La mujer en Ia independencia

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Author:  Marta Soto Poblete

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ROI3ERTO ROJAS GO)AEZ.. .. .

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Marieta

Jesus Nazareno Emma Miosotis

POEMAS

Policarpa

DRAMA

Dalias

POESIAS

La esclavitud en Colombia ESTUDIOS HISTOmcos

La mujer en Ia independencia

1926 AQUILA NEGRA EDITORIAL BOGOTA

BANCO DE LA REPUBLICA !lBlIOTECA

LUIS-ANQCL ARM!GO

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

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Marieta Jesus Nazareno

POE.MAS

Emma Miosotis

Policarpa

DRAMA

Dalias

POESIAS

La escla vitud en Colombia ESTUDIOS HISTORICOS-

La mujer en Ia independencia

1926 AGUILA NEORA EDITORIAL BOOOTA

BANco DE LA REPUBLICA 818110TECA_ LUIS-ANGCL ARMIGO Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca_"'~TAU'K2A.rnnfo" Luis Ángel Arango Del Banco De. la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

A los lectores Bien asl como quien despues de espantoso 00-· tallar reiine las coronas de sus triunfos haciendo de elias un altar consagrado a La victoria, tambien hoy reuniendo las paginas dlspersas de mi obra literaria, he formado esta coleccion que saie a LaLUlde La publicidad. Marieta, sencillamente es una htstoria de amor que se desarrolla en medio de las dolorosas escenas de una de tantas vicisiuuies que para etema memoria han azofado ala criatura humana. fesus Nazaretto, no es . una obta tan s610de mi fantasia, el ha sido esctl;. to sobre datos rlgurosos que suministra la sagradt: historia, y oiros que no Lahistoria pero sl la tradiei6n ha conservado a troves de los siglos. Emma, Miosotis, Poticarpa, son tam bien obras que se desartollan en medio de escenas ya felices, yodesgraciadas, de esta vida, que son la historia del corazon humano. Policarpa. Para escribir este drama he consultad01"f8aoslos datos hlstori-- ... cos poslbles de hallar, muy escasos por cierto; y teniendo en cuenta esos datos, y otros que no La historia pero si fa tradtcion ha conservado a traves deL polvo de los anos, he reconstru/do 10que debiO ser la vida, no solo politica sino intima especialmente de Lainfortunada heroina colombiana. A todas estas obras he agregado unas pocas compos/clones sueltas bajo et nombre -Dalias»,

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II

mas los estudios histOricos sobre «La esclov/fud en Colombia" y -La mujer en [a independenda», Cuando apenas alboreaban en mi mente [as primeras eiartdades, J' accfricieeLproyecto de entrar en el sendero titerarto, no ignotaba [as consecuencias ; sabia bien que este como todos los ramos del saber humano, requiere avanza~ firmemente para sostenerse contra los embates de la tempested que siempre 0 casi siempre retumba en tomo de quien mucho aspira. Forme) parte tambien de mi proyecto hacer algo mas que solo composictones sueltas ; pareciome que podia vertficarto, y me entregu« a ta obta : silo he togrado, 10d/rILeste libro, y 10 dira la publica opircion. Toda aspiracion requiere una lucha; toda lucha implica un sacrificio; todo sacrificlo un calvario que es preciso recorrerpara llegar 01 annelado ideal. En las escabrosidades del sendero hay algunos viajeros [atigados, y Las tumbas de otros que sin alienios ya para llegar at termino del viaje, cayeron a ta vera del camino como azulejo desgarrado por Lafiecha en su vueiohacia el arbol donde deje)su nido y en donde en vano yo 10 esperara su amada y en vano ya 10 esperaran sus hijos. No obstante, he aqul este libra. No es mi intento referir hasta el ultimo de Los motivos que Lo produjeron, ni expticar los hilos de su trama ni las circunstancias en que sus estrofas fueron derramadas de 10 intimo del alma sabre el papel. E[ por sf solo se expttcar«, el por sf solo ira senatando las profundidades de sus ternuras y sus dolores, asl como el desterrado de regreso a su patrla, sentdndose a la puerta de 10 humilde cabana dotuie sencillas gentes le brindaron hospitalidad, les cuenta los paises que ha recortido, los sinsabores que 10 han avasaltado, las

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cruces que b4 deji,ldoplantadas en los recodosy en los desiertos de la vida, sobre las tum bas d~ sus amigos y sus amores, silenciosas como sus esperanzas, mientras con el panuelo en una mane, . el sombrero en la otra, y las ldgrimas resbalandt" lentamente por sus mejillas, paUdas como la anemia de los pesares, iba dle/endo adioses, intUlereme a las marana» de los zarzales de aquel Utf- . dero que lento hollaba con sus sandal/as, marallas densas que no imp/den el paso del peregrino iii 10 podran impedir jamas, porque para il nada son, ni nada valen, ni nada pueden, nl nada lorman, asl como una gota de agua no forma un mar, nl un grana de arena una montana, ni an atomo de nube la tnmensidad del cielo. Y el caminante slgue, sigue a las regiones de sus ideates, a la patria de sus amores, a la es· trella del oriente de sus ensuetios, a las ribera« de los rios donde en epocas de ventura Uena de flores su gorra y corn» tras de las mariposas"· cuando era nino, a los bosques en donde unos ojos, negro,s como sus pesares pero dulces como la esperanza, desde un semblante pdlido como las rosas del jordan, mlraronlo enternecidos bajo las nebras de las pestahas, negras como las alas • las alondras, crespas como los rizos de los querubes, y brliiantes como los jlecos de los astros. Yel caminante sigue, indiferente a las maranas de los zarzales de aque! sendero, maraiias densas que troncha con sus sandatias, sigue y ostenia sabre su frente ta serenidad del azul de su alma despues de la borrasca de sus dolores, como el cielo nublado por la tormenta se ostenia seren» y puro cuando ha llorado sobre la tietra con todo el tlamo de sus torrentes. He escrito siempre para el pUbiico dejdndomt

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IV

llevar de la cortiente de naturales emociones, V sin pretender jamas naber hecho demasiado si se tiene en cuenta la altura de unas aspiraciones a cuya cumbte no alcanza mi pensamiento. Ni el genio ni la ciencia ereo hayan dicho sa ultima palabra; por ende, 1m cuanto se relaciona con los humanos adelantamienios, y sin que con ello se eniienda zaherir ajenas reputaciones, nada

todavia me pareee demasiado, tan s610 aquello que jamds se acaba, es decir, la etetnidad ; 10 demds bajo el sol es el rejlejo, apenas el rejlejo del rejlejo de uno de sus reldmpagos, espejismo de auroras infinitas, rompimienio de gloria oscura por la tormenta, transparencia momenidnea de ' 10eterno en los negros crespones de los mundos. El duelo de las ilusiones perdidas, los eclipses de la esperanza, la musica del amor y las ldgrimas de la muerte, hanme prestado sus tristezas para mis rimas, y han lIenado el caliz de bronce del sentimienio que tdntas veces he derramado sobre el papel en horas de triste calma. Por consiguiente, ni mis estrofas ni ml prosa son esas jlores refinadamenie cultivadas en art/ficiales ;11-vernaderos para adomar con elias los altares que a las deidades del ideal se elevan allende las nostalgias del sentimentalismo; no son tampoco esos rompimientos de gloria que en los cuadros misticos coronan las cabelleras rubias de los angeles y las virgenes, lli relampagos arrancados al sol del medioaia para alumbrar (on ellos las 10bregueces del mundo, ni rayos melancotico« de luna dertamados con languideces de virgenes que jlotan 0 amores que dorm/tan sobre el cristaI undoso de las aguas sollozantes en 10hondo del silencio de ta noche como un lamento so/acado en 10 hondo de la neche del esplritu, cuando sus-

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v penso entre los eielos y ta tterra como una lam-

para invisible encendlda par las corrientes del dolor y el sentimiento, susplra y lucha par volver a Dios. Ohl no; son flares nacidas en media de un camposanto, sabre la tumba de una esperanza, bajo un cteto envueito entre los chales de una tormenta, en medio de una atmosfera enirecruzada por fuegos fatuos y esiremecida par vtentos olorosos a tumba que gimen entre los sauces y los cipreces derramando de sus [ollajes las Idgrimas de la noche. Flores nacidas en donde solo las fiores de muerto crecen, y dispersadas por los ho"ores de la tormenta sobre las tumbas, son reeogidas por los hijos del dolor y de la noche para adomar con elias el altar de su» holocaustos, para llorar sobre elias ta orfandad de sus esperanzas, el duelo de sus amores, el luto de sus tristezas, las agonlas de sus ensuenos, las nebulosas de su alma, ta soledad de su corazon. He ahi, pues, ellibro cuyas paglnas dedico a quienes saben sentlr.

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Marieta POEMA

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Senor don Juan Antonio Velasco: Hace algunos anos sati» a la luz de la publicidad est, poema, primero que escribta y primero tambien que publi., caba. £1 apoyo de tu opinion y tu influencia en alguna acre-

ditada imprenta de ta capital, facilitaronme una edition modesto y por ende menos costosa. Despues he letdo aigll., nas veces aquelJas ptiginas, comparatuiolas con mis lilt/mas producciones, y a pesar de ulteriores conocimientos y adelanios, elias no han palidecido ante mis ojos; ellas hablan aun a mi corazon can la misma elocuencia, can la misma ternura de aquel tiempo, acentuadas par la melancalia de las cosas que se fueron y no vuelven. Al editar la presente eoteccion, erame preciso haeer algunas dedicatorias, y he reservado esta para ti, no ciertamenie como una eoneesion de mi parte sino como algo que desde enionces te perteneee por las rezones dichas. No ya con otro nombre pudiera encabezar estas paginas que a traves del tiempo y los valveRes de este mundo, me parecen con lagrimas escritas; en elias flata mi alma y et alma de las casas que Sf fueron y no vuelven.

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Alia do se alza alegre, Chapinero, en una de sus quintas apaelbles, vive una virgen cuyos ojos negros contemplan todo casi siempre tristes. Sentada siempre junto a la madre que dan frente a par entre grupos

al expirar la tarde, en unos escalones la puerta de la calle de arboles y flores,

Parece una alma, una alma abandonada buscando el rastro por do huy6 su ensueno, parece un angel ya sin esperanza mirando triste la extensi6n del clelo. Ya no hay para ella eneantos en la tierra, no vaga ya en sus labtos la sonrisa, no brilla ya en sus ojos de terneza el sol que alumbra el cielo de la dicha, Sus ojos ltoran esas esperanzas y esos ensuenos santos que cuando huyen, es para nunca dirigir las alas hacia los seres que por ellos sufren. jPobre Marietal a veces con la madre, va al templo en busca de Maria bella, quien s610 puede conternplar sus males y hacer azul el luto de sus penas. AIIf, largo tiempo arrodillada, contando va a la Virgen, los profundos, los terribles pesares que la matan sin que los pueda remediar el mundo. Luego que ya hacia su mansion regresa, desde la puerta del bendito temple con tristisimos ojos la contempla ya sin Is luz de los pasados tiempos.

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Alii los dias le eran antes lindos porque habia en su coraz6n encantos, porque sus ojos de mirar tranquilo no eran entonces naufragos del llanto. Ahora ya las brisas matinales para ella son las brisas de la ausencia, los iiltirnos reflejos de la tarde son fuegos fatuos de esperanzas muertas, Y el imponente sol del medio dia, que abrillanta en la tierra los encantos, es ya para ella un sol de lejanias, brillando triste en los mortuorios campos. II

IOh cuanto enganol coraz6n creldo, cuantas veces en vano adoras tanto, cuantas veces en va no tus latidos tus latidos de amor se han escapado! iC6mo vuelan los suenos de la vida, cuando el oceano del dolor se explaya, cual las aves que en busca de otros climas el suelo apenas con las alas rayanl Y se queda el espirltu desierto como la calle en avanzada noche, como el hogar sombreado por el duelo, como el campo sin aves y sin flores. jAhl los ensuel'los 5:>11 como el relampago; el alma casi con su lumbre ciegan, mas despues de su brillo exagerado, quedan reinando s610 las tinieblas; Densas tlnleblas en do acasotarde logran brillar errantes esperanzas,

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-15 ..:-. eual esa lUI que apenas de los cirboles las ram as juntas a pasar alcanza. I Pobre Marieta I joven, y sediento su coraz6n de virgen inocente, am6 tam bien con ese amor inmenso que pensamos no apaga ni la muerte. iPobre de ella 1 tampoco presentia que tan pronto la Iuz de sus encantos, iba a perderse en negras lejanlas cual 13 esperanza en los mortuorios campos. Sentada siempre al expirar la tarde junto a Cristlan en esos escalones que dan frente a la puerta de la calle par entre grupos de arboles y flores, Contabale el sus planes y esperanzas y ella ante tantas frases elocuentes, era diffcil, Iay I que imaginara dejar despues de verlo para siempre. EI, mas feliz al lado de Marieta, no imaginaba nunca que esas tardes, eran las tardes tiltimas y bellas que alegrarian su coraz6n amante. iCuantas veces asi tan inocentes sonarnos a la Iuz de los encantos sin saber que el dolor 0 que la muerte van a besar nuestros sonrientes lablos, Asl tambien la mariposa, inquieta entreabre al sol sus alas de arreboles y al fin cansada de volar, se acerca de rama en rama acariciando f1ores. Sin sentir que tras ella un nifio vaga con la mana entreabierta y temblorosa,

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- 16softando con sus alas de espel'aaza en tanto que ella 8uefta con las ro8o. III Seguian, pues, tranquilos esperando los dos amantes su softada dicha, en tanto, el brlllo de naetente ano dor6 el adids del ano que parUa: Mas Iay I a su fulgor, los corazones, las esperanzas y el placer gimieron, temblaron los ensuenos y las flon:s y los ojos mlraron hacia el cielo, Porque al traves de aquella luz brlllante, de la guerra los h6rridos suplicios encendieron sus luces funerales y lIor6 la esperanza entre sombrios. I Pobre Crtstian I la suerte parecfa dispuesta a combatirlo sin c1emencia como el viento ala flor que ya se empina o a la avecilla que a volar empieza. Lejos de Bogota su madre amada ya sin apoyo hallabase murtendo y Cristlan era la unica esperanza que aUD Ie daba en su dolor aliento. cVuelve», decia en las dollentes frases escritas por la madre moribunda, escritas ya con mano vacUante y dictadas por hondas am,rguras. Debfa, pues, volar por sobre todos _ los peligros y horrores de la guerra, hasta llegar al lecho doloroso, que la muerte sitiaba con prestesa;

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Debla, sl, volar en el momento a disipar su pena tan profunda o a escuchar sus ultimos lamentos para lIorar despues sobre su tumba, Porque tarnbien i oh madre I hay en tus OJOI y ha habido siempre higrimas a rlos para !Iorar el malestar tan hondo que a veces punza el alma de tus hijos I Porque despues del sol de tus miradas no hay otro sol que brille duradero! todos son soles cuya lUI se apaga para jamas brillar en nuestro cielo I

IV Va fatlgado el sol, sus resplandores fba ocultando en el sombrio ocaso

y en torno de el los tristes arreboles, contemplaban sus ultimos desmayos. Parecla un sue no dulce que se apaga, una mirada encantadora que huye, o algun encanto de la edad pasada que par momentos en el alma luce. Alia do se alza alegre, Chap/nero, en una de sus quintas apacibles, Marieta, nina de Jos ojos negros estaba junto de la madre, triste. No hablaba nada: estaba contemplando el sol muriente cuya lumbre palida, refJejaba al traves del arbolado como el lIanto al traves de las pestanas.

t Que

ideas crnzaban par su mente,

que Ie decla su alma en ese instante,

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no lrla Cristi~n a verla como slempre, no se verlan al pie de los altares? l Pensaba de la guerra en los hor rores,

en los hogares que quedaban solos, o tan 5610 al pensar sus lIusiones se humedecfan sus divinales (ljos? Pensaba en todo, porque Go quien no piensa cuando la guerra ternpestuosa oprime, en mil quimeras conque el alma suena, y en mil hogares que se quedan tristes? Asf tan abatida, parecia Virgen proscrita que a los patrios cielos vuelve sus Iindos ojos en que brillan temblorosas las lagrtmas del duelo. Entre tanto, Cristian sin que Marieta hubiese aiin notado su lIegada, la contemplaba y la sonrisa, incierta, sobre sus labios Iividos vagaba. AI fin por el murmullo ya cercano de sus pasos, la [oven y la madre de su sueno de ideas despertaron, y la tristeza pareci6 alejarse. Habl6se en el momenta de la guerra, de los hogares que quedaban solos, de los adioses, de la eterna ausencia, de los nlnos hambreados y llorosos. Crlstian, aunque rodeado de quebranto, quiso cual siempre aparecer festivo pero ya elias habian calculado un pesar en su esplritu escondido, Porque estaba muy palido su rostro, porque sus ojos hUmedos estaban

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~ 19cuando se habl6 de los hogares solos,

de la ausencia sin fin y de las lagnmas. Else contaba ya entre los ausentes, el presenlia que lagrirnas a mares derramarian sus ojos muy en breve, por su arnor, par su suerte y por su madre. iAh ! Marieta

ignoraba

todavia

cuanto en la mente de Cristian pasaba; aun no se hallaba

en la secreta

que el dolor y su espiritu

lidia

empenaban.

Mas no serIa el quicn la impusiera; rnostrarla la cart" de su madre, escrita ya con mauo tremulenta y dictada por su alma sollozante.

Asi pensaba M:uieta

el infeliz y en tanto,

conversabale

mas l que Ie hablaba?

expansiva

;

no se habia fijado;

pensaba en ella pero no la ola, Pensaba en fila y en que ida a dejarla, pen saba en cuando volveria a verla, vela azul a veces la esperanza, vol via despues a contemplarla negra. Dos horas

ya se Ie habian

aJ pobre joven en aquella

pasado,

quinta;

dos horas y tras elias soJlozando se Ie acercaban otras mas sombrias. AI fin movi6se en ademan de irse

en tanto que, con mana vacilante, presentaba la carta aquella triste, a Ja pel/ida joven y a la madre. Desesper6 a Marieta su lectura, corrieron por su rostra como sombras,

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-20como brisasfugadas de la tumba, como renejos niufragol de gloria. Record6 at joven todas sus promesas : en cambio Ie ofretl6 que nlngun dla se olvidarla deel cuando volviera luplicante hacla el cteto, sus pupilas, Y en seguida estrechandose las manoa . mlentras el mal rela de sus amores. y el viento hacla crujir el arbolado, se dijeron los ultimos adioses.

v Despues de varios dlas de fatlga, atravesando sendas ignoradas, despues de largas horas de agonla pasadas en pobrisimas cabl-ftas: Cabanas asoladas por el hambre, porque la guerra al pobre campesino arrebat6 en su red inexorable y le impldl6 volver hacla sus hijo!, Lleg6 Crlstian a Enciso, cauteloso, fijos los ojos en su hogar modesto, rodeado aan por arboles sombrosos do canta el ave mientras gime el viento, Va ::

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- 52les habl6 de 10 ingrata de su suerte y de su triste muerte, de esa muerte tan cruel que 10 acechaba . •Cuanto es variable el corazon humano, -decia el Soberanode entre vosotros uno me traiciona, uno me va a vender al enernigo, mas siempre soy su amigo, ml coraz6n su ingratitud perdona-, .Y hi tambien-s-a Pedro Ie de ciahi tam bien la falsia empleartis cuando me halles contristado, el espiritu cambia en un instante, antes que el gallo cante dos veces ya, ttl tres me habras negado-. EI apostol, energico, juraba que el nunca traicionaba, que era ignorarite pero buen amigo, que por Jesus la vida ofrendaria ; Jesus se sonreia y contestaba: «Sf 10 que te dlgo», La discusion tom6 sus proporciones, cada eual sus razones expuso al Salvador; Judas, en tanto, no contradijo a su Maestro amante, y en impensado instante se desliz6 como siniestro espanto: Su sombra en la pared del aposento se proyect6 al momento ; ante ella los apostoles temblaron, y en vista del asiento ya vaclo, sintieron todos frio, miraron a Jesus Y se callaron :

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53-

Algo siniestro todos presentian ; despues cuando sallan volvi6 otra vez el Salvador sus ojos al tatldlco asiento, con tristeza, sacudi6 la cabeza y se cubri6 su frente de sonrojos.

v De tiempo atras, Escribas y Doctores con ojos quemadores miraban a Jesus y sonreian murmurando que pronto su ensel'ianza de luz y de esperanza en el Calvario sucumbir verian : Al caer la tarde, todos se juntaban y medidas tomaban para aduel'larse del Jesus temido que los iba dejando sin influencia debido a la elocuencia con que tenia al pueblo conmovido. Ya no faltaba mas sino un villano que extendiera la mana hacia el lugar donde Jesus se hallaba, mas pronto se allan6 el inconveniente, pronto se ha1l6 el agente que para guiar la tropa se deseaba. Un hombre flaco, de mlrar chispeante, se presento jadeante a proponer sin sentlmiento humano, a proponer sin vacilar siquiera, la venta lastimera de ese angel bueno que Ie ~io la mano, A ta propuesta todos aplaudieron, y alegres se movieron

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- 54en sus asientos alabando al hombre y dandole el dinero convenido

por ese acto bandido que hizo inmortal y aterrador su nombre.

VI La noche estaba negra eual la suerte de Judas, y la muerte que su de lito cruel le reservaba, el viento entre los arboles gernia, jerusalen dormia y alia en el Huerto el Salvador oraba. Iscarlote, entre tanto, con presteza, pe un grupo a la cabeza iba a prender al Oenio del Oriente; pronto hacia el Huerta, todos se acercaron y en la entrada esperaron que lIegara el momento conveniente. No mucho tiempo habian resistido cuando el Jesus temido se present6 del Huerta en la portada; Judas entonces 10 estrech6 en sus brazos, mas terribles que lazos, y Ie bes6 la frente inmaculada. El apostol, el amigo, el companero, al parecer slncero, que a todas partes a Jesus seguia y compartla el pan y el sufrimlento al parecer contento, era el que allf cQll besos 10 vendia I Si asl son los que amigos se titulan, si asi abrazan y adulan, l d6nde esta entonces la amistad sincera ?

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- 55Es amigo el que al ver nuestra congoja, nunca vuelve la hoja, mas esta clase de amistad no impera ; En esta vida no hay sino enernigos, los llamados amigos ni siquiera de hablarnos hacen gracia cuando terrible la tormenta ruge y el esplrltu cruje

bajo el peso brutal de la desgracia. Ay I cuantas veces, cuantas en la vida, la mana fratricida suele estrecharse a alguien con carino, y ese alguien degradado hace jirones los tiernos corazones que en el connan con la fe del nino I Judas tan cruel, ante el fulgor del oro olvid6 que un tesoro en la amistad del Salvador tenia; ya estaba su delito consurnado, ya su Maestro atado entre la tropa al tribunal segula. Al cabo de un camino fatigoso, hacia el trono lujoso de Anas, lIeg6 Jesus sin esperanza ; Anas 10 contempl6 de pie a cabeza, despues con aspereza le pregunt6 cual era su ensenanza : eMi enseftanza ya el pueblo la ha aprendido, publica siempre ha sldo-, dijo Iesus al juez apasionado en tanto que en su palldo semblante en ese mismo instante dio un bofet6n un hombre despiadado.

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- 56;:,'" .Si he hablado mal,-Ie dfjo enrrojec~~o jesus, al atrevldo-smuestrame en que y si no l par que me hieres?a EI hombre entonces, con incierta risa, '!'"

10 contempl6 de prisa, como dfciendo: "para mi nada eres-. Despues de ser sin compasi6n burlado a Caifas Ie fue enviado por Amis, el simpatico cautivo; Caitas al verlo Ie exigi6 al momento, mas no sin juramento, que dijera si era hijo de Dios vivo . •Tu 10 has dlcho-Ie dijo respetuoso jesus al,pretenciosotu 10 has dicho, y veras venir un dla al hijo del Eterno entre las nubes rode ado de querubes para juzgar al mundo en su agoula». Despedaz6se entonces el vestido CaiMs, y enfurecido, se levant6 diciendo: -ha . blasfemado~ ; el pueblo entonces contest6 inclemente, con acento rugiente: .

.a muerte, a muerte, sea condenado-. Desde ese instante amargos sinsabores, infamias y dolore~ , , sobre je~us sin compa~i6n llovleron: desde ese instante comenz6 la afrenta a cernerse sangrieota sobre esa gloria que antes aplaudieron. En tanto que Jesus asi se hallaba, . e'n 'e{patio alumbraba .. una ho~uera' . ~. \

"

la' neche .

tan oscura, ..

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- 57y alii con otros disipando

el frio, Pedro estaba sombrio, dejaba ver de su alma la amargura. Todo el palacio estaba alborotado, por uno y otro lado siervos y siervas de Caifas cruzaban ; algunas de estas al pasar miraron a Pedro, y murmuraron: c~ste, y jesus, [arnas se separaban-, Pedro al oirlas, levant6 los ojos y lIeno de sonrojos les contest6 negando al Nazareno, despues de que elocuente prometia que aun la vida dada antes que verlo de amargura lIeno. A otro instante un siervo con un plato, tarnbien cerca al ingrato pas6, y al verlo al brillo de la hoguera, repiti6 riendo: «con jesus tu andabas, con jesus predicabas- ; -no-, dijo Pedro por la vez tercera. Estando en semejantes discusiones, con todos sus pulmones, attivo el gallo, su canci6n lanzaba; Pedro volvi6 hacia diferentes lados sus ojos azorados, y via a jesus que inm6vil 10 miraba. AI sentir sobre 51 aquella mirada por el dolor nublada, que tantas cos as Ie iba recordando, que reprochaba[su fatal desvlo, perdi6 todo su brio y de jesus se retir6 lIorando.

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- 58VII Ya de la noche el cortinaje oscuro, ante el ambiente pure de la aurora empezaba a replegarse, la ya infeliz jerusalen dormia, el Salvador sufrla e intentaba Judas suicidarse: Abrumado por hondo sufrimiento cruzaba a paso lento en esa noche negra cual su suerte, pero en aquellas horas aflictivas volvi6 hacia los Escribas sus pasos antes de buscar la muerte. Como una alma de Dios abandonada en la fatal morada de Caifas penetr6 desesperado, y diciendo: «vendi sangre Inocente-, les arroj6 impaciente los treinta siclos que Ie habian dado; Mas ya era tarde: Escribas y Doctores a tan tristes clamores contestaron con honda indiferencia: «l que nos importa tu hondo sentimiento 1».... y el cruel remordimienfo desgarr6 mas de Judas la conciencia: Volvi6 a mirar a diferentes lados con ojos azorados y via a Jesus entre la turba brava; Jesus tarnbien 10 contempl6 un instante con mirada insinuante como diciendo que aun 10 perdonaba: Pero aquella mirada de ternura con mezcla de arnargura,

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- 59fue para Judas la mortal sentencla; pareci61e que un eco en 10 infinito Ie decia -maldlto-, y se lanzo a la calle con vehemencla. Cuanto recuerdo al paso sorprendla, contristado vela esos lugares do brillo su suerte, que recorrlo de su Maestro al lado, y que ya abandonado atravesaba en busca de la muerte I Iba ya cerca al mar de Galilea y en lucha con la idea de su feliz pasado esplendoroso y su presente ya desvanecido, se embriagaba en el ruido de aquellas ondas que surco dichoso, De aquellas ondas donde tantas veces infinidad de peces sacaron a presencia del Mesfas despues de haber echado muchas horas sus redes pescadoras y haberlas vuelto a contemplar vaclas! Oh I los que tloran como yo traiclones, no suenen con perdones, -Replicabase Judas angustiadomurlo la dicha para ml en el mundo, mi mal es muy profundo, no puedo ya vivir tan desgraciado! Asi se impacientaba y sus pupllas elevaba intranquilas, con siniestra intencion, al arbolado en donde al fin con una soga al cuello se colgo, y el destello de su vida apago desesperado.

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-60AI otro dla las gentes que pasaban y hacia el bOsque miraban, se embebian en trlstes pensamientos al ver aquel cadaver tan sombrio fIotando en el vacio al sollozante impulso de los vientos. VIU Una manana linda, esplendorosa, con fulgores de rosa baM la tierra adormecida y fria, las aves sus canciones elevaron y en seguida cruzaron en varios giros la extenslen vacla, En medio de una turba delirante, con paso vacilante sali6 Jesus de aquel hogar sombrlo donde paso una noche tan horrible, do su alma tan sensible lIor6 a torrentes y tembl6 de frio. AI cabo de un camino fatigoso ante el trono lujoso de Pilato, esperaba la sentencia que inexorables para el querian y a gritos exigian sin consultar justicia ni conciencia. AI fin Pilato levant6 las manos y al punto los villanos guardaron un silencio tan profundo como el silencio que precede a veces las negras lobregueces de las grandes catastrotes del mundo En segulda sus ojos enturbiados abrieronse alumbrados

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como al suave fulgor de una esperanza y con mirar sobre el tumulto fijo, al cabecilla dijo: a donde Herodes con Jesus avanza, Pocas horas despues, en el semblante del Salvador amante fijaba atento Herodes sus miradas y Ie hacia preguntas diferentes, ya graves, ya elocuentes, mas por Jesus no Ie eran contestadas. Mostr6se entonces en creciente grado herido e indignado, 10 lIen6 de desprecios y en seguida mand6 cubrir su cuerpo adolorido con el [iron raido de una tunica blanca envejecida. Asi vestido como rey de [uego mandolo

vol vel' lucgo

donde Pilato para que el hiciera su voluntad en ese drama horrible donde el pueblo insensible cause terror con su papel de fiera. En tanto alla en su esplendoroso asilo, ya rnenos intrauquilo Pilato estaba: se creia Iibrado de hacer \Ievar a cabo la senten cia teroz que, gin conciencia, Cailas y el pueblo habian decr etado. Mas jay! cuando el asl sofiaba, cuando crey6 que estaba Iibre de aquel encargo tan horrendo, una vez mas la sanguinaria genie se abalanz6 im paciente hacia el palacio con horrible estruendo.

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- 62VoJvi6 Pilato al estupor pasado, con semblante angustlado contemplaba a la fiera muchedumbre y pen saba entre tanto c6mo haria, que medio escogerfa para salir de tanta incertidumbre. A poco, reponiendose un instante, con acento insinuante dirigiendose al pueblo, dijo: «amtgos, en Pascua siempre ha sido acostumbrado que se Iibre un culpado de dar la vida y de sufrir castigos ; .Veo en Jesus un joven inocente, y veo un delincuente en Barrabas : decidme, pues, ahara, presclndiendo del odio que os envuelve, l a cual de elias se absuelve, a cual se da la gracia bienhechora ?,. Mas el pueblo, enemigo de la gracia y sordo a la desgracia de aquel angel de paz de las naciones, clam6 exigiendo de brutal manera que Pando consintiera en realizar sangrientas intenciones. El pobre juez ya debit se sentia, falt6le ya energia para hacer frente al pueblo enfurecido, entrecerr6 los ojos vacilante y despues de un instante de interna lucha, se mostr6 vencido. Entonces iay! sus labios se entreabrieron temblando y balbucieron la orden terrible de azotar al Justo,

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- 63pensando el pobre que con tal afrenta calmaba la torrnenta, Ja sed de sangre de ese pueblo injusto.

