LAS PUBLICACIONES Y EL APORTE CULTURAL DEL BANCO CENTRAL DE VENEZUELA

LAS PUBLICACIONES Y EL APORTE CULTURAL DEL BANCO CENTRAL DE VENEZUELA 1.- Los estudios económicos del Banco Central. 2.- Sus publicaciones. 3.- Los d

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LAS PUBLICACIONES Y EL APORTE CULTURAL DEL BANCO CENTRAL DE VENEZUELA 1.- Los estudios económicos del Banco Central. 2.- Sus publicaciones.

3.- Los diversos tipos de publicaciones. 4.- Otras actividades culturales del Banco Central.

1.

Los estudios económicos del Banco Central.

Las delicadas responsabilidades encomendadas por ley al Banco Central y las funciones mismas de una institución de su naturaleza le obligaron a acometer estudios basados en principios científicos, objetivos, racionales y sistematizados en las áreas de su competencia. Tales responsabilidades estuvieron circunscritas, al comienzo, a velar por la estabilidad en el poder adquisitivo, interno y externo de la moneda; a vigilar y regular el crédito e interés bancario y a promover la liquidez y el buen funcionamiento de los bancos. Ocasionalmente, además, se recababa la opinión del Banco Central respecto a ciertas decisiones a cargo del Ejecutivo Nacional, sujetas a consulta previa al Banco Central, como era el caso de cuando cursaban ante aquél solicitudes de autorización para el establecimiento de nuevos bancos o para la acuñación de monedas. Esas atribuciones se fueron ampliando con los años y, desde 1960, se le encomendó velar por el desarrollo ordenado de la economía y, más tarde, el objeto del Banco se hizo extensivo a Crear y mantener condiciones monetarias, crediticias y cambiarias favorables a la estabilidad de la moneda, al equilibrio

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económico y al desarrollo ordenado de la economía, así como asegurar la continuidad de los pagos internacionales del país. (Artículo 2° de la Ley del Banco Central de Venezuela del año 1987).

La Ley de Crédito Público promulgada en 1959 le dio al Instituto una gran injerencia en el proceso de elaborar, discutir y, al ejecutar las operaciones de crédito público autorizadas, el Banco debía actuar como agente financiero único en la colocación de los títulos de la deuda. Como es lógico, para adoptar posiciones con bases racionales, el Banco Central creó desde el inicio de actividades, unidades de investigación económica. La primera fue una simple Sección de Estudios Económicos, convertida luego en Departamento de Investigaciones Económicas y Estadísticas, conjuntamente con el Departamento de Investigaciones Financieras y de Crédito. Este último analizaba las solicitudes de asistencia crediticia formuladas ante el Banco Central y seguía el desarrollo de las actividades del sector financiero del país. Posteriormente, y en razón de la importancia alcanzada por los análisis macroeconómicos, fue creado el Departamento de Cuentas Nacionales, a todo lo cual se sumaban las labores del Consejero Económico y Financiero del Instituto y de algunos calificados asesores. La magnitud de las tareas de investigación obligó, tiempo más tarde, a crear la Gerencia de Estudios para supervisar el funcionamiento de los departamentos que operan en el área. 2.

Sus publicaciones.

Los resultados de las investigaciones acometidas en esas dependencias y el estímulo a los estudios en tales especialidades permitieron al Banco Central dar a la publicidad una serie de valiosas evaluaciones sobre el acontecer 338

económico, monetario y financiero, en escala nacional e internacional. Numerosos trabajos de investigación fueron publicados en los Boletines y Memorias Anuales que" preparaba el Instituto, acompañando a los resultados numéricos la interpretación de las cifras obtenidas y la explicación de la metodología seguida en los estudios. Algunas de esas publicaciones respondían a imperativos legales. Otras se hicieron con el mero propósito de contribuir a la mejor apreciación de cuanto ocurría en el campo económico. Entre las primeras estaba la Memoria que anualmente presentaba el Directorio a la Asamblea de Accionistas, ocasión aprovechada por muchos años para describir y evaluar los múltiples sectores que integran el desenvolvimiento económico del país. La circunstancia de que la publicación de la Memoria a veces demoraba en exceso, porque el acopio de estadísticas en las cuales el Banco Central no era fuente primaria de información se dificultaba, como ocurría con todos los datos y comentarios relacionados con las cuentas nacionales del país, hecho que obligaba a posponer la celebración de la "asamblea hasta avanzado el segundo semestre de cada año, motivó que a partir del año 1962 el Directorio decidiera separar sus publicaciones anuales en dos grandes categorías. De un lado, la Memoria propiamente dicha, que junto a los Estados Financieros Semestrales y los Informes de los Comisarios constituían los documentos que legalmente debían ser elevados a la consideración de la Asamblea de Accionistas del Banco. Se dejó el informe económico como un documento a ser publicado más tarde como un aporte del instituto al mejor conocimiento del desarrollo de la vida económica interna y foránea. Los documentos emanados del Banco Central sobre el desenvolvimiento de la economía llegaron a ser cataloga339

