Las nuevas relaciones de p o d e r e n A m é r i c a L a t i n a y su proyección global

DOCUMENTOS DE L DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICA Las nuevas relaciones de poder en América Latina y su proyección global I n form e d e s emin ar i

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DOCUMENTOS DE L DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICA

Las nuevas relaciones de poder en América Latina y su proyección global I n form e d e s emin ar i o

Augusto Varas Diciembre de 2009

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contenido I. RELACIONES INTRA REGIONALES 1. Globalización económica y política. 2. Impacto de la crisis financiera en la región 3. Democratización, presidencialismo o neo-populismo 4. Próximas elecciones 2010

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II. RELACIONES EXTRA REGIONALES 1. Potencias hemisféricas: Estados Unidos, México y Brasil 2. Nuevos actores: Irán, China, Rusia, India y La Unión Europea a) Irán b) China c) Rusia d) India e) Unión Europea 3. Seguridad, tema militar, carrera armamentista?

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III. ESCENARIO DE COOPERACION 1. Cooperación Sur-Sur 2. Escenarios regionales de cooperación

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IV. CONCLUSIONES

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Anexo. Lista de participantes

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En octubre de 2009, el Centro de Construcción de Paz de Noruega (NOREF), conjuntamente con el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, organizaron en la ciudad de Bogotá, Colombia, el seminario Las nuevas relaciones de poder en América Latina y su proyección global, el cual contó con la participación de destacados analistas políticos latinoamericanos así como con autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega y de sus representantes diplomáticos acreditados en la región. El presente documento resume las principales ideas debatidas durante el seminario.

las nuevas relaciones de poder en américa latina y su proyección global I nfo rme d e semin ario Augusto Varas*

En la última década, los países latinoamericanos han experimentado transformaciones sustanciales en la distribución del poder político a nivel doméstico y hemisférico, así como una tendencia creciente hacia la trans-regionalización de sus relaciones políticas y comerciales. Las transformaciones en las relaciones de poder en la región también se han visto aceleradas por el distanciamiento de los países latinoamericanos respecto de los Estados Unidos. A las limitaciones de su política hemisférica como consecuencia de su pérdida de influencia estratégica en la región, se han sumado los cambios políticos e ideológicos observados durante la última década en America Latina. Para entender mejor esta particular situación regional, el Centro de Construcción de Paz (NOREF) de Noruega, conjuntamente con el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, convocó en la ciudad de Bogotá en octubre de 2009 el seminario “Las nuevas relaciones de poder en América Latina y su proyección global”, que contó con la participación de analistas políticos latinoamericanos así como autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega y de sus representantes diplomáticos acreditados en la región (ver Anexo 1 para una lista de los participantes en la reunión). * Consultor de NOREF. Agradezco el aporte de Catalina Arreaza en la preparación de este informe.

El presente documento resume las principales ideas debatidas durante el seminario.

I. RELACIONES INTRA REGIONALES 1. Globalización económica y política. Los participantes reconocieron que América Latina no ha estado ajena a los procesos de globalización que enmarcan las relaciones económicas, políticas y culturales a nivel mundial. Para algunos participantes la globalización debe entenderse no como un proceso único sino, más bien, como una conjunción de varios procesos simultáneos caracterizados por la fragmentación y redistribución del poder mundial –multipolarismo-- lo que se asocia a una creciente cesión de soberanía por parte de los estados nacionales a favor de mecanismos supranacionales. En el marco de este proceso de globalización han surgido crecientes demandas de democratización del ámbito internacional multilateral por parte de los poderes regionales emergentes. Esta demanda democrática internacional se ha visto acompañada, en varios casos regionales, por un giro de sus gobiernos hacia la izquierda. Estos han abierto espacios de participación –anteriormente abiertos

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solo para las elites nacionales e internacionales- a sectores anteriormente marginados tanto de la política nacional como de las relaciones de poder internacional. Especial mención requiere el caso de Bolivia, país donde es posible apreciar un proceso inédito de nuevas instituciones democráticas que responden a su especial perfil multicultural. Estos gobiernos han quedado sujetos a demandas políticas que aspiran a un Estado centrado en atender las necesidades nacionales populares más que responder a una lógica y demanda supranacional ajena a los sectores recientemente incluidos. Así, el actual proceso de inserción de la región en el proceso de globalización está aparejado a un fuerte componente democratizador a nivel nacional. En el plano internacional, consistentemente con sus orientaciones de política interna, los gobiernos de la región están demandando una ampliación y democratización de los espacios e instituciones internacionales multilaterales lo que le ha dado a la política internacional un nuevo sello. A esta nueva impronta de la política internacional es que los actores internacionales deberán crecientemente responder adecuando sus políticas exteriores a estas nuevas formas de inserción de los países emergentes en el espacio internacional. En este contexto, resulta adecuado considerar la actual coyuntura de la política hemisférica como en transición, proceso concurrente con los cambios que ocurren a nivel global. En particular, las estructuras de poder mundial están siendo transformadas, entre otras razones, por la presencia cada vez mayor de poderes emergentes no occidentales. En América Latina esta transición se ha caracterizado fundamentalmente por un alto nivel de incertidumbre. Las razones son múltiples: una progresiva apertura al mundo con énfasis en el Pacífico, el Atlántico y Asia; una mayor apertura al intercambio intra-regional; la inestabilidad política generada por los sucesivos cambios de presidentes como consecuencia de movilizaciones sociales; el surgimiento de movimientos de izquierda que han generado presiones opositoras con arraigo en importantes bases sociales; el creciente presiden-

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cialismo con el consecuente personalismo en las relaciones políticas regionales; la fragmentación de los procesos de integración regional y la ineficacia de algunos de los mecanismos multilaterales regionales existentes; y la existencia de conflictos internos no resueltos tanto dentro como entre algunos países latinoamericanos, lo que lleva aparejado un aprovisionamiento de armas para la modernización de las instituciones militares o para la mantención de equilibrios regionales. Esta transición no tiene necesariamente un carácter progresista sino que también alberga corrientes reaccionarias y conservadoras. Específicamente, es posible identificar una alarmante retracción en la calidad del ejercicio democrático en diferentes países de la región. Esto ha sido evidenciado durante la crisis en Honduras, la que fue percutada por la expectativa de un democracia efectiva, la que genero la instabilidad que motivo el golpe de estado a mediados de este año. Igualmente, las limitaciones al pluralismo político observadas en algunos países andinos, es prueba de lo mismo. En suma, si bien no se puede hablar de una sola tendencia generalizada en el hemisferio, es posible constatar una bifurcación entre países con mayores niveles de desarrollo institucional democrático y otros que presentan actualmente un retroceso. Aun cuando la región tradicionalmente se ha caracterizado por su diversidad en materia de arreglos y prácticas institucionales, en años recientes estas diferencias se han acentuado. Un aspecto importante que revela las diferencias intra regionales es el tema de la defensa, materia sobre la cual no ha sido posible desarrollar una posición hemisférica concertada. Asimismo, y también el terreno de la seguridad desde una perspectiva amplia, tampoco es posible distinguir una posición común con respecto a la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico. Estas dificultades para adoptar posiciones y políticas comunes frente a temas regionales y hemisféricos se suman y combinan a la crisis y dificultades de institucionalización de los proyec-