IX Cual ave que con oj os de tristeza, levanta la cabeza y mira todo en derredor call ada, asi Pilato solo y reclinado en su asiento dorado, paseaba en torno suyo la mirada. Deslizabase el tiempo indiferente y el pobre juez doliente en Jesus meditaba temeroso cuando el murmullo de cercanos pasos y el roce de unos brazos 10 volvieron de pronto hacia el reposo. Volvi6 a mirar y junto arrodillada 5U companera amada, -Salva-Ie dijo-al pobre Nazareno, No 10 condenes, dueno de mi vida, si te soy tan querida, dame una prueba de tu amor, se bueno, -Jesus

es justo, es justo, no convengas con el pueblo aunque ten gas que abandonar el mando si te oprimen, un rinconcito pobre, pero honrado, sera mas encantado que un trona sostenido por el crimen. Poncio que tanto habia ya sufrido, la mira enternecido diciendole : salvarlo es 10 que anhelo,

salvarlo es, Claudia, el suefio de mi alma,

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- 64vuelva hacia tl la calma, vuelva a tus ojos el fulgor del cielo, En tanto que asl hablaban, un horrible tumulto, incontenible, se avoc6 a los marm6reos escalones; era la turba ingrata que volvia . con Jesus, y subia al Tribunal lanzando maldiciones. Claudia Procla tembl6 y can honda pena se alej6 de la escena, la muchedumbre se acerc6 furiosa pidiendo aun contra Jesus venganza, y Poncio [a esperanza comenz6 a ver para su mal dudosa; Mas a pesar del choque tan violento, tomando nuevo aliento, al Salvador condujo a [a azotea par si al verlo tan mustio y tan herido, eJ pueblo, arrepentido, abandonaba su infernal tarea; Pero aquel triste «ecce homo» intencionado por Poncio pronunciado en el momento de mostrar a Cristo, se perdi6 en la protesta tormentosa de aquella turba ansiosa como tigre de sangre desprovisto. Poncio volvio a su asiento con tristeza, despues, con aspereza, «agua-grit6-que se me traiga al punto-, y a poco instante, un siervo con un pano y utensilios de bano, se Ie acerco entre el infernal conjunto: Poncio clav6 en el pueblo una mirada de soberbia impregnada

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-65que acrecent6 el furor de los tiranos; «soy inocente de su sangre y vida» dijo al pueblo en seguida, y asi diciendo, se lav6 las manos. At terminar su replica Pilato, el tumulto insensato con fieros ojos en el Martir fijos, «s610 su sangre-contest6-desea el pueblo de Judea, sobre nosotros caiga y nuestros hijos-. Acto continuo, en horrorosa orgia bajaron, y la via del Calvario tomaron al lnstante, mientras Pilato en la azote a callado, contemplaba angustiado aquella escena horrible y degradante. Agobiado en el aspero sendero, jesus bajo el rnadero, lIena el alma y la boca de amargura dirigi6 el paso hacia uno que asomaba y miraba y miraba tanto dolor y tanta desventura. Llegando ya muy cerca de la puerta de par en par abierta, dijo a Samuel el dulce Nazareno: -dame a beber del agua de tu pozo; S y el dijo desdefioso :f -anda, que no te llevaran por bueno. -Si,-respondi6Ie el Hijo de Mariayo andare, y algun dia descansare de mi dolor profundo alia en el seno de mi Padre amado,

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pero hi, desdichade, t6 sl andaras hasta que acabe el mundol Y Samuel Behelibet, desde ese instante como si algun gigante 10 arrebatara como leve alfombra, principle a andar; las aguas no volvieron a su pozo, y murieron las verdes ramas que Ie daban sombra. Al fin en un recodo del sendero, Jesus con el madero se refundi6 entre el pueblo enfurecido, y el infeJiz Pilato, ensimismado habrla continuado sl no 10 hubiera Claudia distraido. DoJiente alii como la flor tronchada, permaneci6 inclinada; -l entraste ha mucho ?-pregunt6 el risuen.o-no, no hace mucho-respondi6 tomando una actitud de mando la desgraciada, ante su ingrato dueno. - Te necesito, quiero que hi veas para que asi me creas, un cuadro bello, de maestra mano, un cuadro que arrebata y ensimisma, "\.~ un cuadro en que se abisma profundamente el curaz6n humano. AsI diciendo, se apoy6 en el brazo de Poncio, y paso a paso Io JIev6 hacia los bajos aposentos ; Pilato obedeclola indiferente en tanto que en su mente se atropellaban tristes pensamientos': ,

Un momento despues ella angustiada detuvose a Ia entrada

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- 67de un cuarto oscuro aun en radiante dla ; habian alii azotado al Nazareno y estaba el piso lIeno de sangre y accesorios de la orgia; En medio la columna ensangrentada con sogas enredada, en contorno los latigos dispersos con hilos de cabello entrelazados; restos ya abandon ados, lnstrumentos de esplritus pcrversos. En un rinc6n la piedra do sentado fue despues de azotado, envuelta en una tunica raida, y al pie de aquella purpura, ten dido, el cetro aquel fingido o cana de la huerta recogida. -Loco

de mi, Iigero e insensato, -dijo entre si Pilato con los ojos c1avados en el suelodespues sin que a la triste companera, ni una frase dijera, se retir6 embriagado por el duelo: Y al andar sobre sangre transitaba, s610 sangre encontraba, de ella estaban los pisos salpicados, sangre habia en los marm6reos escalones, semejante a jirones purpiireos por doquiera dispersados. Ya de la vida el nectar atractivo para Poncio fue esquivo, no volvi6 a sonreir en adelante, de sus ojos huyeron las auroras, de su placer las horas, 5610 el pesar 10 acompano constante :

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-68Todas las tardes cuando el sol marfa, el infeliz gernla, e inm6vil del palacio en la azotea, miraba contristeza ese camino par do Jesus divino march6 a morir burlado de Judea!

x Ya del Calvaria a la escabrosa cumbre con honda pesadumbre Jesus lIegaba entre la turba densa cuando por vez tercera desmayado, cay6 al suelo postrado bajo la carga de la cruz in mensa. En ese instante separando gente, Ver6nica doliente, lIeg6 hacia el y Ie enjug6 el semblante ; Jesus abri6 los ojos can tristeza, agit6 la cabeza y se tronch6 de nuevo sollozante : Entonces los verdugos calculando que ya se iba apagando par momentos la llama de esa vida, - hicieron que Simon la cruz cargara para que asi alcanzara Jesus a andar del monte en la subida. EI buen Simon tam bien compadecido, tom6 el lena caido sobre la espalda deJesus lIagada y avanz6 por el aspero sendero mientras el pueblo fiero hacia parar la victima postrada. Querian ponerlo en pie pero a tirones los malvados sayones,

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- 69estando en esta horrible batahola, Ia pobre madre hacia Jesus lIegando, 10 levanto llorando entre las burlas de la humana ola ; y

Llorando si, llorando sin consuelo, sin hallar bajo el cielo quien Ie dijera por piedad, no lIores, ni quien tendiera por favor sus brazos para soltar los lazos al infeliz Jesus de sus amores I Al fin del triste G61gota a la cumbre la densa muchedumbre lIeg6 impelida por su sana fiera y mientras unos a Jesus postraban, otros se atropellaban por colocar los c\avos a carrera .

....-...Maria, que lejos de la escena horrible,

al cielo inconmovible dirigia sus ojos afligidos, at sentir los primeros martillazos, tendi6 en vano los brazos, lIor6 a torrentes y rompi6 en gemidos. Un momento despues, con loco empel'io, Jesus, fijo en el lel'io, fue levantado en medio de ladrones, y asi por sus verdugos suplicaba al Padre que miraba desde el cielo el furor de las pasiones. AI fin Maria, aunque de angustia lIena, hacia la triste escena se fue acercando, y cuando ya a sus ojos apareci6 aquel cuadro tan sombrio, sinti6 en el alma frio y se cubri6 su frente de sonrojos:

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-70 Jesus en tanto, mudo, contemplaba la turba y meditaba en c6mo cambia el coraz6n humano, c6mo el que ayer se nos brindaba amigo, es hoy nuestro enemigo y manana no mas nuestro tirano. Y aun esperamos sin temor; j Dios mio I que tragico desvio nos impele a confiar en este mundo, si aun los seres am ados nos traicionan y de espinas coronan nuestra esperanza con desden profundo I Oh I vosotros los seres desgraciados, los seres olvidados de la dicha, del bien y aun la esperanza, que no contais vuestro tormento a nadie porque no hay luz que irradie en vuestra negra y triste lontananza I Vosotros los proscritos en el mundo, los de mirar profundo, los de mirar errante en el vaclo, los hijos del dolor y de la noche, victimas del rep roche y de todo 10 triste y 10 sombrlo ! Vosotros los eternos doloridos de labios contraidos por triste risa 0 por desden profundo, representantes de esa lejania, de esa regi6n sombria que el infortunio lIaman en el mundo I Oh! no extraneis que el mundo os abandone, que os burie y os traicione ; en Maria pensad; j cuanto lloraba mientras rei a el mundo con empeno,

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mientras en tosco lefto hecho un jjr6n Jesus agonizaba ! EI clelo, 10 mas alto sabre el mundo, tiene su azul profundo y tlene un sol que su belleza aumenta, tlene estreIlas, tlene astros tornasoles, tiene sus arreboJes pero tarnbien sus noches de tormenta : Si alguien bald6n para vosotros tieae, recibid de qulen viene ; de 10 alto son la gracia y el decoro, de 10 alto son las luminosas huellas, el sol y las estrellas, de 10 bajo, Ia infamia y el desdoro. Aun Jesus callado continuaba, mas la sed aumentaba de su cuerpo la fiebre y el tormento, y entreabriendo sus labios moribundos y sus ojos profundos «ten go sed», dijo con doUente acento. Por vez prirnera menos inhumanos, alzaron los tiranos en el extremo de una calla larga una esponja en vinagre humedecida, que en su sed desmedida gust6 el MesIas con sonrisaamarga. En seguida qued6 como postrado, sobre el hombro llagado la cabeza inclin6 con desaliento, cruz6 una sombra negra su semb1ante y des de el mismo instante palideci6 eJ azul del firmamento. Una hora despues, pas6 el deliria, despert6se al martirio

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-72 lanzando un \ ay I doliente y prolongado, y murmur6 con hondo desconsuelo fijandose en el cielo : «\ Padre I l por que me habeis desamparado

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XI Ya se acercaba el ultimo momento, el sol sanguinolento banaba el mundo en tunebres sonrojos, se ocultaban las aves en sus nidos exhalando gemidos, y entrecerraban con pavor los ojos ; La tarde en tanto sobre el tul del cielo con hondo desconsuelo tendi6 su manto cardeno y sombrlo la hora de las tres vibr6 doliente, y el Salvador, muriente, alz6 el sembi ante demacrado y frio: En seguida con voz desgarradora que aun en Judea 1I0ra, -oh Padre mio,-principi6 diciendooh Padre rnlo, todo esta acabado, mi misi6n ha expirado, en tus man os mi esplritu encomiendo I"

i

Horas despues de la ultima agonia se Ie entreg6 a Maria; ella abrazo los funebres despojos, su Jesus en jirones convertido, su Jesus tan querido, y el llanto a mares inund6 sus ojos ; El dolor la condujo a tal extreme, que un deli rio supremo se apoder6 de su alma y de su mente,

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- 73de su alma tan sensible y candorosa como la blanca rosa, como la blanca rosa del Oriente. Despues cuando en su mente oscurecida volvi6 a lucir la vida, la esplendorosa vida de la idea, ya Jesus en su canto no se hall aba, cuando ella en sf no esta ba, 10 sepult6 Jose de Arimatea. Qued6 Marfa sola en el Calvario sombrio y funerario, abandonada en medio de su duelo como una flor entre sepulcros frios, como un angel sin brios queriendo en vano remontarse al cielo. Abandonada en medio de su pen a la dulce Nazarena ; no hay quien de indigna tal acci6n no tache; no haber alii quien olvidando enojos, enjugara esos ojos, esos ojos de aurora y azabache. Sola tambien, de aquel lugar horrendo, se separ6 gimiendo y se march6 a su hogar desmantelado, mas no sin observar mientras andaba el sitio que dejaba de lagrimas y sangre salpicado. Asi en la vida los ensuenos pasan, asl se despedazan en este mundo tantas i1usiones bajo el manto de negra hipocresia, y nunca luce el dia en la noche de tantos corazones

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-74 XII Una manana linda, esplendorosa, con fulgores de rosa baM la tierra adormeclda y fria, las aves sus canciones elevaron y en seguida cruzaron en varios giros Ia extensi6n vacia. Mas, [oh contraste triste el que Iorrnaba el sol que se elevaba esplendoroso en el azul del cielo, con el sernblante triste de las gentes que cruzaban dolientes bajo la carga de terrible duelo! EI dla anterior, alegres se burlaban de Jesus, y deseaban que acabara su vida con presteza, y habian logrado ya 10 que querlan, mas lay! no se sentlan con un aliento para alzar cabeza. Ya los falsos Escribas y Doctores que tantos sinsabores descargaron sobre el hasta matarlo, podrian continuar en la Judea la pasada tarea de ensenar mal al pueblo y arruinarlo: Mas despues de Jesus, l c6mo las gentes oirian cornplaclentss doetrinas falsas do el error descuella? l C6mo podrian tranquilos aceptarlas, si al ir a compararlas, es la doctrina de Jesus tan bella? Que el pueblo se extravi6 por un memento y a Jesus dio tormento,

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-15no prueba nunca que al profundo olvido echaran su palabra y su doctrina, porque ella es tan divina que ante ella todas han palidecido. Despues de fallecida una criatura, su recuerdo murmura can mas vehemencia en 10 hondo de nuestra alma; su sombra nos persigue dondequiera, dotiente y lastimera, arrebatando al corazon la calma. Asi tambien, despues de fallecido el Salvador querido, sus ensefianzas mucho mas valieron, vieron entonces toda su grandeza, dobJaron la cabeza y ante el pesar del crimen se rindieron. EI infeliz Pilato, en vejecido mas por haber herido la vida de Jesus que por los anos, solo y sornbrlo, encamin6se a Viena seguido por la pena y por hondos y crueles desengaf'los: En vano hubiera eJ infeliz querido borrar 10 sucedido; la historia de jesus habia volado, Jesus en todas partes se decia y en todas se vela sabre un altar Jesus crucificado. Hay alia en Viena un bosque pintoresco que brinda grato fresco en esas horas en que eJ sol calcina; cerca del bosque encuentrase una hondura sombria, do murmura una corriente que sin luz camina,

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- 76Pues ni la luz del dla, ni el sol mismo, en tan profundo abismo pueden lanzar un viso de sus llamas, sino apenas jugar sobre la boca do en una mezcla loca se cruzan flares y espinosas ramas. Era una tarde: el sol sanguinolento se desplomaba lento sobre la tumba ardiente del ocaso, cual sobre el alma de luchar rendida, una llusion Querida que derram6 esplendor a nuestro paso: Pilato de un amigo en cornpanla, paseaba y discutia por el bosque con honda pesadumbre -es imposible,-murmuraba triste,ya mi alma no resiste, no puedo ya con tanta incertidumbre,

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-Es

cruel la servidumbre de mis penas, son tantas las cadenas que ya no alcanzo a resistir su peso; la muerte de Jesus me despedaza, su recuerdo me abraza, me encuentro aqui en el mundo como preso; -Cuando

Jesus se hallaba en mi presencia, comprendi su inocencia, mas pregunte por que 10 persegulan ; Jesus entonces levant6 los ojos y mi faz de sonrojos se cubri6, cuando en mi se detenian, -Esa

mirada bella e indagadora, me sigue a toda bora, esos ojos me alcanzan y me oprimen, ojos divinos que piedad imploran,

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ojos tristes que Horan, ojos que afean sin cesar mi crimen. Despues de consumado el sacrificio, cuando como un cilicio la pena el coraz6n me desangraba, al entrar a palacio de carrera, al pie de la escalera un anciano lIorando me esperaba. Que tienes pobre anciano, que ha ocurrido ? -Ie dije conmovido,Senor I-me respondi6 con amargura y en el manto secandose los ojosque nos de is los despojos de Jesus para darle sepultura I Que os los den.v-respondl-c-ya esta orden ado ; entonces consolado, senor I-me dijo-Dios os de la palma, y se alej6 con paso presuroso mientras en un sollozo de mi dolor se estremecia mi alma. Al fin el tema de Jesus, Pilato dej6, e insensato, mostrandole a su amigo el hondo abismoz - Esta es mi tumba ;-dijo delirante, y se lanzo al instante, cans ado de luchar consigo mismo. En tanto, del Mesfas la ensenanza, can rayos de esperanza vol6 triunfando del error sornbrio ; muchos a su doctrina se acogian y

rnartires rnorian

muchos tarnbien, pero aumentaba el brio; Los brazos del verdugo se cansaron, los. cristianos triunfaron,

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- 78han pasado los dias a rnillares y Ja doctrina de Jesus no expira,

en las alrnas suspira, y se levantan por Jesus attares.

I Pobre jerusalen I cuanto has lIorado tu horroroso pecado; aun parece que en tus calles vaga todavfa Jesus, arnenazante, sonriente 0 sollozante, aun parece que su voz divaga I i Desgraciada

ciudad I de mil amores la mancha y los horrores que aun perrnanecen en tu seno fiios, borrar quisiera de tu triste historia y volverte la gloria que despreciaron tus ingratos hijos. Mas Iay I mi intensa cornpasi6n no alcanza ni a darte una esperanza, no puedo hacer la luz para tu duelo, ni consolar tus virgenes hermosas como las blancas rosas, ni hacer bajar a tu Jesus del cielo !

Ierusalen I [arnas sobre tus ruinas sus palabras divinas atraeran ya la gente por diluvios ! jerusalen I tus vientos sollozantes no volveran como antes a [uguetear con sus cabellos rubios !

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Emma POEMA

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Aqul tienes, Josue, la triste historia que hace ya much os atios me contaste; tti viste aquello, tti 10 presenciaste ; la blanca virgen viste sucumbir, la blanca novia de tu noble amigo, tu amigo Luis, cuyo tiitimo desteko apagose tambien, cual todo aquello

que nunca, nunca hubiera de morir.

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••••• Ya e] sol de la manana, lentamente del cielo entre los palidos cendales derramaba sus lampos dlvinales cuando lIegaba bacia el colegio yo, habian pasado ya las vacaciones, y en esos c:Iaustros solitaries antes, un animado mundo de estudiantes reunido de nuevo se encontr6 ; Nuevas habla entre ellos muchos otros que hablan dejado su nativo suelo, sus queridos hogares y su cielo por venir a formarse en Bogota, entre ellos uno me lIam6 al instante la atenci6n por su faz meditabunda, la luz de su mirada era profunda, como la Iuz del sol cuando se va, El cabello dorado y en sortijas sombreaba su cabeza majestuosa y su boca severa y desdeflosa bajo el bozo mirabase lucir : prontb con el inseparables fuimos, .pronto adquirimos fraternal confianza y a la lUI de Ja dicha y la esperanza nos parecio radiante el porvenir : Es Ocana la patria de mi amigo, el, me conto 10 linda de su suelo, la esplendidez de su irnponente cieJo y las santas delicias de su hogar, me habl6 tambien de la simpatlca Emma, primer amor de su alma apasionada, lUI de sus ojos, virgen adorada

de su extsteacla en el sencillo altar.

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-84En esa linda y fulgida manana en que por vez primera se encontraron y silenciosos juntos se miraron como haclendose suplicas de amor, -te amo,-el Ie dijo,-al escueharlo ella, -yo tarnbien te amo-contest6 muy paso y en su semblante de luciente raso cruzaron tenues ttntes de rubor: -Puedo creer, -Ie pregunto el de nuevo,puedo creer que me seras constante? -Lo he dicho ya,-Ie contesto ella amante con el mas dulce acento de mujer,desde ese instante mas apasionado, no penso ya mi amigo sino en ella, en esa Emma eneantadora y pella que el no ha dejado nunea de querer, Cuando faltaba nada mas que un dla para que Luis huyera de su lado, recorrieron los sitios de su agrado meditabundos y afligidos ya, -vas a olvidarme,-Ie decla ella con aeento de amor y de amargura,vas a quitarrne toda tu ternura sl das con una linda en Bogota, Los que van por alia nunea regresan o si regresan vuelven de otro modo, lIenos de orgullo y despreciando todo, 51 aeaso vuelves, volveras asi? -Nunca,-repuso Luis emocionado,nunca sera ninguna tan querida, de aqui a seis anos otra vez mi vida, asl como hoy me encontraras aqui, Al fin lleg6 el momento de la marcha ya despues de haberse despediclo de su familia y de su hogar querido, y

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-85avanz6 Luis de su adorada en pos; -me voy!-Ie dijo,-ella conmovida, la cabeza movi6 como dudando y al fin la mano present6 temblando para decirle 'el postrimer adi6s. II Cinco anos ya se hablan desllzado desde el momento en que a las aulas vino en busca de la Iuz de -su destino mi inseparable y desdichado Luis; cuanta ilusi6n entonees nos forjamos sin pensar que la suerte cambiaria y traicionera al fi n eometeria con nosotros un tragico desliz! Cinco anos ya se habian desJizado, mas no se habia borrado de su mente nlngun recuerdo de su patria ausente, siempre el hablaba con igual fervor, siempre era el Luis meditabundo de antes, [amas nlnguna estudiantil hazai'la Ie hizo olvidar la imagen de su Ocana, ni la de Emma, la virgen de su amor. -Cuando termine el ana que me falta, -entusiasmado a veces me decia,juntos irernos a la patria mla y un buen diciembre pasaras alii; quiero que hi conozcas a mis padres como tambien a mi simpatica Emma, sonada eual la virgen de un poema y en extremo querida para mi.

Cuantas veces asl tan inocentes sonamos a la luz de la esperanza sin comprender que el infortunio avanza

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-86tras de n080tr05 lleno de pasidn por destruir cuanto nos es querido, por marchitar nuestra i1usl6n naclente, por extender au sombra en nuestra mente, y destrozarnos lento el corazon I

III Ya en el dorado trona del Eterno sacudlan sus alas Jos querubes y el sol saliendo de entre blaneas nubes barraba en suave Iuz a Bogota, aves mil de vivlsimos colo res lanzabanse al espacio como flechas, c,omo i1usiones fulgidas deshechas, que huyen del alma parasiempre ya, Esa manana linda, esplendorosa eual las mananas del amor prlmero, esa manana esplendida de enero, se acerc6 Luis de mi persona en pos, -acabe ya,-me dijo,-Ios estudios, me vuelvo ya para la patria rnla, tu prometiste hacerme companla y todo listo esta para los dos. -Estci muy bien,-Ie conteste afectuoso,arrojare muy lejos la pereza y cumplire gustoso mi promesa, ire eontigo a donde quleras, Luis. -Sf,-contest6 radiante de alegrfa,conoceras a mi slmpatlca Emma, son ada eual Ja virgen de un poema y encantadora cual la flot de lis.

IV Ya la noche colgaba sobre el mundo su glgantesco y funerario manto,

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-87y brotaban

luceros como lIanto de las pupllas de una negra faz cuando mi amigo Luis y yo, llegarnos a Ocana, la ciudad do sus amores por Emma, 10 llenaron de esplendores que en vida nadie apagara [amas : Fatigados al fin por el cansancio acomodamos deliciosamente en las almohadas la cabeza ardiente y comenz6 su espiritu a sonar, suetto grato y feliz mas fugitivo eual todo sueno en que la dicha danza, Luis 50f\6 al resplandor de la esperanza jurando a Emma amor en el altar.

v Como gigante bomba enardecida por las voraces llamas del infierno, doraba -el sol el trono de 10 eterno sonrojando hasta el ultimo confin cuando yo hablaba con la joven Emma, de Ocana flor simpatlca y galana, encantada visl6n de porcelana can res plan dares vagos de carmin.· Imagine al principio que mi amigo pot su infinito amor exageraba, mas de que era como el me la pintaba . quede convlcto en el momento aquet; era de aquellos seres que se imponen, de aquellos, sl, en quienes resplandece algo que no a 10 humane pertenece, algo mejor que el mundo y su oropel; Modelo de constancia y de ternura, fulgor de arcangel, coraz6n de nino

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-88por 10 tierno y 10 puro en et cariflo que a mi. infeliz amigo prodig6 f -Cambiar contigo ?-Ie decla ellapuede la muerte destrozar mi vida, pero el amor de mi alma enternecida, este amor mfo para tl, si no. Emma tan seductora y tan sencilla como las blancas rubias nazarenas diez y ocho abriles apuntaba apenas de existencia en el valle terrenal; ignoraba del mundo el artificlo, ignoraba del mundo la talsia, [amas su tierno coraz6n fingfa porque era en ella todo natural. Natural como el agua que resbala, natural co"!o el viento que suspira, como la flor que aspira y que respira las auras matinales al pasar; Luis encontr6 10 que entrevisto habfa en sus sue nos idilicos de joven -al preludiar un aire de Bethoven, de Verdi, de Rossini 0 de Mozart.

VI Una hermosa morada de dos pisos que se levanta entre arboles yflores donde cantan sublimes rulsenores, era el hogar poetico de Luis, alJf una tarde junto con su amada, en apuntar al blanco distrala los momentos ociosos que tenia, y apuntaba con exlto feliz.' Que ojala en todo apiintes como al blanco, Ie dije al verlo c6mo disparaba

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-89y de segulda sobre el blanco daba sin que ni un tiro se Ie viera errar. -5i se pudiese,-contest6nos Emma,atrapar como el blanco la fortuna, sobre este mundo ya no habrla ni una, ni una sola desgracia que Ilorar. Era u~a tarde palida y serena cuyo recuerdo vive en mi memoria, Emma radiante de ternura y gloria estaba en medio de mi amigo y yo, mi caro Luis examinaba una arma que Emma misma le habia presentado, cuando un tiro imprevisto y despiadado del anna traicionera se escape ! iEmma se estremeci6 y en el instante [unto sus manes sobre el pecho inerte y oscurecio la sombra de la muerte su mirada poco antes tan feliz. -Me has muerto !-dijo luego temblorosa, con voz por el dolor entrecortada, y como flor al viento abandonada dio de rodillas a los pies de Luis I El, se inclin6 al m?meRto a levantarla, mas de un vertigo horrible acometido cay6 tarnbien al suelo sin sentido y fue Ilevado al lecho can temor, Emma tarnbien de alii fue levantada, banada ya en la sangre de su pecho para el amor y las ternuras hecho y destrozado as! por el dolor! Aun me parece en ese instante era el dolor en era el dolor en

ver al desdichado de pesar profundo, pasta sobre el mundo, todo su desliz,

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-90un artista pintor habrla tornado. para un cuadro de angustias y de horrores, las suficientes sombras y colores en el semblante llvido de Luis t En esa tarde aquella easaquinta fue eonvertida en carnara mortuoria, a los suenos de amor placer y gloria sucedieron las sombras del pesar, alia en Ja sala en medio de los cirios se levantaba el catafalco de Emma, son ada eual la virgen_de un poema y vestida de blanco y azahar I La negra cabel1era se envolvia por su espalda, sus hombres y su peeho cual un mar negro en tempestad desheeho, que en ondas erespas se desborda al fin, en sus oseuros ojos entreabiertos todavia las lagrlmas tembJaban y aun parecia que a su Luis bascaban con el inmenso arnor del querubin. Y sus labios aun se sonreian con su sonrisa seductora y franca, dejando ver la dentadura blanca como los blancos Iirios del Tabor, la muerte en medio de su horror no pudo nublar su rlsa eual nubJ6 su frente, se sonreia aun cuando tristemente porque sonriendo la encontro el dolor! VII Quince dias se habian deslizado ya desde aquel mortifero destrozo que hizo exhalar el ul timo sollozo a la amada que Luis ya no vera,

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- 91cuando mi amigo aun convaleciente, sali6 a la calle asido de mi brazo y triste como el sol cuando al ocaso va descendiendo moribundo ya I Pensar en consolarlo era imposible, evitar su dolor s610 era un sueno, tan s610 hablaba de Emma can ernpeno sin que yo 10 pudiera distraer, algunas veces intent6 acercarse al camposanto a visitar su fosa pero yo siempre Ie impedi tal cos a por no aumentar su inrnenso padeeer. No brill6 el porvenir tan esplendente con que sonaron pocos dias antes cuando vagaban por el bosque amantes al despedirse el ultimo arrebol : que era ya Luis sin su adorada Emma? Ave sin nido, estrella sin fulgores, noche sin luna, cuadro sin colores, ' [ardin sin plantas, mediodia sin 5011

VlII Un mes complete se me habia pasado en la casa de Luis, par consrguiente abandone su hogar tan complaciente cuanto sornbrio y desgraciado ya, mas Luis me prometi6 que no muy tarde con su am able familia volveria a distraer su cruel melancolia y a ser rni amigo siempre en Bogota. Dolorosa me fue la despedida, el pobre Luis para quien siempre he $i4o un amigo constante y decidido, qued6 mas triste cuando dije adios,

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- 92aunque ~I tenia de que no tarde del bogotano y nos volveriamos

la esperanza clerta bajo el lindo cielo atractivo suelo a encontrar los dos.

IX Tres meses ya se hablan deslizado desde ese dia en que de pena tanta se me anud6 la voz en la garganta cuando dije a mi amigo, ya me voy : 10 recordaba yo cuando en mi pieza un individuo de espectral sernbl ante me estrech6 entre sus brazos delirante diciendo con afan : lIegamos hoy. Era mi amigo Luis, que flaco estaba que palido, que triste y que sombrio sus ojos al mirar causaban frio, su voz sentimental honda impresi6n, se habia venido ya con la familia, trataba de olvidar esa aventura que convirti6 en oceano de amargura , su magnanimo y joven coraz6n, Inseparables como en alios antes a ser volvtmos'desde aquel memento, mas nada ya calmaba el sentimiento que sollozaba en su alma sin cesar, una fiebre continua devoraba su coraz6n sensible en dernasla, con nada distraerlo se podia y la tristeza 10 empez6 a extraviar; Asi los dias pasaban y pasaban sin que mi esfuerzo fuera suficiente para hacer que mi amigo complaciente distrajera con algo su dolor,

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-93en una tarde que [amas olvido, eual de costumbre penetre en su pieza y 10 vi releyendo con tristeza una a una las cartas de su amor. Luego que hablamos de diversas cosas, el violin olvidado y silencioso desde la muerte de Emma, tom6 ansioso y principi6 sus cuerdas a rozar, un sentimiento, divinal,· sublime, se apoder6 de su alma en el momento y el olvidado y huerfano instrumento amargamente comenz6 a lIorar! En sus notas vagaban melodias de una historia de amor y de esperanza, de un porvenir sol'iado en lontananza, de una existencia lIena de esplendor, aeentos de Emma, voces de ternura, eeos de rlsas y rumor de lIanto, quejas sin fin de amargo desencanto, brlsas de tumba, supllcas de amor. Las horas sin sentir yo habia pasado, mi alma se habia extasiado en la ternura de esas notas de amor y de amargura producidas de su alma en la embriaguez; al expirar las postrimeras notas LUIs arrim6 el violin indiferente, entre sus manos ocult6 la frente y se cubri6 su faz de palidez. Un momenta despues, al despedirme, tom6 otra vez el magico instrumento y murmur6 can tembloroso acento : -Va que te vas te tocare un adios; mas 10 toc6 can sentlmiento tanto, con el alma tan triste y conmovida

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-94como si fuera el ultimoeh la ,vida que entonces nos dijtramos los dos I Un mes despues de esa ultima entrevista, de ese lindo concierto celebrado por los tristes recuerdos del pasado y las cadencias del vioHn de Luis, una horrible noticia me hirlo el alma, uri amigo Luis se habfa enloquecido, .Ia desgracia y la pena hablan cumplido con lIevarlo hasta el ultimo destiz! Ay' por eso ~oy en la mansion sombrla de los dementes, vaga silencioso, en su mirar a veces ardoroso se interceptan las sombras del dolor, sonrie con tristeza, mira al cielo, las manos tiende en adernan sombrlo, se estremece y abraza en el vacfo la sombra de la virgen de su am or ! Una manana palida y serena de blanquisimo sol y brisa pura, 10 visite en su negra desventura y yo no 10 que paso por mi t No era mi amigo a quien tenia en frente, era su sombra apenas animada por la radiante luz de 1a mirada, vida en los ojos qada mas Ie vi ,

se

Va todo ha muerto en ef, ya sus mejillas no se tinen de purpura ni rosa, ya en sus I~bios marchltos no retoza de alegre risa ni una contraccion, s610 en sus ojos se retratan yarden espejismos de idllicos amores y el infierno de todos los dolores que hacen erujir su tierno coraz6n t

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- 95Esos ojos tan tristes y profundos como la pena que azot6 su alma, que parecen mirar to do con calma, podran aun las cos as apreciar? Que miraran cuando mirar parecen ? Jirones del futuro antes son ado, vlslones Inconexas del pasado flotantes en la noche del pesar ! Ya no conoce como en otros tiempos, porque las penas que en su alma flotan, porque las sombras que su mente embotan tienen mas fuerza alii que la raz6n, porque el dolor que 10 destroza es tanto, que sl una luz sorprende sus horrores, una lagrirna apaga sus fulgores y mas profundas las tinieblas son! Porque como antes, a su voz no acude la de rizada y negra cabellera, la de ojos de azabache y primavera don de chispeaba el fuego del querer, la que paso cual sombra ante sus ojos ennegreciendo el cielo de su vida, la sublime, la fiel, la consentida, la que ya nunca volvera el a ver I

FIN

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Mios 0tis POEM A

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Sellores Antonio Y Jorge Gomez Restrepo. Escribo 10 que siento, como las pagmas

de este

poema que tengo el alio hal/or de dedicar a ustedes,

bien as! como la humilde corona del humilde, revestida de palidas flores impregnadas con ambietttes de gratitud, que van a posarse sobre la tumba de aquel cuyo recuerdo aletea en la memoria humedo Gun con las lagtimas de los ultirnos adioses.

