LOS DÍAS DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO JULIO DÍAZ VILLARREAL. Personajes. Julio: 27 años. Roberto: 24 años. Ernesto: 25 años

LOS DÍAS DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO JULIO DÍAZ VILLARREAL Personajes Julio: 27 años. Roberto: 24 años. Ernesto: 25 años. Voz de Ingrid Voz de Danieli

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2009 de 24 julio
Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, Burgos (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 1ª).Sentencia núm. 339/2009 de 24 julioJUR\20

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LOS DÍAS DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO JULIO DÍAZ VILLARREAL

Personajes

Julio: 27 años. Roberto: 24 años. Ernesto: 25 años. Voz de Ingrid Voz de Danielito Dr. Rogelio: 54 años. El Happy: 37 años con apariencia de 45 Celeste: 26 años La Güera Machaca: 57 años con apariencia de 65

I

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(Minutos antes del fin del mundo.) La sala de un maestro universitario que acaba de mudarse con una estudiante de universidad después de haber vivido varios años en un departamento. No hay mucho orden y el mobiliario es modesto. Se escucha la televisión desde los cuartos y un niño jugando con monitos. Tocan la puerta con fuerza y el Dr. Rogelio la atiende dejando entrar a Roberto y a Julio.

Dr. Rogelio: ¿Pero que haces aquí? Roberto: Vengo a presentarte a tu otro hijo. Dr. Rogelio: ¿Cuál otro hijo, de qué hablas? Julio: De mí. Dr. Rogelio: Pero yo no soy tu padre. Julio: Claro que lo eres. Soy el hijo de Rosa Villareal de Mexicali. ¿Te acuerdas de ella? Dr. Rogelio: Pero nunca se comprobó que tú fueras mi hijo. Tu madre en esos tiempos era una hija de papi que quería hacer enojar a su padre andando con un intelectual de izquierda o con cualquier otro que pareciera hippie. Roberto: Ves cabrón. Tú que lo defendías cuando decía que era un hijo de la chingada. Dr. Rogelio: Ya me harte de que te la pases insultándome y minimizándome. Roberto: ¡Minimizándote! Si tú sólo te has minimizado poniéndote con esa perra lesbiana con aspecto de cholo. Dr. Rogelio: Tengo derecho a rehacer mi vida después de que tu madre me dreno todo ese dinero para ti, un hijo malagradecido.

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Roberto: ¡Pues de que madres te iba agradecer! Si por ti hubiera sido me hubieras abandonado como a Julio. Dr. Rogelio: Te di dinero hasta que terminaste la carrera. Roberto: Esa lana te la descontaban de la nomina porque perdiste un juicio. Si no hubiera sido por la demanda que… Julio: ¡Cállense! A mí sólo me interesa saber como fuiste capaz de olvidarme. Dr. Rogelio: No te olvide. Simplemente nunca me importaste. Julio: ¿Por qué? ¿Por qué nunca tuviste el mínimo interés de saber si existía, de reconocer mi existencia? ¿Sabes lo que es crecer sabiendo que la mitad de tu vida es un espacio vació? Dr. Rogelio: Sé lo que es no importarle a otros y lo que es restarle importancia a los otros. Julio: No tienes madre (Golpea al Dr. Rogelio en el rostro.) Roberto: (Detiene a Julio cuando intenta agarrarlo en el suelo a golpes.) ¡Aguanta cabrón! Julio: ¡Aguanto madres! Lo mínimo que se merece es una verguisa por todo lo que me ha hecho. Dr. Rogelio: (Se levanta e intenta golpear a Roberto por la espalda.) ¿Para qué traes a este idiota conmigo? Roberto: (Detiene el intento de golpe de su padre y le tuerce el brazo para someterlo. Se escucha el claxon de un carro.) Porque es también tu hijo aunque te quieras hacer pendejo y quería saber como eras. Sabes qué, ahora si rájale.

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Julio toma de la mesita de la sala un búho de palofierro. Golpea con ella al Dr. Rogelio, este huye a uno de los cuartos saliendo del escenario. Julio y Roberto van por él dejando la sala sola. Se escuchan golpes y gritos desgarradores.

