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LA PRACTICA PROFESIONAL DE LA PEDAGOGIA
Alfredo L. Fern´ andez.*
Introducci´ on El tema de la pr´ actica profesional de la pedagog´ıa se puede abordar a trav´es de la delimitaci´on e identificaci´ on de las pr´ acticas de trabajo que desempe˜ nan los mismos pedagogos. Esto lleva a plantearse el siguiente problema: si por el hecho de que los pedagogos o sus suced´aneos profesionales realicen un conjunto de pr´ acticas t´ecnico profesionales, cualesquiera que ´estas sean, se podr´ıa hablar emp´ıricamente del reconocimiento o la conformaci´on de una profesi´on, lo cual ser´ıa una pretensi´on diferente a la constituci´ on de una profesi´ on exclusivamente conformada por las caracter´ısticas, los prop´ositos, los contenidos y los m´etodos de una carrera que se imparta por medio de un plan de estudio. En vista de lo anterior, es prop´ osito de este ensayo realizar una escueta exposici´on de algunas tesis, conjeturas, hip´ otesis, interrogantes, datos y tendencias sobre las posibilidades que tiene la pedagog´ıa de desarrollarse como profesi´ on. Es menester, antes de iniciar esta argumentaci´on, establecer una precisi´on sem´antica sobre la diferencia entre profesi´ on y carrera. En primer lugar, se debe se˜ nalar que ´estos no son t´erminos intercambiables, pues profesi´ on es el conjunto de conocimientos t´ecnicos aplicados a la resoluci´on de problem´aticas espec´ıficas, y se constituye por una o varias pr´ acticas profesionales cultural o legalmente sancionadas por la sociedad. Por otro lado, carrera es la formaci´ on escolar o semiescolar para una o varias pr´acticas profesionales por medio del aprendizaje de las teor´ıas, los m´etodos, las t´ecnicas, los casos y los datos relativos a los diversos campos del ejercicio profesional especifico. La pedagog´ıa como profesi´ on El desarrollo, de la pedagog´ıa1 -en t´erminos de los planes y centros de estudio en el pa´ıs- ha sido r´apido y creciente. El “boom” educativo que surgi´ o despu´es del a˜ no de 1968 y se encauz´o con la llamada “Reforma Educativa” del sexenio del presidente Luis Echeverr´ıa trajo consigo dos cosas: por un lado se requiri´ o un manejo profesional de ese campo en expansi´on; por el otro lado, el mercado de trabajo, que tradicionalmente hab´ıa sido limitado y exclusivo para los normalistas, creci´o, se especializ´o y atrajo la atenci´on de los centros de formaci´ on superior y de los profesionistas potenciales de ramas no siempre afines a la pedagog´ıa. Las dependencias oficiales y los organismos del campo educativo promovieron y crearon una gran infraestructura de reflexi´ on y servicios educativos, todo ello aparejado a un patr´on de crecimiento de la oferta educativa y de la consolidaci´ on de la masificaci´ on de la ense˜ nanza. El campo profesional de la educaci´ on y la incidencia de diversos profesionistas en el fue vasta. Los desplazamientos profesionales fueron copiosos: desde ingenieros y cient´ıficos hasta fil´osofos y poetas invad´ıan plena y llanamente el campo profesional de la educaci´on. Este vertiginoso paso se mantuvo hasta el a˜ no de 1982, per´ıodo a partir del cual se iniciaron agudos recortes -de todo tipo- al conjunto educativo, recibiendo la puntilla ´este con el adelgazamiento del gobierno federal en 1985. Hasta ese momento, el campo profesional de la educaci´on no estaba dominado por los pedagogos, sino por un ej´ercito de profesionales de diversas disciplinas (algunas ajenas de forma tajante a la pedagog´ıa). Este dominio se ejerc´ıa a partir de dos vertientes: la experiencia profesional en educaci´on adquirida por algunos profesionales durante su desempe˜ no en el campo educativo, y los grados adquiridos, por otros, en el campo * Coordinador
