LA POESÍA LÍRICA EN ROMA

LA POESÍA LÍRICA EN ROMA Poesía lírica ha llegado a ser sinónimo de aquella poesía en la que el poeta expresa sus sentimientos y pensamientos particul

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LA POESÍA LÍRICA EN ROMA Poesía lírica ha llegado a ser sinónimo de aquella poesía en la que el poeta expresa sus sentimientos y pensamientos particulares e individuales. No obstante, en Grecia, se entendía por poesía lírica aquella que se entonaba al son de la lira, en sus orígenes, aunque también se usaran después otros instrumentos como la flauta. Si bien es cierto, que estos instrumentos, su forma y sus lugares de uso abrían el mundo de la poesía a ritmos y temas que no formaban parte esencial de la poesía narrativa, es decir, de la épica. Sin embargo, lo que realmente diferenciaba el canto épico del canto lírico era la métrica. La épica se escribía en hexámetros mientras que la lírica estaba abierta a todo tipo de ritmos. La variedad de ritmos propiciaba la variedad de temas: cantos de alabanza a hombres y a dioses, críticas e invectivas contra situaciones históricas, políticas y sociales, críticas contra personas, reflexiones sobre la vida en las facetas que la caracterizan, y temas amorosos. Asimismo, es un rasgo típico de la poesía lírica que se desarrolle en el entorno de las ciudades, por lo que sólo cuando la vida urbana alcanzó una preponderancia en el mundo antiguo se cultiva este tipo de poesía: la poesía lírica es un lujo que no se pueden permitir los pueblos inmersos en guerras o en empresas de expansión y asentamiento de su civilización. Sin embargo, existen manifestaciones líricas desde que existe el hombre y sus rituales. Hacen poesía lírica los hombres que se dirigen a los dioses o aquellos que entonan cantos de alabanza o de dolor ante los muertos. No obstante, para que una manifestación artística adquiera la cualidad de género y el calificativo de literario, se precisa un esfuerzo de creación consciente y una marca de excelencia. En Roma estas circunstancias no se dieron sino al final de la República (s. I a.C). En esta época surgieron unos poetas que aunque eran conservadores en política, fueron innovadores y atrevidos en su arte. La inspiración de estos poetas provenía del mundo en el que vivían y del conocimiento de los poetas griegos y de sus continuadores: nos referimos a los poetas alejandrinos. Sus modelos rítmicos no eran ya el saturnio ni el hexámetro, versos largos propios de la épica, sino los más dúctiles y variados versos de los poetas líricos griegos, que habían alcanzado en su época la excelencia. Si el ritmo era distinto, también lo eran los temas, que tendían, en muchos casos a tratar circunstancias de la experiencia personal, sin que éste fuera necesariamente tema único en la poesía lírica. Había todavía lugar para el mito, pero estaba éste desvinculado de las acciones humanas. El mito era más un ejercicio de ingenio y de destreza poética que una manera de interpretar y conocer el mundo y las acciones humanas. No nos podemos olvidar en este contexto que es precisamente en el siglo I cuando el mito se hace hombre en la figura de Cristo, convirtiéndose la religión en hecho histórico. Es este uno de los acontecimientos más fundamentales de la historia de occidente. La lírica adquiere categoría de género siempre después de la épica: al extenso poema narrativo que canta las hazañas de los héroes, le siguen los poemas personales de extensión más breve y de impulso personal, que es lo propio de la lírica. Dentro de la poesía lírica romana destacan un grupo de poetas, formado por Tibulo, Propercio y Ovidio (s. I a.C-I), que dieron categoría literaria universal a la poesía elegíaca, que se centraba en temas amorosos. Esta característica no excluía otros temas, porque también en la elegía predominaba como elemento definitorio el metro, que en este caso era el dístico elegíaco1. Aunque hubiera lugar en esta poesía a otros temas, lo que ha perdurado realmente de este tipo de poesía lírica ha sido la que se centraba en el tema amoroso. 1