Voz de Ingrid: ¡Lo vas a matar! Voz de Roberto: ¡No estés chingando, es nuestro padre! Voz de Danielito: ¡Dejen a mis papas!

II (Meses antes del fin del mundo.) En una cantina, donde se aspira el tufo del alcohol, la humedad humana y la incertidumbre de las acciones que nacen de la inconciencia del estado etílico; esta Happy atendiendo la barra mientras que Roberto y Ernesto platican mientras ven a Celeste intentando hacer bailar a la güera machaca.

Ernesto: Chíngate otra conmigo. Happy. (Pide otra caguama con las manos.) Los jefes valen verga. (El Happy le da otra caguama a Ernesto.) El mío por ejemplo se la da de bien madreado en el D.F. (Le sirve cerveza en el vaso a Roberto.) pero aquí nadie lo quiere y mientras el wey me subsidie la vida rockera, yo dejo que diga lo que quiera. (Se sirve a él mismo.) Roberto: Pero te la subsidia. Ernesto: ¡Pero es love…erga! Ósea pinché zarrita que me da y toda se la queda este baboso. (Happy sonríe) Lo que sucede con los rucos de la generación de nuestros jefes es que se la quisieron dar de muy rebeldes y muy acá con todos sus pinches ismos. Que el socialismo, que el comunismo, el

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surrealismo y cuando les cayeron las viejas con nosotros los cerotones ya no supieron ni que pedo. Somos una generación de fugas de condones, de fallas en el control de calidad de Trojan. Roberto: Deberíamos demandar a los alemanes porque por su culpa estamos vivos. Ernesto: ¡A güevo! A mi nadie me pregunto si quería estar vivo y nuestros jefes ni siquiera nos planearon. Se confiaron del pedacito de látex y monda aquí estamos aguantándonos de a webitis. ¿Happy tú preguntaste si querías vivir? Happy: Nel. Ernesto: ¡Ya ves! El Happy también es de los nuestros.

El Happy le da algo de feria a Celeste y ella le da el dinero a la güera machaca para que ponga algo en la rockola.

Roberto: Pero yo no quiero terminar aquí.

Celeste se pone a bailar cerca de ellos mientras que la güera machaca se abraza de la rockola para poner unas canciones.

Ernesto: No reniegue de la cruz de su parroquia. Mira como todos los que estamos aquí tenemos un jefe valeverga. Es más, aquí conbebemos varias generaciones de hijos bastardos. Unos que dejaron de serlo para ser padres valevergas y otros que dentro de poco serán padres valevergas. Aquí se reúnen todas las edades del hombre. La cantina es el centro medular de todos

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los ciclos de la vida de los mexicanitos. Salud por eso. (Hacen un brindis Roberto y Ernesto.) Celeste: ¡Salud! Roberto: Y el Happy es como una especie de sacerdote pagano que reparte el elíxir de la alianza entre las generaciones. Celeste: ¿Es cierto que la lesbiana que parece machorra de la escuela es tu madrastra? Ernesto: No me habías dicho que parecía machorra. Roberto: Pues si. Todavía si estuviera buena no hay pedo. Como bato lo entendería. Ernesto: Si estuviera como esta preciosa. (Toma a Celeste de la cintura.) Celeste: Asco meterme con un ruco. Ernesto: ¿Pero si te tirarías a este wey y a su jefe juntos verdad? Celeste: Todo depende. Ernesto: ¿De que depende? Celeste: De el cristal con que se mira… Ernesto: …todo depende. Celeste: No, dependería de que también me mantenga su jefe. Roberto: Chinga tu madre. Celeste: No te agüites. Es broma. Pero si tu jefe anduviera conmigo le pondría los cuernos con ustedes y te pasaría algo de lana. Ernesto: ¡Ya vez! ¡Hay estas! Preséntale a esta morra a tu jefe pa que se la baje a tu madrastra.

