LA TRANSFERENCIA NEGATIVA. LA CONTRATRANSFERENCIA

1 LA TRANSFERENCIA NEGATIVA. LA CONTRATRANSFERENCIA Hace ya algunos años trabajé en un cartel sobre “Entradas en análisis” los casos de Freud Dora y

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LA TRANSFERENCIA NEGATIVA. LA CONTRATRANSFERENCIA

Hace ya algunos años trabajé en un cartel sobre “Entradas en análisis” los casos de Freud Dora y La joven homosexual buscando en ellos las razones de que no hubiera funcionado la transferencia para seguir la cura en el primer caso, debido a una transferencia negativa y en el segundo caso el que no hubiera habido posibilidad de iniciar un análisis y las cosas hubieran quedado, en razón de una intervención de Freud mismo, en las entrevistas que llamamos preliminares. Se trata de un tema de fracaso de cuando no funciona ante una demanda el dispositivo analítico. Tenía la idea de que la razón de ese fracaso podía tomarse desde dos lados: Del lado del paciente, de este lado podían ocurrir dos cosas: 1- que el paciente no produjera una formación “de vena”, “de ocurrencia” podríamos decir. Algo que no depende de su voluntad y que puedo entender como que no se pondría en funcionamiento el amor de transferencia como amor que se dirige al saber. Esto puede estudiarse en la Proposición del 9 de octubre de Lacan y en un trabajo de E. Laurent titulado Las suertes de entrada en análisis1 . 2- que el paciente no quiera renunciar a su goce, no quiera, digámoslo así, jugárselas todas en la cura. Este punto puede estudiarse en el Escrito de Lacan Intervención sobre la transferencia y en el comentario de E. Laurent a este Escrito en el SCF en Bilbao.

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Del lado del analista, para investigar esta vertiente tiene interés tomar estos dos casos de Freud. Se trata de dos jóvenes, a la salida de la adolescencia, dos muchachas de 18 años que acuden a la consulta de Freud, no tanto por un sufrimiento propio – que también tienen- como a instancias de su familia porque una situación se ha vuelto insoportable para todos. Para todos, pero muy especialmente para el padre de cada una de las jóvenes. Se trata del caso de Dora, caso de histeria muy conocido y del caso de la joven homosexual, un poquito menos conocido y del que está en discusión si se trata de una histeria o de una perversión. Del tratamiento de estas jóvenes tenemos, en la literatura analítica, el relato del propio Freud, hay que leerlo, es muy recomendable, absolutamente conmovedor a veces y eso es difícilmente transmisible, y, luego, tenemos también abundantes comentarios de Lacan en los Escritos: Intervención sobre la transferencia y La dirección de la cura sobre todo y en los Seminarios: en el S1,3,4 y el 10. Del lado del analista estos dos casos me parece que tienen interés por tratarse de dos errores de Freud, que en primer caso condujo a Dora a dejarle plantado y en el segundo caso, Freud no dice un error, pero en fin, en este caso fue Freud quien dejó plantada a esta joven, enviándole, si ella quería continuar la cura, a hacerlo con una mujer. Lacan nos tiene acostumbrados a pensar las resistencias del paciente en la cura como errores del analista y a errores debidos a su contratransferencia y es por ello que vamos a estudiar estos casos también deteniéndonos en este punto. Contratransferencia no es un término que un lacaniano utilice para la dirección de la cura como no sea como señal de que está equivocándose, pero podemos hacerlo si nos autorizamos en la clave del uso correcto de esta noción que nos da Lacan en Función y campo: “puede emplearse el término contratransferencia dentro de las relaciones dialécticas del error” que yo entiendo así: cuando la dialéctica, el curso del análisis se estanca, cuando hace su aparición la transferencia negativa hay que pensar en la contratransferencia. Entendida esta como la suma “de los prejuicios, las pasiones, las perplejidades, incluso la insuficiente información del analista en un momento dado del análisis”. Vayamos a los casos. En cada uno de ellos podemos destacar tres puntos: 1- Los datos del caso que debemos conocer. 2- Lo que Freud dice en ellos sobre la transferencia 3- Lo que Lacan dice, de lo que lee en ellos, sobre la contratransferencia de Freud.

