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LA PESCA CON NASAS EN GALICIA: UNA VISIÓN HISTÓRICA La pesca con nasas en Galicia: una visión histórica RAFAEL BAÑÓN DÍAZ* Sumario Recorrido históri

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LA PESCA CON NASAS EN GALICIA: UNA VISIÓN HISTÓRICA

La pesca con nasas en Galicia: una visión histórica RAFAEL BAÑÓN DÍAZ*

Sumario Recorrido histórico por un arte de pesca, la nasa, cuyo origen se pierde en los tiempos. En este trabajo se tratan diversos aspectos de la evolución de la nasa, tamaños, formas, materiales y especies que captura. Abstract A journey through the historical evolution of a fishing gear, the trap, whose origin is lost in the past. This work refers to diverse aspects of the evolution of the trap, their sizes, structures, materials and species caught.

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a pesca, junto con la caza, constituye la actividad más antigua empleada por el hombre en la consecución de alimento. A excepción del marisqueo y el arponeado, las primeras trampas fueron probablemente el método más primitivo de pesca, aprovechando el flujo del agua causado por los movimientos de las mareas y los cambios en los niveles de los lagos y ríos (Slack-Smith, 2001). La necesidad de crear un tipo de trampas móviles, que se pudieran transportar y desplazar con facilidad dio origen seguramente a las primeras nasas (Figura 1). El término nassa es usado ya en latín clásico. El gramático latino Paulo Diácono, a finales del siglo VIII, nos proporciona la siguiente definición: «nassa est piscatorii vasi genus, quo, cum intravit piscis, exire non potest» (Carrillo, 1999). Sañez (1791), define la nasa como una «red redonda y cerrada con un arco en la boca, desde donde se va estrechando hasta el fin en forma de manga» o «arte parecido al

Fig. 1.- Reproducción de la pesca con nasas en la desembocadura del río Lagares, en la Ría de Vigo. Tomado con permiso de Uxío Noceda de «Historia de Vigo: una reconstruccion visual e historica de la ciudad» http://usuarios.lycos.es/ Uxio_Noceda/0Vigo.htm

*Rafael Bañón Díaz es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Santiago de Compostela, especialidad de Zoología marina. Unidade Técnica de Pesca de Baixura (UTPB), Dirección Xeral de Recursos Mariños, Consellería de Pesca e Asuntos Marítimos: [email protected] Anuario Brigantino 2008, nº 31

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anterior, formado por una manga de red y ahuecado por aros de madera». La definición actual de nasa, del latín nassa, según la Real Academia Española de la lengua, es un «arte de pesca que consiste en un cilindro de juncos entretejidos, con una especie de embudo dirigido hacia adentro en una de sus bases y cerrado con una tapadera en la otra para poder vaciarlo», definición ya algo anticuada que sería necesario revisar. La Clasificación Estadística Internacional Estándar de Artes de Pesca (Nédélec & Prado, 1990), engloba las nasas dentro de las artes de trampa, junto con otras como las almadrabas y los butrones. Este carácter de trampa es el que mejor define la nasa y la distingue de otras artes con un modo de actuación distinto, como las artes de enmalle, de cerco o de arrastre. Slack-Smith (2001), siguiendo este criterio, define la nasa como un arte de pesca pasiva que permite entrar al pez y dificulta su salida, definición muy parecida a la que da Fernández (1998b), de «arte de pesca pasivo y específico que entrampan las especies que intentan coger, atrayéndolas a partir de un cebo». Las nasas constan básicamente de un armazón o esqueleto, que es el que le da forma, y un revestimiento que recubre el armazón. Además, en las nasas modernas, podemos distinguir otras estructuras secundarias como la entrada o embudo, a través del cual las

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Fig. 2.- Exposición de 494 antiguas nasas de mimbre.

