Lo llaman depresión postvacacional,

el pelícano Boletín oficial de la parroquia Santo Cristo de la Misericordia de Boadilla del Monte número 51. Época II. Septiembre de 2008. L o lla

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pelícano

Boletín oficial de la parroquia Santo Cristo de la Misericordia de Boadilla del Monte número 51. Época II. Septiembre de 2008.

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o llaman “depresión postvacacional”, o al menos eso dijo una locutora de radio al describir la situación de las personas que vuelven del merecido descanso veraniego. Esta supuesta enfermedad – pues así la tratan algunas personas – tiene una serie de síntomas como son el cansancio o el mal humor, que provocan una incapacidad de adaptarse a una nueva situación y a un nuevo curso laboral. La gente opina eso y se queda tan pancha. ¿Realmente existe esa “depresión postvacacional”? O ¿no será otra de esas maneras de disfrazar la inmadurez generalizada de una sociedad en que se juega a ser hombres y que, sin embargo, no pasa de ser un conjunto de inmaduros adolescentes que no quieren tomarse en serio la vida? Nunca se me ocurriría pensar que la dificultad ante el esfuerzo y la tensión que supone, se puedan catalogar como una enfermedad. Es evidente que durante el periodo estival, se relaja el ritmo, se descansa y se vive de otra manera a como acostumbramos durante el curso. Pero es que ésa es precisamente la dinámica del descanso. Y el descanso existe porque existe el trabajo. Por tanto, no es nada raro ni traumático el que el hombre tenga que finalizar su descanso para volver a trabajar, ¡y a trabajar duro durante el curso! Claro que la ley de la inercia que nos domina a todos, nos hace tender a empezar el curso arrastrándonos y llenándonos de pereza. ¿Pero eso es humano? ¿No es más propio del hombre hacer acopio de fuerzas y lanzarse a los retos con verdadera determinación? Si ante una pequeña dificultad nos achantamos y perdemos el ánimo, quiere decir que no teníamos mucho antes de llegar esa situación. Quizá es necesario plantearse que la verdadera enfermedad de nuestro

mundo es la pusilanimidad, esa flojera del ánimo raquítico que no es capaz de desafiar a los retos. Por eso nos cuesta tanto contemplar las historias de gente que ha emprendido grandes hazañas (como los santos que se embarcaban hacia un mundo desconocido por anunciar la Buena Noticia). Ojalá que tomemos el testigo de los que han pasado por delante de nosotros y mostremos al mundo la belleza de vivir la vida con ganas, de saber que tenemos la suerte de contar con un nuevo curso que estará lleno de sorpresas (unas más fáciles de asumir y otras no tanto). ¿Quién sabe cuántos amigos haremos en esta nueva temporada que se nos presenta? ¿Cuántas ocasiones habrá de medir el temple de nuestra vida y demostrar lo que somos capaces de hacer? ¿Cuántos caminos nuevos habrá que recorrer, cuántas aventuras de la vida cotidiana tendremos que vivir? ¿Acaso se puede pensar que un tiempo tan ilusionante como un nuevo curso puede provocar “depresión”? Definitivamente el problema de estos que viven la “depresión postvacacional” no es tanto una situación que les desborda sino un problema de la mirada con que desafían ese tiempo. Si fuesen capaces de ver que es una oportunidad nueva y no una esclavitud más, lo vivirían de otra manera. Y lo de los síntomas como el cansancio y el mal humor no es sino una manera políticamente correcta de llamar al egoísmo con el que quieren defenderse de que se les haga salir de esa situación de debilidad. Ante esa supuesta enfermedad sólo queda dar el remedio: Vivir la vida con grandeza, o lo que es lo mismo, MAGNANIMIDAD.

