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LFV 177 LEVITICO 17 TEMA; Un lugar para el sacrificio y el valor de la Sangre El Levítico es un libro emocionante porque constituye el descubrimiento y la apertura de las verdades básicas y fundamentales para el cristiano actual. Aunque esas verdades fueron reveladas literalmente a Israel, y aunque el motivo para realizar estos rituales haya desaparecido, sin embargo, todo aquel sistema contiene grandes lecciones espirituales para nosotros hoy. Responde a muchas preguntas y nos provee una nueva visión para la comprensión y apreciación del Nuevo Testamento. Yo me alegro de que muchos estén llegando a tener una relación personal con Jesucristo por medio del libro de Levítico. Algunos consideran a este capítulo como una extensión del anterior. Es cierto que hay una secuencia, pero el tema es diferente. Y se le dedica atención al lugar del sacrificio y al valor de la sangre. Este capítulo tiene una aplicación directa a la marcha por el desierto y al período en que Israel acampó alrededor del Tabernáculo o tienda de reunión. Tiene que ver con consideraciones éticas antes que ceremoniales. Los animales domésticos limpios para la alimentación tenían que ser muertos en la tienda de reunión. Solo los versículos 8 y 9 de este capítulo tienen que ver específicamente con la ofrenda ceremonial de un sacrificio a Dios. Después de que el pueblo se hubo esparcido por las tierras de Palestina, algunos israelitas vivían a 160 o casi 250 Km de la tienda de reunión. Para ellos no hubiera sido factible traer los animales que iban a comer para matarlos en dicha tienda. En el Deuteronomio leemos que Dios revisó estas instrucciones cuando estaban por entrar en la tierra de Canaán (Deuteronomio 12:15, 16 y 20—25.
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¿Por qué dio Dios esas instrucciones? Los israelitas acababan de salir de Egipto, donde habían estado rodeados de idolatría. Habían adorado a los ídolos de Egipto y siempre existía el peligro que cayesen otra vez en la idolatría. Habían adorado a los dioses de la naturaleza de aquel país. En el versículo 7 la palabra traducida por “demonios” corresponde a la palabra seirim, que significa “peludo” y se refiere a los machos cabríos. Los egipcios adoraban a Mendes, el macho cabrío dios, y los griegos adoraban también a un macho cabrío dios llamado Pan, conocido por nosotros a través del arte y la literatura griega, representado con cola, cuernos y pies hendidos. Entonces, el cristianismo medieval identificó a esa figura como el diablo. Nuestra palabra “pánico” proviene de este período de tiempo en que describía el terror causado por el diablo. En este pasaje vemos que a los israelitas les estaba prohibido matar cualquier animal en cualquier lugar que no fuera la tienda de reunión, para evitar que lo hiciesen como una ofrenda al dios Pan, el macho cabrío dios. En este pasaje también comprobamos que bajo ninguna circunstancia se habría de comer sangre. Y se menciona la razón específica para esta prohibición: la sangre representaba a la vida. Había un doble motivo: 1) La vida era sagrada –incluso los animales no debían ser matados innecesariamente. 2) La sangre habla del sacrificio de Cristo, Era el medio de la expiación, el símbolo de la reconciliación y el símbolo o prefiguración del gran sacrificio sustitutivo de Cristo. La sangre era sagrada y debía ser protegida, pero Cristo tuvo que dar Su vida para que el pecador pudiese tener vida. La sangre y la vida son términos sinónimos. El hombre nunca debía comer sangre. Pero, usando la frase Bíblica de Juan 6, “tenía que beber la sangre de Cristo”, lo cual significaba apropiarse por la fe, en la sangre derramada de Cristo, de la vida que Cristo entregó para que pudiésemos tener vida. En dicho capítulo, el comer el cuerpo y beber Su sangre se presentó como sinónimo de venir a Cristo y creer. ¿Por qué no