dos como unos de los más valiosos instrumentos de análisis por su objetividad, confiabilidad y aceptación, dentro y fuera del país. En otro capítulo de este mismo libro se relatan las observaciones de un ex Presidente de la República a unos de sus ministros repecto a cómo el país confiaba en las estadísticas del Banco Central y no así siempre en aquellas emanadas en otras fuentes, gubernamentales o privados. Durante los años de restricción al libre ejercicio de la expresión del pensamiento en el país, las publicaciones del Banco Central fueron utilizadas como la fuente más veraz y útil para analizar cuanto ocurría en nuestra economía, apreciación robustecida en los años de vida democrática. Precisamente por esa circunstancia, en sucesivas reformas a diferentes leyes del país, la responsabilidad del Banco Central como evaluador del acontecer económico fue acrecentándose y se exigió su opinión, entre otros fines, para procesar proyectos de leyes de crédito público elevados a la discusión del Congreso por el Ejecutivo Nacional. Nadie se imaginó que las publicaciones del Banco Central llegarían a cobrar la importancia que alcanzaron con el transcurso de los años. Ni una persona tan avezada y conocedora de la institución, como el Dr. Manuel R. Egaña, vislumbró lo que iba a acontecer en esa materia. En el tomo 1 de sus Documentos Relacionados con la Creación del Banco Central de Venezuela, el Dr. Egaña expresó: Ha surgido en el Banco, por otra parte, una función que no se le dio en el estatuto primitivo; la de constituir la más variada y abundante fuente de información económica que existe en Venezuela. No es posible escribir sobre ningún aspecto de la economía venezolana, escribir fundadamente, quiero decir, sin consultar las publicaciones del Banco Central. Su informe económico anual ha llegado a colocarse en la cabecera de los economistas venezolanos. Leyendo, hace poco, el meduloso libro Imagen-Objetivo de Venezuela, de Constantino Quero Morales, me encuentro con esta referencia que también he usado

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"Fuente: Hasta 1945, Ramón Veloz; de allí en adelante Banco Central". Cosa análoga, aunque infortuna, sucede a los juristas, abogados, economistas, historiadores y políticos que quieren referirse al pasado institucional de Venezuela. Tienen que decir: hasta 1945, la Recopilación de Leyes y Decretos de Venezuela: de ahí en adelante, nada. Porque recurrir a la Gaceta Oficial es tarea que está fuera de la capacidad de investigación de la gran mayoría de venezolanos. La biblioteca del Banco Central es la más numerosa, variada y accesible de todas las bibliotecas económicas, que tiene Venezuela. Tuve el altísimo honor de comenzar a formarla, pues, cuando se estableció definitivamente el Banco Central, le hice obsequio de la colección de libros sobre bancos y bancos centrales que había allegado durante más de diez años, porque en ese entonces comprendí que lo más florido de mis afio s había pasado y me propuse no hacer más ningún estudio teórico sobre bancos centrales ni banco.

3.

Los diversos tipos de publicaciones.

Las publicaciones regulares del Banco Central han sido, desde el comienzo, básicamente su Memoria Anual y los Boletines, algunos de los cuales, originalmente, se publicaban mensualmente; después, bimensualmente y posteriormente, cada tres meses. Dichas publicaciones se denominaban simplemente Boletines del Banco Central y por una de esas cuestiones absurdas de falta de continuidad en la tarea acometida, cambió la denominación y comenzaron a llamarlos Revista del Banco Central. En las memorias habitualmente se compendiaba un valiosos material en torno al comportamiento de la economía mundial y venezolana, analizado a través de sus sectores fundamentales, aparte de cumplir con el cometido legal de rendir cuenta ante la Asamblea de Accionistas de la gestión administrativa del Directorio. Los boletines o revistas traían un material que inicialmente se refería a los análisis realizados en el propio Banco Central sobre cuestiones básicas de la economía del 341

