Ciudades de Arte
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Las mil fachadas de Trieste Pasear por Trieste es como hojear un gran libro de arquitectura. Entre edificios neoclásicos, modernistas y de estilo ecléctico. Imaginando cómo eran sus calles en el ochocientos, el período de mayor auge de la ciudad: un pulular de alemanes, húngaros, levantinos, griegos y turcos, en un espectacular despliegue de trajes.
Lo que no hay que perderse Tantas culturas, tantas religiones Para respirar todas las influencias culturales que han marcado la ciudad a lo largo de los milenios, se recomienda visitar los lugares de culto religioso, para descubrir las principales iglesias: la grecoortodoxa de San Nicolás del setecientos, la serbo-ortodoxa de San Espiridión de estilo neobizantino, la católica de San Antonio, taumaturgo que domina la homónima plaza con el Canal Grande, la Sinagoga de Via San Francesco, inspirada en los modelos siríacos, la Iglesia Evangélica de Largo Panfili de estilo neogótico, y en dirección hacia San Justo, la barroca de Santa Maria Maggiore, llamada también “de los jesuitas” e inmediatamente detrás, un ejemplo lineal de estilo románico, la Iglesia de San Silvestre dedicada al credo helvético y valdense, y la Basílica de San Justo.
iazza Unità, una de las plazas más grandes y bellas del mundo, con vista directa al mar, es el punto de partida ideal para descubrir los diferentes estilos arquitectónicos de la ciudad. Desde lo alto del ayuntamiento, dos estatuas, Micheze y Jakeze, desde fines de 1800, escanden el tiempo de los triestinos. De día el sol resplandece sobre las doraduras del Palacio del Gobierno, mientras por la noche, la luz azul intensa, antigua delimitación del mar, enciende la pavimentación como por arte de magia. Trieste es un compendio de variadas culturas y expresiones artísticas, empezando por las manifestaciones romanas, como el Teatro Romano, el Arco di Riccardo y el Foro en la Colina de San Justo. Si, en cambio, se prosigue hacia el centro de la ciudad, desde la Piazza della Borsa pasando por el ordenado Borgo Teresiano, se descubrirá una gran variedad de edificios: verdaderas obras de arte arquitectónico, expresiones del estilo neoclásico, del modernismo y del estilo ecléctico. Pero Trieste es también un baúl de fortalezas. El Castillo de San Justo, lugar de origen de la ciudad, ofrece una vista espectacular del golfo entero. Otro panorama que quita el
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aliento es el del Castillo de Miramar: inicialmente nido de amor de Maximiliano de Habsburgo y Carlota de Bélgica, fue luego teatro del trágico final. Miramar es uno de los símbolos de Trieste, como lo es también el Faro de la Victoria que, además de iluminar el puerto, es un monumento conmemorativo en honor de los marineros caídos durante la Primera Guerra Mundial. Trieste tiene mil fachadas y mil escorzos que hechizan la mirada. Y liberan la imaginación.
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Trieste
“Tiene una hosca gracia”
(Umberto Saba)
No es de sorprender que grandes escritores encontraran en Trieste sugestivos lugares y ambientaciones en los cuales inspirarse. Aún hoy, paseando por la ciudad, es posible sumergirse en las atmósferas descritas o vividas por Joyce, Svevo y Saba. Vistos con los mismos ojos de los autores... on pocas las ciudades del mundo que pueden descubrirse a través de los libros. Entre estas está Trieste, donde no se puede no ver una página de literatura viva. De hecho aquí vivió y, sobre todo, encontró la inspiración para sus más importantes obras, el gran James Joyce. Nacen también en Trieste Italo Svevo y Umberto Saba, considerados por muchos los más grandes escritores y poetas italianos del novecientos. Partiendo desde la estatua de Joyce en el Canal Grande, es posible sumergirse en las ambientaciones de inicios del siglo pasado que inspiraron sus obras más importantes: Piazza Verdi y su teatro, el Jardín Público, los cafés históricos donde es posible sentarse a la misma mesa donde él conversaba amablemente sobre literatura o reflexionaba sobre su grande obra Ulises.