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hemos de hablar de esa sangre con una actitud de amor y alabanza? A veces, en círculos eclesiásticos se evita hablar del pecado o se suavizan los conceptos que a él se refieren. Inevitablemente, en estos casos, hay una tendencia a evitar mencionar la sangre preciosa de Cristo. A continuación y de este capítulo 17, presentará un breve BOSQUEJO El Lugar del sacrificio; el valor de la sangre 1, Un lugar de sacrificio, vv. 1—6. 2. La ofensa de la adoración oculta al macho cabrío, vv. 7 3. El ofrecimiento de un sacrificio en la tienda de reunión, vv. 8 y 9. 4. La obligación de no comer sangre, vv. 10—16. Leamos los versículos 1 y 2, que abren el tema sobre UN LUGAR DE SACRIFICIO Entonces habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Habla a Aarón y a sus hijos, y a todos los hijos de Israel, y diles: “Esto es lo que el SEÑOR ha ordenado, diciendo: Estas instrucciones no solo eran para Moisés y Aarón, sino también para los hijos de Aarón y para toda la nación. Resulta evidente que Dios se estaba introduciendo en la vida privada de las personas. No solamente se había marcado la diferencia entre los animales puros e impuros, en el capítulo 11, pero ahora se escribirían las normas según las cuales la gente comería los animales limpios. Las vidas de Su pueblo tendrían que ser diferentes a las de los paganos que vivían a su alrededor. Veremos esto nuevamente en el próximo capítulo, concretamente en el 18:3. Leamos ahora los versículos 3 al 6: 3 “Cualquier hombre de la casa de Israel que degüelle un buey, un cordero o una cabra en el campamento, o el que lo degüelle fuera del campamento, 4 sin llevarlo a la puerta de la tienda de reunión para presentarlo como una ofrenda al SEÑOR, delante del tabernáculo del SEÑOR, ese
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hombre será culpable de la sangre. Ha derramado sangre y ese hombre será cortado de entre su pueblo. 5 “Esto es para que los hijos de Israel traigan los sacrificios que sacrificaban en campo abierto, los traigan al SEÑOR a la puerta de la tienda de reunión, al sacerdote, y los sacrifiquen como sacrificios de las ofrendas de paz al SEÑOR. 6 “Y el sacerdote rociará la sangre sobre el altar del SEÑOR a la puerta de la tienda de reunión, y quemará la grasa como aroma agradable al SEÑOR. Esta es otra de aquellas leyes extrañas que no tiene que ver con la ofrenda ceremonial de los sacrificios. Al examinarla cuidadosamente, observaremos que estos animales estaban para servir de alimento al pueblo de Dios. En otras palabras, Dios estaba pidiéndoles que le invitasen a la mesa. Con esta señal, los dioses paganos quedaban excluidos. ¿Por qué fue Dios tan estricto en este asunto? Si iban a comer un cordero, debían traerlo a la puerta de la tienda de reunión para matarlo. Esto se hacía por causa de sus antecedentes. Es que entre los paganos la carne era ofrecida a un ídolo antes de ser comida. Dios estaba colocando una especie de barricada para impedir que Su pueblo recorriese el largo camino hacia la idolatría, la oscuridad espiritual y el juicio. Cuando vivían en Egipto, aunque eran esclavos, eran tan idólatras como los egipcios. Dios no les había redimido porque fuesen superiores, sino porque había escuchado su clamor, porque había hecho una promesa a Abraham, Isaac y Jacob. Y cuando Dios hace un pacto, lo cumple. ¿Cómo se yo que había idolatría en Egipto? Porque la Biblia así lo afirma. Dice el profeta Ezequiel 20:6—8. 6 aquel día les juré que los sacaría de la tierra de Egipto a una tierra que yo había escogido para ellos, que mana leche y miel y que es la más hermosa de todas las tierras. ‘Y les dije: “Arroje cada uno las cosas detestables que os atraen, y no os contaminéis con los ídolos de Egipto; yo soy el SEÑOR vuestro Dios.” ‘Pero se rebelaron contra mí y no quisieron escucharme; no arrojaron
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las cosas detestables que les atraían, ni abandonaron los ídolos de Egipto. Dios estaba tratando de apartarles del los lamentables antecedentes de la tierra de Egipto. Allí habían adorado animales, y el derramamiento de sangre y la ofrenda de la carne formaban parte de las prácticas de la idolatría. Uno tiene que comprender el trasfondo social para ver el significado los mandatos del Apóstol Pablo a los Corintios en 8:1—13 y 10:1—33. Los Corintios eran idólatras y traían sus animales para ofrecerlos a los ídolos. La carne era llevada al templo y vendida en el mercado de carne que allí se encontraba. La carne de mejor