En Roma, los verdaderos artífices de la poesía lírica fueron un grupo de poetas a los que se conoce con el nombre de poetae novi o neoteroi según término despectivo que acuñó Cicerón. Estos poetas del siglo I a. C. escribían unos versos que alejados de la épica buscaban la brevedad, la concisión en la expresión, el preciosismo verbal, y la variedad métrica. Los “poetae novi” hacían gala de su destreza en la lengua y en el ritmo componiendo los llamados “epilios”, que eran unos poemas breves de tema épico, compuestos para demostrar la maestría en el uso de la lengua y del metro pero lejos de buscar ya en ellos una explicación de un mundo épico que ya había desaparecido en la realidad vital de estos hombres. Un ejemplo de este tipo de poesía nos lo Catulo en su epilio “Las bodas de Peleo y Tetis” (408 hexámetros). La artificiosidad de este tipo de poesía se demuestra en su propia vigencia: hoy en día se lee y se disfruta la poesía de tema amoroso de Catulo, mientras que el resto de sus cantos han perdido vigencia. Es Catulo precisamente el máximo representante de los “poetae novi”. El sólo marca una época y ha convertido sólo en nombres a sus poetas coetáneos (Helvio Cina, Licinio Calvo, Valerio Catón, entre otros). CAYO VALERIO CATULO, nacido en Verona (84-54 a.C.), llegó a Roma en el año 62 a.C. Roma era la aspiración de todo joven que tuviera alguna ambición: no eran las ciudades pequeñas lugares en los que se pudiera triunfar ni en la vida política, ni en las armas ni en las letras. Estudió en Roma pasando allí varias temporadas y al fin se estableció el 62 a. C., introduciéndose en los cenáculos literarios de sus amigos, los llamados despectivamente por Cicerón poetas neotéricos o poetae novi. En esos importantes círculos romanos conoció a la musa de sus poemas, de nombre literario Lesbia, Clodia en la vida real, quien era hermana del enemigo político de Cicerón, de nombre Publio Clodio, y fuera esposa, a su vez de Metelo Celer, que había sido cónsul en el año 60 a.C2. El Corpus Catulli consta de 116 poemas, que varían en extensión, desde los 480 versos del epilio “Las bodas de Peleo y Tetis” hasta el más breve poema: «Odi et amo: quare id faciam, fortasse requiris/ nescio, sed fieri sentio et excrucior» (LXXXV)3, que es una elegía. Como es propio de los poetas líricos son variados los temas que toca en sus cantos Catulo: incidentes de la vida cotidiana, expresiones de amistad o lo contrario4, sátiras, críticas políticas, himnos nupciales y a los dioses, y poemas de amor. Los cantos satíricos y las invectivas suelen contener lenguaje e imágenes soeces. Aunque se siga leyendo y comentando a Catulo en su totalidad, son los poemas de amor los que le han otorgado a Catulo su inmortalidad como poeta y los que siguen estando vigentes. La poesía amorosa de Catulo tienen como motivo su amor por Lesbia y expresan todo el espectro habitual del amor. Hay, por consiguiente, en estos poemas momentos felices: Viuamus, mea Lesbia, atque amemus,/ rumoresque senum seueriorum /omnes unius aestimemus assis/ (V) (Vivamos, amada Lesbia, y amémonos, que nada nos importen las habladurías de las hombres sesudos). Sin embargo, abundan los poemas en los que lamenta la locura de continuar amando a una mujer que ya no le ama. El poeta se habla a sí mismo, en ocasiones, animándose a dejar esa pasión, en un poema que tiene como tema la renuntiato amoris: Miser Catulle, desinas ineptire,/ et quod uides perisse perditum ducas (VIII) (desdichado, Catulo, deja de hacer locuras, y da por perdido lo que está perdido). No obstante la agonía se prolongó merced a los arrepentimientos de la amante, mera excusa para nuevas y fallidas reconciliaciones: Nulli se

dicit mulier mea nubere malle quam mihi, / non si se Iuppiter ipse petat. / Dicit: sed mulier cupido quod dicit amanti, / in vento et rápida scribere oportet aqua. («Con nadie más que conmigo dice mi amada que se uniría, / ni aunque Júpiter mismo se lo pidiera. / Eso dice: 2