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También la Pastelería Pirona, de la cual era cliente asiduo, y la Farmacia Picciola, que permanece prácticamente igual desde hace cien años, son lugares que conservan intacta la memoria de la época del escritor. Tomando en mano las novelas de Italo Svevo y paseando por la ciudad es posible realmente recorrer los lugares, percibir las atmósferas, los olores y los sabores del periodo a caballo entre el ochocientos y el novecientos. Hay decenas y decenas de lugares que permanecen tal y como los describía el grande autor. Uno de estos, por ejemplo es la tranquila Piazza Hortis. Umberto Saba, en cambio, con su mítica pipa, permanece en la esquina de Via Dante con Via San Nicolò: un monumento en bronce que representa su semblante, justo allí, muy cerca a la Librería Antiquaria, que él mismo manejó durante muchos años.
Café con sabor de otros tiempos Fermentos artísticos, literarios y políticos daban vida a los cafés históricos de Trieste. Una cultura que se manifiesta también en los variados modos de beber las mezclas, en las versiones nero, capo in b, deca, goccia, lungo, ristretto. Vale la pena descubrirlas una a una y convertirse en verdaderos expertos. Como todos los triestinos aman definirse. a filosofía y el modo de vida de Trieste están tradicionalmente ligados, ya desde el setecientos, al café. Los diferentes modos de beberlo con matices que sólo un verdadero experto (y todos los triestinos dicen serlo) sabe distinguir, son un misterio para los turistas: nero (negro), capo in b (cappuccino servido en vaso), deca (descafeinado), goccia (café corto con un poquito “una gota” de leche), lungo (largo), ristretto... son sólo algunas de las posibilidades que ofrecen los especializados cafés de Trieste. Y esta importancia del café que caracteriza la vida triestina ha hecho surgir lugares para el consumo, que se convierten en punto de encuentro para las nuevas ideas en los campos del arte, la literatura, y la política. Los cafés históricos son aún hoy un itinerario casi obligatorio para los turistas en Trieste. Partiendo desde el más antiguo, el Café Tommaseo, fundado en 1825, que mantiene la decoración del periodo de los Habsburgo, se puede pasar al renovado Café degli Specchi (de los espejos), una verdadera sala burguesa en la Piazza Unità. En la misma zona hay otros tres cafés que han marcado la vida de la ciudad a lo largo de los siglos; el ex-Urbanis, el Tergesteo y la Stella Polare (la estrella polar), también estos totalmente remodelados. En el cercano Corso Italia se asoma el bellísimo Café Torinese de 1919, con trabajos de boiserie que recuerdan las naves. Los ruidos de las viejas máquinas de café expreso resuenan en la atmósfera vienesa del histórico Café San Marco, que ya a finales de la Belle Epoque representaba uno de los centros del debate político triestino.
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Trieste
...el mar se Trieste no podría ser Trieste sin el mar. Un mar que se adentra hasta muy cerca del centro histórico y sirve de espejo a los elegantes edificios. Un mar al que se asoman los típicos “bagni” (balnearios) o en el que se engastan pequeñas bahías protegidas por cándidas costas rocosas. Un mar apto para diversos deportes náuticos. Empezando por la navegación a vela: verlo salpicado de miríadas de embarcaciones, por la Barcolana, es un espectáculo único.
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de “Marinaresca” típica canción de Trieste
movi apena… l elemento indispensable del panorama de Trieste es el mar. Puerto mercantil de la espléndida Viena en el período de los Habsburgo, la ciudad sigue manteniendo una importante actividad comercial y turística: es cada vez más común ver los solemnes cruceros transatlánticos surcar el golfo. En Trieste, el mar está a los pies del centro y se puede pasear tranquilamente a lo largo de la orilla pasando por los largos muelles que bajan hasta el agua azul, como el sugestivo Molo Audace. La costa, entonces, prosigue hasta Barcola, atraviesa todo el Litoral con sus playas y “balnearios”, para llegar hasta Sistiana y Duino, con pequeñas bahías protegidas por costas rocosas a pico sobre el mar e inundadas por los perfumes de la mancha mediterránea.
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Y luego, la náutica, que ocupa un lugar de honor en la vida de la ciudad: el golfo da la posibilidad de practicar numerosas actividades acuáticas. En particular Trieste tiene una importantísima tradición de navegación a vela. Innumerables veleristas de nivel internacional han entrenado entre las ráfagas de la Bora y las olas adriáticas. Cada año, en octubre, tiene lugar la Barcolana, que se ha convertido en una regata de nivel internacional que no hay que perderse.