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La rockola empieza a tocar la “Gata bajo la lluvia” de Roció Durcal y la güera machaca empieza a cantarla a todo pulmón al mismo tiempo que Celeste, Roberto, Ernesto y el Happy hablan de ella.

La güera machaca: ¡Amor! Tranquilo no te voy a… la suerte estaba… ya lo sé. Roberto: ¿Y ahora que trae tu amiga? Ernesto: Le pega bien duro la rola. La güera machaca: ¡Y sé que hay un torrente dando vueltas por tu mente! Celeste: No sean gachos. La dejaron bien pirata a la pobre. Ernesto: Haber cuenta esa madre. La güera machaca: ¡Amor! Lo nuestro… casualidad. La misma hora, pinché hora y bulevar. Celeste: Pues como en todas las historias de corazones rotos, cuando era joven y bella como yo. La güera machaca: No temas no hay cuidado, como chingados no hay cuidado. No te culpo. ¡Si te culpo! Ernesto: A poco estaba igual de preciosa. (Se la acerca más.) Celeste: No tanto, pero no hacia mal los quesos. Pues se enamora de un batito y total les falla el condón. La güera machaca: ¡Ya lo vez! ¡La vida es así! Ernesto: ¡Ya vez! ¿Que te digo wey? Puras fallas con el control de calidad. La güera machaca: ¡Tú te vas y yo me quedo aquí! Roberto: Ándale pues.

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Celeste: Y pues el batito se desaparece cuando la morra creyendo que se iba a casar con él ya le había comprado casa y todo. Porque han de saber que tenía su lanita. La güera machaca: ¡Ya veras… no seré tuya! ¡Seré la gata bajo la lluvia! Ernesto: A poco esta morra era acá de feria. La güera machaca: ¡Y maullare por ti! Celeste: Pues no era millonaria pero si tenia su guardadito. Roberto: El que ya se pistio aquí me imagino. Happy: Unos dicen que al bato lo entambaron porque andaba metido en pedos con el narco. Yo lo conocí y al pendejo le encantaba el dinero fácil. Ernesto: ¿En serio? Pos si esta carbón el pedo este. Con razón… Roberto: Ya vez, estas no son chingaderas como las tuyas de que agarro la peda porque mi morrita se fue a Paris. La güera machaca: Amor… sé… digas nada de verdad. Celeste: ¿En serio andas de pedo por eso? La güera machaca: Si ves alguna lágrima perdón. Ernesto: ¿Qué los batos no podemos ser gatitos bajo la lluvia? La güera machaca: Ya sé que no has querido… llorar a un gato heri… (Se cae.) Celeste: Pobrecita. (Va con la güera machaca, Ernesto la acompaña y la ayudan a sentarse.) Happy: Si se aplicas, tu compa puede chingarse a esa morrita en el baño esta noche. Roberto: Haber si se atreve.

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Celeste, la güera macha y Ernesto terminan de cantar la gata bajo la lluvia juntos.

III (Meses antes del fin del mundo.) En la sala de un departamento de jóvenes recién egresados de la universidad de carreras del área de humanidades. Mobiliario sencillo y caótico. Ernesto y Julio buscando el celular de Ernesto.

Julio: Has memoria de lo que hiciste ayer en la noche. Ernesto: Eso esta cabrón. Ve como ando de crudo. Julio: De atascado. ¿Qué te metiste?

Pausa.

Ernesto: Recuerdo haber tomado fotos en el pluma. Julio: ¿No se lo diste a guardar al otro doble A? Ernesto: No creo, andaba tomando fotos para el proyecto del blog. Julio: ¿Buscaste en el carro? Ernesto: No, pero no se me pudo haber caído allí.

Pausa.

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Ernesto: Le tome fotos en el pluma al Ismael Mercado bailando la cumbia de los catorce minutos. Luego las fotos en el baño al Ballesteros poniéndole a la caspita del diablo.

Pausa.

Julio: A la que tú también le metiste.

Pausa.

Ernesto: No, yo a esa madre no le entro. Además no te queda jugarla al santo, en la universidad eras bien choro.

Pausa.