El tribuno Clodio había logrado el destierro de Cicerón después de su consulado y fue cabecilla del partido de los populares. 3 Odio y amo. ¿Quizá me preguntes por qué actúo así? No lo sé, pero siento que es así y sufro. 4 En el canto 38 dice: Está enfermo, Cornificio, tu amigo Catulo está enfermo, por Hércules y agotado, más y más cada día y a cada hora. ¿Con qué palabras lo has consolado, cosa muy fácil e insignificante? Estoy enfadado contigo. ¿Así correspondes a mi cariño? Me gustarían unas breves palabras, más tristes que las lágrimas de Simónides.

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pero lo que dice la mujer enamorada a un amante / conviene escribirlo en el viento y en el agua rápida»). Los avatares amorosos de Catulo siguen las convenciones de la poesía amorosa (elegiaca): aventura amorosa con un comienzo feliz, traiciones de la amada que son perdonadas, penas amorosas del poeta resultantes, nuevas traiciones y ruptura definitiva. No obstante, sólo algunas de ellas están escritas en dísticos elegíacos, por lo tanto, Catulo es precursor de los grandes elegíacos romanos. Su originalidad consiste en haber sido el primero en haber iniciado la elegía romana con sus rasgos métricos y con su modo específico de subjetividad, autobiografismo e intimidad, menos presentes en sus correlatos griegos. Estos son precisamente los poemas que todavía viven con pujanza porque nos muestran un sentimiento universal-el amor- de forma sencilla y descarnada. Otros poemas de Catulo, aquéllos en los que bien satirizaba a figuras de la época, o lanzaba invectivas a sus coetáneos, su Epitalamio (64) o canción de boda, el ya mencionado epilio de las Bodas de Peleo y Tetis tienen menos vigencia, o bien por la circunstancialidad de los personajes que satiriza o bien porque el lenguaje y las alusiones mitológicas son ajenas al lenguaje de nuestros días. El poeta español Luis Antonio de Villena, que admiraba los poemas de Catulo escribió sobre el poeta en Catulo (Barcelona, 1979). QUINTO HORACIO FLACO5 (Quintus Horatius Flaccus) (Venusia6 65 a.C.- Roma 8 a.C.). Fue el poeta lírico más importante en Roma durante la época de Augusto y uno de los poetas más definitivos para la formación de la poesía lírica en las lenguas vernáculas europeas. Dante (s. XIII-XIV) en el Infierno (IV. 88) de su Divina Comedia lo sitúa entre los más grandes poetas, al lado de Lucano, Homero, Ovidio y Virgilio. Había nacido Horacio hijo de liberto (liberti filius) se cree que por razones de una campaña militar romana ante el levantamiento de los pueblos aliados de Roma en la península. El padre, que no quería para su hijo una vida ni provinciana ni señalada por ser hijo de liberto, lo envió a estudiar a Roma. Así lo cuenta el poeta: Se atrevió a llevarme a Roma cuando era niño, para que me enseñaran los mismos saberes que cualquier caballero o cualquier senador hace que aprendan sus hijos (Sátiras I, 6). A golpe de palmeta aprendía Horacio de su maestro la famosa Odisea traducida al latín por Livio Andrónico. Como era preceptivo también estudió La Ilíada de Homero. Se supone que después de los estudios de gramática, siguió con los de retórica, como debía hacer cualquier hombre que quisiera abrirse camino en el campo de la administración, la política o las letras. También era preceptivo el viaje de estudios a Atenas, que el poeta realizó. A parte del saber de siglos de Atenas, en la ciudad seguían hablando, paseando y discutiendo los filósofos platónicos en la Academia, los aristotélicos en el Liceo y los epicúreos en el Jardín. Habla el propio Horacio: «la amable Atenas me dio un poco más de saber: el afán de distinguir lo recto de lo torcido, y de buscar la verdad en los bosques de la Academia» (Epístolas II 2, 43-45). También conoció la poesía de los griegos Arquíloco, Anacreonte, Baquílides y Píndaro. El asesinato de César (44 a. C) encontró a Horacio en la ciudad de Atenas. Allí llegaron a reclutar a jóvenes para la causa de Bruto y Horacio se dejó reclutar como tribuno militar, sin que supiera nada de la guerra. La derrota de los anticesarianos, licenció también de la milicia al poeta, que fue amnistiado aunque se le confiscaron sus bienes. Se ganó la vida como escribano público hasta que entró en el círculo de Mecenas y disfrutó de su patronazgo7. Mecenas, fue el 5