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Artes antiguas, guerra, decoraciones, teatro, mar: mil mundos por descubrir a través de interesantes exposiciones. Para luego perderse entre pintorescas callejuelas en busca de preciosos anticuarios y pequeñas galerías de arte.
Trieste
Museos para todos y todos al museo! Lo que no hay que perderse Trieste hebraica Existe en Trieste una tradición hebraica secular: de hecho, desde el siglo XIII hay evidencias de la constitución de una importante comunidad. La monumental Sinagoga es considerada la mejor construcción de su género en Europa y la grandeza de su interior hace recordar la importancia que ha tenido la Comunidad hebraica triestina. Otras dos manifestaciones irrenunciables de la cultura israelí son el Museo Carlo e Vera Wagner y la Librería hebraica. 8
rieste ofrece una variedad de museos, tan rica y variada como lo es su historia; es una ocasión que no hay que perderse para sumergirse en épocas históricas y ámbitos culturales que generan gran curiosidad e interés. Artes antiguas, guerra, decoraciones, teatro, mar y exhibiciones internacionales son las opciones que ofrece la magnífica ex-Pescheria centrale espléndidamente reestructurada. Y también muchas pequeñas galerías de arte, anticuarios y bibliotecas que engalanan los pintorescos barrios y callejuelas. Trieste ofrece una vasta cantidad de estímulos culturales para adentrarse en mundos desconocidos o profundizar los propios intereses.
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Viajando entre los sabores
Influencias austríacas, húngaras y eslavas encuentran en Trieste una síntesis única e inconfundible. Entre las particulares osmizze y las antiguas pastelerías, innumerables especialidades y placeres para el paladar.
n la tradición gastronómica triestina se mezclan influencias que no se encuentran en ninguna otra parte de Italia. Influencias que vienen de la cocina alemana, eslava, húngara e incluso griega. Una de las costumbres más típicas es el rebechin, que consiste en el tradicional bocado que se puede tomar a cualquier hora del día, normalmente de pié, en los buffets esparcidos por toda la ciudad. Otro atractivo turístico que viene de la tradición eslovena son las osmizze: casas privadas cársicas abiertas durante breves periodos donde es posible probar las especialidades locales (vino, salamis y quesos) en un fascinante escenario rural. El interior ofrece una variada gama de productos de elevada calidad: además de los vinos, en particular los blancos, los aceites de oliva virgen extra del Carso triestino son altamente apreciados por los expertos y especialistas de arte culinario. Uno de los símbolos de la mesa del Friuli Venezia Giulia que hay que descubrir, nacido como plato “pobre”, pero propuesto en la actualidad incluso por los mejores restaurantes, es la jota, una gustosísima sopa, a base de judías, patatas y chucrut. En cuanto al postre, en Trieste se ha conservado lo mejor de las tradiciones de la Mittleeuropa. Las pastelerías de la ciudad están inundadas de delicias de origen austriaco, húngaro y eslavo, entre krapfen y strudel, tortas
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sacher, dobos y rigojanci, presnitz y putizza. Una pausa dedicada al paladar, que equivale a realizar un verdadero viaje entre sabores, olores y colores que pertenecen a las diferentes culturas, que encuentran en esta ciudad una síntesis única e inconfundible.
Lo que no hay que perderse Un mar de sabores En la cocina triestina los productos del mar juegan un rol imprescindible. La ciudad está rodeada de innumerables restaurantes, para todos los bolsillos, que proponen pescado y crustáceos en todas sus formas. Los sardoni son el pez más común: fritos, apanados o en savor (fritos y marinados en aceite y cebolla) son las recetas más típicas. pero también róbalos, doradas, atunes, mejillones, almejas, sepias y todos los productos que ofrece el mercado del pescado.
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Corazón del Friuli Venezia Giulia y portal de entrada a un mundo especial, donde se habla una lengua antigua. Elegantes edificios y pintorescas calles, con “la plaza veneciana más bella de tierra firme”, vigilados por un antiguo castillo. Se dice que la colina en la que éste descansa fue elegida por Atila para asistir al espectáculo de Aquilea en llamas.
