La poesía nica en 166 antologías

Jorge Eduardo Arellano La poesía nica en 166 antologías (1878-2012) Managua, Nicaragua, 2013 Academia Nicaragüense de la Lengua 4 Ediciones de la

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Jorge Eduardo Arellano

La poesía nica en 166 antologías (1878-2012)

Managua, Nicaragua, 2013 Academia Nicaragüense de la Lengua

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Ediciones de la Academia Nicaragüense de la Lengua Título: La poesía nica en 166 antologías (1878-2012) Consejo Editorial: D. Jorge Eduardo Arellano (coordinador), D. Sergio Ramírez Mercado, D. Francisco Arellano Oviedo, D. Pedro Xavier Solís Cuadra, D.a Rosario Fiallos de Aguilar, D.a Isolda Rodríguez Rosales, D. Julio Valle-Castillo Autor: Jorge Eduardo Arellano Diagramación: Lydia González Martinica. PAVSA Cubierta: portada de la antología Parnaso nicaragüense (1912). Composición de Francisco Arellano Jr. PAVSA Managua, enero de 2013

N 861.44 A679

Arellano, Jorge Eduardo La poesía nica en 166 antologías (1878-2012) / Jorge Eduardo Arellano. —1.a ed.— Managua: Academia Nicaragüense de la Lengua, 2013 173 pp. ISBN : 978-99964-880-2-3 1. EDICIONES BIBLIOGRÁFICAS 2. POESÍA-PUBLICACIONES SERIADAS 3. LITERATURA NICARAGÜENSE

© Academia Nicaragüense de la Lengua, 2013. ® Todos los derechos reservados.

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Contenido Prólogo....................................................................................7 PRIMERA PARTE Antologías nicaragüenses...................................................17 SEGUNDA PARTE Antologías internacionales..............................................109 Bibliografía citada...............................................................151 Apéndice La poesía nicaragüense vista desde el exterior / Franklin Caldera............................................................155 Índice de antólogos.............................................................161 Índice de antologías de poesía nicaragüense......................165

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Prólogo La poesía escrita en Nicaragua es una de las mejores no solo en América Latina, sino quizá en el planeta todo. Roberto Fernández Retamar “Prólogo a Ernesto Cardenal”, Casa de las Américas, núm. 134, septiembre-octubre, 1982, p. 40

Una poesía con un inmenso valor en el conjunto del idioma y que, salvo por autores muy concretos, es injustamente poco conocida. Daniel Rodríguez Moya Poesía nicaragüense. Antología esencial. Madrid, Visor Libros, 2010, p. 75

Los museos de la poesía: un libro modelo ESTE RECUENTO crítico de las antologías poéticas nicaragüenses tiene de modelo el libro editado por Alfonso García Morales, Los museos de la poesía. Antologías poéticas modernas en español, 1892-1941, un volumen de 659 páginas, iniciado con dos lúcidos estudios: “Función canonizadora y estructura intertextual de la antología poética” y “De Menéndez Pelayo a Laurel. Antologías de poesías hispanoamericanas y de poesía hispánica (1892-1941)”. En el primero, García Morales despliega una reflexión sobre el fenómeno antológico, sustentada en autoridades

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como los españoles Pedro Salinas, Guillermo De Torre, Claudio Guillén y los hispanoamericanos Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes y Jorge Luis Borges, cuyos aportes a la tradición teórica de la antología en lengua española rescata y precisa; por ejemplo, el viejo e insoluble “pleito de las antologías”, término acuñado por De Torre. Pero García Morales privilegia la definición del scholar Claudio Guillén: la antología no es sino “una forma colectiva intertextual que supone la escritura o relaboración, por parte de un lector, de textos ya existentes mediante su inserción en conjuntos nuevos”. Así, al antólogo se le considera un superlector de primer rango con el objetivo especial de contribuir al proceso de canonización literaria. Es decir: a la conquista de un espacio necesario para construir y ordenar la literatura, jerarquizarla; consagrar textos y autores como modelos duraderos y dignos de ser estudiados. He ahí el sentido de lo canónico que replanteó Harol Bloom en su controversial libro The Western Canon (1994). Partidario de la lectura puramente hedónica de la literatura, Bloom afirma “que el canon es una elección entre textos que compiten para sobrevivir, una elección que no la hacen los grupos ni las instituciones, sino los escritores angustiados siempre por la prioridad y en permanente lucha creativa contra sus precursores”. Para el teórico inglés, la virtud canonizadora no es ideológica ni moral; consiste en “la fuente estética que se compone primordialmente de la amalgama siguiente: dominio del lenguaje metafórico, originalidad, poder cognitivo, sabiduría y exuberancia en la dicción”. Por eso no comparte las propuestas de la “Escuela del Resentimiento”: una infame turba de feministas, afrocentristas, marxistas, neohistoricistas foucaltianos y deconstructivistas, que juzga las obras literarias según criterios extraestéticos: como documentos de clase, raza o género. Pero García Morales objeta que Bloom

