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CARTA DE SERVICIO PLAYA DEL CURA AYUNTAMIENTO DE TORREVIEJA DESCRIPCION DE LA PLAYA Longitud: 375 mts. Superficie: 10.596 m2 Anchura: 27 mts. Limit

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maría vallejo-nágera

lola torbellino EN LA PLAYA Con ilustraciones de Cristina Picazo

Barcelona • Bogotá • Buenos Aires • Caracas • Madrid • México D. F. Montevideo • Quito • Santiago de Chile

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1.ª edición: junio 2011 © 2011, María Vallejo-Nágera, por el texto © 2011, Cristina Picazo, por las ilustraciones © Ediciones B, S. A., 2011 Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España) www.edicionesb.com Published by arrangement with Harper Collins Children’s Books, a division of Harper Collins Publishers. Impreso en España - Printed in Spain ISBN: 978-84-666-4828-8 Depósito legal: B. 14.246-2011 Impreso por LIBERDÚPLEX, S.L.U. Ctra. BV 2249 Km 7,4 Polígono Torrentfondo 08791 - Sant Llorenç d’Hortons (Barcelona) Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

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Para Gonzalo y J. A. C. A., mis mejores críticos literarios, y para Bea y Cristina, mis mejores lectoras.

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Índice Protagonistas de mi vida. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Nuevos protagonistas de mi vida en Lola Torbellino en la playa. . . . . . . . . . . . . . . . 13 Prólogo: Hola, soy Lola Torbellino y estoy en Cádiz. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 1. El viaje. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 2. Faby el Pipas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 3. La «Prinzesa». . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 4. La bolsa de la playa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 5. Caldera rota . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 6. Los Gipsy Areneros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 7. El secuestro de Cocó . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 8. Johnny Aquitepilloaquitemato. . . . . . . . . . . . . . 93 9. Las garrapatas de Petra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 10. Camarera. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113 11. ¡Vendo todo a buen precio!. . . . . . . . . . . . . . . . . 123 12. Don José Carlos, un cura yeyé . . . . . . . . . . . . . . 133 13. Doña Tecla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 14. Clase de equitación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151 15. Rigoberto Mazapote . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 16. El retrato. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171 17. Las gallinas de doña Tecla . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181 18. Barba Azul . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189 19. ¡Sorpresa! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199 20. Carmencita. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209 21. Se acabó la juerga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217 Epílogo: Madrid. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225 9

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Protagonistas de mi vida Lola Torbellino: que soy yo (Lola Paz Pérez Bustelo) Elvira Bustelo y Cosme Pérez: mis papás Felipín: mi hermano de siete años Abuelo Toño: padre de mamá, que vive en casa con nosotros Don Manuel: amigo del abuelo al que le gustan las pastas de almendra Pelosfritos: mi tía (que en verdad se llama Tere), hermanastra de papá Don Sancho: portero boliviano de nuestro edificio Petra: mi perra springer spaniel Malú: mi mejor amiga del colegio Piluca: niña que juega al fútbol en el cole y a la que admiro mucho Raúl: niño guapo de la clase (me gusta) Paquito: el bebé que ha nacido en casa de los vecinos del segundo Tita: la madre de Paquito e íntima amiga de mamá Pepe: frutero del supermercado de la esquina Juan: charcutero del supermercado de la esquina Pili: cajera del supermercado de la esquina y novia de Juan el charcutero Don Ramón: profe de Historia en el colegio 11

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Rafa: profe de Gimnasia en el colegio Doña Pura: profe de Dibujo en el colegio Doña Menchu: profe de Matemáticas Tico: el señor de la limpieza del colegio Paloma y Patricia: las gemelas rubias amigas del colegio Bego: otra amiga íntima del mundo mundial (y del colegio) Britnispirs: peluquera del barrio (llamada realmente Juani) Doña Sole: directora del colegio Igor: chófer rumano de Pelosfritos Nina: cocinera de la República Dominicana de Pelosfritos Tadeo y Basilisa: los padres de Juani, o sea, de Britnispirs Padre Paco: sacerdote del cole Cocó y Rodrigo: mis primos de Cádiz (de cinco y nueve años respectivamente) Miriam y Fran: sus papás (él es hermano de mamá) Tomasito, Olaya, Damián y Matías: los amigos que tengo en el pueblo Pedro: el cerdo de Tadeo Don Emiliano: el cura sabio del pueblo de Britnispirs

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Nuevos protagonistas de mi vida en Lola Torbellino en la playa Los Gipsy Areneros: pandilla de gitanillos de la playa de Tarifa compuesta por: El Rubio: el jefe de la panda (trece años) Faby el Pipas: miembro de la panda (diez años) La Pelos: prima de Faby y la chica importante de la panda (catorce años) La Antonia: la hermana pequeña del Rubio (cinco años) Johnny Aquitepilloaquitemato: el dueño del chiringuito de la playa Lili: la mujer de Johnny, que además es pintora Lupe: amiga de Cocó Rigoberto Mazapote: profesor de equitación ( José Tuñón, en realidad) Román: mozo de cuadra Generosa y Jerezano: los caballos del club hípico Don José Carlos Mellado: el cura de Tarifa Doña Tecla: vieja dueña del quiosco de las chuches Señor Nicasio: hermano de doña Tecla