El contenido de esta sección se basa principalmente en los ensayos de José Luis Moralejo en su edición de las Odas y los Epodos de Horacio de la Biblioteca Clásica Gredos, Madrid [1982], 2008. 6 Actual Venosa, en la provincia de Potenza. 7 Ya dentro del círculo de Mecenas, publicó Horacio sus Sátiras (a las que probablemente él dio el título de Sermones). Con este título se alejaba de modelos griegos y se ceñía más al modo de la sátira, tipificando un género que ya había cultivado el precursor Ennio (II a.C.) y había sido copiosamente usado por Lucilio ( II a.C) y por Varrón (I a.C) en sus Menipeas. Sin embargo, las sátiras eran poesía

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más cercano colaborador de Augusto y quien se encargaba de los temas de cultura de la gran nación romana. Con la inmensa fortuna que tenía Mecenas se dio en ayudar y proteger a sus amigos poetas para que pudieran “vivir para la poesía”8. Horacio suscribía el plan de restauración religiosa implantado por Augusto como una vía de fomentar una regeneración nacional. Augusto, Horacio, Virgilio y todas las mentes superiores del momento eran conscientes del papel de la religión y su relación con la estabilidad social y política del pujante Imperio Romano. Esto lo había ya visto con agudeza Polibio en el siglo II a.C. La poesía propiamente lírica de Horacio son sus Odas y el Canto Secular, y también en ocasiones se incluyen sus Epodos¸ pues estas obras responden a la polimetría que es propia del género y al hecho de que se compusieran para ser cantadas con el acompañamiento de la lira. No obstante, muchas de las odas fueron compuestas ya con mentalidad principalmente de libro9. Es precisamente en las Odas donde el poeta realiza el esfuerzo de presentarle a los romanos la lírica monódica eolia, aquella que había consagrado a Safo y a Alceo (VII-VI a.C), que amenizaban con sus poemas los tradicionales simposios de la sociedad aristocrática. De estos poetas toma los metros, que era en la antigüedad lo que definía el género poético. Al término de los tres primeros libros de la colección Horacio proclamaba con orgullo haber sido «el primero en llevar el canto eolio a las cadencias itálicas» (Od. III. 30, 13 s. ). Fue en torno al año 23 a.C cuando publicó sus tres primeros libros de las Odas, que no contó con el favor del público para amargura del poeta. Lo que encontramos en las Odas de Horacio se distingue y diferencia de algunas de las poesías del “yo”, que habíamos encontrado en Catulo. La consideración de la poesía lírica como el canto del “yo”, es un rasgo más moderno que parece ser derivado de Goethe. No obstante, esto explica el éxito actual de Catulo y el declinar de Horacio entre los descendientes del Romanticismo, que somos todos nosotros: «¿Quién que es no es romántico?», decía Rubén Darío. Cuando publica Horacio sus Odas el poeta ya era un talento conocido. Se habían publicado sus dos libros de Sátiras (C. 35 y c. 30 a.C) y los Epodos (c. 30 a.C.). La Oda 1. del primer libro tiene sentido programático porque nos hace saber por el nuevo camino que le han llevado las musas10. La Oda III. 30, que cierra la colección hasta la publicación años más tarde del libro IV, asume el carácter de colofón y sello de toda ella, incluyendo un augurio de supervivencia: Exegi monumentum aere perennius: «He dado cima a un monumento más perenne que el bronce»11. La reacción del público parece ser que fue decepcionante, hecho que pudo llevar al poeta a la composición de sus Epistolas, apartadas del género lírico 12. hexamétrica y por lo tanto no se podían incluir dentro de su producción lírica. Son