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prescinde intencionalmente de toda consideración histórica social del canon y que no se cuestiona su propio punto de vista anglocéntrico. En el segundo estudio, el mismo editor de Los museos de la poesía analiza dieciocho antologías que abarcan un lapso de cincuenta años: de 1892 a 1941, o sea desde la Antología de poetas hispano-americanos de Menéndez Pelayo hasta Laurel (editada en México por la editorial Séneca). Si la antología encargada por la Real Academia Española al letrado santanderino la motivó el Cuarto Centenario del Descubrimiento de América, Laurel —o Antología de poesía moderna en lengua española— surgió en la inmediata posguerra civil e inicio del exilio intelectual español en América; no en vano dos de sus colaboradores procedían de la península: Emilio Prados (1899-1962) y Jean Gil-Albert (1904-1994).

Rubén Darío y su presencia imprescindible Pues bien, Rubén Darío —como era de esperarse— figura en todas las selecciones poéticas hispanoamericanas, y en algunas españolas, publicadas hasta entonces, por ejemplo Antología americana: Colección de composiciones escogidas de los más renombrados poetas americanos (1897), editada por Montaner y Simón; Joyas poéticas americanas. Colección de poesías escogidas originales de autores nacidos en América (también de 1897) del argentino Carlos Romagosa; Tesoro del parnaso americano. Colección de poesías escogidas de los más ilustres poetas de Hispanoamérica (1903), lanzada por Maucci; La corte de los poetas. Florilegio de rimas modernas (1906) del español Emilio Carrere; La joven literatura hispanoamericana. Antología de prosistas y poetas (también de 1906), de otro argentino: Manuel Ugarte; Antología de poetas modernistas americanos, con un ensayo acerca del modernismo por

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Rufino Blanco Fombona (1913) de Claudio Santos González; Antología poética hispano-americana. Con notas biográficas y críticas (1919-1920) del también argentino Calixto Oyuela; Las cien mejores poesías modernas (1925) de Mundo Latino; Poetas hispano-americanos 1810-1926 (1926) del chileno Eduardo Solar Correa; Poesía española. Antología (1934) del español Gerardo Diego; Antología de la poesía española e hispanoamericana. 1882-1932 (1934) del también español Federico de Onís y Una antología de la poesía moderna española desde Rubén Darío hasta Rafael Alberti (¿1935?) de J. E. Pastor y G. J. Geers. De la docena anterior solo he incorporado al presente recuento el Tesoro del parnaso americano (1903) y La joven literatura hispanoamericana (1906), pues en ellas aparecen respectivamente —junto a Darío— los nicaragüenses José María Mayorga Rivas y Santiago Argüello. Por tanto, prescindo de antologías con un único representante de Nicaragua. Es el caso, por ejemplo, de Rubén Darío en Hispanic Anthology (1920) del estadounidense Tomas Walsh, Les Cinq Continents. Anthologie mondial de la poésie contemporáine (1922) del escritor en alemán y francés Iván Goll (1891-1949), en Antología de la poesía hispanoamericana / Desde Rubén hasta nuestros días (1945) del español Leopoldo Panero, en An Anthology of Hispanic American Literature (1946), en Mapa de la poesía negra en América (1946), en Lecturas americanas (1948), en The Pinguin Book Spanish Verse (1956), introduced and edited by J.M Cohen, en Poesía hispanoamericana / Antología (1959) de la española María Victoria Cortés y en Poesía de América (1979) de la boliviana María Isabel Muñoz de Reyes. Y también los casos de Antonino Aragón en El Parnaso Centroamericano (1888), del guatemalteco José García Salas; Solón Argüello en Florilegio de poetas revolucionarios (México, 1916) del mexicano Juan B. Delgado; Salomón de la Selva en Índice de la nueva poesía americana (1926) del

