de oración. Todo lo pinta de rojo. Creer en azul, enseñar sobre azul y tratar de vivir por el azul, no cambia nuestro color. Podemos construir escuelas azules, congregarnos en iglesias azules y proclamar realidades azules, pero si la Luz de Azul no desaloja y destruye todo lo rojo, no hemos cambiado realmente o 54
Lo Rojo Y Lo Azul
llegado a conocer el poder y la Persona de nuestra salvación. ¿Por qué esto es tan difícil de entender y creer para la mente natural? Porque Cristo es un color que nunca antes hemos imaginado. En todos los sentidos, Él es un color que ninguna mente roja puede conocer hasta que el azul empiece a brillar. 1 Corintios 2:12-14, “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. Gracias sean dadas a Dios, porque nuestra salvación corresponde al entendimiento de Dios de nuestra necesidad. Él nos ha dado a través de la cruz del Señor Jesucristo, la muerte que nosotros nunca habríamos podido morir, la vida que nosotros nunca podríamos vivir, y la Luz por medio de la cual llegamos a conocer y morar en todo lo que Dios ha consumado.
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La Mentira Y La Luz
Capítulo VII Introducción a La Luz
Al igual que con la Mentira, la Luz (o la Verdad, yo uso estos términos como sinónimos) es mucho más que una creencia. También es como un lente a través del cual se llegan a ver todas las cosas. La Mentira es el engaño del Padre de Mentiras que obra en la mente del hombre caído. La Verdad es la perspectiva del “Padre de las luces” (Santiago 1:17) que hace resplandecer Luz en su corazón y lo trae a Su perspectiva; “En Su Luz, vemos la luz” (Salmos 36:9). Esta Luz es el entendimiento y la perspectiva del Señor, que obra en el alma del hombre a través de la renovación “...en el espíritu de vuestra mente” (Efesios 4:23). Llega a ser la perspectiva espiritual en la cual y por la cual usted vive. Pablo dice: “...y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios” (Gálatas 2:20). 56
Introducción a La Luz
Estas no son palabras en un papel, teologías en una cabeza, doctrinas en un corazón o testimonios en una boca; pueden ser proclamadas o descritas así, no obstante, son en primer lugar, una Persona que comparte “la Luz de la Vida” (Juan 8:12) con usted. La Verdad es una Persona en quien usted, primero que nada, debe nacer. Juan 3:5-6, “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Más que eso, la Verdad es una Persona en quien usted debe aprender a permanecer o no hará nada de relevancia espiritual. Juan 15:5, “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. La Verdad es la Palabra de Dios, y Él es “...viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, que penetra hasta partir el alma y el espíritu...” (Hebreos 4:12). Con esta “espada” Él corta un hombre y establece Otro. Él “...quita lo primero, para establecer esto 57
La Mentira Y La Luz
último” (Hebreos 10:9). Conocer la Verdad siempre obra en nosotros hacia el incremento de la Verdad y nuestro decrecimiento; tal como el incremento de cualquier luz suplanta necesariamente la oscuridad. Nosotros que estamos en Él, debemos llegar a ver todas las cosas en Su Luz conforme somos “renovados en el conocimiento, de acuerdo a la imagen del que nos creó” (Colosenses 3:10). De esta manera llegamos a conocer la Verdad y a ser hechos libres de nosotros mismos y de nuestra esclavitud a la Mentira. Despertamos de un sueño rojo que estábamos seguros era azul, y aprendemos a “andar en luz, como él está en luz” (1 Juan 1:7). En esta Luz entendemos que los que hemos muerto con Él, estamos ya resucitados y escondidos juntamente con Él en el Padre. Así, conforme Él es revelado por el Espíritu, vamos viendo como Él ve y “conociendo como somos conocidos” (1 Corintios 13:12). Colosenses 3:3-4, “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando (en griego “hotan”; literalmente: “cada vez”) Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”. Esta Escritura no describe un evento futuro. Declara un presente y continuo descubrimiento de Cristo, nuestra vida. La gloria que se menciona aquí no es un lugar o tiempo distante, es nuestra presente realidad y 58
Introducción a La Luz
relación con el Señor de gloria que nos ha dado Su Espíritu. Es la misma gloria que dice Pablo que vemos “a cara descubierta” cuando miramos en el espejo de Dios. 2 Corintios 3:18, “Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen...” (BLA) Es la gloria a la que Cristo nos ha traído al unirnos a Sí mismo y hacernos “un espíritu con él” (1 Corintios 6:17). Juan 17:22, “La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno”. En esta gloria somos hallados y aprendemos a permanecer, conforme Cristo, nuestra vida, es revelado. La Luz nos enseña la Vida de Dios que reside en el alma del hombre, y obra en nosotros para conformarnos a Su imagen. Esto es mucho más que la religión cristiana; es Cristo mismo.
Una Pregunta Común En la Luz, los corazones empiezan a distinguir entre la religión muerta y el Cristo vivo. Reconocen que “la 59
La Mentira Y La Luz
vida de Jesús” está destinada a ser “manifestada en nuestra carne mortal” (2 Corintios 4:11), y la primera pregunta que casi todos hacen es, “¿cómo?” Ellos no tienen duda de lo que están empezando a ver, pero ninguno entiende cómo obra. Yo recuerdo claramente el pensamiento: “Ahora entiendo que la bondad no es algo que yo hago, que la justicia no es algo que yo hago, estas son cosas que Él es y cosas que deben obrar en mí; pero... ¿cómo voy a hacerlas? O, ¿cómo hago que Él las haga? O, ¿cómo sucede esto?” Tal vez, la mejor manera de empezar a responder esta pregunta sea, mirando hacia atrás a la Mentira. ¿Cómo obraba la Mentira en usted? ¿Usted en algún momento tuvo que aprender a expresar la Mentira? ¿Fue necesario que usted tomara clases o se ejercitara en la disciplina de pensar, desear y actuar conforme a la Mentira? Su respuesta va a ser: “NO”. ¿Por qué? ¿Por qué era tan fácil? ¿Por qué no requería ningún esfuerzo? Porque sólo se trataba de vivir de acuerdo a lo que usted sabía que era real; era un asunto de naturaleza. Usted vivía de acuerdo a su consciencia de su estado de existencia. No tenía que idear algo, porque ya estaba ahí. No tenía necesidad de ocuparse en algo, porque eso ya obraba en usted. No trataba de creer algo, porque usted naturalmente ya estaba muy convencido. Vivir la Mentira era una obra instintiva de lo que ya era real en usted y su consciencia de eso. Con esto, usted puede empezar a entender algo del poder de la Luz. Tenemos mucho que decir sobre esto, 60
Introducción a La Luz
pero puesto de manera sencilla sería, que la Luz es la consciencia dada por Dios de nuestro verdadero estado de existencia; en otras palabras, es la consciencia de lo que Dios ha hecho en Cristo. Es la consciencia y entendimiento de Dios de la vida nueva, resurrección, libertad, reconciliación, unión, propósito, etc. No es “la mente sobre la materia”; es el Espíritu de Dios obrando en usted, con el fin de mostrarle la realidad de la obra consumada de Dios en Cristo. No es verdadera porque usted se obligue a sí mismo a creer en ella; es verdadera, porque usted nació de Su Espíritu y ha venido a participar de Él. El hecho de que no creamos es precisamente el problema.
