La Superioridad de Cristo en el Libro de Hebreos

La Voluntad de Dios – ¿El Antiguo Pacto o el Nuevo Pacto? 29 Anotaciones Lección 3 La Superioridad de Cristo en el Libro de Hebreos Uno de los tem

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La Voluntad de Dios – ¿El Antiguo Pacto o el Nuevo Pacto?

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Anotaciones

Lección 3

La Superioridad de Cristo en el Libro de Hebreos Uno de los temas magníficos del libro de Hebreos es el de la superioridad de Cristo. Uno podría preguntar, “¿la superioridad de Cristo en relación a qué?” Claro está, la respuesta se compondrá de varias partes. Para ser correctamente contestada, debemos comprender que el autor Hebreo muestra que Cristo es superior a muchas personas y cosas. Cristo no es superior únicamente en una forma, sino en varias. Nuestro propósito en el presente artículo es mostrar su superioridad en una de estas formas.

Cristo es Superior a los Profetas Una lectura de Hebreos 1:1-2 mostrará ésto muy claramente. El hombre, por su propia sabiduría, nunca podrá conocer la infinita mente de Dios (1 Cor. 2:610). Por tanto fue necesario para Dios exhibir su mente y propósitos al hombre. Podemos llamar a ésto el proceso de la revelación. El escritor Hebreo tenía en mente esta revelación, y como ésto fue llevado a cabo en dos eras específicas, o dispensaciones. El siguiente diagrama ilustra esto.

Hebreos 1:1-2

DIOS HABLA

¿CUANDO?

¿A QUIEN?

¿COMO?

Otro Tiempo

A los Padres

Por los Profetas

Postreros Días

Nos Ha Hablado

Por el Hijo

Aquellos en “otro tiempo” (aquellos bajo la antigua ley) aprendieron de la voluntad de Dios por los profetas. Ahora, “en estos postreros días,” (al final de la dispensación de los antiguos profetas) Dios ha revelado Su voluntad por Su Hijo. La carta Hebrea fue dirigida principalmente para aquellos primeros Cristianos de extracción Judía. Habían sido levantados bajo la influencia del Judaísmo. En tales mentes, los profetas naturalmente tenían una posición estimada. Pero estas personas necesitaban comprender que los antiguos profetas Mosaicos ya no eran por más tiempo el medio de la revelación de Dios. Dios les proveyó ahora un medio mejor — Cristo. El sostenía una relación con el Padre que ninguno de los profetas tuvo jamás. Los Hebreos estaban en peligro de retornar a la antigua Ley, y a la enseñanzas de los profetas. El evangelio prohibía ésto. Una abstención del Judaísmo y una penetración al Cristianismo se convirtió en el gran tema de la predicación apostólica (Gál. 5:1-4). Algunos trataron de colocar a Jesús en oposición a Moisés y los profetas, pero ésto no era así. El oficio de Cristo y el de los antiguos profetas era perfectamente compatible. Los profetas Mosaicos apuntaban a Cristo. Jesús mismo una vez dijo “...era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de

HOMBRE OYENTE

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Moisés, en los profetas y en los salmos” (Luc. 24:44). El corrige el pensamiento equivocado de algunos en el Sermón del Monte con respecto a su propósito relativo a los profetas. Dijo, “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mat. 5:17). La palabra “abrogar” es de Katalusai. Esta es derivada de Kata, “una preposición indicando...dirección desde lo más alto a lo más bajo” (Thayer). El término es traducido normalmente “abajo.” La palabra Luo es “desatar” (Thayer). De esta manera tenemos una traducción literal “Desatar abajo.” Jesús estaba diciendo, “No he venido para desatar a los hombres de la restricción de la ley.” Ente tanto que la ley permaneciera, estaba atando, y Jesús no era competidor de la ley y los profetas. Claro que la ley fue quitada en la cruz de Cristo, pero ésto no es lo mismo como decir que Jesús le enseñó a los hombres que no tenían que vivir en conformidad con ésta mientras ella permaneciera. Jesús además habla del “quebrantamiento” de la ley (Mat. 5:19). La palabra “quebrantar” es también de Luo. El está diciendo que cualquier hombre que tratara de liberar a los hombres de la obligación de la ley y los profetas (mientras ella permaneciera) y los enseñara a los demás así, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos. En consecuencia, Jesús no estaba en competición con los profetas. Cumplió las predicciones de ellos con respecto a él. Una vez que esto fue llevado a cabo, los hombres no continuaron por más tiempo bajo la obligación de escuchar a los profetas, sino que estaban obligados a escuchar a Cristo. Este fue un tema de la profecía dentro de sí misma (Deut. 18:15-19). La supremacía del nuevo pacto es evidente a través de los Hebreos. Jesús fue hecho “...fiador de un mejor pacto” (Heb. 7:22). Esto incluye la superioridad del oficio profético de Cristo sobre el de los profetas del Antiguo Testamento. A continuación intentaremos discutir la superioridad de Cristo en otra forma.