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tos de integración regional, como sucede con la Comunidad Andina de Naciones (CAN), el MERCOSUR y UNASUR. Por su parte, la OEA no ha podido mostrar éxitos decisivos en coyunturas complejas como el golpe de Honduras, el conflicto entre Ecuador y Colombia, e incluso en el manejo de la problemática de las drogas y el crimen organizado. En este sentido, algunos participantes piensan que ésta ha sido la década perdida para la integración de América Latina. UNASUR, que pretende ir más allá de los acuerdos de libre comercio para seguir avanzando, estima que hay que pasar a nueva etapa más avanzada de integración el que en la actualidad sirve de foro para debatir problemas y buscar soluciones comunes a Suramérica. Con todo, UNASUR ha evidenciado el distanciamiento entre Brasil y México, este último fuera de la nueva organización, lo que afecta las posibilidades de coordinación política regional futura. Esto incorpora inevitablemente un elemento de tensión con México, aun cuando no se excluye su incorporación en UNASUR en el futuro. La participación del Presidente Calderón en la Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC), en Bahía, en diciembre del 2008, demostró que había espacio para la coordinación de posiciones sobre la agenda regional. Esta tendencia podría agravarsee producto de cuatro factores claves: el aumento del nacionalismo político; el aumento de las diferencias sociales intra nacionales; la proliferación de armas y aumento del gasto militar, y la degradación ambiental. De esta forma, América Latina muestra que ha abandonado los principios, compromiso y bases tradicionales de una integración regional completa, privilegiando, por el contrario, sus propios intereses nacionales individuales y las políticas que los expresan. Estas tendencias centrífugas se encuentran estimuladas por las nuevas relaciones económicas internacionales que la región ha venido desplegando pari passu al proceso globalizador. Aunque históricamente América Latina no ha estado aislada de los flujos económicos dominantes, ha

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presentado una capacidad reducida de acción en el ámbito económico internacional. Sin embargo, en la actualidad ésta situación parecería estar cambiando. La reciente organización de la “Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe” como foro de debate regional ha sido una clara demostración de la capacidad diplomática mexicana y un paso adelante en la reorganización de las relaciones de poder intra latinoamericanas, reparando de esta forma las debilitadas relaciones entre México y Brasil, y creando un nuevo y más positivo ambiente para futuras coordinaciones políticas. No obstante, este nuevo espacio no implica necesartiamente una mayor y efectiva integración regional. Desde una perspectiva global, se ha dado una convergencia de intereses entre las economías emergentes -cuyas dinámicas internas de crecimiento demandan crecientes volúmenes de materias primas y recursos energéticos- y los países latinoamericanos con las respectivas capacidades de oferta, quienes han estrechado progresivamente los lazos comerciales con potencias extra-regionales como China, Rusia, Irán e India. China es ahora el principal mercado de productos de algunos países latinoamericanos (Brasil, Chile); la región Asia/Pacífico ha reemplazado a Europa como el principal mercado para América Latina; México y Chile han sido incorporados a la OECD; y la lucha contra el proteccionismo se ha desplazado hacia las rondas de negociación de Doha. En la actualidad América Latina tiene 42 tratados de libre comercio en vigor con más de 100 países intra y extra regionales. En este sentido, afirmar que América Latina ha perdido importancia económica mundial no se corresponde con la realidad de los hechos. A su vez, se observa una creciente valorización de los productos primarios de la región, en especial los relacionados con el sector energético, siendo los países más favorecidos por esta tendencia Brasil, Argentina, Venezuela y Bolivia. Otros países como México, por el contrario, se han visto afectados por la crisis financiera internacional lo que ha dificultado los esfuerzos de reducción de

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la pobreza que habían alcanzado índices históricos en la década pasada. Cabe destacar que en la medida que el aumento en los precios de algunos productos agrícolas a nivel internacional afecte a los consumidores más pobres de los países más pobres, esto podría incrementar las tensiones en la región. Así, a pesar de que América Latina estuvo relativamente aislada del centro histórico de gravitación política, económica y cultural mundial, la situación ha cambiado significativamente durante los últimos quince años. Este fenómeno se manifiesta, entre otros, en la diversificación de relaciones diplomáticas. Por ejemplo, las embajadas de países latinoamericanos en ciudades como Delhi y Moscú han ido en aumento, así como el despliegue de misiones diplomáticas latinoamericanas (Venezuela, Brasil) en África; Brasil lidera el proceso de reforma del Consejo de Seguridad y otras instituciones financieras internacionales; y Argentina, Brasil y México negocian por América Latina en el Grupo de los 20. Otro ejemplo de creciente extra-regionalización de las relaciones exteriores es el caso de Chile: en un período de cinco semanas, durante las Cumbres Progresista y América Latina-África en 2009, entre otras, la presidenta Michelle Bachelet se reunió con aproximadamente 70 mandatarios y líderes de diferentes países, número nunca antes visto para un país latinoamericano. 2. Impacto de la crisis financiera en la región El impacto de la crisis financiera ha tenido impactos de diverso signo en la región. Tuvo impactos adversos en el comercio y reveló políticas proteccionistas inadmisibles. Sin embargo, también mostró avances en la política de inclusión social lo que permitió que esta tuviera un impacto relativamente menor sobre la mayoría de los países de la región. Por una parte, se han observado algunos efectos negativos como la disminución del flujo de remesas, el que se ha contraído en aproxi-