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.1-080'1'18 I Va de la tarde el rayo amarillento caia sobre el mundo aletargado prestando a to do un tinte nacarado mientras se hundia en el ocaso el sol: . de codos Pablo en la baranda verde de la apacible quinta que habitaba, parecla que absorto contemplaba esa visi6n de nacar y arreboI. Mas no pensaba en 10 que alll vela, no era el juego del sol entre las ramas, no eran del arrebol las rojas llamas, motivos que 10 hicieran preocupar; - en su memoria acariciaba entonces otra vision esplendlda y hermosa como esas hadas de color de rosa que en nuestros suenos vemos deslizar. :

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Julia; ese nombre resonaba en su alma como el murmullo de celeste acento, como d rumor de magi co instrumento pulsado por los genios del arnor : amiga de sus anos infantiles ; mas tarde ya, la virgen presentida al brillar en el cielo de su vida de los amores el primer albor. Tal era la visi6n que en ese instante en su memoria Pablo acariciaba, tal ~r~ la vision con qde sonaba cuando empezaba el sol a dec1inar, cuando Julia no ya como en un sueno sino en persona se acerc6 a su lado y principi6 ese idilio idolatrado que el coraz6n quisiera eternizar.

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102 ~

At acercarse, pareci6te a Pablo ver una virgen de los cuentos de had as, una de esas princesas encantadas que el nil'lo ve en sus suenos ante sf; y volvian a su mente aquellos cuentos no borrados [amas por la inconstancia, que arrullan los ensueftos de la infancia y que principian casi slernpre asf: -Erase una alta, palida princesa hija del sol y de la aurora umbrfa que en un palacio de cristal vivia alia en las pel'las de Berlin, alia, en medio de los genios inrnortales, rodeada del misterio y del secreto ; mas dulce Que la miel del monte Himeto y mas querida que la flor de Utah. Era el ideal que se acercaba a Pablo, Que arrebatando suaparente calma, estremecia la inmensidad de su alma, y Pablo vacilaba en su emoci6n, como vacila en el inmenso espacio la errante nota de la cuerda herida por la mana de un genio estremecida en horas de sublime inspiraci6n. Cudntas veces el hombre indiferente mira pasar infinldad de auroras, pero at fin lIegan indecibles horas, se rasga del misterio el denso tul y el fuego de pasiones inmortales se desborda en el alma que- dormla, como el fuego del sol del mediodfa del amplio cielo en el dormido azul I Nada dire al lector de 10 que hablaron ; Gquien no ha sabido 10 que el alma siente

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cuando se encuentra de su am or al frente, cuando vacila al saludar la voz, cuando cada palabra es una muslca, un ruisenor que en la arboleda canta, y la mirada un sol que se levanta, que se levanta en medio de los dos? No sorprendamos pues las confidencias de aquellas horas de pasion y gloria mientras aparto el velo de la historia y alguna flor reco]o en su vergel : 5610 habia de nuevo en su programa un gran paseo para el dia siguiente, sobre el cual discutieron ampliamente Pablo y Julia invitados para et. -Vas ?-Ie dijo ella,-Si-repuso Pablo,aun de la tierra hasta el confin postrero ir~ conti go como va el lucero tras el querube amante del Senor : asi hablaban, asl, juntos, muy juntos mientras la luna acariciaba lenta con sus besos de luz amarillenta esas cabezas trernulas de amor. II Era una de esas limpidas mananas, irradiaci6n de aquellas que alurnbraron el mundo que a la nada arrebataron las encantadas manos del Senor, fulgor de aquellas hoy indescriptibles dormidas de 10 eterno en 10 profundo, de las cuales M siglos sobre el mundo no se percibe sino leve albor. Fulgor de aquellas puras y serenas que Eva y Ad!n tan 5610 contemplaban

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-:. 104 cuando inocentes el Eden cruzaban desdeel primero al ultimo conffn, asidos de la mano, contemplando tantas bellezas, tarrtas mara villas para el Sesor del mundo tan sencillas como el volar de inquieto querubln I Como el aliento poderoso y magtco que infundi6 el alma a su primer criatura para elevarla a la celeste altura y declararla semejante a EI, como la brisa juguetona y leve que despeina el cabello a los querubes al remontar las gasas de las nubes ·en bullicioso y fulgido tropel I Como la gota de agua que resbala , por los' estambres de la blanca rosa, como el ave que vuela y que retoza rozando al vuelo el agua de la mar, como el puro reflejo del relampago . que en horas de borrasca parpadea y en la extension del mundo centellea desgarrando las SOlo bras al pasar! Ya las primeras luces blanquecinas de esa manana bella y sonadora temblaban en el lIanto de la aurora derrarnado en las flores del [ardln, en tanto Julia despertaba alegre al toque de la luz como las flores en esa hora de ensuenos yde amores que vuelan hasta el ultimo confin. Esa manana esplendida de mayo, esa manana esplendlda y hermosa! de esas mananas de color de rosa impregnadas de aroma embriagador,

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"105'-

Pablo y Jul/it sus pasos dirigian at Tequendama en fraternal abrazo, y hablaban entre sl paso muy paso esa manana gelida de amor. Sus ojos parecia que sonaban : . tenlan el rnisterio y la tristeza del templo abandonado cuando empieza la negra noche a descolgar su tul, y en su Irente de palida blancura parecian vagar como destellos del astro de oro de los dias bellos cuando desplerja en la region azul. En su existencia Pablo habia tenido dlas felices pero nunca tanto como ese dia en que vibr6 el encanto en la mas alta nota de pasi6n. -Soy tan feliz,-a Julia Ie decia,que a veces pienso l y sl mi bien se acaba? -No pienses eso,-Julia contestaba51 te quiero can todo el coraz6n ! Asi expresaba Julia sus afectos, y estas 0 semejantes discusiones, ora sentados junto a los penones o andando lentos sostenlan aiin mientras el sol en cuya lumbre pura van a dorar sus alas los que rubes, luchaba con las sombras y las nubes para alumbrar el firmamento azul. -Tanto me quieres ?-Pablo pregunt61e asl mientras andaban paso a paso,y estrechandose Julia de su braze, can dulce acento respondiole : st : puedes medir Ia lnmensidad del Saito? -No ;-dljo Pablo,-no 10 alcanzarla.

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-Asi tampoco-)ulia respondia.medir me es dado mi pasion por ti, Asi Ie hablaba en tanto Que inclinada sobre las aguas de serena fuente mirabase la faz tranquilamente y echaba sus cabe/los hacia atras, asi como Eva en el Eden querido arreglaba tam bien sus rizos bellos impregnados de aromas y destellos de aquel Eden hermoso por dernas. Pablo te estaba atento mientras ella • 10 adormecia con su dulce acento, rumoroso y pausado como el viento cuando apenas murmura en la extension, mientras todo era para Pablo hermoso como blanca paloma en lontananza bajo la gasa azul de la esperanza y al traves del rosal de la ilusion I Mientras el Salta audaz se atropellaba como explosion mortal de sentimiento, como terrible, universal lamento despeflado al abismo del no ser, como si en el se hubiesen confundido todas las quejas, todos los reproches de amargos dias y de negras naches, para bra mar y al mundo estremecer, -No te acerques, no, Julia-dijo Pablo cuando esta ya hacia el Saito se acercabaJulia insistia, Pablo protestaba y repetia con agustia: no. -Crees que me ahogue ?-No 10 se, 10 ignoro, mas la impresi6n nerviosa me domina. JUlia mire-de lejos la neblina del Saito, y hacia Pablo regreso,

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-Crefste acaso que me hundia en el Salta? dfjole Julia en tono de reproche-Riete cuanto quteras, pero anoche pensando en el paseo 10 sofie ; vi que te hundiste, vi que tus cabellos flotaron esparcidos bruscamente como ray os de sol en la corriente, y llamandote a gritos desperte. Algunas veces Julia se alejaba sin que Pablo supiera que se hacia ; eterno a Pablo el tiempo se le hacia, pero despues asl como vision Julia vol via y se olvidaba Pablo de todo menos de ir hacia su amada que lIegaba a su lado sonrosada por el sol de la tarde y la pasion. Y alii era el estallar de las caricias ; ni el mismo Eden con todos sus encantos, ni el ruinor de las auras, ni los cantos del mundo de aves existente alii, ni la tarde en su lujo de arreboles, tenian la belleza de ese instante en que los dos en su delirio amante volvfan de nuevo a acariciarse asl,

Hayhoras, sl, tan dulces en la vida, tan llenas de armonfas y de flores, tan llenas de esperanzas y de amores, de ternuras, de aromas y arrebol, tan bellas, sf, que en esa tarde Pablo hubiera en medio de su amor querido como Josue por no quedar vencido dejar inm6vil en el cielo el sol. Como la blanca y rauda mariposa a el coltbrl de verdes resplandores,

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de rama en rama recogiendoflores se entretenia julia por am ; cuando ya muchas hubo ~cogido quit6 de su cabeza unos cabellos y en varias formas las at6 con ellos para prenderlas en su seno asi. I Emblematlcas flores de mis valles,' miosotis, pensamientos y violetas, sobre su amante coraz6n sujetas con hilos de oro en bella profusion, como flotantes rompimientos de iris, unidos en arnable cornpanla COil guedejas de sol de rnedio dia se agitaban a cada pulsaci6n. -Pensamientos, violetas y rniosotis, murmur6 Pablo y repiti6 el emblema como una ardiente supllca suprema en el oido de su amado bien; una aura tibia y perfumada entonces acarici6 sus labios y su frente, una aura tibia cual de sol naciente, perfurnada con floresdel Eden. Mas ya era tarde, y algo fatigad6s por el grato paseo acometido, como dos aves hacia el mismo nido regresaron de nuevo hacia su hagar, . tan tranquilos aun como las brisas que del naciente sol a los destellos Irnpregnaban de aroma sus cabell os y agltaban las florea al pasar, Tan tranquilos aiin como las aves que al nacer 0 al hundirse cadadla saludan can su dulce melodla la esplendorosa majestad de Dios,

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tan fellce~ aiin como el querube, como el bien, como el aura, como el vuelo del azulejo 41 remontarse al cielo Que arrojaba su luz sobre los dos. III Diez dlas ya se hablan desllzado desde ese gran paseo inolvidable en Que ella al parecer inquebrantable le dijo a Pablo que era para el, y en el transcurso de tan corto tiempo Julia estaba tan rara y tan sombria, Que al decir la verdad, no parecia la misma Julia del paseo aquel. Meses despues en cumplimiento estricto de una misi6n que a Pablo interesaba se retir6 de todo cuanto amaba, de cuanto amaba y cuanto odiaba aqul, y parti6 como el ave mensajera de su bosque, de su arbol y su nido hacia un clima para el desconocido, allende mar esplendldo ante sf.

(!

Aun hallaba en el camino piedras don de el y Julia amantes se sentaron, grutas donde ellos solos se ocultaron y ella en sus brazos depaslon tembl6 ; Pablo miraba con tenaz fijeza y pensaba, pensaba, que pensaba? que todo alii 10 mismo se encontraba, todo 10 mismo pero Julia no. Mas constantes mudos testigos y el transcurso sin traicionar a

las piedras,-pens6 Pablo,de pasion han sido del tiempo han resistido nadie ni cambiar;

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-110 tan s610 de este coraz6n humane, tan s610 de este coraz6n veJeta, como de ruda y acerada grieta se ve la fIor de Ja traici6n brotar I Tarnbien hall6 a su paso la gitana, la que en el pueblo al contemplar la mana de alguien, decia el misterioso arcana de su existencia aHa en el porvenir ; -j Amo,-It: dijo a Pablo al encontrarlo,mis predicclones diz que se han cumplido 7 Que palido volviste, amo querido, , y olvidaste la palida al venir 7.... EI filo de un punal no habria herido tanto su corazon en ese instante como aquella pregunta terminante : y olvidaste la palida al volver 7.... --No,-dijo Pablo,-fue que no se pudo, ella ama siempre con ternura IDea; as! diciendo eomprimi6 la boca y una onda fria penetr6 en su ser, Oh ! la gitana, bien record6 Pablo; sl, cuando J.ulia y el en la manana de su amor eonocieron la gitana, Julia al pasar al pueblo por am, dijole a Pablo: mira, en esta choza vive aun la gitana, yo quisiera que la suerte en las manos nos ley era, un momento parernonos aqui. -No creo en esas cosas,-dijo Pablo,mas ya que a tiernpo te ocurrl6 la idea, busquemos la gitana, y que nos lea en la mana la suerte del amor: asl diciendo entraron al tugurio, el eual a las miradas se ofrecia

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ttl

"'-

en todasu extension, y parecia gabinete

mas bien de cazador.

La habitaci6n

estaba

revestlda

profusamente de aves disecadas prendidas por las alas enarcadas a) rnuro de panete carmesl : a) ver aquel tumulto de colores, parecia

que el viento

e nfurecido

hubiese

un dia en su furor barrido

las flares y las aves hasta Sobre

alii.

una mesa de epocas

muchas

cartas

remotas,

de naipe dispersadas

como jirones de alas arrancadas par recia tempestad en Iii e xtension, veianse

tarnbien

y alii sabre

la gitana inclinada, que el riestino con intensa,

elias

pare cia

en los slrnbolos

leia

can rnagica atencion.

AI entrar

Pablo

y Jul_ia, la ;:;itana

levant6se

al instante

carinosa

cumplimentando a Julia par 10 hermosa ya Pablo por 10 amante y singular; -Gitano,-dijo que miraba

al sorprender tambien

al perro

a fa baraja

con oj os fijos y cabeza baja eual si tarnbien quisiera adivinar. -Adivina -Oh

tarnbien

I no senor,

-repuso euando

?-preg~nt6

Pablo-

no tanto alcanzaria,

aquel1a,-pero

acaso un dia

me lleven al panteon

tambien

sera tal vez el unico que vaya allugar

donde

a gemir sabre olvidada

el cuerpo

se derrumba

el polvo de mi turnba

del mundo

en el vaiven

I

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112-

julia; siemprese encuentran almas generosas :

No digas eso,-respondiole '.

I

asi trataron de diversas cosas . y abordaron de nuevo la cuestl6n de adivinar el porvenir de Pablo y el porvenir de Julia; la sibila pusose en pie magnifica y tranquila, y principi6 la ansi ada predicci6n. I

Aprision6 en sus manos las de Julia, examlno en las llneas de la palma el insondable porv.enir del alma, y contemplarido aquella hermosa faz, dijole grave :-escucha reina mia ; naciste para ser idolatrada, mas seras por tu culpa desgraciada, y tu, Pablo, su esposo no seras. Pablo y Julia quedaron silenciosos, Gitano los miraba sacudiendo las colgantes orejas con estruendo cual si tarnbien qutsiesa intervenir ; Pablo dio a la gitana unas monedas y mir6 a su adorada frente a frente, Julia tamblen mir6lo dulcemente, pero sentlan .... no que decir.

se

La predicci6n pesaba en sus cabezas como si fuese alguna profecla ; en sortilegios Pablo no creia, Julia tarnpocor-pero echo a llorar ; despues se consolaron mutua mente, to do paso, los hechos se cumplieron y Pablo y la gitana se volvieron despues de la catastrofe a encontrar. Como en otra ocasion, dio a la gitana dos monedas que hicieron sus dellcias,

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113 -

a Gitano brind6le unas caricias, entonces se alej6 con las pupilas hiimedas y tristes, mirando con dolor hacia la choza, donde aquella manana tan hermosa la gitana su suerte adivin6.

y atributado

-Coincidenclas,-murmuraba Pablosarcasmos de la vida, brujerias que parecen a veces profecias; que aquello se cumpliera, no crei : l emil sera mi destino en.adelante ? Yo no 10 se ni importa conocerlo ; que ruede, sf, que ruede sin saberlo, pero que no se me anticlpe asi.

IV Varios meses se habian deslizado, Julia se hallaba muy relacionada y su belleza ya era pregonada hasta en 1a prensa con elogios mil ; las revistas de teatros y paseos, de bailes y concursos de belleza, la hacian perder a pocos la cabeza ponderando su encanto femenil. . Ay! no era ya 1a joven de otros tiempos, apasionada, suavey candorosa ; era una reina altiva y desdenosa que en todo hallaba 5610 pequetiez, no era ya la simpatica heroina de esos idilios de ventura y calma que ya en la vida el sueno de su alma no arrullarian por segunda vez I Eran distintos sus amores luego, un mundo de.aspirantes la seguia, 8

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- 114pero Julia de todos se refa y a todos enganaba con lJU alDOr, propuestas muchas, serias y vaUosas, en ese tiempo habla rnenospreciado porque ninguno hallabade su agrado, ninguno digno de tan alto honor. -Si todos estbs,-Julia se deciasf todos ~stos, ricos, buenos rnozos serinden ante mi tan amorosos y me apellidan su infinite bien, st soy tan bella que de puro bella me igualan con el sol y sus destellos, sl son mejor Que el oro ntis cabellos, no puede arnarrne un principe tarnbien? Eso pensaba; en tanto sus amantes, unos rendidos ya pur los desdenes, iban en busea de mejores bienes, y·otros seguian con mas obstinacion ; asl los tiem pos fueronse pasando y el ruirnero de arnantes 0 de locos, disminuy6 con el desden a pecos hasta agotar la inrnensa eolecci6n. De estos calabaceados y ofen didos un euadro 'se forme, del eual horrores brotaban contra Julia y sus amores eual las ehispas de Ind6rnito volcan, hasta Que al fin la desdichada joven terna ya fue de todos cornentado, de todos eorregido y aurnentado y tan cormin como cualquier refran. Despues de todo Julia fue olvidada, su inmensa fama seecllpso al fin toda, como a los trajes Ie paso la moda y la implacable crltica cese ,. parh volver mas tarde a su tarea

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115 -".

por causa de un suceso inesperado que fue terriblemente comentado y por el eual la joven se anul6.

v Ya la tarde colgaba sobre el mundo su funerario manto misterioso prestando a todo un tinte pavoroso y al descanso invitando a la creacl6n ; en tanto.en el rincon de una cantina. tres sujetos de mala catadura rayaban del delirio en la Jocura a fuerza de beber sin compasi6n. --A la salud de JlIlia.-murmuraban a cada enorme trago que absorblan,a la salud de Julia, repetian y tambalcaban cas! hasta caer. -Can que te casas can tu amada Julia? -uno de estos a Arnan Ie preguntaba. y tarnbaleando

--Sera

Arnan Ie contestaba :

sin duda alguna mi mujer .

. -Pero hay un punto Aman,-le respondieron los dos arnigos con burlona risa.tu mala fama tornara indecisa la dicha al lado de esa juventud. -Locos,-repuso Aman,-honor se compra, y las lIagas del alma y el desdoro, todo eso es faci!; se reviste de oro y as! el delito se vera virtud. I

Aman habla IIegado en la existencia mas alia de la cumbre del deli to sin que de su alma se escapara un grlto que revelara sentimiento fiel ; las gentes honorables evitaban estrechar esa mana tan lmpia

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- 116y Ie hacian tan 8610 companla otros amigos de Iatatla de ~I. Asl, al unir su suerte a la de Julia, refractario al honor, el nose honraba, pero ella en camblo sf se deshonraba y ambos quedaban "en el mismo rol, porque si• bien es cierto que eldelito como 10 dijo Am!n, se viste de oro, a veces es la. sombra del desdoro tan gigante que oculta todo elsol.

Y l'!0era Amlin de aquellos que en la vida por desgracia descienden hasta el crimen, no era de aquellos cuyas almas gimen cuandoel delito mancha su virtu d.; muy al contra rio, Aman en el momento de principiar de un crimen la campana,' cual si tomase un trago de charnpana exclamaba con [ubilo : salud I No se vaya a pensar qu~ al referirme a Aman procedo con pasi6n acaso, en prueba de ello a presentarto. paso como hombre que pudiera prometer, 51sus ideales de otra clase fueran, si las hondas tendencias bacia el crimen que to do noble sentimiento oprimen, le permitieran a la luz volver. Cuando su madre en agonias de muerte por vez postrera 10 llama a su lecho, -:.hijo mlo---Ie dijo,-esto es un hecho; ha llegado el momenta de mi adios; al despedirmeno te dejo nada sino el rinc6n donde viniste al tnundo y un nombre inmaculado en elcual fundo -tus esperanzas al partir los dos. .

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-s~que

tu propio amor es tan lnmenso que acaso te parezca fabutoso conceder un perd6n al que alevoso nos hace el caliz del dolor beber. No te extravles, pues, piensa que todos hemos sufrido infamlas en la vida y que [arnas la dolorosa herida se debe con veneno humedecer.

El nada dijo, nada porque entonces sus sufrimientos eran sobrehumanos y sus atlentos no eran soberanos " para poder al punta contestar ; au madre en tanto entrecerr6 los ojos -- para ver de otro mundo las mananas, y Aman baM con lagrimas sus canas revueltas por la muerte y el pesar, Tuvo despues los sunctentes' medios para seguir fa via de la honra, pero el se revolc6 entre la deshonra como el cerdo entre el fango corruptor, . y abandonando todas las creencias con que la madre 10 arrull6 en su seno, apur6 hasta las heces el veneno, el cruel veneno de incurable error. Un clrculs de grandes criminales bajo su man do, ciego procedia; ~1Ifse formulaba y discutla y saboreaba el mal como la miel, alia entre ellos se hacian reminiscencias mutuamente de todos &ds delkos y se aplaudian 'con terribles grltos cuando era el crimen demasiado cruel. Massi improbaba alguno de los socios por parecerle el proceder violento,

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emplnandose Aman desde su asiento la palabra tornaba con pasi6n en medio del recinto iJumlnado por un foco de luz callglnosa ' en lucha con la sombra pavorosa de la pesada neche del sal6n : De pie ante el escritorio decorado de hereticos libracos por doquiera y encima de estos una calavera cual triste y funeral pisapapel, con la roja melena alborotada mas parecfa el genio del infierno queriendo hundir sus punos en 10 eterno en negras horas de sarcasmo cruel. -·Del pensamiento con el vuelo apenas entremos en la carnara sombrosa alurnbrada con luz como de fosa, y escuchemos a Arnan con atenci6n; algo de 10 siguiente, pronunciado en una de esas tetricas veladas, demostrara cuanto eran. de danadas la intene/ones de ese coraz6n. - Yo tarnbien como todos fui inocente, tambien fui un nino de candor profundo mientras no conocl 10 que es el mundo, mientras no conocl 10 que es sufrir, tarnbien arne como aman los que suef'ian con los am ores puros e Inmortales, 108 que creen a la luz de sus ideales que nunca puede la nusl6n mentlr. ~

,

-Dh locos, sofiadores y romantlcos, yo que tengo el asunto conocido, que he side mas [ugado y mb corrldo que una pelota en esto del amor,

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me rio de los que arnan con el fuego de un idealismo encantador acaso pero inutil ; yo soy ave de paso y busco mi querer de flat en flor,

-5610 un recuerdo viene a mi memoria de vez en c~.ando,· de mujer Querida ; el de la rnadre que me dio la vida creyendo hacerme beneficio asl ; mas sin embargo, ob madre I si vivieras, yo Iuera bueno, mas si ya no existes, yo me desquito de los tiempos tristes haciendo el mal, y te idolatro a ti. ~Asi tenia Aman en sus momentos de inspiraci6n satanica y de horrores al recordar su madre y sus amores, arranques de ternura y de pasion, as! como relampagos que juegan un momento en la boca del abisrno sin lograr que su rapido espejismo lIegue de -aquel abismo al corazon. EI bien esta del ante de los ojos, muy cerca esra, mas el si 10 vela, si era capaz de verlo resistla y cerraba los.pios porno ver ; era de aquellos ciegos valuntarios de que hablan las sagradas escri1uras, que tienen ojos pero van a oscuras pisando la conciencia y el deber. La existencia de Amlin no. habla sido una existencia de color de cielo, y desde nino ya can el anhelo de la venganza que con 61 creclo, fue escribiendo en el alma las ofens as con la hiel de su pen a devorante,

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y cuandoestaba el alma .rebosante de injurias y de ofens as, ~taflo. .. Del pensamiento con el vuelo apenas volvamos a la camara .sombrosa do alumbraba una luz como de fosa Ja faUdica noche del lugar, oigamos ese genio donde hervlan, la inspiraci6n quem ante del infierno, Ja venganza tenaz y el odio eterno que Ie hicieron el bien menospreciar: -Para et mal listo, para el bien esterll . como el desierto ardlente del Sahara, como la mana que me dio en la cara con el gastado guante del desden, , Sin detenerme a meditar un punto, yo voy sembrando lagrimas y horrores como otros siembran d su paso flores, como otros siembran a su paso bien. -Dicen que en Rennes lmpero'en un tiempo el m.U de infierno, enfermedadterrible . que dejaba el semblante siempre horrible y devoraba gente como le6n ;. a mf tam bien me hiri6 mas no en el rostro; cuando el dolor me arrebat6 calma, cuando tron6 el engano sobre mi alma el moll de infierno hiri6.mi coraz6n.

I.

-Es la verdad, es cierto tad a aquello, ml dinero es el pasta del delito, pero el dinero ahoga todo grlto, mejor mordaza no 8& puede hallar, aunque se, busque entre 10 mols rec6ndlto, can oro el mundo todo [ustifica, porque elora hasta el crimen santifica, con oro es noble hasta 10 m4s vulgar.

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Asl deela Aman mlentras sus man os revolvlan convulsas un tesoro adquirido con magico desdoro sangriento y terri fico festln, Tal era el hombre a quien amaba Julia, segun dijo el ; y acaso por desgracia tal vez, tal vez la cautiv6 la audacia con que el anduvo hasta lIegar al fin.

en

VI Ya la primera estrella de la aurora vagaba entre las sornbras de la noche csmo esplendente y solitario broche sobre un inmenso manto de cresp6n, como reflejo de quemante lagrlma sobre eloscuro marrnol que senala el sitio donde duerme bajo el ala de la palida muerte un coraz6n. Las aves en concierto indescriptible daban grltos, cantaban y gemian, las fieras escarbaban y ruglan estirando sus cuerpos a la vez ; solemne despertar que semejaba tal v.ez el despertar de las pasiones en las fibras de ardientes corazones al hulr con sus suenos la nlnez. Solemne despertar que semejaba el despertar en medio de la vida, de una sublime realidad Querida como esperanza 0 i1usi6n no mas, o no esperada nunca por nosotros sino surgida en impensado Instante como elvertigo rapido y brillante que enciende el rayo en su carrera audaz.

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- 122La decisiva hora se acereaba, la aurora sabre el cielo se extendia y JUlia el blanco traje se ponla para llegar al templo del Senor. Cuanto mejor, en vez.del blanco traje, , uno de acuerdo con su ingrata suerte, uno negro, tan negro cual la muerte, uno triste, tan trlste cual su amor I

Cuan blanca su corona de azahares, cuan blancas sus mejillas pudorosas, s610 pudiera can las blancas rosas su blancura de novia cornparar, , pero en su alma que n~gras perspectivas,', cuan desmayada su esperanza loca, que tristes las sonrisas en su boca, que fristes sus pupilas al micar! Tal vez asl tarnbien reflexlonaba jl.illa en esa hora de amargura y duelo y par eso a'l ponerse el blanco velo palidecia en su boca el arrebol ; tal vez el alma de su ex-novio Pablo acarici6 su frente sonadora, y una onda de lIanto tembladora subi6 a sus ojos de azabache y sol.· Pero Julia contuvo aquellas lagrlmas y levantando la marmorea frente se sonri6 con sonrisa indlterente como en tiempos de or,gullo y de deaden, porque es preciso a veces en fa vida cuando terrible la tormenta ruge y el coraz6n bajo el martirio cruje sobreponer elantltaz del bien.

Un pectoral de multiples dfamante8~ regalo colosal de su futuro,

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- 123arrojaba ann en medio de 10 oscuro,

desde su seno, rafagas de luz, pero tam bien Ie pareci6 a la joven que aun al mas leve impulso de su aliento formaba oleajes de color sangriento y negruras tristlsirnas de cruz. Sin embargo diamantes eran siempre, fueran de sangre cielo sus fulgores, no ten ian la culpa en los horrores que por ellos pudieran cometer; pero reflejan sangre, pensaba ella en tanto que, can mano temblorosa, de entre un joyero de color de" rosa luchaba por sacar un alfiler.

