Leonardo Rodrigo Ferrario

¿ES POSIBLE EL CRISTIANISMO EN EL LLAMADO MUNDO POSMETAFISICO? Aportes al problema desde la lectura del texto “después de la Cristiandad, Por un crist

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¿ES POSIBLE EL CRISTIANISMO EN EL LLAMADO MUNDO POSMETAFISICO? Aportes al problema desde la lectura del texto “después de la Cristiandad, Por un cristianismo no religioso” de Gianni Vattimo. Leonardo Rodrigo Ferrario La obra de G. Vattimo: Después de la Cristiandad, “Por un cristianismo no religioso”, que reúne un conjunto de lecciones ofrecidas por el filósofo entre 1996 y 2002, ofrece un amplio panorama del despliegue y la dirección tomados por el pensamiento de Vattimo en los últimos años, en ellos se puede percibir un intento de síntesis de su pensamiento. Tanto el título del libro como su subtítulo son en sí mismos muy reveladores a la hora de introducirnos en su lectura. El lector sin apuros debe detenerse un momento en ellos y preguntarse en primer lugar acerca del sentido del “Después”, seguramente es una marca temporal, ¿Pero, qué indica, una continuidad o una superación? Lo cierto es que el “después” en tanto signo es una marca, y en este caso es la marca de un límite, entre el antes -lo pasado- y el despliegue del futuro de aquello que se anuncia en el después. Lo que se anuncia en el “después” del título, es entonces, la llegada de algo totalmente nuevo y diferente, o la llegada de algo cuya causa y consecuencia ya está contenida en su antes. El primer sentido resalta un quiebre, una ruptura temporal que trae consigo una novedad, el segundo sentido resalta principalmente un camino que no ha terminado y que como continuación del anterior presenta diferentes características pero un mismo objetivo. El “después” de Vattimo, es sin lugar a dudas el del segundo sentido, el de la continuidad necesaria y causal. Hasta aquí podemos tal vez haber resuelto una de las combinaciones de la clave de ingreso al sentido de la expresión “después de la cristiandad”. Pero aún nos queda algo más por resolver y esto es, el sentido de los términos 83

“Cristiandad” –operando en el titulo- y “Cristianismo” -en el subtitulo-, ¿Qué diferencias existen entre uno y otro? Sócrates sin dudas en el Hipias mayor, le preguntaría a su interlocutor, -¿Acaso el cristianismo no es posible gracias a la cristiandad, tal como lo bueno es bueno por la bondad? ¿Acaso lo que es, no lo es gracias a aquello de lo cual depende, su esencia, lo permanente, lo constante? Sólo puede existir el cristianismo si existe la cristiandad, tal como la belleza no sería posible sin lo bello, esta sería sin dudas la propuesta de Platón que sintetizaría una forma de pensamiento metafísico que identifica al ser con objetividad y fundamento. Pero dicha forma de pensamiento está sin lugar a dudas a juicio de Vattimo “superada”. En un mundo posmetafisico en el que la tendencia al debilitamiento del ser hace posible que pueda hablarse de un cristianismo independiente de “la Cristiandad”, también podría hablarse de algo bello independientemente de la Belleza. El tiempo en que la verdad dependía de un fundamento metafísico último –cuyo ejemplo más claro es el platonismo- o de un dato objetivo –en las ciencias positivas modernas-, se vio superado por un tiempo llamado “posmetafísico”, en el que el “fundamento metafísico” –la recurrencia a un ser o entidad trascendente- y el dato objetivo -positivo-, dejaron de ser fuentes seguras de la verdad, y parecen no funcionar como criterios últimos de validez. El final del mundo metafísico se cumple de ésta manera, en la pérdida total de fundamentos últimos y de verdades absolutas, y cobra nombre en el llamado: “mundo posmoderno”. ¿Cómo puede entonces el cristianismo sin la cristiandad? Es decir, el ser sin el fundamento. La respuesta parece estar dada de antemano en el subtitulo del libro de Vattimo: sólo si el cristianismo deja de ser “religioso”. Entonces surge la incógnita acerca de cuál es el sentido de “religioso” y tal vez: “no religioso”. La respuesta no parece ser demasiado huidiza, puesto que es fácil suponer que religioso tiene el sentido de aquello que fundamenta, que da sentido y dota de validez a algo, en el caso de la religión, la verdad del dogma. Entonces: el titulo “Después de la cristiandad”, y su subtitulo: “por un cristianismo no religioso”, cobran un sentido un tanto más estrecho, que podría resumirse afirmando que, la continuidad del cristianismo solo es posible, si éste renuncia a sus pretensiones de 84