General de Apoyo a la Planeaci´ on. ANUIES adelante nos referimos a la pedagog´ıa reemplazando otras acepciones, tales como: Ciencias de la educaci´ on, teor´ıa educativa, disciplinas educativas (Sociolog´ıa de la Educaci´ on, Administraci´ on Educativa etc´ etera). 1 En
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de las ciencias de la educaci´ on, habi´endose titulado anteriormente de otra carrera. De esta manera, los unos y los otros se volvieron hegem´onicos en el campo mismo de la profesi´on, y dieron origen a una “especie profesional” que bien podr´ıa llam´arsele de los “educ´ologos”2 a fin de diferenciarlos de otros profesionales. Por otro lado, el campo profesional de la educaci´on fue tradicionalmente terru˜ no de los normalistas y algunos encumbrados intelectuales convertidos a la pedagog´ıa. No obstante la expansi´on del sistema educativo, los normalistas no transformaron su papel en forma cualitativa y tampoco los pedagogos aprovecharon esa magn´ıfica oportunidad.3 A partir de las reformas aplicadas a la Ley Federal del Trabajo se supuso que los pedagogos tendr´ıan un campo propio de dedicaci´ on profesional. Esto no fue as´ı del todo, aunque un gran n´ umero de ellos realizan hoy actividades de capacitaci´ on, teniendo como contrincantes a diversos profesionistas, entre los que destacan especialmente los psic´ ologos y los administradores. Es ampliamente aceptado que la pedagog´ıa como profesi´on se encuentra en encrucijada; las luchas y disputas interprofesionales por la dominaci´ on y posesi´on del campo profesional han tenido un car´acter permanente. En cierta medida, su ambig¨ uedad conceptual, social, profesional, debilita a la profesi´on en su lucha y disputa por el dominio y la hegemon´ıa de las pr´ acticas profesionales de la educaci´on. Existen contrincantes de la pedagog´ıa que, ante el crecimiento de la demanda y proliferaci´on de los estudios en pedagog´ıa y en educaci´ on, han llegado a preguntarse si toda esa din´amica socioeducativa traer´a algo bueno cuando ellos mismos suponen que la pedagog´ıa se aprende (en forma emp´ırica) educando y haciendo. Este cuestionamiento, probablemente no tan infundado, pero maniqueo, se˜ nala, sin embargo, una carencia de la pedagog´ıa: su identidad profesional y cient´ıfica. En efecto, en la pedagog´ıa el debate sobre la materia de su estudio ha producido una diversidad de corrientes en los planes de estudio. La mayor´ıa de ellas provenientes de lo que algunos llaman la periferia de la pedagog´ıa: las ciencias y t´ecnicas de la educaci´on; o sea, las derivaciones te´ oricas de todas aquellas disciplinas sociales, naturales y human´ısticas que toman como objeto particular el fen´ omeno y el hecho educativo. Es a partir de esa multiplicidad de enfoques y posturas, ordenados y reordenados curricularmente en forma casi aleatoria o espont´ anea sobre la formaci´on profesional en educaci´on, que el profesional de la pedagog´ıa resulta algo difuso y confuso. M´ as a´ un, si las derivaciones de esta multiconcepci´on, plasmada de estilos y corrientes te´ oricos y metodol´ ogicos que provienen de todas esas disciplinas (y aunadas al normalismo), producen e impregnan la concepci´ on cultural de esa profesi´on. Por consiguiente, los empleadores no necesariamente encontrar´ an en la pedagog´ıa algo u ´til o esencial para ser tomado en cuenta; al contrario, pensar´ an que ella, por su sustrato ancestral de tipo idealista (que contin´ ua difundi´endose), forma parte de aquellas profesiones que persiguen un conocimiento meramente human´ıstico como la filosof´ıa, la literatura, etc´etera. Por otro lado, los profesionales de la pedagog´ıa existen incipientemente como gremio. La profesi´on del pedagogo no posee la fuerza gremial propia de otros profesionistas porque carece de una comunidad integrada por valores propios y compartidos (esto es, v´ınculos y lazos que se manifiestan con