Leer la Sagrada Escritura es

Leer la Sagrada Escritura es … 1 Leer ¿Qué dice el texto bíblico? 2 Meditar ¿Qué nos dice el Señor por su Palabra? 3 Orar ¿Qué le decimos al Señor m

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AMOR 1. El amor es el distintivo fundamental de la persona humana: sólo el hombre es capaz de amar. Y este amor tiene su razón de ser en el hecho de q

La liturgia, marco privilegiado de la Sagrada Escritura
La liturgia, marco privilegiado de la Sagrada Escritura Martes, 08 de Febrero de 2011 18:30 Juan Javier Flores Arcas Rector del Pontificio Ateneo San

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Leer la Sagrada Escritura es … 1 Leer ¿Qué dice el texto bíblico?

2 Meditar ¿Qué nos dice el Señor por su Palabra?

3 Orar ¿Qué le decimos al Señor motivadas por su Palabra?

4 Contemplar/Practicar ¿A qué conversión y acciones nos invita el Señor?

Comprender la Palabra…

Actualizar la Palabra…

Orar la Palabra…

Practicar la Palabra…

Para descubrir lo que Dios nos enseña mediante el autor inspirado

Para interpelar la vida, conocer su sentido, mejorar nuestra misión y fortalecer la esperanza

Para dialogar con Dios y celebrar nuestra fe en familia o comunidad

Para conducir la vida según los criterios de Dios (conversión)

La lectura del texto ha de ir precedida de un espacio de silencio o de oración para pedir al Señor que nos abra el entendimiento y el corazón para acoger obedientemente su Palabra. La lectura del texto requiere tiempo, incluso leerlo más de una vez… La primera pregunta que debe guiar nuestra lectura es: ¿Qué experiencia de fe aparece recogida en este texto? Cuando leemos la Biblia buscamos precisamente eso: una experiencia creyente que nos ayude a entender la nuestra y a ampliar el horizonte de nuestra vivencia de la fe en una situación nueva. Una vez hecho esto, es necesario exponer nuestra vida a la interpelación del mensaje que hemos descubierto. Leemos la Biblia para entender nuestra vida. En sus páginas no hay recetas sino pistas fundamentales para orientar nuestra existencia. Esto supone: a) una mirada penetrante sobre las cosas que pasan a nuestro alrededor: estar atentas a las cosas que os pasan a nosotras y a la gente que nos rodea, a los signos de cada época; b) Estar dispuestas a dejarnos interpelar por el texto y por el mensaje que nos desvela… La Biblia ha de ser leída en el espíritu con el que ha sido escrita. A través de ella, Dios nos habla, y para escucharle, hemos de estar en la misma sintonía. Esto significa que la lectura es bueno hacerla en un clima orante, es decir, que favorezca la disposición de abrir nuestro corazón para acoger lo que Dios nos dice a través de su Palabra; y responder a Dios a través de la súplica, acción de gracias… para completar así el diálogo que Él mismo comienza. Es importante que la lectura personal se complemente con la lectura comunitaria. En ella se ponen en juego los diversos carismas y sensibilidades para descubrir con más plenitud el mensaje de la Palabra de Dios, porque las diversas aportaciones hechas desde diversas experiencias de vida desvelan la riqueza de la Escritura. La lectura de la Palabra tiene como fin la vida. Al acercarnos a ella, acudimos con nuestra vida y la de aquellos que nos rodean. Al dejarnos interpelar por ella, la Palabra nos ofrece un impulso para vivir, un nuevo sentido, una reorientación (conversión). Si no

va desembocando la lectura en acciones concretas, cada vez se nos hace más difícil entender el mensaje.

PALABRA

Unas pistas sobre ESTUDIO DE EVANGELIO

ORACIÓN

VIDA

Son unas pautas que nos van ayudando progresivamente a entrar en contacto con la lectura y hacerla nuestra y hacerla lugar de encuentro contigo misma, con quien sabes que te ama y te espera en la historia cotidiana... También nos pueden ayudar para compartir la Palabra con otros/as y discernir a lo largo del tiempo: Primer tiempo: “Conocer”, “Mirarte y comprenderte” Lee el texto y fíjate en cuál es su contexto. Fíjate dónde está Jesús, con quiénes está, qué hace y qué dice (anótalo) Fíjate en los discípulos y/o en todos los que intervienen en la escena: cuáles son sus palabras, sus gestos, sus reacciones, sus preguntas,… ¿Qué rasgos de Jesús aparecen en su forma de actuar? ¿Qué crees que pretende enseñar Jesús en esta escena? ¿Qué es lo que te parece más importante, te llama la atención, te impacta?... ¿Qué imagen de Dios transmite el texto? Segundo tiempo: “Contemplar/amar” … “Que yo te contemple y te ame” Se trata de dejar que todo lo que me ha impactado anteriormente pase por el corazón de forma orante. Qué aspectos, personas, situaciones de la realidad lejana y cercana me recuerda este pasaje… ¿De qué manera se siente reflejada la realidad que me rodea? De todo lo estudiado y orado, ¿qué me dice personalmente? ¿Cómo se hace palabra para mí el texto? ¿En qué me siento reflejada en este texto?(anótalo) Tercer tiempo: “Seguir/actuar”… “Que todo mi ser se dinamice y encarne esta Palabra” ¿Qué llamadas escucho? (anótalo) ¿Qué aspectos de mi vida quedan iluminados y de qué modo, desde la Palabra y la postura de Jesús?

ACTITUDES: Sencillez Gratuidad Paciencia Descentramiento Continuidad Conversión permanente

1.

UNA MIRADA TEOLOGAL A LA VIDA

Hacer Memoria

Piensa en un hecho concreto que has vivido y deseas mirar, iluminar su percepción, ponerlo en diálogo con la Palabra o leerlo desde la fe. Implícate personalmente a la hora de describirlo, valorarlo, percibirlo...Y escribe…

3. Atisbar la presencia y acción de Dios: Averiguar las huellas de Dios que el hecho presenta. ¿Cómo se nos revela la acción del Espíritu según nuestro modo de percibir a Dios en todo lo real? ¿Qué gritos o gemidos sentimos?...

5. Hacer silencio ante la Palabra Acoger las luces o llamadas percibidas: cómo el Señor me/nos interpela para situarnos de un modo nuevo ante esas realidades...

2. Contemplar el hecho relatado Míralo sin juicios que levantan defensas. Simplemente acoge toda la realidad humana de fondo que hay en el hecho que estás intentando leer. Recuerda que el dato no es el que nos impide construir el Reino. Nuestros deseos, sí. Nos permitimos profundizar, contrastar...

¿Cómo cultivar la lectura creyente de la realidad para reconocer y celebrar juntas al Dios que habita la vida

4.

Poner en relación las intuiciones percibidas con la Revelación Las “huellas” nos envían a la Palabra de Dios... Evocar algún texto de la Palabra que ilumina, contrasta o verifica esas huellas de Dios… O déjate sugerir otra forma de mirar y escuchar ese hecho desde el modo de Jesús…

6. Como conclusión... Contemplar todo el proceso. Oración de acción de gracias, petición, intercesión...

VIDA RELIGIOSA Su realidad: Convivimos con diferentes paradigmas Sus desafíos: Una Vida Religiosa que cultiva lo místico y lo profético.

Autoridad y Obediencia al servicio

de que vive relaciones de calidad.

una Vida

Religiosa que empeña la vida

posible

hoy

Su dinamismo: En discernimiento En circularidad En itinerancia

HACIA UN PARADIGMA MÁS INTEGRADOR... septiembre 2008 Asunción Codes, stj

I. CONVIVIMOS CON DISTINTOS II. PARADIGMAS DE VC, PERO SE CAMINA HACIA UN PARADIGMA MÁS III.INTEGRDOR Y TEOLOGAL El problema de la VC no está sólo en los números, sino que está más bien en los planteamientos de fondo, en la visión fundante que anima y sustenta –o no- todo lo que hace nuestra Familia religiosa. Necesitamos situarnos con autenticidad y libertad para discernir la calidad evangélica de nuestra vida, de nuestras prácticas y costumbres, de nuestros valores priorizados una y otra vez. Es preciso renovar afectiva y efectivamente los modos y maneras de crecer en la vida y misión cotidiana. Necesitamos lucidez para saber qué estamos promoviendo –o a qué “señores” servimos- con el estilo de vida que nos vamos procurando, y aprender a buscar seriamente y juntos, los nuevos estilos que aporten a nuestras vida, personales y comunitarias, novedad y calidad a un tiempo.

Lo cierto es que en cada uno de nosotros conviven muchas veces valores, normas y principios de diferentes paradigmas1 de VC y este dato resulta muy interesante a la hora de explorar lo que nos pasa. La VR se expresó durante muchos años (y siglos) con un paradigma concreto, clásico por su tradición y su duración. Sólido y completo. Duró hasta el Vaticano II. Y aún hoy lo seguimos encontrando vigente en comunidades y familias religiosas. Para comprender mejor la evolución de este paradigma en el corto plazo de casi 50 años, contemplamos la VR en torno a tres vértices de un triángulo equilátero: Dios, la comunidad y la misión. En el centro la persona relacionándose con los distintos vértices. La dominancia de uno de los vértices configura un tipo de paradigma diferente, del que seguirá un modelo distinto de vida, de misión, de comunidad, de práctica celebrativa y oracional… • Podríamos decir que el modelo clásico “exagera” el vértice de lo espiritual. Comprende la VR dentro de un esquema dualista de separación (Dios está “más allá”, en los cielos, fuera de la historia; nosotros, los humanos, estamos “más acá”. Dos interviene desde arriba confirmándonos ante los acontecimientos del bien y del mal. Lo humano, por sí mismo, no tiene valor, por eso lo profano hay que espiritualizarlo o evitarlo indiscriminadamente). El estilo de vida que se deduce está orientado a la santidad ascética: Dios conoce lo que tenemos que hacer, lo transmite a su Iglesia santa, se recoge en los mandamientos, en las constituciones, en las inspiraciones de los superiores… “Fuera de ahí no hay salvación”…A los demás nos toca “obediencia en el cumplimiento”. En este modelo prime el criterio espiritual y moral por encima de todo. La Iglesia se reúne en torno a Cristo, Hijo de Dios, que se ha encarnado para redimirnos y traernos la salvación, imposible de encontrar en la vida profana. • El paradigma “moderno”, que sustituye en algunas comunidades a éste, exagera el vértice de la individualidad. Reacciona por saturación al paradigma anterior, y prioriza el vértice de la comunidad, aunque en la práctica intenta revalorizar a la persona humana. Prima el criterio psicológico y cultural al uso. “Jesús sí, la iglesia, no”. Hay que escapar de, fugarse, para sentirse normal. Se trata de recuperar la humanidad ignorada. Conciencia y libertad son valores irrenunciables. Se deduce un estilo de vida orientado todo a la realización personal. La VR se orienta a recuperar el espacio secular perdido, la “normalidad”, la libertad, la dignidad personal. Prioriza el bienestar personal en comunidad sobre la misión. El riesgo es que, poco a poco, la comunidad se diluya por quedar reducida a los intereses de la persona y perder de vista el objetivo fundamental que le da sentido y orientación. Esto ocurre porque la comunidad se construye en la capacidad de generar conjuntamente significados compartidos de la realidad cotidiana: objetivos, valores y normas que ayuden a vivir. Nada de esto es posible si esos significados se imponen “a priori” por la institución, o se van perdiendo por imponerse un individualismo que bloquea esa construcción compartida. • El paradigma de “avance” exagera el vértice de la misión. Convive con el anterior y trata de corregirlo y complementarlo. Se prioriza la comunidad para la misión y la misión misma. Pide “compromiso” con la extensión del Reino y el anuncio del Evangelio. La comprensión de la VR se orienta a la acción, la entrega apasionada en la obra que Dios mismo nos ha entregado. Trabajamos como el Padre trabaja…Comunidades en medios populares. Valoración de los pobres como los preferidos de Dios. Pasos en la inculturación e interculturalidad. La configuración y estructura de la comunidad (horarios de comidas y rezos) viene determinada por esas necesidades.

1

Por paradigma entiendo un conjunto de ideas articuladas –cosmovisión, valores, sentido, normas…- que permiten la interpretación de la realidad.

Podríamos concluir este breve recorrido diciendo que en este momento conviven todos los paradigmas, y muchas familias religiosas siguen dando vueltas por los vértices del triángulo en intentos puntuales de cambios fragmentados y parciales sin una reflexión global y globalizante acorde con el cambio de siglo. Cuando se escuchan los discursos y quejas de comunidades y equipos de gobierno, no se puede por menos de recordar el triángulo dramático de Berne sobre las relaciones conflictivas. El autor explica en su teoría lo siguiente: si en las relaciones falla la reflexión y las posturas sanas, las cosas más pequeñas se tornan conflicto. Unos se sienten víctimas, otros se convierten en perseguidores y no faltan los que se sienten llamados a realizar la tarea de salvadores de aquellos que son tildados como chivos expiatorios de la situación. COMIENZA LA DANZA DE LAS RELACIONES CULPÓGENAS: Unos echan la culpa a otros, todos tratan de controlarse mutuamente; y mientras el mundo sigue su marcha, nosotros – religiosas y religiosos- corremos el riesgo de quedar encerrados en nuestras pequeñas luchas internas, divididos y desfondados, perdiendo el tren de la realidad.