Ernesto: Wey le tomé fotos para hacerle un poema ecfrastico. Julio: Está bien. Y a quien más le tomaste fotos. Ernesto: A la madre. Ya me acordé. Le tome fotos al Negro cuando se estaba enchorando al Satanás en el inframundo. Julio: ¿Andabas en el inframundo tomándole fotos a esos putos cogiendo? Ernesto: Cuál cogiendo. El pinché Satanás andaba botado cuando el culero del Negro se la atasco. Julio: ¿Esa fue la última foto que tomaste? Ernesto: Creo que si. Después fui al baño y no se quién me bajo los pantalones a media miada. Pinches pantalones quedaron todos miados. Por eso no se me

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pudo caer en el carro. Llegue en boxers a la casa porque el pantalón lo guarde en la mochila.

Pausa. Julio deja de ayudar a Ernesto y éste deja de buscar su celular.

Ernesto: Puta, se me debió haber caído entre los miados. Qué asco.

IV (Media hora después del fin del mundo.) Entran excitados de la calle a su departamento Julio, Roberto y Ernesto.

Ernesto: ¿Qué fue esa madre? Los llevé para que éste enfermo conociera a su padre y salen como pinches cholos todos embarrados de sangre. Julio: ¡Cállate pinche Neto! Roberto: ¡Cálmate Julio! Y tú no la hagas de pedo. Ernesto: ¿Qué no la haga de pedo cabrones? Se chingaron a su jefe y yo los llevé. Eso me hace su cómplice. Julio: Pudiste no habernos llevado. No te obligamos. Ernesto: ¿No me obligaron…? Yo que vergas iba saber que iban hacer este cagadero. Nada más les estaba haciendo un paro. Roberto: Mira, si nadie de nosotros dice algo, nada va pasar. Va parecer que entraron a robar y los mataron. Ernesto: Que mamadas dicen, si sólo entraron a hacer un cagadero. Julio: Por eso pendejo, nos llevamos aparatos y madres así para hacer que pareciera un robo.

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Roberto: Además estamos en Hermosillo aquí ni criminalistas hay. La mayoría de los crímenes no se resuelven, ¿porque se va resolver éste? Ernesto: Están jodidos.

Ernesto intenta salir pero Julio lo detiene tirándolo al suelo.

Julio: ¡Mira pinché coco de mierda si te vas de candil te jodemos con nosotros! Ernesto: ¡Suéltame hijo de tu puta madre! Roberto: (Los separa.) Cálmense a la verga los dos. Nada va pasar. Ernesto: (Levantándose del suelo.) Miren par de imbéciles. Yo no me voy arriesgar a que me arresten o andar de prófugo con ustedes, así que en el momento que un poli llegue a esta casa a preguntar sobre su chistecito yo canto y a la chingada.

Ernesto se dispone a salir pero Roberto lo detiene del brazo.

Roberto: ¿A dónde vas?

Pausa.

Ernesto: Al pluma

Pausa. Sale Ernesto.

Julio: ¿Por qué lo dejas irse?

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Roberto: Porque no va decir nada. Tiene miedo y por ahora está bien que se ponga una peda. Julio: Voy a ir a tirar las madres que nos trajimos al baldío de aquí cerca. Roberto: Espera. Mejor nos quedamos con ellas un rato. Hay que dejar que pase algo de tiempo, si los tiramos luego, luego, puede que encuentren algo y se den cuenta que fue para despistar. Julio: Pero estamos en Hermosillo. Roberto: Más vale prevenir.

IV (Unos días antes del fin del mundo.) En la cocina del departamento está Julio haciendo desayuno y Ernesto esta recuperándose de la cruda con medio cuerpo echado sobre la mesa donde comen. Entra Roberto furioso sosteniendo un regalo.

Roberto: ¿Quién dejo que me dejara esto? Julio: Yo. Roberto: ¿Y porqué abriste la puerta? Lo hubieras dejado afuera con esto. Ernesto: No grites me duele la cabeza. Roberto: No me importa. Julio: Es cierto, deberías hablar más bajo. Roberto: Hablo como quiero. ¿Por qué recogiste esto? Ernesto: Mi cabeza. Roberto: Toma pa que no chingues. Julio: Wey es tu padre. Además abrí sin saber que era él.

