LAS ERINIAS: PASIÓN, VENGANZA Y VIOLENCIA EN LOS PERSONAJES FEMENINOS DE SILVINA OCAMPO

Actas de las II Jornadas Internacionales de Estudios Clásicos y Medievales (2004) Neuquén LAS ERINIAS: PASIÓN, VENGANZA Y VIOLENCIA EN LOS PERSONAJES

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Actas de las II Jornadas Internacionales de Estudios Clásicos y Medievales (2004) Neuquén

LAS ERINIAS: PASIÓN, VENGANZA Y VIOLENCIA EN LOS PERSONAJES FEMENINOS DE SILVINA OCAMPO JULIA INÉS M UZZOPAPPA∗ Imágenes de mujeres violentas abundan en la literatura universal y, en su mayoría, están proyectadas a través de la escritura por hombres. El campo de exploración y la sobreabundancia de estudios críticos que esas imágenes merecieron a lo largo del tiempo_ y aún hoy merecen_ muestran el interés por analizar y comprender una expresión de la violencia: la femenina. Es posible pensar en Las bacantes y en Medea de Eurípides o en Las Euménides de Esquilo, y en tantas otras obras que configuran personajes femeninos violentos, capaces de llevar adelante acciones sangrientas o de planificar muertes y demás crímenes, como parte de un estereotipo femenino violento. Estas obras desarrollan, por un lado, imágenes de mujeres arrebatadas, pasionales y coléricas; son las que no pueden sobreponerse a su deseo de venganza, único modo de alcanzar la justicia perdida de acuerdo con la ley taliónica, donde un crimen purifica a otro crimen y donde se priorizan las tradiciones y costumbres familiares, los lazos de sangre que unen al clan. Otro tipo de personaje femenino violento es el que está ligado a aspectos más intelectuales: son aquellos capaces de múltiples elucubraciones y que en contadas ocasiones ejecutan por sí mismos las acciones violentas que planearon. Por ejemplo, Lady Macbeth o Herodías, el personaje de Flaubert. La literatura y la crítica literaria suelen explorar estos personajes a partir del arquetipo de la femme fatale 1 que considera el perfil violento acompañado de rasgos como la altivez, frialdad, belleza física, crueldad y, especialmente, la capacidad de destruir al hombre. Dentro de la mitología griega y la literatura clásica, Artemisa 2 es el referente dominante para esta estirpe de mujeres fatales al que se suele recurrir cuando aparecen personajes que sostienen dichos comportamientos.



Universidad de Buenos Aires. ISFD N° 321. C ENTRO DE ESTUDIOS CLÁSICOS Y MEDIEVALES. FACULTAD DE HUMANIDADES. UNIVERSIDAD NACIONAL DEL C OMAHUE. ARGENTINA .

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Sin embargo, no están tan exploradas las imágenes de mujeres violentas en los relatos escritos por mujeres. Tampoco las estrategias que algunos personajes implementan para hacer frente a la violencia de los otros. La propuesta de esta comunicación es, entonces, fijar la atención sobre las mencionadas cuestiones a partir de algunos cuentos de Silvina Ocampo que componen el volumen de La furia( 1959) . Estos textos comprueban que la división en arquetipos de las imágenes femeninas no alcanza para dar cuenta de la multiplicidad de expresiones que de ellas se derivan,3 especialmente en cuanto al arquetipo de la mujer fatal, del cual podría decirse que en toda la obra de Silvina Ocampo adquiere manifestaciones inusitadas que sobrepasan el encorsetamiento pretendido por dicho arquetipo. Una prueba de este desbordamiento aparece en “La furia”, cuento que da título al libro, donde una niña mata a otra niña. Ambas están disfrazadas de ángeles. Winifred, el ángel de color celeste quema con su antorcha a Lavinia, el ángel de color rosa. Winifred no declara haber dado muerte a Lavinia, sino que narra el hecho como un accidente, pero la perfomance que despliega luego de la muerte de ésta, con sentido “reivindicatorio”, no deja dudas al respecto. Winifred cuenta que debía corregir los defectos de su amiga Lavinia: el orgullo y el miedo y emprende, así, una tarea que considera educativa: “...un día le corté un mechón que guardé secretamente en un relicario; tuvieron que cortarle el resto del pelo, para emparejarlo. Otro día, le volqué un frasco de Colonia sobre el cuello y la mejilla; su cutis quedó todo manchado”.(Ocampo.1959:232) Para combatir el miedo de Lavinia a los animales, Winifred introduce animales vivos dentro de su cama y otros tormentos por el estilo prosiguen. Toda una crítica mordaz dirigida hacia los métodos de educación y formación puede ser observada en el relato. Métodos elaborados e impuestos por los adultos a los niños y que la niña Winifred copia y aplica a su amiga Lavinia, con consecuencia aterradoras, que quedan explicitadas en el nivel de los acontecimientos, pero que parecen pasar inadvertidas en el relato de Winifred que es, al momento de narrar, una adulta. Los castigos son presentados como atenciones y hechos necesarios, como actos generosos que demandan todo su tiempo y paciencia. Combatir el miedo con exposiciones a situaciones vivenciadas comúnmente como aterradoras y socavar el orgullo a partir