país, ingreso nacional, posición de Venezuela frente a temas trascendentales discutidos en escala universal y nacional, incorporando la metodología de análisis cuando se trataba de investigaciones. Los mismos boletines traían al final una relación de las decisiones legislativas o ejecutivas fundamentales en el área económica, comentadas en función de su relevancia y, además, unos anexos estadísticos sobre cuestiones monetarias, financieras, fiscales, de comercio exterior y de movimiento bursátil. El boletín perdió importancia en cierta época cuando parte de su contenido, al menos en el aspecto conceptual, comenzó a ser incluído en la Revista de Economía Latinoamericana, valiosa publicación dirigida por Luis Pastori que duró desde junio de 1961 hasta comienzos de 1982 yen la cual se incluían los artículos de fondo que antes aparecían en los boletines. Simultáneamente con las publicaciones comentadas, había un interesante Boletín Bibliográfico donde se daba cuenta de las obras y demás publicaciones recibidas por la Biblioteca del Banco Central; se reseñaba el contenido de algunas de esas obras con el doble propósito de orientar al lector y asegurar que las mismas eran leídas por los economistas y otros profesionales que trabajaban en el Departamento de Investigaciones Económicas. Adicionalmente, había un Boletín Mensual de circulación muy restringida en el cual se registraban las estadísticas sobre los aspectos más significativos de la vida económica nacional. Transcurridos algunos años de funcionamiento del Banco Central o para reseñar los hechos más relevantes de ciertos períodos, el Banco Central ha dado a conocer algunas publicaciones que cubren lapsos determinados, como la Memoria Especial correspondiente al período 1961-65, síntesis de las principales actuaciones del Banco Central en ese lapso, encuadradas dentro de lo que sucedió en escala mundial y nacional. 342

Aparte de las publicaciones regulares por su periodicidad, el Banco Central ha promovido algunas agrupadas en diversas colecciones o simplemente publicaciones eventuales. Entre las más interesantes colecciones está la denominada Histórico-Económica Venezolana, en la cual se dieron a conocer o se reimprimieron obras trascendentales en la historia económica del país, como Venezuela o apuntes sobre la vida de una República Suramericana con la Historia del Empréstito de 1864, de Edward E. Eastwick; Viaje a la Parte Oriental de Tierra Firme en la América Meridional, de Francisco Depons; Monedas Venezolanas, de Mercedes Carlota de Pardo; La Compañíade Caracas, de Ronald D. Hussey; Hombres de la Compañía Guipuzcoana, de Vicente de Amézaga Arestí y Nomenclator Geo-Histórico de Venezuela, de Marco Aurelio Vila. En la oportunidad de conmemorar los cuatro siglos de la fundación de nuestra capital, el Banco Central propició una Colección Cuatricentenaria de Caracas, dentro de la cual se reprodujeron valiosas obras como la Venezuela de la Independencia, de H. Poudenx y F. Mayer; Gran Recopilación Geograftca, Estadística e Histórica de Venezuela, de Manuel Landaeta Rosales; Un Naturista en la Guayana, de Eugene Andre; Moneda, Crédito y Banca en Venezuela, de Tomás Enrique Carrillo Batalla; Obras de Manuel Segundo Sánchez; La Tierra de Bolívar, de James Mudie Spence; Venezuela, de Leonardo V. Dalton y Ensayo de un Repertorio Bibliográfico Venezolano, de Angel Raúl Villasana En la década de Jos setenta, el Banco Central patrocinó una denominada Colección de Estudios Económicos en la cual se recogieron también obras útiles sobre materia económica-financiera, entre las cuales descuellan El Sistema Monetario Internacional-Su Reciente Evolución y Perspectivas, de Carlos Rafael Silva; El Banco Central de Venezuela 343

Notas sobre su Historia y Evolución 1940-80, de Rafael José Crazut; El Interés Real del Capital y el Interés de los Préstamos, de Ernesto Peltzer; Obras Escogidas deJosé Antonio Mayobre y, Los Precios del Petróleo, de Bernardo Ferrán.