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Roberto: No le hubieras aceptado el regalo. Julio: Yo no le iba hacer eso. Lo suyo no es mi bronca. Además ya estás grandecito para andar chillando por lana para un doctorado y consiguiendo cartas de aceptación falsas. Ernesto: Wey abre el regalo, a lo mejor es un ladrillito de coca. (Comienza a abrir el regalo.) Roberto: Sabes bien que no quiero saber nada de él, porque esa lana sólo la quiere para esa pinché cosa que adopto porque se sentía sólo. Y además sólo le pedía ayuda mientras pudiera terminar de tramitar la beca de CONACYT. Julio: Pues ve y tiráselo a su casa o a la basura. Pero cabrón, ya ni la chingas es tu jefe y si te quiere. Ernesto: Es un libro. Tregua de Mario Benedetti. Roberto: No mames, qué ridículo. Ernesto: (Leyendo) “Ahí, en el pecho, cerca de la garganta, ahí debe estar el alma, hecha un ovillo.” Roberto: Dame esto.

Con el fuego de la estufa, Roberto comienza a quemar el libro.

Julio: ¿Por qué lo quemas? Roberto: Porque es mi regalo y puedo hace lo que quiera. (Tira el regalo en la comida que esta haciendo Julio.) Julio: Imbécil.

Roberto sale.

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Ernesto: Ja, ja, ja, vas a comer huevos con letras.

V (Media hora antes del fin del mundo.) En la sala del departamento están Roberto y Ernesto viendo un partido de Pumas-América. Entra Julio con una mochila de viajero.

Roberto: ¿Una chevecita de consolación? Ernesto: Vas a ver que cuando las águilas levanten el… Roberto: Cuales águilas, si son apenas unos pollitos que nada mas sirven de botana para mi pumas.

Entra Julio y se para frente a la tele.

Julio: Tenemos que hablar Roberto. Roberto: Al rato, estas tapando la tele. (Le tira un mandril de peluche a Julio.) Ernesto: No le tires a Zeus. Julio: Ahora. Ernesto: Tierra, tierra. Julio: Somos medios hermanos. (Le tira el mandril de peluche a Roberto.)

Pausa.

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Ernesto: (Cambiándole de canal con el control apuntando hacia Julio.) ¿Quién le cambio al Hallmark?

Pausa. Roberto comienza a sobarle la cabeza al mandril de peluche.

Julio: Tu padre es el mió también. Me di cuenta en Mexicali viendo un álbum familiar. Salía en el fondo en una foto de la boda de mi tía Lulu. En ese entonces era el novio de mi madre. Cuando me tuvieron se desapareció. Mi mamá se vino conmigo a vivir aquí. Sin saber que él también lo hizo.

Pausa

Ernesto: Esto va para largo.

Pausa

Roberto: ¿Y que quieres que haga?

Pausa.

Ernesto: Dense una abraso y vean el fut. Julio: Quiero conocerlo. Roberto: ¿Para? Julio: Que sepa que ya sé que soy su hijo.

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Pausa.

Roberto: Para lo que le va importar. Julio: No importa, llévame con él.

Pausa.

Roberto: Va pues. (Se levanta.) Ernesto: ¿Y el fut? Roberto: Danos raite.

Pausa.

Ernesto: Va pues. Pero me van a deber un paro.

VI (Una semana después del fin del mundo.) En la cantina donde por ser entre semana hay un ambiente tranquilo casi intimo, Ernesto esta besándose con Celeste. El Happy atiende la barra sin decir nada, siendo más bien un espectador de los besos entre Ernesto y Celeste, mientras que la güera machaca esta tirada en el suelo recuperando el sentido.

Celeste: ¿Despierto a la güera para que te haga un mamey? Ernesto: ¿Y que a ti te coja el Happy? Celeste: Ya me lo tiré.

