LOS CÓDIGOS ÉTICOS EN CAJAS DE AHORROS Y COOPERATIVAS DE CRÉDITO: ESTADO DE LA CUESTIÓN Y ANÁLISIS EMPÍRICO

LOS CÓDIGOS ÉTICOS EN CAJAS DE AHORROS Y COOPERATIVAS DE CRÉDITO: ESTADO DE LA CUESTIÓN Y ANÁLISIS EMPÍRICO Profª. Dra. Carmen Valor Martínez, cvalor

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LOS CÓDIGOS ÉTICOS EN CAJAS DE AHORROS Y COOPERATIVAS DE CRÉDITO: ESTADO DE LA CUESTIÓN Y ANÁLISIS EMPÍRICO

Profª. Dra. Carmen Valor Martínez, [email protected], Profª. Dra. Amparo Merino de Diego, [email protected], Prof. Dr. Ricardo J. Palomo Zurdo, [email protected] Universidad San Pablo-Ceu (Madrid)

ABSTRACT Este trabajo tiene como objetivo básico conocer el grado de implantación de códigos éticos en entidades financieras de la economía social. Para alcanzarlo, y tras explorar los principales elementos del marco de actuación de estas entidades en relación con los códigos éticos y la responsabilidad social corporativa, se lleva a cabo un análisis empírico para conocer esta realidad, a través del uso de cuestionarios estructurados y cerrados sobre cooperativas de crédito y cajas de ahorro en España.

1. INTRODUCCIÓN En los últimos años resulta notorio el interés por inculcar y/o transmitir el comportamiento ético en la empresa y en los negocios; situación que contrasta con lo acontecido, principalmente, en los años ochenta, cuando parecía primar el éxito a cualquier precio, el individualismo, la competencia personal y otras manifestaciones de esta índole, ahora aparentemente desfasadas e incluso rechazadas. Desde finales de los años noventa y, más aun, desde el inicio del nuevo siglo, muchas empresas de los países desarrollados avanzan por la senda de una “conversión ética” de su actividad y de la actuación de sus directivos. Algunas realmente lo han conseguido ya; otras se encuentran en el camino, pero otras muchas aún no lo han planteado. Ahora bien, es en las sociedades cotizadas (que suelen ser grandes empresas) donde más se ha avanzado en esta nueva filosofía empresarial, quizá por dos razones fundamentales: por estar permanentemente sometidas a una valoración de mercado; y por estar obligadas a presentar amplia información sobre su actividad, lo que implica, entre otros, presentar informes de gestión, auditoria externa, honorabilidad de sus dirigentes, etc. La “ética en la empresa” es una expresión de amplio contenido y muy diversa trascendencia, dependiente en muchos casos del sector de actividad, de la dimensión económica, societaria o laboral, de su finalidad, entre otros factores. En consecuencia, se puede manifestar en diversos ámbitos, entre los que destacan la denominada Responsabilidad Social de la Empresa o Corporativa (RSE o RSC) y la transparencia en su gestión y actividad (más orientada a la comunicación veraz de información y a su credibilidad). Las entidades o empresas financieras integradas en el amplio ámbito de la economía social y de las empresas de participación (a saber, las cajas de ahorros y las cooperativas de crédito) están aplicando ya los principios que comúnmente se identifican con los denominados códigos éticos y de buen gobierno, de modo equivalente a como ha ocurrido en otras entidades financieras (principalmente bancos y empresas de servicios de inversión) y, en general, en la mayoría de las empresas cotizadas. En este sentido, cabe destacar el proyecto de circular de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), sobre el informe anual de Gobierno Corporativo y otra información de las Cajas de Ahorros que emitan valores admitidos a negociación en Mercados Oficiales de Valores. Circular basada en las medidas que introdujo la Ley 26/2003, de 17 de julio, para fomentar la transparencia de las entidades emisoras de valores admitidos a negociación en mercados secundarios oficiales, tales como la regulación del informe anual de gobierno corporativo o la obligación de que las entidades cuenten con una página web para atender el ejercicio del derecho de información de los accionistas e inversores. La mencionada Ley extendió dichas obligaciones a las Cajas de Ahorros emisoras de valores admitidos a negociación en mercados oficiales de valores, facultando a la CNMV (de acuerdo a lo establecido por la Orden ECO/354/2004, que desarrolló esta disposición) para detallar el contenido y estructura del informe anual de gobierno corporativo de estas entidades. 2. OBJETIVOS En un contexto como el anterior, caracterizado por la creciente exigencia de transparencia y de compromiso ético a las organizaciones empresariales, y dadas la peculiaridades que ofrecen las entidades financieras de la economía social, este trabajo tiene como objetivo general conocer de modo exploratorio el grado de implantación de códigos éticos y de buen gobierno en cajas de ahorros y cooperativas de crédito. Tal propósito general se desglosa en dos tipos de objetivos: teóricos y empíricos. 1. Objetivos teóricos ƒ Presentar el marco de actuación de cajas de ahorros y cooperativas de crédito en el desarrollo de códigos éticos y transparencia. ƒ Reflexionar sobre las particularidades que la naturaleza jurídica de las entidades financieras de la economía social presentan sobre este respecto. 2. Objetivos empíricos ƒ Estudiar el grado de implantación y seguimiento de códigos éticos y de buenas prácticas en cooperativas de créditos y cajas de ahorro, así como la valoración que estas entidades conceden a los mismos. ƒ Analizar las eventuales diferencias de percepción entre cajas de ahorros y cooperativas de crédito. 3. CÓDIGOS ÉTICOS: MARCO DE ACTUACIÓN EN ENTIDADES FINANCIERAS DE ECONOMÍA SOCIAL El ejercicio de la responsabilidad de una empresa hacia sus grupos de interés requiere una cierta formalización de los principios éticos que presiden sus decisiones y las actuaciones que de ellas se desprenden. Unos cimientos éticos que representan el marco de referencia imprescindible para la legitimación y aceptación de la actuación de una organización. De ahí que, de un modo creciente, las