propiamente líricas por su métrica variada, no hexámetrica, los Epodos y las Odas. 8 Hacía el año 32 a.C. se hizo realidad para Horacio lo que es un sueño para tanto poeta: tener una finca o villa en el campo en la que poder dedicarse a la meditación, la lectura y la escritura. Y a este retiro se deben sus más alabadas composiciones. La villa, famosa en el mundo de las letras, estaba en la región de la Sabina, a 55 kms al N.E. de Roma. Y a partir de la derrota final de los antioctavianos en la Batalla de Accio (31 a. C) y de la posesión de la villa en la Sabina, la producción de Horacio se hace lírica, y con ella se ensancha el universo de la poesía. Nacen así sus Odas. 9 Sus Epodos escritos a lo largo de los años, son poemas apasionados en los que siguiendo los yambos del poeta griego Arquíloco (VII a.C), el poeta muestra un tono agresivo. Hay en estas composiciones deprecaciones contra las guerras civiles, invectivas contra personas públicas o privadas, contra enemigos literarios o mujeres perversas. No obstante entre estos Épodos figura también el conocido Beatus ille. Hay que tener en cuenta que la publicación tenía un carácter muy diferente al actual. Así entre el primer libro de los Epodos y el segundo dista más de una década. 10 Vid. apéndice. 11 Vid. apéndice. 12 En las Epístolas el poeta se acerca a temas más serios, centrados en la filosofía moral: ‹y así dejo ahora los versos y demás diversiones. Cuál es verdad, qué es el bien: de eso me ocupo, sobre eso indago y a eso me doy por entero› (Epi. I 1, 10 s.). Se dedica en las Epístolas a los temas morales y literarios,

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Fue para alegría del poeta, que en una ocasión histórica como fueron los Juegos Seculares del año 17 a.C. a Horacio se le pidiera una pieza lírica por excelencia: el himno a Apolo y Diana, que dan forma a su Canto Secular. También, según cuenta Suetonio, recibió el encargo de festejar la victoria de los hijastros de Augusto, Tiberio y Druso, sobre los pueblos célticos de los Alpes (15 a.C.), y esto supuso el origen de su rezagado libro IV de las Odas. Los temas de sus odas son los propios del género lírico, de estirpe griega, a los que el poeta añadió algunos temas de raigambre romana. Son de genealogía griega grandes temas como:  los poemas de banquete (συμποτικά), que cantan los días de vino y rosas en compañía de amigos y, eventualmente, en compañía de alguna mujer de vida más o menos alegre.  la tradición hímnica, la de alabanza a los dioses y a los héroes, que era propia de la lírica eolia. El plano en que Horacio utiliza esta tradición es ya meramente literario, muy alejado de su función religiosa primigenia, vinculada a los ritos y mitos de la “polis”.  Los asuntos políticos y patrióticos son otra caudalosa fuente para el poeta.  los poemas de amor (ἑρωτικά). Con respecto a esta poesía amorosa, y en lo que respecta a su comparación con la poesía amorosa de Catulo, hay que afirmar que sería erróneo considerar todas y cada una de sus historias de amor por mujeres como testimonios de experiencias personales. En general sus amoríos no tienen el fumus veritatis (el tono de la auténtica pasión) que desde el primer momento percibe el lector de Catulo, o de los poetas elegíacos Tibulo y Propercio. Parece que más bien, Horacio tiene ante el amor, la mirada del espectador, y no la mirada del que participa con toda su alma y pasión, como veíamos en Catulo. El amor de Horacio parece un amor tomado en frío. Además, para corroborar esto, ayuda saber que no nos han llegado testimonios de ningún amor duradero y es sabido que nunca se casó13.