Posteriormente, y a raíz de celebrar el primer cuarto de siglo del instituto, se publicó un volumen titulado La Economía Venezolana en los Ultimas Veinte y Cinco Años Hechos y Cifras y, más tarde,' y siguiendo el patrón precedente, se editó otro volumen denominado La Economía Venezolana en los Ultimos Treinta Años. Ambos contienen una vasta información estadística para los correspondientes períodos, precedida de algunos ensayos sobre aspectos económicos concretos. Al margen de las publicaciones comentadas, está la contribución al estudio de las cuestiones económicas a través de la excelente Biblioteca del Banco Central donde no sólo se encuentran publicaciones nacionales en materia económica general, moneda y finanzas, sino que también por conducto de ella se han adquirido obras de una gran perdurabilidad en escala universal en esas ramas del saber humano, complementados los textos con las publicaciones períodicas de múltiples organismos y editoriales famosos en el mundo. El Banco Central ha auspiciado igualmente la publicación de algunas obras con propósitos culturales y artísticos, concebidas con la finalidad de divulgar la capacidad creadora de nuestros valores intelectuales y que han servido para ser obsequiadas a personalidades o visitantes ilustres. A título de ejemplo, cabe citar la obra Auifauna Venezolana, de Walter Arp, o la que recoge fotografías de áreas externas e internas de la sede principal del Banco Central, con fotos de Isabel Carlota Rodríguez y Robert Wassemano De muy especiales calificaciones artísticas fue la publicación titulada Camille Pissarro en Venezuela, obra editada 344

cuando un grupo de importantes instituciones y personalidades liderizadas por Alfredo Boulton decidieron adquirir y donar al Banco una serie de dibujos del famoso pintor impresionista francés, a raíz de su visita a nuestro país en el siglo XIX, donde vivió durante los años 1852 y 1854, cuando gobernaban los Monagas. Pissarro había nacido en una isla del Caribe, Saint-Thomas, donde se ganaba la vida como empleado de comercio y conoció a su amigo Fritz Georg Melbye, quien descubrió las singulares calificaciones artísticas de Pissarro y lo invitó a visitar Venezuela. Aquí Pisarro entabló amistad, además, con Ramón Páez, hijo del GeneralJosé Antonio Páez y entre los tres realizaron una gran labor pictórica. En la obra de Boulton se relatan ampliamente los pormenores de la presencia de Pisarro en Venezuela y se reproducen los dibujos más importantes de cuando Pisarro nos visitó. Estos fueron donados al Banco Central con la única condición de que el instituto los conservara en buen estado y los exhibiera para conocimiento del público interesado. Curiosamente, en alguna ocasión hizo una visita de cortesía al Banco Central, el famoso hombre de empresa y experto en cuestiones artísticas, Armand Hammer, y lo primero que pidió ver fue la colección de dibujos de Pisarro. Paralelamente a su participación en la edición de obras escritas por autores ajenos al instituto, pero sobre cuestiones propias del Banco Central, éste ha incursionado en otras áreas evidenciadoras de su amplitud de objetivos e interés por las cuestiones atinentes al espíritu y a la cultura. Entre éstas cabe destacar la colección numismática del Banco Central, que responde a una cuestión de su específica competencia, como son las monedas y los billetes, complementada con su colección de estampillas, su pinacoteca y la colección de herrajes. 345

La colección de material numismático del Banco Central es la más completa del país. A raíz de inaugurar la nueva sede del instituto, se realizó en febrero de 1966 la primera exposición numismática del Banco, constituida originalmente por ciento veinte y cuatro piezas de cobre, níquel, plata y oro, que habían sido exhibidas por nuestro país en San Francisco de California el año de 1915, con motivo de la Exposición Internacional de Panamá - Pacífico. Tales piezas pertenecían a la República de Venezuela y fueron donadas por el Ministerio de Hacienda al Banco Central en 1943. Desde entonces, la colección se ha enriquecido a través de compras hechas a coleccionistas privados y lo más representativo de ellas se exhibe permanentemente en un área reservada a tales fines en la mezzanina del Edificio sede del Banco Central. La colección incluye los billetes del propio Banco Central junto con algunas muestras de los billetes emitidos por bancos comerciales privados antes de la creación del Instituto Emisor. Desde hace tiempo se ha mantenido como tradición del Banco que cuando hay nuevas emisiones de billetes, el número uno se reserva para la colección del propio Instituto. En lo que concierne a la colección filatélica, ésta tuvo su origen en cierta forma accidental. En alguna ocasión me visitó en el Banco el Dr. Francisco Arreaza Arreaza, entonces Director General del Ministerio de Comunicaciones, quien planteó que a esa dependencia llegaban continuamente valiosas estampillas de todo el mundo enviadas por los países amigos suscritores del Convenio Postal Internacional. Que, sin embargo, las estampillas recibidas a menudo se extraviaban porque quienes debían conservarla no estaban siempre en capacidad de guardarlas debidamente y, porque, además, había falta de continuidad administrativa en el Despacho, como es usual en la mayoría de las de346