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del deslucimiento de los atributos físicos han sido, desde hace mucho tiempo, las creencias y costumbres de una educación basada en la coerción y la intolerancia a las diferencias. Vencer la resistencia del otro se presenta como una obsesión muy generalizada, más acentuada, por cierto, en algunas épocas y culturas que en otras. La educación, entendida como corrección de los defectos, es una idea sobre la que trabaja Silvina Ocampo en muchos de sus relatos. Por citar un ejemplo, en “Ana Valerga” (Los días de la noche, 1970) se puede leer la misma preocupación. Los relatos de la autora extreman, parodian, las consecuencias nefastas que conlleva esta visión sobre el proceso formativo. El cruce entre la narración de sucesos violentos y el tono pueril con el que están narrados, descargados de patetismo, posibilita el contrapunto fundamental para el registro paródico y para hablar de la cierta imposibilidad, ciertos límites, que no pueden ser superados con los procesos formativos, tan violentos como las acciones que intentan combatir, de allí la rebelión de estos personajes femeninos hermanados con las Erinias. Un aspecto importante, ahora como motivación, se advierte en el accionar de Winifred: la rivalidad; Lavinia es bella. El texto no lo dice directamente, pero el retrato que ofrece de la niña permite comprobarlo: “tenía el pelo largo y rubio, la piel muy blanca” (p.232). La descripción de Lavinia se asimila a uno de los ideales de belleza y a un arquetipo femenino_ la mujer ángel_ instalado social y culturalmente con gran permanencia. En cambio, el retrato de Winifred, a cargo del novio, muestra un arquetipo femenino opuesto, y por cierto, menos jerarquizado: “sus ojos brillaban, ahora me doy cuenta, como los de las hienas....era frágil y nerviosa...el pelo negro era fino y crespo”(p.230); en otras ocasiones describe sus várices y su olor. Dos imágenes femeninas se enfrentan: la mujer ángel y la mujer fatal, quien encarna las fuerzas destructivas y demoníacas. Si se atiende a la clave intertextual 4, explícita en el título del relato, las Erinias o las Furias se convierten en el texto de Esquilo en Euménides, deidades bienhechoras, lo cual señala el triunfo de la ley y el orden del Estado por sobre las leyes de la sangre. Es de observar que en el relato de Ocampo esa conversión no ocurre. La lectura que la autora realiza del mito y el texto griego propone una torsión que pasa por extremar la mirada imperante en las leyes vinculadas a la herencia y la sangre. El ajuste civilizador y esperanzado que se observa en la obra

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de Esquilo, con respecto a los personajes mitológicos de las Erinias, se desvanece en el texto de Ocampo. Si la tragedia de Esquilo pone freno al poder devastador de las fuerzas vengadoras y violentas de las Erinias, el relato de Ocampo reestablece el diálogo con ellas y libera su potencial hasta el infinito. Winifred se reivindicará a sí misma de un crimen cometido con otros crímenes aún más crueles y no con acciones nobles reparadoras. Con respecto a los arquetipos femeninos_ la mujer ángel y la mujer fatal_ dejan de estar enfrentados, más bien coexisten, uno le rinde tributo al otro. Winifred inmortaliza a Lavinia en su cadena de crímenes, de modo tal que la división en arquetipos que el mundo viril ha proporcionado se desvanece; el relato busca un tiempo y espacio anteriores a los de la civilización y que los hombres se esfuerzan por dejar atrás. La descarga de violencia interminable, sin punto final establecido, es uno de los elementos que impregna al relato de Silvina Ocampo de horror, es decir, allí reside otro modo de la violencia ligado al terror que ocasiona la atemporalidad, que la sucesión de actos violentos de Winifred suscita; el hecho de que no sea descubierta y que se maneje con total libertad es lo que aterroriza tanto como el crimen que cuenta y la perfomance que despliega. El orden se reestablece para la vengadora y no para el mundo que la rodea. Aquí, entonces, el gesto femenino en la escritura de la violencia y en la configuración del personaje femenino violento: ir hacia atrás, más cerca del origen ligado a la Madre Tierra y a los poderes de la sangre, pero recontextualizado en un espacio y tiempo contemporáneos que permite observar la posible vigencia de lo acallado por las leyes del Estado. Podría pensarse en una inversión en cuanto al esquema de vencedores y vencidos, a modo de revancha, donde ahora triunfa quien antes fue vencido; no obstante, sería simplificar la propuesta ya que el centro vital de Winifred es Lavinia, quien moviliza su accionar y a quien le rinde homenaje a través del crimen. Entonces, la rivalidad que antes se mencionara como motivación, se cristaliza y aparece, en cambio, otro motor impulsor de crímenes violentos, muy cercano al de las Erinias, cultoras de los misterios, del orden tribal, que no admiten el olvido de las ofensas cometidas. En el caso del cuento de Ocampo, quien se anima a alterar el orden_ Winifred_ es también quien decide vengar a perpetuidad el

