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El falologocentrismo en la novela Los de debajo de Mariano Azuela Los de abajo es una novela vista en la soledad de la tierra desamparada, es una tragedia rural; el atropello del cacique y la revancha de “los de abajo” es algo personal. Sólo se ve sangre y violencia, el regreso al estado primitivo del hombre, el acto de la supervivencia del más fuerte. Sin embargo, a veces se vislumbra un anhelo social superior. Uno de los principales pensamientos del libro es la impresión de libertad, salvaje e ilimitada, pero el mérito de esta novela es el intenso realismo, ya que es de la mejor literatura que se ha escrito de la revolución. “Por esos dÃ−as yo no tenÃ−a la menor idea que sobre la revolución iba a escribir. Desde que se inició el movimiento con Madero, sentÃ− un gran deseo de convivir con auténticos revolucionarios -no de discursos, sino de rifles - como material humano inestimable para componer un libro, de suerte que esa sola circunstancia me bastaba para sentir placer y satisfacción en mi forzada aventura” (Azuela,1974:126). En la novela cada personaje tiene vida propia, tal es, lo que atrae en Los de abajo, realidad simple, sujeción a los datos de la vida, al exhibir a la gente desgarrada, belicosa e inconscientes a veces con salidas de humor fatalista y de tristeza por no saber lo que se aproxima. La esencia de nuestra nación, la revolución misma se ve opacada por esas actitudes que convierten al ser humano en un esclavo de su propio ser, por no saber valorar lo que tiene y por querer esclavizar a los demás, como dice el dicho: “de que le sirve al hombre ganar al mundo entero si se pierde asÃ− mismo” “En Latinoamérica, los ideales de supremacÃ−a masculina se conocen como machismo. En toda Latinoamérica, a los hombres se les exige ser machos -es decir valientes, sexuales, agresivos, viriles y dominantes sobre las mujeres- En casa controlan el dinero a sus mujeres, comen primero, esperan obediencia inmediata de sus hijos, especialmente de sus hijas, van y vienen a su antojo y toman decisiones que la familia entera debe de seguir sin discusión. Llevan los pantalones” (Harris, 1995:530). El carácter de los mexicanos es producto de las circunstancias sociales imperantes de nuestro paÃ−s; la historia de México que es la historia de esas circunstancias, contiene las respuestas. Vemos entonces que la diferencia es de dónde surge el problema. Que mejor ejemplo que la radical diferencia entre la figura del hombre latino (machismo) y el europeo (patriarcado). Hago mención a esto porque Mariano Azuela en su aventura de escribir la revolución misma, tal vez sin darse cuenta escribió el cómo se vivÃ−a el machismo dentro de ella. Cecilia Moran en su ensayo sobre El machismo en Latinoamérica y la reivindicación actual de la figura femenina nos menciona “El mexicano es un ser ensimismado, “cerrado” a raÃ−z de este estado de ser “yo” y solo “yo” surge la soledad que afecta a la sociedad y también la discriminación entre los sexos, la soledad de la pareja, lo radical entre el machismo y la feminidad” (Moran, 2011). La realidad es que desde a muy temprana edad los niños se portan de forma muy distinta que las niñas y esto es porque como menciona Miguel Villegas “desde niños se ha enseñado que los hombres deben arreglar las cosas de manera violenta que nunca deben perder, que nunca deben llorar y que siempre, siempre deben ganar” (Villegas, 2005: 30). Con esto podemos decir que el rol de la mujer y el hombre se le da de acuerdo a lo que la sociedad impone y a los hombres se les brinda ese derecho a ser ellos los dominadores dejando a la mujer como la clase dominada. Eva Figes comenta: “AsÃ− la mujer es menos dominante porque es lo que la sociedad le exige; más emocional porque sus pensamientos y su educación han sido orientados más hacia el corazón que hacia la cabeza; más conservadora porque hogar y casa apenas cambian y no 1
requieren ninguna capacidad de cambio como condición para sobrevivir” (Figes, 11). Se debe centrar un poco en porqué el hombre es un machista. No debemos culpar sólo a las raÃ−ces. Desde la perspectiva de los mexicanos la mujer se ve como una representante de la madre sufrida y solitaria que lo da todo y más por su hijo, esto lo vemos como la madre que cubre y protege entre sus brazos al hijo y no sólo eso sino que, lo sobreprotege contribuyendo asÃ− a la formación del carácter machista. Una de las caracterÃ−sticas que se le da a la mujer es su espacio en la cocina, al servicio de la alimentación de los hijos y el marido. ¡Mujeres…, algo de cenar!... Blanquillos, leche, frijoles, lo que tenga, que venimos muertos de hambre (Azuela, 6). Tenemos la cocina como sitio especial, exclusivamente femenino y no solo en los tiempos de la Revolución si no aún hoy; en esta era de la modernidad y cambio, un lugar apartado