SUMARIO

Editorial.....................................................................1 Lectura en familia ............................................. 2 y 3 Verano en Tortosa.............................................. 4 y 5 Reflexión ............................................................ 6 y 7 Avisos.........................................................................8

El Pelícano - Libros

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Biblioteca Scott Hahn:

Señor, ten piedad Ed. Rialp. 208 págs

Este libro se centra en el sacramento de la confesión. Cuanto más la necesitamos, menos parecemos desearla. Sin embargo, Jesús comparte su infinita misericordia a través de su Iglesia en el sacramento de la confesión, que es clave para nuestro crecimiento espiritual. A través de la confesión, empezamos a curarnos. Empezamos a enderezar nuestra historia. Empezamos a conocer la paz. Con el estilo desenfadado y accesible que le caracteriza, Hahn ofrece un punto de vista nuevo de la necesidad de la confesión, después de un recorrido por la “historia” del sacramento. No pueden faltar, por supuesto, las referencias a la presencia de la penitencia en las Escrituras.

Helen Bailey, & Emma Thomsom:

Primera Bailarina y otras aventuras

Ed. Beascoa. 80 págs. 7, 8, 9 años. Tres cuentos breves en los que Valeria, un hada simpática, es la protagonista de anécdotas relacionadas con su etapa en el colegio de las hadas. Las historias están bien llevadas y ensalzan valores y virtudes importantes como el esfuerzo, el orden, la amistad. Por los temas gustará más a las niñas que a los niños. Las ilustraciones hechas por la famosa actriz Emma Thomson adornan bien el libro y no carecen de gracia.

El Pelícano - Libros

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para la familia Francisco Varo:

Rabí Jesús de Nazaret. Ed. BAC. 224 págs.

Un magnífico acercamiento al Jesús histórico. El profesor Varo muestra el entorno cultural e histórico del Israel en el que vivió Jesús. Escrito para no especialistas pero con gran profusión de datos, Varo rastrea fuentes literarias judías y paganas, estudios filológicos y arqueológicos que nos explican mejor el mensaje cristiano y algunos pasajes concretos del Evangelio.

DiTerlizzi & Black: :

El Libro Fantástico. Las Crónicas de Spiderwick I. Ediciones B. 106 págs.

El primero de los cinco volúmenes de las Crónicas de Spiderwick, recientemente llevados al cine. Un libro para lectores a partir de 8/9 años. Muy entretenido, con personajes con los que los jóvenes lectores disfrutan y viven aventuras fantásticas. Elfos, ogros y demás seres comparten protagonismo con unos chavales a los que les pasa de todo para descubrir un antiguo misterio. Correcta visión de la familia, pero se entrevé el drama de la separación de los padres de los protagonistas.

El Pelícano - Verano en Tortosa

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Narnia, perdón, Tortosa E

“Tortosa es un mundo donde todos somos reyes y reinas y donde tienes un encuentro intenso con el Gran León que es Jesucristo”.

ste año ya es el segundo que vamos a Tortosa. Para los que todavía no lo sepan, en Tortosa hay un Seminario Menor, en el cual hemos tenido una semana de vacaciones en familia. Había cursos de formación para los adultos y actividades para los niños (¡más de setenta!), organizados por edades. Hicimos excursiones, juegos, tertulias, etc. Hasta aquí, todo normal, unas vacaciones para un grupo de personas a las que les gustan más o menos las mismas cosas, que buscan un lugar para relajarse y no tener que pensar en preparar la comida, la compra, quien cuide a los niños… ¿Todo normal? Pues no. No ha sido solamente eso. Ha sido mucho más. No sé si conocéis las Crónicas de Narnia, pero a esto se le podría llamar perfectamente las Crónicas de Tortosa. La única diferencia es el tiempo que se tarda en llegar, porque por lo demás, Tortosa es un mundo donde todos somos reyes y reinas

y donde tienes un encuentro intenso con el Gran León que es Jesucristo. Narnia, perdón, Tortosa, ha sido un lugar ideal para nuestros hijos: han jugado, han estado con sus amigos y han hecho amigos nuevos. Y los niños mayorcitos han vivido la experiencia de una independencia propia de los campamentos, pero a la vez con la tranquilidad (suya y nuestra) de tenernos cerca.