pendencias gubernamentales. Que el Ministro Ramón]. l Velásquez y él habían llegado al convencimiento de que convendría encomendarle al Banco Central que actuara como depositario de las estampillas recibidas por el país más las que pusieran en circulación en Venezuela. De allí surgió la decisión de celebrar un convenio entre el Ejecutivo Nacional, a través del Ministerio de Comunicaciones de la época, y el Banco Central, mediante el cual éste último actuaría como depositario de todas las estampillas a que hemos hecho referencia. Una vez conocido por algunas personas la existencia de esa colección en poder del Banco Central le fueron ofrecidas en venta otras, en manos privadas, entre ellas la que perteneció al Sr. Carlos Heny, que comprendía una valiosa muestra de estampillas y de sobres, algunos correspondientes al período prefilatélico, cuando el aporte postal 10 cancelaba el destinatario de la correspondencia. Ese es el origen de la incursión del Banco Central en el campo filatélico. En 10 que concierne a la pinacoteca, desde la construcción del edificio sede del Banco Central en la esquina de Santa Capilla inaugurado en 1946, existían algunas obras pictóricas, entre ellas un cuadro de Pedro Centeno Vallenilla que adornaba la antesala de la Presidencia del Banco Central. Cuando se demolió ese edificio y fue sustituido por el de la esquina de Carmelitas recibió un gran impulso la colección durante el período cuando el instituto estuvo presidido por Alfredo Machado GÓmez. El tenía una marcada inclinación por las cuestiones artísticas y observó cómo algunos bancos en escala internacional habían adquirido obras de arte que exhibían en sus edificios y se valorizaban considerablemente con el tiempo, hasta pasar a ser una suerte de apreciables reservas ocultas de esas instituciones. Fue así como se intensificó el proceso de com347

pra de obras de arte por parte del Banco Central, labor en la cual asesoró, a título ad-honorem, el señor Alfredo Boulton, cuyas opiniones acerca de la calidad de las obras y precio razonable de las mismas eran muy tomadas en cuenta al adoptar la decisión final. Así el Banco Central se fue haciendo de una pinacoteca colocada en las paredes de áreas fundamentales del instituto, como su Salón del Directorio, los despachos del Presidente y demás altos funcionarios administrativos o en áreas de uso reservado como el comedor ejecutivo. Allí pueden verse obras de pintores famosos como Boggio, Cabré, Pissarro, Reverón, Michelena, Vigas y esculturas muy hermosas de Narváez, para sólo mencionar las más resaltantes. La labor iniciada en ese sentido por nuestro Banco Central coincide mucho con lo que hemos visto recientemente acerca de institutos financieros de gran renombre universal que han pagado sumas cuantiosas de dinero por obras de maestros mundiales de las artes plásticas. El Banco Central también posee una colección de herrajes que comprende herrajes de puertas, candados y cerrojos, herrajes de arcones, cofres, petacas, utensilios y objetos diversos adquiridos y exhibidos con motivo de la inauguración en 1966 de la actual sede del Banco Central. Una muestra representativa de dicha colección está a la vista del público permanentemente en las paredes exteriores del área de numismática. Luis Beltrán Guerrero escribió un hermoso y significativo prólogo al catálogo de la colección de herrajes, donde estableció el vínculo entre la función encomendada a los bancos de velar por la seguridad del dinero y demás objetos preciosos y la necesidad de guardarlos con sólidos cerrojos de metal o por ocultas combinaciones numéricas. Dado que al Banco Central de Venezuela le está confiada la trascendente misión de cen348

tralizar y preservar las reservas monetarias del país, es lógico que tomase muy en cuenta la calidad de sus bóvedas y todas las demás garantías de seguridad. Por ello, en dicho prólogo afirmaba Luis Beltrán Guerrero. No resulta extraño que el Banco Central haya destinado en su nuevo edificio lugar especial para la exhibición de herrajes y, a tal efecto, haya adquirido como base de su Museo la colección que durante más de treinta años de paciente búsqueda formó el académico Carlos Manuel Moller; La mayoría de sus piezas más artísticas son cerrajerías de seguridad ... El mérito de las piezas es tal, que no desdeñarían exhibirlas los mejores Museos.

