La transición española y la historia de la peseta

La transición española y la historia de la peseta Por Alberto Guerrero Armas. 1. Introducción La transición política que tuvo lugar en España tras la

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La transición española y la historia de la peseta Por Alberto Guerrero Armas. 1. Introducción La transición política que tuvo lugar en España tras la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, consistió esencialmente en una profunda reforma que modificó el régimen político sin una ruptura traumática con el pasado inmediato. Fue un cambio pactado, una transición de «la ley a la ley», sin quebrar el orden preexistente y mediante los procedimientos previstos en él. Es una situación política que queda perfectamente reflejada en las emisiones monetarias, que se han ido transformando poco a poco según avanzaba y consolidaba la Democracia. Una forma interesante y diferente de dar un repaso a los acontecimientos políticos de la historia más reciente de nuestro país y, además, dar a conocer a una generación que apenas recuerda ya la moneda, es haciendo un recorrido por la historia de la peseta. Mediante el uso de un proyector de diapositivas, de catálogos especializados o de monedas mismas, podemos ir haciendo en clase ese recorrido por la historia, parándonos en cada una de ellas y el motivo que la inspiró, creando un contexto cercano a los alumnos/as. Sírvanos como ejemplo el repaso que, a continuación, hago para el caso concreto de la transición española, hasta la incorporación al uso del euro, y que puede servir de base para posteriores ampliaciones o modificaciones. 2. Los primeros momentos 2.1. Las primeras acuñaciones Las primeras piezas de peseta a nombre de Juan Carlos I no manifiestan cambios relevantes. Mantienen idénticas características en lo referente a metal y peso y en lo que atañe a los tipos se mantiene la línea heredada de grabar en el anverso el busto del gobernante, que a partir del real decreto de 19 de diciembre de 1975 iba a ser, como es lógico, el de don Juan Carlos, y en el reverso el escudo heráldico, idéntico al existente en las monedas de Franco. Respecto a la leyenda que rodea al busto en el anverso, «Juan Carlos I Rey de España», es de excepcional prudencia y se limita a identificar a don Juan Carlos y a destacar a la institución monárquica con el uso del título de «rey». Este dota al nuevo monarca de plena legitimidad, tanto desde el punto de vista del régimen franquista, por haber sido proclamado Príncipe de España y sucesor de Franco en 1969, como para

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aquellos que en los años anteriores habían venido reclamando la restauración monárquica, al ser el legítimo heredero de don Juan.

2.2. Inicios continuistas La pieza de 100 pesetas tuvo idénticas características tipológicas a las de la unidad, aunque en el reverso las columnas de Hércules flanquean al escudo. Sólo se fabricó este valor en 1976 debido a sus grandes módulo y peso, que hacían incómodo su uso, mucho más cuando tenía que competir con billetes de idéntico valor que ofrecían condiciones mucho más ventajosas para el usuario. También la pieza de 50 céntimos es totalmente continuista; sus únicos cambios con respecto a la heredada de Franco se refieren, como en el caso de la peseta, al busto y a la leyenda. Caso distinto es el de los valores de 5, 25 y 50 pesetas que manifiestan una clara intención de exaltar la monarquía. La primera y la tercera portan el escudo real resultante de las armas otorgadas a don Juan Carlos por decreto de 22 de abril de 1971, después de haber sido declarado Príncipe de España y sucesor a la Jefatura del Estado. Es similar al utilizado en la época de la Restauración por Alfonso XII y Alfonso XIII, incorporando como ornamentos exteriores la cruz de San Andrés, signo heráldico muy vinculado al ejército desde época de los Austrias, el collar del Toisón de Oro, máxima condecoración española, y los tradicionales yugo y flechas, en lo que quiere ser un homenaje a la unidad de España, sin vincular estos signos a cualquier otra interpretación política. La pieza de 25 pesetas porta en el reverso una corona idéntica a la que remata el escudo en las dos anteriores. Su carácter monárquico es evidente y ha figurado en los escudos heráldicos de los monarcas españoles desde Felipe II. Estas piezas contribuyen a difundir la idea de la Monarquía como piedra angular del futuro de España y como elemento esencial de un orden político común para todos los españoles. El objetivo en estos difíciles años era reafirmar la nueva forma de gobierno y consolidarla en las mentes de los españoles.