fundamentar de sus verdades en un principio absoluto ultimo. Liberando el texto a un mundo de interpretaciones posibles y a una experiencia religiosa libre de dogmas. En “Creer que se cree”, Vattimo nos cuenta que éste título se le ocurrió un día que un “viejo profesor”, además (por lo demás) de viejo muy creyente –resalto principalmente lo de “viejo”, puesto que no me parece inocente el adjetivo mucho menos si se lo toma en relación del predicado “muy creyente”- le preguntó si aún creía en Dios. A lo que Vattimo respondió: -“Bueno, creo que creo”. Ésta afirmación saca a la luz una aparente contradicción, puesto que “creer” puede entenderse como “tener fe o certeza en algo” y también como opinar con cierto grado de duda acerca de algo, es decir, creer en tanto incertidumbre. Pero tal contradicción se desvanece cuando Vattimo aclara que utiliza la expresión en ambos sentidos, para afirmar sobre en el primer “creer” un principio de incertidumbre y sobre el segundo, el creer en tanto tener certeza o fe. Podríamos precisar que la expresión afirma que se tiene una suerte de incertidumbre acerca de si realmente se posee una certeza. La sentencia de Vattimo –“creer que se cree”- es por demás reveladora, en ella se descubren muchos elementos dignos de atención filosófica y por sobre todo se descubren signos del esquema general de pensamiento que despliega la obra del filósofo italiano. Por ejemplo resaltamos: a) La experiencia del filósofo –Vattimo-, que educado dentro de la fe cristiana, llega a su madurez con una certeza poco fundada, o mejor dicho una ausencia total de fundamentos en que avalar sus certezas. b) La Experiencia que resalta Vattimo en la expresión “creer que se cree”, pretende ser un retrato de la forma en que el hombre contemporáneo experimenta su relación con la religión, y los dogmas. c) Es además una forma “ejemplar” de caracterizar la actitud del hombre posmoderno frente a las pretensiones de fundamento último de la verdad. Según el propio Vattimo afirma, su pensamiento es una “muestra estadística”. 85

d) El paso –camino, destino- del ser desde lo “sólido” hacia la debilidad. Cómo ya lo habíamos mencionado, educado en la tradición cristiana, Vattimo comienza sus estudios filosóficos en un contexto social y político contaminado por el auge de los totalitarismos y la presencia siempre permanente y amenazante en Europa de la guerra. Éste entorno despertaría en el joven Vattimo sus intereses filosóficos, los cuales se orientarán directamente en dos direcciones problemáticas: el determinismo histórico – sustentado fuertemente por el marxismo- y el pujante y cada vez más notable individualismo liberal -propio de las modernas sociedades capitalistas y de consumo-. Estas dos manifestaciones culturales propias de las sociedades del siglo XX, serán el motivo por el cual se aproximará a las filosofías de Nietzsche y Heidegger, pues en ellas encontrará las más fuertes críticas y respuestas aquellas. La critica nietzscheana a la cultura y la denuncia de Heidegger a la racionalidad técnica instrumentalista, serán el punto de partida de una reflexión que encontrará además en el anticristianismo de estos filósofos, una perspectiva que conducirá a Vattimo -efectivamente en su lucha contra el determinismo y el individualismo- por el camino de “algo muy parecido a la fe cristiana”. El mensaje nietzscheano transportado en la voz de Zaratustra que anuncia la muerte de Dios, parece tomar por momentos un matiz desconsolador y por momentos un tono profético-mesiánico, éste mensaje que ha sido durante mucho tiempo objeto de análisis y especulación de filósofos tales como: K. Jaspers, K. Lowith, G. Deleuze entre otros, es recuperado por Vattimo a partir de la interpretación de Martin Heidegger, la cual sitúa a Nietzsche como un filósofo metafísico y del final de la metafísica. Incluir a Nietzsche – siguiendo a Heidegger- como un filósofo del final de la metafísica, es resignificar todo el sentido de la obra de Nietzsche y dotarla de una orientación hacia la ontología hermenéutica, la cual se encuentra plenificada en Heidegger. En este contexto, la frase de Nietzsche “Dios ha muerto”, debe interpretarse como un anuncio, como una denuncia dirigida a la cultura y a los fundamentos que sustentan dicha cultura –occidental europea-. La muerte de Dios representa el fin de las estructuras sólidas, de los fundamentos últimos y de las pretensiones de verdad absoluta que daban sentido y organizaban la vida de los estados y los individuos. 86