HACIA UN PARADIGMA MÁS RADICAL Y MÁS INTEGRADOR: En medio de estos intentos nuestras sociedades siguen cambiando, la disminución de vocaciones a determinado tipo de VR aumenta; los modos de vinculación y pertenencia cada vez presentan diferencias más extremas. Nuevos fenómenos imparables como la agudización del abismo entre pobres y ricos, la inmigración y la evolución tecnológica toman cada vez más relevancia. IMPOSIBLE OLVIDAR EL CONTEXTO. Hace falta ensanchar el horizonte y reflexionar profundamente. Cómo surgen los esbozos de un nuevo paradigma? En el momento actual lo más permanente es el CAMBIO. Los esbozos del nuevo paradigma se han ido reflexionando a partir del tramo del siglo XX. Ya no podemos imaginar el paradigma inscrito en un triángulo –cerrado en nosotros mismos y en nuestros valores absolutos-. Se trata mucho más de imaginarlo como CÍRCULOS CONCÉNTRICOS de los diferentes contextos en los que se vive la VC, ABIERTOS todos ellos (no cerrados en sí mismos) y en INTERACCIÓN constante con el sistema total que es el medio. Los GRUPOS (comunidades, instituciones, medio en el que está inserta cada comunidad) – en este modelo- no se entienden como agregados de personas, ni fruto de las relaciones que se dan entre ellos sino como SISTEMAS ABIERTOS QUE INTERACTÚAN ENTRE SÍ Y EN INTERACCIÓN CONSTANTE CON EL SISTEMA TOTAL que es el medio. En el nuevo paradigma todos los sistemas se interinfluyen mutuamente. No se puede ofrecer un paradigma acabado. Sólo intento recoger lo significativo del paradigma naciente que otros nos van ofreciendo y que, de alguna manera, se expresa en el Congreso mundial sobre la VR celebrado en Roma el año 2004. A su luz podemos ir haciéndonos algunos planteamientos. El paradigma emergente nucleariza lo central de la VR: la búsqueda de Dios debidamente contextualizada. En el nuevo modelo emergente el NÚCLEO CENTRAL de la VR lo constituye VIVIR LA PASIÓN POR DIOS Y LA PASIÓN MISMA DE DIOS. Mística y profecía. Es pues un modelo radicalmente teologal, porque vuelve a las raíces –RETORNO AL EVANGELIO-. Dios llama personalmente y alienta hacia la identificación con Jesús el Señor –centrar la vida en el seguimiento de Jesús y desde ahí retornar al sentido de nuestra vida, de la comunidad, del protagonismo de los excluidos, y de todo lo “inter”-.

Vivir en esta dinámica de llamada-respuesta configurará una identidad y estilo de vida singular en clave de evangelio. UN ESTILO DE VIDA APASIONADO. Veamos dos aspectos claves. El modo de entender la pasión y el modo de entender la llamada. La PASIÓN: Entendemos aquí el término pasión como una cualidad del IMPLICARSE TOTALMENTE -y en EL TIEMPO- de manera profunda, afectiva y cognitiva, con aspectos de la REALIDAD2. Un modo de implicación que expresa una actitud mística y profética, es decir, contemplación y acción. Para admitir tal planteamiento no queremos obviar las dificultades que conlleva3. No se trata de denigrar la mística como ese apasionado deseo de identificación con Jesús el Señor y su causa, sino entender esa misma pasión como el deseo configurado desde unos valores concretos. Arduo y lento camino que pasa por la configuración misma de la identidad personal vocacional. La mística de calidad no se presenta aislada. De ella surge siempre una actitud profética; desde el apasionamiento por Dios, la persona se apasiona también por el destino de su pueblo, de los pobres. La pasión por Dios y la pasión por la humanidad de Dios son dos pasiones -no una- que requieren procesos de madurar el deseo y la responsabilidad ante la vida. Ambas realidades maduran en la respuesta personal e ineludible a la llamada de Dios. UNA PALABRA SOBRE LA LLAMADA VOCACIONAL Y LAS MEDIACIONES: ¿Cómo dice cada persona: "Dios me llama"? Según el planteamiento que hace A. Vázquez el esquema de llamada -respuesta se entiende como una experiencia personalizada, encuadrada en un diálogo entre Dios y la persona, los dos personajes que intervienen en la dinámica vocacional. Ese Dios cuya presencia misteriosa se hace sentir -por su Espíritu- como aliento de todo lo que existe y acontece. Así entendido podríamos plasmarlo gráficamente en un cuadro de doble entrada: 1. La iniciativa es de Dios. Dios llama ("nadie puede venir a mi si el Padre no lo atrae"). Pero esta llamada se siente en la persona que somos, mediada por cualidades, situaciones, experiencias. Necesita del diálogo mediado con los otros para ayudar a identificarla, nombrarla, simbolizarla. 2. Alguien, algo se siente en el propio interior que interpela y hace "atender" a aquello que está ocurriendo: es la disposición a "escoger la vida", "mi vida", vivir con responsabilidad, descubrir sentido. Se percibe en las inclinaciones personales, los condicionamientos de la historia, lo que en uno u otro momento hace tomar unas u otras decisiones. E igualmente se descubre en el conocimiento de Jesús y su Palabra. Todo ello genera en la persona un movimiento sinérgico con la llamada de Dios. 3. Dios responde en cada persona por su Espíritu. Es decir, en fe creemos que la respuesta es fruto de la gracia, de la fuerza del Espíritu presente en el propio interior; no es una cuestión voluntarista, no se puede atribuir a méritos propios. La respuesta se genera en la medida que se va sintiendo la atracción irresistible a orientarse en una dirección y no en otra. 4. La llamada sentida interpela la propia libertad y autonomía de cada persona. Esto no ocurre de forma milagrosa. Es cada uno quien tiene que asentir, acoger, responder y plasmar dicha respuesta en un proyecto determinado. Las motivaciones, los pensamientos, la forma de ser, las cualidades y carismas de cada uno ayudan a 2

El cambio de términos que utiliza el Congreso creemos que tiene una intencionalidad: alude a un modo de implicación radical, con todo el ser, un modo profundo y duradero. 3

Hace años A. Vergote nos alertó del peligro de interpretar linealmente la búsqueda mística como "la aspiración a una experiencia de Dios a través de la intuición inmediata" olvidando que esta unión tiende a superar todos los límites, cosa imposible, anhelando que el yo coincida con el infinito. El mismo Vergote alerta sobre la necesidad de vigilancia constante para llegar, sin dar lugar a ilusión alguna, a la unión con el Dios personal de Jesucristo. Por su enraizamiento en el deseo religioso, el movimiento natural de la mística puede engañarnos fácilmente a los psicólogos y a los filósofos que asimilan en exceso el Eros religioso y las místicas teológicamente avaladas.

identificar las concreciones de respuesta a la llamada sentida. Y todo ello tiene que ser discernido. La dinámica vocacional, la búsqueda del querer de Dios cuenta pues, con MEDIACIONES. Porque esta llamada no suele ser inmediata sino mediada. Las mediaciones por las que llega la llamada de Dios son varias: a. La propia manera de ser que se siente atraída hacia este modo de orientar la vida. Cualidades y estilos personales pueden facilitar la inclinación hacia una llamada de este tipo. b. Los testigos en el medio en el que se vive: conocer a una persona, conocer una comunidad, la relación que se establece con una persona, un estilo de vida de familia o de un grupo propicia esa llamada. c. La realidad mundial histórica con sus muchas solicitaciones e inquietudes que provoca a orientar la vida de una determinada manera o por una determinada causa. La vocación bíblica de Moisés se explica porque Yahvé le hace descubrir los sufrimientos de su pueblo. La vocación misma de Jesús surge desde la misión recibida. Ambos dirán, cada uno a su manera: "Heme aquí, envíame". No olvidemos que estamos hablando de un modelo integral donde lo teologal se vive de forma contextualizada. Se trata de tener en cuenta todos los contextos e interesarse por lo que ocurre en todos los niveles en los que nos movemos en la vida diaria: lo personal: corporal, comunitario, institucional, local, global. Por eso podemos hablar de un paradigma teologal integral: buscamos a Dios y su voluntad para asentir a ella en libertad y por gracia, insertos en contextos diversos y coordenadas concretas. Sintetizando lo más posible, concluimos diciendo: El núcleo de la VR es la búsqueda de Dios debidamente contextualizada para asentir a ella en libertad y por gracia, insertos en contextos diversos y coordenadas concretas. Se trata de un paradigma radicalmente teologal: Estilo de vida APASIONADO: Vivir la pasión por Dios y la pasión misma de Dios. Integral porque lo teologal se vive “desde dentro” de la condición humana: interés por todo lo que ocurre. La llamada-respuesta se entiende con mediaciones: uno/a mismo/a, los testigos, la realidad mundial…

Medio o sistema total

CAMBIO

Comunidad CAMBIO

CAMBIO

Paradigma teologal-integral: El núcleo de la VR es la búsqueda de Dios debidamente contextualizada para asentir a ella en libertad y por gracia, insertos en contextos diversos y coordenadas concretas.

Institución-Iglesia Inst.-Congregación

RASGOS QUE CONFIGURAN ESTE MODELO TELOGAL E INTEGRADOR: • •

Modo de entender al ser humano: nos constituye la alteridad y la interdependencia. Modos de comunicación: El DIÁLOGO “inter” y la RELACIÓN, base de la convivencia

• •



• •







Imágenes de Dios: Presente en toda la realidad; Trascendente; Encarnado en Jesús y revelado en el ser humano. El Espíritu trabaja dentro del universo por el aliento creador Modo de entender la misión: ir pasando de “hacer cosas por los demás” a vivir la vida como misión, por vocación, en actitud de hijas y hermanas. Es un modo más humanizado y posibilitador de experiencia de Dios Modo de entender la comunidad, la Institución, la Iglesia: EN CIRCULARIDAD, por ser seres en relación y por la con-vocación recibida; hogares abiertos; lugares de encuentro con Dios y las personas; donde se reconoce la igualdad y dignidad de todos; nos damos apoyo y testimonio; buscamos en discernimiento; revisamos, rectificamos y reorientamos, en diálogo con la realidad y a la luz de la Palabra. Corresponsabilidad, participación y discernimiento EXPERIENCIA Y ENCUENTRO son palabras clave. Es esencial despertar el proceso de educar para la realidad La Formación se entiende como ITINERARIO. Pide desencadenar PROCESOS. Los agentes son los mismos destinatarios en diálogo permanente. Los formandos en actitud de apertura. Los formadores: acompañantes que escuchan. No hay que formar. Hay que FORMAR-SE. Tiene que ser PRÁCTICA para producir cambios en las personas, comunidades e Instituciones y generarlos en el modo de llevar a cabo la misión. Los planes son continuos procesos que afectan a lo personal, comunitario e institucional La norma referencial: llevar adelante, personal y comunitariamente, la misión recibida de anunciar con la Palabra y con la vida que “otro mundo es posible” según el sueño de Dios en el Evangelio. Tarea prioritaria: animar la causa de la vida, de la universalidad, de la fraternidad Los medios para buscar a Dios y su Reino son diversos: implican reflexión y praxis. Lo esencial será orientarnos para que se nos posibilite abrirnos a la experiencia de Dios en toda la realidad Valores: Dios, Reino, mundo de Dios. Trascendencia, compromiso, despojo, pobreza. Solidaridad concreta, radicalidad y fidelidad

QUÉ VR ES POSIBLE HOY…

I. Cultiva la mística profética Hablamos de mística para referirnos al cultivo de la relación con Aquel que es la Vida como expresión de asentimiento y acogida de su amor. Porque la relación con Dios no se hace de una vez por todas; como en otras relaciones se va creando y recreando en nosotras a lo largo del tiempo. La profecía es otro modo de encuentro con Dios. En el ejercicio profético se pone de manifiesto nuestra espiritualidad al tratar de llevar a la práctica aquello que se nos ha revelado.

Lo central en la VR es la experiencia y vivencia de lo teologal, la fe radical4. El Dios de Jesús, el Dios Trinidad nos recuerda que el Padre nos sostiene, el Hijo que sirviendo nos enseña a servir y el Espíritu nos alienta.

1. Dejar que Dios nos hable al corazón y nos cuente su sueño sobre la humanidad.'Aquello que especifica la vida religiosa es la búsqueda de Dios y su sueño sobre la humanidad'.5 El Padre tiene un sueño en su corazón y no descansará hasta ver concluido su proyecto: Hacer de la tierra una casa habitable; ver a sus hijos e hijas disfrutando juntos en una fiesta sin fin. Es por ello que necesitamos que ‘cada mañana el Señor nos espabile el oído y como discípulas nos pongamos a la escucha’ (Is 50,4). Que mantengamos viva la pregunta, de parte de Dios, ¿dónde está tu hermana/o? No como pregunta ética, sino recibida de Dios cada día. No dejar de escuchar el susurro de Dios. La VR necesita hoy fortalecer la llamada de Dios: ‘Mira que estoy a la puerta y llamo…’ (Ap 3), experimentar su presencia y clarificar-purificar qué imagen de Dios nos acompaña. Centrar cada vez más la vida en Dios, recreando la relación con Él. Esto lleva a cuestionarse qué estructuras tenemos hoy en la VR para recrear esta relación. Cómo se favorece la escucha a Dios y de Dios, sabiendo que para el pueblo de Israel escuchar era obedecer.