La Superioridad de Cristo Sobre los Angeles Es dicho de Cristo, “Hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos” (Heb. 1:4). El tema de la superioridad de Cristo a los ángeles continúa hasta el final del capítulo. Una serie de preguntas de retórica en estos versículos mostrará claramente la naturaleza inferior de los ángeles cuando se comparan con Cristo (v. 5,13-14). Debemos recordar que esta carta fue escrita a los Judíos que se habían vuelto obedientes al evangelio. Como tal, tendrían a los ángeles en alta estima, sabiendo que fueron a menudo los mensajeros de Dios durante el período de tiempo del Antiguo Testamento. En el inculcamiento a los Hebreos de la naturaleza superior de Cristo, ayudaría en el señimiento de la fe de ellos en el evangelio, la cual parecía estar escurriéndose (Heb. 2:1). En Hebreos 1:2, aprendemos que Cristo había sido “...constituido heredero de todo...” Luego en el v.4, el asunto de una herencia nuevamente es mencionado. Heredó”...más excelente nombre que ellos (los ángeles).” Los ángeles poseían nombres excelentes. Considere el ángel Miguel (Apoc. 12:7), y el ángel Gabriel (Luc. 1:19). Ambos nombres terminan en “el,” una connotación Hebrea para “Dios.” Por tanto, los ángeles algunas veces llevaron el nombre de Dios mismo. No obstante, el nombre de Cristo es más excelente, porque su posición con el Padre era única. El era el unigénito Hijo de Dios. Dios nunca designó así a algún ángel (1:5). Ningún ángel nunca ocupó una posición tan íntima con Dios como lo hizo Cristo. Cuando Cristo fue introducido al mundo, no únicamente recibió la adoración de los hombres, sino también la de los ángeles (1:6). Los ángeles nunca fueron designados por Dios como objeto de adoración, pero los encontramos rindiendo adoración a Cristo. El término “primogénito” en este versículo no se refiere al nacimiento de Jesús, aunque fue adorado por los hombres en ese momento (Mat.

La Voluntad de Dios – ¿El Antiguo Pacto o el Nuevo Pacto? 2:11). La referencia es a siendo él el primogénito de la muerte (Col. 1:18; Apoc. 1:5). En Su resurrección, Dios le hizo “Señor y Cristo” (Hch. 2:36) y como tal, es digno de adoración. A Cristo le fue dado un lugar de señorío. Esto es mostrado por el hecho de que él posee un cetro, un trono y un reino (1:8). Su superioridad es mostrada en que Dios le ungió con óleo de alegría más que a tus compañeros (1:9). Este versículo es citado del Salmo 45:7 en donde se refiere a los otros reyes de la tierra. Pero aquí, debe aplicarse a los ángeles guardando el contexto. En Heb. 1:10-12 encontramos una cita del Sal. 102:25-27. Estos versículos representan a Cristo como el creador de los mundos. El universo material es la obra de sus manos. A ningún ángel le fue dado jamás un lugar tan prominente como creador en el esquema de las cosas de Dios. La naturaleza eterna de Cristo está expresada. Como un vestido que está listo a ser mudado, los cielos y la tierra pasarán. Pero Cristo quien los hizo, como agente de Dios en la creación, permanecerá. “...pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán” (1:12). Tales palabras nunca fueron habladas de los ángeles. Dios nunca invitó a un ángel para “...siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estado de tus pies” (1:13). Pero Cristo está a la diestra de Dios. Los enemigos de Cristo finalmente serán conquistados; relegados a nada mas que a su estrado. Hasta entonces, El reina soberano a la diestra de Dios (1 Ped. 3:22). Los ángeles no son soberanos gobernadores como Cristo, sino que son “...espíritus ministradores...” (1:14). Ellos son “enviados” y no hacen el envió. Esto indica su posición subordinada a Cristo. El espacio no nos permite un estudio detallado de este tema. Simplemente hemos intentado mostrar que Cristo es superior en todas las formas a los ángeles. Este es un tema introducido a los Hebreos desde que siempre habían mirado a los ángeles como seres en alto. El escritor Hebreo entonces no está intentando rebajar a los ángeles en la estima de sus lectores, sino que busca elevar a Cristo a su lugar correcto por encima de ellos.