calidad podía comprarse en el templo pagano. En los tiempos del Nuevo Testamento, el israelita devoto había sido tan bien enseñado que evitaba comprar la carne que había sido ofrecida a los ídolos. Las personas de otras naciones que se habían convertido al cristianismo no ponían objeciones para comer esa carne que había sido ofrecida a los ídolos, conscientes de que el ídolo no significaba nada. Pero a los creyentes judíos no les agradaba comer con gente de otros pueblos, a causa de estas diferencias de opinión sobre la carne ofrecida a los ídolos. En realidad, este capítulo 17 de Levítico provee el contexto para el pasaje de 1 Corintios. Es interesante ver que cuando el gran Concilio de Jerusalén adoptó una decisión, Jacobo habló por el grupo y dijo, en Hechos 15;19 y 20) Por tanto, yo juzgo que no molestemos a los que de entre los gentiles se convierten a Dios, sino que les escribamos que se abstengan de cosas contaminadas por los ídolos, de fornicación, de lo estrangulado y de sangre. Es que Dios estaba enseñando a los creyentes no judíos que la vida era sagrada. La matanza de animales que sirviesen de alimento estaba aun asociada con la adoración pagana entre los hindús y en Persia.
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En realidad, los israelitas tuvieron poca carne para comer mientras estaban en el desierto, lo cual se deduce del incidente de las codornices, relatado en Números 11. Se habían quejado porque no disponían de carne para comer, y dijeron ¿Quién nos dará carne para comer? Esto era cierto de todas las naciones de la antigüedad e incluso en la actualidad las naciones orientales tienen escasez de carne. Y algunas de ellas son vegetarianas en su dieta. Un animal limpio, para estar en condiciones de ser comido a la mesa, debía ser muerto a la puerta de la tienda de reunión. La sangre sería derramada allí mismo, luego sería colocada sobre el altar y la grasa quemada como aroma agradable al Señor. El resto del animal era devuelto a su dueño, quien podría entonces hacer preparativos para llevarlo a la mesa. Podemos comprender por qué los creyentes judíos se resentían a que los no judíos comiesen carne comprada en el templo pagano. Leamos el versículo 7, que se ocupa de LA OFENSA DE LA ADORACIÓN OCULTA AL MACHO CABRIO 7 “Y ya no sacrificarán sus sacrificios a los demonios con los cuales se prostituyen. Esto les será estatuto perpetuo por todas sus generaciones. Ya hemos mencionado que la palabra “demonios” en este versículo se refería literalmente a los peludos o machos cabríos. La misma palabra se utiliza en 2 Crónicas 11:15, donde significa lo mismo. El pasaje dice: Y Jeroboam designó sus propios sacerdotes para los lugares altos, para los demonios (o machos cabríos), y para los becerros que él había hecho. De esa manera, el rey Jeroboam hizo pecar a los israelitas. Esto se refiere a la adoración a la naturaleza, licenciosa y degradante, asociada con el ya citado dios Pan. Dios les estaba diciendo: “¡No hagáis eso! Traed ese animal a la puerta de la tienda de reunión”. Es por ello que había un castigo severo, tal como especifica el versículo 4. Los detalles
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tuvieron que modificarse cuando entraron en la tierra de Canaán, pero el principio espiritual enseñado aquí es eterno. Es importante que hoy tomemos nota de esto. Ellos vivieron bajo el peligro de retornar a la idolatría y a una inmoralidad total. Y en la actualidad puede observarse un resurgimiento de una adoración a la naturaleza. Estas creencias actuales son un regreso a la misma clase de idolatría de la cual Dios quiso protegerles a ellos, y desea igualmente protegernos a nosotros de esa idolatría e inmoralidad. Leamos a continuación, en los versículos 8 y 9, los detalles sobre EL OFRECIMIENTO DE UN SACRIFICIO EN LA TIENDA DE REUNION 8 Entonces les dirás: “Cualquier hombre de la casa de Israel, o de los forasteros que residen entre ellos, que ofrezca holocausto o sacrificio 9 y no lo traiga a la entrada de la tienda de reunión para ofrecerlo al SEÑOR, ese hombre también será eliminado de entre su pueblo. Dios fue específico en cuanto a determinar si un animal era para su propia alimentación, o para una ofrenda. Dios no