2. Contemplar al Hijo sirviendo a la humanidad, en la mesa de la entrega, al lavar los pies, en la invitación a hacer lo mismo. Jesús, el Hijo conoce el querer del Padre y lo vive apasionadamente. Espera contra toda esperanza. Está convencido que nada ni nadie lo podrá impedir: ni la violencia, ni la guerra, ni la injusticia, ni la muerte. Por ello entrega la vida. Sus brazos extendidos en la Cruz se abren para acogernos y así entrañarnos en la ternura sin medida del Padre. Esta contemplación de Jesús es la invitación a ir aprendiendo a llegar hasta el corazón del mundo para reconocer en él la presencia del Señor y dejarse llevar por su apasionado amor por quienes viven en él. Este progresivo aprendizaje brota de un “encuentro" o "situación de revelación". En ella la "aparición" de la presencia del Espíritu y del poder de su amor va generando en nosotros un movimiento de transformación ("cultivado" por la oración de contemplación) y un movimiento de comunión ("cultivado" por la oración de discernimiento) 6 Es invitación también a mantener vivo el sentido de comunión, recreando la ‘mesa’ de la fraternidad, recordando que la Eucaristía se vive en la triple mesa: Palabra, Pan y Mundo. En su invitación a hacer lo mismo, se nos recuerda el sentido del seguimiento como identificación con Jesucristo y su modo de vida. La VR tiene que hacer memoria de su forma específica de seguir a Jesús desde la vida consagrada. Los votos religiosos necesitan hoy recreación y recuperación de todo su sentido. Podemos verlo desde el sentido que tienen las palabras del profeta Miqueas: “Lo que el Señor te pide es tan sólo: que ames con ternura, que practiques la justicia y que camines humildemente con tu Dios” (Mq 6,8).

3. Acoger el aliento del Espíritu que da vida al barro. Alentadas para abrir espacios al diálogo y encuentro, hacernos “próximas”: El mismo Espíritu que resucitó a Jesús comunica la vida al mundo. Y a nosotras nos provoca, convoca y envía para vivir la misión común con novedad renovada: abrirnos de par en par a esa vida. El Espíritu que lo penetra todo y pone orden en la confusión y el caos, tiene que atravesar hoy la VR para que se nos haga posible escuchar en lo más profundo cómo Él nos guía hacia la nueva creación. No apaguéis el Espíritu, no despreciéis las profecías (1Tes. 5,19) 4 5 6

Felicísimo Martínez, “Situación actual y desafíos de la VR” J. Antonio García, SJ F. Manresa “La oración con el sentimiento de una presencia”.

4. Perforar la vida para orar y encontrar a Dios: “En nuestras vidas sin superficie y sin tiempo, en nuestras vidas sin espacios, no debemos buscar el espacio que antaño reclamaba la vida cristiana. Para la oración tenemos racionado el espacio, y ese espacio que nos falta debe sustituirlo las perforaciones. Estemos donde estemos allí está Dios también. El espacio necesario para reunirnos con Él es el lugar de nuestro amor, que no quiere estar separado de Dios, que quiere encontrarle” (Madeleine Delbrêl) Perforar es entrar sin interrupción y por sorpresa en la capa honda de la vida. Supone un habituamiento. Tener capacidad para dejarse sorprender por el Señor de la vida a base de perforaciones de la realidad en lo cotidiano, supone un estilo definido de vida. Jesús es maestro en el arte de perforar el corazón del ser humano con el de que se acerque a la contemplación y al diálogo con el Padre. Lo podemos ver por ejemplo: en el encuentro con la Samaritana (Jn 4,1-42), con Nicodemo (Jn 3,1-21), también en la invitación a acoger la Palabra en lo más profundo de nosotras mismas (Mc 4,3-8.27). Él mismo nos recuerda la importancia de taladrar la realidad, de perforarla. En la parábola del sembrador, la semilla es, en sí misma, el regalo preparado para germinar y dar fruto. Pero recibida en la superficie del camino, o entre piedras y zarzas, se pierde o se agosta pronto. Sólo en la profundidad de la buena tierra fructifica… y mucho. Entonces produce fruto sin que el dueño del campo sepa cómo (Mc 4,3-8.27). La imagen de la semilla y el campo, elegida por el mismo Jesús para hablar de la recepción del Reino, expresa bien los términos de nuestra colaboración al recibir sus regalos. En efecto, cuando la presencia de Dios es recibida en la superficialidad habitual de nuestra existencia, dura bien poco. Cuando es atendida como una más, entre otras muchas preocupaciones y angustias, queda pronto ahogada. Sólo cuando es recogida en sótanos –en el secreto y la conciencia más honda de nuestro ser, donde todo parece débil, pero todo es verdadero- se queda dentro y produce fruto.

II. Vive relaciones de calidad En nuestras relaciones cotidianas estamos llamadas a vivir la actitud de interdependencia, según la novedad de Jesús, de manera filial y fraterna. Llamadas a crear relaciones auténticamente humanas y humanizadoras insertas en una cultura de diálogo. Para ello hay que construir día a día relaciones de calidad. Es necesario recorrer nuevos itinerarios y así crear relaciones y comunidades nuevas. ¿Qué movimientos identificamos? ¿Hacia dónde apuntan nuestras prácticas de relación?

Recrear prácticas de comunicación y relación auténticamente sanas y sanadoras7 Nombrando algunas de ellas:

7



Fomentar estilos de comunicación sana y sanadora. Abrirnos al diálogo con toda persona en toda situación. Aprender a negociar las diferencias y construir significados compartidos y ceder de nuestros intereses en un momento dado del proceso.



Aprender nuevas formas de relación: asertiva, diferenciada, igualitaria, visibilizadora. Implicarse en las relaciones para salir al encuentro de los otros y cooperar con ellos de forma competente a

Lola Arrieta, “La vida: punto de encuentro entre psicología y espiritualidad”. Revista CONFER, octubrediciembre, 2006

favor de la vida. Identificar las trampas y malos hábitos relacionales para superarlos y no quedarnos fijados en ellos. •

Re-configurar y orientar hacia la vida los impulsos agresivos y sexuales. Uno de sus destinos es posibilitarnos el amor, el perdón, el riesgo y la entrega.



Practicar relaciones inclusivas en las comunidades y grupos de nuestro vivir cotidiano. Desenmascarar los sistemas de control y poder abusivo en las relaciones. Desterrar culpas insanas porque determinan de forma impositiva y coercitiva lo que la persona tiene que hacer en cada situación.



Aprender a identificar los conflictos de forma correcta con análisis objetivos e implicativos. No se trata de crear chivos expiatorios. Se trata de identificar las causas generadoras de conflicto, reconocer cómo contribuimos todos y cada uno a ello y buscar medios objetivos facilitadotes de superación. Aprender a afrontar positivamente evitando evitar negativamente.



Hacer camino auténtico de autoconocimiento y reconciliación. Clarificar hasta descubrir sentido en: la propia historia personal, la historia familiar, la historia vincular de encuentro y relaciones significativas.



Afrontar con serenidad y rigor aquellas heridas que impiden el camino del amor sin quedar fijados en ellas. Buscar ayudas especializadas adecuadas y oportunas con discernimiento según la situación.



Aprender a convivir con la propia afectividad de forma sana, pacífica y positiva. Identificar las fuentes de alimentación, aprender a no malgastar altas dosis de energía en cuestiones del yo personal. Reorientar la energía en cada tiempo y circunstancia según las convicciones propias del proyecto de vida.



Fomentar modos de animación grupal y comunitaria potenciadores de vida, sentido de fraternidad, en dinámica de corresponsabilidad y participación.



Ayudar a crecer en consciencia8 y adentrarnos por los caminos de la interiorización.



Fomentar en todo tiempo y con toda persona el diálogo y encuentro verdaderamente existencial y trascendido, restaurador de respeto y dignidad, generador de lealtades y de confianza mutua.



Clarificar y actualizar las creencias y filosofía de la vida dominantes en nosotros. Los procesos por los que llegamos a ellas.

III. Nada de lo humano le es ajeno9. Empeña y entrega la vida llevando a cabo el sueño de Dios para la humanidad. Para que otro mundo se haga posible hay que humanizarlo. Cuanto más humanas/os nos hacemos más humanización gestamos en nuestro mundo. La humanización se gesta en la relación, el diálogo y el encuentro.

8

El primer fundamento de nuestro espíritu es darse cuenta y prestar atención.

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Publio Terencio “Hombre soy, nada de lo humano me es ajeno”

La VR, una vez más, se encuentra en trance de cambio y de continuar su vocación de itinerante que va tras las ‘señales’ de Dios para saber hacia dónde tiene que ir, para salir, como Abraham, de tierras que le son conocidas y caminar obedientemente allí donde su Señor le señale. Los profetas eran los pregoneros de la Palabra de Dios, lo eran por vocación. Por ello, lo que mejor define al profeta es su carácter carismático, es decir, su condición de elegido y llamado directamente por Dios. Ellos, no sólo siguen, sino también apuntan ‘las señales de Dios’. Así podemos decir que la VR muestra su carácter profético10 descubriendo y apuntando esas ‘señales’ de Dios. Nos ayudan a verlo distintos profetas. ‘Aquí estoy yo, envíame…’ (Is 6,8) El relato de Is 6,1-13 comienza con una alusión a la muerte – El año de la muerte del rey Ozías- y termina con una referencia a la vida nueva que brotará en el futuro –ese tocón será semilla santa-. Durante este tiempo Dios va a intervenir en el cambio y proceso del pueblo, para ello llama al profeta. Los versículos 8-13 explicitan el envío de Isaías por parte de Dios y el sentido del mensaje, de esa forma el profeta descubrirá lo que significa tener palabra de Dios dentro de un pueblo que no quiere escucharla. Hay que destacar la disponibilidad de Isaías ante la palabra de Dios, el profeta se ofrece sin saber a qué se ofrece ni a dónde le van a enviar. Está dispuesto a entrar en el servicio de Dios. Junto a esta actitud hay que resaltar cómo el profeta reconoce la necesidad de ser enviado, su respuesta no es ‘yo voy’, sino ‘envíame’. Dios ha pedido ayuda en su tarea y el profeta le responde ofreciéndole su colaboración. Toda su existencia tiene un carácter de misión. Entre el Dios que le envía y el pueblo al que será enviado se realiza la existencia del profeta. Precisamente allí donde parece que pierde su personalidad es donde la realiza y gana, poniéndose al servicio del dialogo que recrea entre Dios y el ser humano. La VR necesita hoy la frescura del ‘envíame’, el estar dispuesto/a a lo que el Señor quiera recrear en medio de su pueblo. Avivar la actitud de itinerancia, como movimiento hacia los márgenes y lugares de frontera, que nos lleva a estar en contacto y a implicarnos en estas realidades. ‘Te constituí profeta de las naciones…’ (Jer 1,4-10) Dios se presenta directamente, como aquel que está presente en el camino de la historia de Israel. Aparece antes que nada como aquel que habla: El Señor me habló así. El mismo Dios le ha sacado de la oscuridad o inexistencia, en un proceso de surgimiento y envío: Te constituí profeta de las naciones: Dios mismo ha dado su tarea y campo de existencia al profeta, poniéndole al servicio de una Palabra que se extiende a todas las naciones del entorno o de la tierra. En el texto se subraya la acción de Dios a través de tres verbos: te conocí, te consagré, te constituí profeta. El profeta viene a interpretarse como llamada, alguien que nace desde el conocimiento y elección de Dios. No existo porque puedo sino porque el mismo Dios me hace poder, me conoce y me pone en la existencia. No existimos primero para recibir después el don divino. Al contrario: del conocimiento y consagración de Dios hemos nacido. Nacemos a la vida desde el fondo de la vida de Dios. Así lo ha descubierto el profeta. Sin embargo, esta relación yo-tu se amplia para abrirse a los demás, a todos los pueblos. Todo el texto está centrado en el poder de la palabra. Dios ha consagrado a Jeremías su profeta para que ‘pueda hablar’. Jeremías se siente pequeño, le falta lo más importante, la palabra, no sé hablar.

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Vita Consecrata 84

Parece pura paradoja: Dios escoge para revelarse al que no sabe hablar, al que no tiene palabra humana apropiada para cada momento de la vida. Las consecuencias de la actividad de Jeremías se expresan con seis verbos: ‘arrancar y arrasar, destruir y derribar, edificar y plantar’. Realmente la palabra profética de Jeremías entró y actuó en la historia como fuerza dialéctica: arrancar y destruir, edificar y plantar es lo que le toca hacer al profeta, situándose como vigía de Dios. La renovación de la VR no se hará desde el poder, sino desde la debilidad y la solidaridad con los empobrecidos. Como al profeta Jeremías le tocó vivir la paradoja humana de ‘poder no pudiendo’ por gracia de Dios, también hoy está llamada la vida religiosa a vivir en la paradoja. La VR hoy tiene que poner en práctica el ejercicio de la dimensión política de la caridad11 que nos moviliza hacia el compromiso con la erradicación de la pobreza. Es momento para la VR de habitar los espacios públicos, estar presente en la plaza del pueblo y en la calle. “Os voy a infundir espíritu para que viváis…”(Ez 37,1-6) Ezequiel está enviado a profetizar a un pueblo sin esperanza, en medio del destierro. Un pueblo completamente seco, sin vida. El profeta a la pregunta de Dios ¿podrán revivir estos huesos? Responde: Señor, tú lo sabes. Y anuncia de parte de Dios: Escuchad la Palabra, infundiré espíritu, recubriré, haré crecer, viviréis, sabréis que yo soy el Señor. La VR hoy, como Ezequiel, tiene que hacer anuncio, invitar a escuchar la Palabra, crear espacios y posibilidades donde esto se haga cierto. No callar la presencia de Dios en medio del pueblo. La VR hoy tiene que dar noticias de Dios, con la palabra y con la vida, saliendo de la mediocridad, allí donde esta se viva. Tiene que transmitir esperanza al pueblo que no espera que sea Dios quien le haga vivir. Descubrir la historia como el espacio donde se van cumpliendo las promesas de Dios. La VR tiene que anunciar la vida y poner vida en medio de un mundo que padece tres grandes heridas: la injusticia, la ecología y la herida del vacío de sentido y de la ausencia de Dios. La VR tiene que habitar el presente, activando la memoria agradecida y mirando al futuro con confianza y esperanza. Esto no lo hará la VR sola, sino con otros hombres y mujeres que buscan la manera de alentar la vida que está en gestación y que quiere ser alumbrada. Por ello se necesita creatividad para abrir nuevos espacios de encuentro y diálogo.