2.3. Apertura tipológica

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El Real Decreto de 29 de agosto de 1980, supuso el inicio de un camino que iría rompiendo poco a poco con el monolitismo tipológico heredado e introduciendo al numerario español en la senda de la moneda conmemorativa que ha culminado en años recientes. El motivo fue un evento deportivo de indudable trascendencia internacional, el Campeonato Mundial de Fútbol de 1982. Entre 1980 y 1982 los reversos fueron utilizados para conmemorar y anunciar la celebración del Mundial 82 con diferentes motivos: balón de fútbol y globo terráqueo como símbolo del Mundial (piezas de 50

céntimos y 5 pesetas), un balón sobre la red de una portería (25 pesetas) y balón de fútbol con la silueta de España grabada en su interior (50 y 100 pesetas -en este último valor acompañado por las armas heráldicas de España). Los cambios en la peseta se iban manifestando poco a poco y así, después de las emisiones del Mundial, se introdujo en la unidad del sistema el nuevo escudo nacional de España, fijado legalmente en el último trimestre de 1981, y eliminando definitivamente el heredado de la época franquista. Ese nuevo escudo sirve para enlazar con la última monarquía constitucional que había existido en España, al ser igual al empleado durante la Restauración, cuyo heredero legítimo es don Juan Carlos, según se indica en el título II, artículo 57-1 de la Constitución. El resto de piezas ya contaban en sus tipos con símbolos monárquicos, por lo que no se consideró necesario modificarlas. 3. Primera reforma monetaria En el año 1982 se inició una reforma del sistema monetario, en lo referente a metales, módulos y pesos, que culminaría en 1990. La progresiva desvalorización de la peseta y el incremento del coste de los metales y proceso de fabricación habían dejado anticuados los grandes módulos de cobre y cuproníquel, lo cual obligaba a la reforma. El primer paso se dio por el real decreto de 14 de mayo de 1982, cuando se introdujeron dos valores nuevos, los de 2 y 10 pesetas, y se variaron las características de las 100 pesetas.

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Esta última pieza abandonó el tradicional cuproníquel para experimentar una nueva aleación compuesta de cobre, níquel, aluminio, hierro y manganeso; se fabricó con un módulo más reducido, buscando una mayor manejabilidad. Sus tipos se mantuvieron en la línea tradicional con el busto del monarca en el anverso y el escudo de España en el reverso, tipología idéntica a la de la pieza de 10 pesetas. El módulo de estos dos valores fue tomado como base para establecer el tamaño de las que se irían emitiendo con posterioridad. También la peseta varió su aleación, pasando a tener el aluminio como base. En 1987 se comenzó a emitir un nuevo valor metálico, las 500 pesetas, que sustituiría al billete del mismo valor que hasta entonces había circulado. La aleación fue la misma que la experimentada con éxito en el valor de 100 pesetas. Su anverso sirvió para incluir la imagen de la reina doña Sofía junto a la de don Juan Carlos; con este motivo se pretendió conmemorar el 25 aniversario del matrimonio de los Reyes. En el reverso se mantuvo el escudo nacional de España. Estas nuevas monedas planteaban el problema de la posible falsificación, dado su alto valor nominal. Por ello, se decidió la inclusión de elementos de seguridad. Entre 1987 y 1990 se acuñaron con un doble grabado en el contorno: una corona real, unos anillos enlazados (en alusión al aniversario del matrimonio de los reyes) y unas estrías en relieve, que exigían dos procedimientos de grabado independientes. En 1993 se incorporó un sistema de seguridad mucho más avanzado, la llamada imagen latente, consistente en un campo rayado sobre el que hay grabados dos motivos con diferente efecto visual, según se observe desde uno u otro lado.

4. La moneda al servicio de la nueva imagen de España en el mundo Entre 1989 y 1990 se completó el sistema monetario metálico con sus nuevos módulos, con la emisión de las piezas de 1, 5, 25, 50 y 200 pesetas, con una pauta escalonada de tamaños y formas y alternancia de colores entre los diferentes valores debido a las diversas aleaciones empleadas. Las nuevas piezas rompen con la anterior monotonía tipológica y se adentran en nuevos temas y líneas artísticas.

Así la pieza de 5 pesetas mantiene en el anverso la alusión al Jefe del Estado, pero a través de un monograma, «JCI», mientras que en el reverso se disponen tres velas triangulares, que sin duda se refieren a la tradición marinera española.

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Los valores de 25, 50 y 200 pesetas fueron aprovechados para abrir la moneda española a las corrientes europeas e instalarla en lo que ya puede ser definido como moneda conmemorativa. Estas piezas se emplearon para difundir tres acontecimientos de singular importancia para España, como fueron la «Expo’92» de Sevilla, la Olimpiada de Barcelona, ambos en 1992, y la Capitalidad Cultural de Madrid en 1993. Las piezas de 25 pesetas de la emisión de 1990 sirvieron para la difusión de las Olimpiadas y las de 50 pesetas para la de la «Expo». En 1992 dichos valores cambiaron de acontecimiento a conmemorar, las de 25 pesetas tomaron el tema de la «Expo» y las de 50 pesetas el olímpico. Estas piezas, al mismo tiempo, sirvieron para vincular la nueva imagen de España con la Monarquía, pues don Juan Carlos es representado en algunas de ellas, y para difundir algunos de los monumentos más significativos de Sevilla y Barcelona.