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Prólogo Hola, soy Lola Torbellino y estoy en Cádiz Querida hada madrina: Aquí estoy escribiéndote otra vez para contarte nuevos secretos de mi vida, ¡porque no veas la cantidad de cosas que me están pasando en la playa! Si vieras lo que me río... Bueno, tío Fran y tía Miriam se ríen menos e incluso le han hecho prometer a mamá que, de volver a enviarme con ellos a su casa de la playa para pasar el verano, tendrá que ser con un bozal en la boca. Cuando te adentres en la lectura de este nuevo diario verás por qué. ¡Qué injustos son los adultos, hada madrina! Fíjate que hasta han llegado a decir que el abuelo es demasiado blando conmigo... ¡Qué mentira más gorda! Luego dicen que los niños mienten mucho, ¡pero si son los mayores los que confunden todo! Es verdad que el abuelo no me riñe tanto como lo hacen ellos, pero es porque está un poco sordo y se entera de mis aventuras y desventuras sólo a medias. 15

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Tía Miriam es muy buena, pero tío Fran tiene un genio que ¡vaya! Si vieras cómo se enfada cuando Petra echa pelos por la casa... —No puedo más con esta perra. ¡Es más cochina! —dice sin importarle herir sus sentimientos. —Cuidado, tío Fran, que Petra habla español y se va a ofender —le advierto. —Pero ¿qué tonterías estás diciendo? ¿Quién te ha dicho eso? —Papá, que es veterinario y charla con ella cuando le duele la barriga. Esto sí que era una mentirijilla, pero de alguna manera tenía que salir del lío. —¡Lolín, no inventes embustes, que te saldrán sapos por la boca! —gruñe el abuelo Toño desde su hamaca al sol. Vaya... A veces oye cuando uno menos se lo espera. —¿Y qué va a hacer la pobrecita? Si es un perro, pues tendrá pelos... —Y hasta garrapatas tiene, que va soltando por el salón como el que reparte cacahuetes —sigue refunfuñando tío Fran—. Ya te he dicho muchas veces que a mí no me gustan los bichos como a tu padre, Lolín. Así que o controlas los pelajos de tu perra y a sus garrapatas, o no os dejo bajar a la playa esta tarde. —¡Nooo! Y esta discusión se repite todos los días aquí en Cádiz... ¡Con lo que me gusta ir a pasar la tarde a la playa de Tarifa, hada madrina! Su arena es suavita como la harina, aunque de color tostado, y sus bañistas son tan guapos como Raulito, el niño del cole que tanto me gusta. Los bañistas van subidos a sus tablas de windsurf y vuelan como las gaviotas. ¡No veas qué chulo es verlos surcar las olas arrastrados por el viento! Porque en Tarifa hace mucho viento, ¿sabes? A veces atiza tan fuerte el mar que Felipín tiene miedo. 16

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—A ver si vamos a salir también nosotros volando... —dice enrollándose la toalla hasta el cuello. —Pues mejor, así iremos a parar a África y conoceremos a Alí Babá. —Ya, pero estará con los cuarenta ladrones... —¡Pero a ésos los derrotaremos con la magia del genio de la lámpara, tonto! —¡Ay, que no, que no quiero salir volando hacia África! —No tengas miedo, Felipín —le contesta mi primo Rodrigo, que es un año mayor que yo y más valiente que un pirata—. Yo mataré a todos los ladrones y también a los tiburones que hay en el Estrecho. Entonces Felipín se pone pálido, se acuerda de mamá y nos exige telefonearla en cuanto regresamos a casa. ¡Qué pesado! Ni que tía Miriam nos tratara mal... ¡Pero si es más buena aún que Basilisa! (la madre de Britnispirs que se quedó en su pueblo de Burgos, ¿recuerdas?). Lo malo es que a ella tampoco le gustan los animales y frunce el 17

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ceño cuando tiene que limpiar esos pelajos de los que tanto se queja tío Fran. —Esta perra tuya es un poco peluda, Torbe —dice mientras barre con la escoba—. Tío Fran tiene razón: tu padre y su manía de tener perro... Y es que debes recordar, hada madrina, que mi papá es veterinario y que no sólo le gustan los animales, sino que si fuera por él viviríamos en las jaulas de los orangutanes del zoo de Madrid, que es la ciudad más chula del mundo, y donde ya sabes que vivo. Claro que mamá nunca nos lo permitiría... Para mí que tío Fran se parece un montón a ella (¡como que es su hermano!). Es igualmente un cascarrabias y arruga la nariz de la misma manera cuando se enfada, que es casi todo el tiempo. Fíjate que le ha dado por echar a Petra al jardín dándole golpecitos con el periódico, y claro, el otro día la perra le gruñó... ¡Si vieras lo que le hizo al periódico! Lo destrozó todito todo, y tío Fran agarró una pataleta como las de Felipín. Menos mal que el abuelo Toño ha venido a veranear con nosotros y le llama «exagerado». ¡Yo no me atrevo! ¡Anda que no tengo cosas que contarte, hada madrina! Pero no seas impaciente, que de todo te enterarás leyendo este diario nuevo que he titulado Lola Torbellino en la playa, para que no te confundas con el que te escribí este invierno pasado y que titulé Lola Torbellino. Ése se me quedó en un cajón de mi cuarto de Madrid y espero que no se pierda como Rita, la preciosa muñeca que me regaló don Manuel y que se comió Petra por celos. ¿Te acuerdas? ¡Lo estoy pasando bomba aquí en Cádiz, hada madrina! Tanto como si hubiera estado en el Parque de Atracciones de Madrid, que ya sabes lo remucho que me gusta. Así que sigue leyendo y conocerás a mis primos Cocó y Rodrigo, a mis tíos Fran y Miriam, a doña Tecla y a los Gipsy Areneros, que son los pandilleros que he conocido 18

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entre las dunas de la playa de Tarifa y que son más traviesos aún que Malú, Bego y las gemelas del cole de Madrid. ¡Incluso más divertidos que los amigos que hice en el pueblo de Britnispirs con los que a punto estuve de ahogar al cerdo de Tadeo! ¡Prepárate, hada madrina, porque comienzan mis nuevas aventuras!