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presas son conducidas al interior de la nasa; la salida o jareta, por donde se vacía la nasa, extrayendo la captura de su interior y el portacebo, que lleva el cebo dentro de la nasa La presencia de nasas en Galicia está documentada desde el siglo XVI, aunque su existencia parece ser bastante anterior, por lo menos de los siglos XI-XII (Fernández, 1998a). Su primer uso fue probablemente en los ríos y pozas pasando posteriormente a ser utilizadas en zonas costeras de escasa corriente (Rodríguez, 2007). Las nasas se emplean tradicionalmente para la captura de peces, crustáceos y moluscos cefalópodos. La ventaja de la nasa sobre otras artes es que permite cierto control sobre las especies y tamaños que captura. La entrada o embudo regula el tamaño máximo de la presa que entra mientras que la malla del revestimiento regula la talla mínima retenida (Slack-Smith, 2001). Las nasas se usan para unas u otras especies dependiendo de la zona de pesca, del cebo, del diámetro de la boca y del tamaño de la malla (Labarta, 1985), a lo que añadiremos el período de calado, nocturno o diurno, según la especie. Las nasas se van Fig. 3.- Nasa de anguila. a denominar según la especie objetivo a la que se dirige, normalmente en forma sustantivada, como nasa de…; así tenemos la nasa de langosta, nasa de nécora, nasa de pulpo, etc. La excepción la constituye la nasa de faneca, que se denomina en forma adjetivada como nasa fanequera. El uso de las nasas para cada especie se hacía de forma esporádica, como complemento de otras artes más utilizadas y de mayor rendimiento, para no depender de Fig. 4.- Nasa de choco de Redondela. manera exclusiva de ellas (Beloso et al., 1990). En Galicia, las especies capturadas, las artes utilizadas y las épocas de pesca están escasamente documentadas. Además, por sus características de mayor selectividad y moderado poder de pesca, las nasas fueron históricamente un arte poco problemática que no dio lugar a conflictos y pleitos, que eran la principal base documental de la época. Todo ello hace difícil seguir la evolución histórica de la nasa, tamaños, formas y especies que captura. Anuario Brigantino 2008, nº 31

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Cornide (1788) define las nasas de Galicia: «Son las de nuestra costa de figura de un embudo largo y estrecho, fabricadas de ciertos juncos consistentes y firmes, unidos por medio de un bramante o cordelillo que sirve como de trama, sostenida su armazón por quatro palos, y varios aros o cercos, que van de mayor a menor en los cuales se asegura un gollete llamado faxa, formado de la misma materia, y pasando por este la pesca no puede retroceder, porque sus puntas le impiden la salida, y así para sacarla dexan una portezuela en el fondo de la nasa; échanse estas no solo en las Rías sino en algunos puntos conocidos de la costa, cargadas de piedras para que vayan a fondo»

Fig. 5.- Nasa de choco de Ortigueira.

Paz-Graells (1864) para la provincia de Pontevedra: «Se declara que de pocos años a esta parte se ha introducido para la pesca un instrumento llamado naza, a manera de una cuarterola, fabricada con mimbres o juncos, el cual se echa al fondo con una piedra de medio quintal, y dentro de la naza la correspondiente carnaza con que se pesca todo género de pescados.....»

Fig. 6.- Nasa de langosta.

Paralelamente al desarrollo de las primeras pesquerías con nasas surgen los primeros reglamentos que las regulan. En las Ordenanzas de pesca para la provincia de Pontevedra y La Coruña, de 1768 y 1769 respectivamente, se prohíbe la pesca con nasas en el interior de las Rías y bahías por capturar juveniles y por los cambios del fondo que provocaban las piedras que llevaban en su interior a modo de lastre. Los materiales utilizados en la elaboración de las nasas debían de ser abundantes, flexibles y de fácil acceso (Figura 2). Como describe Sáñez (1791): «Las nasas se construyen de materiales diferentes: unas con varas delgadas de mimbres; otras se forman de sacos de red, ahuecados o sostenidos en figura piramidal por círculos formados de vara de árbol flexible y otras finalmente se hacen de junco, que son las más comunes»