°

---La encontre.s--dljo-c-y al sacar la mano, sabre la mesa reveled el [oyero, y en mcdio de ese Iulgido reguero de aros aqui, de argollas por alia, tarnbien rodaron ramilletes mustios; ni eran miosotis ya, par 10 marchitos, mucho menos diamantes, eran gritos de unos amores pisoteados ya. Dentro de un pliego de blancura mate, escapado tambien de entre el [oyero, prendida aun con diligente esmero una flor de camelia se encontr6, y en la primera pagina estampadas en clara letra y elegantemente estas estrofas que guarde en mi mente y que mi mente en el papel vertio : ;

-Hoy es el dfa esplendido y hermosa que marca el rumbo de tu blanca estrella y arroja al marmol de tu frente bella un abril mas de aurora y de zatir,

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- 124hoy es el dia en que del cielo al mundo .descendiste tan tlerna y tan hermosa como un bot6n de inmaculada rosaen la manana cuandoempleza a abrlr. -Si yo pudiese al sol arrebatarle siquiera un rayo de su luz potente, iria con el a diademar tu frente, tu frente de camelia y azahar, mas si no puedo a tanto remontarme, toma esta flor que para tl he cogido, y en cuyas fibras vaga estremecido mi pensamiento que te va a buscar, Julia intent6 ~rojar de su joyero esos despojos que evocaban cosas algo risuenas y algo dolorosas, un nombre murmur6 y un ••ay de ti, " concluy6 su tocado, y contemplando al espejo sus palidas facciones, ", principi6 a descender los escalones murmurando al bajarlos: ay de mi. -Los carruajes esperan,-alguien dijoJulia sali6 y al tiempo en que subla, una gran .sombra ver Ie parecia que la mana Ie dio para montar; una sombra que acaso la esperaba; la sombra del amor de los amores, la sombra .de ese que Ie daba flores cuando era nina y cuando supo amar I Un momento despues entraba al temple, mas no feliz como quien va a casarse, y trtste sf como quienva a sentarse sobre un patibulo a decir adi6s; pero Julia sigui6, ya la esperaban, el templo todo estaba decorado,

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el sacerdote listo, y alumbrado con tam paras de plata el "Santo Dios. Mas ay, entonces no vela nada delesplendor de aquellos esponsales, 8610 vela sombras funerales desde el primero al ultimo confin, y allende los sombrios de su pena, la silueta de un ser que conocia, la silueta de un ser q.ue la queria con la pasi6n de amante querubin. ~Oh ! cuanto, cuanto hubiera dado Julia porque algo de esa luz y de esa calma hubiera entrado en 10 intima de su alma cual fugitivo rayo de arrebol, mas ay! alii como sarcasmo horrible, en medio de esa luz y de ese brio, cuantas flores muriendose de frio, cuantas flores muriendose sin sol! Los niveos cortinajes que adornaban el cuerpo de la iglesia se Ie haclan sombras que se alargaban y encoglan ejecutando un valse funeral, y la orquesta, los sones de la orquesta rodaban sobre su alma entristecidos como enjambre de pajaros heridos, como hojas secas que alza el vendabaI. En cuanto a Amari, al contemplarlo Julia, una gran sombra ver le parecia en cuyas huecas 6rbitas lucia un siniestro y satanico fulgor, un gran espectro, si, que se acercaba lentamente a su Dido delicado y Ie hacla con voz de condenado una terrible suplica de am or.

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,EI tarnbien la mlraba, la miraba con aquelJa mirada de tiereza del n~1 tigre al contemplar la presa cuyo seno se apresta a desgarrar, los rayos de sus ojos divagaban sobre esa frente de dieciocho auroras, blanca cuat las espumas tembladoras qfle se elevan del seno de la mar. Despues cuando acab6 la ceremonia, cuando Julia- sali6, como de un sueno y volvi6 al coche al lado de su dueno, ya encadenada para siempre a el, escondio la cabeza entre sus manos y sollozo como solloza el nino cuando no halla su madre ni el carino de aquella madre sobre el mundo infiel. Pero fue mas de Julia la sorpresa cuando ya dentro el coche que. corria, aquet oes6 su boca de pionia y en su seno la frente reclin6; Julia sinti6 las mismas impreslones que Eva debi6 sentir cuando alevosa la serpiente roz6 sus pies de diosa y hacia el arbol prohibido la lIev6 .. Oh l cuanto, cuanto hubiera dado Julia porcamblar su presente y sulfuturo por el pasado en que un amor tan puro y embellecido en aras de 10 ideal, f1oreci6 en el santuario de su esplritu, solemne como el aura de la tarde cuando el fuego del sol apenas arde .en la rubia estaci6n primavera!.

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127VII

Dos anos ya se habian deslizado 'desde el dia fatal del rompimiento, en que Pablo con hondo sentimiento de Julia y sus amores se alej6: " poco tiempo despues de ese fracaso, como jefe de medica ambulancia, Pablo partio al oriente de la Francia, y a Bogota no tarde regreso, Era su patria ; inolvidable amada cuyos recuerdos siempre 10 segulan, dulces recuerdqs que [arnas marian, parpadeos de hermosa amanecelj evocaciones de la patria ausente, memorias de esa dicha y de esa calma, de ese sol, de ese cielo a dande el alma, a donde el alma lucha por volver. Pablo habia cambiado inmensarnente, un poco su estatura habia aumentado, su semblante se habia prolongado, y en sus cabellos se velan blanquear, [oven aun, las prematuras canas de una vida de afanes, importuna, como hiles blancos de plateada luna en medio de la nochedel pesar. Pablo tambien habla padecido, mas que Arnan, bajo un mundo de dolores; no conoci6 el amor de los arnores, que fue esa madre que 10 via nacer; ha1l6se solo y conoci6 tali solo eso que el mundo obsequia en ladesgracia, el desprecio, la injuria, la falacia, y cuanta inf~mia pueda co meter.

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En consecuencla, pues, mas para P-ablo que para, Amlin las desventuras fueron, y en Pablo sin embargo no surgieron como en Aman deseos de vengar; 81,1 venganza mayor era el olvido, y hasta el bien cuando no la indiferencla, y asl en la Integridad de 51,1 conclencia nunca el delito pudo penetrar, Tres dlas lIevaba Pablo de reposo ttl Bogota despues de $1,1 regreso, y'se mostraba alegre hasta el exceso . por esa pronta vuelta a su pals; volvla a gozar de nuevo sus ambientes, de su sol a sentir los resplandores, y de sus huertos a aspirar las flores, bellas, mas bellas que la flor de lis.

Una manana esplendldade mayo, en el tercero dia de su venida, intent6 hacia la calle una salida a que invitaba el sol en 51,1 esplendor i at salir ttopezo con urra mesa y echo a rodar por tierra, distraldo, una novela que el habia lelco junto con Julia cuando fue su amor. AI alzar la novela, entre sus hojas vio reflejar un algo como de oro, algo que para Pablo fue un tesoro en un tiempo mas dulce que ta m.iel; era el pelo de Julia, de su am ada ; de esanovela encantadora y' bella, puso una tarde entre las hojas ella, de 8U cabello un rizo para el,

Que hermosa estaba en esa tarde Julia; la luz del arrebol acariciaba

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sus palidas facciones y Ie daba

una apariencia de sublime ideal, en vez de un ser humane parecla en esa hermosa tarde transitoria, delineamiento de sonada gloria, toque de luz de aurora tropical. Las palabras en ondas musicales amortiguadas por ideal sordina, brotaban de su boca purpurina como la fusia cuando empieza a abrir, las brisas 'de la tarde adonnecidas, no agitaban los rizos en su frente i1uminada por el sol muriente y serena cual cielo de zafir. Alii hablaban 105 dos, solos muy solos, lelan y sonaban much as cos as que se deshacen luego como rosas cuando gimen los vientos del dolor! Alii donde florecen los miosotis, don de aroman el viento las violetas y se agita la flor de los poetas como una virgen tremula de amor. La luna alii los sorprendi6 en su idilio, los envolvi6 en su pensativa lumbre desde su trona de infinita cumbre, 'y recordaron que d~bian partir para despues volver a reunirse, para despues volver a acariciarse, para despues de am ores embriagarse como en sueno letargico el fakir. En esa tarde mucho habian leido, Pablo a su amada demorado habia porque un lnstante el tiempo se Ie hacla, un instante n~ mas, un relumbr6n,



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hasta que al fin ya noehe, cas) neche, los dos asidos en amante abrazo, al hagar regresaron paso a paso, trernulos de ternura y de paslon. La luna estaba demasiado fria, mas Pablo y Julia en su hondo desvarfo estaban lejos de sentir elfrlo : ellos sentian ... yo no se decir 10 que se siente cuando mucho se ama; much as cosas se sienten en la vida, mas no se dicen porque no"'hay medida que su grandeza pueda transrnitir.

on: yo

quisiera describiraquello ; como el pintor, con una pincelada, qulsiera despertar la inanimada forma dormida en el artista rol; mas cosas h3Y que contemplar no puedo cara a cara can todos sus sonrojos, porque hay mas luz en elias que en mis ojos, porque hay mas luz en elias que en el sol. La relativo al alma es siempre grande, no cabe dentro el globo de la tierra, por eso el cuerpo en que su luz se encierra, al fin un dia, falto de poder, ya no consigue contener esa alma, y se desploma sabre el negro vela mientras aquella se remorrta al cielo que en sus cendales la arrull6 al nacer, Cuantos amigos, seres adorados, jirones de mi amer 0& babe is ida antes que para buscar un nido lejos del mundo, lejos, mls aiM, donde ruedan los astros iaeendiades por la luz de relarnpago infinito,

yo

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donde no se oye del dolor el grito, donde la dicha nunca morira. Esa impresi6n por Pablo recibida de los despojos de su amada al frente, fue la misma, la rnisma que se siente en alguna ocasi6n, anos despues cuando hallamos la tumba solitaria de un ser en otro tiempo idolatrado, y sobre el marmot, ya medio borrado su nombre leernos una y otra vez. Pablo se puso palido y sombrio, el rizo de oro: -Fuiste en un tiempo para mi un tesoro, hoy eres un recuerdo nada mas, pero reeuerdo que existir no debe; y al rizo luego un f68foro acercando, 10 redujo a cenizas murmurando : - Tambien como su amor humo seras. y di]o levantando

-No soy de aquellos,-continu6 pensando.c-no soy de aquellos que la vida arrojan cuando desdenes de mujer deshojan las i1usiones que su amor forma; pertenezco a ese niimero de altivos que arrojan a la tumba unos amores en vez de la existencia 0 de las flores que una infiel a la cara les tir6. -Dieen que en las riberas del Mar Muerto en euyas aguas ni un pescado asoma, florece la manzana de Sodoma, sola que puede florecer alii; hermosa pero al gusto tan amarga, tan acre, que los nervios electriza, y su alma es un punado de-ceniza ; muchas conozco sobre el mundo asl,

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-Dicen que en las lagunas pantanosas, .allen de la regi6n de la elefancia, crece una flor Ilamada la -Inconstancla-, su nombre indica 10 que puede ser; e_sdecir, tan variable que presenta diversas formas en el mismo dia ; asl como esa flor de fantasia muchas he visto en mi pais crecer. En seguida -de tal coincidencia que en su alma despert6 un resentirniento, sali6 a la calle pensativo y lento como quien vaga sin ningun alan, y a pocos pasos, dentro de. un carruaje; vlo una [oven "de blanca vestidura ; era su flor de un dia de ventura, que venia del templo cen Aman ; Y en ese mismo dia, en ese mismo tambien por Pablo y Julia sefialado para jurar ante el aItar sagra~o que se amaban con todo el coraz6n ! Palabras de mujer •....:..pensaba Pablo mirando al coche que avanzaba lento,palabras de mujer, hojas al viento, flores de un dia, bombas de jab6n. I

Julia yo\vl6 un instante la cabeza, luego sigui6 mirando hacia adelante ; l buscaba del futuro en 10 f1otante, 10 que no habia?, 10 que esjaba atras ? Es decir, el reflejo de una dicha, de una dicha son ada y prometida, y en ese dia cruel, desvanecida como el reflejo de i1usi6n fugaz ? Por que esa serie de incidentes varios ? Por que despues de prolongada ausencla,

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hallarse Pablo de ella en la presencia, y Julia hallarse en la presencia de el, precisamente en el momento mlsmo en que a su lado Aman se cornplacla, y asi de vez en cuando sonreia tal como debe sonreir Luzbel ? Dicen que el alma en agonias de muerte, desprendiendose leve de los lazos del cuerpo, sale a recoger sus pasos, y asusta a las personas que ama mas; dicen tambien que en esas agonias, del pensamiento es tanta la potencia, que hace sentir su inmaterial presencia con incidentes claros por dernas, Tal vez por eso en esa rnisrna hora, Pablo y Julia que habfan deJirado cada uno a solas con su amor tronchado como al rugir del huracan la nor; se hallaron cual si hubieran convenido de mutuo acuerdo recoger sus pasos y darse aim los ultirnos abrazos en la angustia de muerte de su amor. Pensamientos, encantos, ilusiones, se atraen y se buscan a distancia como hacia si se atraen la fragancia de las flores las brisas al pasar, como hacia si se atrae 10 infinito las vibraciones de la cuerda herida, los hondos ayes de canci6n sentida, los murmullos del rio al resbalar. Pensamientos, encantos, sirnpatlas, espfritus de arnor a veces pasan y pasan y se buscan y se abrazan, se abrazan, sf, de 10 infinito en pos,

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eual se abrazan eual se abrazan los cantos y las y la gloria y los

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los astros ylos cielos, los vientos y las flores, rrnisicas de amores angeles y Dios !

EI semblante de Aman vag6 en la mente de-Pablo hasta despues de la entrevista,_ flotaba en torno de el y ante su vista como el zangano en torno del panal ; lIevaba en la solapa un c1avel ro]o, rojo como la sangre del delito que arranca el alma en angustioso grito bajo el cresp6n de neche funeral. La roja cabellera alborotada bajo el sombrero cn relucientes'rizos, se retorciadespidiendo visos como reflejos de infernal carbon, y sus ojos abiertos, rnuy abiertos, contemplaban a julia que lloraba y silenciosa a veces se lIevaba lentamente la mano al coraz6n. EI lujoso carruaje al fin detuvo su majestuosa marcha, los esposos bajaron y ascendieron presurosos al soberbio recinto conyugal ; la orquesta derram6 par los salones un torrente de notas encantadas, y entusiasticas manos enguantadas saludaron con tono magistral. La alegria subi6 hasta 10 infinlto, y del alegre 'valse a los torrentes las lujosas parejas impacientes se lanzaron en media del sal6n ; en tanto julia se excus6 de todo par .hallarse en extrema fatigada

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segun decia, y continuo sentada, como sumida en honda reflexion. Un atento danza~te aunque muy palido, con una palidez que parecia h,gberse levantado-en ese dla - de la tumba, invitabala tambien, Julia aleg6 cansancio como excusa, pero acepto, y el palido danzante lanz6se en medio del sal6n brillante girando de la rmislca al vaiven. -Quien es ese ?-decian los danzantes. -Quien es ?-Ias elegantes preguntaban. -De ultratumba invitado-murmuraban algunos contemplandole al pasar. -Es de mis valles un cantor-repuso un anciano por muchos preguntadoy,present6 at ignoto convidado, de sus valles coplero popular. Cansados de bailar, cantos pidieron, y la guitarra humilde y silenciosa vibr6 como una queja dolorosa, con intenso, can hondo frenesi ; Vega el coplero, el convidado ignoto, fue lIevado tambien a su elernento, y el canto, en un principia paso y lento, como un grito de amor brot6 de alii !

Cantaronse la dicha y los placeres •. los placeres inmensos como el cielo, las tristezas del alma, el luto, el duelo, 10 imposible, las neches, el dolor, los ojos negros, los cabellos rubios, Jas miradas profundas, sonadoras, las sonrisas, las bocas seductoras, los llantos .y las musicas de amor!

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Las almas tristes, las que mucho sulren, las cabezas de espinas coronadas, las que lIevan ideas desgarradas bajo la frente rnustia de pensar, las que van ocultando por el mundo la verdad de una historia dolorosa 'ba]o la sombra triste y misteriosa de sus ojos cansados de llorar I Las cabelleras negras y sedosas, los trigueftos semblantes ovalados, los pequefios lunares dispersados en la blancu-ra mate de la tez, las pupilas azules como el clelo, las flores empapadas de roclo, . las golondrinas trernulas de frio y el alma que ama por primera vez ! Los que no han conocido de la vida sino ta parte triste y tenebrosa, los que no han conocido de la rosa sino ta espina que ara el corazon, los que estan en el mundo, y. sin embargo estan en medio de aridos desiertos, los que antes de morir estan ya muertos. porque ya muertos sus ensuenos son! La luna que divaga lentamente, palida y triste par el eter frio, el rumor que solloza en el vaclo, dt!'las sentidas notas del laud, Ia blanca mano que nos hace senas, el «no me olvides- que recuerdo implora, la ultima gota que al morir se llora, y el adi6s al cerrarse el ataiid I Un aplauso uniforme hundi6 los eco~ de la ultima canci6n en lolnfinlto,

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\y el audltorloen

tempestuoso grito, mas,-repiti6 con hondo frenesi. Vega, el profundo bajo de ese cora, seguido de las jovenes cantoras, dio las primeras notas tembladoras de una cancion que principiaba asi : -En un jardin esplendido vivian, un ruisef'ior, artlsta apasionado, y una rosa mas blanca que el nevado del Tolima alumbrado por el sol; el ruisefior Ia amaba desde un dia en que Ileno de amantes sentimientos, Ie envio la rosa un oscula en los vientos al despedirse el ultimo arrebol. - Te amo, la-dijo el ruiseftor,-te adoro, vay a dejar mis bosques y mi nido a tu lado alzare porque he tenido la dicha inmensa de que me ames hi. -Si,-repuso ella,-y entreabriendo el pieo el ruisefior canto su despedida al caro nido en que aspir6 la vida, mecido en los ramajes del barnbu. Asi pasaron encantados dias, mas la rosa enfatuada en su blancura se enamor6 del sol y en su locura ne~6 su arnor al ruiset'lor par fin; el ruisenor herido en 10 profunda del corazon, al verse des preciado se dirigi6 hacia el nido abandonado mas alla de las pet'las de Berlin. La rosa al sol con la errabunda brisa mand61e en una rataga de esencia aviso del amor y de la ausencia, de la ausencia del tierno rulsenor,

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mas el fuego del sol hiri61a tanto, que a pecos dlasse inclinaba inerte, y te arrojaba palidez la muerte, sombrasla tumba, besos el dolor». Julia miraba silenciosa a Vega, y un Iigero temblor la dominaba ; par que bailo con el Y no miraba mas alia del coplero, mas alia? Ah I porque aquel coplero misterioso, misterioso para ella a cada instante, . era la misma sombra del amante que entre sus brazos no veda ya. Y recordo las frases de ella misma cuando hallandose juntos una tarde, a los impulsos de la llama que arde Y enciende en las mejillas el pudor, ni el evito ni rechazar pudo ella aquel torrente de ternura .loca, que derram6 el amor sobre su boca, como gotas de' miel en una flor : Si, me acaricias hoy, y despues, Pablo, de embriagar tu pasi6n en rnis carlnos me olvidaras asi como los ninos los juguetes que acaban par botar; y no tenia ni el mortal consuelo de ser asi como ella 10 dijera ; no fue Pablo sino ella la primera que rornpio todo y aprendio a olvldar, Asi se atropellaban los recuerdos en la mente de Julia; los danzantes tomaban proporciones de gigantes, las canciones la hacian estremecer, las notas de la orquesta"como gr~tos en 10 intima de su alma resonaban

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y seelevaban lentas, se etevaban, y volvian, volvian a caer. Ella era aquella rosa calcinada por los rayos de un sol adulterado, par los ray os de un sol abrillantado en las calderas de infernal confin, ella era aquella rosa entristecida por aquel ruisenor antes querido que dej6 por amor hasta su nido mas alia de las penas de Berlin. J

Un nuevo aplauso la agito en su asiento, la gran funci6n habla terrninado, la aurora sobre el cielo habia brill ado, y la sorpresa en el sal6n rein6; cuando todo era al parecer ventura, Aman huy6 con sin igua! carrera porque se supo que, casado ya era con otra que cual Julia se engaM.

VlIl Un ano ya se habla deslizado tan triste para Julia y tan sombrio como el mortal y tragico desvio que marchito su bello porvenir; ya entonces no era la orgullosa Julia, ya aquella joven no se conocia ; se iba pasando cual la flor de un dia cuando se aleja el sol para rnorir ! Ella, la flor de todas las ternuras, oh! como pudo abandonar su mana en las manos manchadas de un villano? oh! cuantas veces, cuantas, la mujer tan desdenosa en tantas ocasiones, hace por quien la infama y la desdora,

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10 que no hace [arnas por quien la adola y en adorarla cifra su placer I

EI pag6 a Julia asf como el que piensa que la mujer es flor que se deshoja y luego al fango y al dolor se arroja en recornpensa de su puro amor, o vasa delicado y primoroso \ que se estrella despues de que se apura hasta lasheces toda HI dulzura contenida en su magico interior. Dandose humos de sabio y elocuente, deci.a : -Ia rnujer en esta vida no debe ser paloma consentida a quien s610 se debe agasajar. y Julia confi6 en ei-; pobre confianza ! que ni-el agradeci6 pi merecia; Julia que de los hombres se rela vino en el peor de todos a confi,ar. Meses despues de tan ruidoso enlace, -por no decir de tan ruidoso entierrocuando mas la punzaba el duro hierro ae su locura inmensa y su dolor, estos renglones Ie escribi6 a Marfa, intima de los anos de su infancia, de aquellos anos llenos de fragancia, de luz, de gloria, de inocente amor. -T'u siempre fiel, Maria, cual nlnguna, mi desgracia no ha side inconvenlente para que vuelvas a mi hogar doliente, cosa que se en el alma agradecer; yen pronto, pues, consuelo necesito ; quiero olvidar que sufro y que no espero, quiero olvidar que lentamente muero porque no supe con lealtad querer.

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Dlchosas, oh Marla! las que tienen esperanzas y base en que fundarlas, las que pueden en su alma acarlciarlas en vez de hundirlas al nacer no mas, felices las que esperan no una tumba sino algo hermoso con fulgor de aurora, algo como eso que mi pecho adora sin riesgo alguno de alcanzar [amas. Hay horas en la vida en que olvidada de la espantosa nada de mi suerte, suelo sentirme poderosa y fuerte para escalar el cielo que prevl cuando de nina me dormla oyendo muchas veces un cuento idolatrado, y sonaba que un principe encantado se arrodillaba palido ante mi. Mas pasan esas horas, y 10,negro de mi destino ante mis ojos flota, y el dulce sueno de mi dicha ignota se disuelve en su lumbre tornasol como en media de un cielo encapotado el flotante jir6n de nube escualida, el leve parpadeo de una palida, de una errabunda rafaga de sol. Si alguna vez la luz de la sonrisa lIega a tocat-mis labios se parece al resplandor postrero que fallece sobre las verd.es ramas del cipres ; tambien hay muertos que sonriendo quedan ; oh! muertos sonreidos can tristeza, asi es la rlsa que mis Iablos besa si lIego a sonreir alguna vez. Sabes 10 que es sentir que se destroza de la conciencia el manto inmaculado?

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Sabes 10 que es mirar hacia el pasado

y contemplar 10 horrendo de una acci6n ? Oh! no 10 sabes porque no has sentido de tu existencia al recorrer la via que la vlbora vii de la falsia te introduzca en el alma su aguij6n. Blancas mal'lanas de otros dlas belles, idilios de una dicha.sin reproches, astra radianfe de esas bellas naches, auroras de otros tiempos' de placer, aves de aqueJlos..bosques adorados en otro tiempo de dulzuras lleno; con la esperanza huyeron de mi seno y en vano quise el vuelo detener. Volvi una tarde al bosque de la cita, Hare sabre las flores que aromaban los cnsuel'los de mi alma que volaban como el ideal de ardiente sol'lador ; y acaricie las candorosas aves que iban a [uguetear en mis rodil/as y entre mis manos a buscar semillas mientras los dos ternblabamos de amor . ..

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EI tormento moral, esa gangrena del corazdn..que tad a despedaza, que los ojos de la~rimas arrasa y circunda de ojeras a la vez, • ese que ataca con violento empuje de frente, por la espalda y par los flancos, ese que pone los cabellos blancos me hj.ri6 en el alma y me agost6 despues, Muchas me dicen que esperar debiera, esperar, esperar desesperando, un presente tan triste contemplando y un futuro tan negro que sufrlr ?

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Oh I no.Dlos mio! yo~legado a un Pllllto en que todoen la vida Si'oscurece, en que toda esperanza desfallece, en que toda ilusi6n debe morir ! EI ser humano, debil por herencia, blando como los tall os de las flores, se-rinde al fin a tantos sinsabores cuando el dolor 10 hiere como leon, ni el alma ni la carne son de acero, y el acero tarnbien, tarnbien estalla cuando el vapor como infernal metralla se revuelve en su terreo corazon». As! escribia Julia a aquella amiga testigo presencial de aquclla historia de intimidad can Pablo, transitoria, cuando eterna juzgaban que iba a ser, y al hagar de esa amiga acostumbraba ir Julia a veees a pasar sus penas evocando las dulces, las serenas horas que huyeron para no volver. _ T6ea y cantamos, Ie decia aquella poniendo la guitarra en su regazo, y con trernula voz, paso, muy paso, principiaban las notas a escapar, pero despues la inspiraci6n subia y en los hondos espacios infinitos, como explosi6n de musicales gritos que el alma hieren iban a expirar. Mas nunca la cancion tan inspirada, nunca tan pura y lIena de arrnonias era como esa que en aquellos dias Pablo can Julia modulara alii, por eso si Maria la entonaba Julia se resist!a y solamente

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a '~erza de rOg~rlilentamente, casr Ilorando pnnc . iaba asf: eYo Sf que hay una palida querida de ojos profundos como el amplio cielo cuando se cubre con el denso velo, el denso velo de una tempestad, oscuros sl pero que siempre alumbran, oscuros pero siernpre sonadores, oscuros pero siempre encantadores, siempre lIenos de gracia y majestad. Nunca Ie he dicho por ventura te amo, mas si escuchara mi propuesta amante confirmara su acento en el instante cuanto sus ojos dicen al trasluz ; habla, pues eres la que yo idolatro, la que Hena mi espiritu de auroras, han lIegado, mi palida, las horas de intirnidad, de aromas y de luz. Dejemos que la tarde se desmaye, dejemos que la noche nos envuelva, que la luz en la sombra se disuelva, que las aves entonen su canci6n, que las brisas murmuren en el valle, que losrios apuren sus corrientes, que los suenos destiendan a las frentes rnientras los dos temblamos de pasi6n I Espera, si, que la amarilla luna, esa princesa de las noches bellas, con su tuz y la luz de las estrellas alumbre el universo y mas alia, deja a las brisas recoger aromas lentamente en el caliz de las flores, y al genio del amor de los amores que lIegue a tu alma porque a tu alma va,

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-145Como como como como como como como como

van los querubes a la gloria, va al coraz6n el sentimiento, a la selva el murmurante viento, en pos de los astros el ideal, las aves a sus blandos nidos, al luto del cielo las auroras, a 10 eterno las fugaces horas, aDios el espiritu inmortal.

Fugitivo del valle donde habitan ·todos aquellos cuyas almas lloran, trovador de regiones donde moran los hijos de la noche y del dolor, traigo en el alma el frio de los polos y vengo tiritando como un nil'io a buscar el calor de tu carino en la luz del incendio de tu amor. Ven pues amada palida y hermosa cual las princesas de orientales cuentos, abrevia de la cita los momentos para subir las grad as del altar, porque tengo en el alma sed de amores, la sed de los amores que eternizan, la sed de los amores que idealizan a quienes saben de ese modo amar. Asi como a Beatriz amaba Dante, como Efrain a su inmortal Maria, como Pablo a Virginia la sombria novia que el mar Ie arrebat6 al volver, como amaba Romeo a su Julieta, como a Francisca Rimini Paolo, como. Chactas a Atala, y como s610 se yo a tu lado can pasion querer». Asi acababa la canci6n de Julia, la predilecta para Pablo y ella 10

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en esos dlas de su blanca estrella, en esos dias en que fue feliz, por eso al entonarla, el sentimiento rebosaba en el alma de la joven como explosion de notas de Bethoven, como explosion de lagrirnas de Litz, Oh Julia! oh flor de un dla de paseo, hermosa flor de un dia de ventura, debiste ser de Pablo la ternura, debiste ser la reina de su hogar, pero hl despreciaste su carlno hiriendo asl su coraz6n sensible, y el abismo fatal de 10 imposible se extendi6 entre los dos como la mar. Oh Julia! oh Julia! al contemplar tu suerte, al trashojar tu historia desgraciada, esa historia con Ilantos empapada hoja por hoja en toda su extension, se me ocurre pensar que no fue acaso tu madre la primera que en la vida bes6 tu frente de recien nacida, no fue tu madre, fue la decepci6n. Durante cuanto tiempo, gota a gota han caido de tu alma en la blandura el vinagre y la hie 1 de la amargura borrando el cielo que sonaste ver, asi como en el marrnol de las tumbas borra Ja gota lenta pero fuerte el caro nombre que estarnpo la muerte con humedad de lagrimas, ayer. Asi acab6 la infortunada joven, quien pudo en esta vida vacilante a la sombra pasar de un hombre amante que realzara su honor y su vivir, porque aun cuando ella se extravi6 algun poco

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del mundo entre los fatuos resplandores, lIevaba aun dentro del alma flores para lIenar de aroma el porvenir. Era buena en el fondo y mas hermosa que una alborada fulgida y tranq uila entre el rarnaje del rosal huisquila mecido al viento en languido vaiven, mas bella que las ondas alumbradas por un rayo de sol de medio dia, mas bella que las palmas de Oceania, mas dulce que las fusias de Siquen l Mas linda que las notas musicales de blanca alondra entre el ramaje amado cuando acaricia al hijo idolatrado de su puro y amante corazon, mas airosa, mas blanca y mas sen cilia que las leves y blancas mariposas al posarse en el caliz de las rosas de los blancos rosales del Saron ! Un porvenir que fuera resbalando suavemente en los cauces de Ja vida sin que una mana ingrata y homicida fuera a enturbiar su puro manantial, que hermoso para Julia! mas no !lega, es muy triste decirlo pero es cicrto, dentro de su alma la esperanza ha muerto como el nino entre el canto maternal! Esos ojos profundos, sonadores, estan ya opacos porque mucho lloran, esos labios dolientes ya no imploran de este mundo ni alivio ni favor, y esa cabeza languida y hermosa como el rnagico ensueno de un tesoro,

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ostenta ya entre sus guedejas de oro los hilos de la nieve del dolor. Julia no olvida nunca aquellos cantos, cantos de.amor por Pablo acompanados, cantos de amor con lagrimas cant ados por esa boca entristecida ya, en un tiempo mas roja que las fusias, mas suave que las rosas del secreto, mas dulce que la miel del monte Himeto, mas bella que la flor de Iilola, Y dicen que en sus noches de vigilia cuando sus ojos entornar quisiera, la sombra aborrecida y altanera de Aman cree Julia entre las sombras ver que se acerca a su lecho lentamente y Ie dice con voz honda y sornbria : tu me odias Julia, pero fuiste mia y un triunfo mas obtuvo Lucifer. Julia agitada por aquel deli rio; al escuchar la voz aterradora, de un saIto sobre el lecho se incorpora enrojecida cualla Ilor de lis, vuelve a caer al punto estremecida y agitando las sienes en la almohada, resp6ndele con voz entrecortada ; mentis, infame, criminal, mentis. Mas cuando el sueno de ella se apodera, cree ver un cielo azul y son rosado, el bosque de la cita y de ella al lado un am ante Querida como el sol, que uniendo su cabeza con la de ella, Ie dice ya al lIegar la despedida : -Esperemos mi palida Querida que huya del cielo el ultimo arrebol.

