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Las plantaciones forestales y el agua de las cuencas Carlos A. Llerena Pinto1, Rosa M. Hermoza Espezúa1 y Carolina M. Llerena Bermúdez2
Dice un conocido proverbio que se puede morir en paz luego de tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol. Plantar árboles es una actividad alentada por los múltiples beneficios que brinda a la sociedad. Las plantaciones forestales con fines productivos son hoy vigorosos emprendimientos en el mundo por la creciente demanda de madera y por los estímulos relacionados a temas ambientales. Se podría razonar así: “si plantar un árbol es bueno, plantar millones de árboles debe ser mucho mejor”.
En Perú, luego de varios esfuerzos durante las pasadas décadas (del Servicio Forestal y de Caza, de la Dirección General Forestal y de Fauna y del Instituto Forestal del Ministerio de Agricultura, el Proyecto FAO-Holanda, el INRENA, PRONAMACHCS, AgroRural y otras instituciones), el Plan Nacional de Reforestación (PNR, R.S. 002-2006 AG), fue el último intento oficial visible de relanzamiento formal de esta actividad. Con el tímido respaldo legal de la indicada resolución y con escaso o nulo apoyo técnico, político y financiero, el plan proponía llevar adelante hasta el año 2021, plantaciones forestales en extensiones iniciales entre 1 y 2 millones de hectáreas que no se definen geográficamente, en un amplio espacio total de 10.5 millones de hectáreas aptas para la forestación, ubicadas mayormente en las cuencas de la Amazonia andina.
Las estadísticas oficiales, dan cuenta de que en los países sudamericanos y andinos siempre se ha invertido en plantar árboles con diferentes propósitos productivos, con resultados variables en correlación con el diferente desarrollo de las políticas forestales y agrarias de cada país, así Brasil cuenta aproximadamente con 6.6 millones de hectáreas plantadas de árboles, Chile 2.1, Argentina 1.1, Uruguay 1. Las estadísticas oficiales de Perú (accesibles en Internet con información hasta el 2009) indican casi 0.9 millones de hectáreas, las que incluyen los árboles plantados indicados en un contador eléctrico luminoso y visible en una esquina del distrito de La Molina que desde hace algunos años avanza incontenible. Además de la madera con fines de transformación mecánica o química y de los frutos de los árboles (estamos viviendo en el Perú el boom de la tara), sus cortezas y hojas pueden tener también valor comercial. A esto se suma el de sus servicios ambientales, últimamente cuantificados económicamente con mayor claridad y potenciados por las propuestas internacionales para estimular la capacidad de los árboles en crecimiento de capturar el carbono atmosférico, mantenerlo en su biomasa y mitigar de esa forma la amenaza global del cambio climático.
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Porcón (Cajamarca), un proyecto que se originó hace más de 30 años, es el modelo más exitoso de plantación forestal en Perú, con grandes recursos madereros en unas 14 mil hectáreas, que generan puestos de trabajo locales y valor agregado. Sin embargo, no todas las cuencas andinas son como Porcón, con lluvias del orden
Profesores de la Facultad de Ciencias Forestales, UNALM. Alumna de la Facultad de Ciencias Forestales, UNALM.
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Figura 1. (C.A. Llerena), Ing. Simón Morales, activo reforestador cusqueño. Huancarani, Cusco, 15-11-06
de los 1000 mm al año, que se dan normalmente en los Andes del norte. La mayor parte de la sierra en los Andes centrales y del sur es semiárida, con lluvias entre los 100 y 700 mm al año, de régimen estacional (breve estación de lluvias intensas y prolongada estación seca), en donde el crecimiento demográfico y económico de los últimos años hace cada vez más difícil conseguir agua para satisfacer su demanda. Los nuevos árboles a plantar en estas zonas incrementarán la demanda de agua en volúmenes no calculados que dependen de factores como la especie a plantar, la extensión de las plantaciones, su densidad (número de árboles por hectárea) y el sitio de plantación.
plantados permitieron excluir a la ganadería, detener la quema de pastos y recuperar las condiciones hidrológicas del suelo de infiltración y capacidad de almacenamiento, regulando el régimen hídrico, al disminuir los picos de descarga en la estación lluviosa y mantener con agua los manantiales y arroyos durante el la estación seca, además de producir madera y otros productos y servicios forestales. La elección de suelos, sitios y cuencas a forestar, encara incógnitas que podrían generar conflictos locales al disminuir el agua disponible, poner en riesgo la producción agrícola local, así como las nuevas inversiones forestales. Es importante entonces resaltar y aclarar conceptos hidrológicoforestales tales como: “las plantaciones forestales no incrementan los caudales de manantiales, quebradas y ríos; por el contrario, los pueden disminuir”. El mito persistente: “las plantaciones forestales, la forestación o la reforestación siempre contribuyen a la recuperación de las fuentes hídricas” se debe erradicar, basándonos en las nuevas evidencias científicas y en el mejor uso de la tierra.