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1 El viaje ¡Cómo me gusta ir en el coche nuevo de Pelosfritos, hada madrina! En realidad se llama Tere y es la hermanastra de papá. La llamo así porque ya sabes que Pelosfritos y yo no nos llevamos bien. Papá en cambio la aprecia muchísimo y me riñe si la llamo Pelosfritos. ¡Claro, como que a él le ha dejado dinero para solucionar unos problemillas que ha tenido con la hipoteca! Eso debe de ayudarle a verla con buenos ojos... Tere es millonaria y tiene el coche de Terminator, que se llama Hummer. ¡No veas qué bien va! Y como en el fondo es generosa permitió que Igor, su chófer rumano, nos llevase al abuelo, a Felipín, a Petra y a mí hasta Cádiz porque en Madrid nos aburríamos mucho y no aguantábamos el calor. También porque mi hermanita recién nacida, Carmen, llora un montón y da la lata a todo el mundo. Hasta mamá se hartó y por eso nos ha enviado a la casa de la playa de su hermano Fran. ¡Pero vaya viaje, hada madri21

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na! Si vieras qué rollo... Tardamos ocho horas en llegar. ¿Te imaginas lo que es aguantar a Felipín ocho horas seguidas dentro de un coche y a Petra echándose pedetes apestosos en cada curva? Nada más salir de Madrid mi hermano se empeñó en que quería ir delante. —Que no, tonto; deja al abuelo al lado de Igor, que aquí atrás no le cabrán las piernas. —Eso, niño —dijo el abuelo Toño desde el asiento de delante—. Tu hermana tiene razón. Hale, estate tranquilito y no des la tabarra. —Pues yo quiero ir delante. —¡Es más egoísta, hada madrina! —Pues te aguantas. ¿No has visto que el abuelo no quiere ir atrás? Además, con Petra y sus pedos morrocotudos se morirá. —¡Anda! Pues mejor que se muera el abuelo que es viejo y no yo. —¡Qué malo! Me tienes que obedecer porque soy tu hermana mayor. —¿Quieres que te vomite encima como cuando fuimos al pueblo de Britnispirs en el Cuatro Latas de Sancho? Recordando aquello me entró un mareo que vaya, vaya... —¡Calla, tonto! Como me devuelvas encima como aquella vez, vomitaré yo también. —Tú no te mareas, así que no sabes vomitar como yo. —¿Quieres que pruebe? —Entonces me metí los dedos en la garganta y me dio una arcada. ¡Qué susto y qué desagradable me resultó eso, hada madrina! —¿Qué pasar atrás? —preguntó Igor frunciendo el ceño—. ¡Ninios shushhh! ¿Eh? Viaje largo y ninios portar bien o yo echar de coche... —Sí, mira tú, Igorito... Como si mi abu te fuera a dejar. 22

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—Ya sabes que Igor habla fatal español. ¡A ver si aprende de una vez! —¡Shushhh, ninios, yo dicir! —Igorito, se dice «silencio, niños» y no shushhh, ninios. Deberías pedir a Pelosfritos que te pusiera un profe de español tan majo como don Ramón, el de mi cole. Uno que te enseñe palabras chulas como «escarabajo», «hipotermia» o «cuadrúpedo». —¿Eh? Nu înteleg.* ¿Qué ser hipotermia? —Que al que tiene hipo le duele una hernia. ¿Ves qué fácil es saber el significado de las palabras? * «No entiendo», en rumano. 23

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—¡Tú inventar todo! Tú ninia rara... —¡Hala! Abuelo, que Igor me insulta encima de que le enseño a hablar español... Pero el abu no contestó porque se había quitado el Sonotone y se había puesto a roncar como un león. Petra se dejó de tirar pedetes y también se quedó frita. Ya ves, hada madrina: todos me ignoran cuando más ayuda necesito. —Como no me pongáis delante, vomitaré de verdad, ¿eh? —insistió el pesado de Felipín. —¡Igor, que éste dice que vomitará! —¿Qué ser gomitarrá? —Pues que dejará una papilla bubónica restregada por la tapicería del Hummer que luego te será muy difícil de limpiar. —¿Qué ser palabra «bubónica»? —Hijo, qué pesado eres. Pues no preguntas ni nada... —Yo no saber... Tú enseniar Igorito. —Quiere decir que apestará más que los punes que se ha tirado Petra y que nos están intoxicando a todos. ¡Ñiiiiiic!, sonaron los frenos del Hummer de Pelosfritos. ¡Vaya, hada madrina! En un santiamén Igor había despertado al abuelo y le había cambiado hacia atrás. ¡Y Felipín se había salido con la suya! —Vaya mimado que eres. Eres más malo que el Capitán Sparrow —le susurré al oído. —Y tú eres igualita a la abuela de Caperucita: siempre esperando a que alguien te cuide... ¡Pues no seré yo! —Entonces me sacó la lengua. ¡Vaya rabia que me dio, hada madrina! ¿Cómo se las arreglará mi hermano para enrabietarme? Encima el pobre abuelo iba encogiendo las piernas a mi lado, ya que el Hummer es un coche chulo sólo para los que van delante, y con Petra repanchingada sobre nuestros pies, pues imagínate... Yo creo que es tan estre24