DORA Los datos del caso Los datos que nos interesa extraer son los que nos enmarcan la estructura (simbólico + imaginario)

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Primera estructura: cómo era la situación en que vivía Dora, confortablemente desde hacía años.

Sra K----------------------------------Sr K Sr K Yo de Dora

Dora----------------------------como sujeto

Encarna la pregunta objeto del deseo

Dora---------------------------------Padre simbólico -Sra K El que da

padre imaginario--------------objeto del deseo

objeto real del deseo de Dora, la que tiene la respuesta a qué es ser mujer.

Segunda estructura: tras la escena del lago y decirle el Sr K “mi mujer no es nada para mí” y con ello salir éste de la escena.

Sra K-----------------------------------Dora La pregunta

como objeto de cambalache de su padre

Padre imaginario----------------------(falla el apoyo simbólico) portador de malas intenciones nada para mi padre.

Si su mujer no es nada para él, yo no soy la pregunta ¿qué es una mujer? no puede

sostenerse a nivel simbólico.

Los datos que nos da Freud respecto a la transferencia Están localizados en el relato del caso. Son datos de una transparencia meridiana respecto a la contratransferencia y, por otra parte en su reflexión en el epílogo, cuando enuncia su teoría de la transferencia por primera vez. Aparece explícitamente nombrado por Freud lo que después Lacan en su matema del sujeto supuesto saber llama el significante cualquiera del analista.

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1º Nos relata Freud la secuencia y lo elaborado en la cura. Parte del primer sueño continúa con el segundo sueño hasta la última sesión. • En el primer sueño, el del incendio, Freud nos dice que ya estaba allí la renovación del deseo de escapar a un peligro. Renovación porque en la casa del lago quería escapar al peligro de ser sorprendida en su dormitorio por el Sr. K • Al de poco tiempo, el segundo sueño, Freud satisfecho de la labor de interpretación que le hace, que de nuevo conduce al Sr. K como objeto del amor de Dora, concluye manifestándole a Dora su satisfacción por el trabajo hecho, Dora responde “No veo que haya salido a la luz nada de particular”. Cuando Dora vuelve a la siguiente sesión le comunica solo que va a marcharse. Tras esto interrumpe el tratamiento. • Lo que sigue en el relato de Freud es absolutamente conmovedor, hay una secuencia: a) el relato de la última sesión: – “¿sabe Ud., Dr., que hoy es la última vez que vengo aquí? - ¿cómo voy a saberlo si hasta hoy no me ha dicho Ud. nada que pudiera hacérmelo prever? - Si, resolví seguir viniendo hasta año Nuevo, pero ni un día más. No quiero esperar por más tiempo la curación. - Ya sabe Ud. Que puede interrumpir el tratamiento cuando quiera. Pero hoy vamos a trabajar todavía ¿cuándo tomó Ud. esa resolución? [...] ” b) seguido del relato del efecto que le produjo: - “Sabía muy bien que Dora no volvería a mi consulta. La inesperada interrupción del tratamiento, cuando mis esperanzas de éxito habían adquirido ya máxima consistencia, destruyéndolas así de golpe, constituía por su parte un indudable acto de venganza [...]. Quien como yo despierta a los perversos demonios que habitan, imperfectamente domados, un alma humana, para combatirlos ha de hallarse preparado a no salir indemne de tal lucha. Surge aquí la cuestión de si hubiera quizá logrado retener a la paciente prestándome a desempeñar un papel insincero, esto es, exagerando el valor que para mí habría de tener la continuación del tratamiento y mostrando a Dora un calurosos interés [...] Pero teniendo en cuenta que una parte de los factores que se oponente en calidad de resistencia, permanece siempre y en todo caso incógnito he huido constantemente de toda insinceridad, contentándome con ejercer desinteresadamente el arte psicológico”. c) e inmediatamente se compara con el Sr. K: - “No sé tampoco si el Sr. K hubiera conseguido más [...] “ para concluir con que el amor, a veces, vence las resistencias pero, a veces, las refuerza. 2º En el epílogo tras exponer su teoría de la transferencia nos dice que así como en la primera transferencia, en la que él ocupaba para Dora el lugar de su padre, no tuvo dificultades, sí se dejó engañar cuando en el primer sueño aparece Freud ocupando el lugar del Sr. K y que por ello no hizo la interpretación debida “¿Ha observado en mí algo que le lleve a pensar en que voy a forzar su inclinación, como hizo antes con el Sr. K?” Y que tampoco supo interpretar a Dora su impulso amoroso homosexual hacia la