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madamente un 30% en comparación con años anteriores. A esto se suma la caída en las entradas por servicios de turismo y al endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos y la Unión Europea. Estas externalidades negativas de la crisis afecta a los grupos más vulnerables de las sociedades latinoamericanas y, a su vez, limita las capacidades institucionales de lucha contra la pobreza en algunos países de la región. Pese a que en el seminario se valoró la búsqueda de esfuerzos concertados para afrontar la crisis, como se evidenció en la cumbre del G-20, se consideró que la crisis financiera no fue aprovechada como una oportunidad para reactivar la cooperación regional a través de los mecanismos existentes. Desafortunadamente, los países de la región han defendido sus propios intereses nacionales individuales perdiendo de vista los colectivos. Las persistentes tensiones bilaterales han sido un obstáculo adicional para incrementar la cooperación regional. Por otra parte, algunos analistas mostraron preocupación por la rapidez con que la crisis financiera ha venido siendo superada impidiéndose la generación de nuevas ideas, modelos o ideologías post-crisis que den cuenta de los problemas estructurales evidenciados a través de ella. Con todo, pareciera que en América Latina se han dado algunas respuestas frente al fracaso del modelo neoliberal, como las políticas anti-cíclicas que protegen a los más necesitados; los modelos y políticas de protección social que incluyen bonos de salud, educación y vivienda, entre otros; las medidas destinadas a regular los mercados por parte del Estado; y los esfuerzos de transparencia institucional que comienzan a diseminarse en la región, serían algunas de las respuestas formuladas para hacer frente a la crisis. Estas políticas estarían, de hecho, apuntando a la construcción de un neo-estado de bienestar, apoyado por la temporal bonanza económica de la región, la que se estima no perduraría en el largo plazo por lo que estas respuestas a la crisis podrían ser de corta duración.

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3. Democratización, presidencialismo o neo-populismo Latinoamérica viene experimentando durante los últimos años una marcada tendencia hacia la profundización democrática. En varios países se han llevado a cabo reformas estructurales que han buscado incluir dentro de la esfera pública grupos sociales históricamente marginados. Las reformas constitucionales realizadas en los países del bloque bolivariano son ejemplo de esto. Con todo, en algunos de ellos se observa un doble movimiento, muy propio del populismo, que abre espacios populares clientelares a la vez que restringe otros espacios como, por ejemplo, la libertad de prensa, amparándose en que esos son espacios que usa la oligarquía en contra de los intereses populares. A contrario sensu, en el caso hondureño se observa una disfunción múltiple entre instituciones, elites, sectores populares y prácticas democráticas no violentas, cuando se trata de resolver una crisis política evidenciando la insuficiencia de esas débiles instituciones democráticas sin capacidad de acomodar las crecientes demandas populares de apertura política. Mientras en épocas pasadas las demandas de apertura política dieron pie a la instauración de regímenes autoritarios a lo largo de la región, actualmente se observa un acomodamiento institucional con objetivos de inclusión política y social. A su vez, el generalizado repudio hemisférico e internacional al golpe en Honduras muestra el importante enraizamiento y apoyo a las convicciones democráticas regionales. El proceso de profundización democrática fue percibido como irregular en toda la región existiendo, simultáneamente, grandes retrocesos. En algunos países, más que un proceso de democratización se estaría experimentando un fenómeno de fuerte presidencialismo apoyado por políticas neo-populistas. En estos casos se observa un proceso de des-institucionalización democrática. Este fenómeno también se expresaría en el campo de la política exterior a nivel regional

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bajo la forma de una diplomacia presidencialista la que ha sido una práctica antigua e importante en varios períodos en la región, sobre todo para enfrentar conflictos fronterizos. Sin embargo, su abuso tiende a profundizar la crisis de las instituciones multilaterales regionales. En tales casos, el llamado a las bases populares sería instrumental a la concentración del poder en las respectivas presidencias con la consiguiente agudización de los personalismos. El efecto neto de esta tendencia a la desinstitucionalización democrática es una fuerte polarización social entre izquierdas y derechas a consecuencia del fortalecimiento de los liderazgos mesiánicos que se asocian al personalismo populista, los que en casos de conflicto de intereses no aceptan mediación institucional a nivel nacional, ni intermediación de canales diplomáticos a nivel internacional. No obstante, en otros países los cambios democráticos no han conducido a este neopopulismo, observándose transformaciones significativas en la cultura democrática. Ejemplo de ello es que Brasil tenga un presidente ex obrero y sindicalista, Bolivia un presidente indígena y que haya dos presidentas mujeres, Chile y Argentina. Igualmente, la implementación de políticas anti cíclicas para proteger a los más pobres durante la última crisis financiera muestra una consecuente actitud de protección de los intereses populares. Todas estas son evidencias claras de una profundización democrática sin punto de comparación con anteriores décadas. Establecer que esta polaridad entre regímenes de profundización democrática y neo-populista caracteriza en forma definitiva el panorama latinoamericano podría ser simplemente reduccionista dado que en cada país se puede ver una combinación de ambos rasgos, predominando uno u otro factor de acuerdo al caso. La estabilidad democrática en Ecuador y Bolivia, luego de nueve presidentes derrocados consecutivamente, es un adelanto muy significativo aun cuando se observen liderazgos personalistas, o bien en los casos de Brasil y Chile donde el fuerte presidencialismo no

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ha sido tentado por tendencias populistas. Adicionalmente, es necesario reconocer que los gobiernos populistas históricamente se han caracterizado por un pobre manejo de la economía lo que en el caso de América Latina en la última década no ha sucedido, salvo excepciones. Los países de la región no han sufrido desproporcionadamente la actual crisis financiera observándose, en unos, una exposición prudente al mercado mundial y, en otros, una holgura financiera producto del alto precio de sus commodities. Reconociendo que el presidencialismo ha sido una institución histórica y común en América Latina durante las discusiones se estimó que la región en estos momentos requiere es reforzar los controles institucionales sobre el poder presidencial.

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próxima administración. Similarmente, las elecciones legislativas en Venezuela, en diciembre de 2010, serán cruciales para establecer el estado de las relaciones oposición-gobierno en el plano electoral. Finalmente, las elecciones presidenciales en México en 2012, país en medio de una cruenta confrontación interna entre los carteles de la droga y las fuerzas armadas y de orden, podrían dar paso a un nuevo gobierno de los actuales opositores lo que podría modificar no solo las políticas del derechista PAN, sino que también cambiar el escenario de las relaciones hemisféricas. En síntesis, el panorama político regional se seguirá caracterizando por una incertidumbre transicional en la cual el escenario electoral aporta una cuota adicional de aleatoriedad.