La Luz Nos Lleva a La Fe El Espíritu de Dios es quien obra en nosotros el milagro de fe, por medio de la cual vemos como Él ve y “conocemos como somos conocidos” (1 Corintios 13:12). Cuando Su luz brilla, venimos a una experiencia de fe. ¿Qué es fe? Contrario a lo que muchos creen, fe no es lo que usted y yo creemos acerca de algo. No es una creencia, no es confiar, no es esperanza. Alguien podría decir: “Yo tengo la fe de que Dios será capaz de dividir el océano”; pero eso no es fe. Esa es una creencia, algo que usted cree que Dios puede hacer. Otro podría decir: “Yo tengo la fe de que Dios levantará un líder honorable para 61
La Mentira Y La Luz
nuestra nación”; pero eso tampoco es fe. Eso es esperanza, un deseo, algo que a usted le gustaría que sucediera. Otro más podría decir: “Yo tengo la fe de que Dios siempre proveerá para mis necesidades materiales”; de nuevo, eso tampoco es fe. Eso es confiar, algo en lo que usted depende de la mano de Dios. Entonces, ¿qué es fe? Fe es la mente de Cristo operando en su alma. Es la visión de la realidad espiritual que se presenta a los ojos del corazón, tras la revelación de Cristo. Es el ver o mirar espiritual que le es dado a usted por el Espíritu. Más que eso, en realidad es el mirar del Espíritu, es la perspectiva del Espíritu escrita en su corazón. Jeremías 31:33, “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”. Así que, cuando la Escritura habla que el Espíritu de Dios revela la verdad, no debemos entender que la Luz de Dios opera para ayudarnos a creer ese algo que es verdadero. La fe es algo mucho más significativo. No es confianza en ese algo que es verdadero, ni tampoco nuestro entendimiento de las cosas espirituales. Todo lo contrario, es el entendimiento del Espíritu siendo escrito en el corazón por el dedo de Dios. La fe es algo totalmente sobrenatural. Ella existe en nosotros sólo 62
Introducción a La Luz
donde la Luz de la Vida ha brillado y nos ha llevado a Su mente. Obra en nosotros, de tal manera, que la verdad conforme está en Cristo progresivamente se va tornando la verdad conforme está en nuestra alma.
Tomando Consciencia de Nuestro Estado de Existencia Pensemos de nuevo en el primer capítulo. Comenzamos viendo a Adán como el primer hombre; creado por Dios y colocado en el mundo con perfecta consciencia de su estado de existencia. Era el deseo de Dios que ese hombre experimentara plenamente su estado de existencia, y con ese fin, le dio perfecta consciencia de ello. En otras palabras, Dios colocó a Adán en la creación natural y le dio lo necesario para vivir en la plenitud de ese mundo. Le dio luz natural, cinco sentidos y una mente física perfecta para que pudiera experimentar, disfrutar, entender, nombrar, gobernar y participar plenamente de dicha creación. Sin la consciencia de su creación, Adán no habría podido vivir en lo bueno de ella. Es más, ¿qué nombre le ponemos nosotros a una deficiencia en la consciencia de nuestro estado de existencia? Lo llamamos discapacidad o minusvalía. ¿Qué significa ser discapacitado o minusválido? Significa que en alguna de las capacidades del hombre, sea la 63
La Mentira Y La Luz
vista, la audición, física o mental, la persona no está plenamente consciente, o en contacto con su estado de existencia. A uno lo llamamos ciego, a otro sordo, a otro paralítico, pero en cada uno hay una desconexión en su consciencia del mundo, o en su relación con el mundo. Hay una incapacidad de experimentar y vivir en lo bueno de todo lo que es real en su entorno. La Luz de Cristo que brilla en nuestra alma, obra de la misma manera. Ella hace que tomemos consciencia de nuestro verdadero estado de existencia; hace que sepamos dónde estamos. Nosotros, los que hemos nacido de arriba, que hemos sido unidos al Señor y llevados a la casa del Padre, permanecemos la mayor parte enormemente inconscientes de nuestro estado de existencia espiritual. Es imposible que separados de la Luz que nos lleva a la verdadera fe, ocupemos la Tierra a la que Dios nos ha introducido. Esa fue la historia del Israel del Antiguo Pacto; esa fue la historia de Abraham antes de ellos. Dios le dijo a Abraham que saliera de un país, de una parentela y de la casa de su padre, y fuera a una herencia que Él le mostraría. Así es como Dios nos llama a usted y a mí. Él nos llama de un género, de una creación, de una familia, y nos lleva a otra. Nos llama a una herencia que sólo puede ser mostrada a nosotros. Es el éxodo de un hombre a Otro. Es el llamado a salir de un ámbito, para permanecer en otro que es revelado progresivamente. Al igual que Abraham, debemos caminar a lo largo y ancho de esta tierra llamada Cristo. El Espíritu nos lleva en este camino de fe, 64
Introducción a La Luz
donde llegamos a saber “...las cosas que Dios nos ha concedido” (1 Corintios 2:12); llegamos a verlo a Él como nuestro “sobremanera grande galardón” (Génesis 15:1). Esta fue la jornada de Abraham en tipo y sombra, y es la nuestra en espíritu y en verdad. Si lo que Dios ha hecho real a través de la cruz del Señor Jesucristo no nos es mostrado por la Luz, nunca podremos experimentar nuestro verdadero estado de existencia, ni permanecer donde no nos vemos a nosotros mismos estar. Aunque estamos en la Verdad, a menudo la Verdad no opera en nosotros. Tenemos “...vida juntamente con Cristo...y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:5-6), y sin embargo, sólo buscamos poseer la tierra.
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La Mentira Y La Luz
Capítulo VIII El Juicio de Adán
Creer la Mentira no fue sólo un acto de desobediencia, por causa del cual Dios maldijo a Adán; ni tampoco fue sólo una prueba que falló. Fue la elección de tomar para sí lo que la Serpiente le ofrecía, y la Serpiente le ofreció una Mentira. Tal como hemos visto, el hombre inmediatamente después comenzó a vivir por medio de esa Mentira. En seguida, ésta empezó a darle forma a todo lo que él conocía, quería y temía. Definió todo aquello por lo que el hombre viviría, trabajaría, e incluso mataría. Adán había caído de un propósito y dicho propósito nunca sería hallado nuevamente. Un día se le ofrecería a la humanidad un propósito, pero nunca de nuevo en Adán; no en ese hombre, no ese propósito. El hombre vendría al propósito en otro Hombre: Aquel, que como el “postrer Adán” (1 Corintios 15:45), traería al hombre 66
El Juicio de Adán
caído a su final señalado, y se ofrecería a Sí mismo como la Resurrección y la Vida. A través de la cruz, el hombre sería “...librado de la potestad de las tinieblas y trasladado al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13). Como partícipe de Cristo, el hombre fue más que perdonado, pues participa del “... propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor” (Efesios 3:11). Es fundamental entender que el hombre adámico y su creación, habiendo caído del propósito, fueron destinados a encontrar el final que Dios había designado para todos los que comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal; Adán y su creación debían morir. Y fue lo que sucedió. Por supuesto que Adán y Eva experimentaron la muerte física, pero no creo que esta fuera la cita con la muerte que Dios tenía en mente. Algunos años después la muerte visitó toda la tierra en el diluvio (Génesis 7:23), pero esta tampoco era la muerte de la que Dios había hablado. Finalmente, “en el cumplimiento del tiempo” (Gálatas 4:4), la muerte se tragó a toda la raza adámica en el cuerpo de Jesucristo en la cruz. Nosotros “hemos muerto con Cristo” (Colosenses 2:20), fuimos “bautizados en su muerte” (Romanos 6:3), y “sepultados con él” (Colosenses 2:12). Es más, esto fue lo que Jesús predijo mientras caminaba hacia Jerusalén por última vez. Juan 12:31-32, “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será
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echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo”. En la muerte de Uno, los muchos vinieron a juicio; “...uno murió por todos, por consiguiente, todos murieron” (2 Corintios 5:14). Aquí es donde el primer hombre encuentra su final destinado, y en la resurrección, Dios empieza un Nuevo Día, el eterno día del Señor, con un Nuevo Hombre, un nuevo amanecer, un nuevo género. Satanás, el “engañador” y “gobernador” del mundo, fue echado fuera y no tiene lugar en la nueva creación de Dios en Cristo.