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cho detrás porque se hizo para Terminator, que no debe de tener abuelo ni perra. —Ahora tú te quedarás calladita que yo me quiero volver a dormir como Petra —me ordenó el abuelo echando la cabeza hacia atrás. No había pasado ni un minuto cuando le oí roncar como un león. ¡Vaya concierto! Como nadie me hacía caso, me empecé a aburrir. —¿Cuándo llegamos? —pregunté a Igor. —Ninia no preguntar. Tú entretener con senior Tonio y con Petra. —¡Pero si están dormidos y no me hacen caso! —Entonces tú mirar cómo ellos dormirrr y callar para no distraír Igor. Como eso me parecía un rollo patatero me puse a observar lo que hacía una mosca que sobrevolaba la narizota del abuelo. ¡Eso sí que estaba resultando divertido, hada madrina! La mosca se le comenzó a acercar peligrosamente a la boca abierta, de la que salían esos ronquidos monumentales. «En una de éstas se le meterá dentro», pensé. Y tal como imaginé, ¡zas! ¡¡Se le coló, hada madrina!! ¡Ay, qué risa me entró! El abuelo empezó a toser y Petra se despertó de golpe y se puso a ladrar como una loca. —¡¡Qué le pasa, sinior!! ¡Tú asusta Igor! —gritó nuestro chófer dando un fuerte volantazo. —Nada, que se ahoga porque se ha comido una mosca. —¡Abuelo, qué porquería! —gritó Felipín—. Se lo pienso contar a mamá cuando me regañe otra vez por no querer comerme las acelgas. —¡Huy, qué moradito se estaba poniendo el abuelo Toño, hada madrina! ¡¡Ñiiic!!, hicieron otra vez los frenos al parar frente a una gasolinera. Tuvimos que sacar al abuelo a trompicones del coche y darle unos golpecitos en la espalda. Tosió y tosió hasta que se le coló la mosca hacia la tripota. ¡Se la había terminado por tragar! ¡Ay, qué risa me entró! 25

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—¡Ja, ja! ¿Estaba rica, abu? —Bribona, mala, que no me has avisado y encima te ríes de mí —decía enfadado. —Es que me aburría. —¿Y porque te aburrías tratas así a un pobre viejo? —Sí, ja, ja... —Mmm... —El abuelo me miró con chispitas de enfado en los ojos—. Pues has sido muy mala... —Sí, sí. ¡Je! —Tengo pis —interrumpió de pronto Felipín. Igor puso los ojos en blanco. —Bueno, pues todos ir aseo ahorrra, ¿vale? Don Tonio, usted también, ¿vale? Así no parrrar en dos horrras... A ver si tenerrr Igor un poco de pas... Vamos, Petra, tú pis también. Entonces el abuelo se metió en el aseo de señores con Felipín, Igor se puso a pasear a Petra y yo esperé a que una señora gorda saliera del de las damas, que estaba justito enfrente. ¡Te prometo que no tardé ni un minuto, hada madrina! Pero cuando salí y miré a mi alrededor descubrí espantada que no estaban el Hummer, ni Igor, ni el abuelo, ni Felipe, ni Petra... ¡¡Me habían abandonado!! ¡Ay, qué disgusto me llevé! —Oiga, ¿dónde se han ido mi abuelo, mi hermano, una perra springer spaniel y el conductor del coche de Terminator que había aquí aparcado? —pregunté angustiada al señor que trabajaba en la gasolinera y que estaba cobrando detrás del mostrador de la tienda. —Se fueron, linda. —El señor gasolinero era tostadito de piel y tenía un acento como el de Sancho, el portero boliviano de nuestro edificio de Madrid. —¡ME HAN ABANDONADOOO! —Creo que sí, negrita. —¡¡AY!! ¡¡LLAME AHORA MISMO A LA POLICÍA, SEÑOR GASOLINERO!! 26

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—La policía no te hará caso porque has sido una niña mala. Aquello me sonó raro... —¿Y usted cómo lo sabe? —Porque tu abuelito me lo ha contado todo y se han ido. En mi país los abuelos abandonan a las nietas traviesas. —¿Petra también? —¿Quién es ésa? —¡La perra springer spaniel tan guapa que estaba con ellos! —¡Ah!, ésa se montó en el coche la primera... Para que veas que ella también estaba enfadada contigo. —¡Ay, qué disgusto me estaba llevando, hada madrina! —¡¡Se lo contaré todo a mi papá, llamará al rey y los meterán en la cárcel!! —grité aguantando las lágrimas. —¿A quién, nenita? —¡Pues a usted, a mi abuelo, a Felipín y a Igor! —¿Y a Petra? —A esa chaquetera se la regalaré a un mendigo para que pida limosna el resto de su vida. ¡Verá cómo echa de menos sus juguetes y los cuidados de papá! —¡¡No hagan rabiar a la niña!! —dijo la señora gorda que había estado antes en el lavabo—. No te preocupes, nenita. He visto a tu abuelo meterse en el coche y pedir al chófer que dieran una vuelta a la gasolinera para asustarte. ¡Mira!, ahí vienen otra vez. Entonces vi con el rabillo del ojo llegar el Hummer de Pelosfritos. Felipín estaba de nuevo sentado en el asiento delantero y me sacaba la lengua mientras que Igor y el abuelo se reían a carcajada limpia... ¡¡Ay, qué rabia tan tremenda me entró de pronto, hada madrina!! Nunca el abuelo había sido tan malo conmigo, ni me había hecho creer que me abandonaba. ¡Qué vengativo! Sólo porque 27

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había dejado que se tragara una mosca... Noté cómo un calorcillo me subía por los mofletes. —Eso te pasa por ser tan traviesa, ja, ja... —rio el gasolinero enseñándome un diente de oro. ¡Jopetas, qué mal me sentó esa risotada! —No les hagas caso, princesa. ¡Los hombres son como niños! —insistió la señora gorda secándome las lágrimas con un pañuelo. El abuelo, Felipín e Igor entraron en la tienda riéndose por lo bajines. —Tú creer que nosotros abandonar tú por mala, ¿verdad? Je, je... —¡Ay, qué risa, abuelo, que se lo ha creído! —se carcajeó Felipín tapándose la boca con una mano.