Santos & Nores (2005), hacen referencia a un artículo en el Faro de Vigo en el año 1900: «As nasas fanse de xuncos, vimbios, sacos de rede..., o mellor é o xunco, collido en xullo e agosto, fanas os cesteiros e os mesmos pescadores» Anuario Brigantino 2008, nº 31

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Aunque Rodríguez (1923), sin embargo, específica que: «…las del Cantábrico y Galicia se hacen casi siempre de varas delgaditas, porque en aquellas regiones apenas se conoce el junco»

Las nasas fueron evolucionando y adaptándose a los intereses comerciales y alimenticios de la época. Cronológicamente pues, parece lógico pensar que las primeras nasas se utilizaron para capturar peces, ya que éstos eran la primera fuente de alimento de las poblaciones del litoral. Como explica Calo (1996):

Fig. 7.- Nasa de nécora y camarón.

«En 1680 costaba en Vigo una libra de langosta o de centolla 4 maravedíes por 6 que costaba la misma cantidad de mújol …una persona con hambre siempre preferirá un mújol que gastar energías aprovechando una centolla» Cornide (1788) cita diferentes especies de peces capturadas con nasas: algunos lábridos o serranos (merlón, maragota, vello), congrio, pequeños tiburones (roxas, melgachos), besugos (panchoces), robalizas y anguilas (eiroas).

Es probable que la nasa de peces no alcanzara nunca un gran auge, al capturar especies de escaso interés comercial y al existir ya por entonces diversas artes de enmalle con mayor capacidad de captura para las mismas especies. Un caso particular, por sus características peculiares, lo constituye la nasa de anguila. Fig. 8.- Nasas de pulpo. La nasa de anguila (Figura 3), surgió como una evolución de la nasa primitiva, adaptándose a una zona y especie de difícil acceso con otras artes. Probablemente fue de las primeras nasas utilizadas en el mar, al tener como objetivo la misma especie que las nasas de río. La anguila (Anguilla anguilla) es una especie catádroma, que vive y crece en el río y emigra al mar para reproducirse. Por ello, las zonas costeras de mayor abundancia, donde se desarrollaron estas pesquerías, son las zonas estuarinas situadas en la desembocadura de los ríos. Estas zonas se caracterizan por ser de aguas someras, salobres, con fuertes corrientes y abundante materia orgánica en suspensión. Todos estos factores, junto con la especial morfología de la anguila, dificulta el uso de otras artes de pesca que no sean la nasa para su captura. Anuario Brigantino 2008, nº 31

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La falta de competencia con otras artes le otorgó a la nasa de anguila una exclusividad que permitió su permanencia en el tiempo, siendo durante muchos años la única nasa utilizada para peces en Galicia. Muy poca información documental permanece sobre esta nasa. Son citadas ya en la Ordenanza de pesca para la provincia marítima de la Coruña, de 1769: «Usase también de pequeñas nasas de vergas ó mimbres anchos para la pesca de anguilas en sus tiempos».