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-Siento algo extrano, un algo inconocible que circula por todo mi organismo como atracci6n de poderoso abismo que al contemplarte me hace estremecer, alga asi como el fuego melanc6lico del arrebol en medio de la tarde, como ese fuego misterioso que arde cuando principia el sol a descender. -Es el fuego del alma, es ese fuego que consume a los seres ide ales, que remonta a regiones inmortales, que brilla can etereo resplandor, es el fuego de tu alma que ha vertido sabre mi frente todas las auroras; adorernonos pues en estas horas en que tiernbla mi espiritu de amor, -Como tiembla en las flares el roclo, como en el sol las fecundantes llamas, como tiemblan las aves en las ramas que los vientos agitan al pasar, como tiembla en las palidas mejillas al descender, el abrasante lIoro, como la luz en tus cabellos de oro, como el ala del angel al volar. -Deja que vaya mi destino errante, que vaya a ti cual blanca mariposa, cual ave en media de la tarde hermosa al nido entonces tibia de arrebol, deja que lIegue a acariciarte mi alma, que lIegue a ti porque eres tan Querida como en mis valles la recien nacida, languida alondra que acaricia el sol. Y se juntan, se miman y se abrazan en un vertigo amante confundidos

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como dos aves en los suaves nidos cuando principia el sol a descender, y deli ran, deliran, y sus frentes se incendian en rubores de ternura como el cielo en rubores de hermosura, de luz de grana, de astro y rosicler. IX Dos afios casi, casi se cumplian desde ese dia funesto y desdichado en que se supo que era ya casado con otra Aman, cuando del baile huy6, y aun era Julia el tema preferente, Ia comida de todos los salones, el horror, la lecci6n de las lecciones, el espejo en que un mundo se mir6. En todas partes era conocida, en todas partes era senalada hasta el punto que ya desesperada, muy rara vez salia de su hogar ; a su acomodo cad a cual cntonces interpret6 la causa de su ausencia; unos aseguraban en conciencia que Julia habla muerto de pesar, Otros aseguraban que una noche . Juan habia vuelto y se la habia lIevado, otros, que- Pablo habla aprovechado eI engafio de Aman para voIver, otros, que Julia, loea de tristeza, se habia tornado un trago de veneno, otros, que Amari despedaz6 su seno riendo al mirar la sangre aparecer, Y rugiendo feroz como la fiera despues de que la sangre se ha bebido,

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dej6 en su tierno coraz6n hundido el punal hasta el mango por huir, otros, en fin, dijeron que habian visto en altas horas de una negra noehe sacar con preeauci6n dentro de un coche la joven que aeababa de morir. Asi la joven por algunos dias el tema fue de todos preferente hasta que ya un suceso diferente el interes del publico excit6 : una cuadrilla habiase cogido de malheehores en supremo grado, y que uno de ellos fuera fusilado por ser el principal, se deeret6. Era una noche negra como el luto del coraz6n del pobre sentenciado, uno que otro lucero rezagado de vez en cuando se vela brillar en el profundo oscuro de los cielos, como en el luto de la selva umbrosa del criminal, la luz caliginosa que alumbraba esa noche de pesar. Sobre una mesa negra eual 10 negro del cresp6n funeral que la adornaba, con los brazos abiertos se elevaba el Rey de los [udlos en su cruz, y Maria a sus pies, la hermosa palida, la mujer fuerte, la sublime rubia can los ojos nublados por la Iluvia de amargo.lIanto que arranc6 Jesus. Y alIi se hallaba el pobre sentenciado, alii en aquella b6veda sornbria, y sarcasticarnente

sonreia

como si nada fuera a suceder, [I ~JCC~ DE If 51BLlOTUI

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como sl no volaran los momentos de su vlvir como la triste lumbre que asl como con honda pesadumbre 10 mostraba tranquilo al parecer. Mas no era indiferente a su destino, del pensamiento al vuelo su memoria recorrla los tiempos y la historia de su ninez, su juventud, su Dios, y en tanto en torno de el chisporroteaban las amarillas funerales ceras alumbrando las horas postrimeras de las ftinebres honras de su adi6s. Asi pensando, el sueno poderoso invadi6 su organismo relajado y sobre el pobre lecho el sentenciado profundamente principi6 a dormir ; soM que aun era nino; que en el valle, como flotante mundo de colores, de rarna en rama acariciando flores, his mariposas se velan lucir. SoM que aun era [oven, que a su lado suave mente lIegaba una hada hermosa para libra rIo de la muerte odiosa con el influjo de su gran virtud ; el se agarr6 a su vaporosa falda, bes6 la tierra que sus pies hollaron y sus ojos al punto se nublaron al recordar su dicha y juventud. -Me conoces ?-Ie dijo el hada hermosa,-Ohsl I-repuso,-mucho tiempo hacia que yo ni recordaba ni sentia esos santos amores del ayer. -Hoy sl recuerdas ?-pregunt6Ie el hada,-Hoy sl ;-repuso entonces sol!ozando,-

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eres fa misma que adoraba cuando .... cuando yo supe con lealtad querer. Asi hablaba su espiritu flotante puede decirse, ya sobre los lazos de esa infeliz materia que en pedazos convertiria en breve la explosion; todo en la celda respiraba muerte, se oian como quejas, como voces sofocadas con Ilanto, como adioses, como rumor de brisas de pante6n. La nueva circul6 profusamente, no se .hablaba siquiera de otra cos a sino de aquella muerte pavorosa, de aquella muerte aterradora y cruel, hasta que al fin la decisiva hora se fue acercando languida y sombria como un gigante de mirada fria, como un abismo de vinagre y hiel. Una alta cruz de verde y tosco letio por un jir6n de luto revestida, y en su base una silla envejecida completaba el cadalso funer al, rodeado par los cuerpos del ejercito que contenian la gente alborotada y esperaban sombrios la lIegada de aquel desventurado criminal. Una escolta, entre tanto, que al patibulo al sentenciado conducir debia, franqueaba ya la b6veda sornbria cuando un tiro se oy6 repercutir, pero la escolta penetr6 en la b6veda, y alii se hallaba el sentenciado, es cierto, se hallaba.el sentenciado pero muerto antes que de otros muerte recibir.

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Alguien entr6 a las sombras de su celda a preguntarle que se Ie ofrecla en las ultimas horas de ese dla cuyo descenso no veda ya. - Tu arma-repuso-tu arm a porque quiero volverme fleco el coraz6n yo mismo y apresurar mi viaje hacia el abismo de ese ignoto, insondable mas alia. Hoy soy un criminal, mas fui tu amigo, sobre un oleaje de color de rosa juntos cruzarnos en la nave airosa el mar de nuestra ardiente juventud ; en nombre pues de aquellas relaciones cede a 10 dicho, nadie sabra nada y en cuanto dejo te sera asignada una suma de hermosa magnitud. Juntos temblaron ante tal discurso, sus pupilas brillaron como hoguera, y al abrazarse por la vez postrera nada quedaba ya por decidir ; sea interes 0 compasi6n acaso, o todo junto, el arma asoladora se hall6 en manos de Juan en esa hora en que todo debia concluir, EI suicida de alii fue trasladado al anfiteatro para ser abierto y dar fe asl de c6mo habfa muerto sin ser 10 hora que la ley marc6 : una como vision blanca y hermosa cual las princesas de orientales cuentos recibi6 los despojos rnacilentos y el recibo al agente Ie firm6. Este guard6 el recibo y a su turno una cubierta Ie entreg6 a la hermosa

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y emprendiendo

su marcha presurosa hizo un saludo y se alej6 de alii ; la joven desgarr6 aquella cubierta y via en su fondo un alga como de oro, era una argolla, era algo de un tesoro ; por que-dijo ella,-argolla para mi? Asi dicicndo la mir6 can calma; por dcntro un nombre ya media borrado mas. no ilegible, se vela grabado, y una fecha velase tarnhien ; ensimismada di6se a la lectura : ~MaYI), catorce, Julia de Castilla», dijo, y tembl6 como la flor scncilla que agita e) vicnto en funeral vaiven. Una idea cruzo por su cerebro, hacia el cadaver se acerco temblando y la mortaja al punta levantando examino la faz del criminal; un grito se escap6 de su garganta; ay ! era Arnan can sus cabellos rojos, era su rnismo gesto, eran sus ojos, sus mismos ojos de aguila caudal. EI mundo daba vueltas en contorno de aquella [oven, como rueda rota, mas dorninandose tom6 la nota que junto con el muerto recibi6, y lentamente la ley6 de nuevo, mas el nombre de Arnan alii no estaba, 10 cual a la verdad nada importaba, porque [arnas un solo nombre us6. Mustia estaba la joven; esa argolla tomaba horribles form as a sus ojos, la fecha y nombre aparecian rojos, verdes, azules, negros a la vez;

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pareci61e tener entre las manos una serpiente, y la arroj6 por eso, pero pasado tan terrible aeeeso, la triste prenda reeogi6 a sus pies. Una idea cruz6 por su cerebro, se acord6 de los pobres desvalidos, de los enfermos al dolor rendidos, que imploraban remedios con afan, y se aeord6 de los que tienen frio, de los que azota la llovizna inquieta, de los tiernos nenes de la Glorieta, que pedian leche, que pedian pan. No era la argolla ya 10 que deseaba, no era la argolla ya 10 que queria, era el oro que aquella contenia, no era su lujo, no era su esplendor ; esa prenda de amor dada en un tiempo como ofrend a a villano pretendiente, debia ser recurso en el presente para aliviar rniserias y dolor.

x Un sol ardiente, ardiente cual la bala que atravcsara el pecho del suicida, ardiente eual la hora enlutecida, que lIev6 a Arnan y a Julia haeia el altar, reverberaba en medio de los cielos como gigante foeo incandescente cuando el doctor, de aquel suieida al frente, intentaba la autopsia principiar.

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Acercose al cadaver lentamente, alz6 la venda que cubria el semblante y al ver en esa cara en el instante, de Aman la cruel y rlgida expresion,

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se estremeci6, mas oper6 el cada ver, alii, certific6 en seguida la muerte voluntaria por herida de un proyecti! en todo el coraz6n.

1solo,

Asi muri6 quien conseguido hubiera remontarse a la cumbre de la gloria si no hubiera mirado hacia la escoria del mundo nada mas y su capuz ; asi muri6 ; la flor del condenado de que habla Heine en bella poesia, levantase hoy sobre su tumba umbria y sirve de serial en vez de cruz. Y la leehuza en tardes en que el cielo toma un color de sangre cancerosa, sabre la humilde y olvidada fosa sus alas bate y suele descansar : es la ftinebre amada que 10 busea y 10 abisrna en miradas inflamables can aquellos ojazos insondables como esa tumba do se va a posar. Una como vision blanca y hermosa eual la princesa de orientales cuentos, a la sala I}ego en esos momentos cuando el doctor se disponia a salir, el se detuvo y present6 el informe, la hermosa al punto recibi6 el escrito y trat6 de exhalar un debil grito en tanto que el doctor trato de huir. Mas sabre sl volviendo,- Julia-dijo, un titulo mas dulce que el de hermana pretend! darte un dia en la manana de esos sucnos que yo no desgarre, -No, nunca, Pablo, s610 yo ful autora aunque inconsciente, de 10 que ha pasado;

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158-

mio no fue el error desventurado que destruy6 de tu pasi6n la fe. EI doctor, era Pablo, Aman el muerto; de ese modo se vio Julia cogida entre los dos extremos de su vida, entre las dos corrientes de su ideal, como astro erratico entre noche y dla, como isla hermosa entre uno y otro polo, como querube doloroso y solo entre el cielo y la tierra, el bien y el mal. -Hoy que nos vemos-continu6 la joven,par extrano incidente, voy a darte alguna explicaci6n, pues por mi parte quiero en algo la ofensa recoger ; no me culpes ; yo entonces era incauta, y cuanto en contra tuya me dijeron fue preciso creer: me convencieron ; la Ialsia no pude suponer. Despues me arrepenti de mi silenclo, mas ya era tarde, ttl partido habias, y entonces se me dijo, si que hulas por escapar de un lance criminal, cada vez a mi animo Ilevaron la convicci6n de que eras 10 que no eres, y al impulso de tantos pareceres se desplom6 nuestra ventura ideal. -Otro horizonte se entreabri6 a mis ojos, principle a ser de todos adulada, de todos pretendida y renombrada mas a ninguno entonces preferi, sin interes sus flores recibia porque a decir verdad, 10 que pensaba era aturdirme y olvidar que amaba, era aturdirme y olvidarte a ti.

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159-

-Mas ay 1 todo esto fue para mi ruina, cuanto hice yo por aturdir apenas mis pasados dolores y rnis pen as, de coquetismo interpretado fue ; mi nombre se hizo popular entonces, principle a ser el tema de corrillos, de muchos despechados y aun de pillos can quienes nunca ni aun de paso hable. -El tiempo deslizabase entre tanto, mi padre can su amigo me apremiaba, de ese su amigo vine a ser Ja esclava, peru su amada ni su amante, no ; y hoy me estrernezco, hoy mismo todavia, al pensar como pude con el mismo lIegar hasta el altar y hasta el abismo en donde todo para mi acabo.

-Despues vi claro ; tu espantoso crimen fue fraguad 0 por el para el efecto de conquistar mi mana y aun rni afecto y el carino y apoyo paternal; el tiempo Ie arranco la infame venda, el era el criminal, ttl el inocente, y yo, infeliz, la victima yacente entre el cielo y la tierra, el bien y cl mal. -- Y nada me dijiste ;-exclam6 Pablo,par que menospreciar a un ser Querida sin haberse y haberlo convencido de un acto infiel, ridiculo 0 atroz ? GNo sabes que hay infames en el mundo capaces de matar aun a su padre, y abofetear hasta la misma madre, y mas aun, el nombre hasta de Dios? -No sabes que este mundo, amada mla, 'no es un mundo de seres sacrosantos,

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160-

no es un mundo de arcangeles y santosque el suelo apenas tocan con los pies? -Hoy 10 se, Pablo, 10 ignoraba entonces, 10 he comprendido pero ya bien tarde; cuando el veneno en nuestras venas arde, se sabe, Pablo, que ven.eno es. EI golpe fue terrible para Pablo, dab ate el mundo vueltas en contorno, sentia la cabeza como un horno, como inmenso volcan en erupci6n ; . como era de esperar, incomodado por aquel incidente deplorable, present6 su renuncia irrevocable, pero la tal no tuvo aceptaci6n. Julia! alii estaba con sus ojos negros, su tez de nieve, sus cabell os de oro, fulgentes como el sueno del tesoro que un millonario goza en revolver, pero tarnbien alii entre Pablo y ella, como aneha mole de impasibles hielos, se levantaba hasta toear los cielos, la inmensidad del duelo del ayer.

Xl No mucho tiempo habia transeurrido ya desde aquel encuentro pavoroso que en mala hora perturb6 el reposo de Pablo y Julia en su aparente bien, y durante el transeurso de ese tiernpo parecia la paz restablecida dentro el alma de Julia estremecida de aquel eneuentro en el fatal vaiven. La ocasi6n, muchas veces sin buscarla, en frecuente contacto los ponla,

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161 -

mas Pablo respetaba cual debla la p fuesen sfgfos, porque sf, potqlle a tu lado la felicidad arrulla el alma como las aves entre as nidos al despuntar la al1rora,como las sotes de sentida orquesta en avanzadas horas de fa noeIIe. Adios t Policarpa, adios! no serala Ultima YeZ qae -nos ¥eamos. Pollcarpa-Ptrede qee no, Alejo'! 10 que DtoI qiliera; adios r ~o nod~1'tO l:.-.elve pmnto t que Dios be·•••• t 'que 110me Dtyi8es'

~"ftftfiees

han 'Sldo siempre,

Sabaratn-s-jarnas I [amds I Sujrez-Seftora y senorita, hliz tarde, MliOs j ·0eM Maraarita-AdiOs. sellor Suarez. Paliearpa-Seftor Suarez, adiOs ! Sabarafn (a dona Margarita)-Mi senora, adi6s, y no 01vide que siempre estare a sus ordenes.

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Dona Margarita~Orada$

acML

(8Dlen

senor Sabat.in, no Joolv'par6,

Su4re~, &zbarQin). ESCENA

III

Dona Margarita, Policarpa, Bibiano.

.0

[)ofta Margarlta--Mfra Poliearpa, debo advertlrte qpe debes eonttnuar ifttervlniendo en nada de estos.-ntos politicos, aye bien, aun cuando sea de pal.'na; pot' Hna Jera ba ida mi hermano al destierro ; nuestra casa as vigllada porque se nos considera como insurgentes, y ya as demasiado haber tenido hoy la visita de Sabarain y Suarez, para que si 10 saben nos persigan como conspiradores; te advierto esto, pues, para que no Intervengas en tales asuntos. (A Bibiano que entra). Y tu tarnbien ya sabes, Blbiano, cuidado con hablar de politica ni ayudar a tu hermana en

Im-

nada de esos asuntos, ni Uevar ni traer razones ni Qda

que

no deba saber yo. Biblano-No senora, yo no me meto en nada, Policarpa-No madrina, ni yo tam poco he manda.do razones, nl me be met·ido en nada; las eosas 110 han pasado de puras conversaciones. Dona Margarita-Bueno, Y,1 sabes, ni slquiera cenveruciooes! (SaJen). ESCENA IV

£1 Sargemo Iglesias, Bibiano. jglesias (por La caue, al pie de una de las JlentllRils a ta tllQl·esta asomado Bibiano)-Hola chico, un mOlMnto. QM~

uees ·por aqul? Blblano-Nada; estoy en casa. Iglesias-Con que estas en tu case, eh? Y tu iMrmaRtta .ive tambien aquf? Miano-Abwa.no estil aqur. Iglesias-No esta aqul; y .entMce$ .en .dondeesU1

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-212 Blbiano-No s~; hace tres dias se fue. Iglesias-Con que haee tres dlas que no esta aqul, eh? Biblano- Y por que se interesa tanto el Sargento por mt hermana? Iglesias-Vaya chico! pues porque tu hermana es una chlca muy slmpatlca y demasiado estimable para que uno se interese por ella. Y no sabes para d6nde se fue? Verdad? Bibiano- Verdad, Sargento ; ella no dijo nada, apenas me recomend6 que fuera formal. Iglesias-Pues el conse]o no es malo y debiera aplicirselo ella tambien. Adi6s, chico. Blbiano-Adi6s, Sargento. ESCENA V

Bibiano, Pollcarpa.

Blbiano (abrazando a Policarpa que tntra)-Ay! al fin! al fin! desde esta manana te estoy buscando. Policarpa-Y bien, que ha ocurrido? te noto como asustado. Bibiano-Pues nada menos sino que el Sargento Iglesias estuvo averlguandome por ti. Policarpa-Por mi? Bibiano-Si, esta manana estuvo aqui al pie de las ventanas y me arm6 conversaci6n. Policarpa-Y til que Ie dijlste? Bibiano-Que no estabas aqui, que no sabia cuando vendrlas, ni d6nde pudieras estar, todo 10 cual es verdad. Policarpa-Por el cielo I buena persona esta averiguan- do por mi! Va sabes, culdado con irle a dar informe alguno a ese cazador de carne humana para el cadalso : cuidado I si no sabes, debes saberlo desde ahora; ese, es el mas activo agente de -Samano, y si llega a dar con ml pobre humanidad, soy muerta I Cuidado, pues, cuidado. Cielo santo r bien dieen que ese no debiera -llamarse Cruz oi mucho menos Iglesias;' verdaderamente. .' ,

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213 -

Bibiano-Y por que Ie pondrlan esos nornbres? Policarpa-Porque entonces no sabian 10 malo que pudiera ser, de 10 contrario no se llamase Cruz aun cuando fuese Iglesias. Bibiano- Y ahora que haras tu y que debo haeer yo? Policarpa-Yo ocultarme, y hi evitar conversaciones que puedan comprometerme, y si alguien te preguntare, no darIe idea ninguna de mi paradero aun cuando supongas d6nde puedo hallarme ; adernas como yo no te digo a d6nde ire, bien puedes tl1 asegurar que no sabes d6nde estoy. Bibiano-Bien pensado me parece, porque has de saber que el Sargento no crey6 nada de 10 que Ie dije, y cuando se despidio miraba mucho para la casa. Policarpa-Pues ya sabes ; en todo caso procura evitar cualquier encuentro con el tal Sargento, 1- si esto no fuere posible en absoluto, sabes tarnbien 10 que has de contestar. Bibiano-Si, sf, pero mira, culdate : ojala siguieras mas bien el consejo de tu madrina ; no intervenir en estos asuntos. Policarpa-Si, sl, caro mio; yo cuidare de mi ; cumple, por tu parte can 10 que debes, que yo par la mla hare 10 que me corresponda. Adi6s, pues, tii tambien culdate, que ya a su tiempo te recornpensare la noticia que hoy me has dado. Adl6s! Bibiano-Adi6s, carisima, adi6s I Policarpa-No faltaba mas sino que ese malvado se armara en mi. (Sale). ESCENA Dofia Margarita,

VI

Iglesias, escolta.

Dona Margarita (poniendo en el poyo de una dtt las ventanas fa [UZ, y asomandase asustada par los repetidos y fuertes golpes que han dado en el porton)-Quien

es?

Iglesias-Hola, chica, a t1empo sales; d6nde est teglda? d6nde esta Policarpa?

Dona Margarita-No

10 se I

a tu

pro-

y Mucha menos a estas ho-

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- 214-

ras de la ftocti'l!; como flttlpoCo st eon qui deteeJlo M *eve lisfed a tratarltle tan irtespetuosamentt t fglesias-Que no 10 sabes? Que no sabes donde esta PoIlcarpa? Vaya si tienes que saberlo. En cuanto a 10 dem4s. no te incomodes, dama, soy ager1te del Rey, Y eso basta JHk'8 que eonslderes el tratamiento como un honor. Dona Margarita-C6mo he de saberlo sin saberlo? Sti que no esta en cas a desde hace algunos dias, pero no 56

m4$. Iglesias-Pues

una

bien, ya veremos; abre, dama, echaremos

buscadlta.

Dafta Margarita (bajando de La veniana y cogiendo la iuz del poyo para dirigirse 01 portfJn)-Voy a abeir para que cntren y busquen y se convenzan.

ESCENA VII Iglesias, dona Margarita, escotia.

Iglesias (en/rando a ta sata con dona Margatita y La escotta, despuesde haber fondado ellnttfior )-Ahora aqu(t • busear! Dona Margarita-Busquen todo cuanto quieran, pero e. inutil; a la vista est~ que aqul en esta sala no puditta,acdnderse persona alguna sin ser lit momento vista.

Iglesias (despuesde heber buscado con fa escolta en foda La casa)-Pues sl, no esta en tu casa, chica, no e&ti, verdad, perc tti sl sabes d6nde esta? Dona Margarita-He dieho que dO se! y esa es la verdad. Iglesias (mirando a dona Margarita fa cara a la tuz de una llnterna-Pero par que niegas que tll 51 sabes don de se

eneuentrI"P Dona Mitgarita---Repfto que no 10 H t Iglesias-'-Vjyal sl nad~ sabes uta ROehe, pero a mf .-

to han a8egurado,

de modo

pues que 81 yo Uegare a

prdbar

que es eierto 10 que has negado, ya yet's 10 caro qM6PIau

'0 conseetiertCfas I

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21~.-

usted, y por ahora no

))oft, M_arg~rita-compru~belo

m4s I Igtesias-Muy bien, dama, ya veremos qu~ sorpr~ nos reserva el porvenir: can que buenas naches, eh? (Dando orden de salir y avanzando con ta escolta). Con que adelame

meIJ#lble

pues! ACTO III Tlenda de botilletla; a inmediaciones interior de la calll de dona Andrea Ricaurte de Lozano. ESCENA

I

Iglesias, escolta, una desconoclda Iglesias (deteniendo a la desconocida en Ia puetta de la tienda y destapiinaote /a cara)-A ver esa cara I A dondo. vas?

Desconocida (rechazando a 19lesias)-Con

qu~ derec'"

me destapa la cara?

Iglesias- Cuidado, eh? En esta noche tengo que mirarle 18 eara a cuantos encuentre. A donde vas? Deseonocida-e-Voy a llarnar un medico para mi sellora que est4 enferma. Iglesias-Alguna insurgente seras y tu sel'lora tambiiIL Desconocida-Yo no se que cosa sera eso, 19leslas- No sabes? Pues mejor, ojahi que no 10 sep.

lIunea. (Emptljandola). Vete. (Dirigiendose a la escolta). ~ tlmonos aquf unos tragos. ESCENA II Iglesias, escolta, cajlfa

Iglesias (dirigiendose a la cajera)-A ver chlca, U1;10$ t~•• gos. eajera (slrviendo)-Aquf

tienen,

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- 216Iglesias (repartiendo)-A tamar muehachos, que el demasiado frlo no es provechoso y por 10 mismo hay que combatlrlo, ademas esta noche es preciso que obtengamos un gran triunfo pescando esa gran bribona. (Dirigiendose a fa cajera). Con que no conoces a Policarpa? Cajera-No; a quien sf conozco es a un hermanito que pasa por aqui algunas veces, y dicen que se Ie parece mucho. Pero por que se interesa tanto por ella? 'Iglesias-Vaya chiea, vaya, porque uno de mis jefes esta protundamente enamorado de ella y desea contraer matrimonio. Cajera-Pero que poco decoroso, Sargento, me parece buscar asl a una senorita con quien se desea contraer matrimonio. Iglesias-Vaya chiea, pues por 10 mismo que se oculta, preciso es buscarla de esa manera, por 10 demas, no se trata de hace rle dano sino unicamente de saber d6nde vive para decirlo a mi jefe y que vaya el mlsmo, Cajera-Ah I empiezo a comprender. Iglesias-Sf, y si yo lIego a obtener ese trlunto, dejare las insignias de Sargento por las de oficial, porquc con esto ya no sera posible que mi senor Samano pueda negarme el ascenso que persigo; cierto es que soy el confidente, el que ha acom pan ado a mi senor en los combates y los triuntos; he vivido en su casa y he sido por consiguiente el objeto de IU confianza y sus favores, pero yo necesito algo que pueda Ilamar mio, algo que sea propio, porque quien vive de favores vive como del aire; honroso es recibirlos euando se han ganado como los he ganado de mi senor, perc justa 0 injustam ente conseguldos, acaban por desvanecerse en los vaivenes de la vida y quedamos entonees abandon ados como las estatuas marm6reas de los monumentos funebres can las manos levantadas hacia el eielo implorando a Dios en medio·de las soledades del camposanto. He ahl par que pre-

.

tendo mi

ascenso,

Cajera-Me

parece bien pensado, Sargento.

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- 217Iglesias-Sf chlca, y no plensas tu 10 mismo? Cajera-En verdad, no me he preocupado hasta Ja fecha de 10 que pueda ser de mi ~he vlvido con eJ dia y hasta clerto punto confiada en mi senora. Iglesias-Ay chica! peligroso me parece confiar asi ; bastante tienen los dernas con sus propios asuntos para que lleguen a preocuparse con los nuestros ; nada importa nuestra suerte a los demas y mucho menos si es negra. Cajera- Verdad es eso. Iglesias- Y no eres tambien insurgente? Cajera-Nada entiendo de esas cosas: compadezco a 108 que sufren, a los que mueren en las carnpanas y los patlbulos, pero no entiendo de sus colores. Por que cree Sargento que soy insurgente? lglesias-s-Porque en tanto como he tratado con estas viboras, he Ilegado a creer que hasta el mismo sol, los pajaros y el viento son insurgentes en estas malditas tierras! Cajera-No Sargento, el sol es el mismo en todas partes, solamente la humanidad es tan desgraciada, tan inconstante y tan perversa, que a cada instante cambia de pensamiento y mata cuanto es amable! Iglesias-Vaya chlca, esas palabras rnerecieran salvarse del olvido si los tiempos que atravesamos no fuesen tan Impropicios para bonitas frases. (Poniendo un as monedas sobre el mostrador, las euales guarda Lacajera). Buenas noches chiea, y adi6s. (Sa/en perdiendose al traves de soliiarias y os-

curas eaUejuelas).

~

ESCENA

III

Iglesias, escolia, Bibiano, Policarpa, dona Andrea Dona Andrea-Pues sf, querida Policarpa, la situacf6n se entenebrece, preciso es trabajar con mucho entusiasmo pero tambien con muchisima prudencia, pero •... (intetrumpiendose y mirando a Policarpa sorprendida en tanto que es-

ttecha contra su seno un nino de pocos meses) calle I que se

han

entrada I .

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218 -

Policarpa ($DTprendlda en tanto 9U' Bibian(J

Q$ll$Ial/Ql

se

tltrecllil contra eUa)-1 Vi,a que sil que puede ser eI$O? Dios Santo 1

Iglesias (entrando a la sala sable en mano)-Con que hi aquf, Pollcarpa Salavarrieta, eh? al fin, al fin, no sabes cuanto es el gusto que me causa verte! (A Bibiano). Y til chico, tambien aqui I y me declas que no sabias donde estaba tu herman a I tcogiendoto de an brazo) embustero, mal nacide, sin vergUenzal ya verasl Policarpa-Con que derecho se atreve usted a tocarme al nino, y con que derecho se atreve a vlolar 10 sagrado de un domicllio? Esto ya es el colmo de la insolencia! Iglesias-Con el derecho que me dan mis superlores para bus carte I (Sollando a Bibiano y dirigiendose a dona Andrea). Y tl1 dama itndlcandole a Policarpa) por que tienes en tu easa a esta insurgente? Dona Andrea-Yo no se que cosa sera insurgente, pero 10 que si se es que no podia negar la hospitalidad a una joven amiga y a ese nino hermano suyo que lIegaban a ml puerta! Iglesias-Con que no sabes que cosa es insurgente? Dona Andrea-No 10 se! asi como tampoco se con que derecho se atreve usted a tratarme insolentemente I Iglesias-No te preocupes por el tratamiento, soy ageD. del Rey, y debes tenerlo a honra. Policarpa- Todo 10 dicho por la senora es cierto, y ella no tiene poe que pagar las consecuenclas de haberme dado hospitalidad y haber sido buena comatgo, Iglesias-Muy bien, hablas can desparpajo eh? (Dirigiendose a dona Andrea). Agrad~ce que be resuelto ereerte poe ahora, y que por eso y por lastimif, de la criatura que tienes en los brazos no te Uevo tamblen presa (selialt:m,do II Poli&.arpa y a Bibiano) como a esta y a este, PQfqlle de tac:las IURIras sJiueS conmigo PoUcarpa Salavarri,etil l (Il BiblaRD) Y tam.bi6n tu. (DoIIa Andrea oprQlltchandD la d~ si6n, sin ser notada entra a La alcoba, saca anQs, PClPeles ill

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;.219-

dItoJI1 de un colchOn, pasa de la aleoba r6pidamsnte a ta coeina, do unas monedas a un sotdado que intema detenula, y los arroja al logon). Policarpa- Y por que a este nino tambien se le lleva preso? Igtestas-e-Porque este sabe mas de 10 que se piensa y nos dira muchas cosas: soy Cruz Iglesias y a ml no se me engafta tan facilmente. No me conoces? Policarpa-Si, te conozco I eazador de carne hurnana para el cadalso! No debieras lIarnarte Cruz ni mucho menos Igte- . sias I Ni tarnpoco soy yo la persona que buscas tu I Iglesias-Con que no eh? Adetante I (Metiendo a Pollcarpa y a Bibiano en medio de la escolta). Y todos a casa del Oobernador! Policarpa (abrazando a dona Andrea que ha vuelto a entrar sin ser noiada)-Adi6s! adios I nunca olvidada amiga y senora rnia! (En voz baja). Los papeles? Dona Andrea-Adi6s queridisirna! que Dl05 te salve! (En voz baja). Los queme I Iglesias-Adelante I (Solen).

ACTO IV SalOn del Consejo, mesas, sillas, expedienies, dos puertas at fondo.