HACIA UN PARADIGMA MÁS INTEGRADOR... III.UN MODO DE SITUARNOS EN LA VIDA: discernimiento, circularidad, itinerancia Este modo de vivir el seguimiento de Jesús se sustenta y encarna una espiritualidad entendida como una forma de sentir, orar, relacionarnos, pensar y vivir, actuar, estar en el mundo y con el mundo, PROFÉTICA, inspirada en Jesús, que prioriza unos valores o virtudes para “otro mundo posible”: hospitalidad, mutualidad, justicia, cuidado, no violencia, convivencia, tolerancia, comensalidad… HACERNOS CARGO DE LA VIDA, ENCARGARNOS Y CARGAR… 11

Referido al compromiso a favor de la justicia, la paz y la integridad de la creación.

La TRANSFORMACIÓN INTERIOR que verifica toda espiritualidad se concreta en rasgos muy humanizadores de la persona: se vuelve más sensible, más cercana, más desprendida, más amorosa, más humanitaria, más responsable ante la vida…12. Y se va plasmando en MODOS DE SITUARSE en el mundo, con formas de vida mucho más simplificadas, en solidaridad y vida compartida con los pobres y los movimientos alternativos, con la gente buscadora de cada uno de nuestros contextos. Se trata de impulsar y mantener presencias humildes pero significativas en el modo de estar y con un talante de “frontera”. Vivir la vida conducidos por este Espíritu de Jesús significa, ante todo, tomarnos muy en serio este modo que tiene Jesús de situarse ante Dios - como un Padre con entrañas de COMPASIÓN, con el que se relaciona como un Hijo muy querido, y que le hace MIRAR el mundo con una mirada contemplativa y aproximarse a él e implicarse con ese mismo CORAZÓN COMPASIVO- y ante la realidad –de personas, hechos, situaciones,…- Y situarnos COMO ÉL… Una espiritualidad entendida y vivida como EXPERIENCIA DE DIOS EN TODO Se trata de reconocer el dinamismo creador, liberador, humanizador de Dios y hacer EXPERIENCIA DE ENCUENTRO CON ÉL – o de vivir la aventura personal y compartida de la fe- en la espesura de la historia, entendiendo la historia no como el lugar al que vamos “desde Dios”, sino en el que le reconocemos, le recibimos, se nos regala y nos invita a entrar en su danza. Esta experiencia RECONCILIA la CONTEMPLACIÓN Y LA COMPASIÓN, la MIRADA atenta y creyente, con el CORAZÓN de carne, apasionado y compasivo… La nota primera y más importante que ha de caracterizar a la espiritualidad del futuro es la relación personal e inmediata con Dios. Esta afirmación puede parecer una perogrullada, ya que se reduce a afirmar lo que constituye la esencia eterna de la espiritualidad cristiana. Sin embargo, actualmente está, muy lejos de ser algo que cae de su peso. Vivimos en una época que habla del Dios lejano y silencioso, que aun en obras teológicas escritas por cristianos habla de la «muerte de Dios», en una época de ateísmo, que no nace simplemente de un corazón perverso, impío y rebelde, sino que es la interpretación desacertada de una experiencia humana muy auténtica y difícil. Vivimos en una época en la que el hombre transforma al mundo y se transforma a sí mismo, y en la que el mundo deja de ser el campo de acción concreto de poderes celestiales, para pasar a ser objeto de investigación racional y modesta cantera para la edificación del mundo que ha proyectado el hombre a su imagen y semejanza; en una época en la que parece que sólo ocurren milagros donde no está uno. Vivimos en un mundo en el que el hombre ha hecho aun de su vida interior objeto de una ciencia racional y técnica en la que se analiza a sí mismo, y entre los elementos de ese análisis no descubre sin más algo así como «Dios»; en el que más bien se vive constantemente con la sospecha de que un buen día podría llegar a descubrirse que la experiencia religiosa no es más que una interpretación anticuada y falsa de las tendencias psíquicas, de las frustraciones y de los mecanismos internos, que podrían y deberían ser explicados y dominados de forma muy distinta que por un ser mítico e indefinible, al que se llama «Dios». Vivimos en una época en la que «Dios -o lo que quiera entenderse por ese nombre- ya no parece ser útil para «calafatear» los agujeros que descubrimos en lo insatisfactorio de nuestra existencia. Tenemos más bien la impresión de que esos agujeros han de taparse por sí mismos, o de que la idea de Dios no los va a tapar, y de que, por consiguiente, la oración de petición es algo muy problemático. Vivimos en una época en la que uno no se pregunta tanto cómo siendo pecador encontrará la gracia de Dios que le justifique, sino en la que más bien se tiene la impresión de que Dios -si le es posible- tendría que justificarse a sí mismo ante sus atormentadas creaturas, que no necesitan de justificación. En una época que desconfía, cuando para solucionar sus problemas se le remite a un más allá, en el que todo se resuelva con claridad y orden. Vivir una espiritualidad cristiana en semejante mundo no es algo que caiga de su peso, y mucho menos si se

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En cierta ocasión le hicieron esta pregunta al Dalai Lama: ¿QUÉ ES LA ESPIRITUALIDAD?, el cual dio una respuesta extremadamente sencilla: “La espiritualidad es aquello que produce en el ser humano una TRANSFORMACIÓN INTERIOR"…En otra ocasión cuentan que le preguntaron también: Santidad, ¿cuál es la mejor religión?... “La que te hace mejor”… “¿Y qué es lo que me hace mejor?”… “Lo que te hace más compasivo, lo que te hace más sensible, más desprendido, más amoroso, más humanitario, más responsable… La religión que sea capaz de hacer eso de ti es la mejor religión”

tiene en cuenta que el ambiente social no ayuda a poder y deber ser así, aun cuando un tanto por 100 de nuestros niños reciba instrucción religiosa. … Se necesita evidentemente algo más que una toma de posición racional ante el problema teórico de Dios, y algo más que una aceptación puramente doctrinal de la doctrina cristiana. Se necesita una MISTAGOGÍA O INICIACIÓN A LA EXPERIENCIA RELIGIOSA que muchos estiman no poder encontrar en sí mismos, una mistagogía de tal especie que uno mismo pueda llegar a ser su propio mistagogo. Mientras uno no haya captado la evidente indecibilidad de la referencia de su existencia, consciente e impuesta, al misterio absoluto que llamamos «Dios» y que se nos manifiesta, no ha comprendido todavía lo más elemental de esa mistagogía. Esa mistagogía debe liberar al hombre de la angustia ante la idea de que, cuando comienza a invocar a Dios y a llamarle a Él, que es el Indecible, todo se reduzca al temor ante la proyección de sus propios anhelos en el monstruoso vacío de la nada. …Cabría decir que el cristiano del futuro o será un «místico», es decir, una persona que ha «experimentado» algo, o no será cristiano. Porque la espiritualidad del futuro no se apoyará ya en una convicción unánime, evidente y pública, ni en un ambiente religioso generalizado, previos a la experiencia y a la decisión personales. La educación religiosa usual hasta ahora podrá ser en adelante solamente un adiestramiento muy secundario para la vida religiosa institucionalizada. La mistagogía es la que habrá de proporcionar la verdadera “idea de Dios” partiendo de la experiencia aceptada de la referencia esencial del hombre a Dios, la experiencia de que la base del hombre es el abismo, de que Dios es esencialmente el Incomprensible, de que su incomprensibilidad, en lugar de disminuir, aumenta a medida que se le va conociendo mejor, y a medida que Dios se acerca a nosotros en su amor, en el que se da a sí mismo; de que no podernos concebirlo como un dato determinado en el cálculo de nuestra vida, sin que automáticamente fallen nuestras cuentas; de que sólo constituye nuestra «felicidad» cuando se le adora y ama incondicionalmente (…) Esa mistagogía nos ha de enseñar concretamente a perseverar en mantenernos cerca de “ese” Dios, en hablarle como a un «tú», en aventurarnos en su silenciosa oscuridad, en no temer que podríamos perderle precisamente por darle un nombre, como si fuera imposible que Él -cuando lo quisiese, y lo ha queridoestuviera mano a mano con nosotros… (K. Rahner)

… Efectivamente, “espiritualidad” tiene que ver con EXPERIENCIA, no con doctrina, ni con dogmas, ni con ritos, ni con celebraciones, que no son más que caminos institucionales que pueden ayudarnos en nuestra espiritualidad, pero que son posteriores a ésta…La experiencia de presencia y de encuentro personal con el misterio de Dios presente en la vida, -“dentro” o íntimo a toda realidad-, de vinculación permanente con ese misterio en medio de acontecimientos de toda índole,… Aventura de fe, que nadie puede vivir por nosotros y va dando sentido a nuestra existencia creyente en esta historia, que responde a la vocación del corazón humano, y es el motor primero de cualquier modelo de espiritualidad que deseemos proponer hoy: La experiencia de Dios tiene mucho que ver con el misterio de la vida: recibir y entregar, acoger y ofrecer. Reconocer este ritmo de la vida en nosotros nos resitúa adecuadamente en nuestro ser de criaturas y nos permite restablecer el orden justo con la comunidad de los humanos y con el mundo. Porque, ¿qué es ser creyente sino saberse recibido de Otro distinto de sí, Presencia viva que precede toda acción nuestra, y convertir en ofrenda la propia existencia que no se percibe como pertenencia sino como donación? Acoger y reconocer la necesidad que tenemos de Otro, de los demás y de las cosas. Supone la confesión de la propia indigencia, y la conciencia de la propia finitud. Cada reconocimiento supone un acto de humildad y un acto de fe. Al acoger, nos abrimos, y pronunciamos el sí primordial al don de la vida que nos llega a través de cada persona y acontecimiento. Supone disponerse a recibir la Vida y, con ella, al Señor de la vida. Activa y pasiva a la vez (acontece). Así es nuestra experiencia de fe: la profesamos libremente y sin poder delegar, pero es mucho más lo que recibimos con ella que lo que realizamos. En una cultura que se desvive en el afán por el hacer y que se mide por los logros y éxitos, el mero hecho de reconocer que es más lo que recibimos que lo que hacemos, ya es experiencia de Dios, porque nos abre al agradecimiento y al respeto ante el Misterio. (J.Meloni)

Para decir algo más sobre esta EXPERIENCIA me gusta citar a Martín Velasco que logra matizar admirablemente lo que considero la esencia de una verdadera experiencia de Dios: “NO SE TRATA DE PASAR DE UN LUGAR DONDE DIOS NO ESTÁ A OTRO QUE ESTÁ. SE TRATA DE PASAR DE UNA SITUACIÓN EN LA QUE NO SÉ QUE ESTÁ A OTRA EN LA QUE HE TOMADO CONCIENCIA DE QUE YA ESTABA ALLÍ”… Con esta expresión se nos abre la puerta de la experiencia en medio de situaciones desconocidas, diferentes, con signos de identidad no reconocibles a primera vista por nosotras, en un tiempo como el nuestro, de CAMBIO. Pero también permite sentir libertad y gratitud porque la imposibilidad o dificultad para reconocerlo no significa ausencia de Dios, sino Presencia desde siempre de la que yo no puedo haberme hecho consciente antes…

Experimentar a Dios, por tanto, tiene más que ver con poderlo RECONOCER, descubrir cómo está PRESENTE en algunas épocas o situaciones, admitir que “Él ya estaba allí” aunque yo no supiera cómo. Este reconocimiento y aceptación suele venir siempre por detrás de la experiencia, se hace en la fe, no nos ahorra la oscuridad, pero no dudamos de las certezas que deja en el corazón. Y lo más importante de todo es que estas experiencias de Dios van despertando una nueva conciencia sobre nosotros mismos y sobre el mundo, porque nos permiten descubrirlo habitado por Alguien que ESTÁ AHÍ DESDE SIEMPRE, ESPERÁNDONOS, QUERIÉNDOSE COMUNICAR CON CADA PERSONA PARA DILATAR O ENGRANDECER NUESTRO SER HUMANO poniéndolo al servicio del Reino (Transformación propia de todo camino espiritual). Por eso se constituye en CENTRAL esta experiencia Suya, esta RELACIÓN CON ÉL. Y lo que les ocurre a la mayoría de los que nos cuentan estas experiencias y a nosotros, que aún no las gozamos del todo, es que tarde o temprano nos maravillamos por comprender que nuestras búsquedas y encuentros no han hecho sino responder a una Presencia que se nos adelantaba, nos daba fuerzas, ponía deseos e inquietudes en nuestro corazón, en definitiva, ANDABA PERSIGUIENDO NUESTRA AMISTAD… ¡y nosotros pensando que éramos héroes por proponernos buscar la Suya!