un car´acter ritual), porque no cuenta con un campo delimitado (no ambiguo) de ejercicio profesional, porque su capacidad todav´ıa es exigua para reproducirse de forma diferente a la multiplicaci´on de planes de estudio y de reformas a los existentes, porque su incidencia es casi nula en la producci´on de proyectos estrat´egicos para la naci´ on y en su baja producci´ on de cuadros de liderazgo, porque tiene un insuficiente poder sobre alguna(s) esfera(s) espec´ıfica(s) de la sociedad, entre otras cosas. Por lo anterior, es esencial para la pedagog´ıa discutir, proponer y fundamentar preliminarmente un discurso sobre ella misma en cuanto a sus problemas de identidad te´orica y profesional; en cuanto a sus relaciones con otras profesiones semejantes o complementarias; en cuanto a la relaci´on que se tiene con profesiones ajenas; y, finalmente, en cuanto a las perspectivas de desarrollo de un campo profesional definido y propio. O en caso 2 un miembro de la Academia Mexicana de la lengua, conocido por su columna period´ ıstica, estima que ese neologismo es correcto en cuanto a lo que trata de designar. 3 La experiencia formativa que tuvieron los congresos Pedag´ ogicos en el forjamiento de cuadros de alto nivel en la primera d´ ecada de este siglo parece no haberse vuelto a repetir.
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contrario, habr´ a que plantearse cr´ıticamente si el futuro de la pedagog´ıa se encontrar´a en una separaci´ on de los agregados (disciplinarios) existentes y por ello podr´ıa ya hablarse correctamente de profesionales en did´ actica o en tecnolog´ıa educativa, o en administraci´on y planeaci´on educativa, o en historia de la educaci´ on, etc´etera. En fin, deber´ıa ser misi´ on de los mismos pedagogos llamar la atenci´on sobre la fragilidad de una vieja y nueva (por parad´ ojico que parezca) profesi´on, sobre la ambig¨ uedad de su campo profesional y de su materia y objeto de estudio, y sobre sus perspectivas de desarrollo. Rasgos actuales de la pedagog´ıa Las carreras de pedagog´ıa o similares (sin incluir aqu´ı algunas de sesgo normalista, que tendieron a disminuir o a separarse de las instituciones universitarias) crecieron en su matr´ıcula m´as que otras carreras del ´area de humanidades, debido a la multiplicaci´ on de las ofertas curriculares, o en raz´on del aumento de la demanda educativa. De hecho, la pedagog´ıa sigui´ o un patr´on de crecimiento acelerado en los a˜ nos setentas, como lo experimentaron la psicolog´ıa, la comunicaci´on, la administraci´on y la computaci´on, entre otras disciplinas. Este patr´ on de crecimiento se debi´ o b´ asicamente a cinco razones: a) un desgaste, en varios sentidos, de las carreras liberales; b) una atracci´ on por lo novedoso, f´ acil y diferente; c) una expansi´ on de la oferta ocupacional; d) una mayor diversificaci´ on de los procesos de trabajo en el sector moderno y en el sector gubernamental; e) una pol´ıtica educacional decidida a cambiar las “vocaciones liberales” de los alumnos que ingresan en la licenciatura. La estad´ıstica reciente establece que durante el per´ıodo m´as cr´ıtico de la crisis econ´omica (1982-1987) se inici´ o un descenso del primer ingreso; esto tiene lugar en 1984 (fen´omeno que se observa generalmente en la totalidad de la educaci´ on superior). Respecto a la poblaci´on escolar y los egresados el fen´omeno se repite. Los planes de estudio, en mayor o menor medida, son semejantes en cuanto a n´ umero de materias, orientaci´ on y paquetes de conocimiento. La estructura curricular presenta modalidades diferentes pero se mantiene la idea original de una preparaci´ on b´ asica con pretensi´on human´ıstica o experimental y de un recorrido por las m´ as variadas y diversas materias. Este recorrido tiene, a veces, ´areas comunes de especializaci´on en los centros