Rodríguez (1920), señala la nasa de anguila como la única nasa de peces para el norte y noroeste de España, contrariamente al sur y nordeste de España que se empleaban para más especies. Su forma es más o menos cilíndrica, similar a la de una garrafa o un ánfora, de pequeño tamaño y con la boca situada en el extremo de la nasa (Beloso et al., 1990; Rios Panisse, 1974). Arnaiz & De Coo (1990) describen una nasa de mimbre de este tipo para la Ría de Arousa de 23 cm de longitud, 22 cm de diámetro máximo y una boca de 3,5 cm de diámetro, que se cebaban preferentemente con mejillón y vísceras de sardina, especificando que estaban ya en desuso Su empleo fue generalizado hasta finales del siglo XX, cuando dejó de utilizarse debido al declive en las pescas. Los pescadores abandonaron su uso o, en algunos casos, cambiaron las nasas por otro arte de menor coste, al no necesitar de cebo, el butrón. La nasa de choco, jibia o sepia (Sepia officinalis), es otra de las nasas cuyo origen se pierde en los tiempos. Trabaja en fondos y zonas similares a los de la nasa de anguila, explotando los hábitos reproductivos de la especie durante la época de puesta, de enero a junio principalmente. Son nasas muy voluminosas confeccionadas con juncos, mimbre o madera, aunque actualmente también las hay de hierro. Por su aparatosidad, las nasas permanecen sumergidas durante toda la temporada, levantándolas sólo una vez al día para vaciar la captura. Su uso, aunque minoritario, aún persiste hoy en día. La característica más singular de esta nasa es que no utiliza un cebo de carácter alimenticio, como sucede con el resto de las nasas. En este caso, el cebo utilizado, pretende atraer a la presa utilizando la necesidad vital de reproducirse del choco. Sañez (1791) describe dos clases de cebos reproductivos utilizados en las nasas de choco: «En lugar de cebo echan dentro dos xibias vivas, hembra y macho, las cuales atraen otras muchas, y esta es una invención a que intitulan pescar con reclamo.....El cebo que se pone en cada una es particular, porque consiste en ciertos arbustos, o en su defecto algún manojo de hyerbas de cierta consistencia, que mantenga su verdor mucho tiempo; pues que los peces de que se trata apetecen con extremo la frondosidad y sombra que prestan semejantes ramages, además de que le sirve para guarecerse de sus enemigos; refregarse en las hojas y deponer o ensortijar sus huevecillos en los mismos troncos del ramo, como frecuentemente sucede, y no se necesita de otro aliciente para atraerlas». En Galicia el método más extendido es la presencia de ramas dentro de las nasas para que el choco haga la puesta (Labarta, 1985; Fernández, 1998b) ya sean de pino, lo más frecuente o de laurel. Anuario Brigantino 2008, nº 31

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En el fondo de la Ría de Vigo, en la localidad de Redondela, existe desde muy antiguo una pesquería de choco con nasas semicilíndricas de madera que utilizan ramas de pino como cebo (Arnaiz et al., 2002) (Figura 4). En la Ría de Ortigueira persiste también una nasa troncocónica muy voluminosa que utiliza un ejemplar hembra de choco como reclamo (Figura 5). La singularidad de esta nasa por su forma, tamaño y utilización de Fig.9.- Evolución de los distintos tipos de un reclamo, la hacen única en Galicia, no portacebos utilizados en las nasas de Galicia: existiendo según nuestros conocimientos tarabelo (A), alambre (B) y sacos (C, D). otra igual. Hacia 1775, los catalanes operaban en la Ría de Vigo con más de mil nasas (Fernández, 1998a). Aunque no se especifica, es muy probable que estas nasas se dedicaran ya a la captura de la langosta, especie ya muy codiciada por entonces. Sin embargo, no es hasta finales del siglo XIX cuando se origina en el norte de España una importante pesquería de nasa de langosta (Palinurus elephas). Fig. 10.- Nasa fanequera. Rodríguez (1923) señala que en esta época casi todas las nasas de Galicia y Cantábrico eran de langosta. El número estimado de nasas utilizadas en el Cantábrico para la captura de langosta era de 10.870 nasas de cuatro clases distintas, con capturas en torno a las 50 t/año, empleando unos dos mil pescadores por término medio (Rodríguez, 1920, 1923). La abundancia del preciado crustáceo en nuestras costas atrajo la atención de una importante flota francesa que operaba en el Cantábrico y norte de Galicia capturando langostas y comprando las capturas de lo lugareños, lo cual fue interpretado por algunos medios de la época como una explotación abusiva del pescador gallego. Así lo explicaba Vázquez (1881): «Sus espaciosas bodegas afectaban la forma de viveros llenos de agua, y proveía a la renovación de esta última un sistema de válvulas ingeniosamente ideado y con esmero dispuesto. …El precio que en los mercados franceses alcanza el crustáceo fluctúa entre 10 y 12 francos, por manera que los acaparadores extranjeros se quedan con un beneficio de 9 a 11 francos, deducida la peseta con la cual explotan al sencillo pescador gallego. …el ensanche que se ha dado últimamente a la zona de explotación, que ya se extiende desde el cabo Burela en la provincia de Lugo hasta el cabo Finisterre y puertos aquende en la de la Coruña,…y no será aventurado calcular que las langostas hechas prisioneras en aguas de España por la codicia extranjera importan la aterradora cifra de 9.000.000».