Una espiritualidad entendida como un MODO DE SITUARSE EN EL MUNDO Y EN LA VIDA La espiritualidad está llamada a encarnar esa experiencia creyente, o lo que es lo mismo, estamos invitadas a pasar de una experiencia a una existencia creyente que exprese este modo de ser y de estar en la vida animados/as por el Espíritu de Jesús: EN DISCERNIMIENTO, EN CIRCULARIDAD Y EN ITINERANCIA. EN DISCERNIMIENTO Un modo de vivir, una espiritualidad integradora, humanizadora, holística: Vivir buscando a Dios en todo, atentos a esa llamada-respuesta personal y comunitaria que va decidiendo nuestras vidas…

EN CIRCULARIDAD Un modo de entendernos: ser y vivir con otros/as, insertos, interdependientes, interaccionando, intercambiando, acogiendo y entregando en reciprocidad, aceptando que los “otros” confirmen o pongan medida a mis deseos, sean lugar de verificación y búsqueda compartida

EN ITINERANCIA Consecuencia de creer en un Dios presente y trascendente, que nos hace vivir la atención a la realidad, que no se identifica nunca del todo con ninguna experiencia, imagen, proyecto o concreción… Itinerancia mental, física o afectiva…Un modo de vivir evangélico – discípulos- que nos habla de soltar, salir, echar a andar, ponerse en camino o “manos a la obra”, de decidir, disponerse, desapropiarse,…

VIVIR EN DISCERNIMIENTO: Podemos vivir en ACCIÓN-REACCIÓN y con respuestas o acciones aisladas, sueltas, desconectadas..

Podemos tener la vida organizada en FRAGMENTOS: por un lado, oramos o escuchamos la Palabra; por otro, analizamos situaciones; por otro, sentimos mil emociones o gritos o incapacidades o intuiciones… Podemos asumir un modo de vida que es toda una ESPIRITUALIDAD, donde me hago cargo de mis emociones y mociones (materia prima para discernir la vida con el Maestro)

“Discernimiento” es una palabra con raíces en nuestra Tradición, pero cuyo significado ha ido cambiando según el paradigma de VR que hemos manejado. Se trata de captar dentro de mi 13

mundo interior qué es lo que viene de Dios y cómo se comunica . Se mueve en el límite entre lo psicológico y lo espiritual. Y lleva inherente el proceso de elegir-decidir-comprometerse, como derivado de toda experiencia mística. Desde el planteamiento que hacemos hoy, pasar la vida por el

discernimiento supone un camino, estemos donde estemos, que requiere aprender a pasar la vida por el corazón con toda la complejidad que encierra. Hoy vivimos en una comprensión teológica de que DIOS ESTÁ EN LA VIDA –no está fuera ni nos mira desde arriba, ni hay que agradarle…- Creemos en un Dios que ESTÁ EN LO PROFUNDO DE LA VIDA, como un gran MANANTIAL QUE AFLORA DONDE MENOS LO IMAGINAMOS. El discernimiento pide en sí mismo atrevernos a experimentar la inmediatez de Dios donde El decida manifestarse, pero conviene que nos cuestionemos un poco: ¿Realmente creemos que el mundo, los acontecimientos, nuestro propio mundo interior son epifanías de Dios? ¿Los leemos como meros hechos o como pequeños sacramentos a través de los cuales Dios se transparenta? ¿Oímos en ellos su SÍ o su NO según que lo que suceda históricamente sea reflejo o no de la pasión de Dios por los crucificados del mundo? ¿No habremos concluido que encontrarnos directamente con Dios es imposible o que Él no quiere manifestarse directamente con su criatura? Cuando los místicos viven su experiencia de Dios, no se encuentran sólo con palabras sobre Él, sino con Él mismo y su soberana libertad sobre sus vidas… Caigamos en la cuenta de que el escepticismo nos va conduciendo a la impiedad y podemos aterrizar en un ateísmo funcional. Las consecuencias pueden ser diversas: Caer en un activismo que nos convierte en trabajadores o asalariados del Reino, que sólo saben hacer muchas cosas o emprender nuevas tareas que nos esclerotizan. También puede darse caer en un espiritualismo, domesticador de la Palabra, que persigue la ilusión de “conquistar” a Dios o tenerle contento. Y muy fácilmente podemos derivar en un narcisismo que sólo nos permita ver nuestras cosas, preocupaciones, sentimientos, angustias, temores,… Pasar la vida por el corazón, vivir en discernimiento, significa descubrirle por donde “surge”, darnos cuenta del manantial que brota en una realidad o circunstancia, cualquiera que sea: Manantial de la Palabra –entendida en un sentido amplio: Constituciones, documentos capitulares,…Manantial de mi propia persona –Dios fluye en mí y a través de mí. Vivir en discernimiento supone tomarme muy en serio lo que soy (cuerpo, sentimientos, emociones, deseos, inquietudes, temores, intuiciones, percepciones, decisiones,….). Todo lo que soy es lugar de encuentro. El tema no es “realizarme” sino “hacer verdad en mí para que Dios fluya a través de quién soy yo. Muchas de nosotras quizás necesitamos tomarnos en serio la mujer que somos, con mi edad, mi carácter, mi espiritualidad,…Hay que recorrer un largo camino para ir haciéndonos expertas en ese lenguaje propio que utiliza Dios conmigo y en mí… Así voy descubriendo y abriéndome al Dios de la VIDA

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Debería ser una práctica más habitual en el seguidor/a de Jesús que trabaja por su Reino preguntarse cómo podrá saber (barruntar) cuándo es conducido por el Espíritu de Dios (y no por otros espíritus) en tres momentos fundamentales de la vida: a) cuando cree encontrarse con Dios; b) cuando en la vida normal su hombre interior experimenta sacudidas y solicitaciones que le llegan de dentro y de fuera y que se traducen en alegrías y tristezas, ascensos y descensos, consolación y desolación; c) cuando en su acción por el Reino tiene que reflexionar sobre una praxis determinada o poner en juego una determinada decisión.

Manantial de la realidad (todo lo que no soy yo: mundo, barrio, cultura de hoy, las otras de mi comunidad-provincia-congragación, laicos que comparten vida y misión con nosotras,…). Tantas veces percibida como opaca, dura, machacada por la injusticia o el sufrimiento… Pero al fin, realidad en la que Dios está emergiendo. Dios, que nos crea por amor, sigue presente y actuando con su fuerza salvadora-creadora. Dios, que es puro amor, busca el bien de cada persona, y por eso esa fuerza creadora es humanizadora. Todos los “manantiales” están atravesados por un dinamismo humanizador que busca lo mejor para mí, y que también lo hemos llamado Presencia amorosa, Fuerza sanadora,… NOS CREA POR AMOR Y NOS CREA CREADORES, CO-CREADORES Y AUTOCREADORES Y para que esta vida CIRCULE, deje fluir la fuerza de Dios, necesitamos elaborar la vida desde nuestro propio centro. Ir haciendo armonía interior. Necesitamos que “lo que somos” vaya llegando al propio “pozo”: situaciones de gozo y dolor, lo que acogemos en la Palabra, pequeñas o grandes intuiciones o movimientos interiores,… No se trata de perfección sino de irnos haciendo más verdaderas en lo que somos, acoger el dinamismo creador de Jesús: HACERNOS MUJERES PARA LOS DEMÁS, no pactar con heridas, posturas, mentalidades que se vuelven una interferencia continua a la hora de tomar conciencia de lo que esta Presencia divina me grita o me susurra en cualquier realidad, Amor de Dios acogido para entregarlo. Camino de búsqueda y libertad que termina por consentir en ser encontrados por El, que siempre nos anda preguntando: MUJER, ¿DÓNDE ESTÁS? (Gen 3,9) (Una imagen que acompaña este planteamiento: MANOS DEL ALAFARERO O ESCUELA TALLER) ¿Qué supone vivir así, contactando con el Espíritu que nos habita, amasando la vida en nosotras?... Nos aparecen lo que podríamos llamar SENDAS, camino que se hace al andar, pero que ha sido transitado en algún momento y ahora lo tengo que hacer yo. “Senda” evoca seguimiento de Jesús: Hacer nuestra propia senda de fidelidad. No estamos perdidas pero hay que recorrerla creativamente: SENDA D ELA AUTENTICIDAD –LIBERTAD: Es importante ver cómo voy haciendo verdad interior, cómo voy sacando de mí, mi mejor ser. NO llegamos nunca a nuestra total verdad. Nuestra vida es compleja y profunda. Esta senda la estamos recorriendo siempre. “Hacer verdad dentro” tienen muchos que ver con la consciencia: IR PONIENDO PALABRA VERADERA A LO QUE VIVO. La vida nos sorprende muchas veces y no se trata de echar culpas o culpabilizarme. Es preciso poner palabra por dentro y hacia fuera…. Aquí se inserta todo el tema del ACOMPAÑAMIENTO y RELACIONES VERDADERAS. Nuestro interior es demasiado confuso para hacerlo solas. Otra palabra clave que aparece es ARRIESGAR, ir siendo capaz de vivir desde la que soy. Atrevernos a hacer algo que otros no han hecho es un riesgo pero me hace sentir VIVA. “Para cada ser humano la vida reserva un camino virgen” (León Felipe) SENDA DE LA CONTEMPLACIÓN DE LA REALIDAD en línea de contactar, mirar, aproximarnos, implicarnos…No hay más instrumentos que nuestros sentidos corporales: ¿Cómo contactamos con personas, cómo nos situamos como mujeres en nuestra cultura, cómo nos aproximamos y escuchamos sin tanta contaminación? ¿Cómo nos acercamos a la verdad de la realidad con toda su complejidad? Para ver a Dios en la vida es imprescindible ver la vida, toda vida, más allá de las apariencias. Senda que nos lleva a mirar este mundo no de un modo catastrofista, siendo mujeres

de nuestro tiempo, capaces de ir haciendo positividad en la vida, poner LUCIDEZ CRÍTICA. Aquí se insertan temas y preguntas importantes: ¿Cómo nos dejamos tocar por la llamada de la interculturalidad, la integración de la creación y la ecología?... Según la manera que tengamos de ESCUCHAR Y SITUARNOS en la vida, la realidad nos llega de un modo que nos trabaja por dentro, y nos sitúa o nos hace tomar postura ante problemas de derechos humanos, injusticia estructural,… y no por ser religiosa sino porque va saliendo de dentro. Es necesario atender al doble movimiento de ida y vuelta por el que una acción determinada precede a la convicción o certeza que nos puede transformar por dentro. SENDA DE LA ORACIÓN: ir haciendo verdad en nuestra vida y en la vida, y estar creativamente en ella es un proceso lento. Es difícil mantener esa ida y vuelta de las otras dos sendas sin espacios explícitos de intimidad con el Maestro. Encontrar la propia senda de oración es otra tarea. Hay que saber incorporar los diferentes momentos de nuestra historia y es preciso situarse creativamente con una fidelidad a tiempos. La oración tienen algo de “ritual” que posibilita sentir la sed, probar la Fuente, despertar el deseo, ejercita la libertad de exponernos y explicitar una relación personal: “¡Qué bien sé yo la Fonte que mana y corre, aunque es de noche..” “Allá donde mana la Fuente, sólo la sed nos conduce”… En el espíritu podemos también envejecer y no sentir la sed y quedar deshidratados. La sed hay que despertarla. Una pregunta interesante: ¿Cómo beber del agua para tener sed? No es suficiente criterio hacer las obras de Jesús si nos falta “el talante interno de Jesús”: SEGUIR A JESÚS, DEJARSE MOLDEAR POR SU ESPÍRITU, DEBE ALCANZAR AL HOMBRE INTERIOR, NO SÓLO A SU PRAXIS. Es bueno hacernos otra pregunta: ¿Desde qué lugar humano y social y desde qué tipo de inserción en la historia se genera un tipo de espíritu humano que puede entrar en sintonía con el Espíritu de Jesús, es decir, ser captado por él y distinguirle de otros espíritus?... Porque existen lugares y conductas que imposibilitan el encuentro. En Jesús está claro que fue la obediencia radical al Espíritu de su Padre. El himno de Filipenses nos describe el “viaje” o itinerario desde Dios hasta la condición de esclavo con los esclavos y hasta la exaltación y señorío sobre todas las cosas. Esto le supuso VIVIR DESDE DIOS LA PASIÓN DE DIOS POR LOS ESCLAVOS DE ESTE MUNDO (pobres, enfermos, pecadores, marginados…) haciendo suya su causa e iniciando su liberación. Desde ese “lugar” le es dado a Jesús experimentar unas veces la inmediatez de su Padre Dios y la fuerza de su Espíritu, y otras discernir dolorosamente su voluntad entre las tentaciones que le llegan del “demonio”.