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Sra. K, tan presente en el segundo sueño, porque no había descubierto la importancia de esta corriente de sentimientos en los neuróticos. 3º En su conclusión nos da: - Las condiciones de impotencia en las que se ve sumido el médico cuando aparece la transferencia negativa “En aquellos casos en los que el enfermo transfiere sobre el médico [...] impulsos de crueldad y motivos de venganza [...] no podemos extrañar que el estado del enfermo no aparezca influido por la labor terapéutica. ¿qué venganza mejor para el enfermo que mostrar en su propia persona cuán impotente e incapaz es el médico?” - Pero también nos da la salida a este problema: desligarlos de su persona –la del médico , retrotrayéndolos a sus fuentes.

Lacan y la contratransferencia de Freud. Lacan nos dice que el error de Freud en el caso Dora, lo mismo que el error con la joven homosexual, responde a que Freud no había resuelto, ni en 1905 ni en 1920 la pregunta “Qué quiere una mujer?” Lacan recoge los dos errores que nombra Freud: la dificultad de Freud en darse cuenta de la importancia del nexo homosexual en las mujeres que le llevó durante mucho tiempo a dificultades en los análisis de estas y el no haber interpretado a dora la transferencia negativa, los deseos de venganza hacia el Sr. K que apuntaban a él en la transferencia en ese momento. Lacan hace una síntesis señalando tres cosas: 1- la dificultad en reconocer el lazo homosexual provendría de un prejuicio freudiano, el prejuicio de que “la muchacha está hecha para amar a los muchachos”, que es el mismo prejuicio que le hizo a Freud, en su primera concepción del Edipo, pensar que la prevalencia de personaje paterno era una cosa natural en lugar de normativa. 2- la dificultad con el Sr. K provendría de una simpatía por este señor, que le vendría de lejos, ya que fue el Sr. K quien envió a Freud al padre de Dora. Caso cuyo tratamiento fue un éxito. El mismo Freud reconoce que pudiéndose haber dejado engañar por el padre de Dora y creerse su historia de amistad con la Sra. K, no lo hizo, y esto fue muy importante para la entrada de Dora en el tratamiento. 3- El vivo interés que Dora inspira en Freud, confesado por éste en el fragmento que hemos leído antes De estas tres cosas saca las siguientes consecuencias: 1—Freud movido por su contratransferencia(prejuicios respecto a la elección de objeto y simpatía por el Sr. K) insiste en el amor que Dora sentiría por el Sr. K, insiste hasta la saciedad, interpretando como confesión de este supuesto deseo inconsciente las cosas más variadas que le dice Dora. Incluso tras recibir de Dora aquél “no veo que haya salido a la luz nada de particular”, lleva a Dora en la última sesión a “no contradecirle ya” en este punto.

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Freud en esa cuestión se dirige al yo de dora desde su yo propio, esto es, desde sus prejuicios y su forma de entender el mundo. Posiblemente, nos dice Lacan, si Freud en lugar de insistirle tan brusca y repetidamente, se lo hubiera hecho tragar, degustar poquito a poquito, le hubiera ido enseñando que tales y tales rechazos de esa idea eran defensas y hubiera ido eliminando esas defensas hubiera podido modificar el yo de Dora mediante tal acción sugestiva, introduciendo en su yo esa motivación, ese deseo por el Sr. K, incluso posiblemente Dora hubiese llegado a casarse con el Sr. K. Pero, por el modo en que lo hizo, Freud se coló por el mismo agujero por el que en la escena del lago se había colado el Sr. K cuando cometió la terrible torpeza, tras su declaración amorosa, de decirle a dora que la Sra. K no significaba nada y rompiendo así el equilibrio, el hechizo en que Dora vivía hasta entonces. 2—Freud, por centrarse tanto en la relación de objeto de Dora, no solo no se dio cuenta de cual era el verdadero objeto de Dora, de su elección homosexual, sino que descuidó la relación simbólica, Freud se pregunta qué desea Dora –relación imaginaria – antes de preguntarse quién desea en Dora –lugar del sujeto, simbólico - , no hace intervenir la duplicidad y así se ve llevado a desconocer también el otro lugar simbólico que le hubiera llevado a descubrir la importancia de la Sra. K. Dicho de otra manera: confunde lo imaginario de la identificación de dora con el Sr. K con lo simbólico de la relación de dora con la Sra. K, porque esta señora representa el lugar dónde estarían los significantes, el secreto de lo que es ser mujer y por tanto es la que podría darle a dora un lugar de sujeto. 3—Lacan, finalmente concilia estos dos puntos de error freudiano en la fórmula que nos da de la histeria en el seminario IV: “la histérica es alguien que ama por procuración. Alguien cuyo objeto es homosexual y que aborda este objeto identificada a alguien que es del otro sexo”