La capitalidad cultural de Madrid en 1993 fue el tema de las emisiones de 200 pesetas. El diseño de éstas fue muy original. En su anverso se grabaron los bustos sobrepuestos de don Juan Carlos y don Felipe, Príncipe de Asturias. La presencia del monarca reinante y del heredero no figuraba en la moneda española desde época visigoda. Es una clara exaltación de la Monarquía y de su garantía de continuidad. El tipo de reverso adoptó modelos alusivos a Madrid: la fuente de la Cibeles, el oso y el madroño (símbolo heráldico de Madrid) y, por último, el grupo escultórico «Los portadores de la Antorcha» que preside el campus de la Universidad Complutense de Madrid, tipo que se identifica claramente con la cultura y el saber y que, por ello, era especialmente indicado para la difusión de la capitalidad cultural de Madrid. 5. Se generalizan los diseños conmemorativos A partir de este momento todas las emisiones se caracterizaron por la variedad y lo innovador de sus diseños. Fue en 1992 cuando se tomó la decisión de convertir todas las piezas del circulante ordinario en monedas conmemorativas (con excepción de la peseta y la pieza de 500 pesetas), cambiando temas y motivos iconográficos todos los años. Así el numerario metálico ha sido dedicado a las Autonomías, a la conmemoración de efemérides, a maestros de la pintura española o a diversos aspectos relacionados con la cultura. Los nuevos tipos han supuesto una revolución en la moneda española, pues en gran parte del numerario han desaparecido la figura

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del Rey y la Monarquía, lo cual ha de relacionarse con la culminación de la Transición y el sólido asentamiento de la Monarquía como forma de gobierno. La moneda ha sido utilizada como vehículo de transmisión cultural con el objeto de interesar al gran público en determinados temas que despiertan su curiosidad al ver el diseño y leer la inscripción. Evidentemente no sería posible hacer un estudio de todas y cada una de las emisiones realizadas, ya que la finalidad es utilizar la evolución de la peseta como excusa para repasar la reciente historia de España, pero si podemos destacar algunos asuntos que por su interés nos ayudan a este repaso. El tema autonómico comenzó en piezas de 25 y 50 pesetas (después ampliado también a las de 5 pesetas). Evidentemente ha de ser relacionado con la evolución política de España. El artículo 143-1 de la Constitución sancionó el progresivo desarrollo del llamado Estado de las Autonomías. Es una realidad de suma importancia para la organización territorial y política de España que lógicamente no podía quedar al margen del signo monetario. Estas emisiones se han caracterizado por la presencia de tipos que sirvan para representar lo más significativo de la Comunidad Autónoma en cuestión, sean monumentos, elementos de la flora o la fauna, fiestas populares típicas o cualquier otro elemento simbólico que permita identificar claramente la Comunidad a la que se dedica la moneda. Los temas conmemorativos comenzaron con la difusión del Año Santo Jacobeo de 1993 en piezas de 5 y 100 pesetas. Junto a los tradicionales tipos compostelanos, la pieza de 100 pesetas se utilizó para insistir en la idea de unidad política y económica de Europa. El Camino de Santiago se relaciona con Europa, es el camino de Europa, como gran vía de comunicación que unió la Península Ibérica con el Continente durante los siglos medievales y por la que tantas influencias europeas penetraron en suelo hispano. Así en el anverso se representó la marca de la Ruta Jacobea del Consejo de Europa en el centro de las doce estrellas de la Comunidad Europea, junto a la leyenda «Camino de Europa»; en el reverso, la mitad norte de España y parte de Francia, mostrando los diversos caminos europeos que conducían a Compostela. Evidentemente esta moneda tiende a remarcar y resaltar el papel español en el proceso de unidad europea, sirve para insistir en la relación entre España y Europa a través del Camino de Santiago. 6. Las 2.000 pesetas plata También merece la pena detenerse brevemente en las emisiones de 2.000 pesetas realizadas en plata de 925 milésimas. Su finalidad es conmemorar acontecimientos sociales, políticos, económicos o culturales de interés general para el país, siguiendo el ejemplo de otros estados como Francia o Alemania, que lo vienen haciendo desde hace años. Pese a su carácter conmemorativo, tienen pleno valor liberatorio y pueden circular libremente. Sin embargo, no debe verse en ellas un intento de recuperar el