La muerte de Dios, no es la muerte entendida como desaparición ontológica de un ser existente y que ha dejado de existir. Es la desvalorización de todos los valores que orientaban la vida de los hombres, la pérdida total de fundamentos, o como metafóricamente se lo suele dibujar, la salida del hombre de la seguridad del centro, hacia la incierta periferia de la nada, la “x”. Afirma en tal sentido Nietzsche en la Voluntad de poder: “¿Qué significa el nihilismo? Que los valores supremos pierden validez. Falta la meta: falta la respuesta al porqué”1. Es el anuncio de la muerte de Dios en Nietzsche, una denuncia directa de la incipiente decadencia de occidente y del advenimiento del nihilismo y es el vértice por el cual Heidegger lo coloca al final del camino histórico de la metafísica occidental, que atraviesa la cultura occidental desde Parménides y Platón hasta la teología cristiana. Es también la “historia de un error”, la que nos narra Nietzsche en su “Crepúsculo de los ídolos”, en la que al final del camino solo encontramos la nada, puesto que al eliminar la verdad también eliminamos la apariencia. El Dios que ha muerto es el Dios moral, repite constantemente Vattimo, y como causa del desenlace anunciado de una metafísica cuyo germen nihilista lo encontramos en el mensaje cristiano y su orientación a la debilidad. “La espiritualización” del sentido del texto, la búsqueda de la verdad ordenada nos obliga a ser más amigos de la verdad que de Platón. El Dios que ha muerto. Ya habíamos advertido anteriormente que el camino filosófico seguido por Vattimo a través de las filosofías de Heidegger y Nietzsche, lo conducirían por los caminos de “algo muy parecido a la fe cristiana”. Hay una pregunta de origen nietzscheano que inquieta de sobremanera a Vattimo, ésta es: ¿Es compatible o no el nihilismo con alguna forma de fe en lo divino?, y la pregunta toca directamente para el filosofo italiano, en el cristianismo. 1

NIETZSCHE, F. (2000) La Voluntad de poder. Ed. Edaf. Bs As. pág., 35, Parag, 2,

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La caída de todos los fundamentos metafísicos últimos, parecen hacer imposible alguna forma de fe o certeza en algo absoluto. La debilidad a la que ha tendido el ser en occidente es fruto de un germen ya expresado en el mensaje bíblico, y que cobra toda su fuerza en la modernidad tardía. El amor a la verdad por sobre las apariencias, y la visión técnica que del mundo despliega el cristianismo, facilitan el surgimiento de las ciencias modernas y la progresiva desmitificación del pensamiento que torna poco a poco superfluas e innecesarias las “mentiras” de las que se sirvió la religión, las cuales ya no pueden sustentar sus demandas de veracidad en ningún absoluto o fundamento último. En su origen, nos recuerda Vattimo, la religión surge como una instancia ordenadora de las relaciones entre los hombres, principalmente en un tiempo de guerras constantes, pero, en los tiempos de paz posteriores, se dio origen a las visiones técnicas científicas del mundo, cuyo fin último sería el de facilitar la existencia del hombre frente a la naturaleza; fin que cuando se concretó hizo innecesaria la creencia en Dios, porque el Dios mismo ha mandado a no mentir y la mentira al fin, se vuelve en el propio mandato a la verdad, innecesaria, Dios mismo parece haber sembrado el germen de su propia muerte. La pretensión de validez científica, por la que se renuncia a las “mentiras” de la fe, se transforma en la modernidad en “fe” en la ciencia moderna, inversión que colocó en el lugar de Dios a las ciencias positivas. Sin embargo, éstas -las ciencias modernas- también sufrirán una caída necesaria en el proceso de debilitamiento, por el hecho de que sus pretensiones de verdad objetiva, comenzarán a encontrar sus límites, ya sea en el sentido de la llamada “descripción objetiva del mundo”, o en la imposibilidad del conocimiento científico de alcanzar en el plano de lo “real” aquello llamado “demostración”. Sin dudas en nuestro tiempo damos por sentado que la llamada verdad de las ciencias, es una forma más de interpretación del mundo que dista mucho de ser “una descripción objetiva de la realidad”. Con la caída en el mundo contemporáneo de los llamados fundamentos objetivos últimos de la verdad o metarrelatos –Lyotard-, los cuales funcionaban como fundamento de la cultura y sobre los que se soportaba el peso de la verdad, se pone en marcha final un proceso de debilitamiento del ser, que culmina, gracias a las funestas consecuencias de los mismos, con la destrucción de las visiones totalitarias o 88