del resto de la casa y por lo general escondido. En la novela Los de abajo se aprecia cómo sólo se habla de los hombres que se van a luchar por su paÃ−s, dejando a las mujeres en el hogar al cuidado de los hijos. • “Vete luego a la casa de mi padre” - dijo Demetrio. (Azuela, 8) De este modo la mujer será la encargada del hogar y de la enseñanza de los valores esenciales; ella es la que debe de asumir la responsabilidad de criar a los hijos y de protegerlos en un ambiente social hostil y donde la figura paterna brilla por su ausencia. Una de las caracterÃ−sticas que se ven en la novela es cómo tratan a la mujer de objeto, no le dan su lugar, ni el respeto que merece. • “Queman nuestras casas y se llevan a nuestras mujeres” (Azuela, 17). • “Cargaron hasta con la muchacha de la seña Nieves” (Azuela, 18). • “HacÃ−a tres meses que los federales cargaron con su única hija y eso la tenia inconsolable y fuera de sÃ−” (Azuela, 33). Esto nos apunta a que la mujer habita en un mundo hecho por hombres, por lo mismo, es un espejo de la voluntad masculina. Se ha confirmado por medio de algunos investigadores que los hombres se sienten obligados a separar todo lo afectivo en cuanto a la sexualidad. Tiefer expresa: “para los hombres la sexualidad está dominada por la idea del intercambio coital” (1986:77) El compromiso sexual de los hombres con las mujeres es ante todo una afirmación de su masculinidad, y se convierte en una práctica sexual en la cual no buscan complacer a la mujer si no sus intereses mismos. Debe seguir las reglas según la sociedad machista, de ahÃ− que la mujer perfecta del macho sea débil, casera y sumisa a las órdenes de su pareja. Las mujeres y los niños tenÃ−an que existir en función de los hombres no como personas por derecho propio. • “Hay que amansarlas primero” (Azuela, 26). • “A esa pobre la sacaron de su casa entre el Manteca y el Meco; eso ya lo sabÃ−a…; pero usté les ha de haber dado por ella… algunas mancuernillas chapeadas… alguna estampita milagrosa del Señor de la Villita… (Azuela, 88). Por último me gustarÃ−a agregar que la mujer como objeto visto no tenia derecho a la educación, ella era un ser ignorante de lo que al hombre sÃ− se le podÃ−a enseñar. No sabÃ−an leer, escribir y mucho menos recibir una educación más allá de lo básico como lo muestra el siguiente párrafo cuando Luis Cervantes estudiante de medicina estaba curándose una herida de bala que tenÃ−a:
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Oiga, ¿y quien lo insiño a curar?... ¿Y pa qué jirvió el agua?... ¿Y los trapos pa qué los coció? ¿Y eso que se echó en las manos? ¿Y por qué no le regüelve mejor agua frÃ−a?... ¡Mi qué cuentos!... ¡Quesque animales en el agua sin jervir!... ¡Pos cuando ni yo miro nada! (Azuela,29). Todo lo expuesto anteriormente nos propone que se considere a un pueblo mexicano que surge del problema de identidad y se ve reflejado en la época de la revolución mexicana. Y es válido cuestionarse por las verdaderas posibilidades de desarrollo de las mujeres mexicanas en donde son caracterizadas a la luz del machismo; donde todo lo que no sea adecuado para el hombre es inadecuado para la sociedad. Sin embargo la mujer también le teme al cambio y prefiere esa comodidad y seguridad que le da el marido a no tener nada. La mujer de Demetrio MacÃ−as, loca de alegrÃ−a salió a encontrarlo por la vereda de la sierra, llevando de la mano al niño. • ¡Casi dos años de ausencia! Se abrazaron y permanecieron mudos; ella embargada por los sollozos y las lagrimas. (Azuela,136). Se trata de mujeres y hombres que se quedan atrapados en el pasado con los valores anticuados. La incapacidad de la mujer para superar esa estructura tradicional de valores y asÃ− mismo de la actitud masculina que la coloca en una suerte de servidumbre hacia el hombre. BIBLIOGRAFIA • Azuela, Mariano. Los de abajo. México D.F: Fondo de cultura económica, 1989. • Azuela Mariano. Paginas autobiográficas. México D.F: Fondo de cultura económica, 1974. • Monteverde, Francisco. Mariano Azuela y la crÃ−tica mexicana. México D.F: Secretaria de educación pública, 1973. • Moran, Cecilia. El machismo en Latinoamérica y la reivindicación actual de la figura femenina. Web. 27 de mayo de 2011. http://marice.espacioblog.com/post/2007/09/15/el-machismo-latinoamerica-y-reivindicacion-actual-la • Montesinos, Rafael. Perfiles de la Masculinidad. México D.F: editorial académica, 2007. • Figes, Eva. Actitudes patriarcales: las mujeres en la sociedad. Alianza editorial Madrid. • Seidler, VÃ−ctor. La sin razón masculina. Masculinidad y teorÃ−a social. México D.F: Paidós, 2000. • Pescatello, Ann. Hembra y Macho en Latinoamérica. Ensayos. México D.F: editorial Diana, 1977. • Villegas, Miguel. El destino del macho ¿GuÃ−a práctica? Monterrey México. Oficio Ediciones, 2005. 7 •
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