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empleo de los metales preciosos en el uso monetario, pues es evidente que no circularán dado su elevado valor intrínseco e insuficiente cifra de emisión. Todas las series realizadas desde 1994, cuando se efectuó la primera, portan en el anverso la representación del Rey, variando el reverso de forma anual de acuerdo al acontecimiento que conmemoren. - En 1994 se dedicó a la cumbre del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial que tuvo lugar en Madrid en octubre de ese año; - En 1995 se recordó la presidencia española del Consejo de la Unión Europea; - En 1996 se grabó una alusión al 150 aniversario del nacimiento de Francisco de Goya; - En 1997, la conmemoración de los 450 años transcurridos desde el nacimiento de Miguel de Cervantes; - En 1998, otro centenario, en esta ocasión el de la muerte de Felipe II; - La emisión de 1999 tuvo como eje central la celebración del Año Santo Compostelano; - El año 2000 fue el Centenario de Carlos V el tema elegido; - Por último, en el 2001 se ha escogió un tema de singular significado para una moneda que estaba a punto de desaparecer, precisamente el de su última emisión: ¿Qué mejor iconografía para ello que la recuperación del tipo que se eligió para la ya lejana peseta de 1869? Representaba a la matrona con corona mural y rama de olivo en la mano que se sienta, abarcando toda la superficie territorial de España, entre los Pirineos y Gibraltar, tema también grabado en las piezas de 100 pesetas. La especial atención a estas monedas de 2.000 pesetas es porque muestran la que es una de las características más destacadas de la moneda de Juan Carlos I: su carácter conmemorativo, plenamente presente en el numerario español una vez que se completó la transición entre la moneda heredada del régimen de Franco y la nueva mucho más moderna y adaptada a las tendencias europeas. Esa transición se puede dar por definitivamente concluida a partir del 1 de enero de 1997, cuando se desmonetizó todo el numerario que portaba la imagen de Franco y todo el emitido a nombre del Rey que seguía el sistema antiguo. La transformación del numerario español quedaba completada. El reinado, desde el punto de vista monetario, ha supuesto una total metamorfosis modernizadora y enriquecedora que se encuentra en clara sintonía con la que ha tenido lugar en el seno de la sociedad española desde aquel ya lejano 1975. Los aires de renovación se verían culminados con la incorporación de España a la moneda europea y la circulación del Euro. Esa positiva unidad monetaria conllevó, un cierto punto de tristeza por la desaparición de la que durante más de 130 años fue nuestra unidad monetaria, la compañera inseparable de nuestros intercambios

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comerciales y, por supuesto, uno de los más fidedignos testigos de la más reciente historia de nuestro país, como hemos podido comprobar en este breve repaso. 7. Conclusión Para mantener el interés y la motivación de los alumnos/as, se hace necesaria la creación de actividades que, como esta, distraigan la atención de lo puramente curricular. Es, además, una actividad que puede ser ampliada en cuanto a los materiales y recursos, en cuanto al contexto (podríamos repasar la historia de la UE y el euro, por ejemplo). Así mismo, es una actividad que da pié a que los propios alumnos/as puedan poner de manifiesto sus propias opiniones, ya que hemos creado un contexto histórico en el que ellos son protagonistas, ya que la peseta sigue estando muy presente en muchos casos (a la hora de calcular, por ejemplo). De esta manera, podemos, como parte de la actividad, debatir con sus propios recuerdos y vivencias, invitarles a recolectar en sus casas tanto pesetas que puede haber guardadas para su estudio en clase, como anécdotas familiares,…que ayudan a una mayor profundización en el tema. No obstante, lo más importante de actividades como esta, es transmitirles a nuestros alumnos/as la idea de que pueden extraer información histórica útil de diversos soportes (más allá de los textos y mapas con los que los atiborramos en clase). 8. Bibliografía Para la creación de esta actividad y el desarrollo del presente artículo, he consultado las siguientes fuentes: - Álvarez Molina, F. y Pérez Puche, F. (2002). Adiós peseta: Historia sentimental, literaria, política y económica de una moneda ligada a nuestras vidas. Madrid: Alianza; - Decreto 208/2002, de 23 de Julio, por el que se establecen las enseñanzas correspondientes al Bachillerato en Andalucía; - Santacreu Soler, J.M. (2002). Peseta y política: Historia de la peseta (18682001). Barcelona: Ariel; - Voltes Bou, P. (2001). Historia de la peseta y origen de la moneda. Barcelona: Edhasa.

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