fundamentalistas, como así también con el llamado eurocentrismo cultural y el colonialismo europeo. Europa ya no puede interpretarse a sí misma como centro de la cultura o como la meta a imitar para el desarrollo de las demás culturas. Las pretensiones de validez universal de los argumentos es una cuestión de consenso y de aceptación, en un mundo que aparentemente parece haber abierto sus puertas a todas las culturas y racionalidades, y que prepara el terreno –a juicio de Vattimo- para una renovación del o los espíritus religiosos. La imposibilidad de discernir entre un relato superior o inferior hacen posibles un sin número de “relatos”, entre ellos, el relato de las religiones. Todos son posibles en un mundo que ha renunciado a sus pretensiones de verdad última, en la instancia final de la metafísica. El camino tomado por Vattimo en este contexto, parece ser muy simple de explicar, dado que no existe posibilidad alguna de recurrir a un criterio último de validez tanto en las ciencias como en las religiones, tampoco existen criterios para desacreditar los contenidos de la fe y la religión. “Con el final de la metafísica se liquidan las bases filosóficas para el ateísmo”. Según afirma Vattimo, se es ateo hoy solo por inercia. El destino de la metafísica occidental en el debilitamiento del ser, se cumple en la idea general del ser entendido como acontecimiento. El proceso de debilitamiento debe ser comprendido como un camino de secularización filosófica, por el cual la filosofía pierde toda referencia del ser en algo trascendente inmóvil o eterno. El renacimiento de lo sagrado se da entonces aquí en múltiples aspectos, pero esencialmente como un fenómeno multiculturalista, facilitado por el debilitamiento del ser. En la religión, la secularización se cumple en la liberación de la fe del dogma y en la “espiritualización” de la recepción de las escrituras en la libertad de interpretaciones. Al momento de referirse a la posibilidad de una religión no metafísica, Vattimo recurre a las enseñanzas de un monje medieval, Joaquin da Fiore. Éste, inspirado en la filosofía de la historia de San Agustín, reconoce en la historia del hombre, tres momentos, en los cuales los dos primeros son la preparación de un tercero, en donde el mensaje ya revelado se espiritualiza y resurge en la comunidad. La revelación es un mensaje constituido históricamente –es un envío- que no 89

puede ser atrapado en un dogma. La discusión en torno al texto sagrado se dispersa a partir de lo dicho, hacia otro centro de atención, hacia la discusión en torno a la validez o no, de una lectura aceptada y canonizada, que se defiende incluso más allá del texto mismo –discusión por cierto, con una amplia trayectoria filosófica, que Vattimo, lejos de recuperar, parece actualizarla desde nuestra época-. El mensaje se hizo presente en Cristo, la verdad es el mensaje mismo y a él debemos arribar. La hermenéutica judeo-cristiana acepta que el mensaje contenido es la verdad, y la liberación de dicho mensaje de las ataduras del dogma es de alguna forma la llegada misma de un momento histórico de liberación, por el cual el espíritu se apropia del mensaje y lo distribuye a todos los rincones. La libertad de interpretaciones de la escritura es el verdadero proceso secularizador y liberador del sentido. Sentido que ya no pelea por ser objetivo sino por ser expresivo en su acontecer. El camino marcado por Joaquín, no es el mismo que el de las filosofías de la historia ya conocidas (marxismo, hegelianismo) puesto que estas formas de entender la historia, generalmente afirman que existe un fin último y un camino necesario hacia una forma de ser ideal. Estas ideas pueden sin duda degenerar en posiciones milenaristas que hacen posibles el surgimiento de los estados totalitarios o de posiciones culturales como la eurocéntrica, o la idea misma de desarrollo y subdesarrollo. Pero en Joaquín el camino de la historia se dirige a la secularización, es decir hacia una manifestación del ser como acontecimiento y como destino a la espiritualización (debilitamiento). Esta forma de entender el destino de occidente, como un camino hacia el debilitamiento del ser, y al ser mismo como acontecimiento, trae aparejada consigo una forma diferente de percibir lo religioso, desde una perspectiva puramente estética. ¿Quizás tengamos que hablar a partir de aquí de una experiencia religiosa estetizada? ¿Es posible? El Ornamento, la experiencia religiosa como experiencia estética. En un mundo en el cual las posibilidades de apelar o justificar la verdad en un fundamento último parecen imposibles, cabe preguntar: 90