Entendiendo el Final de Adán Cuando la Escritura declara que Adán murió en la cruz, es obvio que no está describiendo un final físico de la humanidad adámica. Lo que en realidad describe, es algo mucho más significativo que la destrucción de la carne o el final de una especie: Adán se encontró con un juicio en la cruz. La palabra juicio es a menudo muy mal entendida. Contrario a como es usada regularmente, no es sinónimo de castigo. Cuando una persona va a la corte se le hace un juicio; el juicio es donde la verdad es separada de las mentiras y la culpa de la inocencia. En el juicio usted obtiene una división o resolución, entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, lo legal y lo 68
El Juicio de Adán
ilegal. El castigo, por otro lado, es lo que se les adjudica a los que son juzgados culpables de un crimen; es la pena por infractores. La diferencia es importante. Dios estableció en la cruz una gran división: La muerte fue separada permanentemente de la vida, lo viejo de lo nuevo, la oscuridad de la luz. Todas las cosas de lo “primero” (el primer hombre, la primera creación, el primer pacto) fueron apartadas para siempre de lo “segundo”. Es en este sentido que la cruz de Jesucristo fue “el juicio de este mundo” (Juan 12:32). Todo lo que había quedado corto de la gloria de Dios, fue expuesto como pecado y separado eternamente de Él. En la cruz fue revelado el juicio de Dios, y manifiestamente separada la justicia de Dios de la injusticia de Adán. Romanos 1:16-18, “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela... Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres...” Dios no tuvo que destruir el planeta para juzgar al mundo, la cruz es mucho más devastadora que la destrucción de la tierra, pues ella separa para siempre lo vivo de lo muerto. A través de la cruz, Dios declaró vivo sólo a un Hombre, el Hombre que es la “Resurrección y la Vida” (Juan 11:25); todos los demás están “muertos en 69
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delitos y pecados” (Efesios 2:1). Ahora, si algún hombre desea vivir, debe vivir en y por medio del único Hombre. Juan 5:25, “De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán”. Juan 6:53, “Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”. Juan 3:36, “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. Gálatas 2:20, “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Aunque Adán y su género continúan en la tierra, deben “nacer de nuevo” (Juan 3:3), “nacer del Espíritu” (Juan 3:7), “nacer en Sión” (Salmos 87:5), para cruzar esta gran división hacia el lado de Dios. Dios habiendo eternamente separado de Sí mismo lo primero, ahora sólo tiene relación con el Segundo Hombre y con los que viven “en Cristo”. Esta frase, “en Cristo” o “en Él”, es la frase más recurrente en todo el Nuevo Testamento, pues 70
El Juicio de Adán
los apóstoles entendieron nuestra salvación como el dejar atrás a un hombre para permanecer en Otro. Adán está muerto a Dios, “...muerto en pecados y en la incircuncisión de la carne” (Colosenses 2:13). Está muerto en sí mismo, pues no tiene vida espiritual. Está juzgado, permanentemente cortado de Dios como género. No obstante, Adán es aún, una naturaleza muy activa y funcional en la tierra. Es, de hecho, la única naturaleza que obra en aquellos que no han nacido de nuevo del Espíritu de Dios. Y es la naturaleza que continua obrando en los cristianos, cualquiera que sea la medida en que no nos hayamos despojado de lo primero, y por la renovación del espíritu de la mente, revestido de lo nuevo (Efesios 4:22-24).
¿Por Qué Actuamos Como Adán? Toda esta discusión de Adán y su juicio, es para que entendamos mejor la naturaleza del primer hombre que vive por la Mentira. Esa naturaleza, en realidad, está muerta a Dios, juzgada por Dios, alienada de Dios. Sin embargo, está activa y floreciente, incluso en el alma de los redimidos, cualquiera que sea la medida en que no haya sido destruida por la Luz en la revelación de Cristo. Si usted ha nacido de nuevo, usted ya no es Adán por naturaleza: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, he aquí, todas son hechas 71
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nuevas” (2 Corintio 5:17). Sin importar como se sienta, que haya hecho, o que comprenda o no por medio de la fe, usted a través de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, y sin ninguna duda, ha hecho un éxodo de lo “primero” a lo “segundo”. Dios lo conoce y se relaciona con usted de acuerdo a lo que Él ha hecho y a lo que es real y verdadero en Cristo. En relación a usted, Él no reconoce lo que ha juzgado y quitado de Sí mismo. Por lo tanto, “ninguna condenación hay, para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1). No obstante, lo que Dios ha quitado a través de la cruz, continuará obrando en su alma y definiendo su realidad, hasta que la Luz brille y desplace las tinieblas. Aunque haya nacido del Espíritu de Dios, usted caminará en la Mentira en la medida que los ojos de su corazón no hayan visto la obra consumada de Dios. Los creyentes con frecuencia preguntan: “Si Adán está muerto y yo soy una nueva creación en Cristo, ¿por qué todavía actúo como Adán? Adán parece estar muy vivo en mí”. El problema no es que Adán se las haya ingeniado de algún modo para escapar del juicio; el problema es que nosotros malentendemos la muerte de Adán. Leemos la palabra “muerte”, e inmediatamente asumimos que implica cesación de actividad. No nos equivoquemos, Adán está completamente sin Vida y juzgado por Dios, aún así, usted y yo, quienes hemos nacido de nuevo, comenzamos nuestra vida en Cristo con ceguera espiritual y con una mente adámica infestada de la Mentira. En realidad, no es muy diferente a la manera 72
El Juicio de Adán
cómo entra un bebé al mundo. Un recién nacido sale completamente vivo del vientre de la madre. Él o ella, no tiene necesidad de más vida; ese no es el problema. Su mayor deficiencia y debilidad, es que no tiene ni la más remota comprensión de la vida que tiene, ni del ámbito en el cual ha nacido. Sólo tiene una ligera comprensión de la vida en el vientre, la cual, ahora le resulta completamente inútil e irrelevante para crecer y desarrollarse en la tierra. Así es como nosotros empezamos en Cristo. ¡Ojalá nos aproximáramos a nuestro nuevo nacimiento con tal consciencia de nuestra ignorancia y desesperada necesidad de Luz! Aunque hemos nacido de Su Semilla y participamos de Su naturaleza, la mente adámica es completamente inútil e irrelevante para crecer y prosperar en Cristo. Peor que eso, “la mente carnal es enemistad contra Dios” (Romanos 8:7), por tanto, hasta que la Luz de Dios nos enseñe a la Persona y el ámbito en el cual hemos nacido, viviremos por la Mentira que hemos conocido. De manera muy simple: Usted actúa como Adán, porque la Mentira sigue siendo más real para usted que la Luz. Usted actúa como Adán, porque aunque ha nacido de la Verdad, la Mentira sigue siendo el lente a través del cual usted conoce la mayoría de las cosas. Crecer en Cristo no es un asunto de tener más de algo que no se tiene; usted nunca tendrá más de Cristo de lo que tiene en el momento del nuevo nacimiento. Crecer en Cristo es aprender a la Persona, el Lugar dentro del 73
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cual ha nacido y permanecer en Él. La madurez espiritual implica que la Luz le muestre a usted, qué y dónde está. Hasta que brille, continuaremos actuando como Adán, pues su Mentira es todo lo que conocemos.