4. Próximas elecciones 2010 El período electoral que se aproxima en varios de los países de la región en 2010 será determinante en la definición del futuro de muchas de las tendencias experimentadas actualmente. Es preocupante la incertidumbre que genera la falta de claridad en las reglas de juego en algunos países como Colombia, Venezuela y Honduras. La impunidad del golpe de estado en Honduras, la erosión de pluralismo político en Venezuela y la falta de definición sobre la reelección del presidente Álvaro Uribe en Colombia generan serias dudas sobre el respeto a las garantías democráticas en estas naciones. Por otro lado, la elección de derechista Piñera en Chile podría configurar una nuevo tipo de arreglos políticos en Sudamérica; y las elecciones en Brasil podrían significar un cambio en el tipo de liderazgo que hasta el momento ha ejercido el presidente Lula da Silva, quien le ha aportado un alto valor simbólico al actual liderazgo brasilero a nivel regional y global. Igualmente, las elecciones presidenciales en Argentina en 2011, las que ya se comienzan a esbozar con ciertas alianzas y posicionamientos de pre-candidatos, en el contexto de un parlamento opositor recientemente elegido generan dudas sobre la orientación de la

II. RELACIONES EXTRA REGIONALES 1. Potencias hemisféricas: Estados Unidos, México y Brasil En el seminario se constató el distanciamiento entre EE.UU. y América Latina producto del fin guerra fría y la apertura del espacio internacional más amplio, lo que ha generado una situación de multipolaridad. Igualmente, en la última década los gobiernos latinoamericanos han criticado y rechazado la política anti terrorista de la administración Bush, así como de las iniciativas hemisféricas de EE.UU., como el ALCA, que fue sepultada en Mar del Plata en noviembre de 2005. En materias económicas la discusión sobre la liberación del comercio internacional se ha dado fuera de la región, en Doha o en el Grupo de los 20 donde Argentina, Brasil y México representan a América Latina. Han surgido nuevas propuestas como en la Séptima Cumbre del ALBA el 2009 en Cochabamba donde se aprobó una nueva moneda de intercambio comercial, el Sucre, en vez del dólar.

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El aislamiento de los Estados Unidos en la región se ha manifestado tanto en materias económicas, políticas como militares. Cabe aclarar, no obstante, que Estados Unidos no ha dejado atrás su intención hegemónica en el hemisferio y que en la actualidad se observa una revitalización de la doctrina Monroe frente a la presencia de nuevos actores extra-regionales particularmente Irán. Con todo, se reconoció que Estados Unidos sigue teniendo importancia crucial para algunos de los países de la región, como Colombia, aun cuando sería necesario establecer con mayor claridad el nuevo rol que está jugando. De esta manera surgió la pregunta sobre cómo se va a llenar el vacío hegemónico dejado por los Estados Unidos. Luego del fin de la guerra fría, México y Brasil emergieron como potencias regionales. Sin embargo, México no parecería estar contribuyendo en gran medida al desarrollo del resto de la región y es posible que con Brasil suceda algo similar. Desde esta perspectiva, América Latina no tiene líderes sino países fuertes que enfrentan diariamente sus múltiples problemas internos para responder a sus constituyentes, no proveyendo de bienes colectivos a la región. Esto es, sin mostrar capacidad de llenar el vacío hegemónico en la región. Al respecto, algunos analistas afirmaron que UNASUR no es una fuente de equilibrio en la región y que, por lo tanto, sería más provechoso tratar de involucrar, junto con Brasil, a otras potencias regionales para contrarrestar la ausencia estadounidense, como por ejemplo Canadá o México, afrontando así de mejor forma, entre otros, el tema centroamericano. Otra opción mencionada fue lograr involucrar más a España, aprovechando su próxima presidencia de la Unión Europea, para tratar de estrechar vínculos inter regionales multilaterales aprovechando la próxima cumbre UE-América Latina, definiendo en forma más clara la identidad de estas relaciones, si serán éstas de carácter bilateral o multilateral, o una combi nación de ambas. En el caso de México, más que un país integrado por el NAFTA a los EE.UU. y Canadá, se estimó que aparecía ensimismado tanto por sus

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divisiones políticas internas que tienen en jaque su gobernabilidad, como por la aguda emergencia de seguridad pública que experimenta, las que sumadas han tenido como resultado el retraimiento mexicano de las dinámicas regionales. Desde la firma del NAFTA México ha sufrido una transformación económica importante pasando de ser exportador de materias primas a ser el mayor exportador de manufacturas de América Latina y el comercio con la región, sostenido sobre una amplia serie de acuerdos comerciales bilaterales, ha crecido sustancialmente. Por su parte, el acuerdo de libre comercio con Canadá y Estados Unidos se encontraría agotado debido a que no ha sido posible la total implementación de lo estipulado en el NAFTA, en particular los mecanismos de resolución de controversias. La irrupción del terrorismo, la negativa política migratoria de los EE.UU. después del 9/11 y el aumento de la vigilancia de las fronteras, limitan al libre tránsito agudizando esta situación. Finalmente, de acuerdo a recientes encuestas de opinión, los mexicanos se han definido en 65% como latinoamericanos; 30% como ciudadanos del mundo, y el restante porcentaje como norteamericano o centroamericano. Todo lo anterior podría dar un impulso a nuevas relaciones con América Latina tal como la cumbre de Cancun en 2010 lo ha mostrado. Respecto del liderazgo brasilero en la región -actor efectivo en favor de la integración- se analizó que existen tanto expectativas crecientes así como de desconfianza y suspicacias sobre su rol potencial. Brasil busca tener un rol político regional y global proporcional a su creciente peso económico global. La pregunta, entonces, fue cómo encontrar un rol regional compatible con su tamaño pero que no genere suspicacias y, al mismo tiempo, ayude al resto de la región. Brasil aspira a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y se proyecta globalmente jugando un rol político extra regional e intentando jugar un rol mediador en el Medio Oriente, como sucedió con el viaje del canciller Celso Amorim a los países árabes durante la crisis de 2008-2009, y establece alianzas internacio-

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nales multilaterales como el IBSA (India, Brasil y Sudáfrica) y el BRIC (Brasil, Rusia, India y China). En síntesis, podría afirmarse que Brasil se perfila como una potencia que busca ingresar a las grandes ligas mundiales. En el campo latinoamericano se destacaron cuatro elementos que caracterizan la política exterior del Brasil: estimular la cooperación dentro de América Latina; contribuir a calmar los desacuerdos en la región; no tomar parte en los desacuerdos; y no criticar públicamente a los líderes electos de los países. En este sentido, algunos participantes estimaron que no podría afirmarse que la política brasileña tiene pretensiones hegemónicas en la región. Por el contrario, sus políticas sociales, efectivas en materia de inclusión social y de crecimiento económico, podrían ser una referencia y un motivo de esperanza para la región. No obstante, otros participantes expresaron dudas acerca del efectivo rol de Brasil en la región resaltando el efecto fragmentador de la creación de UNASUR al excluir México. Desde esta perspectiva se afirmó que no necesariamente todo lo bueno para Brasil sería bueno para América Latina y que la institucionalidad que le sirve a América Latina debe ser aquella que le sirva a toda la región y no a un solo país. Respecto de los nuevos socios estratégicos de la región se estimó que ninguno está en capacidad de llenar el vacío de hegemonía dejado por Estados Unidos. China, por ejemplo, no tiene aspiraciones de llenarlo. Para la Unión Europea, por su parte, América Latina no constituye una región estratégica, por lo que prefieren privilegiar acuerdos bilaterales sobre acuerdos de carácter regional. Se habló, entonces, de la posibilidad de un liderazgo compartido entre Brasil y otros países. Frente a este problema se pensó en un liderazgo compartido a escala sub-regional, en donde la probabilidad de llegar a consensos sería mayor. Sin embargo, el problema es que actualmente no existe ningún acuerdo sub-regional en funcionamiento que tenga capacidad de llenar este vacío.