Mención especial merecen los monitores, que cuidaron de nuestros hijos maravillosamente bien y siempre con una sonrisa. Ellos hicieron posible, en sólo una semana, un espectáculo en el que participaron desde niños hasta algún que otro sacerdote. Un musical que no tenía nada que envidiar a los de Broadway fue el broche de oro de una semana inolvidable, y confieso que a más de uno y de una se le saltaron las lágrimas. Todos coincidimos en que estas son las vacaciones que queremos para nosotros y nuestros hijos.

Mientras los niños se divertían, los adultos asistíamos a dos cursos, uno de Fundamentos de la Fe y otro sobre Sagrada Escritura. Los dos tuvieron un gran éxito y todos quedamos encantados. Además hicimos excursiones a la playa y a la Font Calda, juegos en familia, rezo del Rosario, tuvimos momentos de oración…Increíble que en sólo una semana se pudieran hacer tantas cosas. Y encima, siempre con la presencia de nuestro obispo Don Joaquín, de sacerdotes y de seminaristas, todo un lujo.

Ya hay fechas para Tortosa 2009, la última semana de Agosto, y en mi familia todos tenemos claro que, si Dios quiere, volveremos a repetir. Si leyendo estas líneas sentís la punzada de la ilusión o de la curiosidad, os recomiendo que habléis con cualquiera de los que estuvimos allí este verano. Seguro que eso os convence para vivir esta experiencia única. Beatriz y Pedro

El Pelícano - Verano en Tortosa

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Una semana al año

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ay un dicho que dice que el movimiento se demuestra andando, y utilizando la misma lógica, se podría afirmar que el amor se demuestra amando. Y, esta era la idea que en nuestro viaje de vuelta de Tortosa, todo el tiempo nos rondaba la cabeza. Lo cierto es que en este mundo de hoy, posiblemente el hecho de que unas cuantas familias se apunten así de buenas a primeras a una convivencia cristiana en pleno verano y en un lugar que a priori no destaque por sus playas paradisíacas o por la marcha que otros lugares pueden ofrecer, así a priori, puede sonar un poco raro. Pero la verdad es que después de estar allí una semana, cada uno de nosotros llevaba en su corazón un poco del resto de los corazones de los demás con los que habíamos compartido las misas, los rezos, los rosarios, las sonrisas, las risas, las confidencias, las excursiones, y los niños. Y, entonces uno se puede preguntar, ¿es que no merece la pena, al menos una semana al año, algo así? Posiblemente los comienzos de la Iglesia fueran similares, y pensándolo bien no debieron ser muy diferentes. Es mas, si tuviéramos en nuestras manos un planning de sus actividades, seguro que el nuestro en Tortosa seria un calco del suyo. Porque de lo que se trataba era de ser una familia, de orar en común, de conocer un poco mas al Señor, de darse un poco mas, de querer un poco mas a la Virgen, en definitiva de compartir todo este amor. Ahora que ya han pasado algunos días, y cada uno volvemos a estar en nuestros lugares, con nuestros quehaceres cotidianos, si cierro los ojos y me traslado allí por un momento, mi cabeza descansa, me doy cuenta de que en Tortosa guarde oxigeno para algo más que un poco de tiempo. Y, bueno realmente cuando mis vecinos o mis compañeros de trabajo me preguntan si he recargado las pilas este verano, lo cierto es que les contesto que si. Y cuando les cuento y les explico que durante el tiempo que he estado en Tortosa hemos rezado el rosario en familia cada tarde, hemos celebrado misa diariamente y que además los sacerdotes y D. Joaquín, obispo de Getafe ha estado todo el tiempo con nosotros, y que hacíamos excursiones y nos bañamos en un río con el agua a 21º, y nos hacíamos fotos todos juntos, me miran con cara de sorpresa. Pero cuando me ven realmente feliz, así como quien no quiere la cosa comienzan a preguntarme, bueno y eso de Tortosa que? En ese momento me doy cuenta de que al final todos están escuchando el relato, con más atención que a ningún otro. Y, es que en estos tiempos que corren se nota la falta de amor de verdad, la insatisfacción que en definitiva produce estar siempre pendiente de la moda, de lo que se lleva, de que las vacaciones no son tales si uno no puede enseñar la foto de haber estado en un crucero o algo parecido, en definitiva del interés de estar aquí o allí, pero sin ningún fundamento mas allá de estar. Y yo me pregunto, si no es mucho mejor reírse con las actuaciones de los padres que haciendo el ganso salieron a desfilar como soldaditos de plomo, con un sombrero de papel en la cabeza y un palo de escoba, o las madres, que se vistieron de bañistas o el padre que se comía un flan chino haciendo de marioneta. O emocionarse cuando los pequeños salían de la mano de sus monitores y actuaban en el festival de clausura que se hizo en el patio del seminario. Y me pregunto además si no es mucho mejor saber que todo esto es posible porque el amor de Cristo nos ha conducido a ese lugar y nos ha unido un poco más. Pilar González

