Lenguaje oral versus lenguaje escrito

Curso: Desarrollo del Lenguaje a través de la Lectura Titulo: LECCIÓN N° 1: Lenguaje oral versus lenguaje escrito Unidad: 1 Módulo: Desarrollo Ob

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Curso:

Desarrollo del Lenguaje a través de la Lectura

Titulo:

LECCIÓN N° 1: Lenguaje oral versus lenguaje escrito

Unidad:

1 Módulo: Desarrollo Objetivos de Aprendizaje

Lenguaje oral versus lenguaje escrito

Lo primero es aclarar ¿Qué se entiende por lenguaje?, éste se concibe como un instrumento de interacción social, de comunicación y de trasmisión de la cultura, es el medio de aprendizaje que utilizan los niños para comprender lo que se les presenta y relacionarlo con lo que ya saben, para expresar sus elaboraciones o pedir ayuda, es decir, es también una forma de representarse la realidad.

Owens (2003), señala que el lenguaje oral constituye un sistema muy complejo, para poder entenderlo es necesario descomponerlo en tres componentes principales: forma, contenido y uso.

Cuando el niño utiliza el lenguaje codifica ideas (semántica) utiliza un símbolo para representar un acontecimiento, objeto o relación; para comunicar dichas ideas a otras personas recurre a unidades sonoras (fonología), ordena y organiza las palabras (morfosintaxis), y se comunica con ciertos propósitos de acuerdo al contexto y a lo que quiere lograr (pragmática).

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USO P R A G M Á T I C A

Por tanto, las dimensiones, niveles de análisis o aspectos del lenguaje oral son: 

Fonológico, estudia los fenómenos sonoros del lenguaje, es decir, las reglas de la estructura, distribución y la secuencia de los sonidos del habla. Implica el desarrollo físico de los mecanismos articulatorios y el desarrollo de la percepción auditiva.

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Morfosintáctico, dice relación con las reglas que utiliza el niño para organizar las palabras, las frases y oraciones en secuencias gramaticales aceptables; así como la relación entre las palabras, los tipos de palabras y otros elementos de la oración. La morfología tiene que ver con la organización interna de las palabras.



Semántico, abarca el contenido del lenguaje y representa el estudio del significado de las palabras. La organización semántica se realiza a través de una serie de adaptaciones entre el niño y el mundo que lo rodea, desde el punto de vista de la representación que el niño se va haciendo de este mundo y de la comunicación que establece con él.



Pragmático, estudia el funcionamiento del lenguaje en contextos sociales, situacionales y comunicativos, es decir, se ocupa del conjunto de reglas que explican o regulan el uso intencional del lenguaje. Como lo expresa Acosta y otros (1996), kh la pragmática pone atención a la diversidad de usos del lenguaje que hace el niño, a las normas socioculturales que regulan estos usos, y a los conocimientos y destrezas que configuran la competencia comunicativa.

Cuando la persona reflexiona en relación a cualquiera de las dimensiones anteriormente señaladas, se habla del aspecto:



Metalingüístico, se refiere al uso del lenguaje para conocer acerca del propio lenguaje, es decir, la capacidad para reflexionar acerca de nuestra propia lengua.

Orellana (1996) plantea que el lenguaje oral se puede desarrollar a partir de dos situaciones: la interacción lingüística y el conocimiento metalingüístico.



Interacción lingüística, parte de la base que el lenguaje no se aprende a través de una enseñanza directa sino que el niño lo construye, aprende las reglas del comportamiento lingüístico mediante las interacciones con los adultos, adquiriendo vocabulario, modelos morfosintácticos y reconocimiento fónico que hace suyos a través del planteamiento de hipótesis que constantemente confirma o rechaza en su actuar lingüístico. De acuerdo a la autora, la escuela sería el medio más rico que el niño tiene a disposición para poder desafiar su curiosidad y mantener despierta la “investigación lingüística”.