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2. Nuevos actores: Irán, China, Rusia, India y La Unión Europea La tendencia hacia una redistribución del poder mundial se constató como cierta, la que se ha visto reflejada en temas globales como las propuestas de reforma al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la actual composición del G20 y la presencia de potencias extra regionales en América Latina. Por su parte, la región no ha estado ajena al surgimiento de nuevas potencias globales siendo Brasil el país que podría convertirse en un nuevo actor en la estructura de poder mundial, tal como su política exterior se lo ha propuesto. En el hemisferio, la diversificación de las relaciones extra-regionales se valoró como altamente positiva en la medida que amplía las oportunidades de nuevas y provechosas asociaciones y alianzas políticas y comerciales. Desde esta perspectiva las vinculaciones extra-regionales se perciben como constituyendo un plano de geometría variable, un tejido de vínculos no tradicionales enlazando de manera inédita diversos bloques regionales. Tal situación no se evaluó como algo problemático para la región, solamente como un elemento más en la natural diferenciación y fragmentación de los intereses regionales. a) Irán Irán ha establecido importantes relaciones con algunos países de la región siguiendo una política que enfatiza sus intereses estratégicos a la vez que desarrolla relaciones políticas, comerciales y en el campo energético con Brasil, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Paraguay y Ecuador. Con Venezuela, Irán ha desarrollado relaciones alrededor del tema petrolero, pero éstas se han venido ampliando para incluir actividades como la detección de pozos de uranio y la compra de armamento. Teherán y Caracas firmaron varios Memorándum de Entendimiento sobre desarrollo tecnológico, cooperación financiera y bancaria, exploración y refinación de gas y petróleo, y detección y prueba de depósitos de

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uranio en áreas remotas. Se ha instalado en Caracas el Banco Internacional de Desarrollo de Irán dependiente del Export Development Bank of Iran y en abril de 2008 se firmó un Memorándum de Entendimiento incorporando apoyo y cooperación militar, por lo que las ventas iraníes de armamento a Venezuela alcanzaron los US$4.5 mil millones. Se ha establecido un vuelo semanal Teherán-Caracas, una fábrica de bicicletas en Tinaquillo y los ciudadanos iraníes en Caracas han pasado de 200 a 2.000 en dos años. Más recientemente y en el marco de la cuarta visita del presidente Mahmoud Ahmadinejad a Venezuela, el día 25 de noviembre se inauguró un nuevo fondo binacional destinado a desarrollar la producción agrícola e industrial venezolana. En el caso de Brasil, el presidente Lula da Silva recibió al presidente iraní el 23 de noviembre en Brasilia y, a su vez, planea visita al Medio Oriente en 2010. Tal como Lula afirmó en el G20, Brasil tiene buenas relaciones comerciales con Irán y desea fortalecerlas, el diálogo con Teherán es importante, apoya el programa nuclear propio iraní bajo las leyes internacionales y, en clara disparidad con la política de EE.UU., no promueve su aislamiento. A nivel de los países del ALBA, Irán ha establecido acuerdos con Bolivia para desarrollar sus reservas de gas, está interesada en comprar uranio y litio boliviano , y se han firmado tres Memorándum de Entendimiento incluyendo temas de hidrocarburos, minería, producción, industria, agricultura, infraestructura, agua, forestación, cultura, ciencia y tecnología, administración de los recursos naturales, construcción y manufactura. Con Nicaragua se han discutido veinticuatro proyectos entre 2007 y 2008, los que incluyen plantas de energía, proyecto habitacional para los pobres, y plantas procesadoras de leche por un total de USD$1 mil millones. No obstante, sus relaciones con la región, más allá de los acuerdos estratégicos en el sector energético y militar, podrían dificultarse por cuestiones culturales como el idioma, las relaciones de género y los códigos del sector empresarial.

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Finalmente, ante la suspicacia levantada por los Estados Unidos con respecto a la presencia Iraní en la región, los participantes se preguntaron por qué no habrían de sostenerse relaciones comerciales, políticas y militares con la República de Irán cuando no es América Latina quién tiene los problemas con ella sino solamente los EE.UU. b) China Los intereses de China en América Latina son principalmente comerciales energéticos, sin embargo, estos tienen implicancias políticas como la compra que está negociando la China National Offshore Oil Corp. de las licencias del Norwegian StatoilHydro en aguas de EE.UU. en el Golfo de México, origen de cerca del 25% de la producción de crudo de los EE.UU. China ha consolidado su presencia en la región como miembro del BID con una contribución de $350 millones y el Banco de Desarrollo Chino, depositario de masivas reservas de dólares, se ha instalado en la región aportando un préstamo de USD$1 mil millones a Ecuador para una planta hidroeléctrica, ha ofrecido a Argentina otro por mas de USD$10 mil millones en moneda China y le ha proporcionado un préstamo de USD$138 millones a Jamaica. China también ha aumentado su presencia comercial en Latinoamérica. El comercio entre ambos creció 10 veces en la década 1997-2007 y actualmente representa el 10% del comercio exterior de la región por lo que tiene un amplio espacio de crecimiento. Por su parte, el Banco de Desarrollo Chino ha ofrecido US$10 mil millones de dólares para inversión en un plazo de diez años, en especial en el sector energético, como lo evidencia el caso de Petrobrás el que triplicará su provisión de petróleo a China gracias a esta inyección de capital. Adicionalmente, China maneja su sector minero de manera similar a algunos países de la región, como Venezuela, y ha apoyado la explotación de recursos petroleros en el cinturón del Rio Orinoco – el que tendría las mayores reservas mundiales – con una inversión de USD$16 mil mil-