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La polémica desatada por la presencia de pescadores franceses debió de alcanzar cotas muy altas, quedando reflejado en la legislación de la época, como sucede en la Real orden de 17 de junio de 1913, que «desestima instancia de varios dueños de cetáreas de langosta, de Cedeira y Cariño y otros puertos, que piden no se autorice a los pescadores de dicho crustáceo venderlo a los barcos franceses». Pero la presencia de los franceses tuvo también un efecto enriquecedor, dando a conocer un arte nuevo por aquellos lugares: «En Malpica, su uso empieza sobre el año 1900 aproximadamente, después de que una embarcación le robara una cacea de 6 nasas a los barcos franceses que en aquella época ya pescaban langosta en nuestras costas». (Entrevista con Sigfredo, patrón de la embarcación «Gaivota»)

Rodríguez (2007) documenta de manera similar, mediante el hurto de nasas francesas, el origen de estas nasas en Cedeira, sobre el año 1880. Según este autor, las nasas autóctonas utilizadas hasta entonces eran de mayor tamaño, el doble de las francesas, y con dos funiles laterales, por sólo uno superior en las francesas. Las nasas francesas, aunque de menor tamaño, pescaban más que las gallegas, por lo que pronto fueron copiadas y utilizadas por los pescadores nativos. La presencia del embudo en la parte superior de la nasa de centolla francesa supone un paso evolutivo que se implantó posteriormente en todas las nasas de crustáceos gallegas. La presencia de un embudo lateral, como sucede en las nasas de anguila y de choco, denotaría el carácter primitivo de estas dos nasas, indicando un origen anterior al resto de las nasas. Las nasas se calaban con el buen tiempo, sobre todo en primavera y verano (Rodríguez, 1920). Se trata de una pesquería estacional con un amplio período de veda regulada por distintas órdenes, que establecían el período de pesca desde abril-mayo hasta agostoseptiembre. Con el declive de las capturas este período se acortó en la segunda mitad de siglo XX hasta sólo un mes, que es el que persiste actualmente. Las nasas de langosta son cilíndricas y de gran tamaño (Figura 6), con unas medidas que variaban según quien hacía las nasas y el tamaño del barco. Según distintos testimonios recogidos en varios puertos del norte de Galicia, estas medidas iban desde 65 hasta 100 cm de longitud, 50-60 de diámetro y 21-28 cm de diámetro de la boca. Las antiguas se hacían aprovechando los arcos de madera de sauce que se usaban en las barricas de salazón de la sardina (Alonso, 1987). Las más modernas se construían totalmente en madera de eucalipto y sólo estaban cubiertas de red por los laterales. La separación entre los barrotes era en un principio de tres dedos y luego de dos. Como cebo se usaba la caballa, jurel e incluso cabezas de bonito, siendo el jurel el preferido (Alonso, 1987). Además de Langostas también se capturaban otros crustáceos como el buey de mar, centolla y bogavante (Arnaiz & De Coo, 1990). La fábrica de madera para nasas de Muiños, en Muxía, fundada en 1955, desempeñó un papel importante en el tramo final de esta pesquería, al ser el principal proveedor de barrotes y aros ya confeccionados en determinadas medidas para el ensamblaje de las nasas. A mediados del siglo XX las capturas de langosta aún eran importantes, unos 4000 kg por barco durante la campaña de 3 meses (Rodríguez, 2007), pero pronto comenzaría el declive de las capturas, atribuible según los propios pescadores al uso indiscriminado de Anuario Brigantino 2008, nº 31