El testigo del misterio de Dios en nuestro mundo ha de contar con el “PRIMADO DE LA EXPERIENCIA” Y “EL PARTIR DE SÍ “… Este partir de sí, como afirma Luisa Muraro, no es un pensamiento cerrado en sí, sino que sus aportaciones nacen de la escucha de la propia experiencia y no de un sistema ya construido de ideas. Se reflexiona desde sí sin la seguridad de un pensamiento ya dado pues se trata de interpretar lo real poniéndose en juego, no desde un conocimiento teórico ni acumulativo de datos, sino sólo desde aquellos que han pasado por la sensibilidad y el corazón y se van incorporando como “propios”. Es un conocimiento no centrado sólo en la inteligencia, sino en todo caso , como diría Zubiri en la inteligencia sentiente, pues es un conocimiento mucho mas integral, no sólo con la cabeza, sino con todo el ser, también con la corporalidad y los sentidos. Sin embargo en la cultura occidental este saber que brota de la interioridad, que nace de la experiencia propia, contrastada también con otras, continúa siendo una forma de conocimiento marginal, un conocimiento de segunda.

No es nuevo este lenguaje, quizás sólo nos toca recuperarlo o atrevernos a explorarlo. Me gusta citar por eso a Teresa de Jesús, la gran maestra del saber por experiencia. Ella puede aportarnos lucidez y sabiduría sobre este modo de ser PRESENCIA Y RESNANCIA de Dios: “No diré cosa que, en mí u en otras, no la tenga por experiencia” (Camino de Perfección. Prólogo). Sabemos que en esta mujer, el saber brota de una experiencia que le desborda: se reconoce habitada por Dios, morada, casa del mismo Dios. Esta verdad le afecta en todo su ser y la hace ir más allá de las tradiciones sociales religiosas y políticas que ha recibido en relación a lo que es “ser una mujer” y “una monja”, es decir a vivir el riesgo y la osadía de la fe mas allá de las expectativas sociales y eclesiales sobre ella…. A lo largo de su obra vemos cómo interpreta el mundo y los acontecimientos partiendo de la propia experiencia, y, por tanto, pegada a lo real y concreto, identificando y nombrando sus propios movimientos interiores, sin escandalizarse buscando vivir en autenticidad y compartir con las otras y los otros desde esa autenticidad. No vive de recetas sino que su experiencia de Dios la lleva a vivir la intemperie de la búsqueda, una búsqueda acompañada, pero sin referentes. En este sentido la espiritualidad teresiana reivindica un conocimiento que pone en juego no sólo la razón sino el SABER DE LA SENSIBILIDAD, o dicho en expresión de Maria Zambrano, pone en juego también la razón poética. El saber teresiano es un “ saber femenino” que reivindica y acentúa para hombres y mujeres lo intuitivo, lo inductivo como forma de acceso a lo real, como conocimiento y sabiduría, más allá del dato fríamente intelectual y de este saber, BROTA UN DECIR, una palabra, una teoría, que no es otra cosa que el poner palabra a la experiencia contrastada con otras y otros –un decir narrativo-, lo cual resulta siempre un antídoto frente al poder de lo ideológico, sea del signo que sea. Se trata de un decir que no se agota en el lenguaje oral, sino que es también un decir con muchos más registros: simbólico, metafórico, poético, corporal.14 Nuestra teología y nuestra ciencia, nuestros contextos religiosos, necesitan el “partir de si” al modo teresiano para no quedarse en un mero discurso elitista, ideológico y abstracto, necesitan de ese saber que nace en la escucha de lo hondo y que es compartido y contrastado en las relaciones profundas para superar así la amenaza de la abstracción y de convertirse en instrumento de dominación y poder, porque sólo desde el saber que se nos regala en lo hondo los seres humanos podemos encontrarnos y confluir de modo que nuestras diferencias no sean un problema sino una oportunidad.15 La VERIFICACIÓN DE TODO DISCERNIMIENTO pide relación entre discernimiento y compromiso político: Si los resultados del D. se articulan en corrientes históricas que aspiran a humanizar el mundo, es decir, hacerlo más justo, más fraterno y habitable, no sólo a nivel local o nacional, sino universal. Y si esto se da sin renunciar a los principios evangélicos. Si los crucificados de este mundo, los pobres, los que lloran… experimentan nuestra acción como un evangelio, como una “buena noticia” para su cruz, su hambre, su muerte histórica… Si va produciendo en nosotros no mayor poder, sino mayor despojo, amor entregado y paciente, resistencia que nace de la radical confianza en Dios y su promesa, aceptación de la conflictividad y la cruz,… Este planteamiento podemos ir haciéndolo de una forma comunitaria porque así entendemos y sentimos la llamada en nuestro seguimiento de Jesús. Pero hay que cuidar algunos aspectos sin traspasar indiscriminadamente todo lo que se ha dicho hasta aquí.

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Mª JOSÉ TORRES Mª JOSÉ TORRES

VIVIR EN CIRCULARIDAD: La experiencia de la fe y del seguimiento nos remite a la experiencia compartida con otros y otras discípulas. Pero este modo de vivir tampoco está hecho, no es un compromiso sin más que “debemos asumir y cumplir”. Una comunidad tiene que ir creciendo, haciéndose consistente en su Proyecto, y para ello también ha de recorrer sus SENDAS. Una comunidad interdependiente favorece la autenticidad. Para que una comunidad se fortalezca en la contemplación ha de vivir la inserción. Y necesita transitar la senda que le vaya conduciendo a recobrar y fortalecer el sentido de la convocación. LA SENDA DE LA INTERDEPENDENCIA es un proceso que habla de otros tres a su vez: mental, social o relacional y político (resolución de conflictos, estructuras de funcionamiento,… PROCESO SOCIAL-AFECTIVO: Para que se generen relaciones sanas es necesario crear un clima de anchura, libertad,… hacer “voto de confianza” unas con otras,… También pasa por ese reconocimiento sincero de que somos diferentes en grados de influencia, paradigmas, etc. La comunidad que acepta las diferencias posibilita camino en la diferencia. Y en esta diferencia es importante reconocernos autoridad mutua. Hay que dar pasos: de unas relaciones de rivalidad a unas relaciones de complementación. Si generamos un cierto estilo de reconocimiento mutuo, favorecemos la autenticidad. El amor se hace posible cuando vamos allá de una dimensión puramente externa de las personas. PROCESO MENTAL: avanzar en sentido e interpretación compartida, ir generando significados cada vez más compartidos, no sólo compartir la significación e interpretación propias y quedarnos ahí. PROCESO POLÍTICO: Afrontar los conflictos y modificar estructuras de funcionamiento. Es necesario acoger el conflicto como compañero inseparable de camino. El tema de las estructuras es importante y no es espontáneo. Cómo fomentamos la participación, cómo se van tomando decisiones y llegando a consensos, cómo circula la formación. Es fundamental sanear los ambientes a base de reflexionar juntas y compartir lo que se vive. Y en este sentido es preciso hacer una apuesta por construir día a día relaciones de calidad. Hay que ponerse “manos a la obra”. El cambio de actitudes en las relaciones supone procesos complejos de aprendizaje, pero en la práctica podemos contribuir a ello cambiando de paradigma e impulsando un nuevo modo de organizar los grupos y practicar las relaciones de manera más funcional y positiva. Pasar de un modelo autoritario basado en relaciones de dominio-dependencia a un modelo participativo generador de relaciones equiparables. No partimos de cero. Muchas comunidades en estas últimas décadas hemos dado pasos importantes orientados a crear cultura de participación y diálogo; pero tampoco podemos engañarnos, todavía existen entre nosotros/as demasiados hábitos arraigados de relaciones insanas y disfuncionales que contribuyen a empañar la propuesta intuida en el modo de relación de nuestro Dios-comunión. Es cierto que no estamos donde estábamos en cuanto a talante y estilo de relación, pero hay todavía un largo camino para lograr mejor calidad. Como Abraham escuchamos de nuevo la llamada a “salir de la tierra conocida…”, ponernos en camino, recorrer nuevos itinerarios que nos permitan vivir calidad de relaciones para nuevas comunidades. ¿Qué movimientos identificamos? ¿Hacia dónde apuntan estos itinerarios de la calidad?: De relaciones sesgadas y engañosas a relaciones funcionales, veraces y auténticas. De relaciones excluyentes a relaciones inclusivas De relaciones endogámicas a relaciones abiertas De relaciones culpabilizadoras y de evitación de conflicto a la implicación conjunta y compartida en los conflictos comunitarios.

De relaciones descomprometidas a relaciones de implicación en la misión común que nos reúne a todos/as: el Reino de Dios Es alentador constatar que hemos dado pasos para regenerar calidad de relaciones en nuestras comunidades, pero reconozcámoslo con sinceridad, estamos bastante lejos todavía. Los movimientos detectados a partir de la experiencia e igualmente los itinerarios propuestos requieren formación humana para practicar eficazmente habilidades adecuadas y convicción cristiana para intentar vivir filiación y fraternidad como expresión original de la calidad de nuestras relaciones.

Nos toca celebrar todos los pasos dados, reconocer la presencia entre nosotros y nosotras de testigos que lo viven, rectificar lo inadecuado y alentarnos efectivamente. Todo ello orientado a expresar con nuestras conductas cotidianas un modo de ser y un estilo de relación con nosotros/as mismos/as, con los otros/as, con la realidad y con Dios-, que contribuya a crear relaciones auténticamente humanas y humanizadoras. Así –por ese camino- ir haciéndonos cristianos/as. 16

LA SENDA DE LA INSERCIÓN nos hace preguntarnos cómo una comunidad se sitúa en la realidad y cómo “amasa” lo que de ella le viene. Toda comunidad, sea cual sea su misión está invitada a vivir tres ministerios fundamentales hoy: Cada persona y comunidad ha de situarse desde una relación AMIGA, VECINAL, COMPAÑERA,… en RECIPROCIDAD, que tiene mucho que ver con circularidad. Llamadas a vivir ese mutuo acompañamiento de la vida, en las circunstancias cotidianas de la vida… Sólo cuando nos situamos “en horizontal”, la realidad nos llega. El ministerio de la sanación-compasión al modo del actuar de Jesús. Esta actitud devuelve sanación a la comunidad. El contacto con lo más pobre y débil sana a la comunidad. El ministerio de la profecía humilde que anuncia con palabras y gestos; que denuncia desde el dolor y la solidaridad profunda con la condición humana; que interpreta los signos y las señales; que acompaña los desalientos de hoy… La espiritualidad que sustenta este itinerario es una ESPIRITUALIDAD DE FRONTERA, que busca incansablemente descubrir la iniciativa de Dios, su impulso, que pide ser secundada en EL HONDÓN DE LO HUMANO Y LO MUNDANO, especialmente donde la vida está más amenazada. La espiritualidad de “frontera” da un MODO DE SITUARSE EN LA RELAIDAD y de NUTRIRSE DE ELLA; asume la resistencia y el conflicto como compañeros de camino e incorpora con naturalidad el arte de festejar y cantar en el corazón mismo de las dificultades –aprendizaje que le viene dado de la proximidad y la amistad con los colectivos más empobrecidos y movimientos alternativos-; y se atreve a ensayar con otros y otras pequeñas propuestas de que “otro mundo –otra comunidad, otras relaciones, otros barrios..- son posibles” desde la apuesta por por lo grupos seminales, por lo pequeño y lo simbólico, en momentos donde otros aspiran a lenar iglesias y concentrar masas contra el gobierno… LA SENDA DE LA CONVOCACIÓN: necesitamos alimentar el sentido de estar aquí, y esto requiere tiempos para alimentarlo y también recrear la calidad de los tiempos, para entrar en contacto con la Palabra y las palabras. Para hacer juntas una lectura creyente de la realidad. “Amasar” pide también tiempos de búsqueda con otros y otras. Buscamos al Dios de la Vida juntas, pero hoy, esta búsqueda debe ser contextualizada y mediada. Nuestra espiritualidad está llamada a recuperar el sentido de la ENCARNACIÓN - como consecuencia de acoger una imagen de Dios: Presente en toda la

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Lola Arrieta y Luica Villanego. CCV. Equipo Ruaj, La calidad de las relaciones para nuevas comunidades Revista CONFER. Madrid. Enero – marzo 2006

realidad; Trascendente; Encarnado en Jesús y revelado en el ser humano. Y cuyo Espíritu trabaja dentro del universo por el aliento creador -, a comprometerse con todo lo humano. Ésa es la llamada que sentimos en medio de esta historia que nos interpela, los seguidores del Dios hecho carne, de un Dios comprometido con la realidad humana; presente en las inquietudes, desafíos y búsquedas de nuestros contemporáneos: no podemos vivir al margen de ningún acontecimiento, sino formando parte de sus luces y sombras, de sus gozo y sufrimientos. Este compromiso con lo humano significa que tomamos en serio el deseo de Dios: revelarse en la carne humana, manifestarse a través de MEDIACIONES, poner su Palabra en diálogo con la vida, los pueblos y las diferentes culturas y contextos. Buscadores de Dios en esta historia, en estos hechos y estas personas… para poder descubrir, contar y celebrar ¡cuánto evangelio hay en la vida que no se ve!... Los seguidores de Jesús nos sentimos invitados/as por eso a hacer la LECTURA CREYENTE DE LA VIDA: Todo se vuelve lenguaje y palabra que debemos escuchar y discernir, tanto el grito de personas, pueblos, o grupos excluidos, marginados y oprimidos, como ese otro lenguaje que emerge a modo de brote o vida nueva, que nos habla de NUEVA CONCIENCIA EN LA HUMANIDAD –mujeres, conciencia ecológica, movimientos altermundistas, mezcla de culturas, religiones,…-, expresión de ese dinamismo del Espíritu en la historia, y que nos invita a estar de un modo nuevo en ella.17 Los creyentes hoy no sabemos de antemano cuáles son los caminos de Dios. Pero estamos invitados a descubrir el DINAMISMO DE ESTE DIOS ACTUANDO EN EL TIEMPO PRESENTE, en la historia, y en especial, en sus márgenes. Recibir se contrapone a segregar y rechazar. Implica cultivar una mirada inocente, atenta, transparente. DEJAR QUE NOS ENTRE TODA LA REALIDAD, exponernos a ella, permitir que nos despoje y nos desarme. Recibir se contrapone también a reclamar. Nada más lejos de la experiencia de Dios que la exigencia o el arrebatar. Son urgentes esta experiencia y esta conciencia para dejar de depredarnos unos a otros y liberar al planeta de la expoliación a la que le sometemos con nuestra avidez y nuestra ansiedad. (J.Meloni)