A su vez, las Odas aportan otros temas que son consecuencia de la asimilación de géneros y tendencias variadas, sin que se pueda aludir directamente a un correlato griego. Uno de estos temas es el del encumbramiento de la propia vocación poética: el poeta es un vate, solemne palabra latina de raigambre religiosa, bajo la que se define el que es capaz de conocer e interpretar las palabras de los dioses. El poeta es también para Horacio un sacerdote de las musas, capaz de convertir en inmortal todo tema o persona a la que cante en sus versos, ya se trate de un amigo, como Lolio (IV, 9) o una fuente como la amable Bandusia (III, 13)14. Esta actitud ante la poesía fue heredada después por los poetas románticos y por el modernismo español desde Rubén Darío hasta Juan Ramón Jiménez, que titula uno de sus libros Dios deseado y deseante. No nacen de la nada estos temas, pues ya se anunciaban en Calímaco (III a.C.), pero Horacio los encumbra a los temas eternos de la poesía y les da una voz imperecedera. Su sentido particular de la naturaleza es también una aportación propia y genuina de Horacio. Esta aportación es doble, por una parte el canto a la naturaleza como espacio (el paisaje) y por otra parte el canto a la naturaleza como tiempo (el paso del tiempo, el final de todo, la fugacidad de la vida). Estos son temas que se han convertido en horacianos para siempre. De ahí saca esa

que están dirigidas a personas concretas, por su puesto escritas en verso como es propio de esta tradición. Destaca entre éstas la Epítola a los Pisones también llamada Arte poética, que es su testamento literario, y la Epístola a Augusto, epístola en la que se trataba el tema, entre otros, de la querella entre los antiguos y los modernos. Este tema y la forma poética de la epístola, fue fecunda en el Renacimiento. Recuérdese la Epístola moral a Fabio y la inagotable tradición europea de lucha y querella entre lo antiguo y lo nuevo. 13 Vid. apéndice Odas I. V. 14 Vid. apéndice.