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artes de enmalle (miños y volantas), abandonando los últimos barcos esta pesquería a principios de los años 70. Durante el siglo XX se desarrollaron la mayor parte de las pesquerías con nasas que hoy en día conocemos. Con el establecimiento de la sociedad del bienestar y del consumo surge el interés por nuevas especies que hasta Figs. 11-12.- Nasas del Diccionario de artes de pesca de España, de Benigno Rodríguez Santamaria ese momento eran consideradas de (1923) escaso valor. Estas nuevas pesquerías se implantan rápidamente, impulsadas por el cambio social y económico, progresos tecnológicos y mejoras en las técnicas de conservación y transporte. La primera pesquería de importancia que nace en este siglo es la de dos crustáceos: la nécora (Necora puber) y el camarón (Palaemon serratus), cuyo origen lo podemos datar entre 1940-50 aproximadamente. Se trata de una pesquería mixta que captura las dos especies conjuntamente, al ser ambas de hábitos nocturnos y ocupar el mismo hábitat. La nasa utilizada era la misma (Figura 7), hasta que la administración obligó a utilizar otra nasa distinta para la pesca de camarón durante la época de veda de la nécora (Ventoso, 2002). En sus inicios se utiliza la misma nasa que la de anguila o muy similar, de mimbre y forma de botella o garrafa, pero con una boca de entrada de mayor diámetro. González & González (1984) describen una de estas nasas de 36 cm de longitud con una boca de entrada lateral de 9 cm de diámetro. En una etapa posterior, esta nasa cae en desuso y comienzan a utilizarse la nasa cilíndrica de madera revestida de red, que sustituye por completo a la nasa de mimbre. Una de estas nasas descrita por Arnaiz & De Coo (1990), tenía 38 cm de longitud, 28 cm de diámetro y una boca de entrada de 13 cm de diámetro. Las nasas de hierro, de forma más o menos cilíndrica y troncocónica en el extremo opuesto a la entrada de la boca o semicilíndricas, tuvieron una menor implantación, debido a su alto precio y menor poder de pesca. González & González (1984) dan las medidas de una de estas nasas de 35 cm de longitud, 33 cm de diámetro y una boca de entrada lateral de 10 cm de diámetro. De los tres tipos de nasa descritos anteriormente, la nasa de mimbre se utilizaba más para el camarón y las de de hierro y madera para ambas especies, sólo que las de camarón eran de menores dimensiones, una boca de entrada de menor diámetro y una malla de revestimiento menor. Anuario Brigantino 2008, nº 31

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En la Ría de Arousa fue donde esta pesquería adquirió su mayor dimensión. En los años 1970-80 faenaban en esta ría unas 730 embarcaciones a nasa de nécora, de las cuales 300 simultaneaban o alternaban con nasa de camarón (Arnaiz & De Coo, 1990). Rodríguez (2007), describe para el puerto de Cedeira un uso singular de unas pequeñas nasas de camarón, de madera, que no utilizaban cebo. Las nasas eran dejadas sumergidas durante varios días hasta que adquirían una capa de algas que crecían en los barrotes de madera y que atraían a los camarones para su alimentación y refugio. En 1976 comienza una pesquería de nasa de pulpo (Octopus vulgaris) en el área de Fisterra (Guerra, 1981), aunque algunos testimonios del sector adelantan algo más esta fecha, hasta principios de los 70. En algunos puertos comenzaron a pescar pulpo con nasa abierta, mientras que en otros puertos esta nasa era desconocida (Calo, 1978). Hasta la aparición de la nasa, la pesca del pulpo se realizaba con un arte de línea o cordel, la raña, en pequeñas dornas o botes pero a un volumen industrial (Caamaño, 1964; Meijide, 1979; García Allut, 1998). La nasa de pulpo (Figura 8) surge como una modificación de la nasa de nécora, con unas dimensiones algo mayores y un embudo de entrada más largo para dificultar la salida del pulpo. Pero el cambio más determinante respecto a la nasa de nécora fue el del portacebos (Figura 9). Hasta ese momento el cebo era ensartado en alambres o palos afilados conocidos bajo distintos nombres como «varilla», «tarabelo» o «billa». Este método no resultaba eficaz para el pulpo, que por su inteligencia era capaz de vaciar fácilmente el portacebos de su contenido y huir. La solución dada por los pescadores gallegos fue la introducción del cebo en pequeñas bolsas de malla tupida. Las mallas de la bolsa permiten el acceso del pulpo al cebo, pero en pequeñas cantidades, lo cual prolonga la duración del cebo y de la permanencia del pulpo dentro de la nasa. Así reflejaba la evolución de la nasa de pulpo un marinero de Fisterra: «La pesca del pulpo empezó en 1971 en Fisterra. Al principio empleaban el tarabelo como portacebos, luego pasaron al anzuelo y finalmente a la bolsa. Al principio las nasas eran grandes, de madera, para el camarón y nécora, con la boca ancha de madera, pero el pulpo escapaba» (entrevista con Mario Traba del B/Halifax, 26/10/99).