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lones hasta el 2012. En el tema político, Venezuela y China han establecido novedosos acuerdos para capacitar al partido socialista venezolano. Aun cuando la presencia creciente de China en la región no tiene importantes efectos estratégicos (no hay coaliciones anti-China, ni una oposición de los Estados Unidos como si sucedió durante la Guerra Fría con respecto a la presencia de la Unión Soviética y actualmente con respecto a la presencia iraní), si tiene efectos políticos tal como la exitosa presión sobre Costa Rica quién cambió su reconocimiento de Taiwán a Beijing. No obstante, se reconoció que China no sería una potencia hegemónica tradicional en la medida que no pretende convertirse en proveedor mundial de políticas. En este sentido, se observó la posición ambivalente de China en el sistema mundial pues aún ejerce el rol de país subdesarrollado en algunas instancias multilaterales. c) Rusia Moscú ha decidido desarrollar lazos más estrechos con América Latina. Tal como el Presidente Dmitry Medvedev le indicó a la presidenta chilena Michelle Bachelet en Moscú: “hemos conscientemente decidido desarrollar nuestros contactos con los países de América Latina en todos los campos”. Destacan en la cooperación militar con Venezuela las ventas de armas por valor de más de USD$4 mil millones desde 2005 mientras actualmente se negocia otro crédito por USD$2.2 mil millones. A esto se suma la visita del presidente Medvedev a Caracas, la de dos bombarderos estratégicos en septiembre 2008 y de la flota Rusa del Mar del Norte para ejercicios con la marina venezolana en noviembre del mismo año. A pesar de esta densidad del vínculo políticomilitar en su relación con Venezuela, Rusia podría enfrentar problemas de orden cultural debido a las diferencias de idioma, pero sobretodo, a la tradición militar venezolana de relacionarse con los Estados Unidos. Es igualmente necesario enfatizar que las compras militares de Venezuela a Rusia se generaron por defecto y no como estrategia política, pues se dieron luego del rechazo estadounidense de

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venderle armamento al gobierno de Hugo Chávez. Incluso, según algunos analistas, Rusia ha mostrado reticencia a las peticiones venezolanas. Además de Venezuela, Rusia ha desarrollado un proyecto de nuevo canal, rival del Canal de Panamá, en Nicaragua y ha estrechado lazos con Guyana. d) India El volumen actual del comercio entre la India y América Latina se encuentra al mismo nivel del volumen de las relaciones comerciales entre China y Latinoamérica (10%), lo que hace suponer que se incrementará con el tiempo. Adicionalmente, y a diferencia de China, el comercio con la India ofrece un alto potencial de transferencia de tecnología debido al alto desarrollo de su industria tecnológica e informática. Como ejemplo de nuevas oportunidades puede señalarse el acuerdo de inversión entre el gobierno boliviano y Jindal Steel & Power Limited ( JSPL) de la India, el que proyecta una inversión de USD$ 2.1 mil millones durante los próximos ocho años destinados a la explotación e industrialización de los yacimientos de hierro y manganeso de la reserva de El Mutún en Santa Cruz. e) Unión Europea La Unión Europea, por su parte, ha renunciado al multilateralismo prefiriendo negociar bilateralmente con los países de la región. Brasil, por ejemplo, ha sido catalogado como socio especial y ha negociado un préstamo de USD$10 mil millones para la producción de petróleo. En esta línea, Brasil ha comprado a Francia cuatro submarinos convencionales Scorpene y la manufactura del casco de un submarino nuclear, la construcción de una base naval y astillero en Río de Janeiro, 50 helicópteros de transporte de combate armados en Brasil por Helibras con la participación de proveedores locales, y ha expresado la intención de compra por 36 jets de combate Rafale, todo lo cual haría llegar estas transacciones a los USD$20 mil millones. Tales transferencias de tecnología militar no estarán exentas de efectos geopolíti-

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cos regionales e internacionales y fortalecerán la proyección estratégica de Brasil en el globo. Para algunos analistas, debido a las afinidades culturales con la región, Europa debería ser un socio extra-regional privilegiado. En la actualidad se percibe a Europa desorientada respecto de América Latina, relacionándose sólo en relación a temas contenciosos como el narcotráfico, los derechos humanos y la migración, más que estableciendo un programa de cooperación y colaboración más amplio y global. 3. Seguridad, tema militar, carrera armamentista? Los anuncios de compra de armamento por parte de Venezuela a Rusia e Irán, de Brasil a Francia, y de Chile a Francia y Estados Unidos, entre otros, ha generado la percepción de que la región se encuentra sumida en una preocupante carrera armamentista. No obstante, para algunos analistas si bien hay un proceso de rearme este no podría catalogarse de carrera armamentista. Se trataría, más bien, de un proceso de modernización militar que no había sido posible hacer en épocas anteriores. Para otros, el gran debate - que involucra la cuestión legítima de acceso a armas modernas - es la incorporación efectiva de las fuerzas armadas en sociedades que se democratizan. Para todos los participantes apareció claro que la cuestión militar está de regreso y con la intención de quedarse, lo que tendría graves consecuencias para la estabilidad regional. El golpe de estado en Honduras; la presencia de Estados Unidos en las bases militares en Colombia, así como la presencia militar en Haití, contribuyen a fortalecer una visión militarista en el continente. Además, la modernización del armamento sumada a la debilidad institucional y a las disputas ideológicas entre algunos de los países (como entre Venezuela y Colombia) aumenta el nivel de inseguridad en la región. La cuestión militar, o la seguritización de la agenda regional, no se limita exclusivamente al

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tema de defensa nacional. Los procesos de statebuilding se están militarizando y la seguridad se ha convertido en un producto de exportación como lo demuestra el caso colombiano y su asistencia a la lucha anti droga en Afganistán. Esta seguritización tiene implicaciones políticas, pues al definir un tema o problema socio-político desde la perspectiva militar éste se saca de la esfera pública de debate y debilita a las instituciones civiles aptas para enfrentarlo. Esta seguritización esta siendo estimulada por las políticas de los EE.UU. en la región el que, a través del Comando Sur, influye directamente sobre sus contrapartes. Por tales razones se estimó que era importante volver a considerar el tema militar en la esfera pública. Se ejemplificó que en Brasil, durante el período de transición a la democracia, el tema militar era un tema tabú sobre el cual sólo tenían voz las fuerzas armadas. En ese sentido se preguntó cómo hacer para que las armas ayuden a construir la paz, definiendo roles militares adecuados a un contexto democrático. El Consejo Sudamericano de Defensa, estimaron algunos analistas, sería un espacio propicio para tratar el tema.