Hacer experiencia de Dios en medio de la historia hoy pasa por CREAR CONDICIONES para ver-acoger la realidad como la MIRA DIOS, y por reconocer posibilidades inéditas de una globalización diferente a la del mercado, sembradas ya en esta historia. Necesitamos alimentar nuestra esperanza con señales y anticipos de la Promesa aquí y ahora. Y necesitamos disponernos para estos encuentros, ayudarnos a reconocerlos, nombrarlos y celebrarlos… Yo diría que se nos impone un cierto ACOMPAÑAMIENTO MUTUO que nos facilite caminar entre NUEVAS EXPERIENCIAS DE DIOS Y NUEVAS IMÁGENES DE ÉL… Nos necesitamos todos y todas. Como cristianos confesamos que el misterio de Dios se revela en la sacralidad del rostro del hermano, pero podemos recibir de otras tradiciones el acento de otras sacralidades que podemos descuidar: la madre tierra, el instante presente, la acción ética, la belleza… Nuestra fe proclama la encarnación de Dios, lo cual nos posibilita la apertura a todo lo humano, hasta poder decir que “nada de lo humano nos resulta ajeno”. En la capacidad de no sentir nada ajeno podemos descubrir la autenticidad de la experiencia de Dios. Como dijo Simone Weil: “Para saber que una persona ha experimentado verdaderamente a Dios no me fijo en cómo habla de Dios sino de los hombres”.

Esta experiencia –como reconocimiento en la fe, llamada y respuesta- es personal, pero también COMUNITARIA. Está pidiendo lucidez para interpretar los signos de muerte, de mesianización falsa y de idolatría de este mundo globalizado en torno al mercado. Pide nombrar la fuerza del pecado que anida en las estructuras organizativas y que provoca víctimas, “sobrantes”, hambruna en masa,… Pasa también por decirnos las tentaciones que nos cierran a su modo de mirar y hacer en esta historia, y que nos van atrapando en la certeza de que las cosas que suceden son “inevitables”. 17

JAVIER VITORIA, Lectura creyente de la globalización

Una corriente de pesimismo recorre nuestros espacios y nos va asentando en una especie de instalación que justifica cambios pero para “amueblar nuestra contingencia” (reformas, viajes,…) Cada vez que se renueva así nuestra fe y nuestra esperanza, nuestra responsabilidad ante la vida, y celebramos la fe en Jesús resucitado porque reconocemos el consuelo inexplicable, el deseo de lucha en favor de la justicia, la fuerza de la solidaridad y el intercambio… como dones del Espíritu en nosotros/as, entonces estamos siendo encontrados por este Dios de la VIDA y de la HISTORIA.

VIVIR EN ITINERANCIA: Mt 10, 1-15: Nos habla de soltar, no retener, no entretenerse, despojarse de lo innecesario, ¿POR QUÉ VIVIR EN ITINERANCIA? Es una constante en nuestra Tradición bíblica… Y nuestros Maestros de vida, ¿nos hablan de algún tipo de itinerancia? Jesús, el gran itinerante PIDE LA CONDICIÓN DE DISCÍPULO COMO CONDICIÓN DE SU SEGUIMIENTO: Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.» Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» A otro dijo: «Sígueme.» Él respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre.» Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.» También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.» Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.»

Para vivir como verdaderas itinerantes, hay que hacerse preguntas incómodas de vez en cuando: ¿Qué formas de pensar, qué significados, estilos relacionales o estructuras sospechamos que YA NO SIRVEN y deberíamos SOLTAR o DESAPRENDER? ¿Qué estilos, pensamientos, actitudes o estructuras creemos que no pasarán, que nos sirven aunque hubiera que introducir cambios o modificaciones? Y, por lo tanto habría que decidir APRENDER DE NUEVO, RECUPERAR, SOCIALIZAR de otros modos,… ¿Tendríamos que hablar de nuevos hábitos del corazón o virtudes nuevas, para cada uno/a y para nuestras comunidades? Y hay que vivir la difícil ascesis de buscar alternativas, nuevos modos de convivir, de rezar, de hacer reuniones, asambleas o capítulos, hay que estar dispuestas a explorar nuevas tierras y hacer itinerarios físicos, mentales o afectivos y espirituales… Cualquiera de las sendas de las que hemos estado hablando tiene en cada momento, para cada persona y/o comunidad, un punto de partida, una meta y un recorrido propio que realizar. Vivir en itinerancia… Pide LEVANTARSE Y SALIR de un lugar conocido a otro desconocido Punto de partida: EXPERIENCIAS DE RUPTURA, que hay que provocar en las escuelas del discipulado si queremos ayudar a emprender “viajes espirituales” Se trata de FIARSE DE ALGUIEN que quiere revelar algo nuevo de Sí mismo, de la vida, de la persona a quien llama… • ¿CUÁL ES EL PUNTO DE PARTIDA DE NUESTRA ITINERANCIA?: Tenemos buenos documentos y se nos abren extraordinarias perspectivas. Quizá no hemos llegado a intuir toda la carga de profundidad que supuso el Concilio Vaticano II y, acaso, los últimos documentos nos han pillado con el paso cambiado porque hemos pasado del bandazo de lo normativo al extremo de lo liberal y nos resulta difícil hacer la síntesis en el terreno de lo profético.18

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Espeja, J. Un itinerario en la Iglesia, San Esteban, San Esteban Salamanca, 2002, págs 55 ss

También, han parecido síntomas o aspectos que, entre lo propuesto y lo vivido han ocasionado cierta distancia y por eso, hoy al mirar de cara al futuro nos encontramos algo limitados y con el poso de la historia o de lo vivido que nos aprisiona demasiado. Así, son palpables, quizá: • • • •

Síntomas de desazón (molestia e inquietud de ánimo) Síntomas de miedo Síntomas de culpabilidad externa Pecado de orgullo y suficiencia Seguramente que hay más síntomas que os animo a descubrir o constatar y que no hemos mencionado. ¿Por qué esa insistencia machacona en recordar efemérides o esa complicación en la gestión económica o esa multiplicación de encuentros y reuniones? Lo malo de todo esto es que, a veces, desgasta tanto y quema tantas energías porque hay tanto que defender que va complicando en exceso la vida y no nos deja vivir un poco en paz. También, es verdad, que nos ha hecho mucho más humanos, más vulnerables. Pero junto a esto, hay otras constataciones interesantes. Por eso es bueno ver dónde estamos ahora para seguir potenciando aquellos elementos que pueden ser valiosos de cara a un futuro inmediato. El tema no es volver la vista atrás perdiendo tiempo en fijarse cómo hemos quedado, sino ver –en positivo- a dónde nos ha llevado todo esto y profundizar en las realidades que vivimos hoy. En el fondo, es tratar de hacer futuro aportando solidez. - “Nos hemos hecho débiles” • “Como ya ocurrido otras veces en la historia, hay Institutos que corren el riesgo de desaparecer…” (Lo que antes veíamos en otros, ahora lo vamos palpando de manera cercana en nosotros); “… las dificultades provenientes de la disminución numérica no deben hacer perder en modo alguno la confianza en la fuerza evangélica de la V.C. “ 19 • “Las estadísticas hablan de envejecimiento, de comunidades débiles, de algunaspocas-con clara vocación de futuro… Nos toca aceptar la pobreza de la ambigüedad”20 - Hemos visto (de nuevo) la necesidad de Dios • “La primera tarea de todos los consagrados consiste en proponer (ofrecer) valerosamente con la palabra y el ejemplo el ideal del seguimiento de Cristo.”21 • “Para realizar adecuadamente este servicio, las personas consagradas han de poseer una profunda experiencia de Dios…”22 • “La aportación específica que los consagrados/as ofrecen a la evangelización es, ante todo, el testimonio de una vida entregada totalmente a Dios…”23 • “La experiencia del encuentro con Jesús es determinante: mueve y transforma la vida…”24 • “El consagrado en una sociedad secularizada tiene que ser, cada vez más, el experto de Dios porque hace experiencia de Él”25 - Predilección por los mimados de Jesús

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Vita Consecrata, 63 Kaufmann, C. La fascinación de una presencia, Madrid, 2007 21 Vita Consecrata, 64 22 Vita Consecrata, 73 23 Vita Consecrata, 76, 80, 85 24 Arrieta, L. Itinerarios en la formación. Pistas para el seguimiento de Jesús, Cuadernos Frontera-Hegian, nº 56, Vitoria, 2007, pp 18-20 25 Gardin, en XXXVI Semana de Vida Religiosa, o.c. pág 354 20



“Las personas consagradas, cimentadas en el testimonio de vida pobre, humilde y austero, estarán en condiciones de denunciar, de la manera más adecuada a su propia opción… las injusticias cometidas contra tantos hijos e hijas de Dios…”26

- BUSCAR SITIOS NO EXPLORADOS • “En caso de duda, el riesgo es lo más seguro, no hay duda”27 • “No creo que nuestra actitud tenga que ser la que espere a que los hechos consumados nos lleven la delantera; cuando otros y otras decidan por nosotros… Saber tomar decisiones sin tener todo claro de antemano es un riesgo. Pero lo es más si exploramos caminos nuevos”28 El reto es hacer el camino, proponer pasos posibles29. Lo que estamos viendo reclama un modo de vivir en ITINERANCIA: mental, afectiva, física,… No llamo itinerancia a ese vivir en continua búsqueda que no asienta ni se compromete con nada, sino a ese estado que define al hombre y a la mujer de fe, que va haciendo experiencia de que a Dios no se le adora ni en este monte ni en aquél, que Él pide “adoradores en espíritu y verdad”… “No te hagas imagen alguna de Yavé” nos dirá el AT porque esto supondría perder la posibilidad del encuentro vivo con ella. La ITINERANCIA tiene mucho que ver con el camino del discipulado, las 24 horas con el Maestro, y muy ligeros de equipaje. Si nuestra ideología se vuelve obstáculo para vivir su estilo de vida hoy, hemos de revisarla. Si el modo de relacionarnos aprendido tiende a ser excluyente, selectivo, dominador, o distante… hemos de estar dispuestos a despojarnos de esos blindajes que nos separan innecesariamente de este mundo del que formamos parte. Si el riesgo de la fe nos lleva a modos de vida o lugares físicos inexplorados pero el Espíritu clama en nosotros mediante una atracción irresistible, claro que tenemos que soltar nuestros modos pastorales de siempre, aunque todo esto conlleve dolor y ruptura. Con el término ITINERANCIA subrayo la necesidad de OPTAR Y COMPROMETERNOS con lo que hondamente descubrimos como querido por Dios. Las palabras que no conectan con el corazón y que no se traducen en acciones concretas, nos van a cansar muy pronto. Asumir por entero nuestra vocación de DISCÍPULAS debe tener consecuencias en nuestros modos de ser y de hacer, en decisiones que hay que tomar, en procesos que hay que poner en marcha, mediaciones que debemos procurar y atender, búsqueda de acciones concretas,… Manos y pies al servicio del Reino de Dios. La ITINERANCIA nos pide valorar las pérdidas tanto como reconocer juntos la GANANCIA. Abandonar la seguridad, el acomodo de lo conocido y familiar, donde se pretende, al menos, disponer de todo, para arriesgarse a la búsqueda de algo, ciertamente desconocido, pero en cuyo encuentro y compromiso se entrevé como posibilidad la realización del Reino, además de la propia realización personal, en línea de lo que, como creyentes, podríamos llamar la felicidad30. La Vida Consagrada no está para servirse a sí misma. Está llamada a vivir en sus miembros y a recordar que “… no tenemos aquí ciudad permanente sino que buscamos la futura…”31 Esto supone vivir en permanente estado de misión. No es que antes no se hiciera, pero en esta época debe acentuar y recordar que vive en estado permanente de éxodo. No puede regodearse en lo trabajosamente haya conseguido (aún cuando lo haya logrado con mucho esfuerzo y de manera valiosa), como si fuera un escalón más ya salvado y que nadie le 26

Vita Consecrata, 82 Rahner, 1982 28 Kaufmann, C. o.c. 29 …algunas veces nos pone el demonio deseos grandes, porque no echemos mano de lo que tenemos a mano para servir a nuestro Señor en cosas posibles, y quedemos contentas con haber deseado las imposibles… (7M 4, 14) 27

30 Felicidad o experiencia de consuelo se entenderá como la serena certidumbre de que el amor de Dios protege y salvaguarda lo más profundo de la existencia humana. Con esa sensación de hallarse radicalmente seguro en Dios debería confrontar el cristiano sus decisiones concretas. Este concepto de felicidad se hace compatible con la tristeza terrena, tinieblas de la miseria existencial o incluso abandono de Dios.