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entidades financieras estén esforzándose por hacer explícitos sus valores a través de una amplia gama de códigos que funcionen como mecanismos de autorregulación de las actuaciones de la organización, a la vez que permitan formalizar la creación de valor para todos su grupos de interés y facilitar la obtención de confianza por parte de las sociedades en las que operan. Los códigos éticos son documentos escritos y formales que especifican los estándares morales que deben guiar la conducta de empleados en la empresa (Shwartz, 2001). De modo creciente se recurre a estos códigos para fomentar la toma de decisiones éticas entre empleados y ejecutivos. Los códigos pueden ser impulsados como parte del programa de formación para el desarrollo ejecutivo (enfoque basado en valores) (Kaye, 1996) o pueden, por el contrario, seguir un enfoque basado en resultados. En este caso, los códigos serían considerados como sistemas de control organizacional, ya que intentan ordenar y hacer predecible el comportamiento de los empleados (Weaber y Treviño, 1999). Algunos autores han criticado esta utilización de los códigos éticos. Por ejemplo, Lozano (1999), señala el origen frecuente de los códigos éticos como una reacción a conductas internas rechazables, que van en contra de los intereses de la organización y, por tanto, como medio para evitarlas, constituyendo un instrumento de regulación y control empresarial mucho más que un medio para el desarrollo ético de la organización. Cuando se utilizan con este fin, se corre el peligro de que el código ético constituya una herramienta de gestión más, sólo un mecanismo de control interno, cerrando a la organización en sí misma y dificultando la reflexión sobre cómo se integra ese código en la cultura de la organización y en su contexto de las responsabilidades compartidas. En el mismo sentido, MacLagan (1998) enfatiza que, antes que medidas de control, los códigos deben ser utilizados para crear una comunidad moral. Para ello, deben centrarse en los procesos de toma de decisiones éticas, y no deben ser considerados como otra norma impuesta desde instancias superiores. Los códigos deben ser, pues, impulsados con el enfoque centrado en valores, ya que son una herramienta esencial para la formación de empleados y ejecutivos, ayudando a avanzar en las etapas de razonamiento moral que proponía Kohlberg (MacLagan, 1998). Los códigos pueden cumplir varias funciones: entre otras, aclarar, consultar, convencer y evitar comportamientos inmorales (Shwartz, 2001). Al mismo tiempo, los objetivos asignados a los códigos exceden el control interno de la organización. Los códigos también se utilizan para cumplir objetivos “externos” relacionados estrechamente con la mejora del negocio, tales como mejorar la reputación corporativa, evitar la regulación (Doig y Wilson, 1998; Kaye, 1996; Schroeder, 2002), o atraer inversiones (p.ej. siendo incluidos en índices éticos) (García de Madariaga y Valor, 2004). Por otro lado, las empresas pueden crear un código de conducta con el fin de mejorar sus resultados financieros. Estudios recientes muestran que las ermpresas con código obtienen mejores resultados financieros. Por ejemplo, un estudio realizado por el Institute of Business Ethics (20031) en Reino Unido encontró que el ROCE (Return On