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—Aquí tiene sus vueltas, caballero —dijo el gasolinero entregando al abu unos euros y guiñándole un ojo. —¡Qué malos han sido con la nena, señores! ¿No les da vergüenza asustar a una pobre criatura? —siguió defendiéndome la señora gorda. —¡Ja, ja, ha sido una bromilla! —rio el abuelo. Entonces no sé qué es lo que me pasó, hada madrina... Fue como si me entrara un diablillo por las tripas, pues sin poderme controlar agarré una bolsa de patatas fritas enorme de una repisa, la abrí y antes de que me diera cuenta me vi de un salto sobre el mostrador. —¿Eh? ¿Qué haces, linda? —dijo el gasolinero al ver cómo pegaba mi nariz a la suya. —¡¡Usted ha sido un cómplice de mi abuelo Toño!!

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—grité. Y de pronto, ¡ZAS! ¡Le volqué las patatas fritas por encima de la cabeza! —¡¡LOLA!! —gritó el abuelo agitando los brazos—. ¡¿Te has vuelto majareta, hija?! ¡¡Baja de ahí!! —Hala, lo que ha hecho... —susurró Felipín. —Huy, qué sucio lo ha puesto todo... —añadió la señora gorda. —¡¡Oh, esta ninia telible!! —murmuró Igor llevándose las manos a la cabeza. Y entonces me eché a llorar pataleando. ¡Vaya rabieta agarré y qué gritos pegaba! —¡Esto les pasa por haber sido crueles con una pobre 30

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niña! —dijo la señora al tiempo que meneaba la cabeza de un lado a otro. —¡Siniora, usted no conoser esta Lola Torbellino...! —¡Calla, Lolín, que te vas a quedar ronca! ¡Deja de gritar, mi sol! —decía el abuelo mientras me llevaba en volandas hacia el Hummer. Vaya si grité... Y el berrinche no se me pasó hasta que llegamos a Cádiz, hada madrina. Tanto lloré y voceé que los que se aburrieron el resto del viaje fueron ellos... ¡Vaya si lo merecían!

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2 Faby el Pipas Tío Fran es listísimo, hada madrina. Estudió algo muy importante que le metió un montón de números en la cabeza y ahora es capaz de reparar cosas dificilísimas como la plancha de tía Miriam o la lavadora. Me lo contó todo durante nuestro primer desayuno en su casa de Cádiz. —Tío, ¿cuidas perros, loros y gatos como papá? —No, Lola. Ya te he dicho que a mí no me gustan los bichos como a tu padre. Mira las garrapatas que tiene tu perra. ¡Vaya guarrilla que está hecha! Yo soy ingeniero. —¿Y eso qué es? —Pues que arreglo motores. —¿Como esos señores que hacen los cohetes que van a la Luna? —¡Y también los que van a Marte! —se adelantó mi primo Rodrigo, que quiere mucho a su papá. —¡HUY, ERES ASTRONAUTA! ¡QUÉ CHULO! —exclamó Felipín admiradísimo. 33

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—¡Ja, ja, no, Felipe! Yo sólo estudié requetemucho para hacer motores gordotes, pero no para meterme en ellos y salir volando. —¡Vuestro tío es listo como nadie! —intervino de pronto el abuelo—. Cada vez que sacaba un sobresaliente, la abuela y yo nos poníamos a bailar un chotis. —¿Qué es un «chotis»? —pregunté. ¡Vaya palabras tan sabias que sabe mi abuelo, hada madrina! —Pues un baile divertidísimo, Lolín. —¿Como el que bailan las famosas en ese programa de la tele? —Igual. —¡Anda, abu, enséñame, enséñame, porfa! —me puse a gritar dando botes. —Con bastón tendrá que ser, que me duelen las rodillas, reina... ¡Ay, qué lástima, hija! Ya no soy el de antes. —Y si se rompe un avión, ¿puedes arreglarlo? —interrumpió Felipín, a quien cuando se le mete una idea fija en la mente no hay quien le pare. —Pues sí —contestó tío Fran. —¿Y el tanque que me regaló don Manuel? Petra mordió el cañón y ahora está torcido... —También, Felipe. —¡Jopetas, qué bien! ¡Entonces yo de mayor voy a ser ingeniero! —Pero para eso tendrás que estudiar un montón. —¡Ah! Entonces prefiero ser otra cosa. —¡Qué vago es mi hermano, hada madrina! Después del desayuno tía Miriam se puso a dar órdenes: —¡Nos vamos a la playa! Lola, coge a Petra y ponle el bozal y la correa; Felipe, encárgate de llevar los cubos y las palas; Cocó, ponte las chanclas; abuelo, guarda en la cesta las cremas de sol para que éstos no se nos achicharren; Rodrigo, carga las toallas y péinate el flequillo. 34