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Hebreos 13, 14

quita. Precisamente porque el banzo pertenece a la escalera, puede ocasionar la bajada, no sólo la subida. Se trata de una ESPIRITUALIDAD DEL RIESGO Y LA PASIÓN, porque la experiencia cristiana de Dios no es falsamente tranquilizadora32, sino que nos lleva a arriesgar en el modo de mirar, de aproximarnos a la realidad, de tomar decisiones o de entender la dinámica organizativa de la propia institución –más circular, participativa y corresponsable- y la gestión de los propios bienes –cómo y al servicio de quién los pone, o cómo se va desprendiendo de ellos-. 33 El hombre y la mujer que verdaderamente se dejan guiar por el Espíritu de Dios arriesgan cuando se ponen en búsqueda de nuevas formas de encarnar los votos hoy –desde una perspectiva más relacional y política, como una paradoja difícil de entender en nuestra cultura, pero percibida como buena noticia para los pobres y la humanidad más rota-. El riesgo se manifiesta también en el modo de apostar por nuevas formas de vivir lo comunitario y compartir la misión con otros y otras –laicos, intercongregacionalmente, con gente de otras religiones, o no creyentes, en procesos abiertos que van siendo reflexionados y discernidos sobre el camino mismo sin saber muy bien hacia dónde nos llevan, pero con la confianza que entraña la novedad del Reino.34 Quiero traeros un texto de J. Chisttister haciendo esta llamada a la VR: “La búsqueda espiritual, sobre todo, puede llegar a no ser más que una excusa piadosa para no hacer nada espiritual en absoluto. En nombre de la vida espiritual nos acostamos temprano e ignoramos a los pobres; nos levantamos pronto para rezar y olvidamos a los que están exhaustos; vivimos en nuestros acogedores conventos y olvidamos a los que viven en casuchas; nos decimos que somos demasiado viejos, demasiado jóvenes, demasiado poca cosa, demasiado insignificantes para hacer lo que hacíamos antes, y así nos damos permiso para dejar de ser una presencia y una voz proféticas. Y a esto lo llamamos vida religiosa. Y nos preguntamos por qué está agonizando. … el riesgo no es una conversación atrevida al calor del fuego en una noche oscura, No, el riesgo exige inseguridad; exige una apuesta audaz por lo deseable pero incierto. El riesgo es una fe que la razón no limita. El riesgo camina con Dios como su único y seguro compañero. La congregación religiosa que arriesga su reputación por hacer frente a los nuevos problemas, y la ayuda de sus benefactores por causa de la paz, y el apoyo eclesiástico por la causa de la mujer, y su estilo de vida por la ecología del paneta, y sus pensiones por los pobres, camina por el sendero del santo riesgo, No es un camino fácil de seguir para la vida religiosa, pero no hay otro si queremos que la vida sea auténtica, si queremos reavivar el fuego a partir de la llama de su pasado. El riesgo fortalece, revitaliza, hace fluir la adrenalina por la corriente sanguínea de un grupo, hace que de nuevo merezca la pena vivir la vida. El riesgo, paradójicamente, hace que la vida vuelva a ser vida… “ (J. Chisttister )

Estas palabras nos introducen de lleno en una de las cuestiones fundamentales de la espiritualidad de nuestra VC. Puede conducirnos a lo mejor, pero puede tendernos una de las mayores trampas, la de tranquilizar nuestras conciencias35. J. Chisttister nos recuerda algo tan

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JAVIER VITORIA, Lectura creyente de la globalización: … Eso es lo que a veces buscamos en la oración: “es que yo hago oración y me pacifica mucho”. “Pues oiga, a mí me enfada mucho hacer oración, porque me hace ver la realidad como es y me indigna mucho más la realidad”. Por ejemplo, uno cuando mira la realidad desde Dios dice: “la realidad está mal pero tengo paz interior”. “Pues yo no, yo cada vez que veo la realidad desde Dios me crece la indignación, porque Dios cuando la mira está indignado, que quede claro”. Dios es benevolente, pero no una especie de abuelo bonachón que mira desde arriba y dice: ¡qué trastos son estos hijos míos! Esa mística de los ojos abiertos nos hace ver la realidad como la ve Dios, pero al mismo tiempo nos hace vivir desde la confianza. Y solamente desde la confianza es posible algo, que a mí me parece clave, que es una solidaridad vicaria. ¿A qué llamo una solidaridad vicaria? Llamo solidaridad vicaria a todo lo contrario a una solidaridad sin consecuencias, que es la que practicamos. 33 Kaufmann, C. o.c. “No creo que nuestra actitud tenga que ser la que espere a que los hechos consumados nos lleven la delantera; cuando otros y otras decidan por nosotros… Saber tomar decisiones sin tener todo claro de antemano es un riesgo. Pero lo es más si no exploramos caminos nuevos 34 P: ARRUPE: “No sabemos a dónde vamos, pero sabemos que vamos bien”; Y K. Rahner en 1982, ya afrimaba: “En caso de duda, el riesgo es lo más seguro, no hay duda”; 35 JOSÉ Mª CASTILLO, “Una espiritualidad para insatisfechos”, sobre los peligros de toda espiritualidad: Peligro de centramiento, que se da cuando estructuramos la espiritualidad a partir del proyecto de la propia perfección espiritual Peligro de subjetivismo o egocentrismo larvado, que con facilidad nos metemos en él cuando nos obsesionamos con nuestros proyectos pastorales y nuestros celos apostólicos mal entendidos que nos hacen ver destinatarios de nuestra acción evangelizadora por doquier. El Proyecto del Reino es antes que un proyecto pastoral, un proyecto de humanización de las personas, de vida y felicidad para todos los que sufren

viejo como correr el riesgo de la fe, recuperar nuestra condición de creyentes hasta el punto de poner en juego nuestros bienes, nuestra “falsa paz”, nuestro reconocimiento social o eclesial si la causa del Reino, los pequeños, los excluidos, los invisibilizados… lo requieren. Sería bueno ver la ITINERANCIA como un PROYECTO, PROGRAMA, LLAMADA, INVITACIÓN,… Vivir en itinerancia puede significar:  adquirir NUEVOS HÁBITOS DEL CORAZÓN y soltar otros,  vivir en actitud de DESAPRENDER PARA APRENDER DE NUEVO, nuevas actitudes, hábitos, prácticas, movimientos esenciales, decisiones, mediaciones, procesos,… ¿Cómo cuidamos las relaciones “entre nosotras las mujeres”? ¿cómo vivenciamos el sentido de autoridad y el sentido de poder presente en todas ellas? ¿Cómo asumimos en nuestra vida cotidiana, personal, particular, el sentido de “la autoridad que reconocemos”, “la autoridad que nos reconoce”? ¿qué pedagogía es la que tenemos en nuestras relaciones?  VIVIR EN BÚSQUEDA, y en un continuo movimiento de soltar y acoger, ponernos en camino con otros y otras,… ¿Qué repercusiones tendría para las mujeres cristianas comprometidas, para las religiosas y religiosos, situarnos eclesialmente desde nuestro “saber por experiencia”? ¿Qué repercusiones tendría para una comunidad religiosa la formación congregacional, los ejercicios espirituales, etc… si partiéramos del “saber por experiencia”? ¿Nos manejamos en la vida desde este saber?, ¿cómo?, ¿a dónde nos lleva?...  MOVERSE no tanto soñando lo imposible sino dando el paso posible,… ¿Cómo adentrarnos en nuestro propio interior cuando está invadido por otros sentidos de saber?¿Cómo recuperar la parte de verdad personal cuando nuestro aprendizaje no parte del “sí mismo”, o en palabras de Santa Teresa, “del saber por experiencia”?  Itinerancia de nuestras imágenes de Dios y de nosotras mismas, de los roles establecidos, de modos de obediencia, de funcionamiento, de organización, de manejo del poder, de resolución de conflictos,… Hay que atreverse a iniciar también ITINERARIOS COMPARTIDOS en la comunidad (en la Provincia o en el Instituto): modos de rezar, de celebrar, de hacer fiesta, de hablar y compartir, de estar con el vecindario, de comprometerse con el entorno,…

Peligro de hacer de las prácticas espirituales un medio de sentirse bien, en orden: espirituales satisfechos de la propia oración, por ejemplo, pero incapaces de complicarse la vida por defender a un hermano, o variar el orden de sus ocupaciones o descansos. Efecto “tranquilizante” de la oración o celebración…

HACIA UN PARADIGMA MÁS INTEGRADOR... IV. UN MODO DE SITUARNOS EN LA VIDA: discernimiento, circularidad, itinerancia

EN DISCERNIMIENTO Un modo de vivir, una espiritualidad integradora, humanizadora, holística: Vivir buscando a Dios en todo, atentos a esa llamada-respuesta personal y comunitaria que va decidiendo nuestras vidas…

EN CIRCULARIDAD Un modo de entendernos: ser y vivir con otros/as, insertos, interdependientes, interaccionando, intercambiando, acogiendo y entregando en reciprocidad, aceptando que los “otros” confirmen o pongan medida a mis deseos, sean lugar de verificación y búsqueda compartida

EN ITINERANCIA Consecuencia de creer en un Dios presente y trascendente, que nos hace vivir la atención a la realidad, que no se identifica nunca del todo con ninguna experiencia, imagen, proyecto o concreción… Itinerancia mental, física o afectiva…Un modo de vivir evangélico – discípulos- que nos habla de soltar, salir, echar a andar, ponerse en camino o “manos a la obra”, de decidir, disponerse, desapropiarse,…

«Señor, que brille tu rostro y nos salve» (Sal 79,4) La vida consagrada, llamada a hacer visibles en la Iglesia y en el mundo los rasgos característicos de Jesús, virgen, pobre y obediente, florece en esta búsqueda del rostro del Señor y del camino que a Él conduce (cf. Jn 14,4-6). Una búsqueda que lleva a experimentar la paz —

«en su voluntad está nuestra paz»— y que constituye la fatiga de cada día, porque Dios es Dios y no siempre sus caminos y pensamientos son nuestros caminos y nuestros pensamientos (cf. Is 55, 8). De manera que la persona consagrada es testimonio del compromiso, gozoso al tiempo que laborioso, de la búsqueda asidua de la voluntad divina, y por ello elige utilizar todos los medios disponibles que le ayuden a conocerla y la sostengan en llevarla a cabo. Aquí encuentra también su significado la comunidad religiosa, comunión de personas consagradas que hacen profesión de buscar y poner en práctica juntas la voluntad de Dios. Una comunidad de hermanos o hermanas con papeles diversos, pero con un mismo objetivo y una misma pasión. Por esto, mientras en la comunidad todos están llamados a buscar lo que agrada a Dios así como a obedecerle a Él, algunos en concreto son llamados a ejercer, generalmente de forma temporal, el oficio particular de ser signo de unidad y guía en la búsqueda coral y en la realización personal y comunitaria de la voluntad de Dios. Éste es el servicio de la autoridad… Al afrontar el tema de esta Instrucción, somos conscientes de que tiene muchas implicaciones, y de que en el vasto mundo de la vida consagrada existe hoy una gran diversidad de proyectos carismáticos y compromisos misioneros, así como una cierta diversidad de modelos de gobierno y de formas de practicar la obediencia; diversidad influenciada, muchas veces, por los respectivos contextos culturales.3 Además, habría que tener presente las diferencias, también de carácter psicológico, de las comunidades femeninas y masculinas. Y no sólo eso: habría que tener en cuenta las nuevas problemáticas que al ejercicio de la autoridad le plantean las numerosas formas de colaboración apostólica, particularmente con los laicos. También el peso distinto que los diversos Institutos religiosos atribuyen a la autoridad local o a la autoridad central, configura modalidades no uniformes de practicar la autoridad y la obediencia. Finalmente, no hay que olvidar que, por lo general, la tradición de la vida consagrada ve en la figura «sinodal» del Capítulo general (o reuniones análogas) la autoridad suprema del Instituto,4 a la que todos los miembros, empezando por los superiores, tienen que remitirse…. A todo ello hay que añadir la constatación de que, en estos años, ha cambiado el modo de percibir y vivir la autoridad y la obediencia tanto en la Iglesia como en la sociedad. Ello es debido, entre otras cosas: a la toma de conciencia del valor de la persona individual, con su vocación propia y sus dones intelectuales, afectivos y espirituales, así como su libertad y su capacidad relacional; a la centralidad de la espiritualidad de comunión,5 con el aprecio de los instrumentos que ayudan a vivirla; a un modo distinto y menos individualista de concebir la misión, compartida con todos los miembros del pueblo de Dios, de lo cual se derivan formas de colaboración concreta… Al final de su Regla, afirma san Benito: «El bien de la obediencia no sólo han de prestarlo todos a la persona del abad, porque también han de obedecerse los hermanos unos a otros, seguros de que por este camino de la obediencia llegarán a Dios». «Se anticiparán unos a otros en las señales de honor». «Se tolerarán con suma paciencia sus debilidades, tanto físicas como morales. Se emularán en obedecerse unos a otros. Nadie buscará lo que juzgue útil para sí, sino, más bien, para los otros»..36

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EL SERVICIO DE LA AUTORIDAD Y LA OBEDIENCIA Faciem tuam, Domine, requiram.nº1…

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