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peruano Alberto Hidalgo (1897-1967) y en An Anthology of Contemporary Latin American Poetry (1942) de Dudley Fitts; Ernesto Mejía Sánchez en Cinco poetas hispanoamericanos en España (1955); Pablo Antonio Cuadra en Antología de la poesía católica del siglo XX (1964) del español Emilio del Río s.j., Poesía Latinoamericana del siglo XX (1970) de la argentina Susana Zanetti y Antología del Primer Festival Internacional de Poesía Morelia 1981 (1982) del mexicano Homero Aridjis; Joaquín Pasos en Tres poetas contemporáneos (1987) del cubano Raúl Hernández Novás; Blanca Castellón en Seis voces celestes (2004) del español Emilio Ballesteros; Tania Montenegro en Zurdos / Última poesía latinoamericana (2005) de los chilenos Yanko González y Pedro Araya; Suad Marcos en Nueva poesía hispanoamericana (2007) del español Leo Zelada; y Vidaluz Meneses en Voces de mujeres en la literatura centroamericana (2012) de las españolas Julia Batella y Concepción Bados.

Antologías nacionales e internacionales Asimismo, el material bibliográfico aquí procesado lo he dividido en dos partes. La primera contiene antologías nacionales editadas tanto en el país como en el extranjero. Y no solo en libro, sino en revistas. En cuanto a la segunda parte, comprende antologías internacionales (binacionales, de dimensión centroamericana, hispanoamericana, latinoamericana, iberoamericana, hispánica y mundial). Ambas partes se ordenan cronológicamente. De esta manera registro una cantidad respetable de obras: 165. Cada una es descrita en sus aspectos formales, contenidos, recepción y, cuando lo amerita, se valora su aporte y significación.

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Los talleres de poesía Nicaragua revolucionaria

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Dentro de las nicaragüenses —las primeras 96— omití las generadas por los Talleres de Poesía promovidos por Ernesto Cardenal, desde el Ministerio de Cultura, a principios de los años ochenta, ya que ese experimento fue más político-social que literario. En realidad, consistió en una campaña de alfabetización poética que enseñaba, reglamentándolas, técnicas elementales a principiantes para que en el futuro superasen ese nivel y pudiesen forjar su propio estilo. Pero el experimento fracasó al no impedir que su simplicidad antirretórica degenerase en simplismo, instituyendo una neoretórica, como lo advirtió Carlos Martínez Rivas (“3 puntos sobre el oficio de poeta”, Nuevo Amanecer Cultural, 5 de abril, 1983) y al no engendrar ningún poeta con personalidad propia o notable desarrollo posterior. Sin embargo, como fenómeno colectivo —o masificación de la técnica “exteriorista” para escribir versos libres— resultó un éxito. Unos mil cien nicaragüenses, en su mayoría jóvenes de extracción popular, participaron durante siete años en 68 talleres leyendo y escribiendo bajo una misma orientación dirigida. Más aún: sus poemas se antologaron en obras como Poesía campesina de Solentiname (1980), Talleres de Poesía (1983, 1986), Poesía de la nueva Nicaragua. Talleres populares de poesía (México, Siglo XXI editores, 1983) y Fogata en la oscurana. Los Talleres de poesía en la alfabetización (1985), las cuatro seleccionadas y prologadas por Mayra Jiménez. O se tradujeron al inglés, italiano y alemán. Los siguientes títulos en el primer idioma lo confirman: A Nation of Poets: Writings from the Workshops of Nicaragua, translated with an introduction by Kent Johnson; with a new interview of Ernesto Cardenal (Los Ángeles, West end Press, 1985); A dream made of stars: a bilingual anthology of Nicaraguan Poetry, edited by Clif