¿Cuál es el destino del cristianismo? ¿Es posible soportar un dogma apelando al “rigor y la violencia” de un fundamento metafísico ultimo?. Para responder a estas posibles preguntas, Vattimo propone pensar el papel del “ornamento” dentro de un conjunto estético, el ornamento es aquello que recubre y envuelve aportando elementos decorativos a un soporte o “sustrato”, el ornamento es el complemento que habla a partir de aquello que lo soporta, son las cualidades secundarias que resaltan elementos primarios, que los ponen en evidencia, y los hacen visibles en sus detalles más ocultos. El ornamento propone múltiples formas, que abren sobre todo, un juego de múltiples posibilidades en torno a aquello de lo que se tiene experiencia sensible; pero por sobre todo el ornamento es el “espíritu”, lo intangible espiritual puesto frente a lo sólido y permanente. No se pueden permitir más las tiranías de los dogmas y de las interpretaciones cerradas, es necesario “aligerar el peso de la letra de la Biblia” – afirma Vattimo-, con el fin de permitir el dialogo con otras religiones, y dar lugar a un proceso de espiritualización del mensaje cuyo límite es la caridad, en el que el verdadero sentido de comunicación abrirá sus puertas al dialogo de la multiplicidad. La interpretación espiritual de la escritura –el cumplimiento de la profecía joaquinista-, es parte del proceso de secularización y de debilitamiento que permitirá el interculturalismo y que hará posible que el cristianismo se entienda como la base misma de la cultura occidental, entonces occidente y cristianismo serán un proyecto conjunto. La idea de espiritualización de occidente o lo que es lo mismo secularización o salvación, solo se puede concebir dentro de una realidad cuyo contornos fijos y rígidos se han debilitado y la comunidad misma disfruta del goce de las multiplicidades de sentidos. Si bien hay en Vattimo una apertura radical a la ya mencionada multiplicidad de sentidos, existe también a juicio del filósofo un límite en la interpretación, éste límite es el que se descubre en el mensaje más claro de la Biblia –a juicio de Vattimo-, el de la caridad. Si occidente cumple con éste mensaje, si su camino hacia la secularización y debilitamiento del ser se concreta, estará alcanzando “la era del espíritu”, de la salvación que se encarna en el mensaje 91

puro y simple de la caridad y de comunidad. Permitir esto es cumplir con el proyecto universalizador del cristianismo, el mensaje que llega a todos los confines del reino en la forma de aceptación y dialogo. Cerrar las puertas a la espiritualización de la cristiandad en una lucha por la apropiación del sentido del texto, es negarle al cristianismo la posibilidad misma de ser reconocido como el origen y germen de nuestra civilización. Las palabras de Vattimo suenan muy fuerte a nuestros oídos, sobre todo, cuando de manera contundente equipara occidente a cristianismo, u occidente a debilitamiento y ocaso. Por supuesto que cristianismo, se reduce a una forma de vivencia religiosa en donde el mensaje cristiano puramente espiritual, libre de toda “violencia” moral o metafísica se arraiga en las raíces mismas de nuestra cultura, sin pretensión de un dogma impuesto. No se puede reducir occidente a cristianismo, sería una pretensión absurda olvidar las múltiples fuentes culturales de las que occidente se nutrió. Podemos comprender las influencias del mundo cristiano sobre occidente, y podemos también comprender el temor a las estructuras metafísicas fuertes como fundamento ultimo de la verdad, puesto que la historia nos ha mostrado cientos de ejemplos en donde los “grandes fundamentos metafísicos”, han servido para cometer los actos más atroces. El camino teleológico marcado por Joaquín, está fundado sin dudas sobre estructuras de carácter metafísico, “el mensaje”, más allá de ser un mensaje que –en términos de Vattimo- conduzca a la espiritualización y a la desaparición de la “violencia de lo sagrado” (que se concreta en el dogma) conserva en sí mismo una estructura metafísica. La liberación del mensaje supone un mensaje último al cual liberar. El esfuerzo de Vattimo, por distraer nuestra atención apelando a la necesidad del dialogo y el consenso libre de fundamentos metafísicos, termina paradójicamente por imponer un límite en la interpretación y en la construcción de la verdad, a través de conceptos casi sinónimos de “caritas”, amistad y comunidad. De nuevo el temor parece ocuparse del filósofo, que ha vivido el nihilismo, lo vive, pero parece no poder superarlo. 92

Bibliografía: VATTIMO, G. (1996) Creer que se cree Paidos Studio,Barcelona. VATTIMO, G. (2004) Nihilismo y emancipación, Paidos, España. VATTIMO, G (2004) Después de la Cristiandad, Paidos, Argentina. VATTIMO, G. y Rorty R. (2006) El futuro de la religión, Paidos Studio, Argentina. VATTIMO, G. (1992) Más allá del sujeto, Paidos Studio. NIETZSCHE, F. (2000) La Voluntad de poder., Ed. Edaf. Bs. As. pág., 35, Parag, 2 VOLPI, F. (2005) El nihilismo, Ed. Biblos,Argentina. MATTEO, A (2007) Credos posmodernos. Colección Vox Populi, Argentina.

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