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propio acto criminal; se trata de un personaje vinculado a las Erinias que actúa desde dos niveles, el de ofensora y ofendida, el de criminal y vengadora. El cuento muestra, de este modo, cierto proceso de autodestrucción de las deidades vengadoras que, paradójicamente, es el que permite su individuación y progresión. Un nuevo perfil de la violencia aparece en “Mimoso”. El personaje femenino_ Mercedes_ padece la muerte de su perro y decide embalsamarlo. Las burlas de sus allegados no tardan en hacerse oír, en especial, una de ellas bajo la forma de anónimo obsceno. Mercedes intuye la identidad del autor de dicho anónimo. Una noche, cuando el supuesto burlador concurre a la casa de Mercedes a cenar, el perro embalsamado sirve de plato para la cena. El burlador muere envenenado y la protagonista reivindica las virtudes de su perro: “Mimoso todavía me defiende” (p.200). De este modo, la experiencia de ser objeto de burlas se propone como disparador de una escena de venganza. La venganza alivia a Mercedes y le permite restaurar una justicia que consideraba perdida: otra evocación de las Erinias. Pero, la mirada innovadora está sugerida a partir del desplazamiento que origina el perro_ o el animal embalsamado, ya con categoría de objeto_ en el lugar de los vínculos cosanguíneos que protegían las Erinias. Se podría advertir, entonces, un universo femenino de afectos y objetos que alcanzan dimensiones significativas para las mujeres y que, generalmente, los personajes masculinos no alcanzan a compartir o comprender. Es el caso del esposo de Mercedes, ajeno al plan de su esposa, o el del novio de Winifred, quien no advierte el peligro que lo acecha. Muchos otros personajes femeninos de la autora intentan, por diversos medios, establecer contacto con la memoria de la que son poseedoras las Erinias y si como ha dicho Pierre Nora, “los lugares de la memoria son los rituales particulares de una sociedad sin ritual; sacralización pasajera en una sociedad que desacraliza; fidelidades particulares en una sociedad que pule los particularismos, diferenciaciones de hecho en una sociedad que nivela por principio; signos de reconocimiento y de pertenencia de grupo en una sociedad que tiende a reconocer sólo a los individuos iguales e idénticos” (Nora 1984), entonces, las Erinias bien podrían funcionar como uno de esos lugares de la memoria, por cierto atemorizantes pero también

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nostálgicos, que los cuentos de Silvina Ocampo fundan ante la hegemonía del relato histórico. 1.Un estudio fundamental para el análisis del arquetipo de la femme fatale es el de Mario Praz: La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica, Barcelona, El Acantilado, 1999. 2. Artemisa es la diosa casta y pura que posee tres entidades: Cintia, la espiritual y celestial, Artemisa, bella, terrenal y salvaje y Hécate, la diosa del inframundo, infernal. 3. Isabel Clúa Ginés examina las consecuencias de la división de las imágenes femeninas en grupos delimitados en “Bajo el signo de Artemisa: Las vírgenes fatales y otras criaturas inaccesibles” en Perversas y divinas. La representación de la mujer en las literaturas hispánicas. El fin de siglo y/ o el fin de milenio actual, Valencia, Ediciones e Hcultura, 2002. 4. Un estudio minucioso sobre la relación intertextual entre “La furia” y los personajes mitológicos de las Erinias es el de Brenda Sánchez: “Resonancias de las Erinias esquíleas en ‘La furia’ de Silvina Ocampo” en Espéculo. Revista de estudios literarios , Universidad Complutense de Madrid, número 22, año 2002.

Bibliografía Bozal, Valeriano (ed.): Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas, V. I., Madrid, Visor, 2000. Cirlot, Juan Eduardo: Diccionario de símbolos, Colombia, Labor, 1994. Clúa Ginés, Isabel: “Bajo el signo de Artemisa: Las vírgenes fatales y otras criaturas inaccesibles” en Revista Perversas y divinas. La representación de la mujer en las literaturas hispánicas: El fin de siglo y/ o el fin de milenio actual, Valencia, Ediciones e Hcultura, 2002. De Bruyne, Edgar: La estética de la Edad Media, Madrid, Visor, 1994. Eco, Umberto: Tratado de Semiótica general, Barcelona, Lumen, 1997. Esquilo: La Orestía en Tragedias Completas, Madrid, Cátedra, 1996 Nora, Pierre (dir.): Les France. Conflits et partages en Les Lieux de Mémorie, III, París, Gallimard, 1984. Traducción de Fernando Jumar durante el Seminario de Historia Política, UNTREF, Buenos Aires de 2001. Ocampo, Silvina: La furia en Cuentos Completo I, Buenos Aires, Emecé, 2002. Praz, Mario: La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica, trad. de Rubén Mettini, Barcelona, El Acantilado, 1999. Sánchez, Brenda: “Resonancias de las Erinias esquíleas en ‘La furia’ de Silvina Ocampo” en Espéculo. Revista de estudios literarios, Universidad Complutense de Madrid, número 22, año 2002.

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