LA JOVEN HOMOSEXUAL Los datos del caso que nos interesan También aquí extraeremos del caso los datos que enmarcan la estructura. Freud nos expone el caso de manera muy interesante. Comienza con lo que parece ser el resultado de una entrevista con los padres de la paciente. Es un relato un poco novelesco pero delicioso en los detalles, sobre todo en los que describe la actitud del padre para con su hija. Se trata de una joven, bella e inteligente, la segunda de cuatro hermanos varones todos ellos, perteneciente a la buena sociedad vienesa. Los padres tienen un problema y es que, a pesar de las prohibiciones y castigos no consiguen que su hija abandone la corte que hace a una mujer de la alta sociedad, conocida por sus malas costumbres, por la que la paciente siente una gran pasión. Este cortejo lo hace, ademas a la vista de todo el mundo. Seis meses antes de acudir a Freud, la joven, encontrándose de paseo con esta dama tropieza con su padre que les lanza una mirada furiosa, la dama pregunta ¿quién es? “es mi padre que está disgustado”, la dama dice que así no pueden continuar viéndose. La joven, entonces, se separa de la dama tirándose desde un punte a las vías del tranvía. Sale maltrecha, necesita larga recuperación, pero no ha recibido daño permanente. Tras este intento de suicidio la joven ha ganado algo. La dama no se muestra ya tan fría con ella y los padres no se atreven a ser demasiado severos. Recurren, pues, a Freud para que cambie las inclinaciones sexuales de la joven. Si esto

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no resultara, el padre tiene aún otro remedio en el bolsillo, un matrimonio rápido para conseguir el mismo objetivo que pretenden ahora que logre el analista. Después de algunos comentarios acerca de las condiciones necesarias para que un psicoanálisis pueda llevarse a cabo, nos hace Freud un relato de la historia libidinal de la joven. No se trata de una historia de neurosis, no hay datos infantiles característicos, ningún trauma, ningún síntoma histérico que dé pié a una investigación más profunda. Hacia los cinco años tiene ocasión de comparar sus genitales con los de su hermano menor, entrando así en el complejo de Edipo por el camino de la envidia del pene. A los seis años nace otro hermano varón, pero esto no tiene consecuencias. Hacia los 13-14 años se encariña de un modo extremo de un niño de unos dos años, siendo así que todos piensan que sigue el camino de la feminidad normal hacia la maternidad. Sin embargo, poco después se desinteresa totalmente de este niño y comienza a interesarse por mujeres maduras de aspecto juvenil, que son, todas ellas, madres. Posteriormente se interesa por una actriz, lo que le vale la primera gran reprimenda del padre. Freud se pregunta qué ha podido producir esta inversión, este cambio de posición y encuentra la respuesta en un suceso que tiene lugar cuando la joven tiene 15 años. Sus padres tienen un nuevo hijo varón. Posteriormente surge la pasión por la dama, de la que Freud nos dice, con gran precisión, de qué tipo de amor se trata. No sólo el objeto es homosexual, sino que la joven ama como un hombre, un amor idéntico al primer amor adolescente de un muchacho por una actriz famosa. Es un amor totalmente generoso, nada narcisista y que no pide ninguna satisfacción. Reúne además otros requisitos de la elección amorosa del hombre, tales como: la idealización suprema y el que se trata de una mujer “perdida” a la que fantasea redimir. Lacan nos sitúa en la estructura del esquema L esta historia de dos tiempos: 1º tiempo cuando en la pubertad es revivido el complejo de Edipo:

madre imaginaria S -------------------------- a’ el niño que ella cuida

Pene imaginario

a ------------------------- A Padre simbólico

Aquí tenemos que la niña está en aquél momento del Edipo en el que el Padre simbólico puede darle el falo. Esto permite que imaginariamente ella mantenga la ecuación peneniño y a, a la vez encontrar, como madre imaginaria, un lugar entre las mujeres.