Common Equity) aumentaba hasta un 50% en comparación a las empresas sin código y que la volatilidad se reducía. Sin embargo, el estudio añade que estos beneficios se dan entre las empresas con una firme voluntad de comportarse de forma ética. Por último, los códigos pueden tener como fin transmitir confianza a los clientes y a la sociedad en general, mediante una actuación ética que satisfaga sus expectativas y afiance la relación ya existente. Otros objetivos externos relacionados con lo anterior serían: ƒ Suponen la asunción de un compromiso por parte de la entidad frente a los agentes relacionados con la misma: clientes, empleados y sociedad en general. ƒ Comunican los valores que la entidad asume dentro de su cultura propia, en su estilo de hacer las cosas como entidad financiera. ƒ Facilitan el conocimiento de dichos valores por parte de los clientes y los empleados. ƒ Contribuyen a la transparencia de la entidad. Las empresas de la economía social no pueden ser ajenas a esa creciente demanda hacia el mundo corporativo del establecimiento de unos principios éticos que permitan ordenar de modo equilibrado las relaciones de poder, interés e influencia que existen entre los diversos stakeholders de una organización. Así, por ejemplo, destaca el denominado Código Ético Cooperativo, desarrollado por la Unión Madrileña de Cooperativas de Trabajo Asociado (UCMTA) en el marco del proyecto europeo “Coop Code”, con objeto de reforzar los principios cooperativos de la Alianza Cooperativa Internacional. Un código ético que pretende ir más allá de una simple declaración de principios, para constituir una herramienta de gestión empresarial que permita reforzar la lealtad y el compromiso de la cooperativa con sus distintos grupos de interés2. Consecuentemente, se pretende que la entidad ajuste toda su actividad y normas de actuación a unos principios y comportamientos éticos, no sólo por su simple existencia como entidad formada por una diversidad de personas y relaciones con el exterior, sino fundamentalmente, por la finalidad de servicio y beneficio colectivo que está en la base de su creación y en todas sus actuaciones. En este sentido, y según se desprende del denominado código de conducta de empleados y directivos formulado en el año 2003 para las entidades de la Unión Nacional de Cooperativas de Crédito (UNACC), “dichos comportamientos éticos serán beneficiosos a largo plazo en la búsqueda del crecimiento y el mayor beneficio para la entidad, por lo que, adicionalmente a su exigibilidad moral o humana, deben ser incluidos como políticas y objetivos básicos del negocio”... “La excelencia en los negocios de la Entidad no puede medirse hoy en día sólo por cifras de crecimiento, cuotas de mercado y resultados obtenidos. Calidad de servicio, contribución a la Sociedad y a los ciudadanos, y por supuesto, la ética en los negocios, son nuevos factores que ya normalmente vienen siendo incorporados” (UNACC, 2003). En cuanto al buen gobierno, la interpretación del papel y la responsabilidad de los consejeros ha evolucionado significativamente, de modo que los códigos de buen gobierno se confeccionan para servir como guía de actuación honorable y profesional en la mayoría de las situaciones. En los consejos rectores de las cooperativas de crédito y en los consejos de administración de las cajas de ahorros, los