Udine, un auténtico
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encanto dine, la pequeña joya en el corazón del Friuli Venezia Giulia, ofrece una experiencia auténtica; es el portal de entrada a una cultura que se expresa con tradiciones antiguas y extraordinarias. Admirar las fachadas de las antiguas construcciones históricas en medio de una atmósfera particular, entre las voces de la gente que habla el friulano, regala sensaciones únicas. Partiendo desde la Piazza Libertà, considerada “la plaza veneciana más bella de tierra firme”, finamente decorada por la Loggia del Lionello y por la de San Juan, pasando bajo el atractivo Arco Bollani, se llega al complejo del Castillo, hoy sede de los Museos Cívicos. Se cuenta que el cerro sobre el cual fue erigido, fue construido por los hunos para permitir a su líder Atila asistir desde lejos al espectáculo de Aquilea en llamas. No hay que perderse el paseo a lo largo de Via Mercatovecchio, el antiguo lugar del mercado. Y la calle donde, entre las tiendas de alta moda y las antiguas trattorie, es posible admirar bellísimos edificios
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nobiliarios entre los cuales el Palazzo del Monte di Pietà con la capilla barroca ricamente decorada y cubierta por preciosos paneles de cuero dorado y pintado. El punto de encuentro, en la Piazza Matteotti, o “Piazza delle Erbe” (Plaza de las hierbas), es mágico a cualquier hora del día; los pintorescos edificios que abrazan este “salón burgués” observan por la mañana el mercado, y al atardecer los locales hormigueando de gente.
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Udine
Los ritos que giran alrededor de las osterie, en Udine, hablan de calor y hospitalidad. Descubrirlos es como entrar en una dimensión que ha quedado suspendida en el tiempo. Rica de acentos conviviales.
“Un taj di
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chel bon” D
escubrir una de las innumerables osterie esparcidas por todo el centro histórico es una etapa fundamental para los visitantes de la ciudad. Aquí es posible experimentar el placer de entrar en una osteria típica y ordenar “un tajut di blanc o di neri” (una copa de vino blanco o tinto) acompañada de un crostino con los sabores de Friuli Venezia Giulia, y talvez saludar con el típico “Mandi”! Es así que se capta la verdadera esencia del carácter de los friulanos. Aún hoy, junto a la modernidad de una ciudad en continuo movimiento, se encuentran numerosas osterie como las “de otros tiempos”; frecuentemente caracterizadas por un fogón donde en invierno se cuecen las castañas y junto al que se juega a cartas en buena compañía. Los hosteleros crean una atmósfera familiar, cálida y acogedora, que hace que el visitante se sienta como en su casa. La hora del aperitivo en las osterie es sin duda una buena ocasión para conocer las costumbres del lugar, para vivir un momento de integración y disfrutar de la hospitalidad de los friulanos.
Lo que no hay que perderse Conserva lo que más puedas la salud. Te lo dice un friulano. “Mandi” es una de las palabras que más se oyen por la calle. Se trata del típico saludo en lengua friulana. La interpretación etimológica de la palabra, de origen latino, comprende las expresiones “mane diu” (que estés bien lo que más puedas) y “mane cum Deo” (que Dios esté contigo). El friulano es un idioma neolatino, común a otros idiomas romance de matriz latina. Las contaminaciones tardo-románicas, longobardas y germánicas lo han enriquecido aún más. Se habla no sólo en Udine y en su provincia sino también en parte del territorio de Pordenone y Gorizia. El friulano se usa hoy incluso en las expresiones artísticas: en el teatro, en la poesía y en la literatura. En la música, además, da vida a las letras de las canciones con su particular sonoridad.
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Udine
Las maravillas del Tiepolo El célebre artista del setecientos alcanzó en Udine su madurez artística. Extraordinario el ciclo de frescos del Palacio Arzobispal, y una verdadera joya las pinturas custodiadas en el Oratorio della Purità. dine también es conocida como la “ciudad del Tiepolo”; aquí, de hecho, el gran artista del setecientos vivió un periodo importante de su vida, huésped del Patriarca Delfino. Y justo en Friuli Venezia Giulia el Tiepolo evolucionó hacia un naturalismo más atractivo y una aclaración de la paleta, alcanzando lo que se define como el período de su madurez artística. Su creatividad se revive en el
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Palacio Arzobispal, engalanado por un extraordinario ciclo de frescos, y en el Duomo, donde el célebre artista pintó los frescos de la Capilla del Santísimo Sacramento. No hay que perderse la visita al Oratorio della Purità en el que se puede admirar una de las obras de arte más representativas de Tiepolo.