La Superioridad de Cristo Sobre Moisés “Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste (Cristo), cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo” (Heb. 3:3). Aquí el autor introduce un principio bien conocido para todos los hombres; es decir, que el edificador y fundador de la casa tiene derecho a más honor que la casa misma. El punto es que Moisés era simplemente una parte del sistema del Antiguo Testamento, un siervo (v.5). Pero Cristo era la agencia de Dios en el establecimiento y edificación de todas las cosas. Esto incluía la iglesia, la casa de Dios bajo la nueva economía (Mateo 16:18; 1 Tim. 3:15). La gloria mayor recibida por Jesús era suya por derecho; era “digno” de ésta, tenía derecho a ella.

MOISES

CRISTO

SIERVO

➝ ➝

➝ ➝

Además leemos, “Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir; pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza” (Heb. 3:5-6). Este pasaje, si ningún otro fuera considerado, probaría nuestra proposición, el hecho de que Cristo era superior a Moisés. Nótese el siguiente diagrama:

EN SU CASA

HIJO

SOBRE SU CASA

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Aquí vemos dos cosas que atraen nuestra atención: 1) Moisés el siervo; Cristo el Hijo. 2) De Moisés es dicho que esta EN su casa; y que Cristo está SOBRE su casa. Aprendemos la función de ambos, Moisés y Cristo, con referencia a sus respectivas casas. La función de Moisés era la de siervo. El siervo en una casa no tiene autoridad, y en el sentido de que Cristo tenía autoridad, Moisés no tenía ninguna. Cristo no es el siervo, sino el señor sobre su casa (Mateo 28:18). Tanto la función de Moisés como siervo y la de Cristo como señor fue acorde al plan de Dios (3:2). “...pero el que hizo todas las cosas es Dios” (3:4). Esto no contradice el versículo 3 donde Cristo es designado como el edificador. “La condición especial de fundador de Cristo no contradice o excluye la condición general de fundador de Dios.”1 Creemos que ésta es una explicación correcta del asunto. Dios no usó a Moisés para edificar su casa (Israel) bajo la antigua ley. Si en algo, esta distinción pertenece a Abraham. El usó a Moisés para librarlos de la esclavitud, para revelarles la ley y guiarlos hasta el mismo borde de Canaán. En distinción a ésto, Cristo fue el verdadero edificador de la casa de Dios, la iglesia. Para el Judío incrédulo, Moisés era aun autoridad. Pero Hebreos no fue escrito a incrédulos, sino a Judíos que habían aceptado el evangelio, y por tal acción habían sido traídos a una relación correcta con Dios. Ahora la pregunta podría ser legítimamente hecha, “¿Por qué entonces el escritor enfatiza la superioridad de Cristo a la de Moisés, en vista de que los Hebreos habían obedecido al evangelio, y por tanto, admitían la autoridad de Cristo?” Simplemente porque una reversión al Judaísmo de parte de ellos parecía inminente (2:1-4). La debilidad de ellos era obvia, porque aun eran bebés (5:12-14). Habían sido educados y levantados bajo la Ley de Moisés, y bajo la influencia del Judaísmo. Sería relativamente fácil para tales personas ser convencidas de retornar a esa ley. Entre las cosas que necesitaban que se les enseñará era la superioridad del dador del Nuevo Pacto sobre el dador del Antiguo, Cristo sobre Moisés. A continuación, deseamos notar otra fase de la superioridad de Cristo: su sacerdocio sobre el sacerdocio Levítico.

La Superioridad del Sacerdocio de Cristo En páginas anteriores, hemos tratado con la superioridad de Cristo sobre los profetas, ángeles, y Moisés. Ahora procedemos a otra área de la superioridad de Cristo: Su superioridad sobre el sacerdocio Levítico. Aquí está otro gran tema del libro de Hebreos, el Sumo Sacerdocio de Cristo. Cristo es primero introducido a nosotros como Sumo Sacerdote en Heb. 3:1. “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerar al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús.” El escritor dice que Jesús fue “hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (6:20). Una corta mirada a Melquisedec para antes de ir más allá, porque cuando entendamos la naturaleza de su sacerdocio, el de Cristo se volverá más significante para nosotros. En conexión con este tema, el lector deberá considerar todo el capítulo 7 de Hebreos. Primero veamos a Melquisedec en Génesis 14. El sobrino de Abraham, Lot, había sido capturado por ciertos reyes, con lo cual Abraham reunió sus fuerzas y efectuó su rescate. En el proceso, tomó botín de los reyes derrotados, y ofreció un diezmo de ellos a Melquisedec mientras estaba retornando de su victoria. Vemos que Melquisedec era “Rey de paz” (7:2). Era “sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida...” (7:3). Nada nos es dicho de la ascendencia de Melquisedec. No tenemos registro de su nacimiento o muerte. Entonces, “...permanece sacerdote para siempre” (7:3). No tenemos narración de la terminación de su sacerdocio. La palabra “permanece” significa un sacerdocio continuo; incambiable. Jesús es eterno (Heb. 1:11-12). Melquisedec está representado a nosotros en esta forma en este capítulo para exaltar el sacerdocio de Cristo cuando se compara al sacerdocio Levítico.