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—¿Y para qué quieres que me peine si me voy a meter en el mar? —protestó Rodrigo, que es enemigo del peine. —Porque vas hecho un gitano. —¿Como los que van por la playa de Tarifa? —preguntó mi prima Cocó mientras se ponía las chanclas de goma. —Sí, como esos que se ponen a freír salchichas en la barbacoa y meriendan bocatas de calamares en el chiringuito de Johnny. —¡GUAUUU! —exclamé. ¡Qué sorpresa me llevé, hada madrina! Resulta que mis primos veranean en el mismo sitio que algunos gitanos. ¡Con las ganas que tengo de aprender a bailar flamenco como ellos!—. Yo quiero que mamá me compre unos zapatos rojos con lunares blancos para dar taconazos y así poder irme con vuestros amigos los gitanos a la Feria de Sevilla. —Pero ¿qué tonterías dices, Lolín? —Tía Miriam me miraba con el ceño fruncido. —¡Sí, que yo sé que ser gitano es divertidísimo! La mamá de mi amiga Malú va todos los años a la Feria y luego nos enseña las fotos. ¡Se la ve más guapa con su traje de colores lleno de volantes! —Pero eso no es ser gitana... —¡Jopetas que no! Si bailas flamenco, te conviertes en gitana. Si lo sabré yo... Pero tía Miriam no me hizo caso y me entregó la correa de Petra, que se puso a ladrar muy excitada por lo que había oído decir de los gitanos. Yo creo que ella también quiere aprender flamenco. Estoy segura de que con un poco de entrenamiento sería capaz de hacer piruetas al son de unas castañuelas y podríamos hacer una función: ella de saltimbanqui perruna y yo de bailaora flamenca. ¡Ganaríamos una fortuna y papá pagaría su hipoteca en un pispás! 35

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—Anda, déjate de zapateaos y corre a coger tu toalla, que nos vamos a la playa ya mismito —insistió tía Miriam. ¡No iba yo contenta ni nada, hada madrina! Mis tíos viven en una urbanización frente a una playa bien larga de arena color oro llamada Playa de Tarifa. Está llenita de veraneantes guapísimos a los que les gusta subirse en unas tablas que vuelan por los aires que se llaman «tablas de windsurf». ¡Si vieras qué saltos dan! A lo mejor a ti poco te impresionan, porque al ser un hada madrina debes de volar con sólo tocar tu varita mágica, pero hija, una que es de carne y hueso como yo no tiene otra manera que ésta de volar entre las olas aprovechando la fuerza del viento y del mar. ¡Estoy deseando ser mayor para aprender! Mi primera mañana de veraneo en Tarifa fue muy especial, porque gracias a Petra, Cocó y yo hicimos una amistad importantísima. Ya andábamos terminando las almenas de un castillo de arena cuando se nos acercó un niño. —¿El chucho es vuestro? —preguntó arropándose con una toalla que tenía el escudo del Betis. —Sí, pero no es chucho. Es chucha —dijo Cocó—. Es de mi prima mayor, que es esta de aquí. —Pues es igualita que la del Rubio. —¿Y quién es el Rubio? —pregunté. —Pues el jefe de mi panda. —¡Anda! ¿Tienes una pandilla? —pregunté llena de admiración—. ¡Como yo! —¿Ah, sí? Pues no me extraña, maja. Aquí todo el mundo tiene que ser de una panda. La mía se llama los Gipsy Areneros. ¿Y la tuya? —¡Ay, hada madrina! Vaya preocupación me entró porque de pronto caí que llevo desde la guardería siendo amiga de Malú, las gemes y Begoña y resulta que no tenemos nombre para nuestra panda... —Pues no sé... 36

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—¡Huy, qué raro! Entonces no tienes pandilla. —¡Que sí! —Embustera, pelotera, pistolera..., na, na, na... —El muchacho comenzó a mover las caderas de un lado hacia otro y a canturrear. ¡Qué salado era! —¡Ja, ja¡ ¡Ay, qué majo...! ¿Cómo te llamas? —Faby el Pipas. —Pues qué nombre más raro, hijo... —¿Y vosotras? —Yo soy Lola, pero todos me llaman Lola Torbellino. Y ésta es Cocó, mi prima de cinco años. La perra es Petra. —¿Y dices que soy yo el que tiene un nombre raro? ¡Ja, ja...! ¡Vaya nombre de chirigota el de tu primaja! Cocó la pantalonera, que fue al baile y le entró la cagalera, na, na... —Y se puso a canturrear otra vez y a mover las caderas. ¡Huy, qué divertido me estaba pareciendo mi nuevo amigo! Pero entonces mi prima, que no tiene mucho sentido del humor, se puso a lloriquear. —¿Qué te pasa, salá? —dijo Faby el Pipas abriendo mucho sus oscuros y grandísimos ojos—. ¿No te gusta el cante jondo? ¡OLELOREILOOOOOO! Arsa, mi niña... —¡Ay, que te ríes de mí...! Como te sigas riendo llamo a mi mamá, que tiene una escoba y te pegará con ella en la cabeza. —¡No, quilla! Es que tu nombre es bien raro... Yo en verdad me llamo Fabián Romero García, pero toos me llaman Faby el Pipas porque me puedo tomar una bolsa gigante de esas saladas que vende la Tecla. —¿Y quién es la Tecla? —Pues la vieja dueña del quiosco de chuches de la playa. Es amiga de mi abuela y tiene las mejores pipas de toda la provincia de Cadi. Si dejas de llorar, te compro una bolsa, ¿vale, churri? —Bueno... —dijo Cocó secándose los mocos con la 37

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palma de la mano—. En realidad me llamo Constanza, que no es un nombre raro. Faby el Pipas es mucho más feo... —A lo mejó... ¿Oye, y venís toos los días? —Sí. Es el primer día de Lola aquí, pero yo llevo un mes porque terminé el cole en junio. Mi cole es muy grande, está en la ciudad y es de monjas. —¡Anda, qué casualidad! La hermana de mi abuelo es monja y en la guerra era una chiquilla, pero ahora es vieja y está arrugá. —¿Es profe de mi cole? —preguntó Cocó, que se está volviendo muy curiosa. —Me parece a mí que no... Ella es de profesión rezona. —¡Huy, como don Emiliano, que es el cura del pueblo de Britnispirs y que se parece al mago Merlín! —dije—. ¿Y tu tía ve a Jesús?