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Capítulo IX Caminando En La Luz
Tal vez el mayor obstáculo para el crecimiento espiritual es, iniciar el viaje ignorando la obra consumada de Dios en Cristo. Por desconocer lo que Dios ha hecho, inevitablemente nuestro caminar con Él se convierte en una serie de malentendidos. Buscamos ser algo que no podemos, ofrecerle a Dios lo que Él ya rechazó, llegar a un lugar donde ya estamos o subir una escalera espiritual que no existe. El clamor universal de la mente no renovada es: “Dios, enséñame a vivir para ti”; pero Dios no desea tal cosa. Si tuviéramos en nosotros mismos la manera de vivir aceptablemente delante de Dios, Él nunca habría dado a Su Hijo como la Vida y la Luz del alma humana. El amor de Dios por usted es mucho más grande que perdón y entrenamiento conductual. El amor de Dios es 75
La Mentira Y La Luz
la Vida misma de Dios dada al alma humana. Pablo escribe: “...porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5). Entonces, no se trata de adquirir algo que no tengamos, o intentar ser algo que no seamos. El crecimiento espiritual es aprender “las cosas que Dios nos ha concedido” (1 Corintios 2:12) para poder caminar por Su Espíritu: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:25). Crecer en Cristo no es obtener más Vida, sino más bien, caminar más y más en la Luz por medio de la cual llegamos a conocer, experimentar y expresar la Vida que nos ha sido dada por Dios. Cristo, quien está en nosotros por el nuevo nacimiento, debe llegar a “habitar en nuestros corazones por la fe” (Efesios 3:17). Esta era la oración de Pablo por la iglesia de Éfeso. Para crecer en Cristo debemos caminar en Su Luz, pero esta Luz no es una doctrina cierta o una creencia correcta; no consiste en palabras. Ella, sin duda, forma doctrina y causa creencia, y con el tiempo, su brillo afecta todo entendimiento, acción, e incluso emoción, pero es algo mucho más sobrenatural que un entendimiento correcto. De hecho, llegar a ver en la Luz no redundará en la corrección de su perspectiva, sino en la consciencia de la de Cristo. Es más que una mejor perspectiva, es un mejor Hombre, en cuya consciencia de lo que es real usted llega a vivir y a permanecer. Esta Luz obra en su alma la consciencia de lo que Dios ha hecho en Cristo; hace que lo que Dios ha consumado sea la experiencia 76
Caminando En La Luz
de su corazón. Alinea “el espíritu de su mente” (Efesios 4:22) con el de Él. Esto es lo que la Escritura llama “renovación de la mente”, o “la mente de Cristo”; cuando los que hemos nacido de Su Espíritu venimos a Su consciencia de lo que es real en Su Hijo. Esto no es un despertar a la idea de que usted es Dios, o el descubrimiento de una “chispa divina” en su interior, o cualquier otra tontería. Es que la Verdad conforme está en Cristo, se torna la Verdad en su corazón. Es el Espíritu de Dios “guiándolo a toda verdad” (Juan 16:13), “enseñándole a usted todas las cosas” (Juan 14:26), “diciéndole lo que es [de Cristo] y declarándoselo a usted” (Juan 16:14). Es el Espíritu del Señor despertando su alma a la realidad tal como Dios la conoce, y consecuentemente, “destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo” (2 Corintios 10:5; BLA). “...Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” (Efesios 5:14). La renovación de la mente no es la memorización de versículos bíblicos, o adoptar la cosmovisión cristiana. Es lo que sucede en nuestro corazón, cuando le permitimos al Espíritu de Dios mostrarnos la verdad y sustancia de nuestra salvación, la cual es una Persona. La salvación no es algo que Cristo le da a usted, es Cristo dado a usted. Por lo tanto, el verdadero crecimiento espiritual
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comienza, cuando este Cristo empieza a ser revelado en usted (Gálatas 1:16). Así que, cuando la Biblia habla de la verdad que obra en el alma, habla de un encuentro con una Persona. Usted crece en el conocimiento de Dios, conforme la Luz de la Persona de su salvación comienza a brillar en usted. Por causa de la obra consumada de Dios en la cruz, Él puede resplandecer ahora “...en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:6). Aquel que ya es la vida de su alma (Colosenses 3:4), debe convertirse en la Luz por medio de la cual usted camina. De nuevo, ésta es mucho más que un sistema de creencias o un credo doctrinal. No es un código moral o un ejemplo a seguir; es una Persona. Tampoco es que usted trate de ser como una persona, trate de complacer a una persona o trate de seguir las órdenes de una persona. No es que usted trate de hacer algo; es la Persona del Señor Jesucristo buscando conformarlo a usted a Sí mismo. Él es la Vida en su alma, y como la Luz de la Vida, está trabajando en usted para mostrarle lo que es real; está haciendo resplandecer la Luz de Su Vida, para revelarle lo que la cruz ha destruido y lo que permanece. En este sentido el juicio de Dios, la separación entre lo vivo y lo muerto, llega a ser obvio a los ojos de su corazón. En un lado, usted ve lo que está muerto para Dios. Usted ve lo que Él ha quitado, y sin esfuerzo, eso empieza a caer lejos de su corazón. Usted se percata de lo que no 78
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es parte de Él, y cómo usted es cada vez más “hallado en él” (Filipenses 3:9), eso cesa de hallarse en usted. Usted se “despoja del viejo hombre con sus hechos” (Colosenses 3:9). En el otro lado, usted ve a la Persona de la Vida, y empieza a entender que Él es la Vida de su alma y que tiene sentido permanecer en Él. Lo conoce como la Verdad y puede caminar en Su Luz. De esta manera, usted empieza a “...asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús” (Filipenses 3:12), y la Mentira es expulsada de su corazón. La Luz es una Persona que vive en su alma, pero nosotros muy a menudo, asumimos que son instrucciones, guía y creencias. Pensamos que la Luz de Dios es Su asesoramiento y asistencia. Buscamos Luz para que nos muestre adónde ir, qué decir o qué hacer. Venimos a la cruz por salvación e inmediatamente pedimos que la Luz nos enseñe a vivir; pero ya hemos contradicho nuestra salvación. La Luz de Dios no obra de esa manera, ella no le muestra a usted cómo vivir; ni siquiera lo deja vivir. A fin de ganar Su Vida, nosotros perdemos la propia. A fin de encontrar Su vida, nosotros morimos a nosotros mismos. Mateo 16:25, “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”. Lucas 14:26, “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y 79
La Mentira Y La Luz
hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo”. Si nosotros realmente deseamos conocer la Verdad y caminar en el Espíritu, la Luz rápidamente nos mostrará que ahora “...ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). Así, cuando Dios guía a una persona a caminar en la Luz, no apunta hacia una dirección a la que ellos deben ir, no les dice qué deben hacer, no comparte un sistema de valores a los cuales deben afiliarse, ni educa en teología. Cuando Dios nos enseña a caminar en la Luz, hace brillar la Luz de Su vida desde el interior del corazón para conformar nuestra alma a Sí mismo. 2 Corintios 4:3-6, “Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.