La Voluntad de Dios – ¿El Antiguo Pacto o el Nuevo Pacto? Los hijos de Leví (sacerdocio Aarónico) recibieron un mandamiento de recibir los diezmos del pueblo, sus hermanos (7:5; Núm. 18:20-21,26). Pero Melquisedec recibió diezmos de Abraham, y luego bendijo a Abraham. Ahora, “sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor” (7:7). Esto es axiomático y muestra la superioridad de Melquisedec a Abraham, quien parecía ser la más grande figura de su día para los Judíos. Ahora, en vista de que el sacerdocio de Cristo es comparado al de Melquisedec, quien era más grande que Abraham, entonces su sacerdocio era más grande que el de los Levitas, los hijos de Abraham. “Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive” (7:8). Este versículo es interesante en la forma en que usa las palabras “aquí” y “allí.” La palabra “aquí” se refiere al sacerdocio Aarónico, y de éste simplemente es dicho que “ellos mueren.” “Allí” se refiere al sacerdocio de Melquisedec, y se da testimonio de que “vive.” Todos los sacerdotes Levitas murieron, Melquisedec aparece como el que vive, porque no hay señales de muerte acerca de él. En vista de que el sacerdocio de Cristo es semejante al de Melquisedec, éste continúa, vive, y de esta manera es superior al de los sacerdotes Levitas. La pregunta del versículo 11 muestra la naturaleza inferior de los sacerdotes Levitas. La perfección no se pudo tener bajo éste, por tanto, otro sacerdote (Cristo) se levantó según el orden de Melquisedec, y no según el de Aarón. Mientras los sacerdotes del Antiguo Testamento eran descendientes de Leví, “... manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá...” (7:14). Este versículo es fatal a la teoría de que Cristo retornará a la tierra, fundará un reino y reinará como sacerdote y rey. “Así que, si estuviese sobre la tierra (Cristo), ni siquiera sería sacerdote...” (8:4). ¿Por qué no? Simplemente porque él era de la tribu equivocada ¡para servir como sacerdote terrenal! Traer a Cristo de regreso a la tierra es despojarlo de su sumo sacerdocio. Los premilenarios harían bien en considerar ésto. Este sacerdote que brotó de Judá fue “constituido no conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible” (7:16). El sacerdocio Levítico era físico en naturaleza. Aquellos sacerdotes ofrecían sacrificios físicos, tenían que ser del linaje físico correcto, debían haber sido libres de defectos físicos, etc. Pero el sacerdocio de Cristo no está basado en linaje o características físicas, sino en el hecho de que él vive por siempre. Aquí está no obstante, otra marca de la superioridad del sacerdocio de Cristo. “Porque la ley constituye sacerdotes a débiles hombres...” (7:28). Esto se refiere a los sacerdotes Levitas. Pero Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, es “santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos” (7:26). De estos pasajes, vemos que todo el capítulo 7 de Hebreos está dedicado al tema de la superioridad del Sumo Sacerdocio de Cristo sobre el de los hijos de Aarón, o Leví. Finalmente, “todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios que nunca pueden quitar los pecados” (10:11). En contraste, “Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” (10:12). Aquí él permanece hasta que todos los enemigos se conviertan en su estrado. El espacio aquí no nos permite un estudio exhaustivo de este gran tema. Estamos casi avergonzados por ofrecer estas escasas notas sobre este gran tema, pero deben ser suficientes por ahora. Animamos al lector para que estudie cuidadosamente Hebreos, especialmente el capítulo 7, para más información sobre este vital tema.