ESCENA

I

SQmano, Iglesias, Olmedilta. Samano

(retirando unos expedientes que estaba examinan-

do)-Pue5 sl, yo creo que esa vagabunda de quien anoche se apodero Iglesias, es la mlsma bribona que buscarnos, la misrna Marfa Dolores que figura en la correspondencla tomada de algunos insurgentes. Olmedilla-Lo mlsrno creo, Exc:e)tnda. No ha confeaado .na nada todavfa 1 Samano-e-Hasta anoche no habia dedarado IU identidad; _,6 a Iglesias ser ella la persona a qulen Ie buseaba. t'ero

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-220es probable que ~ste haya puesto en claro el asunto ya. No ha llegado por aqui hoy? Olmedilla-No Excelencia; hoy no 10 he visto. Iglesias (entrando)-EI triunfo se ha obtenido, Excelencia! esa bribona es la misma que andabamos buscando. Samano-s-Con que es la mismal Pues vaya si ya me 10 babfa supuesto I Iglesias-Ppes sf Excelencia, es la misma, y oi ella se empena en negarlo ya. Samano- Y no habla nada de c6mplices? Iglesias-No Excelencia, no culpa a nadie. Olmedilla-Pero todo se averlguara Excelencia, y preclso es que hagamos un grande escarmiento I Samano (dando un golpe sobre la mesa)-Sf, preciso es; contra est os reptiles venenosos hay que proceder energicamente! Olmedilla-Sf Excelencla; de 10 contrario no acabaran nunea los revoltosos I Iglesias-Va vels Excelencia; no tendreis queja respecto a mi actividad. Samano-s-No Iglesias; el trlunfo obtenido en est a pesquisa te abona, y la recompensa vendra, te aseguro que ven-

dra. Olmedilla-Una vez que searnos completamente duenos de la situaci6n, otra sera nuestra suerte. Samano-e-Por supuesto; par ahara importa interrogar esa bribona : me la traeras inmediatamente I Iglesias-Muy bien, Excelencia. (Sale).

ESCENA II Samano, Olmedilla, Iglesias, Policarpa. Samano (a Policarpa que [[egaconducida par Iglesias y dos soldados-Con que esta es la bribona I Resp6nde I Par qu~conspiras contra la causa del Rey? Policarpa- Yo no conspiro contra ninguna causa, unica-

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221 -

mente trabajo por mi Iibertad y la de mis compafteros de Infortunio. Samano-Que entiendes par Iibertad? Poliearpa-Eso que vosotros as empenals en negatnos. Samano-s-Con que si, eh? Muy habit eres para dar ciertas respuestas. l No sabes que en el mundo y hasta en el cle10 bay jerarquias; que los amos han de tener esclavos, y estos.han de obedeeerlos sin discusi6n alguna? Poliearpa-Entiendo que haya superiores e Inferlores, perc no amos ni esclavos. Samano-e-lgnoras que la esclavitud es una ley? Poliearpa-Si 10 ignorara no trabajarla contra ella. Scimano-Bribonaza! Y sabiendo que es una ley, por qu~ no la respetas en vez de ataearla? Poliearpa-Porque es una ley humana pero no natural ni divina. Samano-c-Las leyes humanas son el reflejo de la ley divinal Policarpa-Cuando son justas. Sarnano-e-Ofendes con tus palabras la majestad de este reelnto (mostrcindole el crucifijo) y la majestad de esta imagenl Policarpa-Ni la majestad de este reeinto ni la majestad de Cristo ofendo con mis palabras, (senalando el Crucifijo y con acento emocionado), porque el tambien padeci6 por acabar can la esclavitud, muri6 par esa libertad que se nos niega y la se1l6 con su llanto yean su sangre en la cumbre del Calvaria! Olmedilla-Excelencia! esto ya es un atrevimlento, ya pasa de 10 mandado I Sarnano-e-Dejad Olmedilla, dejad rebosar la copa. (A Policarpa). Resp6nde I Can quienes trabajabas en contra de nuestra causa? Policarpa-He trabajado por mi cuenta unlcamente para no comprometer a nadie. Samano-c-No mientas I Niegas tener relaciones con un tal Alejo Sabarain ?

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-222lPoHcatpa-Son ;reJacioncs de afato unicameote. Samano-De afecto? Policarpa-Sf, me prometiO que serla mi 8SpoSO. &mano-Ah I pensabas en la felicidad I Policarp8-'Qui~n no piensa en eUa? S610a vosotros puede ocurrir que hay amos seres sin derecho a ella. Samano- Y por que la destruyes coo tUI procederesY Policarpa-No aere yo quien la destruya sino V080trOJ. samano- Tus procederes! pero en fin, basta; no me Importa eso, Qulenes son tus cdrnplices ? Pollcarpa- Ningunos. Samano- Y entoncesqutenes son esos companeros -deinfortunlo de qulenes hablaste? Policarpa-Todos los que como yo padecen por esa Iibertad que se nos nlega. Samano-e-Basta! (A Olmedilla). Ouardad 10 que haMis apuntado, como cabeza de proceso. (A Iglesias). A la carcet con ella hasta nueva orden. (Salen Iglesias y los dos so/dados

con Policarpa).

ESCENA

III

Padre Beltran, samano, O/medil/a. Padre Beltran (entrando)-Excelencia, Samano

buenas tardes.

(soitando sabre et escritono unos papeles)-Bue-

nas tardes Reverendo; que os trae por aqui? Os he levantado el confinamlento: que mas quereis ? Padre Beltran-e-Cierto, Excelencia, pero todavia qutero alga mas. Samano-e-Sf, sl, la humanidad siempre quiere mas. Padre Beltran-Yo bien qulstera DO querer me para no ped1r mas, pero -en la vlda,ya ',or impr~indlb1es f1eeetrkflldes, ya por el natural instinto del coraz6n hulft-ltftO, fa11"'"'8ftfdad, como westra Bxcelencta dice, siem,re quiere mas, y mas, agrego yo; cuando se tiene hambre ysed de JUltida. &lmeao-Loa hmurgemnl1empre 11enen hambre !f sed de justicla; pero a qu~ viene vuestro discuno-?

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--113 'Nte

Bitfttn-E,Jtee1encia, vengo COft un etlJpe1lo. Todavla empeftoa? De quE Rtfata? ~PadreBeltr4n-'HIY presa una joYen •••• S4mano-

Samano-s-Presas hay siempre muchas en todas partes. Padre Beltran-e-S], Bxceleacla, compreftlJo; pero yo no Me refiero sino a una, por eso he dicho que una joven. Scimano- Y bien, cua! es esa joven que tanto os fftte.. resa? Padre Beltran-c-Bs •••. Po1icarpa Salavarrleta.

Samano-c-Con que 51 eh? Con que de esa vagabunda trata? (A Otmedilla). Qu~ os parece? Olmedilla-Esto

se

es espantoso, intolerable, Excelencia.

Samano-e-Con

que os interesais por esa vagabunda"} Padre Beltran-s-Ese calificativo, Excelencia, no me pareee propio para ella porque ella es simplemente UJ1a joven sugestionada por ideas de Jibertad, pero de eso a ser 10 que vuestra Excelencia dice, hay una distancia in mensa.

Sarnano-s-Con

que s! eh? Pues esas sugestiones son de . las que en estos tiempos se pagan caro l Padre Beltran-e-Pero es que Policarpa no solamente Jla sido privada de su Jibertad, sino tambien condenada a muerte. Samano-Precisamente la pena que merece. Padre Beltran- Y creels que s610 la muerte puede impedtr que una persona se mueva? Samano-e-A una conspiradora como esa, solamente eso puede impedlrselo. , Padre Beltran-e-Vuestra Exelencia exagera; hay muchos otros medlos de impedir que una persona se mueva.

$_~no---;.Nosotros ~iatbol

aplleamos siempre el ;IUs eficaz, y

los restant!5.

OtvnMiUa-,Sf

Exeefencia, 'lsi aun asi no hemos Iogrado

amtetter totalmente est06 revoltosos, muehe menoalo conle'f,WFemos coninedios

CORCifiatQrios.

Padre BeUrin-Pem bien, ya qUe Una illtpMlttcia tpareceten~t9at8-~-Jaftitl.enola" ~ " vues-

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-224tros asuntos, no me atreveria a pediros su Jibertad per~ sf la conmutaci6n de la ultima pena. Samano (levantdndose del asiento)-Jamas f oidia bien, jamas! Padre Beltran- V creels que reclulda por ejemplo en la misma casa y vigilada por vuestro Oobierno pudlera conspirar? Samano-Conspiraria hasta en el infierno. Padre Beltnin-Creo que exagerals, Samano-s-Yo no 10 creo. Padre Beltran-De manera que no reformats en nada el ultimo falla ? samano-En nada, absolutamente en nada. Padre Beltran- V bien, no os parece una cobardlamatar una mujer?

Samano (enfurecido)-Reverendot no sois vos eillamado acriticar nuestros actos, Y si no quereis volver al destierro, desi.8tidde Interesaros por una perfida insurgente I (Vuelve La espalda al Padre y sale del salOn). Padre Beltran (saliendo)- Oh I crimen I oh I injustlcia t ob b4rbara injusticia! ACTO V

, eelda de una carcel, una mesa, sabre Lamesa un crueifiJo, un eajon que sirve de asiento. ESCENA I Olmedilla,

Pollcarpa.

Olmedilla (entrando y dirigiendose a P.oliearpa que se ha-

lla sentada, teclinados los codos sobre La mesa del uucijlJo, con el semblante oculto entre Las manos)- V bien, ya dis PoJicarpa Salavarrieta, hasta d6nde os ha conducido esc que Ilamais vuestro patriotismo; no obstante, vengo a decif9S que aunel Oobierno quiere ser magnanimo. Policarpa (/e,antando La cabeza)-Magnanimo?

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onnetHH~Sf. . Policarpa-No

vti1ud.

he vlsto que asdme por parte alpha

tal

,

Otmedilla- Y no obstante, asi es, Poltearpa-c-Hablals formalmente? Olmedilla-Si. Policarpa- Bien, hare alguna experiencia, Olmedilla-Hacedla, pedid. Policarpa-Bien, deseo y pido que no entre mas aqul et Sargento Iglesias; me infunden malestar sus modates groseros. Olmedilla-No entrara mas. Policarpa-Deseo y pi do que se me permita ver ados personas. Olmedilla-Cuciles son elias? Policarpa-e-Atejo Sabarain y Antonio Galeano. Olmedilla-Los verels ; que mas? PoIicarpa-No dire que deseo ver tarnbien al Padre Beltran, porque el vendra a prestarme auxilios espirltuales y creo que no hay necesidad de permiso para ello. Olmedilla -Verdaderamente. Policarpa- T am poco se me impedira en rnanera alguna ni por ningun motivo ver a mi hermano. Olmedilla- Tampoco se os irnpedira : que mas? Policarpa-No creo que se me pueda conceder mas. Olmedilla- Todavfa se os puede conceder mas; la vida y hasta la Iibertad. Pollcarpa-La vida y hasta la Iibertad? Creo que me tenders un lazo.

Olmedilla-No es un lazo; hasta esas gracias se os concederan si convenfs en denunciar a quienes os han empleado como instrumento. Policarpa-No he sido instrumento de nadie. Olmedilla-Sea, pero teneis c6mplices. Policarpa-De que delito? Olmedilla-Del delito de rebeli6n contra nuestro Rey.

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-226Policarpa-No hay de lito cuando quien se rebela ba sido ultrajado por quienes debieran protege rIo. , Olmedilla-No he venido a entablar una discusi6n sino a hacer una proposici6n por la cual se os promete la Iibertad y la vida a cambio de denunciar a los insurgentes con quienes habels conspirado contra el Rey. Pollcarpa-i-Mayor Olmedilla: las promesas hechas por los que se sienten prlncipes y semidioses de la tierra a los infelices a quienes ellos creen inferiores; las promesas de 'los verdugos a las victimas, no se cumplen [amas, vos 10 sabeis, y aun cuando yo tuviese la evidencia de que las que hoy me haceis, fuesen cumplidas, no aceptaria [arnas, ni la libertad ni la vida a cambio de la vida y la Iibertad de mis hermanos de infortunio, Olmedilla-Canastosl si tenets arranques tanto de elocuencia como de ingratitud, porque a quien deben los insurgentes 10 que son? EI lenguaje, la religi6n, la civilizaci6n, el caracter; todo eso a quien 10 deben sino a Espana? Por consiguiente, no es una ingratitud rebelarse contra ella? contra la madre? Policarpa-No, Mayor OlmediJla, no es contra la madre, es contra los hijos de esa madre que en nombre de ella y sin que ella los autorice, nos arrastran a la esclavitud y al cadalso! Olmedilla- Espana nos ha autorizado para gobernaros. Policarpa-Sl, 10 comprendo, no soy tan estupida para no comprenderlo. La madre Espana os Manda gobernar pero no esclavizar, Si hubleseis procedido siernpre como ella os to prescribi6, otra fuera nuestra suerte; pero que saben alia de 10 que vosotros haceis aqui y de 10 cual no dais cuenta? Y no negueis que desde la conquista se quiso destruirnos por vuestros compatriotas para apoderarse de nuestras rlquezas, y que si no hubiese sldo por los Rellgiosos que con los conquistadores vinieron, esa raza que desde haee slglos vents esclavlzando, hublese desde entonces desaparecidol Y acaso hublese sido mejor para vosotros porque hublerals

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227-

que dado duenos de todo, y para nosotros porque nos hublesernos evitado ese lujo de martirio cuyo fatal efecto conoceis. Olmedilla-No sois vos la lIamada a juzgar nuestras acciones. Policarpa- Verdad, no soy solamente yo sino millares de seres como yo esclavizados por vosotros. Olmedilla-No he venido a promover una discusi6n sino a hacer una proposici6n. Aceptais? Policarpa-No. Olrnedilla-e-Sabeis Policarpa que Saba rain y Suarez seran fusilados en vuestra cornnafila? Policarpa-Si, 10 se, pretendeis apelar a la amistad y al amor de esos dos seres, como a pretextos, para insistir en las propuestas que me habeis hecho? Olmedilla-No, no os quiero presentar esas cosas como pretexto, sino como poderoslsimas razones para que no insistais en perdcr vuestra vida por ocultar a unos miserables insurgentes. No vale mas vuestra vid a? No vale mas vuestra felicidad? No vale mas vuestro amor? Sots [oven y bella; estais \lena de atractivos; podeis vivir muchos afios; tenets un novio que os ama y a quien arnais; que irnporta que a camblo de todas esas cosas, acuseis a quienes han extraviado vuestro criterio? Para que luchar contra un reino poderosa que siempre os dorninara? Os aseguro que si a vuestro amante se propusiese 10 que a vos he propuesto yo, no vacilarla, Policarpa-Si, no ha vacilado en responder que no. Yo s~ que Ie habeis propuesto, yo se que como a rni, Ie habeis hablado en nombre de la Iibertad, de la vida, de la Ielicidad, de su amor y de mi amor! pero el mucho rnenos aceptara a tan terrible precio [0 que yo aunque dehil mujer tam poco aceptare. Olmedilla-Entonces ireis al cadalso par un capricho?

Policarpa -Sf.

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-228OlmediUa (presentdndole un papeL)-Entonces ..•sentencia que no quisisteis firmar en el Consejo.

firmad la

Policarpa-j¥o no he dictado sentencla ninguna contra mi para firmar esa acta de cobardia que me presentalsl Que cad a cual firme sus propias obras es 10 corrientel Olmedilla- Vuestras son las que os exijo que firmeis. Quien colectaba dinero y cornprometla gente para auxiliar a los insurgentes Almeidas? Quien tenia correspondencia con el rebelde ap6stata Fray Marino? Quien cornprometla a Sabarain, Suarez, y otros traidores del Numancla, a conspirar contra el Rey? Fulsteis vos, por que, pues, no firmais vuestras propias obras como firrndbais la correspondencia a Fray Marino, aunque con otro nombre? Policarpa-Obra no mla sino vuestra es la sentencia, esa acta de cobardla que me presentaisl Olmedilla-Cobardia? Policarpa-Si, no os parece que 10 es, matar una mujer? Olmedilla-Se os matara en nombre de la ley. Policarpa-l¥ quien aplica esa ley sino vosotros? Olmedilla-jSi, para castigar vuestra ingratitudl Policarpa-Me traeis una sentencia de muerte, y no obstante, me acusais de ingratitud, porque ha sido costumbre de verdugos tratar de desagradecidas a sus vlctlmasl Y conste que no me refiero a la dignidad de vuestra raza de la cual descendernos los que vosotros quereis eliminar; me refiero simplemente a un hecho cobarde contra el cual protesto y del cual determinados individuos son autoresl Olmedilla (tratando de que Policarpa coja La pluma)Firmadl Policarpa (arrojdndola al suelo)-Jamas. Olmedilla (enrollando la sentencia)--Con firma 0 sin ella trels al cadalso! Policarpa- Gracias! que apunten en vuestra hoja de servicios ese acto de hidalguia y de valorl Olmedilla (saliendo)-Muy

bien!

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- 229--

ESC~NA 11 Padre Beltran, Policarpa. Padre Beltran (entrando y dirigiendose a Policarpa que se halla de rodillas ante el Cristo)-Querida Poliearpa! eriatura mia! Policarpa tlevantandosepresurosamente)-Padre Beltran! Padre Beltran! Padre mio! Padre Beltran - Verdad que no esperabas volver a verme? Poliearpa (seiialando al Padre el cajon)- Tomad asiento Padre; os brindo el unico que hay. Y volviendo a vuestra pregunta, os dire que hasta haee poeos dlas no esperaba volover a veros, mas euando supe vuestro regreso, me console con esa esperanza. Y mi madrina? Padre Beltran isenttindose en un extremo del cajon y seiialando a Policarpa el otro)- Y ttl tarnbien eabes. Tu madrina? Ya puedes considerar, pobre nina, el estado en que se halla. Hasta hoy abrig6 la esperanza de que mis ruegos aleanzaran algo de Samano en tu favor, mas euando regrese con el desaliento en el alma, y Ie comunique la fatal noticia, no nil heche sino llorar. Todo empeno en tu favor ha sldo inutil. Policarpa-e-Sl Padre mlo: otro no podia ser el desenlace, Olrnedillaha venido a proponerme que denunciara a los in~4rgen~e:;con quienes conspiraba, halagandorne con promes"s de libertad. Haee unos mementos sali6 de aqui. Padre Beltran-c-S], salla euando yo entraba. Y tl1 que respondlste a las propuestas? Policarpa-e-Que las promesas de los verdugos a las victlmas no se cumplen [amas, y q~e aun cuando esas se cumplies~n, no aceptarla jal11aS10 prometldo al duro precio de una delacion. Padre Beltran-Bien contestado. S610 queda una esperanza, hermana mia: Dios! --Policarpa-Sf Padre, en EI he concentrado todo ml pen-

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-230samiento, a EI Ie he pedido todo el valor que me es necesario para fortalecer mi alma desgarrada por el dolor de la despedidal Si Padre miol Sofie con un hogar dichoso hasta don de es posible en este mundo, bajo el cielo de una patria Iibre, en cornpanla de los seres que me son queridosl jPero ya 10 veis, la muerte se interpone entre mi corazon y mis esperanzas (l/evando las manos hacia el coraz6n), este coraz6n cuyas palpitaciones son las ultimas ya y para cuyo amor se prepara como altar un cadalso, porque si Padre, porque asi nos desposaremos Alejo y yol porque asi 10 quiere la desgracial el destine! la tiranial la negra suertel Dios ... yo no se quien, Padre .... no se .... no sel Padre Beltran-e-Hermana rnla, pobrecita, calrnate, concentra tu pensamiento en Dios que es 10 unico en que puede pensarse cuando todo en el mundo ha terminado yal La vida, ya 10 yes pobre nina, es siempre valle de Iagrimas, y todas sus felicidades, si es que algunas nos es dado disfrutar, tienen siempre un desengano por desenlace, el desengano de la muerte, y en vida no mas hemos muerto ya muchas veces; en el tiempo que paso, en las i1usiones que se fueron; en las esperanzas que no se realizaronl Ayer erarnos nines, y esos nines que constituyeron nuestro ser, esos que arrulIaron nuestras madres, huyeron para no volverl Otros nines han venido a reemplazarnos, otras madres a esas madres, y otros y otras a su vez reernplazaran a estos y a estas como otras flores a las flores que se marchitan, como otros nidos a los nidos que vuelca la tempestadl Ya 10 yes Querida mia, vivimos muriendo; todas esas son muertes anticipadas de aquella que ha de cerrar nuestros oj os eternamente. Policarpa-Si Padre, sil Padre Beltran-r-Cornprendo hasta d6nde puede ser amargo tu infortunio, y por 10 mismo, debes reunir todas tus fuerzas para ese momento cruel. Tarde 0 temprano lIega una nora en que es preciso desprendernos de todo cuanto amamos, como las flores del tallo en que se mecieron a los suspiros del viento de la manana y acariciadas por 105 besos

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.......231 ckl sol nacientel (Con emotion). IVo bien quisiera tener la facultad de convertir en cera el coraz6n de los tiranos, arrancartes una lagrima de ternura como tantas que hemos derramado y derramaremos por til para que te perdonaran la vida, y poder entonces decirte: vive flor de Guaduas, vive para Sabarain, vive para la felicidad, para tu amor, para la Iibertad de Nueva Granada. IPero ya Yes, ya yes! 10 imposible! siempre 10 imposible! Policarpa-SI Padre! esto no tiene remedio ya, mis cuentas estan con Dios arregladas y con el mundo tarnbien, s610 me resta pedir valor para marehar a la muertel para olvidar que sufro! para olvidar que amo! para olvidar que aun es esclava mi patria! Padre Beltran-s-Ese valor te 10 dara Dios! Terribles preparativos son estos, verdad, pero mira (senaiandole el Crucifijo), Jesus el martir Nazareno, el Hijo de Maria, murio tambien por acabar con la esc\avitud. Como EI, tambien dlle a Dios, «Padre mio, todo esta consumado, en tus manos mi espfritu encomiendo-. SI, criatura mia, preciso es apurar hasta las heees el caliz de la amargura. Policarpa-Si manda decir?

Padre, precise es. V mi madrina

que me

Padre Beltran-Ah, la pobre te manda decir que pidas aDios por ella que va a quedar huerfana de tu carinol Policarpa-Oh! Dios mio! Dios sabe cuanto la he recordado. Bibiano me dijo que estaba haciendo para mi una cosa que la habia hecho llorar mucho; que cosa sera eso? Padre Beltran - Eso? No quiero ocultarte nada; quiero irte acostumbrando a esta ultima fatalidad. Lo que tu madrina ha estado haciendo es una mortaja; porque peor fuera que te pusiesen la que a otros han puesto ya. No eso, sino tu traje de bodas era 10 que esperaba hacerte, pero la fataIidad ha querido cambiarlo por la mortaja. Ese sera el ultimo obsequio de tu madrina empapado can las lagrlmas de nuestro adi6s!

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PoJicarpa-SJ Padre mlo~la fatalidadl (Quit6ndose una crucecikl que lie va colgada al caeHo). Yo tambi~n tengo qu. enviarle a mi madrinami

ultimo obsequio. (Entregdndo/a 61

Padre). Tomad Padrel para ella es esta cruz de oro que me

obsequl6 la Virrelna Franeisca Villanova cuando huyendo de Santafe con su esposo el Virrey Amar, poso en nuestra cesa de Guaduas, ml Villa, mi amada Villa que no volvere aver ya! Ella, la Virreina, me anuncio 10 que habra de cumpttrse, Padre Beltran treclbiendo fa cruz)-Se la entregare y Ie sera grato ese recuerdo porque tu sabes cuanto te adora. En cuanto al pron6stico de la Virreina, no es extrano; ~J1a jUJgaba de los resultados en vista de los aeontecimientos. Policarpa -Si, eierto es ella, como cierto tarnbien que ml madrina me adora, 10 se, y al pensar en esas personas cuyo carillo es mlo, la despedida me duele mas! Cui dad de rota restos Padre, porque aeaso pudiesen profanarlos, y ayudad a mis hermanos can vuestra influencia si os es posible. Padre Beltran-Sf hermana mla, con toda el almal (P4niendose en pie). Dios te valor mientras vuelvo. Policarpa-Dios santo! se va vuestra Reverencia? Si supierais Padre rniol c6mo me mata la soledad! r~dr~ Beltran-i-S], me yay querida, perc vplv~re maaana, te aq)II1P~ftar~ h~st~ el u!timq susplro !J! ple de ese ~~IVlJrlP, de tu dolor y cerrare tus pjQ~ y c\1iq~fe tus restos. PP!ic~rpa-Verdad que me aeqWP~flareis? Padre Beltran (oprimiin¢ofe farliioS(lmente las m{lllo~l~ ~i, ~fl vefla.r~ a acompCln~rt~ cOqlQ t~ Qfrezco.l1a~ta m~npna. Poli~Clfpa-tIa~ta mji~iln. En esta causa ocurri6 un incidente curioso: la esclava se fug6, segun consta en la sigulente nota: ••En veinticlnco de este mes (mayo) se huy6 la mulata, y para que conste 10 anoto> EI proceso continu6 su curso; se Iibraron requisltorias,

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pero laesclava no pareci6. Pasaron nueve aftos, al cabo de 100-.ct1alesfue sentenciada a muerte, pero habiendo alegado el Protector de Esclavos don Tomas Tenorio Carvajal, causas de nulidad, tales como la no intervenci6n del Protector en la confesi6n de la sindicada, y no haberse averiguado los ultrajes que de sus amos recibla, 10 que hubiera po dido servir como atenuante en la defensa,la Real Audiencia conde no en unas cuantas multas a los que actuaron como J ueces, y en cuanto a senten cia, no se cumpli6 ninguna, puesto que la esclava no parecio, -En la villa de la Purificaci6n de Nuestra Senora, en 3 de febrero de 1768, yo don Ignacio Diaz de Arrigui, Alcalde Ordinaria mas antiguo de dicha villa, para la prosecucion de este sum aria hice comparecer ante mi a don Salvador de Albis, vecino de esta villa, de quien en presencia de los testigos con quienes actuo par no haber Escribano, recibi juramenta, etc., y habiendole leido el escrito que va par cabeza de este sumario, di]o : que habiendo ido en companla del doctor don Pedro S., el 28 del mes pasado a ayudarle a pasar sus ganados del rio Prado, para contarlos, estaban en ese ejercicio cuando lJevaron noticia a dicho don Pedro de que la negra Felipa habla dado de punaladas a la negrita Catalina y al negro Victor, de cinco y diez y seis anos de edad, respectivamente; que a aquel 10 habia casl degolJado, y que ella misma se habia dado una punalada, can cuya noticia se vino el declarante a fuerza de carrera al rio de Prado, en donde encontr6 a la negra Felipa con una herida en el estomago, echando par ella mucha sangre, y a la negrita Catalina, can dos heridas en el est6mago, y al negro Victor, con una cruel herida en la garganta, y que preguntandole el senor don Pedro(el amo) a dicha FeJipa quien les habia dado aquellas heridas, respondi6 que ella se las habla dado a sus dos hijos y a ella misma, porque Ie habia quitado su amo su hija, la que mas queria, y que 10 que sentia era que no hubieran muerto todos juntos; y que Ie consta al que declara que al dla slguiente murl6 la negrita Catalina».