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http://ecampus.bentley.edu/dept/cbe/research/surveys_32.html (acceso 20 de mayo de 2004) Puede verse una referencia a este proyecto, junto a otras iniciativas de la economía social en relación con el desarrollo de la responsabilidad social de la empresa (CEPES, 2004).

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códigos de buen gobierno tienen como finalidad general determinar los principios de actuación del Consejo, las reglas básicas de su organización y funcionamiento y las normas de conducta de sus miembros. Así, los consejeros y altos directivos tienen la obligación de conocer, cumplir y hacer cumplir dichos códigos. Otra cuestión es a quién corresponde la supervisión de la aplicación del código. Concretamente, en el caso de las cooperativas de crédito, se ha establecido que un órgano denominado Comisión de Auditoría, será el encargado de examinar el cumplimiento del código y, en general, de las reglas de gobierno de la entidad y hacer las propuestas necesarias para su mejora. Además, el consejo rector incluirá información en su documentación pública anual sobre las reglas de gobierno de la entidad y el grado de cumplimiento del código de buen gobierno. A menudo los buenos propósitos de los códigos éticos no llegan a trascender de forma suficientemente efectiva por no detallarse dónde y cómo deben verse reflejados en la gestión del día a día de la entidad. Para evitar esto, y tomando como ejemplo el caso de las cooperativas de crédito, cabe referir aquí algunos aspectos concretos que suponen un compromiso escrito de su adecuado cumplimiento y que se asemejan a otros códigos implantados en la mayoría de las entidades bancarias. Este código da objetivos claro para orientar la relación de las entidades con todos los stakeholders (entre otros, empleados, socios, clientes, proveedores). Al mismo tiempo, el código ofrece principios claro de actuación, por ejemplo, en relación a la lucha contra los delitos bancarios o la conservación del medio ambiente (UNACC, 2003). Los principios y compromisos adoptados por las cooperativas de crédito españolas son similares a los contemplados en cajas de ahorros y bancos, aportando elementos concretos propios de su actividad y de su finalidad social, que los distinguen de otras actividades empresariales. En este sentido debe tenerse en cuenta la especificidad de la actividad financiera como actividad empresarial, en lo que se refiere al uso de información de clientes, los riesgos asumidos y el evidente carácter de sector estratégico de la economía de los países. En realidad, el hecho de disponer de un código es perfectamente coherente con los valores y principios cooperativos, ya que los códigos éticos son una forma de articular el principio de la autorresponsabilidad, principio que la Unión Internacional Raiffeisen (International Raiffeisen Union IRU) ha recogido para las cooperativas de crédito. En la redacción de este principio se remarca que su cumplimiento “contribuye a generar confianza dentro y fuera de las organizaciones cooperativas” (Palomo y Valor, 2001). Al mismo tiempo, el contenido de este código (y otros que pudieran producirse con similar contenido) recoge y articula los principios establecidos por la Alianza Cooperativa Internacional (véase García-Gutiérrez, 1995). 4. OBJETIVOS EMPÍRICOS Y METODOLOGÍA Este estudio forma parte de un proyecto de investigación más amplio que tiene como objetivos conocer la oferta de productos de inversión socialmente responsable y su cuota de participación en el negocio de la entidad, así como aspectos relacionados con la gestión ética y comercial de estos productos. En relación con esta segunda parte del proyecto, uno de los elementos que son analizados es la penetración de los códigos éticos entre las entidades de economía social y las prácticas actuales de transparencia informativa en relación con los resultados sociales y medioambientales. En concreto, se formularon preguntas relacionadas con el seguimiento por parte de las entidades encuestadas de un código ético o de buenas prácticas, así como preguntas orientadas a conocer la percepción sobre la importancia o interés de disponer de este tipo de códigos y el compromiso de las entidades con la transparencia informativa a través de la edición de informes o memorias no financieras complementarias a las cuentas anuales. El trabajo de campo se realizó entre marzo y septiembre de 2003 considerando la población total de cajas de ahorros (46) y de cooperativas de crédito (75). A todas ellas se les envió el cuestionario con una carta de presentación y se volvió a hacer un envío al cabo de cuatro semanas. Tabla 1: Ficha técnica Universo

46 Cajas de Ahorro 75 Cooperativas de Crédito

Muestra

30 Cajas de Ahorro 63 Cooperativas de Crédito

Fecha del trabajo de campo

enero-abril de 2003 Fuente: Elaboración propia.

Para incrementar la tasa de respuesta, se estableció contacto telefónico con los responsables de marketing y se les ofreció responder al cuestionario por vía telefónica, con el obvio incentivo del menor consumo de tiempo. Esta combinación de métodos de encuesta permitió incrementar las tasas de respuesta, que resultaron ser bastante más altas de las habituales para las encuestas por correo. En el caso de las cajas de ahorro, la tasa de respuesta fue de un 65%, y en el de las cooperativas de crédito ascendió al 84%, tal y como se recoge en la Tabla 1. Los test de diferencias revelan que no hay diferencias entre las entidades que participaron y las que no participaron en este estudio (pvalue>0.100), respecto a las variables de clasificación Activos Totales Medios y Número de Oficinas. El hecho de que no haya diferencias estadísticamente significativas, permitiría extrapolar las conclusiones al universo general. Con todo, dado que este estudio es de tipo exploratorio, en la presentación de los resultados se hará siempre referencia a las entidades que colaboraron con el estudio.