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Segundo tiempo Ha tenido lugar la inversión, tras el nacimiento del hermano menor. El padre la traiciona al dar un niño real, no a ella, sino a la madre. Reaviva la frustración y la joven no puede ya sostenerse en esa historia imaginaria, por ello realiza la inversión. Abandona el amor al niñito y lo dirige hacia la dama.

S ---------------------------- a’ dama

padre imaginario

a --------------------------- A

Falo simbólico

El padre que antes estaba en el lugar simbólico, pasa ahora por el mecanismo de la identificación al objeto perdido como regresión narcisista – al eje imaginario. Por qué Lacan coloca en A el Falo simbólico necesita un desarrollo más amplio en el que no voy a entrar ... pero se trata de la dialéctica del don, del don de lo que no se tiene. En este caso ella ama a la dama, en este amor, ejemplo de amor cortés, ama a la dama precisamente por lo que no tiene, pues ella sabe muy bien que la dama no tiene el falo, ella sabe quién lo tiene, su padre, que no es un padre impotente como lo es el padre de Dora. Qué nos dice Freud de la transferencia Freud hace una serie de observaciones, no sólo sobre lo particular del caso, sino sobre el psicoanálisis en general. Son unas observaciones preciosas pues apuntan a dificultades que nos encontramos todos los días en la clínica: 1) Nos da las condiciones de la situación exigida para que el psicoanálisis pueda funcionar “un individuo dependiente solo de su propia voluntad, se ve aquejado de un conflicto interno, al que no puede poner término por sí sólo, y acude al psicoanalítico en demanda de ayuda”. “El médico labora de acuerdo con una de las partes de la personalidad patológicamente disociada, en contra de la parte contraria.” Comenta una serie de condiciones desfavorables. Someterse al análisis, no por propia voluntad, sino porque se lo impongan. No ser él quien quiere cambiar sino es su familia quien desee que cambie. No padecer de neurosis, esto es, de un conflicto interno. Pretender sólo una modificación en la conducta o en la tendencia sexual, como en el caso de la joven. Aquí podrían entrar muy bien también las toxicomanías. Nos dice que cuando se da una satisfacción de la libido sexual, contar sólo con la libido del yo, la que cuida de los intereses, es muy poco para conseguir una modificación de la libido sexual. La cosa mejora un poco si no son los intereses del yo sino que se pretende un cambio, por ejemplo, por amor a los padres, entonces, el psicoanalista cuenta con un apoyo en la libido sexual para emprender el trabajo, aunque, nos dice, esto sólo no suele bastar. 2) Divide el desarrollo del análisis en dos etapas, que pueden acomodarse sin problemas, creo, a nuestras entrevistas preliminares y al análisis propiamente dicho. La entrada en análisis como momento crucial en una cura, la necesidad de las entrevistas preliminares, el contar con estas nociones, gracias a Lacan, como puntos