El Pelícano - Reflexión

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El Poder y la Gloria

no de los últimos libros que he leído es de Graham Green. Me gustan lo que escriben los autores conversos como Graham Green, o el Cardenal Newman o Chesterton; que tienen una Fe vehemente y poco dada a ñoñerias, cargada de la tragedia de quien ha estado en el lado oscuro, a veces con algún toque heterodoxo.

fieren apostatar o los clericales beatos, que reencarnan a los fariseos, reduciendo la Fe a un moralismo de usos y costumbres.

Aunque con algún toque así, el libro al que me refiero, “El Poder y la Gloria” trata sobre la tragedia de un cura durante la guerra cristera de México en la primera parte del siglo XX, cuando se desencadenó una oleada tremenda contra los católicos, se fusilaba a los curas o se les obligaba a secularizarse. Hay en la vida de todo cristiano un poso trágico asociado a la nostalgia de tener a Dios cerca, un sentimiento trágico de la vida como dice otro de mis escritores favoritos.

los enemigos de la Iglesia cuando nos atacan, y es verdad que es duro toparse con el mal así. Pero estábamos advertidos: Jesús ya nos dijo que no iba a ser un camino de rosas.”

Este cura huye y arriesga la vida por poder llevar el Cuerpo de Cristo a la gente, por poder conseguir un poquito de vino para poder celebrar la Eucaristía, la fuerza que en la atroz persecución le permite seguir siendo fiel a duras penas. Frente a esta actitud de quien se abandona a Dios porque no tiene mas fuerzas, está la de los acomodaticios que pre-

Esta historia tiene muchos lugares comunes con nuestro catolicismo europeo: historias de clericales y anticlericales; ¿quién hace más

“Nos fijamos mucho en

daño a la Iglesia?; historias de ostracismo y anonimato al que se nos quiere reducir o nos reducimos ¿dónde está el problema?. Nos fijamos mucho en los enemigos de la Iglesia cuando nos atacan, y es verdad que es duro toparse con el mal así. Pero estábamos advertidos: Jesús ya nos dijo que no iba a ser un camino de rosas. El anticlericalismo esta ahí, es del Diablo. Pero también es del diablo el adaptar la Fe y la Iglesia a mí, a mis seguridades, a mi territorio, … a mis intereses: juzgar a otros por unos pecadillos y no darme cuenta que soy un cáncer

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para la Iglesia porque no me he enterado de que va de verdad esto. La sociedad en la que vivimos nos somete al ostracismo, acalla todo atisbo de sentido religioso. Debe quedar relegado al ámbito privado. Es la gran batalla, nuestro gran problema: el ANONIMATO . Hay que pelear por vivir nuestra Fe fuera del anonimato. Me cuesta mucho trabajo , por ejemplo, santiguarme al empezar a comer cuando estoy fuera de casa en el trabajo (por vergüenza, sí, por miserable vergüenza). El otro día escuché una historia de unos jóvenes a los que asesinaron en nuestra diócesis durante la II República: fueron a comer a una tasca juntos y se santiguaron al empezar a comer. Fue su última comida antes de pasar por la checa. Yo, con mucho menos problema, no soy capaz por vergüenza …. ¡qué patético! Le voy a pedir a Dios que nos dé fuerzas para poder hacerlo. Angel H.