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5. ANÁLISIS DE RESULTADOS 5.1. Códigos éticos y de buenas prácticas empresariales Como punto de partida, cabe destacar que la mayoría de las entidades encuestadas disponen de algún tipo de código ético o de buenas prácticas empresariales, si bien en más de un tercio (35,5%) de las mismas ni existe un código explícito ni están planteando su elaboración. Un 10% de las organizaciones encuestadas sí se han planteado desarrollar un código ético. Si distinguimos la situación existente en cajas de ahorros y cooperativas de crédito, la penetración de los códigos éticos es ligeramente mayor entre cajas de ahorros que entre cooperativas de crédito: 19 de las 30 cajas encuestadas afirmaron disponer de algún tipo de código ético o de buenas prácticas empresariales, lo que representa un 63,3%, frente al 50,8% de las cooperativas de crédito. Sin embargo, la diferencia no es estadísticamente significativa (pvalue=0.459). Figura 1. Existencia de código ético según el tipo de entidad 32 50,8%

35

25 39,7%

30

25

19 63,3%

20

15 8 26,7%

6 9,5%

10 3 10%

5

0 SI

NO

CAJAS DE AHORROS

NO DISPONE PERO SE ESTÁ PLANTEANDO ELABORACIÓN COOPERATIVAS DE CRÉDITO

Fuente: Elaboración propia

Sobre la valoración que las entidades realizan de la importancia de disponer de un código ético para el desarrollo de la actividad empresarial, sobre una escala de valoración de 0 a 10, la valoración media otorgada por el conjunto de las entidades es de 7,88 puntos, con una desviación típica de 2,14. No obstante, en coherencia con la mayor presencia de códigos en las cajas de ahorro, se observa que este tipo de entidades conceden una mayor importancia al seguimiento de un código explícito, 1 punto de valoración más que en el caso de las cooperativas de crédito. Esta diferencia es significativa, según el test de diferencia de medias (pvalue=0.042). Además, la dispersión en las respuestas es mayor entre las cooperativas, sin que en ninguno de los dos casos sea relevante (coeficiente de variación inferior al 25%). Los resultados son muy similares en cuanto a la percepción que cajas de ahorros y cooperativas de crédito poseen sobre la importancia de tener y seguir un código ético o de buenas prácticas en el ámbito empresarial general, cualquiera que sea el tipo de empresa. La diferencia en la valoración es ligeramente superior, con una puntuación de media de 8,18 frente al mencionado valor de 7,88 cuando se hacía referencia a la situación individual de las organizaciones encuestadas. De modo análogo, la diferencia de percepción entre cajas y cooperativas vuelve a ser significativa (pvalue=0.041), con unas valoraciones medias de 8,73 y 7,92 puntos respectivamente. 5.2. Transparencia informativa Cada vez se entiende en mayor medida la relación con los distintos grupos de interés de una organización sobre la base de la transparencia. La comunicación en tiempo útil de toda la información relevante disponible y su transmisión de modo correcto y veraz, simétrico y equitativo, deberían constituir una prioridad para aquellas entidades que persiguen una creación de valor permanente para todos sus grupos de interés. En este sentido, el tipo de información relevante para dichos grupos va más allá de los resultados estrictamente financieros de la actividad de la empresa para cubrir los tres pilares de la creación de valor sostenible: económico, social y ambiental. Por ello, resulta destacable el hecho de que un 28% de las entidades analizadas no publiquen información no financiera sobre su actividad y, de ellas, tan sólo un 2,2% está planteando avanzar en ese sentido. De las entidades que editan informes no financieros predominan aquéllas que incluyen sólo contenido social, representando un 30,2% del total las organizaciones que recogen contenidos tanto sociales como ambientales. Algunas entidades añadieron, a las categorías propuestas, que informaban sobre la obra social.

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Figura 2. Edición de un informe o memoria no financiera (%)

CONTENIDO SOCIAL, AMBIENTAL Y DETALLE DE LA OBRA SOCIAL 2,2%

NO PERO SE ESTÁ PLANTEANDO 2,2% NO 25,8%

OTRO TIPO: A NIVEL DE GRUPO 3,2%

SI CON CONTENIDO SOCIAL 38,7%

SI CON CONT SOCIAL Y MEDIOAMBIENTAL 28%

Fuente: Elaboración propia.

Si distinguimos la realidad existente en cajas de ahorros y cooperativas de crédito, podemos observar un mayor peso de informes no financieros en cajas de ahorros que en cooperativas de crédito: todas las cajas editan algún tipo de información no financiera, situación que contrasta con el 38% de cooperativas de crédito que no lo hacen. Figura 3. Edición de un informe o memoria no financiera según tipo de entidad (en número)

CONTENIDO SOCIAL, AMBIENTAL Y DETALLE DE LA OBRA SOCIAL

NO PERO SE ESTÁ PLANTEANDO.