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Caminando En La Luz
La luz no es como un chispazo que nos muestra lo que viene o dónde necesitamos dar vuelta. La Luz que Dios hace brillar, es la Luz de Su conocimiento, Su vista, Su entendimiento, perspectiva, realidad, consciencia. Es como ve Dios todas las cosas, tal y como son en Cristo, y brilla donde Él ha venido a residir. Ella brilla en Su templo, en Su ciudad, en Su casa, en Su “lugar de descanso” (Isaías 66:1). Él no resplandece en su día, en sus planes o en su lugar secreto de oración; resplandece en su corazón, así usted podrá ver como Él ve, conocer como Él conoce, vivir como Él vive, caminar como Él camina. Llegamos a caminar en la Luz como Él está en la Luz y experimentamos la comunión. Comunión no es que dos cristianos compartan una pizza, comunión no es que dos vivan como uno, sino dos compartiendo la misma Vida y caminando en la misma Luz. “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:3). Usted nunca conocerá la verdadera comunión, a menos que esa comunión sea en la Luz. Nosotros debemos dejar la idea de que la Luz nos dice qué hacer, porque eso es parte de la mentira. La Luz de Dios hace que usted vea, conozca y se torne en una vasija, para el que vive en usted. Usted no deja de existir, es transformado en la misma imagen al mirar; “...a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor...” (2 Corintios 3:18). Somos cambiados en una vasija que crecientemente exhibe un Tesoro (2 Corintios 4:7). Nosotros llevamos “...en el cuerpo siempre por todas 81
La Mentira Y La Luz
partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos” (2 Corintios 4:10). Es así como somos conformados a la imagen de Cristo.
Conformación a Cristo La conformación a la imagen de Cristo no es por medio de una sumisión exterior u obediencia externa, sino por una metamorfosis interna que llega a tener expresión externa. “Porque de la abundancia del corazón, habla la boca” (Matero 12:24). Habiendo nacido de Su Espíritu, nuestra alma toma Su semejanza cuando es inundada de Su Luz. Es como un globo que lleva la imagen del aire que lo llena, o una bandera movida y regida por el viento. El alma no es inhabilitada, sino circuncidada del viejo hombre y llena de la Vida de Dios. Los que hemos “nacido de Dios” (1 Juan 5:1) llevamos Su imagen, sólo cuando Su Verdad llena nuestro corazón. Nosotros pensamos como Él, cuando Su mente inunda nuestros pensamientos. Actuamos como Él, cuando Su corazón mueve el nuestro. Conforme la Luz brilla, somos confrontados por la Vida de Dios en el alma, conformados a la Vida de Dios en el alma y regidos por la Vida de Dios en el alma. Esta no es sumisión externa, sino una verdadera transformación del hombre interior. 82
Caminando En La Luz
Esta transformación debe iniciar con la comprensión de que la Luz de Dios nunca le mostrará a Adán cómo puede él ser justo. Adán no puede ser justo más de lo que usted puede ser una jirafa. No está en su naturaleza ser justo, le es dado a usted serlo en la naturaleza de Él. Nuestros esfuerzos de justicia en la carne, puede que convenzan al ojo humano, pero son declarados “trapos de inmundicia” (Isaías 64:6) por el Espíritu de Dios. Usted no puede espolvorear cocoa en un poco de estiércol, y llamarle a eso queque de chocolate. Se ríe, pero así es como la Mentira ha engañado al cuerpo de Cristo. Esa es la razón por la que los libros cristianos mejor vendidos de nuestra generación tienen títulos como: “Siete pasos para tornarse más como Jesús”; “Cómo vivir de la mejor manera para Dios”; “Cinco cosas que Dios desea de usted”; “Cómo la oración y el ayuno lo llevarán a Su presencia”. Estos son los libros que escribimos cuando subestimamos la realidad y el poder de la Mentira. Esas son las soluciones a las que llegamos cuando no entendemos el problema; y esos son los problemas que pensamos que podemos superar cuando no hemos visto la Solución de Dios. La Luz no le enseña a usted a vivir; la Luz le permite a Él vivir a través suyo. Al permanecer en Su Luz, nuestras almas son formadas por la verdad, así llevamos la imagen de Aquel que “opera poderosamente en nosotros” (Colosenses 1:29). Nos tornamos “instrumentos de [Su] justicia” (Romanos 6:13); “vasijas de [Su] honor” (2 Tim 2:21); “ramas de Su vid” (Juan 15). 83
La Mentira Y La Luz
Capítulo X Permaneciendo en Cristo
Se nos dice en las Escrituras que debemos permanecer en Cristo. Jesús dijo que si no permanecemos en Él no podremos hacer nada. Otra manera de decirlo sería: “Separados de la permanencia en Cristo, podemos hacer un montón de cosas que equivalen a nada”. ¿Qué significa “permanecer en Cristo”? Es un concepto bien conocido en la iglesia, pero ¿lo entendemos? Hay una variedad de interpretaciones comunes que pienso que se quedan cortas. Alguien podría decir que “permanecer en Cristo” simplemente es vivir como cristiano: “Aparte de ser cristiano, usted no puede hacer nada”. Otro sugeriría que implica la necesidad de la ayuda de Dios en todas las cosas: “A menos que Dios lo ayude, su esfuerzo fallará”. Otros creen que implica permanecer en un estado de oración, 84
Permaneciendo en Cristo