El Pelícano - Reflexión

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El cristianómetro

ada la permisividad de nuestra conciencia, debería existir un aparato que midiese con certeza nuestra fidelidad a Cristo. No contendría sustancia química alguna sino otra espiritual, intangible, que revelaría a nuestra alma si nuestras constantes vitales laten al compás del corazón de Jesús, es decir, si hemos trasladado la fe verdaderamente a nuestra vida.Bien mirado, ese cristianómetro no es otro que el Evangelio, el Libro que nos recuerda que nuestra religión no puede ser precisamente de libro.

En esas bellas páginas, Cristo sale a nuestro encuentro y nos explica en persona o valiéndose de sus discípulos cómo tenemos que comportarnos. Nos explica que cristiano no es el que se llama a sí mismo cristiano, si lleva una vida que contradice su palabra (¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Lc 6:49); no es el que cree en Cristo sino el que está dispuesto a seguirlo (Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. Santiago 2: 19). Es sólo el que está dispuesto a obedecer su palabra (Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Santiago 1:21-22). Esa Palabra sigue sacudiendo la vida y la conciencia de muchos desde hace más de dos mil años pero nos cuesta mucho, muchísimo, entenderla

¿Por qué? Creo que el problema está en que no podemos comprender todo el potencial de su mensaje hasta que no lo experimentamos por nosotros mismos, haciéndolo nuestro. Pero como eso puede llevarnos toda la vida y requiere gran esfuerzo, la mayoría, por comodona renuncia, preferimos delegar nuestra responsabilidad cristiana en los santos, como si la santidad no fuera también cosa nuestra y nuestro principal objetivo. Así es como terminamos formando parte del aburrido batallón de la reserva espiritual inactiva: los cristianos del montón que no convencen.

Muchos no creyentes se preguntan en qué nos diferenciamos de ellos. Tienen todo el derecho a planteárnoslo. Quizá su pregunta surge porque están hartos de ver un cristianismo para consumo propio que no se ofrece a los demás o quizá al hacerla lo que están buscando realmente es ver esa fe que quizá o seguro ellos anhelan y que es convicción, pasión, llamada, entrega, alegría, misión … Su percepción se agrava aún más en estos tiempos en los que casi parece indecente llegar a hablar de Dios, pues cuando nos atrevemos a declararnos creyentes, actuamos como pidiendo permiso e incluso disculpándonos y no con el arrojo y la audacia que sólo la fe puede dar. Ellos son de alguna manera otro cristianómetro para nosotros.

Quizá lo que en el fondo nos ocurre para ser tan poco convincentes ante ellos es que llevamos el apellido de cristianos como un ropaje pero Él no está verdaderamente en nuestro corazón. De ahí nuestras débiles defensas. Tratamos a Dios como si fuera un dios de bolsillo, como un genio que puede salir de una lámpara mágica para satisfacer una imparable lista de deseos personales. Un Dios selfservice y por horas, que usamos ocasionalmente y a nuestra conveniencia, con quien nos conviene y como quien necesita usar jabón y va a comprarlo a una droguería para sentirse bien limpito. No nos debe extrañar que los demás se hagan de la religión ideas distorsionadas. ¿No empieza el problema por nosotros mismos? Ser cristiano no consiste en pertenecer a una familia cristiana ni cumplir con ciertas tradiciones. Tampoco exclusivamente en ir a misa y rezar novenas. Nada de esto es suficiente si no se produce un cambio en el interior que se observe en el exterior. ¿Cómo va a nacer nadie al cristianismo si uno no ha nacido antes a Cristo? Es como querer hacerle creer al mundo que un manzano puede dar uvas cuando todos sabemos que las uvas solo nacen de la Vid.

Paloma Torrente

El Pelícano - Avisos OCTUBRE - del 18 al 23: Peregrinación a Tierra Santa NOVIEMBRE - viernes 7a las 19,30 h: Hora Santa de los niños - del 14 AL 16: Ejercicios Espirituales de adultos. - del 21 al 23: Peregrinación a Santo Toribio de

Liébana

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EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO A diario de 19 a 20,30 h. y los viernes todo el día desde las 9,30 h.

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