Sin embargo, se han forestado con beneficios visibles en cantidad y calidad de agua, grandes extensiones en la jalca o páramo (puna húmeda), un ecosistema que en buenas condiciones infiltra y almacena eficientemente el agua de lluvia alimentando manantiales y arroyos; pero que en el caso particular de Porcón en Perú o de Salinas en Ecuador, se encontraba muy degradado, con suelos compactados y sin cobertura vegetal por el sobrepastoreo y la quema de pastos, erosionado por la alta escorrentía superficial (agua que fluye sobre la superficie del suelo) que ocurría en ausencia de los normales procesos de infiltración. En esta situación los árboles
Hay ejemplos de experiencias exitosas de países como Sudáfrica, con 1,5 millones de hectáreas de plantaciones forestales mayormente destinadas a la producción de papel, que aplicó conocimientos
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xilema científicos e hizo frente al dilema de madera o agua. Allí se generaron datos hidrometeorológicos, se estudiaron las cuencas y su balance hídrico, la transpiración y la intercepción de la lluvia por los árboles y los resultados se usaron para definir normas legales técnicas y precisas que se debían cumplir, seleccionando la especie adecuada y disminuyendo el tamaño o la densidad de la plantación, si su impacto afectaba la demanda de las poblaciones aguas abajo más allá de un límite crítico. El ordenamiento territorial y la zonificación ecológico-económica aportan también mucho. Con bases científicas, respaldo legal, políticas claras bien aplicadas instituciones fuertes y buena comunicación, se puede evitar que las plantaciones forestales se muestren como una panacea que luego se torne en caja de Pandora al generar expectativas irreales sobre sus beneficios entre los pobladores y empresarios madereros.
Se podrían añadir otros elementos interesantes a esta discusión, algunos muy conocidos y controversiales, tales como si las plantaciones forestales son bosques o no; sobre el correcto uso de especies nativas o exóticas; la injusta satanización del noble eucalipto; el tema de las plantaciones y la biodiversidad; los monocultivos extensivos; las cabeceras de cuencas; las prácticas de reforestación en Perú; las técnicas de rehabilitación de ecosistemas; la agroforestería; el uso más eficiente del agua: los kilos de madera producidos/litro de agua consumidos; las semillas; los viveros; la genética forestal; otros mitos sobre las relaciones de los bosques o las plantaciones forestales y el agua; la ecohidrología; aspectos meteorológicos; cambio climático; aspectos legales e institucionales; los tipos de plantaciones: de producción, protección, para servicios ambientales, con fines ornamentales o urbanísticos, etc.
Experimentos de muchos años en países con alto desarrollo científico como los EE.UU., Holanda, Inglaterra, Sudáfrica, Australia y Brasil han permitido avances importantes en hidrología forestal (la relación entre los bosques y el agua) o ecohidrología (nuevo término afín, más extensivo). Las plantas, como los demás seres vivientes, necesitan agua para vivir. En el caso de los vegetales su crecimiento depende de la absorción del dióxido de carbono de la atmósfera principalmente por los estomas de sus hojas y del agua con los nutrientes del suelo por las raíces. El CO2, el H2O y la luz solar dan lugar a la reacción química conocida como fotosíntesis que crea la biomasa de las plantas. Es obvio que mientras más grandes sean las plantas requerirán más insumos para su crecimiento. Algunos datos al respecto nos indican que diferentes especies de árboles en distintos hábitats pueden requerir para su normal crecimiento desde menos de 10 hasta más de 1000 kg de agua al día; que alrededor del 80% del peso de los árboles es agua; y que de toda el agua que toma la planta del suelo aproximadamente un 90% retorna a la atmósfera. En este sentido, los logros de especies mejoradas de árboles de rápido crecimiento como los eucaliptos (que se cosechan a los seis años con fines de producción de celulosa en Brasil), se sustentan en la mayor producción de madera con el menor consumo de agua, es decir con máxima eficiencia en el uso de agua.
Sin embargo, por ser el agua un recurso natural vital, escaso y distribuido aleatoriamente en el tiempo y en el espacio de las cuencas por sus lluvias; y porque las plantaciones forestales son un buen negocio en zonas rurales, con importantes connotaciones socio-ambientales, no es la intención de esta nota extenderse a otros temas, cada uno de los cuales podría de por sí generar una polémica mayor, sino sintetizar lo arriba expresado en algunos puntos clave a tener en cuenta y a ser recordados por los forestales en particular, por los ciudadanos en general y especialmente por los políticos cuando hablamos de plantaciones forestales (forestación o reforestación) y agua.
PUNTOS CLAVE A TENER EN CUENTA: 1.
Salvo condiciones muy especiales, las plantaciones forestales no incrementan los caudales de manantiales, las quebradas o los ríos; por el contrario, lo más probable es que los puedan disminuir y mientras más seca sea la cuenca, en especial durante la época de estiaje, este impacto puede ser mucho más fuerte.
2.- Cuando llueve el agua abunda, pero cuando termina de llover disminuyen los caudales de manantiales, quebradas y ríos y la napa freática desciende (baja el nivel de los pozos). Además de considerar el total anual de
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xilema uso de la tierra, el manejo de la cuenca, su rendimiento hídrico, la producción sostenible de otros recursos y la mejor calidad de vida de la población local.
AGRADECIMIENTOS Esta nota y otras publicadas recientemente en revistas o en Internet, que resaltan la importancia de las plantaciones forestales y el agua, se deben a la iniciativa, al estímulo y al importante apoyo del Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Región Andina (CONDESAN, www.condesan. org), del Programa Regional ECOBONAINTERCOOPERATION (www.intercooperation. ch/projects/p154) y de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Los puntos de vista expresados en este artículo son de plena responsabilidad de los autores.
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Figura 2. L. M. Llerena, Huancarani, 15 de noviembre de 2006.
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lluvia en la cuenca a plantar, hay que ver su variación mensual (régimen de lluvias) y la duración de la estación seca. El impacto de la plantación forestal en la estación seca debe ser especialmente considerado, así como el indicador grosso modo que sugiere cautela cuando se desee realizar plantaciones forestales en cuencas con lluvia anuales menores a 1000 mm. A este criterio debe sumarse la evaluación técnica del suelo y el sitio.
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