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conclusión tan mencionada del “disfrute de la vida”, su carpe diem y de lo que nos queda de nuestra precaria vida (I 4, I 11, IV 7)15. Es también propio de Horacio su elogio y gusto por la vida del campo, frente a las inquietudes de la vida urbana, pensamiento que por otra parte es marcadamente epicúreo. Es lógico que la alabanza del campo no fuera tema propio de la poesía hasta que no se produjo un auge de la vida ciudadana y cosmopolita, hecho que ocurrió en la época helenística. Siempre la ciudad, hoy en día también, la vida urbana estimula la nostalgia de la vida rural y campesina. En este sentido, parte de Horacio también, por mediación del griego Teócrito, la invención del locus amoenus. Son muchas también las Odas dedicadas a la alabanza de sus amigos. Dice el propio poeta:«Nada compararía yo a un amigo querido, estando en mis cabales» (Sát. I 5, 44). En esta sección se consideran también los poemas de despedida a un amigo o aquellos en los que los invita a participar en las alegrías de un simposio. En fin, afloran también con frecuencia poemas de carácter sapiencial. Se trata de ideas concernientes a la filosofía de la vida. Entre estas ideas que han pasado a la posteridad como parte del legado horaciano se pueden citar: lo efímero de la vida humana, la consiguiente conveniencia de disfrutar de la vida mientras se pueda; la de mantener, incluso en la virtud, el sano punto medio16; la de no apegarse a las riquezas, que se van igual que vienen, la de no ambicionar honores que pueden derivar en desastres. Todo esto consejos para poder vivir la vida más plena y sabia posible. Estos temas expresados en un latín y con un ritmo impecables han construido los fundamentos de la poesía que habría de venir después de Horacio y constituyen por si mismos un monumento a la sabiduría, la delicadeza y la sensibilidad humanas. El caudal poético que parte de Horacio alcanza una profusión considerable: Petrarca (s. XIV), Ariosto (s. XV), Garcilaso de la Vega (s. XVI), Fray Luis de León (s. XVI), Ronsard (s. XVI), Ben Jonson (s. XVI-XVII), Milton (s.XVI), en una lista interminable que abarca toda la historia de la poesía, haciéndose verdad la máxima horaciana: exegi monumentum aere perenium. PUBLIO OVIDIO NASÓN (Sulmo 43 a.C- Tomis- Constanza 17 d.C) Nacido en Sulmona en el año 43 a.C, terrible fecha que marcaba el año del asesinato de Cicerón, esforzado defensor de Roma y su república, asesinado por los sicarios de Antonio. Ovidio pertenecía a la clase ecuestre, por lo que gozó de los privilegios de esa clase que se correspondería con lo que en el XIX y en el XX se llamaba alta burguesía. El propio Ovidio nos informa en sus Tristia (10 aprox.), cartas escritas desde su destierro del Ponto que están pergueñadas de datos autobiográficos, que fue a Roma a estudiar retórica, lo propio de todo hombre que se dispusiera a destacar en el mundo de las letras o de la carrera política. La inclinación de Ovidio hacia la poesía es temprana: estaba además dotado de un talento natural. El mismo reconoce que todo lo que escribía le salía en verso (Tristia IV). Hizo el consabido viaje a Atenas donde estudió filosofía. Intentó, muerto su hermano que tenía un gran talento para el foro y la política, dedicarse a la carrera política. Quería con esto agradar a su padre, pero su trabajo como inspector de cárceles fue un verdadero fracaso. Ingresó en el círculo de Mecenas Corvino, que supo comprender su talento. También cultivó la amistad de otros poetas, entre ellos Propercio y Tibulo. De Horacio dice haberle escuchado recitar y de Virgilio sólo guarda un recuerdo borroso y la pena de no haberlo podido conocer mejor. Aunque no lo conociera su peso era grande. Si Ovidio 15