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- 292Esta causa termin6 con el fallecimiento de la esclava, segun consta de la siguiente nota: «En la ciudad de Santafe, a 17 de agosto de 1768, yo el Receptor pase de orden de los senores de la Real Audiencia a la casa de nio,?s exp6sitos, donde se hallaba una negra que dijeron lIamarse Felipa, por el delito de homicidio, y preguntando al Mayordomo por la dicha negra, respondi6 habia fallecido en el dia de hoy, en cuya virtud me condujo a una pieza, donde se halla un cuerpo difunto, con una frazada encima y dos velas a los lados, diciendorne ser la referida negra, por 10 que me Begue y la Harne por su nombre, diciendo: «Felipa, Felipa, Felipa-, y no me respondi6, por estar al parecer difunta, y porque conste pongo la presente en dicho dia, mes y ano-. "En el sitio de Santa Rosa de Osos, jurisdicci6n de la ciudad de Antioquia, a 22 de mayo de 1804, el senor don Mateo Zapata, Teniente de Gobernador, dijo que por cuanto el dia de ayer, como a las 'ocho de la noche, encontr6 Jose Torcuato Pi no, colgado en un arbol, ahorcandose con una cabuya, a Julian, esclavo de don Joaquin M., quien solt6 y condujo a casa de mi el Escribano, en donde estaba de orden del Juzgado hasta que pareciese su amo y se determinase la demanda pidiendo se Ie obligase a venderlo, porque no le daba de vestir, e informado de la situaci6n en que se habia encontrado por el expresado Torcuato, mand6 10 lIevase y pusiese preso en el cepo con un par de grillos, en la pieza que sirve de carcel, y que en averiguaci6n del delito se pon. ga este auto de oficio, cabeza de proceso, etc." . EI esc\avo fue sentenciado el 23 de agosto de 1805 por esa tentativa de suicidio a que sirviese en la fabrica de la iglesia parroquial de Medellin durante dos anos. EI Protector de Esclavos, don Tomas Tenorio Carvajal, con fecha 13 de diciembre de 1805, expuso: «Que la crueldad cornprobada de los amos del Julian 10 arrastr6 sl despecho, del eual fue consecuencia el intento de matarse, y sin dud a alguna a

a

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ese tlempo estaba tambien dernente>. Termin6 pidiendo se diese providencia en orden a la tiranica conducta que don Joaquin y su consorte dona Leonor P., acostumbraban con sus esclavos, y que tarnbien se tuviese en cuenta no haber sido apelada la senten cia por parte del defensor precedente ni del acusador. La crueldad de los amos a que el Protector se refiere esta comprobada especial mente en la respuesta septirna por considerable nurnero de testigos. En cuanto a la demencia del esclavo, se deduce de la rnisrna incoherencia de sus palabras, en las cuales mezcla 10 material can 10 ultraterreno, y asl dice unas veces que sus amos no 10 vestian, otras, que no Ie quisieron dar un rosario, y por eso los malos espiritus se apoderaron de el, ernpujandolo a la tentaci6n de matarse. La lectura de este proceso deja en el alma una impresi6n dolorosa, y se presiente que en la mente de aquel infeliz las negras alas de la locura, estremecidas par el dolor, se agitaban It'igubremente como las alas de un ave negra en el momenta de la agonia. Otra de las dolorosas escenas de la esclavltud era la 'separaci6n: los amos podian separar a los hijos de las madres, a las mujeres de sus. esposos. Las esclavas no debian tener sentimientos maternales, eso era J ujo de la nobleza, privilegio de la aristocracia; por eso quitaban los hijos a aquellas madres como se quitan a los animales para regalarlos, venderlos 0 enajenarlos en cualquier forma, y asl se despedian un os de otros, muchas veces para no volverse aver [amas en este mundo. En los documentos anteriores hemos visto ya el caso, y todavia 10 veremos en el siguiente: «Juana Jacinta, morena, digo que estando como estoy, casada con Francisco Biatara, esclavo de Martin de N., y siendo yo de Francisco de S., y estando ambos en esta ciudad (Santafe), el dicho mi amo me vendi6 a Diego A. de N., vecino de Muzo, el cual me lIev6 a la dicha ciudad apartandome del dicho mi marido, y estuve en la dicha ciudad cinco anos sirviendo al dicho..• Diego A. de N. y su rnujer , donde \

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-294padecf muchos trabajos y maltratamientos, asi de hambres y desnudez como de azotes y otros maltratos, sin causa ni raz6n alguna que para ello hubiese, en tal manera que teniendo yo una negrita hija mia y del dicho mi marido, de edad de cinco anos poco mas 0 menos, sin causa que para ello hubiese, pues no la podia dar una muchachita tan pequena, la mujer del dicho Diego A., Ie trat6 un dia con tanta crueldad, que despues de haberla azotado un dia excesivamente, le dio un golpe con un pie, tan grande, que vino a morir la dicha muchachita dentro de muy breve tiempo, sin que desde que recibi6 el dicho golpe y azotes pudiese comer cosa atguna, ni aun pasar agua, y viendo tanto rigor y tan grandes malos tratos, y que estaba descasada del dicho mi marido, me vine a esta ciudad porque no me matasen a mi como a la dicha mi hija, y habiendosele mandado por la justicia ecleslastlca me vendiese en esta ciudad para que hiciese vida con dicho mi marido, vino aqui el dicho Diego A., y aleg6 contrato en que el dicho Francisco de S., dice que Ie vende al dicho mi marido, para con este fingimiento sacarme de ' esta ciudad y Ilevarme a la de Muzo a matarme con malos tratamientos, etc. Agosto 25 de 1638". EI amo Diego A. de N. neg6 los cargos y manifest6 que estaba dispuesto a venderla junto con su marido. La violenta situaci6n de esos infelices sella dar lugar tam bien a escenas de desesperaci6n que lanzaban a veces al esclavo a matar al amo. Otros, por su caracter timido, por su pobreza de esplritu, porque cretan que ese era su destlno y ~e por tanto no debian aspirar a mas, no protestaban, nada decian, pero odiaban de muerte a sus verdugos, Los tiranos podran ser adulados y temidos, pero [amas pod ran ser am ados. De la esclavitud, de la servidumbre, no brotan nunca benevolos sentimientos; el sufrimiento engendra un rencor que se Heva en el coraz6n y que algun dia puede estallar, como lIeva el vol can en sus entranas algt1n rescoldo que de un momenta a otro puede inflamarse. EI exceso de

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-295e1ectricidad en las nubes forma el rayo; los roces fuertes provocan explosiones; y la presion engendra el estallido. Las generaciones del pasado [amas quisieron convencerse de que mas moscas atrae una gota de miel que un barril de vinagre, y cifraron toda su gloria en hacerse odiar y hacerse temer, pero [amas en hacerse amar. Los matones Iueron los amos del mundo en aquellos tiempos; hoy, euando mas, cliente1a de presidio. Veamos la verdad de las anteriores palabras en los siguientes documentos: "En el sitio 0 Bodega de Bebara, en 10 de julio de 1788, yo don Melchor de Betancourt, Fiscal en la Real Audiencia Pretorial de este Reino, Gobernador y Visitador Oeneral de estas Provincias, dije : que en virtud de haberseme presentado un negro nombrado Joaquin, esclavo de Luisa de C. en esta Iecha, como a las dos de la tarde, con una herida en el braze, acompanado de don Luis Dlaz, con Javier de Potes y don Jose Antonio Polo, y sin haber parte que pida, se denunci6 el dicho negro, expresando que en este mismo di~ habia muerto a palos con un cabo de hacha a su senora, po~ decir el dicho que 10 hostilizaba y maltrataba con castigo en el trabajo, significando haberse arrebatado de impaclencla para ejecutar este delito, y en atenci6n de haberse el mismo delata do, Ie hice poner en captura, bien asegurado, etc> EI defensor Juan Gomez, con fecha 30 de agosto de 1788, presento un interrogatorio, del cual tomamos las siguientes preguntas: «A la primera, digan si les consta que Luisa de C. trataba a Ios esclavos con mucho rigor. Segunda, digan de que le resulto la muerte al mulato Pablo, si fue del barretazo que Ie tiro desde el borde de un hoyo, y 10 resisti6 en el peche, y en el mismo instante comenz6 a vomitar sangre, y en pocos dfas muri6. Tercera, si les consta 10 que sucedi6 con hi mujer de Joaquin de Rivera, que despues de un riguroso castigo de azotes pas6 a la inhumanidad de pringarla con aji y fuego, de que se Ie origin6 la muerte. Cuarta, II

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- 296estando tan enfermo de una pierna y cargado de males el expresado Rivera, la cargaba en una silla, y para si tenla algun desliz 0 resbalaba, Ie daba con un tolete de palo en la boca 0 en la cabeza, que para el efecto lIevaba, y no obstante Ie hacia trabajar para sostener la casa y tres nietas, queriendo que el trabajo de uno fuese como el de muchos-. Los testigos Enrique Piedrahita, Joaquin Rizo y Manuel Jose de la Romafia dijeron constarles algunas de las anteriores preguntas, de vista; otras, de olrlas ptiblicamente, Y otras, dicen, no les constan. A pesar de ello no se consideraron como atenuantes, y el esclavo Rivera fue condenado a la ultima pena, segun consta de los siguientes documentos: «En el pueblo de San Francisco de Quibd6, capital de la Provincia del Citata, en 26 de octubre de 1789, para dar cumplimiento a 10 mandado por la sentencia que antecede, fue sacado de la Real Carcel de este pueblo el reo Joaquin de Rivera, con asistencia de rni, el Escribano, la de don Jose de Ramos y Varela, Corregidor del pueblo de L1or6, etc., con eJ pregonero que iba publican do en alta voz el preg6n. Fue conducido (arrastrando desde la carcel hasta la horca) por las calles publicas y acostumbradas de este pueblo, hasta que habiendo lIegado al sitio, siendo como las once, fue colgado en ella del pescuezo por el mulato Nicolas Ortiz, qulen tiraba de los pies del reo, y por su poca habilidad, se mand6 a cuatro milicianos por el Teniente Juan Miranda, Ie tlrasen al pecho, 10 que ejecutaron hasta que al parecer murio, etc. -lnmediatarnente, siendo como las tres de la tarde, en cumplimiento de 10 rnandado, el mulato Nicolas 10 bajo de fa horca y corte la mana derecha, y se la lIev6 para freirla, y sigui6 con un cabo y dos milicianos al sitio de Belen para fijar dicha mano en una escarpia -. Viene una nota que dice haberse ejecutado la sentencia fijandose la mano en el sitio de Bebara, Como se ve, la justicia no era igual para los amos que

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-297para los esclavos;

los delitos cometidos por estes se casti.• gaban con el ultimo suplicio; en los cometidos par los amos respecto de sus esclavos, como tambien 10 hernos visto ya comprobado con documentos, mucho era si se Ies hacla pagar veinte pesos como costas del proceso. Tarnbien hernos visto que a veces los autoridades obligaban a los amos crueles a que v-ndieran sus esclavos a otros que les dieran mejor vida, pero solia suceder que el nuevo amo resultara peor. Esto trae a la memoria el caso aquel de un individuo que diz que se habia casado muchas veccs ; preguntado par que hacia eso, dijo que buscaba la mujer ideal; cada vez que se casaba creia haberla encontrado, pero pasado algun tiernpo se Ilamaba a engano, Tal sucedia tam bien a los esclavos: buscaban el amo ideal, y como en el juego de pelota, pasaban de mano en mano sin encontrarlo nunca. Los esclavos podian rescatarse eomprando su libertad al arno, si este con venia, pero tarnbien en los mas de los casos era un miraje muy ilusorio. La primera dificultad era la consecuci6n del dinero; ya hernos visto que no podian haeer negocios; los amos no les pagaban su trabajo, y mucho era si les permitian trabajar los dias de fiesta para su propio beneficio, y emplear esas eeonomias en ropa, porque tarnpoco se la daban; por eonsiguiente, la consecucion de cien, doscientos 0 cuatrocientos pesos que la Iibertad les costara, era un problema que s610 se resolvia en rnuchos anos de economias del triste producto del trabajo de los dias Iestlvos, completando can Iimosnas que personas compasivas les proporcionaban. Corn pi eta la suma a fuerza de tan dolorosas economlas, entregaban el dinero at arno, pero un nuevo y terrible desengal'lo les esperaba: el arno recibia el dinero y retenia la libertad; el esclavo solia quejarse a la justicia, perc aquel, entonees, negaba haber recibido el dinero, 0 10 confesaba, alegando que el esclavo se 10 habia robado, como se vera en los siguientes doeurnentos:

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-298«SellorGobemador y Capitan General: «Paulina, de color pardo, esclava de las minas que dei6 _ Juan Jacinto Palomino en el rfo de San Agustin, para obra pia en beneficio de las benditas animas del Purgatorio, cuyo patrono y administrador es el doctor don Juan de C., vecino y Alf~rez Real de Calf, ante vuestra merced parezco y digo: que el ano de 733, con mi industria y a costa de unos pesos que tenia adquiridos con mi trabajo los dfas festivos, como es costumbre en las cuadrillas de labor de minas, hice una roza de maiz en dicho rio San Agustin, a vista, ciencia y paciencia de Nicolas de la Serna, minero, y estando ya dicha roza en positur., posibilidad) de poderse coger, pretendi6 comprarme el maiz que produjera, el Capitan Gregorio de Zuftiga, cogiendola con sus esclavos y pagan dome el 'colado de maiz a dos pesos y medio de oro por la necesidad que habia en la ocaston, como consta de la carta que escribi6 a Nicolas Serna, que es la que presento original,y porque la hacienda de mi amo se hallaba con alguna falta de bastimento, no quiso dicho minero que corrlese el trato, pasando a coger en dicha roza can los esclavos de la cuadrilla ciento sesenta y sets coladas, entrando en la hacienda los clento sesenta, que dichos colados al dichoprecio bacen cuatrocientos pesos oro, de los cuales me es deudora la hacienda, y aunque he pretendido se me de libertad por la cantidad que fuere justo, y se me pague la demasia, no 10 he podido conseguir, etc. Por 10 cual supllco a vuestra merced sea amparada en la libertad que debo gozar por el precio justo». Enero 24 de 1738. La dectaraci6n de Serna y la carta a,que la esclava hace referenda estan de acuerdo con el contenldo de su petici6n. EI. Gobernador del Choco, don Antonio Cayero, dict6 auto ordenando se otorgase a Paulina la carta de libertad de~tro del termlno de sesenta dlas, por el justo precio de su ava)up, devolviendole el sobrante de la suma qUe demandaba. Fue avaluada por cuatrocientos pesos. Notificada la sentencia a don Juan de C., amo de Paulina, aleg6 contra esta, pre-

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-299se_if itdOnnaci6n para desvanecer

los cargos y pruebas, J apel6 a la Real Audiencia, ante la cual present6 un memorial de que tomamos la siguiente parte: -Don Diego Agustin de C., en nombre de don Juan de C., en la causa de Paulina Montano, sobre la Iibertad que pretende, digo que habiendo suplicado del auto proveldo en dicha causa en 10 que es gravoso a mi parte, se sirvi6 Vuestra Alteza admitirme la supttca, en cuya consecuencia se ha deservir Vuestra Alteza como 10 suplico, revocar dichoauto en cuanto a que sea Iibre la dicha Paulina, pues que esta Iibertad la pretendi6 por decir que una roza de malz que se hizo en la hacienda habra cuatro anos, fu e coste ada con unos pesos de oro que habia adquirido con su trabajo los dlas festivos, con que cuanto fuere como ella dice, 10 que unlcamente hizo fue pagar los indios que rozaran el monte, etc> Mas adelante dice que s610 tenia derecho a que se Ie pagasen los costos suplidos, que s610 sedan treinta pesos, 10 cual no equivalia al valor de la Iibertad; que no habia probado tener perrniso para trabajar los dias festivos, ni haber trabajado, y que tampoco por ser una costumbre, podia presumirse que el oro que tenia fuese de su trabajo, porque 10 mismo podia presumirse que fuese hurtado de la mina mientras no se probase 10 contrario. Y asi en pesadisimo estilo, sigue haciendo objeciones tinterillescas Y sofisticas para probar que los esclavos no podian hacer rozas ni tener oro aun cuando 10 sacasen con licencia en los dias festivos, to do esto para estorbar la libertad de aquella infeliz. No sabemos que resolviera en definitiva la Audiencia, porque el expediente

no da mas luz en el~asunto.

"Francisco Bernaldez, en nombre de Isabel, color negra. que esta presa en la Carcel Real de est a Corte, por el poder que de ella tengo, de que hago presentaci6n, digo que es asl que trayendo Antonio L. de V., ya difunto, vecino que fue de la ciudad de Mariquita, a la dicha mi parte a esta ciudad, como heredero de Miguel de 0., difunto, cuya es-

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- 300clava era la dicha mi parte, y estando con el dictwAntonio L. en esta ciudad, trat6 de venderla y la vendid aAntonio B. y S., residente en esta Corte, y al tiempo que se trato la dicha venta, se hizo y fue con pacto y condici6n que el dicho Antonio L. saco al dicho Antonio 8., y ella acept6, que dandole la dicha mi parte doscientos pesos de buen oro por su .libertad, el aceptase y fuese obligado a ello, para en cuenta y parte del pago, de 10cual, el dicho 8., recibi6 de ladicha negra cierta cantidad de pesos oro que ella no sabe declarar cuantos, que le habian dado en Iimosna para ayuda a la dicha su Jibertad, y debajo de esto y con este gravamen se celebr6 la dicha venta, y el dicho Antonio 8. y S., movido de piedad, vien do que la dicha negra esta muy vieja, enferrna y tullida, y en alguna rernuneracion, y haber criado como dicen que cri6 a la mujer de dicho 8., en Espana, no s610 condescenCli6 con el dlcho pacto, pero desde luego que la hubo del dicho Antonio L. de V., Ie dijo que no tuviese pena, porque el cumpliria con ella 10 dicho, y para que mas presto sucediese adquirir los dineros que Ie habia de dar por la Iibertad, Ie dio expresa Iicencia y facultad, pues no podia pres tar otro servicio, por su vejez, para que amasase pan de por sl, para vender como 10 hacla, e hizo en su presencia y y sabiduria, teniendo casa de por sl, usando de este trato, vendiendo y contratando como mujer Iibre, y el dicho B. confes6 muchas veces ante muchas personas que la dicha . Isabel era Iibre, y no estando obligada a cautiverio sino a pagar los dosclentos pesos, descontandose 10 recibido, ahora poco ad el dicho 8., sin causa legitim a, la ha vendi do a Florencio S.; y la puso en la Carcel dizque para entregarsela, etc."-Septiembre 16 de 1567. La Real Audiencia ordeno que no pudiese hasta que no se determinase el asunto. El Antonio B. S. present6 siguiente :

memorial

entregarla

en el eual dice 10

••Antonio S., teniendo una esclava mfa, negra, lIamada Isabel, la concerte en venta con el Capitan Florenclo S., y

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-

301 -

ea-. que muehos eselavos que en esta ciudad se venden, fitvol'eciendose de otros esclavos de ella, se han huido y loa han ocultado, y asi han venido los duefios a perder sus esc1avos. Atento a 10 eual, para redimir semejante dano y per me constat tener neeesidad de remediarlo, tome la dicha mI esclava y la meti en la Carcel Real de esta Corte hasta tanto que el dicho Florencio S. la llevase como esclava suya ; despues 'de 10 eual Francisco Bernaldez, Procurador de esta Real Audiencla, a fin de me defraudar mucho mimero de pesos de oro y hacienda que la dicha Isabel me ha robado de mi casa, y con su industria y - mi hacienda ha granjeado, y son mlos y me pertenecen par ser bienes y hacienda mia y adquirida poria dieha esclava mia, cautiva, ha pedido en esta Real Audiencia can siniestra relaci6n, que la dicha mi esclava ha de ser por Vuestra Alteza dada par Iibre, etc,Sigue alegando contra el Procurador en pesadlsimo lenguaje sottstico y rabulesco, todo para estorbar la libertad de aquella infeliz. En este proceso se dict6 la siguiente seritencia: ••En la ciudad de Santale, a 3 dias del mes de octubre de 1567 anos, los senores Presidente y Oidores de la Audiencia de Su Majestad, habiendo vista los autos e pedlmientos entre Isabel, esclava, y Antonio B. 5., su amo, dijeron que mandaban, y mandaron que la dicha Isabel sirva al dicho su amo y para ello sea suelta de la prisi6n en que esta, al eual mandaron Que no la maltrate ni la trasporte hasta tanto que por esta Real Audiencia otra cosa se provea, y a ella se Ie da Iicencia para que siga su justicia en la dicha Audiencia sabre su libertad>. En conclusion, la esclavitud puede resumirse en los siguientes terrninos : primero: los esclavos tenian un Protector mas de f6rmula que real, no porquc este no trabajase concienzudamente por sus defendidos, sino porque la justicia estaba siempre mas de parte de Ius amos que de los esclavos. Los que aquel cargo desempefiaban, justa es decirlo, haclan cuanto estaba a su alcance, probaban hasta la sacie-

BANCO DE LA REPUnLiCA JlBllOTECA

LUIS·ANG;:L ARANGO

~CATAH)GAC!ON

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- 302dad la tirania de los amos, para 10 cual tampoco neeesitaban de ir tan lejos; alii no mas, en el cuerpo de los esclavos, en los verdugones, en las llagas, en los rastros dolorosos y sangrientos, en las marcas y contramarcas infamantes; alii estaba el proceso dolorosamente elocuente, desgracladamente eierto, para demostrar hasta la sacledad Que tanto es cruel, que tanto es egolsta, Que tanto es duro el corazon humano. Segundo: tocos los recursos de los escJavos para consegulr la Jibertad eran nulos, salvo la fuga y la muerte; la fuga, siempre que huyeran a veinte 0 treinta leguas de distancia para no ser conocidos por los sellos y contrasellos y devueltos a sus amos; y la muerte, porque ya sabemos que es la gran libertadora contra la cual nada pueden los tiranos de este mundo. j Largas generaciones de infelices! Menos cruella muerte que sus duenos, los libro para siempre del dolor, y mas compasiva la madre tierra, no les rechazo por negros ni por feos, recibiolos amorosa en sus entranas, y Iormo de su fealdad y su negrura flores en cuyos calices vertieron las gotas de su llanto las auroras y el tibior de sus osculos el sol. A mas de las causas que hemos senalado, otro elemento propicio para el fomento de la esclavitud fue la ignorancia en que sisternaticamente los tuvieron. Los despotas de todos los tiempos han comprendido siempre que el latlgo de let tiranfa no puede esgrimirse entre indlvlduos a quienes la ciencia ha ensenado a conocer sus deberes pero tamblen sus derechos. Si os quislese referir una por una todas las tragedlas de la esclavitud entre nosotros, y si ciertos Ifmites pudiesen traspasarse sin violar el santuario de ciertos sentirnlentos, os causa ria espasmos de horrores infinltos; mas puntos, hay de tan encendidos colores, que la pluma se detiene vacflante, y el dedo del sllencio se impone sobre los labios como el sello del recato y del pudor. 5i me propusiese historiar una por una las paginas de aquelJa inmensidad de protocolos don de yacen consignadas

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-303ep~~voiientos y borrosos caracteres las dolorosas y tragicas memorias de la esclavitud, acaso consiguiera proyectar en vuestras conciencias un bosquejo aunque palido de aquelias luchas silenciosas pero ealdeadas al ro]o blanco de la tragedia, de la amargura de aquellas generaciones que durante centurias lIevaron a la boca un pan humedeeido con las lagrimas de la servidumbre, como el Nazareno a sus labios moribundos una esponja empapada en el vinagre y la hlet de la pasi6n. Pero no; ni el placer ni el dolor deben ser apurados hasta las heees, porque el exeeso de aquel relaja los sentlmientos, y el de este otro vuelve jirones el eo.;. razon donde forma el nido. Y seria repetirme indefinidamente para demostrar 10 que por si no neeesita de tantas demostraciones; tal es esa tendencia dominadora, brutal, egoista y preteneiosa de media humanidad sobre la otra media, tanto mas destruetora entonces, cuanto era ley, verdadera ley del embudo, en cuya parte angosta sucumbieron tantos inIelices bajo el ferreo tac6n de aquellos nobles, verdaderos senores de horca y cuchiIlo, si es que seflorio puede caber entre individuos de los cuales el menos malo en la actualidad mereceria una celda en los presidios de Ceuta. Pero, en fin, se ha abusado tanto de las palabras : Ner6n se apellid6 divino, se lIam6 dios, se Ie erigieron estatuas, y cuantos a quienes el mundo ha proclamado grandes, y cuya memoria ha querido perpetuar en la eternidad del bronee, no pudieron acaso presentar ante el Tribunal de Dios, como los antlguos amos, sino los sangrientos despojos de sus victimas. iIntelices victimas! i Largas generaciones de martires ! I Y la tierra prometida estaba tan lejos l Aquel que hubiera de salvarlos, aun estaba en los limbos de la mente del Senor, en el pais ignoto de las almas, de donde vienen estas a unirse con los seres que el amor anima y un soplo divinal despierta del suefto de la nada. Aun no lIegaba el mimado del amor, de la guerra y de la gloria. Aun no lIegaba esa aguila espJendente que un dia en un deli rio vol6 sobre el Chimborazo, y con las alas extendidas sobre el diamante que Ie sir-

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-- 304 vi6 de lecho, contemplo sobre el cielo de cinco naciones predilectas extendido como ensena triunfadora eI iris de fa:U.:. bertad. Ellos no oyeron aquellas sublimes palabras del Padre de la Patria: -Libres seran en adelante vuestros padres, Iibres vuestros hermanos, Iibres vuestros esposos y Iibres los hijos de vuestro amor-. No obstante la presi6n ejercida sobre los martlres de la servidumbre, estos solian levantarse a veces contra los amos en grandes masas. Tales movimientos no eran otra cosa que preludios de Iibertad, amagamientos de independencia, la lucha del instinto contra la fuerza bruta, el estremecimiento de la fiera que sacude los barrotes de la jaula que la aprislona, porque, Ser Iibre es Ull instinto y un derecho ; la Iibertad es hecho aun cuando en contra el despotismo vibre; es flor que cuando se halla comprimida batalla par la vida

hasta que se abre encantadora y libre. Tal fue la historia de la esclavitud, pero Ia ernancipaci6n de las colonias, la proclamaci6n de la Republica, la abolici6n de las monarquias absoIutas,debIan acabar can ella, y acabaron, Entre nosotros el primer golpe de rnuerte asestado contra ella fueron aquellas palabras, sublimes paIabras del Padre de la Patria, al Congreso de Venezuela: "Yo abandono a vuestra soberana decisi6n la reform a 0 revocaci6n de todos mis estatutos 0 decretos ; pero imploro la confirmaci6n de la libertad de los esc!avos, como imploraria mi vida y lavida de la Republica». No obstante aquella peticion, la Iibertad no se decret6 sino hasta el advenimiento de la administraci6n Lopez, porque la humanidad no tan facilmente renuncia a sus odiosos privilegios; porque Ia humanidad, como el caos, no deja- penetrar a torrentes la luz en sus entranas sino lentamente, par media de las grandes revoluciones de la naturaleza ; pero at fin penetra. Lei esclavitud y la crueldad dejaron de ser ley.

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-30S_§~, el avance de las ideas, el empuje inc. Ht!ahl, pues, como la anterior relacidn respecto a Sabarain concuerda perfectamente con los parrafos Insertos de la relaciOn de dona Andrea. Recordamos perfectamente haber vlsto tambl~n en la Biblioteca Naclonal, Sal6n Archlvo historico, Seceion Historia, algun memorial de aquel, en que relata 10 mismo que aqul hemos refer/do. Juntos, Sabaraln y Policarpa y demas auxillares de que habla dofta Andrea, que no pudieron ser otros sino Joaquin Suarez, Jacobo Marufu, Antonio Galeano, Juan Manuel Dlaz, Jost! Marla Arcos y Francisco Arellano, la lucha por la independencla se intenslfico y tarnbien la vigilancla de las autoridades espanolas. La estrella de los suenos de la hetolna y Sabaraln encendiase como la estrella de los Reyes Magos, encamlnandolos a la cuna del Mestas prometido, pero aquella se encendla para luego apagarse y descender, convertida en un coagulo rojo sobre Ios patlbulos del 14 de novlembre, estacion terminal de aquel amor inolvidable del corazon y de la patria. cAl fin suple ron-dice dofta~Andrea-que los patriot as tenlan Juntas y auxiliaban a las guerrillas. Alanrtados los patriotas resolvieron que variara de casa, a una dlstante y de humllde aparlencia, y me traslade a otra situada en la calle 6.&de la carrera de Bolivar, dos cuadras abajo de Egipto-, Hemos recorrido esa calle, que hoy es la 10.&,cuadra 6.& y hemos sacado en consecuencia que la casa es la marcada con el namero 46. Por la carrera las paredes son bajas, 10 cual faciUto a Iglesias penetrar por elias al interior, como veremos mis adelante. Se ban cltado otras casas como punto de reuni6n de los patriotas. Una en la Calle del arco, otra en la Calle honda. -Ccmo eran tan activas las averlguaciones--continua dolla Andrea-para saber quienes eran los principales agen-

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-320t~. de .los patrtotas, al fin descubneronque

~raPo1i~J

entonces tomaron to do interes para descubrlr IU habitacl6n.· Sabedores de esto los patriotas que se reunlan en mi casa, dejaron de ir, y los unicos que volvieron eran los RR. PP. Salavarrietas a lIevarles recursos a sus hermanos, mi comadre Carmen Rodriguez, una vez que otra, y ml compadre Jos6 Ignacio Rodriguez, cuando Ilegaba de La Mesa, que

stempre 10 hacla de noche-, Aqui entra ya" pues, en campana activa el sargento Iglestas, a qulen algunos historiadores designan con el nombre de Cruz, y otr~ con el de Anselmo. A este se Ie habla ofrecido hacerlo oficial si lograba apoderarse de Policarpa; en esto estan de acuerdo los historiadores que se han ocupado del asunto, y dona Andrea en su relaci6n cuando dice: -En el ejercito de los espanoles habla un sargento en qulen estos tenian toda su confianza ; hombre sagaz, atrevido, sanguinaria, y constante perseguidor de los patrlotas ; este era Iglesias, a quien hablan comisionado para descubrir el escondite de Policarpa, y prenderla, ofreclendole hacerlo oficial» • Iglesias, como es natural y de aquella relacien se desprende, redoblo sus trabajos, activo la cantpana, y supieron que la herolna -tenla un hermano pequeno que la acompanaba, y a quien deseaban conocer-, QueimportabaaIglesias la desolaci6n en que iba a sumir a una familia, que Ie importaba a ella vida de tan interesante joven, sl el tan 8610 persegula su ascenso. Hombres hay que por mucho menos han sacrificado no una sino muchas vidas. Y eruquellos tlempos, cuando tanto se hablan habituado a vet' correr la sangre aun con mas indiferenciaque en un matadero pUblico, que importaba un cadaver mas? Refiere tambien la tradici6n c6mo Iglesias be.biendose .apoderado de Bibiano,una noche en casa de dona Magarita Beltran, madrina de Policarpa.To llev6 conslgo en medio de una patrulla, con el fin de que por el parecido, 0- ya por cualquier otra circunstancla Ie sirviese de auxillar para des-

ya

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CUbrtr:~.Jj··h~m1lna, y habiendO tlegado a· una tlenda frente ~Ji~j{falsa

de la:Catedral, dett\vose aUf con el fin de to-

-',iif3r: a'igunos tragos

con Sus companeros. Momentos an~~ por obra de la fata1idad habia lIegado alU Pollcarpa huyendo de las patrullas ; descubrtota Iglesias; pregunt6 a la ca[era quieo era; contest61e esta, que una [oven que habfa entrado a descansar un rata. No satisfecho con esto el astufO Iglesilr.i, se dirigi6 a la [oven, Ie destap6 la cara, y a pesar de Sus protestas y la negativa de no conocer ella a Btbiano ni Bib.iano a ella, convencido de que era la que buscaba, sugestionado por el presentimiento, 0 acaso por el parecido de aquella con el adolescente, se la lIev6, y Bibiano despues de suministrarle unos baquetazos 10 despach6 para su casa. Tal es el relata y tal asi 10 hemos oldo por tradici6n des de la ninez. De muy distinta manera se refiere el hecho por dona Andrea: -Frente a la puerta del Colegio de San Bartolome-i-nos dice-habia una tienda, especie de fonda, a la cual concurrian Iglesias y otros sargentos, sus camaradas. uno de los dias en que iban a fusilar, estaba Iglesias en la tienda con sus companeros, hablando de las fusilaclones, y dirigiendose a la ventera que les estaba oyendo, Ie dijo que deseaba conocer al hermano de Pollcarpa Salavarrieta ; la venters Ie contest6 que por alii 10habia visto pasar, Iglesias Ie encarg6 quecuando 10 viera se 10 mostrara, y la mujel' se 10ofreci6. Pasaron unos pocos dias-Bibiano subia de la plaza con algunos pocos viveres-Io vio la ventera, lIam6 a Iglesias que estaba con otros y le avis6 ; este sallohacten-do senas a uno de sus companeros, y sigui6 a Bibiano a mstancia, hasta verle entrar a casa-. lAquella delatora, como Iglesias acaso pensaria que un cadaver mas no importa al mundo, 0 la mas profunda lgnorancia e inconsciencia no Ie permitieron presentir siquiera que S1 aquel cazadcr de vlctimas para el cadalso, se interesaba por la joven heroin a, era tan s610 por un instinto de

a

En

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- 322ambiclen y de crueldad? Tal vez fue. aqu~lIa una de las que presenciaron el sangriento saerificlo, y aeaso en la hOtapostrlmera de su vida los espeetros de los martires del 14 de noviembre vagaron en torno de su lecho para recordarle su crimen y volverla par medio del arrepentimiento y del perd6n haeia el Dios de la infinita misericordia y los tallos justicieros e irrevocables. Mas sea de ello 10 que fuere, aquella terrible confidcncia, fruto de la inconsciencla 0 la matdad, hecha al implacable y amblcioso sargento, fue el momenta decisivo, el punto inieial del saerifieio que deb fa consumarse dentro de breves dfas en Ia traglca fecha del 14 de noviembre. Iglesias sigui6 a Biblano, supo la habitacion de su victima, y en altas horas de esa noche misma cay6 como una maldici6n en aquelIa vivienda que abrig6 bajo su techo una martir de la li-

bertad, Veamos c6mo re~ere dona An~rea tan espantoso incidente: «L1eg6 la noche que estaba muy clara: serian las 11 0 las 12; mi marido hacia poco que se habla retirado a la cas a materna con su muchacho Eusebio. Estabamos en la sal a con Pollcarpa, Bibiano y yo que estaba criando, pensando en retlrarnos a nuestras camas, cuando olrnos un estrepitoso ruido par la cocina, como que habian tumbado la puerta; quedamos asustadas y en sllencio esperando el resultado. Salen soldados al patio; se dirigen a la sala; comprendimos 10 que era; entra Iglesias dlriglendonos insultos y amenazas; Policarpa Ie contesta con energia; yo permaneci sentada junto a ella call ada ; me toca con un pie en uno de los mios: Ie comprendo, entro a la alcoba, levanto el colch6n de la cama de Policarpa, reco[o los papeles que habia, salgo por la puerta del cuarto,que estaba al lado opuesto de la sala, al patio, por entre centinelas a quienes di plata; entro a la cocina, el fog6n estaba con mucho fuego, porque se estaba cocinando una olla de maiz; hago que atizo el fuego y' arro]o los papeles, que se