de oferta curricular, pero tambi´en presenta particularidades. La carrera de pedagog´ıa parece no tener en lo futuro un peso espec´ıfico mayor del que ahora tiene en el volumen total de las profesiones. Adem´ as, la tendencia prevaleciente en la educaci´on superior, en cuanto a la proliferaci´ on de carreras, tendr´ a un efecto negativo en la magnitud profesional, al menos en t´erminos cuantitativos, de la carrera de pedagog´ıa, porque ´esta se ha multiplicado bajo la forma de licenciaturas parciales (por ejemplo, en administraci´ on educativa, en sociolog´ıa educativa, etc´etera). En cuanto al acceso al empleo y al proceso de trabajo (o sea la pr´actica profesional de la carrera) se presentan las caracter´ısticas siguientes (cabe aclarar que no existen estudios sistem´aticos sobre el comportamiento laboral del pedagogo; por lo tanto, aqu´ı solamente se enuncian ciertas suposiciones basadas en ensayos y estudios parciales y preliminares): Las pr´ acticas profesionales pedag´ ogicas son diversas, tales como la orientaci´on, la capacitaci´ on, la did´ actica, el dise˜ no curricular, la supervisi´on escolar, la administraci´on, la planeaci´on y la investigaci´ on; en todas ellas tiene lugar una gran competencia con otras profesiones. Estas pr´acticas son reconocibles f´ acilmente en el medio laboral y productivo, pero no necesariamente como campos de la pedagog´ıa. Los estudios de mercado de trabajo sobre la profesi´on, como el que public´o el Centro de Estudios sobre la Universidad (CESU) de la UNAM, no ofrecen en sus resultados una evidencia que permita 3
afirmar que la carrera de pedagog´ıa tiene un campo perfectamente delimitado, como lo es para la medicina, la abogac´ıa, entre otras, a excepci´on del ´area del normalismo, debiendo tomarse esto u ´ltimo con precauci´ on anal´ıtica. De los resultados de ese estudio no se podr´ıa inferir que la carrera es una panacea para resolver los m´ ultiples problemas educativos. Por otro lado, y seg´ un las evidencias que los estudios sobre mercado de trabajo profesional han producido, se puede afirmar que el status social y las relaciones profesionales son determinantes en el acceso a los altos niveles jer´arquicos de la estructura ocupacional y salarial, y no necesariamente la posesi´ on de conocimientos t´ecnicos. A pesar del “boom” cuantitativo y cualitativo que tuvo en la d´ecada de los setentas y principios de los ochentas, la carrera de pedagog´ıa no ha ganado en forma definitiva, ni ha afianzado espacios acad´emicos y profesionales propios, diferenciados de sus similares de otras profesiones. M´as a´ un, es pertinente remarcar que sus egresados sufren ya el desempleo y el subempleo profesional. Como afirm´ abamos anteriormente, la carrera no muestra ya un crecimiento en cuanto a demanda educativa, oferta escolar, poblaci´ on estudiantil y n´ umero de egresados y de titulados en los u ´ltimos a˜ nos. Por ejemplo, en las proyecciones de demanda, ingreso y poblaci´on estudiantil de la UNAM se observa todav´ıa un ligero crecimiento que tiende a estabilizarse. El u ´nico cambio brusco que pudiera remotamente presentarse ser´ıa a causa de una transferencia de la elevad´ısima demanda en otras carreras hacia la pedagog´ıa. El cat´ alogo de carreras de la Asociaci´ on Nacional de Universidades e Institutos de Ense˜ nanza Superior (ANUIES), correspondiente a 1986, se˜ nala que en las instituciones de educaci´on superior se ofrecen 45 carreras de licenciatura que suman -gracias a su diversificaci´on geogr´afica e institucional- un total de m´ as de 3,070 oportunidades de formaci´ on profesional (para fines comparativos, n´otese que en Suecia no existen m´ as de 30 carreras). Esta proliferaci´ on de carreras, que algunos califican de monstruosa (por ejemplo, en 1970 hab´ıan s´ olo 113 carreras) y otros identifican con el n´ umero de necesidades sociales atendidas en forma espec´ıfica y no centralizada, muestran tambi´en que la carrera de pedagog´ıa y sus similares han contribuido a incrementar el volumen global de las carreras y profesiones, en un proceso de fragmentaci´on de conocimientos y de pr´ acticas curriculares y profesionales. De esta forma, a la par con esa proliferaci´on de carreras, surgen o se diversifican carreras que irrumpen directamente en el campo de estudio del pedagogo, tales como las carreras de sociolog´ıa de la educaci´ on, administraci´ on educativa, psicolog´ıa infantil, etc´etera. A manera de conclusi´ on ¿Qu´e traer´ a consigo, todo lo anterior, a la carrera de pedagog´ıa? Definitivamente, una p´erdida de terreno en el nivel educativo superior nacional. Esto sugiere una interrogante adicional: que la carrera de pedagog´ıa sea ofrecida en todo el pa´ıs, ¿indicar´ a que esta carrera est´ a demasiado ligada a los centros de educaci´on superior como lo est´an las escuelas normales a la educaci´ on b´ asica? Esta pregunta, junto con otras, deber´ıa depurarse y tomarse como hip´otesis de trabajo si se quiere profundizar en algunas de las causas del desarrollo futuro de la carrera; m´as a´ un, cuando la docencia es una de las ocupaciones principales de los pedagogos. Respecto al mercado de trabajo y la estructura ocupacional es dif´ıcil derivar conclusiones, a menos que se disponga de una encuesta continua del comportamiento del empleo. En el estudio publicado por el CESU se se˜ nalaba que el problema de empleo no era tan grave para los pedagogos, y se dec´ıa que el principal empleador era el sector p´ ublico y educativo, que las ´areas de mayor importancia de la carrera, en el corto plazo, eran las siguientes: docencia, investigaci´on, administraci´on, orientaci´on, supervisi´on y capacitaci´ on. Se podr´ıa asumir que los pedagogos seguir´ an teniendo acomodo en el mercado de trabajo, mientras funcionen como docentes e investigadores en los centros de educaci´on; no obstante dicho aserto, no existen indicios sobre su posible acceso a puestos de nivel alto y medio de decisi´on en el campo educativo.
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La historia de las profesiones muestra que la fortaleza social que llega a alcanzar una profesi´on se debe en mucho a la creaci´ on de una comunidad integrada por valores propios y compartidos, por sus v´ınculos y lazos a veces de tipo ritual, por su campo delimitado de ejercicio profesional, por su capacidad para reproducirse, a trav´es de la formaci´ on de nuevos profesionistas, y por el poder que ´estos ejercen en una esfera espec´ıfica de la sociedad. Cuando se convierten en organizaciones gremiales, estas comunidades de tipo profesional son de vital importancia en la cohesi´ on, identidad, desarrollo y proyecci´on de una profesi´on. Actualmente, la profesi´ on de la pedagog´ıa cuenta con varias organizaciones gremiales de pedagogos y similares, pero sin gran cohesi´ on entre ellas y dentro de s´ı. Por lo cual cabria preguntarse hasta d´onde ser´a posible para la pedagog´ıa crear un organismo fuerte, de cobertura nacional, que tambi´en reconozca a sus similares, sin devenir en cualquiera de las dos grandes corporaciones sindicales de normalistas. Tambi´en cabria interrogarse si el desfiguramiento profesional de la pedagog´ıa es un s´ıntoma que empiezan a padecer ya otras profesiones estables y consolidadas; si estamos asistiendo a la imbricaci´on de varias profesiones entre si, y por consiguiente entrando al terreno de la policompetencia (como lo afirma Edgar Morin); para lo cual la falta de identidad de la pedagog´ıa podr´ıa ser un s´ıntoma de su sobrevivencia en el futuro, al reunirse con otras profesiones en un campo de trabajo de corte multiprofesional.
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