pero “permanecer en Cristo” es mucho más significativo que creer, decir o hacer algo. Una cosa es cierta, no significa absolutamente nada sin la Luz. Usted puede permanecer únicamente en lo que ve; para permanecer usted debe tener luz. La misma palabra permanecer tiene que ver con persistir en el lugar donde usted entiende que está. Involucra quedarse donde está, o vivir en lo que usted es consciente. Incluso en el ámbito natural, no podemos permanecer en lo que ignoramos; no podemos persistir en lo que no es real para nosotros. Así también en Cristo. Para permanecer en Él, debemos ser capaces de ver dónde estamos. La Luz debe mostrarnos el contraste entre los dos ámbitos (el “juicio” que ya hemos discutido). Ella debe hacer la división entre los dos hombres: Adán y Cristo. Sólo en Su Luz, podemos entender lo que significa despojarnos de uno y permanecer en el Otro. Por tanto, “permanecer en Cristo” es una expresión que tiene significado sólo cuando la Luz de la Vida le muestra a usted dónde está. Sólo cuando lo vemos a Él, podemos permanecer en Él. En tanto usted y yo persistamos en las tinieblas de la mente no renovada, permanecer será un concepto vacío. Lo mejor que la mente natural puede hacer, es relacionarlo con doctrinas, creencias o lugares físicos. Permanecer demanda Luz. Involucra persistir en la perspectiva que está siendo escrita en su alma por el Espíritu de Dios. Tiene que ver con continuar firme en la consciencia de
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La Mentira Y La Luz
Su realidad, Su Verdad y Su perspectiva. Permanecer es vivir en la Luz, caminar en la Luz, caminar en el Espíritu. Esto no es ni místico ni abstracto; todo lo contrario, no podría ser más concreto y práctico, pues estamos hablando de la experiencia de la realidad absoluta. Estamos hablando de vivir plenamente conscientes de la Verdad; la alternativa es vivir en las vanas imaginaciones de la mente carnal. Hay algunos que oyen esto e insisten en que se haga más práctico; sin embargo, cuando se trata de la vida espiritual, no hay nada más impráctico que andar “en la vanidad de su mente” (Efesios 4:17); “vanamente hinchado por su propia mente carnal” (Colosenses 2:18) engañándose a sí mismos. No hay nada más absurdo que nacer del Espíritu de Dios y seguir “andando como hombres” (1 Corintios 3:3), sólo porque rehusamos ver lo que es real. Por otro lado, no hay nada más práctico y que altere más la vida, que cuando “la verdad conforme está en Cristo” (Efesios 4:21) se torna en el ancla y brújula del alma. Permanecer tiene que ver con la Luz. Tiene que ver con permanecer en la consciencia de nuestro verdadero estado de existencia. ¿Recuerdan al primer hombre en el jardín del Edén? Él estaba completamente consciente de su estado de existencia; en plena ocupación, permanencia, experiencia, entendimiento y cosecha del bien de su creación. ¿Cómo? A través de la consciencia natural que Dios le había dado de la creación. Él pudo permanecer ahí en verdad, entendimiento y sabiduría hasta que cayó del propósito. Nosotros ahora hemos sido 86
Permaneciendo en Cristo
restaurados, no al Jardín del Edén, no al propósito de Adán, sino al eterno propósito de Dios, al que Adán tenía que prefigurar. Hemos venido a un Nuevo Hombre y a una nueva creación; y en esta nueva creación no hay “necesidad de que el sol o la luna brillen en ella, porque...el Cordero es su luz” (Apocalipsis 21:23). La Luz de Su Vida amaneciendo en el alma, nos permite ocupar nuestro nuevo estado de existencia. En Su Luz, entendemos, experimentamos y vivimos en la plenitud de nuestra salvación. Al igual que Abraham, a quien se le mostró la grandeza de su herencia, nosotros caminamos a lo largo y ancho de esta Tierra. En Su Luz aprendemos lo que hemos recibido de Dios; “...hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19). Efesios 3:18-19, [Que vosotros] “seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”. Nosotros caminamos en Su Luz, vemos dónde estamos y conocemos la grandeza de esta herencia. Él ha nombrado esta nueva creación; toda ella lleva Su nombre: “Cristo es el todo, y en todos” (Colosenses 3:11). Hemos sido nombrados por Otro y hemos comenzado a
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La Mentira Y La Luz
crecer con respecto a nuestra salvación; pero, ¿cómo crecemos? El Nuevo Testamento dice que crecemos, en el verdadero conocimiento de Dios, en la fe del Hijo de Dios, al ser “transformados por medio de la renovación de la mente” (Romanos 12:2). ¿En qué somos transformados? En un cuerpo que lleva la imagen de la Cabeza. En un pueblo que permanece en el único Hijo y vive en la única Luz. Crecemos en la consciencia de nuestro verdadero estado de existencia. La Luz nos enseña a despojarnos de lo que Dios ha quitado, y a revestirnos de lo que Dios nos ha dado. A esto se le llama ser “santificados en la verdad” y es la respuesta a la oración de Jesús en Juan 17. Juan 17:15-17, “No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad”. (BLA) A pesar de nuestra incesante obsesión por la escatología y por el fin del mundo natural, la última oración de Jesús no tuvo nada que ver con dejar la tierra. Su salvación no es un éxodo del planeta, sino del hombre cuya vida es la mentira y cuya alma está esclavizada al pecado y a la muerte. Mucho más que eso, su salvación es un camino hacia la Resurrección de Vida, donde crecemos por ser “santificados en la verdad”. En Cristo, 88
Permaneciendo en Cristo
somos apartados de la vieja creación, purificados del viejo hombre, “lavados con el agua de la palabra” (Efesios 5:26). Y aún viviendo en el cuerpo, llegamos a conocer la vida eterna, porque “...esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Casi la totalidad de las oraciones de los apóstoles por la iglesia, es en estos términos. Pablo, y los otros apóstoles, estaban muy conscientes de que el cuerpo del Señor no necesitaba una mayor salvación de la que había recibido, sino una mayor revelación de la salvación que es en Cristo Jesús. Efesios 1:17-18, “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”. Efesios 3:18-19, “Seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”.
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La Mentira Y La Luz
Filipenses 1:9-11, “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios”. Colosenses 1:9, “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual”.