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pivote, nos facilita y organiza mucho la lectura de Freud, y a su vez al leer a Freud, tan próximo a la clínica, nos aclara lo que creíamos haber entendido en Lacan. Dice Freud “En la primera fase se procura al médico el conocimiento necesario del paciente”. Hay cosas que el psicoanalista tiene que saber acerca del paciente antes de iniciar un análisis. “Le da a conocer las hipótesis y postulados del análisis”. Es lo que el paciente tiene que saber del psicoanálisis también, antes de empezar. “Y le expone sus deducciones sobre la génesis de la enfermedad, basada en el material revelado por el análisis”. Esto es más enigmático. Qué de lo que hacemos nosotros puede responder a este comentario freudiano. Me inclino a pensar que el acto analítico. A discutir. “En la segunda fase se apodera el paciente mismo de la materia que el analítico le ha ofrecido –esto sí puede inclinarnos a que se trataba del acto analítico, aunque también podemos leer aquí lo que en el matema de Lacan es el significante cualquiera del analista que ha de articularse al significante que representa al paciente al inicio de la cura para constituir el SsS -, labora con ella, recuerda aquella parte de lo reprimido que le es posible atraer a la conciencia e intenta vivir de nuevo la parte restante. En esta labor puede confirmar, completar, rectificar las hipótesis del médico; comienza ya a darse cuenta, por el vencimiento de sus resistencias, de la modificación interior a la que tiende el tratamiento, y adquiere aquellas convicciones que le hacen independiente de la autoridad del médico.” Creo que es la descripción más simple y más valiosa que he leído acerca de lo que es una entrada en análisis. Continúa después Freud con las dificultades que se le presentaron en caso de esta joven que hicieron que el progreso no fuera más allá del comienzo de la segunda fase antes descrita. La muchacha no ocultó que ella deseaba continuar con su amor por la dama ya que no imaginaba otro tipo de amor mejor, pero que apoyaría el intento de tratamiento por amor a sus padres. Esto que a Freud le pareció favorable en un primer momento le parece después que resultó ser el principal motivo de fracaso. Tras ese amor filial se escondían tendencias hostiles y vengativas hacia el padre que, a su vez, le ataban a la homosexualidad, ya que en ella había encontrado la mejor manera de provocar el disgusto del padre. Estando, pues, a salvo tan importante motivo la joven podía entregarse sin dificultad a analizar el resto con éxito. La cura avanza rápidamente hasta que se pone en juego el deseo de venganza. Freud se pregunta por la transferencia, dice cosas contrapuestas, dice que parecía que en ningún momento hubiera surgido nada parecido a la transferencia, pero que esto es algo imposible, inevitablemente el paciente ha de tener alguna actitud frente al psicoanalista, y así describe dos vertientes de la transferencia en el caso: • Una vertiente de transferencia negativa: “La sujeto transfirió sobre mí la total repulsa del hombre que le dominaba desde su desengaño por la traición del padre – el padre que cuando ella esperaba un hijo de él, dio un hijo real a la madre -. • Una vertiente positiva que Freud reconoce como reviviscencia del amor primitivo al padre y que se transparentaba en una serie de sueños que la paciente produjo y en los que ésta anticipaba su curación y que expresaban el deseo de lograr el amor de un hombre y tener hijos. Merece un punto y aparte tomar en consideración lo que Freud dice de estos sueños y la manera en que se los interpreta a la joven. La joven sueña con casarse y tener hijos en

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contradicción con lo que dice en estado de vigilia, esto es que piensa casarse sólo para verse libre de su padre y poder así seguir libremente con su amada. Freud piensa que estos sueños mienten y que persiguen el fin de engañarle, como engaña al padre, pero también ve en ellos el intento de gustarle, de conquistarle – la transferencia positiva-, de ganarse su estimación. Deseo que puede expresarse en el sueño por enlazarse con el primitivo deseo inconsciente de agradar al padre. Tanto la intención de agradar como la de engañar proceden del mismo complejo. La intención de engañar nace de la represión de la intención de agradar. Lo sorprendente es que Freud le interpreta estos sueños sólo en la versión de la intención de engañarle como engaña a su padre, y ve la confirmación de que es una buena interpretación en que no vuelvan a presentarse estos sueños en la cura. A modo de conclusión retomaremos lo que dice Freud acerca de su respuesta ante la aparición de la transferencia negativa: “Interrumpí el análisis en cuento reconocí la actitud hostil de la muchacha contra su padre, y aconsejé que si tenía algún interés en proseguir la tentativa terapéutica analítica, se encomendase su continuación a una doctora”. Y explica por qué. En su experiencia ha encontrado casos de hostilidad contra el hombre –no podemos dejar de pensar en el daño recibido de Dora – y sabe que ésta encuentra motivos inmejorables para satisfacerse con la oposición a los esfuerzos del médico para obtener la curación. Siendo muy difícil que los pacientes se hagan conscientes de esta hostilidad y de la sintomatología muda que provoca. Podría decirse que Freud tras su experiencia con Dora quiere aquí curarse en salud. En Dora sufrió los deseos de venganza que iban dirigidos al Sr. K, aquí no quiere que le ocurra lo mismo. En dora se ilusionó tanto con el progreso de la cura que eso le impidió ver a tiempo la transferencia negativa. Aquí, que se da cuenta de ella, no quiere que le ocurra lo mismo. Podríamos pensar que Freud tiene dificultades para ubicarse en la transferencia negativa cuando en esta se trata de la envidia del pene, de la venganza de las mujeres contra el hombre. En los dos casos se extiende en la imposibilidad de trabajar con este punto. Lo que Lacan nos dice de la contratransferencia de Freud • •