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La Superioridad de Cristo Sobre los Sacrificios Ofrecidos Bajo el Período del Antiguo Testamento Ahora concluimos esta sección con un análisis final sobre la Superioridad de Cristo. Como mostramos en la primera parte de esta lección, la Superioridad de Cristo es uno de los muchos temas grandes en el Libro de Hebreos. Cortamente hemos estudiado esa superioridad en cuatro formas: (1) con respecto a los profetas; (2) a los ángeles; (3) a Moisés; (4) al sacerdocio Levítico. Ahora consideremos la superioridad de Cristo sobre los sacrificios animales del Antiguo Testamento. En el esquema Levítico de las cosas, Dios había instituido un sistema de sacrificio animal. No tenemos espacio aquí para un estudio detallado de ese tema, pero una consideración del libro de Levítico mostrará los requerimientos y regulaciones impuestos por Dios sobre Israel con respecto a estos sacrificios. Cuando pensamos en los sacrificios de animales, el cordero probablemente viene a la mente primero. En el testimonio de Juan el Bautista dijo con respecto a Jesús, “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). En Apocalipsis encontramos varias referencias a Cristo como “el Cordero.” Tales declaraciones nos recuerdan de un sacrificio por el pecado. A los sacerdotes del Antiguo Testamento se les requirió tomar el sacrificio de sangre en el lugar santísimo del templo una vez al año. Esta sangre era ofrecida “por sí mismo (el sumo sacerdote) y por los pecados de ignorancia del pueblo” (Heb. 9:7). Aprendimos en nuestro último artículo que Cristo es nuestro Sumo Sacerdote. El también tomó la sangre en el más santísimo de todos (el cielo) y por ésto “obtuvo eterna redención” (9:11-12). La sangre que él ofreció no fue de machos cabríos ni de becerros, sino su propia sangre. Toda la sangre del animal era para “la purificación de la carne” (9:13), pero la sangre de Cristo “limpiaba la conciencia” (9:14). Los sacrificios animales no podían hacer ésto; únicamente la sangre de Cristo como nuestro gran sacrificio podía limpiar al hombre interior. Luego el escritor Hebreo claramente declara, “Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados” (10:4). Una vez que la sangre del animal era ofrecida, el pecado estaba aun ahí, porque “en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados” (10:3). En consecuencia, el ofrecimiento continuo de estos sacrificios. Pero ellos nunca pudieron hacer lo que la sangre de Cristo hizo — remover el pecado. Empezando con 10:5, el escritor comienza con una cita del Salmo 40:6-8. David alaba a Dios por su gran salvación. Sus oídos habían sido abiertos a la ley de Dios. Luego comienza a mostrar que algo mejor que los sacrificios de la antigua ley está por venir.

SACRIFICIOS DE ANIMALES

➝ ➝

OFRECIDO

Una vez al año (9:7) ............................ ¿CUANDO?

EL SACRIFICIO DE CRISTO ............................................Una vez (9:12)



Por el pueblo Y el Por el pueblo UNICAMENTE (nosotros); sumo sacerdote ................................. ¿POR QUIEN? .............................................no por Cristo (9:7) (9:12) Para purificación de Limpiar la conciencia la carne (9:13) ................................... ¿PARA QUE? .........................................................(9:14)

La Voluntad de Dios – ¿El Antiguo Pacto o el Nuevo Pacto? Dijo, “Mas me preparaste cuerpo,” mostrando que Dios iba a preparar un sacrificio que sería suficiente. “Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron” (10:6). La razón es obvia: no podían llevar a cabo la remoción del pecado. Por tanto Dios no los deseaba. Recuerde que este Salmo es Mesiánico en su naturaleza; en consecuencia, profético. En Heb. 10:7, el sacrificio es mostrado para ser voluntario. La profecía es repetida en 10:8. Luego en el v.9, el antiguo sistema Levítico es mostrado que será quitado para establecer un segundo y mejor sistema. Ahora notemos 10:10, mientras resumimos lo que hemos estado diciendo. “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.” El término “en esa voluntad” se refiere a “esto último” en el v.9, y es por su voluntad, traída a efecto por el sacrificio de Cristo, que somos santificados. Por tanto, el sacrificio del cuerpo de Cristo es el medio de nuestra santificación. Fue ofrecido “una vez para siempre,” y ésto permanece en gran contraste a la santificación carnal producida por los sacrificios animales del Antiguo Testamento. Finalmente, nótese el siguiente diagrama basado en Heb. 9:7-14 el cual muestra la superioridad del sacrificio de Cristo en toda forma. En conclusión nuevamente enfatizamos la superioridad de Cristo ­­ sobre los profetas, los ángeles, Moisés, el sacerdocio Aarónico, y los sacrificios animales. Este gran tema de los Hebreos no debería ser pasado por alto cuando se estudia este libro maravilloso. Hay otros tres filamentos que también corren a través del libro, y quizás éstos podrán ser notados en una fecha más tarde.

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