Conocimiento metalingüístico, implica la capacidad para analizar el conocimiento lingüístico en categorías y la habilidad para controlar los procedimientos atencionales que seleccionan y procesan información lingüística específica (Garton, 1991). En otras

palabras está referido a la habilidad del niño para reflexionar sobre el lenguaje, separando la forma del significado, es decir, se refiere al conocimiento del lenguaje y no al uso que hace de éste (Orellana,1996). Esta capacidad metalingüística toma la forma de los aspectos o dimensiones del lenguaje: fonología, morfosintaxis, semántica y pragmática. - Conciencia Fonológica: habilidad para reflexionar acerca de los sonidos que componen el habla. - Conciencia Morfosintáctica: habilidad para reflexionar en forma consciente sobre la combinación de palabras que conforman las oraciones. - Conciencia Semántica: habilidad para centrar la reflexión sobre el significado de las palabras y la relación entre ellas. - Conciencia Pragmática: reflexión que permite seleccionar e interpretar las palabras según el contexto.

Habilidades Lingüísticas

LENGUAJE ORAL

Habilidades Metalingüísticas

De acuerdo a Jiménez y Ortiz (2000) hay tres explicaciones distintas acerca de la evolución de las habilidades metalingüísticas:

1.

Hay quienes las consideran como parte integral del proceso de adquisición del lenguaje oral desarrollándose concomitantemente con éste.

2.

Otros plantean que éstas se adquieren después de la adquisición del lenguaje oral y que el aprendizaje lector facilita su desarrollo.

3.

Un tercer postulado considera que éstas se desarrollan entre los 4 y 8 años, una vez finalizada la adquisición del lenguaje oral. Esta última es la que se considera en la actualidad.

Una segunda interrogante es ¿Cómo se relaciona el lenguaje oral con el lenguaje escrito?, el enfoque actual de la enseñanza del lenguaje tiende a propiciar la comunicación y trabaja las cuatro habilidades del lenguaje: hablar (producción oral), escuchar (comprensión oral), leer (comprensión lectora) y escribir (producción escrita). Se ha evidenciando la relevancia que tiene el desarrollo del lenguaje oral en el continuo evolutivo de la vida del niño, ya que desde su nacimiento se encuentra inmerso en una comunidad de hablantes y si tiene a su alrededor adultos alfabetizados que andamien sus primeros intentos de comunicación, más rápido será el proceso de adquisición del lenguaje. Por tanto, el contexto familiar y escolar deben entregar al niño las herramientas que necesita para que este progreso sea beneficioso.

Uno de los propósitos que busca la enseñanza de la lengua es generar hablantes competentes, autónomos, sensibles y críticos reflexivos, vale decir, niños que participan en distintas situaciones comunicativas, en las que pueden hablar, escuchar, leer y escribir, entablando un vínculo comunicativo eficaz con el otro. Fernández y Romeo (2011) postulan que para que esto sea posible, es imprescindible que el niño tome contacto desde muy pequeño con el lenguaje escrito, ya que su manejo supone la adquisición del conocimiento de sus diferentes géneros, estilos, funciones y componentes.

Por tanto, se necesita de un lenguaje oral bien desarrollado, en todas sus dimensiones (fonológica, morfosintáctica, semántica y pragmática), para poder iniciarse en el lenguaje escrito, cada una de ellas hace sus aportes. Esta relación continúa cuando se adquiere el lenguaje escrito, por lo que ambos desarrollos se interrelacionan: quien tiene mejor lenguaje oral avanza de manera más expedita en el aprendizaje del lenguaje escrito,

quien lee mejora su vocabulario y su forma de redactar, por lo que mejora su escritura y su forma de expresarse de manera oral. Es por ello que el desarrollo del lenguaje oral se debe integrar al proyecto curricular de manera sistemática, periódica e intencionada.

Villalón y otros (2006) evidencian que los niños pertenecientes a familias de menores recursos económicos y culturales demuestran un precario desarrollo del lenguaje oral y un menor nivel de alfabetización emergente. Los padres tienden a hacer uso del lenguaje para dar órdenes o controlar el comportamiento de sus hijos/as, mediante frases breves sin entablar diálogos y conversaciones que enriquezcan su competencia lingüística, y conciben la lectura y la escritura vinculadas únicamente a tareas escolares, disminuyendo las posibilidades de libre acceso a diversos tipos de textos impresos. Por el contrario, los padres de niveles socioeconómicos más favorecidos y de un mayor nivel educacional dedican más tiempo a actividades de juego en el que se utilizan el lenguaje oral y diversos tipos de material escrito, provocando en sus hijos/as interés por el mundo letrado que lo rodea.