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Ernesto: No mames capaz de que tienes SIDA. Celeste: Pues entonces tu también. Qué te la mame la güera. Eso me excita. Ernesto: No. Me da asco. Celeste: Apoco nada más haces lo que las niñas bonitas como tu ex te dicen que hagas. Ernesto: No digas tonterías. Celeste: Acéptalo. (Le da un beso.) Te dejo por un francesito. (Le da otro beso.) Quien no lo haría. Ernesto: Simón pero tú eres mi pinche consuelo mediocre. Celeste: Ja ja ja (Le acaricia el rostro.) Pero soy realista papacito y tú no.

Pausa.

Celeste: Deberías aceptar esto y terminarlo de gozar. Olvídate de que tu papá es un pinche psiquiatra muy chingón, que estudiaste en el Regis, que tu noviecita era una morrita bien. Termínate de embarrar de lo que ahora eres. (Despierta a la güera machaca.) Ernesto: (Dice en voz baja.) ¿Que sabes de estar embarrado? Celeste: Necesita un jale. (Celeste le desabrocha el pantalón y la güera empieza a hacerle el sexo oral a Ernesto.) Así me gusta. Deja de fingir que eres muy acá metiéndote tanta porquería. No seas como tus amiguitos acomplejados que nada más se embarran poquito y luego, luego se limpian. Tú solo déjate caer, que aquí no hay culpas. (Lo empieza a besar.)

El Happy: (Golpea la barra.) ¡Hey! ¡Van a espantar a al gente!

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Pausa. Celeste deja de besar a Ernesto y le sonríe libidinosamente al Happy.

VII (Dos semanas después del fin del mundo.) Julio buscando su celular en la sala mientras que Roberto lee un libro.

Julio: Ese imbécil de Ernesto ha de haber llevado mi celular a la casa de empeño. Roberto: Pues espera unos días y ve a comprarlo. Julio: Es que ya no podemos con esto. Se la pasa empeñando cosas para comprar coca y tachas. Roberto: Es su bronca. Julio: Si fueran sus cosas nada más no me estaría quejando. Roberto: Es un pinché cel de 500 pesos que ya ni sirve. Julio: El otro día vi cuando se estaba llevando el DVD. Lo detuve pero me salió con ir a la policía si no lo dejaba en paz. Roberto: Déjalo. Al paso que lleva se va morir de un pasón dentro de poco. Sólo hay que seguirlo para asegurarnos de que nadie lo lleve a un hospital.

VIII (Tres semanas después del fin del mundo.) En la cantina Julio y Roberto tomando cerveza juntos. El Happy atendiendo la barra. Ernesto y Celeste en una mesa. Ernesto se levanta y sale al baño.

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Roberto: Ya es como la tercera vez que va al baño. Ve para ver si ya anda inhalando, si lo ves le das este poco.

Julio va al baño. Roberto le pide otra caguama al Happy, éste se la da y sirve un poco en el vaso de Julio para luego servirse a él mismo. Ernesto regresa con Celeste y Julio con Roberto.

Julio: Lleva aquí desde medio día y se alegró por el regalito. ¿Cómo cuánto era? Roberto: Es coca pura.

Pausa.

Roberto: Digamos que un pasecito de esa madre equivale a diez de la que se chinga este wey.

Ernesto se empieza a convulsionar.

Celeste: ¡Ernesto! ¿Qué tienes? Llamen a una ambulancia.

Roberto y Julio corren a donde está Ernesto convulsionándose.

Roberto: Nosotros lo llevamos.

Julio y Roberto cargan a Ernesto. Celeste los quiere acompañar.

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Julio: Tú no puedes ir. Nosotros después te decimos qué pasó.

Julio y Roberto se llevan a Ernesto cargando.

Celeste: ¿Pero porqué le pasó esto? El Happy: Tanto ir al baño.

IX (Se acaba de acabar el mundo.) En la casa del Dr. Rogelio. Se escuchan los gritos desgarradores de una mujer y un niño siendo golpeados. Se escucha un silencio, el claxon de un carro lo interrumpe y salen Roberto y Julio.