Pero posiblemente una de las labores más resaltantes y de mayor responsabilidad que tiene el Banco Central en el aspecto histórico y cultural, es la de servir de depositario de las joyas del Libertador. La custodia de éstas estuvo confiada por mucho tiempo a un importante banco comercial del país que actuaba 'como suerte de extensión del Museo Bolivariano, donde debían estar, por mandato de ley, las joyas en referencia. El Gobierno Nacional llegó al convencimiento de que el lugar más apropiado para guardar las joyas en cuestión era el Banco Central, razón por la cual en 1975 se celebró un convenio entre el Ejecutivo Nacional y el Instituto que, según la Memoria del Banco Central de ese año permitió ceder en comodato un módulo de seguridad en la rnezzanina del Banco, en el cual, conforme al convenio realizado, se exhiben actualmente reliquias y joyas del Libertador, entre otras, la espada que le fue donada por la :Municipalidad de Lima en el año 1825, conocida con el nombre de Espada del Perú; el Sol del Perú, las Llaves de la ciudad de Cuzco y las Condecoraciones de Pichincha, Boyacá y Ayacucho.

La colección original ha sido incrementada por el Banco Central mediante compra de algunas joyas debidamente identificadas que se encontraban en poder de particulares, como sucedió con las adquiridas en 1988. 349

Finalmente, el Banco Central también ha incursionado en la promoción de cátedras en el exterior con el propósito de mejorar la formación académica de profesionales universitarios y de favorecer la investigación. En ese sentido, cuando se creó la Cátedra Simón Bolívar en la Universidad de Cambridge, el Instituto fue invitado a contribuir con un aporte pecuniario suficiente para poner en marcha tal iniciativa y la respuesta del Banco Central fue afirmativa. Con la experiencia lograda a través de ese ejemplo, años más tarde le fue planteada al Instituto la posibilidad de aportar una suma de dinero que sirviese de capital para fundar una cátedra que llevaría el nombre de nuestro ilustre humanista, filólogo, filósofo, poeta, educador y legislador Andrés Bello. La decisión del Directorio del Banco fue, igualmente positiva y así surgió la Cátedra Andrés Bello de Oxford, donde han ejercido una serie de profesionales venezolanos, la mayoría de ellos vinculados a la actividad docente, quienes han acometido investigaciones en distintas áreas del saber humano gracias a la plausible fundación de esa cátedra. Los candidatos a ejercer el privilegio de su presencia en ella han sido objeto de cuidadosa selección en base a sus calificaciones académicas y perspectivas de aprovechar esa formación con miras a transmitirla a jóvenes estudiantes y efectuar algún trabajo de investigación. La labor cumplida por el Banco Central con esta cátedra ha complementado la realizada directamente a través del continuo envío de su propio personal a cursos de posgrado y entrenamiento, especialmente en centros docentes de primera categoría en el exterior y en institutos multinacionales de crédito. Además de todas las actividades reseñadas y que se mencionan en otra parte de este libro, el Banco Central creó el Premio Ernesto Peltzer con el objetivo de estimular 350

las tareas de investigación de los economistas al servicio del Instituto. La publicación de estos trabajos ha dado origen a la Colección Premio Ernesto Peltzer, el primero de los cuales fue otorgado al trabajo de Rafael Uzcátegui Díaz titulado Financiamiento de la Segurtdad Social. Finalmente, el Banco Central ha facilitado también las instalaciones de su sede para exhibiciones de tipo artístico y cultural. Tal vez una de las más significativas fue una exposición de miniaturas de la efigie del Libertador, de monedas y estampillas bolivarianas, traídas al país por Germán .Arciniegas, entonces Embajador de Colombia en Venezuela, quien depositó la valiosa colección por él reunida en las bóvedas del Banco Central y se exhibieron al público en septiembre de 1967. Adicionalmente, el Banco Central promueve todos los años una exposición de pintores bancarios, en la cual quienes trabajan en el sector financiero y tienen inclinación por las artes plásticas concurren y reciben un premio las mejores obras presentadas en esa exhibición. El canto coral ha sido también objeto de estímulo del Banco Central a través de la creación de un orfeón donde participa el personal con inclinación por esta actividad artística. A través de esta multiplicidad de iniciativas, el Banco Central se propuso estimular la proyección del Instituto en la sociedad en todo cuanto atañe al cultivó del espíritu.

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