Lo que no hay que perderse Genios de arte La Galería de Arte Moderno, sección de los Museos Cívicos y Galerías de Historia y Arte, alberga más de tres mil obras entre pinturas, gráfica y escultura, y miles de dibujos de arquitectura, entre los cuales sobresalen los del friulano Raimondo d’Aronco, considerado uno de los arquitectos italianos más representativos del modernismo: proyectó mezquitas y palacios incluso en Estambul. También se encuentra la sección dedicada a las creaciones de Dino, Mirdo y Afro Basaldella; el genio de éste último lo ubica en el vértice del arte italiano del novecientos. Desde 1983 engalana la exposición, como legado testamentario, una de las principales colecciones italianas de arte contemporáneo compuesta por particulares: la de Maria Luisa Astaldi, con obras de De Chirico, Morandi, Sironi, Chagall y Picasso, entre otras. 15
Punto central de la vida de la ciudad, una elegante calle con largos porticados en donde descubrir vitrinas decoradas con gran atención y acogedores cafés, para luego adentrarse en las callejas a las que se asoman característicos restaurantes, levantar la mirada y encontrarse con edificios magníficamente decorados al fresco.
Pordenone, de paseo por el Corso... orso Vittorio Emanuele, llamado simplemente Corso es la elegante arteria principal de la ciudad, sin duda el corazón de la vida de Pordenone. Sugestivos paseos bajo los porticados continuos más largos de Europa, en los que es fácil dejarse distraer por las vitrinas de las tiendas que se encuentran en los antiguos edificios o en las atractivas callejas que flanquean el Corso, mientras se va en busca de las excelentes trattorie y restaurantes característicos que ofrecen las especialidades del lugar.
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Sentarse a la mesa en uno de los muchos locales para degustar particulares selecciones de café, chocolate o un óptimo
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vino, da también la posibilidad de contemplar los espléndidos frescos de las fachadas de los edificios que miran hacia el Corso, de los más coloridos y pintorescos del trescientos, a los más elegantes y señoriales del periodo veneciano. Basta levantar la mirada para percibir una atmósfera de otras épocas, así, de manera muy simple, durante un aperitivo o un paseo relajante. No hay que olvidar el Teatro Verdi, restaurado recientemente, que con su moderna e innovadora estructura encaja perfectamente en la vida dinámica de la zona de Pordenone.
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Pordenone
... y entre los palacios nobles Antiguos edificios, en otras épocas residencia de familias adineradas, están dedicados hoy a la cultura y al arte. n Pordenone son muchos los edificios históricos destinados a uso cultural y artístico, sedes de importantes muestras y reseñas, como el ex Convento e Iglesia de San Francisco, con frescos del cuatrocientos y un claustro pintado, y los Palacios Pera y Sbrojavacca, actualmente sede de la Provincia. Es fascinante también el Corso Garibaldi del ochocientos, que una vez fue el lugar de residencia de numerosas familias adineradas, a las cuales se deben los maravillosos edificios señoriales, entre los cuales el “Palazzo de’ Spelladi”, del cual fue huésped el emperador Francisco José. No se pierda la visita a los museos, entre los cuales el Museo de Ciencias, en el Palazzo Amalteo, característico del quinientos y el Museo Cívico de Arte que se encuentra en el Palazzo Ricchieri, con numerosas obras de Pordenone, el pintor friulano más representativo del Renacimiento.
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Lo que no hay que perderse Cita en el centro Cada año, en el mes de septiembre, la ciudad se llena de cultura durante la animadísima pordenonelegge.it, la fiesta del libro por excelencia que convierte a Pordenone en la pequeña capital cultural de Friuli Venezia Giulia.
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A dos pasos de la ciudad Rincones de paz en los que la naturaleza toma la palabra. Cerca del centro histórico. Los parques de Pordenone. espués de un paseo por el centro, se puede recorrer la adorable calle peatonal a lo largo del río Noncello, rico de flora y fauna protegidas, para descubrir otra cara de Pordenone. La cara de una ciudad que se expresa también
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mediante el lenguaje de la naturaleza, dejando de lado por un momento la vida dinámica de la ciudad. Los parques de la ciudad ofrecen una atmósfera de tranquilidad, para disfrutar a sólo dos pasos del centro histórico.