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Capítulo XI La Luz Define Todas Las Cosas
Conforme la Verdad de Dios llena el alma, se va alterando la apariencia de todo; nada se ve igual. Es como si abriéramos los ojos por primera vez, o nos despertáramos de un sueño que parecía asombrosamente real. Gradualmente, la Luz le muestra a usted lo que es real para Dios. Le muestra lo que Dios ve, lo que Dios conoce y lo que Dios ha hecho en Cristo. La consciencia de Cristo cobra vida en su interior, y las tinieblas de la Mentira no pueden permanecer. Una vida empieza a derrumbarse de su corazón y usted se encuentra habitando en Otra. Un mundo pasa y su hogar se encuentra en Otro. Usted literalmente no deja la tierra, pero puede entender y decir con el apóstol Pablo: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de
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La Mentira Y La Luz
nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” (Gálatas 6:14). Usted recordará que no se requería ningún esfuerzo o instrucción para vivir en la Mentira; sólo era asunto de vivir en nuestra perspectiva de la realidad. Sin ningún esfuerzo, la Mentira nos definía y compelía influenciando siempre lo que hacíamos, pensábamos y queríamos. Eso es exactamente lo que sucede cuando Su Luz empieza a brillar en el alma. Conocer la Verdad viene a ser la cosa más práctica en el mundo. Puede que no cambie las circunstancias y problemas, pero lo cambia a usted en cada circunstancia y redefine lo que usted llama problema. En la Luz, lo que Dios conoce como real entra a la perspectiva de su corazón. La obra consumada de la cruz es presentada a su corazón como un hecho espiritual. Ya no se trata más de que usted crea algo, ni de que usted ajuste su opinión. Las opiniones son las ideas que el hombre tiene cuando no hay luz para ver claramente. Las opiniones existen cuando no hay manera de estar seguro, pero en la Luz de Su aparición, usted puede ver con toda claridad y precisión más allá de la vista natural. La fe crece más fuerte que la vista. Los ojos del corazón ven cosas mucho más reales que la tierra, y en esta Luz, usted puede “caminar por fe y no por vista” (2 Corintios 5:7). En este momento yo soy consciente de mi oficina por la vista; la veo y la reconozco por la luz natural y por los sentidos naturales. No obstante, por la Luz de la Vida que despierta fe en mi alma, también soy consciente de la 92
La Luz Define Todas Las Cosas
realidad de estar en Cristo. Una consciencia crece más aguda que la otra. La fe es la vista del alma y toma lugar en la Luz del Señor. No hay tal cosa como “fe ciega”; confianza ciega, tal vez, pero “fe ciega” no, porque la fe ve. Ella no ve con luz natural, ve en la Luz del Señor todas las cosas del espíritu y verdad. La única razón por la que nosotros inventamos conceptos como “fe ciega”, es debido a que nuestro entendimiento de fe no tiene nada que ver con la Luz. Nuestra idea de fe tiene que ver con una creencia que mantenemos en las tinieblas; tiene que ver con permanecer en tinieblas e imaginar a Jesús. Nosotros creemos en hechos e historias acerca de un Jesús que no hemos visto, pero la verdadera fe ve por una Luz brillante y pura; ve a través de los ojos de Cristo. Cuando la vista de Cristo opera en nuestros corazón, se le llama “la fe del Hijo de Dios” (traducción literal de Romanos 3:22; Gálatas 2:16; 2:20; 3:22; Filipenses 3:9). La fe ve todas las cosas en y por el Hijo, por eso Su vista celestial redefine nuestro mundo. ¿Qué es la Luz? Si usted ha nacido de nuevo, la Luz es la consciencia de su verdadero estado de existencia. Es conocer qué, dónde y quién es usted, y conocer el propósito por el cual Dios lo tiene a usted en Su Hijo. Es la consciencia de lo que Dios ha hecho en Cristo: Nueva vida, resurrección, libertad, reconciliación, unión, propósito, realidad; la obra consumada de Dios. Una vez más, esto no habla de auto sugestión o de la mente sobre la materia. Nada es verdad porque usted lo crea; pero 93
La Mentira Y La Luz
hay mucho que es cierto que usted y yo no creemos. Nosotros seguimos mayormente inconscientes de nuestro verdadero estado de existencia. Nuestro problema no es primordialmente de doctrina, disciplina o voluntad; nuestro problema es una pandemia mundial de ceguera espiritual. Como cristianos, hemos venido al universo de Cristo, pero no tenemos ni la más remota idea de lo que es real hasta que la Luz amanezca. Adán no tiene luz, pero tiene una imaginación peligrosa, y hasta que humillemos nuestras almas delante del Señor y le pidamos ver, continuaremos caminando en las tinieblas y desatendiendo el deseo de Dios de revelar a Su Hijo en nosotros (Gálatas 1:16).
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Capítulo XII La Luz Transforma El Alma
Jesús dijo: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Gran parte de mi vida la pasé buscando, que algo más que la Verdad transformara mi alma y me enseñara la libertad. No me parecía posible que sólo la Verdad tuviera el poder de hacerlo, y no me lo parecía porque estaba confundiendo el reconocimiento que hace la mente de hechos, con el encuentro del alma con la Palabra viva de Dios. Cuando la mente se da cuenta de los hechos, los ordena y trata de aplicarlos; pero cuando el alma descubre a Cristo por la revelación del Espíritu, cae como muerta y comprende que no puede hacer nada salvo por Él. Los hechos aprendidos por la mente, independientemente de cuan exactos sean, no pueden cambiarlo a usted. Pueden convencerlo, emocionarlo, motivarlo y hasta instruirlo, pero no pueden transformar 95
La Mentira Y La Luz
su alma. Aunque podemos aprender mucho de esta manera, un corazón honesto no puede dejar de darse cuenta que necesita algo más, que debe haber algo más que esté disponible. Con el tiempo, nos volvemos conscientes de nuestra deficiencia y nos ponemos a buscar más; pero con mucha frecuencia, el alma hambrienta se mete en uno de los muchos caminos que no conducen a nada. Corremos tras conferencias, perseguimos líderes “ungidos” y leemos cada nuevo libro sobre “vida cristiana” que llena los estantes. Nos dedicamos a la oración, al ayuno, al estudio y a la autodisciplina, a menudo sin ningún éxito. Estas cosas son hechas por el hombre equivocado y hacia el fin equivocado, y resultan ser obras de la carne en lugar de experiencias y expresiones del Espíritu. En este capítulo final, veremos el poder de la Verdad y cómo ella nos hace libres. Veremos que la Verdad transforma el alma porque nos muestra una obra consumada. La Luz de Dios no le muestra a usted lo que debería o podría ser; la Luz de Dios revela lo que ya es. Cuando usted ve de esta manera, entiende que la Verdad hace su propia aplicación a su alma.
La Verdad Se Aplica A Sí Misma Uno de los más lamentables malentendidos en el cuerpo de Cristo es la idea de que la realidad espiritual está en nuestra Biblia para ser leída, recordada y 96
La Luz Transforma El Alma
aplicada. Esto tendría sentido si estuviéramos aprendiendo un grupo de reglas o instrucciones para vivir; tendría sentido en el antiguo pacto, pero el nuevo pacto nos ha traído “del régimen viejo de la letra” al “régimen nuevo del Espíritu” (Romanos 7:6). Y puesto que la Verdad que Dios está revelando es la vida resucitada de Su Hijo, la aplicación es Su responsabilidad y Su don. La verdad espiritual se aplica a sí misma a nuestra alma cuando es vista. Ella hace su propia aplicación al despertarlo de los muertos (Efesios 5:14) y al mostrarle que usted está “vivo para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:11). Ella cambia el lugar donde usted entiende que está y lo que usted entiende que es; redefine la realidad, pues usted ha sido totalmente recreado por medio de la cruz. La Verdad se aplica a sí misma a su alma cuando es conocida, y no deja que usted descifre cómo hacer la aplicación. El crecimiento espiritual es la conquista que el Espíritu de Cristo hace de su alma, y nada más. Es como una planta que llena el suelo de raíces y brota con el incremento de la semilla. No obstante, sólo puede obrar en nosotros cuando encuentra “buena tierra” (Mateo 13:8) dispuesta a que Él le muestre la “Palabra del reino” (Mateo 13:19). Así lo planeó el Padre y así lo completó el Hijo, y si lo permitimos, el Espíritu revela lo que Cristo ha consumado hasta que la Mentira le dé paso a la Luz.