III. ESCENARIO DE COOPERACION 1. Cooperación Sur-Sur Sobre la cooperación Sur-Sur se destacaron las relaciones con el continente africano, ejemplificada en las cumbres África–América del Sur de los últimos años. Entre 2002 y 2006 el comercio entre Brasil y África se triplicó de USD$5 mil millones a USD$15 mil millones. En el campo diplomáticocomercial Venezuela dobló el número de misiones diplomáticas en África mostrando actualmente representaciones en 47 de sus 53 países. Durante la Primera Cumbre África-América del Sur (29-30 noviembre, 2006) en Abuja, Nigeria, 60 jefes de estado y 900 delegados de 53 países africanos y 12 sudamericanos firmaron acuerdos

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de cooperación en materia de energía, minería, combustibles fósiles y energía renovable. Igualmente se formaron ocho grupos de trabajo entre la unidad Africana y UNASUR. En la Segunda Cumbre (14-19 septiembre 2009) en Porlamar, Venezuela, se creo el Banco del Sur con un capital de USD$20 mil millones para financiar proyectos conjuntos y se firmaron acuerdos de cooperación energética. Ambas regiones representan 24% de las reservas de petróleo mundiales con importantes productores como Venezuela y Nigeria. Solamente Venezuela firmó ocho acuerdos de joint ventures en energía, entre otros, con países como Sudáfrica, Sudan y Cabo Verde. En estas materias de cooperación Sur-Sur los asistentes estimaron que la proyección internacional de la región contiene elementos a favor y en contra. El aspecto positivo estribaría en la posibilidad de generar un aumento en las capacidades productivas internas. Lo negativo se refiere a la posibilidad de profundizar la fragmentación de los esfuerzos e instituciones de cooperación regional. Se destacó como ejemplo al respecto la obsolescencia de hecho del GRULAC en Naciones Unidas. Así mismo, ciertas relaciones bilaterales podrían atraer tensiones extra-regionales a la región, mediante la importación de conflictos que no pertenecen a la región. De la misma forma, se mostró preocupación por las credenciales poco democráticas de algunos nuevos socios extra-regionales. Dado que no es posible desligar por completo las relaciones comerciales de las relaciones culturales y políticas, se expresaron inquietudes por el impacto que estas relaciones podrían tener en las democracias de la región. Considerando el autoritarismo y débil respeto por los derechos humanos en países como China, Rusia e Irán, se preguntó sobre cómo estos vínculos podrían debilitar las convicciones democráticas nacionales en la región. No obstante, algunos analistas señalaron que las dictaduras más sangrientas de la región ocurrieron durante la Guerra Fría cuando las relaciones regionales privilegiaron las relaciones con los Estados Unidos

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y Europa. Desde esta perspectiva se afirmó que América Latina no debería exportar democracia aplicando una prueba de valores democráticos a los nuevos socios extra-regionales. En el campo de las relaciones Sur-Sur se destacó la importancia de analizar la presencia de actores no estatales como el crimen organizado, los cuales actuarían no sólo alrededor del negocio de drogas, sino también en negocios relacionados con desechos tóxicos, prostitución, trata de blancas y mercenarios. Estos actores también están en capacidad de establecer alianzas estratégicas con actores regionales, lo que denuncia las debilidades regionales en el plano de la seguridad ciudadana como de la gobernabilidad democrática regional. Finalmente, se planteó el interrogante por la reacción y el papel de las elites de derecha en América Latina frente a este nuevo escenario y cambio de enfoque estratégico internacional. En la medida que hay una diferencia sustancial entre el modelo económico y de política exterior actualmente predominante en la región y aquellos tradicionalmente defendidos por estas elites conservadoras se interrogó acerca de lo que significaría en las relaciones exteriores de esos países un cambio en las presidencias de la región y la llegada de gobernantes de derecha. 2. Escenarios regionales de cooperación En un contexto de ausencia hegemónica en la región, se planteó el interrogante por el rol de los mecanismos regionales de integración y la eficacia del multilateralismo para afrontar de manera coordinada los principales problemas y retos que enfrentan las naciones del hemisferio. Con respecto a la Organización de Estados Americanos (OEA), se señaló que podría convertirse en el principal actor hemisférico, dado que es el único organismo con capacidad y desarrollo institucional para plantear políticas de orden regional. Para Brasil, la OEA es el foro más adecuado llevar a cabo acciones coordinadas en temas que atañen a todo el hemisferio. El caso hondureño

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constituye una clara oportunidad para que la organización afirme qué clase de democracia se quiere en América Latina. Igualmente, debe reconocerse los avances del sistema interamericano de derechos humanos, así como el progreso de las reuniones multilaterales, que hace 40 años no se realizaban. Por lo anterior, debe mantenerse la esperanza en el potencial de cambio de la Organización. No obstante, en ciertas ocasiones la OEA ha sido responsable de la fragmentación regional, tiene poca capacidad preventiva y actúa sólo de manera reactiva. Adicionalmente, el vacío dejado por Estados Unidos en el área de seguridad no ha sido llenado por la Organización. La región ha intentado alcanzar un manejo hemisférico de la seguridad, pero ha resultado sumamente complejo llegar a consensos al respecto. Se estimó que con excepción de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, los otros órganos de la OEA están disminuidos política y económicamente. Incluso, comisiones externas, como la Comisión Carter, han funcionado mejor que la OEA en ciertas ocasiones. Para algunos analistas este es el momento de hacer una reconceptualización de la Carta Democrática, aclarando, entre otras cosas, el por qué del tratamiento diferenciado para ciertos países en cuanto a sus exigencias. La Carta Democrática no ha pasado la prueba de la realidad, ni ha sido efectiva debido a la carencia de instrumentos que la hagan efectiva. Con respecto a UNASUR, aunque contiene elementos de identidad regional, carece de una institucionalidad mínima para funcionar. En su interior Brasil y Venezuela han fortalecido sus posiciones pero sus proyectos no tienen puntos de encuentro. Esto pudo observarse durante la última cumbre de UNASUR donde chocaron las posiciones de ambos países, Brasil, apostándole a la concertación y la unión de la región, y Venezuela proponiendo un enfoque más agresivo. Por su parte, el Consejo Sudamericano de Defensa se encuentra detenido. Para aumentar su eficacia, se debe superar la desconfianza que permea a UNASUR y dejar en claro cuáles son

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los propósitos de los estados parte, en especial Brasil, quien genera la mayor suspicacia entre los miembros. Adicionalmente, podría invitarse a México a participar, a pesar de que fue precisamente México quien tomó la decisión de alejarse de la región. La Alternativa Bolivariana para América Latina (ALBA), por su parte, si bien propone compartir los recursos de la región, no ha definido aun cómo planea llevar a cabo este propósito dentro de una lógica capitalista mundial. Asimismo, el ALBA carece de relaciones estratégicas con el resto del mundo. Por ello, puede afirmarse que en vez de un multilateralismo, lo que ofrece UNASUR y ALBA es un bilateralismo basado en similitudes ideológicas entre sus líderes, en vez de mecanismos eficaces de integración regional. Para algunos participantes, si bien UNASUR y ALBA son propuestas radicalmente distintas, ellas no implican contradicción.