NO

OTRO TIPO: A NIVEL DE GRUPO

SI CON CONTENIDO SOCIAL Y AMBIENTAL

SI CON CONTENIDO SOCIAL

0

5

CAJAS DE AHORROS

10

15

20

25

COOPERATIVAS DE CRÉDITO

Fuente: Elaboración propia.

Finalmente, puede observarse que resultan más numerosas las cajas que ofrecen contenido tanto social como ambiental (53,3% del total de cajas, 15 entidades) que en el caso de las cooperativas de crédito (17,5% del total de cooperativas, 11 entidades), más orientadas a informar sólo sobre aspectos sociales cuando editan memorias no financieras: 24 entidades ofrecen únicamente información social.

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6. CONCLUSIONES En primer lugar, cabe destacar el cambio que se ha venido produciendo en el contexto empresarial en los últimos años, como consecuencia de los sucesivos escándalos corporativos y de la mayor sensibilidad hacia el conocimiento de una actividad empresarial que genera un impacto significativo en las comunidades en las que operan las empresas, y en la sociedad en general. Se trata de un contexto que demanda de modo creciente unas mayores dosis de transparencia y, en general, de responsabilidad por parte de las empresas en la atención equilibrada de las expectativas e intereses de sus diversos grupos de interés. Las entidades financieras de la economía social no pueden permanecer ajenas a tal evolución. Sin embargo, existen elementos diferenciadores que las separan de las entidades financieras convencionales, tal y como pone de manifiesto la larga tradición de los principios cooperativos e iniciativas como el Código Ético Cooperativo o el código de conducta para empleados y directivos de la UNACC, para el caso de las cooperativas de crédito. Del análisis de la situación y la percepción de las entidades financieras de la economía social (cajas de ahorro y cooperativas de crédito) en torno a los códigos, destaca en primer lugar que, si bien la mayoría de las entidades objeto de la investigación disponen de alguna forma de código ético, de buen gobierno o de buenas prácticas empresariales, todavía más de un tercio no disponen de uno ni se están planteando su elaboración. Aunque ello puede responder a los objetivos que van asociados su propia naturaleza jurídica, lo que podría hacer entender a estas entidades que la redacción de un código ético resulta superflua, el adecuado ejercicio de la responsabilidad social corporativa y el desarrollo ético de la organización precisa cierto grado de formalización. En este sentido, se observa una mayor penetración del desarrollo de códigos éticos entre las cajas de ahorro que entre las cooperativas de crédito. Este resultado es coherente con la percepción organizacional de los mismos: las cajas creen, en mayor medida, que es importante para su entidad en particular, y para las empresas en general, disponer de códigos éticos. Quizá el menor tamaño de las cooperativas y su cultura, así como determinadas pautas de comportamiento organizacional (por ejemplo, los ya mencionados principios cooperativos, que podrían tomarse como un código ético general), explican la percepción de menor urgencia o importancia en producir uno de estos códigos, tanto para el control interno como para la generación de una cultura moral en la entidad. En cuanto a la transparencia informativa, tan importante para un adecuado ejercicio de responsabilidad de la empresa hacia sus distintos grupos de interés, la publicación de memorias sociales aparece como una práctica habitual entre las entidades financieras de economía social. Sin embargo, las respuestas de los participantes en el estudio hace pensar que estas memorias se dedican más a explicar el destino de la obra social (caso de las cajas) o del Fondo de Educación y Promoción (FEP) (caso de las cooperativas de crédito). Se podría pensar, pues, que a pesar de su alto grado penetración, estas memorias se encuentran en un estado inicial de desarrollo respecto a la amplitud de su contenido, situación que contrasta con la creciente demanda de información completa sobre los resultados y el impacto económico, pero también social y ambiental de la actividad de la empresa. Finalmente, futuros trabajos son necesarios para contrastar las diferencias en contenido y orientación de los códigos en entidades de economía social frente a entidades financieras convencionales, así como su relación con factores organizativos y culturales, tales como el tamaño de la entidad o su misión fundacional. Al mismo tiempo, es necesario realizar un análisis de contenido de las memorias producidas por estas entidades para establecer su coherencia con los principios cooperativos (para el caso de las cooperativas de crédito) y su conformidad con los principios generalmente aceptados para las memorias de sostenibilidad, como los propuestos por Global Reporting Initiative.

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