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Ross (Berkeley, Co-press, 1986); Poems of love and revolution. From the Nicaraguan Poetry Workshops. Bilingual Edition, translated by John Lyons and I. Forster (London, Nicaragua Solidarity Campaign, s.d.); y Nicaraguan peasant poetry from Solentiname, edited by David Gullette (Albuquerque, New Mexico, West and Press, 1988). Cabe citar, además, los volúmenes en italiano: E gli airioni sulle rive da lontano (Vecenza, Cooperativa Libraria Popolare, 1982) y en alemán: Gedichte aus poesia-erkstatten Nicaragua in deutschen Nachdishtungen und Ubersetzungen (Tubinggen, As-Verlag, 1984).

Omisiones involuntarias También he omitido, contra mi voluntad, cuatro muestras breves: Poesía posconciliar nicaragüense (Managua, Ediciones de Librería Cardenal, 1968): una plaquette de 15 páginas; “Novísima poesía nicaragüense” (Mundo Nuevo, París, núm. 50, agosto, 1970, pp. 32-42) que compiló Iván Uriarte; “Poesía última nicaragüense” (Tertulia, San José, Costa Rica, núm. 5. 1973, pp. 9-15), prologada y seleccionada por Beltrán Morales; y la sección “Nicaragua” (Alero, Guatemala, núm. 10, marzo, 1973, pp. 3-26). Alguna vez se hallaban en mi estudio-biblioteca y no ha sido posible recuperarlas. Mucho más lamento no haber localizado ejemplares de la publicación en Pianura, una revista de Roma (núm. 6, gennaio, 1980, pp. 69-90): “Undice poeti del Nicaragua” / A cura de Carlo Carlucci, que incluye 11 poemas de 10 poetas; de la única antología de poesía nicaragüense editada en Australia: Poetry of the Nicaraguan Revolution / Edited and translated by War Wick Fry & Jeff Casse (Sidney, Pathfinger Press for the Central American Resource, Project, 1985), de 215 páginas; y de la selección de 14 poemas escritos por mujeres —y traducidos al holandés—

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en Aan een vriendin in een ver land (Rotterdam, rojinegra, 1987): un volumen de 53 páginas. Otro sí, muchísimo más lamento la ausencia de dos obras: una internacional y otra regional. Me refiero a la Antología poética hispanoamericana (La Plata, Ediciones Platense, 1969, tomo II) del argentino Mario Marcilasse. Franklin Caldera se refiere a ella en su artículo —predecesor de estas páginas— “La poesía nicaragüense vista del exterior”, reproducido en el apéndice. Y también aludo a la Antología poética rivense (Managua, Tipografía Progreso, 1950) de Gilberto Barrios y Gabriel Urcuyo Gallegos, que consta de 62 páginas. Con todo, ese material —ante los 165 ejemplos aquí registrados— no altera la rica tradición antológica de la poesía nicaragüense ni su proyección fuera del país. Ambas —tradición y proyección— se reflejan ampliamente en este trabajo, publicado en saludo al Noveno Festival Internacional de la Poesía de Granada y que se dedica, igualmente, a Ernesto Cardenal. Como se verá, el aporte de este al proceso antológico de nuestra poesía ha sido fundamental y determinante, sin olvidar que a él se le debe el primer ensayo crítico sobre la materia: “Ansias y lengua de la nueva poesía nicaragüense”, escrito a los veintiún años con una precoz madurez sin continuadores. El mismo Festival Internacional de la ciudad más antigua de América —conservada en su asentamiento primigenio— ha promovido e impulsado la elaboración de antologías, como también se verá; y sus memorias anuales han constituido compilaciones antológicas que se toman en cuenta dentro de la segunda sección de estas páginas. Durante su elaboración recibí la ayuda de Francisco de Asís Fernández y Gloria Gabuardi, de Julio Valle-Castillo e Isolda Hurtado, de Pablo Kraudy y Helena Ramos, de Luis Alberto Tercero y Blanca Castellón. También hago

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constar mi agradecimiento a Flory Luz Martínez Rivas por levantar su texto y a la Academia Nicaragüense de la Lengua por editarlo. JEA Managua, diciembre, 2012-enero, 2013

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