IV. CONCLUSIONES Del conjunto de la discusión sostenida quedó en claro que América Latina es un continente globalizado pero sujeto a una fragmentación política. En este marco se estimó que la diversidad de las relaciones exteriores, por una parte, es positiva, ayuda a democratizar el escenario internacional y ayuda al desarrollo de los países, al tiempo que aumenta la responsabilidad global de los países latinoamericanos. Sin embargo, por otra parte, estas formas de nuevo relacionamiento internacional ayudan a la fragmentación política de la región -la que actualmente observa fuerzas centrífugas-, no contribuyendo al desarrollo de una voz fuerte del continente, en especial frente a potencias como Estados Unidos, lo que puede atraer tensiones extra regionales al hemisferio. Cabe preguntarse, entonces, ¿cómo institucionalizar la política regional para evitar esta

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fragmentación? Las respuestas quedaron incluidas en el análisis de la situación regional estableciéndose que existe una necesidad objetiva de desmilitarizar las relaciones hemisféricas; desarrollar una agenda objetiva de nuevo relacionamiento con los Estados Unidos alrededor de temas claves como las drogas, crimen organizado y el desarrollo del sector energético; y fortalecerse la OEA, pues es la única institución lo suficientemente desarrollada como para instalar la cooperación hemisférica de manera sostenida. Si bien la OEA es un actor central del proceso de cooperación, no es el único, ni el principal. La OEA tenderá a enfocarse más en temas de institucionalidad política y seguridad, pero no es sustituto para los mecanismos subregionales de integración física y comercial y de fomento de inversiones. En este tema de las organizaciones regionales y hemisféricas multilaterales se estimó necesaria una evaluación más pormenorizada de las mismas de manera de poder establecer su efectiva contribución a la democratización y cooperación regionales. En materia de desarrollo político se estimó que frente al hiper presidencialismo y las actuales tendencias personalistas y populistas desde el poder sería necesario establecer o perfeccionar mecanismos de balance de poder y de control sobre los respectivos ejecutivos.

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Igualmente, se estimó pertinente reponer el análisis de las relaciones hemisféricas de seguridad, el rol de las instituciones armadas en estas redes, así como evaluar de manera más pormenorizada el papel y políticas de los organismos militares estadounidenses en la región. En el marco de las nuevas relaciones internacionales de la región, se consideró oportuno analizar las nuevas formas como los países latinoamericanos podrían contribuir a una mejor gobernabilidad internacional aportando a la solución de problemas globales. Finalmente, en referencia a cómo un país como Noruega, europeo pero fuera de la Unión Europea y con una política exterior propia y de construcción de paz, podría contribuir a enfrentar estos desafíos, se estimó que Oslo estaría en una posición inmejorable para establecer un diálogo con América Latina sobre algunas de estas cuestiones cruciales. Dada la experiencia noruega en la gestión de un estado de protección social avanzado y su política de poner los recursos energéticos en beneficio de un plan social, a la vez que los protege de la “enfermedad holandesa” generando una buena renta, su manejo responsable de recursos e implementación de políticas progresistas serían un respaldo político significativo aportándole legitimidad a un ampliado rol en la región.

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Anexo. Lista de participantes Embajadores noruegos 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12.

Aasheim, Arne. Embajador de Noruega en México. Berggrav, Ingvild. Consejera Embajada de Noruega en Colombia. Bjørndal, Martin Tore. Embajador de Noruega en Chile. Eusebio, Turid B. R. Embajadora de Noruega en Brasilia, Brasil. Haugstveit, Nils. Embajador de Noruega en Argentina. Holvik, Jan Tore. Embajador de Noruega en Cuba. Kittilsen, Alma. Pasante Embajada de Noruega en Colombia. Klepsvik, Inguun, Embajadora de Noruega en Venezuela. Knudsen, Vibeke. Embajadora de Noruega en Colombia. Lilloe, Anne Vineke. Embajadora de Noruega en Rio de Janeiro, Brasil. Tyrihjell, Tom. Embajador de Noruega en Nicaragua. Vaagen, Lars. Embajador de Noruega en Guatemala.

Ministerio de Relaciones Exteriores en Noruega y Centro de Construcción de Paz de Noruega (NOREF) 13. Aguirre, Mariano. Director NOREF. 14. Areldsen, Hege. Directora de América Latina Ministerio de Relaciones Exteriores en Oslo. 15. Rødsmoen, Kjersti. Sub-directora de la Sección para América Latina, Ministerio de Relaciones Exteriores en Oslo. 16. Wiig, Aud Marit. Directora General, Ministerio de Relaciones Exteriores en Oslo.

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Académicos y expertos internacionales 17. 18.

19. 20. 21.

22. 23. 24.

25.

26. 27. 28. 29. 30. 31.

Biato, Marcel. Asesor de Política Internacional, Presidencia de la República, Brasil. Gaitán Pavía, Pilar. Consultora Internacional. Investigadora Memoria Histórica- Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR). García-Peña, Daniel. Planeta Paz, ex Alto Comisionado para la Paz. González, Guadalupe. Profesora del Colegio de México. Heine, Jorge. Catedrático de Gobernanza Global, Escuela Balsillie de Asuntos Internacionales y Distinguished Fellow, Centre for International Governance Innovation (CIGI), Waterloo, Ontario. Leiteritz, Ralf. Profesor, Departamento de Ciencia Política, Universidad de los Andes, Colombia. Lubenau, Esther. Representante de Transmisión, Radio Nederland. Mayorga, Fernando. Director General del Centro de Estudios Superiores Universitarios (CESU) en la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) de Cochabamba. Ramírez, Socorro. Profesora, Universidad Nacional de Colombia, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI). Rettberg, Angelika. Directora, Departamento de Ciencia Política, Universidad de los Andes. San Juan, Ana María. Directora Centro de la Paz, Universidad Central, Venezuela. Tickner, Arlene. Profesora, Departamento de Ciencia Política, Universidad de los Andes. Tokatlian, Juan Gabriel. Profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, Argentina. Varas, Augusto. Presidente del Directorio Fundación Equitas, Chile. Zepeda, José. Director del Departamento Latinoamericano de Radio Nederland, Holanda.

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