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—Seguro. Mi padre dice que es santa. —¡OOOH! —exclamé. ¡Qué chico más interesante estábamos conociendo, hada madrina! Si llego a saber que en la playa de Tarifa iba a conocer veraneantes tan divertidos, habría pedido a mamá que me dejara venir antes. ¡Con lo que me estaba aburriendo en Madrid aguantando los berrinches de Carmencita! —Pues yo voy a otro cole en Madrid que es más importante que el de Cocó, porque una de las niñas de mi clase hizo la Primera Comunión con una corona como la de doña Letizia. —Pues no sois fisnas ni na... —Finas no sé... Hasta hace poco éramos «niñas bien», lo que pasa es que ahora mis papás son pobres por culpa de la hipoteca de la clínica de perritos de mi papá, y a lo mejor yo ya no lo soy.

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—¡No pasa na, mujé...! Nosotros siempre hemos sido pobres y nos pasamos la vida cantando. Además, somos amigos de la princesa de España. —¡¡QUÉÉÉ!! —gritamos Cocó y yo a la vez. ¡Vaya sorpresón, hada madrina! Resulta que nuestro nuevo amigo era importantísimo y nosotras sin sospecharlo siquiera. ¡Ay, qué nervios nos entró de pronto! Tantos aspavientos hicimos que se acercaron Rodrigo y Felipín, que hasta entonces estaban bañándose en la orilla. —¿Qué pasa aquí? —preguntó mi guapísimo primo mayor estirándose un poco—. ¿Y tú quién eres y por qué hablas a mi hermana, a la perra y a mi prima? Para eso tienes que pedirme permiso. —¡Vaya protector que se ha vuelto Rodrigo desde su noveno cumpleaños, hada madrina! Ni que nos fuese a secuestrar Faby el Pipas... —No te pongas antipático, Rodrigo, que es nuestro nuevo amigo Faby el Pipas. Fíjate que tiene una tía santa que ve a Jesús y es íntimo de la princesa —dije. —¿De verdad? ¡GUAUUU! —Pues sí... Pero no te enfades, majo, que sólo vine a preguntarles por el chucho... —contestó Faby. —El chucho tiene nombre. ¡Un respeto, por favor! —añadió de pronto Felipín, que si no interviene se puede morir de una rabieta. ¡En todo se entromete!—. Mi papá es veterinario y dice que Petra habla español, así que cuidado con ofenderla. —¿SÍÍÍ? ¡Oh! Pues qué lujo, majo... —dijo Faby el Pipas echando un silbido al aire—. La deberíais llevar a la tele para ganar un concurso de listos... Mi abuela tiene una burra que arrea coces si le tiras del rabo. —¡Huy, qué bruta! ¿Y te ha dado alguna coz? —preguntó Rodrigo muy interesado. Vaya, ahora ya no le parecía un enemigo Faby el Pipas, hada madrina... —Pues sí, una vez, y desde entonces me falta un diente. 40

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—Y entonces abrió la boca y nos enseñó que efectivamente tenía un hueco entre los dientes de arriba. ¡Pobrecito! Ahora entendía por qué se le escapaban tantos silbidos al hablar. —Jopetas, qué bruta es la burra de tu abuela. Deberíais educarla como mi tío Cosme ha educado a Petra, que sólo se hace pis en los árboles —dijo Rodrigo. —Ya, pero es que nosotros no somos fisnos como vosotros, majo... Aunque ya les decía a éstas lo de mi amistad con la princesa del pueblo... —¡¡YO QUIERO CONOCERLA!! —grité dando saltitos de emoción—. ¡¡PRESÉNTAMELA, FABY!! —Hoy no puede ser porque ya se ha marchado. Pero si queréis os la presento mañana porque baja a la playa todos los días con su nena... ¡Es más simpática que los euros! A mi madre le dio dos besos ayer y too... ¡Vaya princesa que tiene España más guapa! Si os colocáis en este mismo sitio, os presentaré también a mi pandi, los Gipsy Areneros. ¡Os van a caer más bien! —¿Y mi mamá y mi abuelo también pueden conocer a la princesa? —preguntó Cocó con chispitas en los ojos. —Pues claro, y hasta la Petra le puede chupar la mano. Me da a mí que a ella le gustan los bichos. Ayer metió un pez en el cubo de su nena. —¡¡A COMEEER, FABIÁN!! —gritó una señora gorda sentada en una silla de tela, que estaba rodeada de un montón de gente—. ¡¡VEN, QUE SACO LA FRITANGA!! —¡¡VOY, MAMAAA!! —respondió—. Esa de ahí es mi mama y ésos son mis tíos, mis hermanos, primos, abuelos y vecinos. Y ese de ahí tan pelirrojo es mi tío de Gibraltar, que se llama el Johnny. —¿Y qué es Gibraltar? —pregunté. —Pues un trozo de país extranjero. Es el dueño del chiringuito aquel que está en la playa. Los mejores boquerones de toda la bahía los sirve él con ajetes y limón. 41

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—¡Jopetas, qué familia más grande y más original! —exclamé admirada. Qué suerte había tenido de conocer en mi primer día a un amigo tan especial, hada madrina... —Y eso que faltan la mitad. El resto se han quedado en el pueblo porque dicen que aquí se achicharran. Bueno, ¿entonces quedamos mañana aquí a la misma hora para que conozcáis a toos? —¡¡Vale, vale!! —gritamos dando palmas. Y ahí que se fue volando hacia el gran grupo de personas que había descrito como su familia. ¡Ay, qué ilusión más grande tengo, hada madrina! Estoy aquí con tantos nervios que no sé si podré dormir esta noche. ¡Que resulta que doña Letizia veranea en la playa de Tarifa y es íntima de mi nuevo amigo! Vaya sorpresa se va a llevar tía Miriam cuando se entere. ¡Y ya no te cuento la envidia que despertaré en el cole a mi regreso!