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Gorizia, un agradable encuentro orizia, encrucijada de culturas diferentes, se presenta hoy como una “ciudad jardín” que acoge a sus visitantes entre paseos arbolados y villas señoriales. La disposición de las calles, de los edificios y de las iglesias caracterizadas por cúpulas en forma de cebolla, así como la atmósfera de sus cafés, recuerdan constantemente su matriz mitteleuropea. Caminando a lo largo de los paseos principales, el Corso Verdi y el Corso Italia, y admirando las históricas villas con sus amplios jardines, se percibe una atmósfera que desde finales del ochocientos le ha dado a Gorizia el nombre de la
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“Niza austriaca”, residencia de funcionarios de los Habsburgo que la eligieron gracias a su agradable clima. Numerosos edificios históricos que dieron hospitalidad a personajes ilustres. En el Palazzo Lantieri es posible recorrer los pasos del legendario Casanova o respirar las capacidades creativas de Goethe o Goldoni. Los palacios de Gorizia albergaron también a importantes personajes de la historia: como al Papa Pío VI, a Napoleón y a Carlos V.
“Ciudad jardín” rica de paseos arbolados, expresa en un modo señorial su esencia mittleeuropea. Gracias a su clima templado fue elegida como residencia de funcionarios de la casa Habsburgo, lo que le dio el nombre de “Niza austriaca”.
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Gorizia
Una zambullida en la historia
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Al majestuoso castillo, símbolo de la ciudad, para pasear por los recorridos de las rondas y abrazar con la mirada un territorio salpicado de viñedos. Y luego, a los museos de Historia y Arte, de la Grande Guerra y de la Moda y de las Artes Aplicadas. Para no hablar del importante papel que aún juega el pasado reciente...
esde el Castillo, símbolo de la ciudad y verdadero núcleo histórico con su atractivo Borgo, es posible disfrutar del atractivo panorama de los paisajes circundantes. Maravillosos paisajes vinícolas, territorios que en otros tiempos fueron escenarios de las dos guerras aún hoy marcados indeleblemente por las trincheras, heridas históricas a través de las cuales se accede a los escenarios de las batallas. Es impresionante el paseo sobre los muros externos que retoman los recorridos de las rondas de los soldados hasta la Torre del Reloj. Una verdadera zambullida en la historia estimulada también por los museos, entre los cuales el del Medioevo Goriziano y los Museos Provinciales de Borgo Castello con las antiguas Casas Tasso y Dornberg, sedes importantes de colecciones
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permanentes como el interesante Museo de la Grande Guerra, la Colección Arqueológica, el Museo de Historia y Arte y el Museo de la Moda y de las Artes Aplicadas, único en su género. Gorizia, durante medio siglo, fue también el símbolo de la guerra fría, estando en la frontera de la “cortina de hierro”. Aún hoy en la Piazza Transalpina, dividida físicamente por un muro hasta el 2004, es posible pasear con un pié en Italia y el otro en Eslovenia. Una experiencia que sólo en Gorizia se puede vivir. La ciudad ha jugado un rol de gran importancia en la historia reciente italiana, ha vivido momentos de tristeza pero también de grande alegría. Imágenes que pasan ante los ojos de quien recorre sus calles y atraviesa sus plazas, escuchando las historias que cuentan con expresiva voz sus habitantes.
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AUSTRIA
TARVISIO CARNIA
SLOVENIA UDINE PORDENONE
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Spagnolo
Fácil de llegar, difícil de olvidar TURISMO FRIULI VENEZIA GIULIA Piazza Manin, 10 loc. Passariano 33033 Codroipo (Ud) Italy tel. +39 0432 815111 fax +39 0432 815199
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DSF design / photo: Paolo Beccari, Noiza, Baronchelli, Crozzoli, Valdemarin, D’Affara, Viola, Bernardi, D’Agostino, Archivio Museo Diocesano e Gallerie del Tiepolo, Curto, Archivio Palazzo Coronini Cronberg, Castellan, Savella / printed by: Grafiche Filacorda
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