Un estudio realizado por Dickinson y Tabors (2001) plantean que existen tres dimensiones en las experiencias que se dan tanto en la escuela como en el hogar, que se relacionan con el éxito de los niños en el proceso de alfabetización, éstas son a) vocabulario variado: exposición a una diversidad de palabras y conceptos en contexto; b) discurso extendido: oportunidad de oír y producir explicaciones y narraciones personales frente a determinados acontecimientos, participación en conversaciones. Puede ser gatillado mediante la lectura de libros, en el juego libre, durante la ingesta de alimentos (almuerzo, cena, etc.) entre otras instancias; c) ambientes intelectualmente propicios: espacios donde se propician prácticas cognoscitivas y lingüísticas. Una tercera y última interrogante es: ¿Por qué la lectura de cuentos y/o poemas, favorece el desarrollo del lenguaje oral?, el contar cuentos y las estrategias relacionadas con esta actividad, integra las diversas inteligencias. Combina las habilidades cognitivas del hemisferio lógico del cerebro con los procesos creativos del otro hemisferio, involucrando al cerebro completo en la experiencia, favoreciendo con ello el aprendizaje. Mientras los niños están escuchando una historia, su imaginación se desarrolla: ordena ideas, conceptos e información, procesando significados. Es así como Volosky (1995) enfatiza que la posibilidad de aprender de un niño mientras se le cuenta

un cuento es mayor, pues lo que no entiende a través las palabras puede entenderlo por los gestos, los movimientos, las inflexiones de la voz.

Los cuentos además conectan al niño con sus emociones, que a su vez ayudan en la retención del conocimiento, cuando hace una conexión emocional positiva con algún conocimiento, éste se retiene en la memoria de largo término, facilitando su comprensión. Al escuchar cuentos, además desarrolla la creatividad, comprende la secuencia y los detalles, le posibilita el crear historias propias. El National Council of Teachers of English (2005) señala que mientras los niños escuchan cuentos o poemas, forman imágenes en su mente, y siguen haciéndolo cuando luego leen en silencio.

Al respecto, Villalón (2008) señala que un factor relevante que influye en el desarrollo del lenguaje infantil es, precisamente, la lectura de cuentos entre padres e hijos, dado que se evidencia un carácter dialógico y las madres tienden a nombrar los objetos y las acciones. Además, influye el número de libros y de imágenes existentes en el hogar, frecuencia con que los niños piden que los adultos les lean y el tiempo que dedican a jugar con los libros. La mayoría de los niños que viven en hogares “lectores”, inician con placer su contacto con el lenguaje escrito desde muy temprano en sus vidas. Los padres son muy respondientes a sus necesidades lingüísticas: conversan con ellos y los escuchan con atención, contestan sus preguntas, aceptan su habla sin interrumpirlos con correcciones, les enseñan las letras y aplauden sus intentos de “jugar a leer” y “jugar a escribir”. En este mismo sentido, Trostle & Donato (2001) señalan que los niños cuyos padres regularmente les leen, leen más a menudo y más extensamente. Además, leer a niños pequeños desarrolla su lenguaje y habilidades conceptuales.

Villalón y otros (2006) indican que los padres y madres de todos los niveles socioculturales señalan que leen a sus hijos con muy poca frecuencia. Un estudio realizado por Susperreguy, Strasser, Lissi y Mendive (2007, en Villalón y otros 2006) arrojó como resultado que independiente del nivel educativo, el número de veces que los padres leen cuentos con sus hijos es reducido, un 45,5% de los padres no realiza esta actividad, y el promedio de cuentos favoritos de los niños que los padres son capaces de recordar es apenas tres, lo cual disminuye a dos cuando se excluyen los cuentos clásicos. Lo que deja en evidencia la urgencia de incorporar la lectura diaria de cuentos en las aulas de educación inicial.

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Visitar sito:

Pelayo y su pandilla: Relaciones entre el lenguaje oral y escrito

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