Julio: El niño intentó defenderse tirándome un monito de batman. Roberto: Limpia tus huellas del búho que usaste y si agarraste el monito del niño también. (Julio sale.) Hay que tomar algunas cosas, para hacer parecer esto un robo.

La voz de Julio: Voy a tomar un DVD player y una grabadora.

Roberto: Esta bien. Yo me quedo con esto. (Toma una Laptop que estaba en la mesita de donde habían tomado el búho de palofierro.) También quítale la cartera.

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Julio entra con un DVD player y una grabadora.

Julio: Ya esta. Roberto: ¿Limpiaste tus huellas? Julio: Simon. Roberto: Desde niño soñé con esto.

Los dos salen. Se escuchan unos gritos y un carro patinar arrancando a toda velocidad.

X (Un mes después del fin del mundo.) En la cantina, Happy atiende en la barra. Celeste esta tomando una caguama con la güera machaca.

Celeste: (Llorando.) ¿Que le paso? Si se lo llevaron al hospital. (El Happy hace gesto de duda) No creo que se haya pegado un pasón así como así. Otras veces había estado más grave y como si nada. ¿Por qué no me dejaron ir con ellos? Quería acompañarlo. Tenia que decirle algo muy importante. Happy: Sus compás no eran tan compás y no se apresuraron en llevarlo al hospital. Lo botaron muerto. Celeste: Por eso quería acompañarlo. Seguro se murió en el camino y no supieron que hacer. Yo quería estar con él, necesitaba estar con él. Empezábamos a tener algo real.

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La güera machaca: (Le da unas palmadas en la espalda a Celeste.) Llora mi niña, no dejes que el ovillo del alma se acostumbre a estar ahogado. Happy: No llores, ya vendrá otro. (Le sirve a la güera machaca en su vaso.) ¿Conociste a su familia, verdad? Celeste: A su mamá y a su hermano. Su papá no vive aquí y cuando le avisaron, el muy carbón dijo que no tenia ningún hijo en Hermosillo. Happy: A lo mejor fue hijo de alguna amante que tuvo, una morra que dejo panzona aquí.

Celeste se toma de fondo la cerveza y se toca el vientre. Deja el vaso en la barra y sale con las manos abrazando su vientre mientras la rockola comenzaba a tocar “La gata bajo la lluvia” con Rocío Durcal.

XI (Meses antes del fin del mundo, cuando apenas se van dando cuenta que este se va acabar.) En un Vip’s están sentados Julio, Roberto y Ernesto. Ernesto trae puesto los lentes obscuros y parece que esta en otra parte.

Julio: Porque no te quitas esos lentes simple. Ernesto: Porque hoy es el fin del mundo y si muero quiero hacerlo con estilo. Julio: ¿De dónde sacas esas cosas? Ernesto: Es seis de junio del 2006. ¿Qué no has escuchado a Walter Mercado o visto los programas de las predicciones de Nostradamus? Julio: No puedo creer que creas esas tonterías.

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Ernesto: No las creo, pero más vale prevenir que lamentar. Roberto: Pues a mi hoy me amenazaron con quitarme la pensión. Ernesto: Ya ves. A ti ya te destruyeron el mundo como lo conocías.

Ernesto, Julio y Roberto ríen.

Roberto: Mira Neto, esa mesera te tira el rollo. Julio: Ya la hiciste bato. Roberto: Pa que ya olvides a la Rebe. Ernesto: (Se carcajea.) Para vivir como el vagabundo de la película de Chaplin. Roberto: ¿Cuál de todas? Julio: En todas sus películas es el mismo personaje. Ernesto: En la que se liga a la morra y al final se va todo pobre con la morrita dándole la espalda al mundo jodido. Roberto: ¿La de Tiempos Modernos? Ernesto: Esa. Quieren que me vaya con la mesera a contemplar el atardecer, todos pobres pero felices. Roberto: No. Nada más queremos que te la cojas. Ernesto: Y luego si la dejo panzona. Roberto: Pues te tiras a perder.

Se ríen y los tres le toman a su café. Pausa y la luz se apaga.

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