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3 La «Prinzesa» —Abuelo, ayer en la playa conocí a un amigo de la princesa Letizia. ¡Es más simpático! —¿Cuántas veces tengo que decirte que cuando se miente salen sapos por la boca? —¡Que no, abu, que no miento, que hablo de mi nuevo amigo! —A veces el abuelo me desespera, hada madrina. —¿Te refieres al morenillo envuelto en una toalla con el escudo del Betis? —¡¡Justo ése, abu!! ¿A que era estupendo? —Bueno, si tú lo dices... ¿Y ése es amigo de la familia real? ¡Anda ya! —¡Que sí, que sí! Y hemos quedado hoy con él y con su panda, los Gipsy Areneros, para que hagamos las presentaciones oficiales. Así que, ¡hale!, vamos a desayunar deprisa que no debemos hacer esperar a su alteza. —El abuelo me miraba de reojo—. ¡Venga, no te quedes ahí 43

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parado! Vamos a contárselo a tío Fran y a tía Miriam para que se pongan guapos. —Lolín, hija, no sé yo si creerte... Como eres tan teatrera... —¿Ya empezamos con lo de no creerme? ¡Nunca te fías de mí, abu! El abuelo Toño se rascó la calva y se dirigió a la cocina farfullando entre dientes: —Pues yo creía que la familia real veraneaba en Palma... Qué lástima que mi Purita ya no esté aquí. Le habría gustado muchísimo conocerlos. En la cocina nos encontramos a tío Fran desayunando en pijama con los pelillos revueltos sobre la coronilla y a tía Miriam preparando el café. —Hijo, que la niña dice que nos pongamos guapos porque esta mañana en la playa nos van a presentar a la princesa doña Letizia. —¡Vaya memez, papá! —dijo tío Fran sin hacerle caso. ¡Otro que no me creía, hada madrina! Los mayores son muy raros... —Que sí, tío. Nos la presentará Faby el Pipas, que tiene una tía santa que ve a Jesús y una abuela que tiene una burra que tira coces. —¡Pero qué barbaridades cuentas, Torbe! La familia real veranea en Palma de toda la vida —dijo tía Miriam. —¡Que ya no, tía! ¡Que ahora lo hace aquí! Faby el Pipas me ha dicho que la princesa del pueblo habla con su madre como si fueran amiguísimas de la muerte. En un ratito estará en la playa. —¿Y quién es Faby el Pipas? Vaya nombre... —Pues uno del grupo de los Gipsy. —Tío Fran pegó tal respingo que casi se le caen las tostadas dentro del café. —¡Arrea!, que los Gipsy son unos cantantes de flamenco jondo muy populares. A ver si son los que van a 44

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dar un concierto en Jimena de la Frontera este próximo fin de semana... —Pues seguro, porque Faby canta que no veas. A Cocó le cantó un estribillo. —Es verdad, papi. Faby el Pipas me cantó eso del jondo... —dijo Cocó—. Y bailaba moviendo las caderas de aquí para allá, así, pum, pum... ¡Es un gran artista! ¡Vamos a ponernos guapos para conocer a la princesa, papi! —A mí me suena un poco raro... —dijo la tía. —Pues a Purita le habría gustado conocer a la princesa —repitió el abuelo secándose una lagrimilla. —¡No te pongas triste, abuelo! —gritó Rodrigo—. La conoces tú y cuando te mueras y te vayas al cielo se lo cuentas todo y ya está. Si vieras lo ilusionados que estábamos todos, hada madrina... Felipín encontró una camiseta sin lamparones, yo me hice dos quiquis y Rodrigo hasta se peinó y metió el peine en la bolsa de la playa. ¡Inaudito! Tía Miriam se puso un traje de flores playero preciosísimo y una pamela, y el abuelo se calzó unas alpargatas y escondió las chanclas. —¿Son nuevas tus alpargatas, abuelo? —Sí. Me las pongo para que doña Letizia no me vea los juanetes. El más guapo era tío Fran. Se colocó una camisa de flores hawaiana y unos bermudas color caqui de lo más molones. —Oye, Torbe, ¿sabrá tu amigo de los Gipsy dónde se pueden adquirir entradas para el concierto? —No sé... —Pero ¿seguro que es cantante? —Bueno, eso sí... Y su madre también debe de serlo porque tiene una voz muy potente. —Eso no me extraña nada: toda la familia se dedica a la 45

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música y te digo yo que los Gipsy son unos artistas como la copa de un pino. —Yo me estaba empezando a preocupar un poco, hada madrina, porque Faby el Pipas no había dicho nada de un concierto, pero si tío Fran es ingeniero y todo lo sabe, pues... Cuando llegamos a la playa aún no había mucha gente, lo que nos permitió encontrar un sitio estupendo cerca del chiringuito del tío pelirrojo de Faby. —Vamos a sentarnos aquí, tía Miriam —dije—. Así veremos llegar a Faby el Pipas con su familia. Tía Miriam y el abuelo no estaban muy convencidos porque decían que olía a fritanga. ¡Anda!, eso era precisamente lo que le dio de comer ayer a Faby su madre. No había pasado ni una hora cuando la gente comenzó a llegar. ¡Qué bonita es la playa de Tarifa, hada madrina! Los windsurfistas se subían en las tablas y yo me quedé de piedra viendo cómo volaban sobre las olas.

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