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-323volv-ieton. cenizas. Como todo 10 hice con rapidez, no perel...eSfa"~--que yo hubiera safldo a la coclna y menos euan:~d(rnno conocla la casa. Regreso a la sala, Iglesias me tratade insurgente; me dice que por que ten go alii a esa mujer (a Policarpa) ; Ie dfje que en esos dias habia lIegado de tierra caliente con su hermanito que estaba enferm6; Policarpa sostuvo 10 mismo. Me pregunt6 que gente visitaba a Policarpa, 0 se reunla en la casa : Ie dije que nadie. Nos dej6 en la casa con centlnelas, ro nd6 toda la cas a y no hall6 nada. Quiso lIevarnos a todos presos, pero la circunstancia de estar yo criando, la creencia de que no conocia antes a Policarpa, mi disimulo y la oposici6n de esta a que me llevara, porque Ie habia dado hospitalidad, me favoreci6. L1evaron a Policarpa y 3 Bibiano; a este Ie azotaron y a los tres dIas Ie pusieron en Iibertad y volvi6 a casa-. La verosimilitud de esta relacion aparece confirmada por el dicho del mismo Bibiano en el siguiente memorial: «Senor General de Brigada: Bibiano Maria Salavarrieta, vecino de esta ciudad, ante V. S., por medio de este memo. rial reverente y suplicatorio hago presente: que desde el ano de 1815. estuve sirviendo en las tropas de la Republica. en c1ase de aspirante, en la Brigada de Artillerla, de donde rnarche a incorporarme en el ejercito que mandaba el General Rubira. Entre en la elecci6n de Cachiri, y despues habiendosele entregado el mando al General Serviez, seme nombr6 Subteniente, siguiendo con dicho senor hasta la Cabuya de Caqueza, en donde fui prisionero por los espanoles, yendo en retirada. AI cabo de algun tiempo estuve reducido 3 prfsi6n en com panla de ml hermana Policarpa Salavarriefa, en la que sufri cerca de doscientos palos, porque no confesaba las intenciones 0 procedimientos de mi hermana. Despues de la infellz catastrofe en que mi desgraciada herrnana fue reduclda al cadalso, tuve que fugar para -la Provincia de Cartagena, en donde estuve sufriendo persecuciones por los espanoles, reducido a Saban as de Corozal, hasta

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- 324que, hableudo lIegado las tropas republkanas me lui a Till'baco, a donde era el Cuartel General; all( estuve basta que sucedi6 el asalto de los espanoles, en el cual incendtaron aJgunas casas, y entre las cuales una de elias era la que habltcibamos mi hermano y yo, de cuyo resultado se me perdleron los documentos que me habia dado el General Serviez. En consideraci6n de los serviclos relacionados, y omitlendo muehos, por no molestar la atenci6n de V. 5., oeurro a su reotltud yproteccton, suplicandole se digne colocarme en el Cuerpo de Husares en el grado de Subteniente, 0 el que halle por conveniente. Dios guarde a V. S. muchos anos, Bogota, 11 de octubre de 1824. Bibiano Marla Salavarrieta •••

Presa, pues, Policarpa en casa de dona Andrea, se Ie traslad6 a la carcel. Algunos historiadores dicen que a la carcel situada en el puente de San Francisco, pero de un documento publicado en la Revista del Colegio del Rosario, de septiembre de 1917, aparece que fue a este establecimiento y con sus companeros de infortunio. Fue, pues, alll donde transcurrieron las horas de esa vida que tan pronto y tan tragicarnente habria de extinguirse, esa vida que nadie pudo disputar a un hombre que convertido en arne de la muerte, Ie imponia marchar hacia la victima y devorarla irremediablemente. Alii principi6 la verdadera lucha, esa terrible lucha por desprenderse de cuanto se ama en este mundo, para pensar en el otro de donde no se vuelve, lucha durante la cual se avivan los afectos y hasta 10 mas humilde parece mas hermoso y se quiere mas, y tanto mas cuando se va -a morir en la primavera de la vida, cuando aun no hemos realizado ese mundo de ilusiones que se enciende en el alma y no quiere apagarse todavia, que lu" cha contra las cenizas prematuras de la existencia, contra la nieve anticipada de los anos, contra la muerte que lIega cuando apenas se principia como- la aurora a remontar e1 cielo, cuando todo aparece a nuestros ojos lIeno de encantos, como el cielo de estrellas, los jardlnes de flores, los ar-

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- 325bc?les,-denldOs, las fuentes de murmullos que son cantos; .e~tjRhimnos a la felicidad, a la esperanza, y al amorque form6 el mundo, que anim6 la nada, lIumin6 et caos, dis:af.i. via la nieve en el tibior de sus lumbreras infinltas, y cornunic6 movimiento a la enorme masa informe de ese mundo prlmitivo, frio e inerte, cuando Dios quiso y la vida fue. Alii en aquellas aulas recibi6 Policarpa la visita de los seres mas queridos, del Religioso que Ie llevara los ultimo-s consuelos para infundirle el animo que no podian prestarle ya las potencias de este mundo. Hemos tenido a la vista un cuadro al 6Ieo,..pequeno, pintado en tabla, que representa a Policarpa en la Capllla, sentada, en actitud meditabunda, reclinada del lado izquierdp contra una mesa sobre la cual yacen, un Cristo, un libra abierto y una cinta tricolor; la joven martir esta vestida negro, desnuda la garganta, la extremidad de un pie asoma bajo la falda, las manos yacen sobre el regazo en graciosa actitud como de abandono, la negra cabellera suelta enmarca el sembi ante apenas sonrosado, la mirada de esos ojos grandes y oscuros parece que divaga como distraida, como abismada en el espacio. La contemplaci6n de esa Imagen produce un erizamiento de admiraci6n y tristeza, algo de en tristeza que debi6 sentir esa alma adorable cuando daba el adl6s eterno a las horas felices de su juventud, a los brlllantes dlas de sus veintld6s anos, veintid6s auroras que se apagaban sobre su cabeza, veintid6s soles que se ecllpsaban en la noche de sus pupilas, veintidos rosas que se marchitaban sobre su frente, desprendiendose de ella hoja por hoja, len-':~ tamente, para dejarle s610 las espinas. Lleg6 por fin el doloroso instante, y Policarpa con SUS eompaneros salid de alii en direcci6n a la plaza mayor. Los cronistas no han estado de acuerdo en los detalles de la salIda; algunos dicen, saJi6 con quince companeros, camis6n de zaraza azul, mantilla de pano azul y sombrero cubano, en medto de dosaacerdotea: otros dlcen, Iba acompaftada de un Religloso franclscano, y otros, en fin, aseguran que el Reo-

de

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-326ligioso que la acompanaba fue el Padre Pedro Gabriel Bel•• tran, quien recogi6 la ultima confidencia de aquel joven coraz6n heeho jirones, y enjug6 su postrimera lagrlma de adl6s. Tampoeo estuvieronde aeuerdo los historiadores en la hora de la ejecuci6n, puesto que algunos senstan las nueve de la manana, 10 cual parece eontradicho ofieialmente con documentos que demuestran haber sldo los once de la manana la hora del sacrificio, y que veremos mas adelante. En la relaci6n de dona Andrea encontramos el siguiente parrato relativo al fusilamiento: «Como al mes-dice-fusiJaron a Policarpa. Sali6 al banquillo con camis6n y mantellina azul". Hay, pues, dos relatos acordes aunque no en todos sus detalles, en este punto, respecto al cual discrepa completamente la tradici6n, la eual dice que la senora B eltran, los Padres Salavarrietas 0 la misma dona Andrea enviaron la mortaja de Policarpa, a fin de que no fuesen a ponerle las sucias mortajas que a otros habian puesto ya, pero no .dlcecual fuera el color de ella, tal vez por ser cosa ya sabida que tales mortajas solian sec negras 0 blancas_ con pintas negras 0 de sangre, segun el motivo por que se impuslera la pen a capital. Samano en aquel proeeso usurp6 jurisdicci6n a la Real Audiencia, propasandose a juzgar civiles y militares, siendo asl que a el solo eorrespondia la jurisdicci6n militar, dando ast lugar a que aquella, en calidad de protesta contra semejante arbitrariedad dictase la siguiente provideneia: «En la ciudad de Santafe, a 14 de novlembre de 1817, estando en Real Acuerdo de Iustlcla los senores Virrey, Presidente, Regente y Oidores de la Audiencia y Cancilleria Reat de este Nuevo Reino de Granada, presente el Fiscal interino, dijeron: «Que habiendose notado en la manana de este dia, al frente de las casas del Tribunal, en la plaza mayor, eolocadas dos horeas y nueve banquillos, don de a las once del propio dla fueron ejeeutados oeho hombres y una mu[er, por disposici6n de la jurisdicci6n militar, sin precedente

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- 327~-- _ .. .,,'til aun noticla de esta Real Audiencia. slendo mucbos. .

de los drthos. por notoriedad. de la Real Ordinaria. y considerando que en conformidad de las leyes del Relno, ha debide la jurisdicci6n miUtar dar cuenta con testimonio de la causa en que fueron comprendidos reos de la ordinaria. a la Sala del Crimen, como se Ie tiene prevenido al Gobernador . y Coman dante mllltar, Mariscal de Campo don Juan Samano ; en el expediente sobre estorbar que se -restablezca en esta capital el Consejo de Guerra Permanente para [uzgar los crimenes de nueva consplraci6n; insistiendo el Tribunal en el cumplimiento de las leyes, que tanto irnporta para la pacificac!6ndel Reina, acordaron: que el escribano de carnara, con la deb ida reserva se informe del numero, caUdad y crimen por que han sido ejecutados los indicados nueve individuos ; y que ponga inmediatamente la certificaci6n - especifica de todo, para dar cuenta a S. M" par adicion al expediente del asunto; y que recaiga la soberana resoluci6n conveniente a evitar arbitrariedades de tanta consecuencia. Y 10 firmaron por ante mi el Secretiuio de Acuerdo, de que certifico.

Jurado, Cabrera, Navas, doctor Francisco Jose de Aguilar». Queda pues demostrado que la ejecuci6n se verific6alas once, que los fusHados ese dia fueron nueve, y el lugar de la ejecuci6n la plaza mayor 0 sea la de Bolivar. Y aun cuando en el anterior documento se habla de nueve hanquillos y dos horcas, no quiere decir que los ajusticiados fueran mas de nueve, sino que algunos de elias despues de muertos fueron colgados como era costumbre cuando se trataba de hacer la pena mas ignominiosa. Otro detalle: los cronistas del pas ado no refieren de qu~ forma eran los patlbulos, solamente la tradici6n los indica en sentido general con la acostumbrada denominaci6n de ban •• quillos, menos el de Policarpa que dice era una columna 0 viga, perc habiendo observado el oficial que mandaba la escolta que la victlma quedaba muy baja, mand6 a Iglesias

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=- ~~8 ::=1J~~.r PP¥i~_nto s.o,l?,r~el f~1 Ia Jl,i,~ie!pnsu~~r,,~m~~9.t' !';1 coJum~f con la espalda vuelta ~ 10$ espectadores, AI Ilegar a este punto I~ mario se detiene yacJl~e y el ilma se estrernece al pensar que huho seres capaces j~ ~rfe~onq,ente~ a julio, agosto y septiembre y J.o a & ~~.~~I;lbre, clonqe tamblen pudo estar.

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Tat fti pudlera nuestro pensamiento penetrar mas to~diVlf~n las profundidades de esa tragedia, embrlagarse mas todavla en la amargura de aquella despedida que expire en un sollozo y humedeci6 la postrimera lagrirria; vestir con todas las sombras de inconsolable duelo aquel dolorosfsimlr via crucis que recorri6 esa martir, pero no, aeaso este exceso de sentirnlento fuese superior a la endeble naturaleza humana, y acaso esta pudiera vacllar como la llama que falta de vigor aeaba por extingulrse. Los companeros de Po1icarpa fueron enterrados en la Veracruz, y ella en San Agustin, en sitlo par desgracia completamente ignorado en la actualidad. EI ataiid fue suministrado por 13 senora Ricaurte, los Padres Salavarrietas 0 la senora Beltran. Asi aquellas nobles almas que tanto contriyeron en favor de la independencia, prodigaron a Policarpa basta el ultimo momento maternales cuidados, ya que la pobre victlma no tenfa padres que fueran a recoger sus restos adorables y a estrechar contra el suyo el eoraz6n de esa hlja idolatrada, hecho jirones porque era noble y porque supo amar esta patria colombian a que ha necesitado torrentes de sangre,si no para ser feliz todavia, si por 10 menos para no desaparecer en la borrasea de tantas contiendas, de las cuales surgio par fin la oliva de la paz, y quiera Dios que nunca se .marchite. La senora Ricaurte de Lozano fue bautizada en la parroquia de la Catedral de Santafe, el 10 de noviembre de 1791, hija legftlma de Francisco Ricaurte y Rosa Torres i eas6 con Tadeo Lozano, viudo, hijo de Jos~ Lozano y Orosia Amaya. Eran, poi constgulente, conternporaneas dona Andrea y Pollcarpa, porque, en efecto, la prirnera fue bautizada en 1791, f- la segunda, segun general opinion, en 1794095. p~es, ~n el hist6rico templo de San Agustin fue a dorrnlrel Sl1e~Ode la eternidad, el inanirnado cuerpo de Pollcarpa, aquel cuerpo banado en la purpura de su sangre generosa, que otros menos crueles no hubieran derramado, y tan indtilmente para su causa, porque hechos hay eomo la

. A.Uf,

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-330libertad de los pueblos, que aun cuando se pretenda ah&garlos en torrentes de sangre, tarde 0 temprano se convlerten en pura realidad. Aquel sacrificio fue la coronaci6n de las crueldades del Oobernador Samano: ese hecho cobarde y criminal hizo resaltar mas su nombre en la historia colombiana, y asl, no es posible recordar a Policarpa sin que al pensamiento acuda Ia imagen hosca de aquel anciano Que ni en los ultimos anos de su vida dio cabida en su coraz6n a la piedad, bien asi como las cocas que lejos de ablandarse con el transcurso de los siglos, parecen endurecerse m~s para resistirse mas al embatede las olas que se lanzan gemebundas contra sus graniticos flancos. A la memoria de Policarpa se ha levantado un busto en Ambalema, otro en Calarca (Departamento de Caldas), tambien una estatua en Guaduas y otra en la plaza de Las Aguas de Bogota, obra de los artistas Colombo Ramelli, Roberto Henao, Silvano Cuellar y D. Cortes. En Guaduas se llama una calle con su nombre, y un pabe1l6n del hospital en construcci6n en la Plaza Espana, de Bogota, 10 Ueva tambien. Pero no cuenta todavia con un monumento que exterlorice, como es debido, la gratitud nacional, porque aun trata de irnponerse aquello de la tabula en cuanto it los tal': 80S y verdaderos meritos: -El hombre de oro se hunde en mar ignota, pero el hombre de corcho siernpre flotas , Cuantas veces se agota el diccionario entre estallidos de odio, pasiones y venganza para exaltar nulidades, y se olvidan los gran des sacrificios ante los oropeles que la ad!Jlac~n amontona en torno de los objetos de una pasi6n desgraciada y transitoria como las volutas de humo que un suspiro del viento desvanece, y cuantas veces quienes han transitado par el mundo, a su paso sembrando s610 el bien, no-han merecido de la posteridad ni siquiera la humilde flor de un recuerdo que nos indique el sitio donde yacen, ni siquiera que alguien vaya a sacudir sabre la losa de su sepulcro el polvo

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q~ cilbre un nombre adorable ante el cual sf la humanidad . debiera posternarse. i Oh Pollcarpa I inmarchitable y hermosa flor mecida por las auras y acariciada por los besos del sol en los pepsiles de la villa de San Miguel de Guaduas, cuyas brlsas repitieron la musica adorable de tu nombre, y cuyos ecos aun parecen llegar hasta nosotros para decirnos que en el pais de las almas donde habitas aun piensas etl la patria que dejaste, cuando con' el coraz6n heche jirones por el plomo de la intransigencia y la injusticia, dijiste adi6s a todo cuanto amabas ; la ingratitud y la injusticia son muy grandes, pero mas grande fue tu sacrificio y par eso se ve de todas partes; par eso tunombre ha lIegado hasta nosotros ; can el coraz6n y el sentimlento, natural mente, irresistiblemente, nos hemos identificado can tus luchas, nos hernos regocijado can tus triunfos, nos hemos estremecido en el De profundis de tus dolores, y nos hemos envuelto en el cresp6n del duelo de tu muerte. La ingratitud y la injusticia humanas son muy grandes, pero tus servicios fueron mas grandes y avasallaron la grandeza de esa ingratitud y de esa injusticia. EI egofsmo humano es rnuy grande, pero mas grande es 10 infinito, mucho mas grande el cielo que nos cubre y par eso se ve de todas partes. No obstante, aquellas morbosas tendenci as, acaso acabaran por extinguirse por obra del buen sentido, y s610 quedaran en pie glorias que como las de nuestras heroinas 5610 tuvieron por base el sacrificio hasta de sus propias vidas par una causa universal y santa, y si Polica rpa no cuenta todavia can un monumento que exteriorice siquiera sea decorosamente la gratitud nacional, cuenta can el monurnento de esa misma gratitud levantado en nuestros corazones, Su nombre aprendirnos a pronunciarlo desde ninos. Su historia nos la contaron nuestras madres en ese estilo de Jeyenda 0 cuento de hadas que arrulla y encanta placidamente los suenos de Ja nil'l.ez. As( Ueg6 hasta nosotros el eeo de au nombre.

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- 332EI eco de su nombre ldolatrado que ha sido veneradQ

en esta tierra como hermosa alhaja, es el rumor del vuelo d.el querube cuando a los clelos sube y el canto de los Iibres cuando baja. Porque luchar sabia en este mundo, porque su amor profunda hacia esta patria y por las cosas belJas la hizo elevar al trona en que residen los seres que presiden el deslino a la luz de las estrellas. A Policarpa se la ha lIamado de diversos modos: Apolinaria la llama un oficial de la Legion Britanlca, que haee una relacinrespecto a ella por referencias, y dice: era joven de gran belleza, de las mejores familias de Bogota, que decidida con ardor par la causa de la independencia se dedic6 a la terner aria empresa de hacer Ilegar a Bolivar noticia~ sobre estado, planes y disposiciones de las fuerzas espanolas, que ella adquiria par conducto de los mismos ofielates que asistlan a sus reuniones domesticas 0 sociales donde su conversaclon amenizada con intermedios de canto y gultarra, era el encanto de los oyentes. Ignorabamos ese ultimo detalle, pero no nos extrana : la guitarra fue el instrumento confidente de las santafereflas, y podemos asegurar que de todos los palses que Espana descubrlo, esos mtislcos instrumentos, con embutidos de concha y precioslslmas maderas que aun hoy dia en casas coloniales hemos visto colgados, polvorientos, mudos, rotas las cuerdas y lIenos de telaraf'ias, como sepulcros abandonados, lucleron un dla en salones oidorales, acompanaron cantos de libertad, de amor y de esperanza, cuyos murmuJlos, como los de las corrientes que se alejan, acabaron por extlnguirse en Ia noche de los tiempos. Tamblen se lIam6 a Policarpa, Oregoria, Manuela Pola, Pelonia y Maria Policarpa, pero su verdadero nombre era Policarpa, y para creerlo asl basta recordar el memoria de

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-333Bibiano-,-que'-en la parte pertinente dice:

cAl cabo de algnR tiempo estuve reducido a prisi6n en companla de mi hermana Potlcarpa Salavarrieta, en la que sufri cerca de dosctentospatos porque no confesaba las intenciones 0 procedimientos de la referida mi hermana-. No obstante, pudo llamarse tambien Maria Policarpa, asl como una de sus hermanas se lIam6 Maria Ignacia Clara. Otro detalle: se ha dicho de una cruz que la heroina lJeva al cuello en todos los retratos, que Ie fue obsequiada por la Virreina Francisca Villanova, esposa del Virrey Amar, cuando abandonando a Santafe, para nunca volver a ella, posaron en la mansion de la familia Salavarrleta, en la villa de San Miguel de Guaduas, donde la Virrelna predijo a Policarpa su tragico fin, y le aconsej6 fuese prudente para evitarlo. AtribUyese tarnbien el obsequio a Sabarain 0 bien a alguna de- sus amigas. En todo easo, es un detalle conmovedor que nos trae recuerdos del pas ado ; en efecto, desde ntnos conocimos a Policarpa en el retrato, con aquella cruz; en nuestra mente esta impresa desde entonees aquella imagen de eabellera -suelta, perfilada nariz, ojos gran des que nos miran y nos buscan, como que tantas cosas quieren decirnos, boca pequena, estrecha en las extremidades, que se va ensanchando en graciosa eurva bacia la mitad, y parece que va a entreabrirse para decirnos algo, alguna de esasJ>alabras que en sus castisimas confidencias oy6 Sabaraln, que las brlsas de Santate y San Miguel de Guaduas recogieron en sus murmullos, y hoy parecen volver bacia nosotros en los acordes del lenguaje angelico. Y sin embargo nada de ello fue bastante a con mover la granitica roc a de aquellos corazones. No pareee aceptable que aquellos indlviduos creyesen de buena fe que simplemenle curnplian con un deber, porque ef deber como todo en la vida es limitado, y al traspasarse, muy facil es abandonar la linea don de el deber aeaba y empieza el crimen. En honor de Policarpa se han escrito poesias, dramas, blografias, prueba de la compasi6n, la simpatia yadmiraci6n

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que fnsplra su sacrificio y la gloria que la rodea.fa cual se compra muy caro, al precio del propiocora~6n, oca- sfones aun de Ia vida, como en eJ caso de que se trata. Policarpa, la incomparable heroin a Policarpa tuvo dos hermanos, Jose y jose Maria, que fueron Religiosos Agustinos. De Jos~ Maria reproducimos seguidamente la petici6n e informaci6n de regia en las comunidades, para su admi816o, ya como curiosldad hlstortca, ya porque en ella consta la calidad de la familia Salavarrieta, ya, en fin, porque alii existe el dato de que el padre de Policarpa fue meritisimo empleado de correos. Tamblen reproducimos la partida de bautismo que forma parte de dicha informacion.

,-en'

«Ntunero 25-M.

R. P. Prior, y Venerable

Consulta.

jose Marfa Salavarrieta,

hijo legltimo de Joaquin Salava-rrieta y de Mariana Rios, veclnos de esta ciudad de Santafe, ante V. P: P. M. R. R., con mi mayor respeto y veneraci6n, hago presente que habiendo tenido un interior impulso en dejar el mundo para conseguir con mas felicidad mi eterna felicidad, he elegido para satisfacer mis deseos esta sagrada Religi6n de mi Padre San Agustin, a quiet} profeso singular afecto, en donde si es del agrado de V. P. P. M. R. R. admitirme para el servicio del core, presentare mi fe de bautismo con la correspondiente informaci6n de vita et moribus con 10 demas que V. P. P. M. R. R. hallen por convenlente . A V. P. P. M. R. R. suplico se dignen determinar como soJicito.



Jose Marla Salavarrieta Santate, enero :l5 de 1804 Por presentada est a parte: se comete a los RR. PP. lectores Fr. Agustin Fernandez y Fr. Juan Ramirez, el examen de Jatinidad y de moribus genere et vita, las Informaclones que promete y que son varias a este fin, y a continuaci6n pongan sou pareeer para proeeder a la consulta, y porque conste 10 firmo.

Fray Custodio Forero, Prior

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-- 335 -Santafl!, enero 26 de 1804 En;edlnpUmlento uer amecedente decreto de N. M. R. P. Maestro Fr. Custodio Forero, Examinador Sinodal de este Arzobfspado, Consultory Calificador del Santo DfiCio, y actual Prior de este Convento Maximo de N. P. S. Agustin de . Santafe ; procedemos a tomar la informaci6n de genere vita et moribus del pretendiente Jose Maria Salavarrieta, segun la declaraci6n de 105 testigos que ante n6s fueren presentados, por el interrogatorio siguiente : 1.8 Sf conocen a los padres del pretendiente, Joaquin Salavarrieta y Mariana Rlos, por gente blanca y sin mezcla de mala raza, y si son cristianos. 2.8 Si sus padres, 0 abuelos y demas descendientes hayan sido castigados por el Santo Tribunal de la lnqulsicion, par apostatas, 0 vehementemente sospechosos en la Fe. 3.- Si el pretendiente haya dado palabra de casamlento y si tenga Iicencia del consorte can las de mas circunstancias prescritas en los sagrados canones. 4.8 Si el pretendiente tiene alguna enfermedad contagiosa que pueda inficionar a la comunidad. 5.8 Si el pretendiente tenga algunas deudas cuantiosas que no pueda pagar. En 27 de enero de 180'~oS present6 la parte al doctor don Victorino Ronderos, abogado de la Real Audiencia, a quien tomamos juramenta par Dios Nuestro Senor y una senal de cruz; prometiendo decir verdad en 10 que supiere y Ie fuere preguntado, declar6 : A la l.a Que conoce a los padres del pretendiente, joa-: quln Salavarrieta y Mariana Rios, por gente decente, blanca sin mezcla alguna de mala raza, y que fueron cristianos, que por tales los habla conocido. A la 2.8 Que [arnas habla tenido las mas minima noticia de que fuesen castigados por el Santo Tribunal de la Inqulsici6n. A la 3.8 Que [uzgaba como cosa cierta no haber dado el pretendiente palabra de casamlento.

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-336_Ala 4.- Que no tiene el pretendiente dad contagiosa.

ninguna enferme-_ --. , _._

A fa 5.- Que no tlene deudas ningunas. Y lelda que le fue esta su declaraci6n, dljo estar muy conforme, POt 10 que se rMilica en ella; que no Ie tocan las generales de Ja Jey, y

lafirma. Fr. Agustin Perndndez, Fr. Juan Ramirez, Victorino Ronderos. En- 5 de febrero de 1804 nos presento el pretendiente al M. R. P. L. Fr. Joaquin Galvez, de la Orden de Predicadores, quien haciendose cargo del antecedente interrogatorio, prometio decir verdad in verba sacerdotis en 10 Que supiere y Ie fuere preguntado, y dijo: A la 1.· Que conoelo a los padres del pretendiente por gente de muy arreglada conducta, y Jibres de toda mala raza, y cristianos. A la 2.a Que nunca habia oldo decir fuesen sus padres castigados por el Santo Tribunal de la Inquistcion. A la 3.· Que nunca ha imaginado ni sabido Que el pretendiente haya dado palabra de casamiento. A la 4.a Que no tiene enfer9ad alguna. A la 5.· Que supuesto que su padre fue empleado en eJ servicio de correo, y en el curnplio con la mayor exactitud, como es publico y notorio, c1aramente se deduce no haber contra/do deuda alguna y 10 mlsmo sus descendlentes, Y leida que fue esta su declaraci6n, dljo estar muy conforme, y se ratific6 en ella y la firm6.

Fr. Agustin Pemanae«, Fr. loaqulTJ Gdlvez Fray Francisco Alvarez, del Orden Serafico y Cura Interino de esta villa de San Miguel de Ouaduas, certifico en' rnanera que haga fe, que en tina de- los ltbros que gol)f~rria esta santa Iglesia y comenz6 el ano mil setecientos ochenta y Cinco, a la foia ciento y quince se hatla una partida'del tenor siguiente :

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~~:4~ agosto de mil setecientos y noventa anos, ee:RiIt::O-yoFr. Francisco Javier de la Torre, predicador de precedencia, Guardian y Cura de este valle de San Miguel de Guaduas, que con mi licencia el P. predicador, Fr. Matias Parra, bautizo, puso 61eo y crisma a un nino de un dia, a quien puso por nombre jose Maria de los Angeles, hijo legitime de Joaquin Salavarrieta y Maria Ana Rlos. Abuelos paternos Juan Francisco Salavarrieta y Eulalia Morales. Abuelos maternos Francisco Rlos y Barbara Chamorro. Padrinos Jose Antonio Noguera y dona Isabel Cardenas, a quienes advirti6 su obttgaclon. Doy Ie. Fr. Francisco Javier de La Torre. Concuerda con su original a que en caso necesarlo me remito. Y porque conste 10 firma en cinco dlas del mes de febrero de mil oehocientos euatro. Fr. Francisco Alvarez". En euanto a Bibiano, hermano y companero de padecimientos de Policarpa, despues de soJicitar por medio del memorial ya citado una coloeaci6n como Subteniente, adopt6 el sagrado ministeriodel sacerdocio. Tal vez el cansanclo de las glorlas de este mundo completamente [arnas cumplldas, el hastlo de sus vanidades, la arnargura de sus desengafios y acaso la imagen de su hermana hecha jirones en la tragica fecha del catorce de noviembre, llevaronlo a buscar en el recogimiento de la vida mistica la discreta penumbra de un consuela que en vano ya en el mundo buscarla, y la imagen de aquella muerta no olvidada, de seguro siguiolo hasta el sepulcro con la mel an eolia de los celajes precursores de Ja noche. De los meritos y servicios de Blbiano como sacerdote da cuenta la hoja existente en el Archivo Nacional, por la cual consta que fue sacerdote desde 4 de [unio de 1826, Cura del Espino, Toea y Boyaca, Excusador de Tena y el Guamo; que construy6 la iglesia del Espino, adorn6 y aseo la de Toea, edifie6 fa casa cural y regale varios iitiles a la iglesia 22

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- 338. de Boyacj. Pue Dfputado a Ja camara provDlcfalde TunJa, Elector; ,ufrf6 padecimfentos por~u adllesi6n al OObtemo en 1841, y el gobierno espaftollo ~conftn6 a Cartagena por ser hermano de Policarpa Salavarrieta, en Ja citada hoja denomfnada Polenta, a quien fus1l6 aquel gobierno. Respecto a la muerte de Bibiano dice la senora Andrea que -despues de ser soldado tom6 el estado de sacerdote, Y muri6 hace algunos anos en esta ciudad-. La relaci6n que hace la expresada senora, fue escrlta en Bogota e:120 de abril de 1876. Hemos tenido a la vista la peticl6n original de Jos~ Marfa para ser admltido en el Con vento de San Agustin, y un memoriaJ de Bibiano al Tesorero General de Hacienda, sobre pago de novenos de curatos que desempeM. La letra del Padre Jos~ Maria y la del Presbitero Bibiano guardan entre sl semejanza tal, que pareeen trazadas por una mano mlsma, y es una letra de rasgos Iemeniles. Seria tambien asi la letra de Policarpa? Ohl cuanto hicieramos porque nos fuese dable ofreeer tamblen un faesfmil de una frase siquiera, trazada por aquelJa mana de mlstica blancura que congel6 la muerte en la nieve del sepulcro. Acaso algan dra en nuestras investigaciones hallemos algun documento que podamos decir fue trazado por aquella mana principesca donde alguna vez en horas de pasi6n divagara el tibior de las. carlclas de aquel amor castfsimo que se1l6 con sangre la injusticia de los hombres y coron6 la inmortalidad con resplandores de gloria eterna. Una explicaci6n mas respecto a Policarpa, sin que con eUo se entienda desacatar ajenas opinlones, sino simplemente expresar una opini6n particular nuestra, sugerida acaso por el modo peculiar del sexo a que perteneee la heroin a, 0 mejor digamos, por su misma pslcologla femeniJ. Habreis observado en las narraciones ' relativas a aquellas frases y ap6strofes que se Ie atribuyen, eierto prurito tendencloso a exhiblrla de un modo demasiado vehemente, con el laudable obi eta sin duda de realzar todavia mas sl se quiere, su

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VaJ~J--:.#iftdeza~pero despoiindola ast de esa 6uavida

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