En la Dirección de la cura “ Freud se estrella por considerar que la transferencia negativa (de la joven homosexual) le apunta en lo real” En el seminario IV desarrolla este apunte con más detalle. Nos dice respecto a la transferencia positiva apoyada en el deseo inconsciente de agradar al padre, que Freud, sencillamente, no la toma en cuenta. Debido a la contratransferencia Freud imputa a la joven ese deseo de tratar de cautivarle sólo para dejarle caer luego desde lo más alto. Pensar eso nos señala el punto donde está Freud, a punto de ser cautivado.

Freud piensa que el sueño es engañoso y tiene razón, lo es. En los sueños la joven reproduce con Freud, ésta es la significación transferencial de los sueños, el deseo inconsciente de engañar al padre. El problema es que Freud en vez de servirse de la contratransferencia que sirve para orientar en ese punto, se deja llevar por ella, interpreta el deseo de engañar que no es sino la vertiente imaginaria del deseo, la intención preconsciente, el intento de envolverle, de interesarle para luego dejarle caer. Al interpretarlo hace entrar en lo real lo que no era sino un juego imaginario. Repite con

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ello la traición del padre que al dar un hijo a la madre hace entrar en lo real el niño que hasta entonces, para la joven, no funcionaba sino como niño imaginario. Niño imaginario que, no olvidemos, permitía a ésta mantenerse en la estructura. Freud con su interpretación da cuerpo, hace real el engaño. En vez de interpretarlo habría que haber revelado de qué se trataba en ese discurso mentiroso, qué es lo que estaba en el inconsciente. Freud lejos de tomar el sueño al pie de la letra en su vertiente simbólica, hace cristalizar mediante su intervención la relación negativa entre su paciente y él. Nos dice Lacan que si Freud se equivoca es porque no tenía aún una formulación depurada de la transferencia en su vertiente imaginaria y simbólica. Por ello se inclina a pensar el sueño en su vertiente imaginaria, en su intencionalidad preconsciente, en la dialéctica del engaño y olvida la vertiente simbólica, la formulación significante que no es otra que la promesa que viniendo del padre habría señalado la posición de la joven en el Edipo “tendrás un hijo de mí”. Promesa que como deseo inconsciente se satisface en estos sueños. Si la transferencia tiene un sentido es porque hay una insistencia de la cadena significante, de la cadena simbólica, inconsciente, no asumida por el sujeto pero que se reproduce, aquí, en el sueño. Tomar, pues, el sueño imaginariamente en lo que manifiesta de la relación con el psicoanalista no tiene que hacer olvidar lo que dice en su vertiente simbólica. De los dos deseos que se articulan en el sueño, el ligado a lo simbólico, el deseo de tener un hijo del padre, y el ligado a lo imaginario, el deseo de engañar a Freud, Freud opta, movido por un prejuicio, por interpretar el segundo deseo y se ve conducido así a romper la situación analítica. •

En el seminario X, Lacan nos dice que este es un caso único en Freud. Es un caso único que Freud se desentienda, “deje caer” a la joven enviándola a tratarse con una mujer. Nos lo dice de una manera un poco fuerte “Freud se desinteresa de lo que hace agarrotarse los engranajes: el desecho, el pequeño resto que viene a deternerlo todo. Se siente sobrecogido, sin darse cuenta de qué lo embaraza. Ante tal amenaza a la fidelidad del inconsciente pasa al acto. Rehusa ver que la verdad, que es su pasión, en su origen tiene estructura de ficción”. “Después de todo: lo que falta aquí en Freud es lo que falta en su discurso. Lo que siempre permaneció en estado de pregunta ¿qué quiere una mujer?. Es el tropiezo del pensamiento de Freud con algo de la feminidad que se le escapa.”

En Dora y la joven homosexual se trata de la cara y la cruz del mismo error freudiano, y del mejor ejemplo clínico, la neurosis como el negativo de la perversión. En dora Freud no se pone en juego como semblante del Sr. K. En la joven toma como real lo que sólo le apunta como imaginario en la transferencia negativa.

Año 2.000

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