La última nasa en incorporarse a la actividad pesquera en Galicia fue curiosamente una nasa para peces, la nasa fanequera, que como su nombre indica, tiene como especie objetivo la faneca (Trisopterus luscus). La nasa fanequera (Figura 10) se introdujo en Galicia desde Portugal a través de A Guarda a finales de los años 70 (Martínez, 1999). Tres embarcaciones guardesas comenzaron a utilizarlas en su costa. Pronto surgieron los primeros conflictos vecinales debido a su alto poder de pesca y a la competencia con otras artes, lo que obligó a abandonar su uso, vendiéndolas a los puertos situados más al norte, sobre todo en las Rías baixas. Arnaiz & De Coo (1990), cuantifican en 70 las embarcaciones en la Ría de Arousa en los años 1970-80 a nasa fanequera. Las nasas tienen una estructura metálica rígida de forma cilíndrica troncocónica. Están constituidas por un armazón de hierro y dos bocas laterales que se prolongan en forma troncocónica hacia el interior de la nasa. Sus dimensiones varían entre 1,3 y 2 m de diámetro máximo por 0,5-0,7 m de altura y malla de 35-50 mm Se ceban preferentemente con sardina Anuario Brigantino 2008, nº 31

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y normalmente se fondean en caceas de pocas unidades. Son desmontables parcialmente para una mayor facilidad de estiba y para aumentar el número de nasas a bordo (Eiroa, 2002). La nasa fanequera es una nasa con un alto poder de pesca, fuertemente regulada tanto por la legislación gallega como por la estatal. La nasa de centolla es una variante de la nasa de langosta, pero utilizada en este caso dentro de las Rías o en zonas costeras, para la captura de centolla (Maja brachydactyla). La legislación pesquera gallega vigente, que data del año 1994, no recoge la existencia de esta nasa. Sin embargo, hay nueve embarcaciones de la Illa de Arousa autorizadas a faenar con esta arte, por la necesidad de reconocer en su momento (1994) los despachos realizados en los dos años Fig. 13.- Grabado de marinero con nasa, precedentes a la aplicación del decreto. del libro Das Ständebuch (1568). Durante los últimos años, el sector pesquero ha mostrado interés por recuperar la utilización de esta arte por lo que está previsto su incorporación en la nueva legislación de próxima aparición. Otras nasas tuvieron una existencia más local y temporal por lo que su presencia ha pasado casi desapercibida, como sucedió con dos nasa para peces, la nasa de congrio (Conger conger) y la nasa de mariolas o barbadas (Gaidropsarus spp.). Las nasas han demostrado a lo largo de la historia ser un arte de pesca menos perjudicial que otras, fundamentalmente por su moderado poder de pesca y capturar vivas a sus presas. Actualmente, la mayoría de las especies comerciales están sobreexplotadas y en algunos foros se clama por la vuelta al uso de artes más selectivas y menos dañinas como las nasas y las artes de anzuelo.

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RAFAEL BAÑÓN DÍAZ

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AGRADECIMIENTOS Al personal de la Unidade Técnica de Pesca de Baixura (UTPB) por la información facilitada para la realización de este trabajo. Este trabajo fue financiado parcialmente por la Dirección Xeral de Recursos Mariños (Consellería de Pesca e Asuntos Marítimos). Anuario Brigantino 2008, nº 31

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