les permitía presentar un animal como una ofrenda y después, que se lo llevasen a comer a su casa. En estos 2 versículos, estaba hablando de traer un animal para un holocausto. Cuando el animal era traído como una ofrenda, tenían que presentar una ofrenda de acuerdo con la ley del holocausto. Había solo un lugar para el sacrificio. EL Señor repitió esto una y otra vez disuadir a Israel de la idolatría. Esta norma era aplicable a los extranjeros que hubiesen establecido su residencia en Israel. Siempre existía el peligro de la influencia de la presencia de los paganos en medio de ellos. La tendencia era recurrir a los métodos de los paganos antes que ganarles a ellos para el Señor. Hoy se nos dice, en 1 Corintios 10:14; Por tanto, amados míos, huid de la idolatría. Y otra vez en 2 Corintios 6:14—17: No estéis unidos
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en yugo desigual con los que no creen, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas? ¿O qué armonía tiene Cristo con el diablo? ¿O qué tiene en común un creyente con un incrédulo? . . . Por tanto, SALID DE EN MEDIO DE ELLOS Y APARTAOS,
dice el Señor; Y NO TOQUEIS LO IMPURO, y yo os recibiré.
Este es un gran principio que ha sido trasladado a la esfera de la iglesia. Hay peligro en la asociación con un no creyente en la religión, la política, el matrimonio, los negocios o la vida social. Dios ha dejado advertencias al respecto en Su Palabra. Leamos los versículos 10 y 11, que desarrollan el tema de LA OBLIGACION DE NO COMER SANGRE 10 “Si cualquier hombre de la casa de Israel, o de los forasteros que residen entre ellos, come sangre, yo estaré contra esa persona que coma sangre, y la eliminaré de entre su pueblo. 11 “Porque todo ser vive por la sangre que está en él, y yo os la he dado sobre el altar para que por medio de ella podáis pagar el rescate por vuestra vida; porque es la sangre, por razón de la vida, el pago del rescate por la vida.” Considero que el 11 es uno de los versículos claves de este libro. La vida está en la sangre. Esto es repetido en el versículo 14. Y ésta es la base para todos los sacrificios. Leamos, finalmente, los versículos 12 al 14: 12 Por tanto dije a los hijos de Israel: “Ninguna persona entre vosotros comerá sangre; tampoco comerá sangre ningún forastero que reside entre vosotros.” 13 Y cuando algún hombre de los hijos de Israel o de los forasteros que residen entre ellos, que al cazar capture un animal o un ave que sea permitido comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra. 14 Porque la sangre es la vida de todo ser viviente. Por tanto, dije a los hijos de Israel: No comeréis la sangre de ninguna carne, porque ella es la vida de todo ser viviente; cualquiera que la coma será eliminado. Jesucristo dijo algo muy interesante, en Juan 6:54 al 56: El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. Porque mi cuerpo es verdadera comida, y mi sangre es
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verdadera bebida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, permanece unido a mí y yo permanezco unido a él. Debido a que la vida de todo ser viviente se encuentra en la sangre, Jesucristo estaba diciendo que tenemos que aceptar por la fe Su sangre derramada por nuestros pecados en la cruz, y recibiremos la vida. Jesús derramó Su sangre y nos dio Su vida. Y la vida está en la sangre. Además, es conveniente aclarar que la frase, “el que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna” equivalía a la otra frase, del mismo capítulo 6 de Juan, que decía: “todo aquel que ve al Hijo de Dios y cree en El, tiene vida eterna”. Esta es una gran verdad eterna. Y explica por qué, en el relato del Génesis, el sacrificio presentado por Abel fue más excelente que el presentado por Caín. Es la sangre la que hace la expiación para el perdón del alma. La sangre de Cristo es lo único que puede limpiar la mancha imborrable del pecado. La sangre no tiene ningún carácter ofensivo. La ofensa está en nuestro pecado. Esta verdad inspiró la siguiente canción, que dice: ¿Qué me puede dar perdón? Solo de Jesús la sangre ¿Y un nuevo corazón? Solo de Jesús la sangre Precioso es el raudal Que limpia todo mal No hay otro manantial Solo de Jesús la sangre