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2 Corintios 3:18, “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. Colosenses 3:3-4, “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”. En lugar de sólo buscar aplicar la Escritura “de manera práctica”, aquí leemos que el alma es confrontada, familiarizada, constreñida, y en última instancia conformada, a la realidad de la obra consumada de Dios. Estos pasajes, junto con muchos otros del Nuevo Testamento, describen el crecimiento de la consciencia espiritual de nuestro nuevo “estado de existencia” que obra en el alma, y no de la aplicación de hechos espirituales al hombre natural. El alma comienza a ver con “los ojos del corazón” (Efesios 1:18), y puede “ver las cosas que no se ven” (2 Corintios 4:18) y “mirar la gloria de Dios” (2 Corintios 3:18); en este sentido, “oímos lo que el Espíritu está diciendo” (Apocalipsis 2:7,11). Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz” (Juan 10:3, 4, 16,27). “Si alguno tiene oído, oiga” (Apocalipsis 13:9). “Gustad y ved que es bueno Jehová” (Salmos 34:8). Como describe Pablo, nosotros 98
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empezamos a conocerlo a Él, en el “poder de su resurrección, la participación de sus padecimientos y llegando a ser semejante a él en su muerte” (Filipenses 3:10). Vemos que no soy yo, sino el que “actúa poderosamente en mí” (Colosenses 1:29), y nos regocijamos en el “...pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:2-3). El alma es impactada conforme vamos conociendo la Verdad de esta manera, porque vemos lo que ya ha sido alcanzado por Él. No hay manera de huir de esto, no hay forma de evitarlo. El Espíritu hace que usted enfrente algo que Dios ha hecho, y las implicaciones de esa obra caen sobre usted. Se trata de que usted vea dónde está, y de que viva por medio de lo que ya es cierto. A usted no le queda más opción que ser conformado, porque lo que ve está completo. Esto es difícil de describir, pero tal vez la siguiente analogía ayude a ilustrarlo.
La analogía del Precipicio Imagine por un momento que usted se quedó profundamente dormido en el borde de un enorme precipicio. Mientras usted dormía, soñaba felizmente con todos los planes que usted tenía para cuando despertara. Usted soñaba con caminar con su perro, leer 99
La Mentira Y La Luz
un buen libro, pintar su habitación, etc. Su mente estaba llena de muchas posibles actividades para la tarde. En eso, mientras usted continuaba profundamente dormido, accidentalmente rodó del borde y empezó una caída de 600 metros hacia el fondo del barranco. Bien, en tanto usted permanece dormido y completamente inconsciente de lo que ha sucedido, puede continuar soñando su sueño, haciendo sus planes vespertinos y sonriendo en su corazón con la feliz expectativa, a medida que cae a tierra. Pero tan pronto como usted empieza a despertarse, todos los planes, ideas y emociones empiezan a cambiar. El cambio es sin esfuerzo y automático, porque usted está despertando a algo que es real. Su consciencia de lo que ha sucedido y todas sus imparables consecuencias, empiezan a caer sobre usted; usted es cautivo de la verdad. Es más, puede que usted haya tenido la intención de hacer una caminata, pero de pronto eso parece completamente irrelevante. Puede que usted haya decidido en su corazón pintar su habitación, pero ahora eso está lejos de su mente. ¿Por qué? Porque la verdad de la situación hace sus propias aplicaciones a su alma. Las opciones que eran reales para usted mientras dormía y estaba inconsciente, ya no lo son. Las ideas, pensamientos, emociones, planes, motivaciones, etc., todo lo cual lo movía y definía a usted mientras el sueño se sentía real, ya no son más lo que usted ve. Sin importar lo que a usted le gustaría contrariamente pensar, lo que ahora ve es cierto e ineludible. 100
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Usted no se despierta y ve algo que podría suceder; ve algo que sucedió y cuyas consecuencias están sobre usted. La gravedad no es una opción; no es la opinión de Isaac Newton. Estamos hablando de una ley inmutable e inflexible, y como tal, no está abierta a discusión. Usted puede rechazarla sólo pretendiendo que no es real. Si usted de algún modo pudiera regresar al sueño, tal vez podría engañarse a sí mismo y vencer la gravedad... pero sólo hasta que golpee contra el suelo. Y si en algún punto abre sus ojos para ver la verdad, descubrirá una realidad, que por el simple hecho de ser real demanda obediencia y hace su propia aplicación. Así obra la Persona de la Verdad en nosotros. La Luz le muestra lo que ha sucedido, y que las consecuencias de lo sucedido, están sobre usted ya. Ella le muestra lo que es real, y por lo tanto, lo que ya no es una alternativa. La fe descubre lo que “Dios ha hecho en Cristo Jesús nuestro Señor” (Efesios 3:11). Por tanto, el poder de Su cruz obra en usted debido a lo que ya ha sido alcanzado por Él. Como hemos visto, la cruz es mucho más que la histórica crucifixión del Señor Jesucristo. La cruz es donde Adán y su género fueron juzgados por Dios, y donde un nuevo género surgió unido al Hijo resucitado de la manera que Dios proveyó. En esta muerte, el viejo hombre, la vieja creación y el antiguo pacto fueron quitados por Dios. En esta resurrección, la tierra entró en parto y Cristo abrió el vientre de la muerte. A partir de
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lo muerto, vino “un nuevo hombre” (Efesios 2:15), una Cabeza unida a un cuerpo; una nación surgió en un día. Isaías 66:8, “¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos”. Como la Cabeza corporativa de una nueva creación, Cristo es llamado “el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29). Zacarías 2:11, “Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti”. 1 Corintios 6:17, “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él”. A nosotros “...Él nos dio vida juntamente con Cristo...y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:5-6). Cristo ahora es la vida de nuestra alma (Colosenses 3:4). Somos coherederos (Romanos 8:17) de todo lo que Él tiene y de todo lo que Él es. Esta no es una esperanza en un futuro distante, es la presente y eterna realidad de la salvación. Y es lo que vemos cuando despertamos de nuestro sueño adámico. Es lo 102
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que vemos cuando el “Espíritu de sabiduría y de revelación” abre los “ojos de nuestro entendimiento” (Efesios 1: 16-17). Nosotros no despertamos a una caída de 600 metros, sino a algo ya consumado y cuyas imparables consecuencias están sobre nosotros. Existe la obra objetiva y consumada de Dios en Cristo; y luego viene, la experiencia subjetiva y la conformidad a esa obra, según la Luz nos vaya mostrando lo que es real. Pero no se confunda, una vez que usted nace de nuevo, solamente la Luz es necesaria para alinearlo con lo que Dios ha hecho. Ninguna otra cosa más que la revelación de Cristo, puede conformarlo a usted a Su imagen. La única razón por la que usted y yo no nos ocupamos, experimentamos, disfrutamos y expresamos la obra consumada de la cruz plenamente, es porque ante la ausencia de Su Luz continuamos siendo definidos por la Mentira. Pero en la Luz de Su aparición, la fe empieza a ponerse al día con la obra consumada de Dios. Es decir, lo que la cruz ha hecho real, empieza a aparecer y a sentirse real en su alma. Usted comprende que no sólo ha venido a conocer algo diferente, sino a un diferente modo de conocer. Este es un conocimiento que no viene de usted, sino que le es dado a usted. Cualquier otro tipo de conocimiento está bien, para cualquier otra cosa que no sea la realidad espiritual. Para “conocer las cosas que Dios nos ha concedido” (1 Corintios 2:12), usted debe llegar a ver por medio de Su Luz.
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El hombre natural no entiende las cosas del Espíritu, ellas deben ser reveladas (1 Corintios 2:14). Si nosotros estamos dispuestos a desprendernos de la Mentira, Dios está presente para revelar a Su Hijo. Si sufrimos la pérdida de todo lo que equivocadamente pensamos es “bueno para comer...agradable a los ojos y codiciable para alcanzar sabiduría” (Génesis 3:6), la Luz nos muestra la plenitud de nuestra salvación. Entonces veremos la obra consumada de la cruz, caminaremos en la verdad y viviremos libres de la Mentira.
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