I. 4 en apéndice.

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Vid, apéndice Odas II. 10

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deseaba igualar o adelantar al gran vate de La Eneida tenía que buscar unos caminos que no hubieran sido abiertos por el poeta venusino. Así, cuando Ovidio cultiva el metro épico lo hace bajo la forma de un gran poema mitológico Metamorfosis (8 a.C.), camino que Virgilio había dejado inexplorado. Al igual que Horacio, poseía Ovidio una casa de campo en las afueras de Roma en donde componía sus obras. En el año 9 d.C.C.se le condenó a un destierro en Tomis, en el Mar Negro, en el bárbaro país de los geta. Sufría castigo de relegatio, que ni implicaba la pérdida de sus bienes ni la ciudadanía, frente a la deportatio . La lejanía de Roma le consumía. Esto se puede ver en sus Tristia y Epistulae ex Ponto (10 d.C.) Una vez en Tomis hizo todo lo posible por conseguir el perdón y volver a Roma, pero todo fue inútil, incluso tras la muerte de Augusto(14 d.C). Sus obras escritas en Tomis, arriba mencionadas testimonian su sufrimiento y todos sus intentos por volver, pues dirige cartas a amigos, familia y personas influyentes en las que se lamenta por el destierro e intenta influir sobre Roma para que se le confiera el perdón, que nunca llegó. Las causas del destierro fueron dos, según palabras del propio poeta: carmen et error. El carmen era Ars amandi, recetas de amor para conquistar sin reparos a las damas. Este libro minaba los esfuerzos imperiales por elevar las costumbres y afianzar los valores tradicionales de la sociedad romana: familia, religión, virtud, como quedó de manifiesto en las Leyes Julias del 18 a.C. que restablecían valores tradicionales para la familia y la sociedad. No hay que olvidar que en el año 27 a.C. a Augusto, además de otorgarle el título de Imperator se le había nombrado curator morum (valedor de las buenas costumbres). El Ars amandi demolía la construcción virgiliana del hombre pius, que Eneas ejemplifica, como aquel que salvaguardaba los valores de la familia, la religión y su gente o nación. En cuanto al error no se sabe a ciencia cierta de qué se trataba. El poeta se inauguró con una obra lírica Amores(23-8 a.C.), en concreto elegíaca, poesía de tono vivencial amoroso, al estilo de los poemas de amor de Catulo, y también de Tibulo y Propercio. La elegía romana tiene como protagonista al poeta frente al vates o poeta inspirado por los dioses (poeta profeta), que es propio de la poesía épica. El poeta es un amador (amator), que ama a una señora (domina) o a una joven (puella) o a su amiga (amica). El amador no se dedica a las armas sino que milita en el ejército del amor (militia amoris), pues se entiende el amor como lucha 17. Sufre por su amor muchas penalidades, apuros, desasosiegos, frustraciones, lamentos como el del poeta ante la puerta de la amante cerrada, topos llamado “paraklausithyron” (I, 6)18. Siguiendo el típico tono elegíaco el poeta se lamenta me miserum! (Amores I. 5, II 12) y se declara esclavo por amor (servitium amoris) ( II 17). No falta tampoco en este tipo de poesía los denuestos contra el dinero o el amor venal (Amores I, 10; III, 8). Ovidio organiza sus Amores en torno a la figura de Corina. Pese a que en los Amores es donde más se ejemplifican los valores y temas poéticos que hemos expresado, éste maestro del dístico elegíaco, compuso también en ese metro su Ars amatoria (2.a.C.), Remedia amoris (5 d.C.), Fasti (12 d.C.), calendario poético que describe las diversas fiestas romanas y que ensalzaban a Roma y a la familia Julia, pero estas alabanzas llegaban tarde ya. Epistulae Heroidum (5 d.C.), veintiún cartas de amor ficticias, dirigidas por heroínas mitológicas a sus amantes, Tristia y Epistulae ex Ponto (10 d.C.). Todas estas obras junto con Metamorfosis (8 a.C.)son ejemplo de la facilidad de Ovidio para el verso y la poesía. Se le acusa de no mostrar cuestiones profundas, lo cual le ha valido la acusación de ser esclavo de su propio talento: la facilidad lucha muchas veces contra la profundidad, que surge del esfuerzo. Sin embargo es justo decir que el tema del amante servidor de una dama fue de gran importancia en el nacimiento de la poesía trovadoresca y la poesía del amor cortés. También 17 18

Apéndice, Ovidio, Amores I. 9. Apéndice, Ovidio, Amores I. 6

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Petrarca, Chaucer, Juan Ruiz fueron fieles seguidores del poeta de Sulmo. Sin embargo, en el mundo romano fue tanto el magisterio de Ovidio en el uso del dístico elegíaco para la poesía amoroso, que después de él, esa forma métrica se uso para el epigrama por ejemplo Marcial, pero ya no se usó más para la poesía amorosa. Aunque en el terreno del verso mítico-épico, su Metamorfosis fue una fuente de inspiración para escritores y artistas de todas las épocas, como Shakespeare, Goethe, Velázquez, Picasso, Haendel o Strauss, habiendo desempeñado un papel fundamental en la fijación de la mitología grecolatina como parte de nuestra cultura.

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